CONCURSO DE ESCRITURA CREATIVA RELATOS CIENTÍFICOS BIBLIOTECA COLONIAL
LA CIENCIA FOTOGRÁFICA IZABELLA DOBRISAN Con apretar únicamente un botón de mi cámara, transformo las risas de los niños del pueblo en una instantánea repleta de nieve y alegría. Ellos montan en trineo, ríen, cantan... El día es frío, las nubes bajas, el frío resquebraja, y mi cámara solo se permite guardar una décima de segundo de su alegría. Pronto acabará el plazo para participar en un concurso de fotografía organizado en la clase. Solo espero tener tiempo mañana para revelarla en el laboratorio del instituto. El último día que revelamos fotografías dejamos el negativo demasiado tiempo en remojo en el líquido revelador, y en vez de salir la foto en blanco y negro, tomó color rojizo. Como siempre nos había dicho el maestro: -¿Cuánto tiempo les tomó a los grandes científicos de la Historia que vosotros podáis tomar una foto? Una verdadera fotografía es aquella tomada con paciencia y sabiduría, el verdadero fotógrafo es un verdadero científico. Este era su guión día a día; quería concienciarnos de la importancia que tenía cada ángulo, cada perspectiva, cada rayo de luz y cada movimiento en una fotografía. Entre sus discursos más repetidos, mencionaba a Mo-Ti, que no solo es un nombre muy gracioso, sino que fue un hombre chino que describió el proceso de la cámara oscura hace más de 2000 años, al igual que Aristóteles. Y Alhazen, un irakí con un nombre mucho más complicado en la realidad, usó la cámara oscura para sus observaciones astronómicas. También Da Vinci, Kepler, Bacon y Cardano contribuyeron en la invención de la cámara fotográfica con sus investigaciones y descubrimientos. Las primeras imágenes, obtenidas por Nièpce, se hicieron con una cámara fabricada por los hermanos Chevalier y requerían exposiciones de más de 8 horas a plena luz del día y Nièpce tuvo que usar grasa para zapatos por su contenido en hiposulfito de sodio para fijar la imagen sin perderla. Hacía falta atar a los retratados a una silla para que permanecieran totalmente quietos y no se cansaran durante la exposición. Daguerre continuó las investigaciones y consiguió acortar los tiempos de exposición, porque fijaba las imágenes en una hoja de cobre recubierta con
un pulido de plata y yodo. Daguerre había conseguido que las imágenes no se perdieran lavando la hoja de cobre con una solución de cloruro de plata. El daguerrotipo que él fabricó usaba vapores de mercurio, que al inspirarse llegaban al cerebro y lo afectaban a largo plazo, por lo que la esperanza de cordura de un fotógrafo era de 10 años o menos. Por eso, Fox Talbot presentó el calotipo, que tuvo más éxito por no usar mercurio, por sacar varias copias positivas de la misma negativa y por los 5 minutos máximos de exposición necesarios. Hace dos meses ya hicimos un proceso parecido al que hacía Talbot: tomamos un papel sensible a la luz gracias al nitrato de plata y al ácido gálico, y lo exponíamos a la luz, formando una imagen apenas visible. Tras esto, revelábamos el negativo y lo fijábamos con hiposulfito. Después, sacábamos del negativo el positivo por contacto durante 30 segundos sobre un papel también sensibilizado con nitrato de plata. Tenemos suerte de tener tantos compuestos químicos en el laboratorio, porque el resultado fue asombroso. ¡Y pensar que ahora las cámaras guardan las fotografías en su propia memoria! La humanidad estuvo tan asombrada por las cualidades de las cámaras fotográficas que la primera fotografía que se tomó en España fue en Barcelona, solo 20 años después de la realización de la primera instantánea. Tal fue la curiosidad y la necesidad de probar el nuevo invento, que 6 meses tras su creación, la cámara cruzó un océano entero hasta llegar a México. Incluso los estadounidenses construyeron la cámara de fotografiar más grande de la Historia en 1900, que pesaba 634 kilogramos Desde que Kodak comenzó a vender las cámaras fotográficas en el mercado con el eslogan “Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto” comenzaron a investigarse nuevas técnicas cada vez más modernas y cómodas para tomar instantáneas, hasta que en 1975, Stasson, un técnico de Kodak desarrolló la primera cámara digital, con una resolución de 0,1 megapíxeles y almacenaba las fotografías en su memoria interna. Y en cuanto llegue al instituto, yo solo tendré que proyectar el negativo de la imagen sobre el papel fotográfico durante un rato, y mojar el papel en el líquido revelador hasta que aparezca la imagen. Después, pondré el papel en el líquido fijador, para fijar la imagen y darle brillo, y lo pondré a secar. El día del concurso será genial. Seguro. -Mi foto también es de la nieve- dirá mi compañera. -Con lo que ha nevado estos días, sería una pena no aprovecharlo- le contestaré. -Todos habéis hecho un trabajo estupendo. Habéis sabido aprovechar los recursos que teníais. Nièpce, los Chevalier, Daguerre y Talbot estarían orgullosos de la ciencia que han dejado en vuestras manos- concluirá el profesor
TOMAS EDISON JAIME GÓMEZ OSTOS Hoy es un día aburrido para mí y mi fiel compañero, el que nunca se separa de mí y me ayuda en los momentos más difíciles; mi perro Guffy. Puesto que no tenemos nada que hacer, nos vamos a dedicar a investigar sobre ese objeto un tanto extraño del que oí hablar hace un tiempo, que según dicen los hombres del pueblo, produce un brillo un tanto asombroso que puede llegar a iluminar. ¿Cómo lo habrá hecho? Tras informarme un poco del tema, parece que ese objeto está formado por un filamento metálico de wolframio y una pila voltaica que el mismo Alessandro Volta fabricó. Al conectarlos se dice que producía un leve brillo que alumbraba, es bastante interesante, ¿a que sí, Guffy? Investigando aún más, llegaré a la parte práctica e intentaré hacer lo que hizo este tal señor Alessandro Volta. Voy a ir en busca de una pila similar a la que usó Alessandro y con los filamentos de cobre que tengo aquí en casa intentaré producir ese brillo que tan intrigado me tiene… Por fin he podido conseguir esta pila que andaba buscando, y por lo que puedo ver, es cierto lo que dicen, ¡produce brillo! ¿Cómo será esto posible? y, ¿por qué este brillo se produce durante tan poco tiempo? Según mis fuentes, un tal Humprhy Davy también consiguió hacer brillar a este objeto que tengo entre mis manos, y cierto es que el filamento solo duraba unos minutos sin romperse, similar a lo que me ocurre a mí. ¿Por qué se producirá este hecho? Pensemos pues… ¿Y si uso otro filamento de distinto material para poder afirmar que este mero hecho de destruirse es debido al material del filamento? Tras varios días probando distintos materiales, este “experimento” no da resultado. El filamento sigue durando apenas unos minutos sin romperse. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué material podría usar para evitar esta rápida
destrucción? Solo me queda una opción; Guffy, acompáñame, creo que puedo tener la solución. ¿Y si usamos este filamento de bambú carbonatado? Parece muy resistente, y no sé por qué pero intuyo que es muy diferente a todos los demás que hemos probado. ¡Así es Guffy! Lleva varios minutos y aún sigue produciendo este misterioso brillo, pero… ¿cuánto durará? sólo queda esperara a ver qué ocurre, es hora de irse a dormir, llevamos un día muy agotador, mañana veremos si este brillo continua aún, tú no toques nada. Pasados dos días, justamente antes de irme a la cama vi como ese filamento de bambú carbonatado llegaba a su fin. Me siento verdaderamente contento y satisfecho por haber podido mejorar este gran trabajo, pero aún no es suficiente. Su duración es de unas 48 horas aproximadamente, son relativamente poco tiempo de duración para este objeto al que llamaré bombilla. He trabajado duro en esto y tras mejorar algunas cosas puedo ver cómo pasan los días y ese filamento sigue brillando. Han pasado más de dos meses hasta que el filamento se ha destruido, unas 1500 horas aproximadamente. Me siento muy satisfecho de poder ayudar a la sociedad con este invento, que ya se suma a los muchos que he conseguido. Quiero agradecer a Alessandro Volta su gran capacidad de pensar en cómo hacer posible este fenómeno y gracias a él, poder mejorarlo aumentando su autosuficiencia, logrando pasar de apenas unos minutos a unos meses.
EL MAESTRO FLEMING MANUEL CARMONA
Ese día llegué tardé a la casa del maestro Fleming para recibir sus explicaciones diarias de medicina. Llamé a su puerta y me dio paso, al entrar, pude observar que estaba otra vez atareado en sus cosas de medicina, aquellas que yo nunca llegaba a entender a pesar de que el maestro me repetía una y mil veces mis dudas. Ya llevaba unos días encerrado en casa experimentando nuevas ideas que le venían a la cabeza, pero esta vez era diferente. Se le veía mucho más concentrado, tanto que tardó en percatarse de que yo estaba en la sala. Estaba mezclando unos compuestos que yo no había visto antes. -Disculpe por el retraso, profesor Fleming.- Le afirmé, pensativo tras haber observado aquel montón de sustancias verdosas y que desprendían extraños olores fuertes. -Hoy no podré enseñarte nada, hijo, estoy bastante liado con unos nuevos experimentos que estoy estudiando.- Me contestó. Ya esperaba que me contestara de esa manera, ya que llevaba desde pequeño escuchando al señor Fleming y lo conocía bastante bien. Conocía mucho aquella cara de concentración y, también malhumor, aparentando que algo le iba mal en sus mezclas. Me quedé algo más de tiempo en el laboratorio junto a él, simplemente observándole, ya que me parecía bastante interesante lo que el maestro hacía en aquel fregadero antiguo y de lata. Cada vez parecía más enfadado con su trabajo, por lo que decidí irme puesto que al maestro no le gustaba que no le saliesen bien sus proyectos, y tenía un comportamiento agresivo con las personas que estaban a su lado. Esa parecía una de esas veces, en las que algo le iba a salir mal.
Al día siguiente llegué puntual, de hecho, fue el día que más temprano llegué en los ocho años que llevaba junto al profesor. Al entrar al laboratorio, me di cuenta de que el maestro se había quedado dormido apoyado en el fregadero. De repente, se despertó y rápidamente se incorporó para darme mis clases. -Habrá que limpiar todo esto.- Me dijo. Observé que el líquido que el día anterior era verde, ahora brillaba con un raro color morado. -¿Has descubierto algo, profesor?- Le pregunté, curioso por saber qué podía haber salido de allí. -No, es un compuesto ya conocido, que hoy no vamos a estudiar, por cierto. Dicho esto, el profesor vertió el contenido de aquel recipiente por el desagüe y comenzó a limpiar sus instrumentos. Al poco rato, el profesor Alexander Fleming descubrió que aquel líquido que había vertido antes en el fregadero había reaccionado con el moho del mismo, habiendo descubierto, por accidente, una nueva sustancia medicinal. Esa fue la primera vez que el maestro me dejó ayudarle en sus experimentos, cogimos el material adecuado y lo limpiamos todo, aislando la muestra y guardándola bajo buen recaudo. A la mañana siguiente, unos amigos científicos del profesor vinieron a ver su trabajo, verificando que se trataba de una nueva medicina. Esta sustancia, iba a ser probada unos meses después en ratones y empezando a ser usada en seres humanos, con el nombre de Penicilina.
L´ALBA OSCURA SHEILA CALDERÓN El sonido de alguien revolviendo cosas me despertó. Aquella noche había sido muy larga para mi, pues mis sueños estuvieron inundados de horrorosas y escalofriantes pesadillas. En ellos, la muerte conseguía engañarme y llevarme consigo hacía el mundo de los muertos. -¡Buenos días señor Da Vinci!- mi joven aprendiz, me sacó de mi ensimismamiento. -Buenos días joven Melzi -respondí. Francesco había conseguido en muy poco tiempo, ganar mi confianza. Algo tenía ese muchacho de quince años, que lograba ganarse todo mi cariño y admiración. Cuando tomé conciencia de la hora que era, me alarmé. Debería haber estado en mi taller desde hacía una hora. -Francesco, ¿pero cómo no me despertaste antes?- le pregunté un tanto alterado. - No hubo forma, señor- me contestó en un tono más relajado que de costumbre, para intentar tranquilizarme, pero no pudo. Llevaba retrasándome dos días seguidos, y a causa de esto tenía mucho trabajo acumulado. Una vez preparado, los dos bajamos hacia el taller. Francesco se dispuso a organizar un poco la sala principal mientras yo, me enfrasqué en uno de mis nuevos proyectos, en el cual la idea de construir una máquina voladora me había quitado el sueño. Desconozco el tiempo que estuve en mi pequeño cuarto esbozando nuevos bocetos, lo único que sé, es que me molestó que mi aprendiz me interrumpiera por la constante insistencia de una joven muchacha que solicitaba verme inmediatamente. No tuve más remedio que salir de mi pequeño escondrijo y atender a aquella impertinente muchacha. Cuando la tuve enfrente, por un instante todo mi mal humor se disipó. Aquella chica era sumamente hermosa. Tenía ese tipo belleza tan peculiar de la cual uno no se olvida jamás. En ese
preciso momento, sentí un arduo deseo de retratarla y me la llevé hacia mi pequeño cuarto. Una vez allí, quité de una silla la torre de libros y papeles entremezclados y la hice sentar. Comencé a buscar mi carboncillo y un nuevo papel que no estuviera escrito. De repente cesé mi búsqueda, y recordé que aquella joven había roto irrespetuosamente mi concentración y además tenía la urgencia de verme para algo muy importante. Algo desganado, solté todo lo que había estado cogiendo sobre la mesa y me la quedé mirando. -Y bien joven chica, me va a decir quién es y qué quiere, ¿o es que ahora le ha comido la lengua el gato? De pronto, la chica cambió su expresión de seguridad, por otra llena de dudas. -Mi nombre es Agnese Gabella. Siento haberle interrumpido de esta forma tan grotesca, señor Da Vinci. Pero lo que tengo que confesarle es de gran importancia No obstante me temo que este no es un lugar lo suficientemente seguro como para que pueda contárselo -Me sorprendió el temor que desprendía su mirada. No daba mucho crédito a Agnese aunque mis deseos de retratarla continuaban. -Agnese, siento decirle que no creo lo que me dice. Sin embargo, accederé a verla si a cambio me permite retratarla -Agnese pareció satisfecha con mi propuesta. - De acuerdo. Nos reuniremos esta misma noche en la posada L’alba oscura. ¿La conoce? -Sí, en ella se hospedaba un viejo amigo mío. -Bien, pregunte por mí a la posadera, ella le dirá dónde estoy. Y no venga acompañado.-Se levantó de la silla y salió tan pronto como pudo por la puerta. Esa tarde solo pude concentrarme en qué técnica usar para plasmar su belleza en el papel. Una vez se hizo de noche, me dirigí hacia la posada L’alba oscura. Las calles estaban desiertas. Por suerte no se encontraba muy lejos del taller. Cuando entré en aquel lugar, un fuerte olor a masculinidad me sacudió. Me acerqué a la barra y pregunté a la mujer que había detrás de ella por Agnese. Con desdén me indicó que subiera hacia la planta superior. La estancia constaba de cuatro habitaciones, así que comencé a llamar a
Agnese en voz baja con el fin de que me oyera y saliera. Se abrió entonces la puerta que daba a mi derecha y supuse que era allí donde se encontraba. En la habitación había una ventana, una silla y una pequeña cama. Donde Agnese yacía recostada y totalmente desnuda, Tragué saliva y cerré la puerta tras de mi al entrar. Saqué de una pequeña bolsa que llevaba mi carboncillo y varias hojas de papel, y me senté frente a ella en la silla. -Creía que no iba a presentarse señor Da Vinci Se levantó de la cama y me ofreció una copa de vino, la cual acepté, para no parecer ingrato. Le di un pequeño sorbo. Aquel vino estaba delicioso, así que le di otro sorbo, esta vez más grande. Sentí pasear el maravilloso líquido por mi garganta mientras me deleitaba con las perfectas curvas de aquella exuberante dama. Le ordené que volviera a recostarse sobre la cama, de manera que quedase frente a mi, mirándome a los ojos. Me dispuse a trazar su silueta, comenzando por la cabeza y acabando por sus piernas y pies. Cuando empezaba a dibujar su rostro, sentí un leve mareo, que se me pasó al poco tiempo. Mientras seguía dibujando su cintura y caderas, sentí otro mareo, esta vez más fuerte, que hizo que se me resbalase el carboncillo de las manos. De pronto sentí un fuerte dolor en la cabeza que iba desplazándose hacia el resto de mi cuerpo. Estaba consciente y podía oír y ver todo lo que acontecía a mi alrededor, sin embrago había perdido la voluntad de movimiento. En ese momento lo comprendí todo, había sido envenenado por aquella hermosa joven. No comprendía cómo podía haber llegado a ser tan estúpido como para poder dejarme llevar por la simple apariencia de una mujer. -Vaya, vaya, vaya. El gran Leonardo Da Vinci ha sido engañado por una chica de tan solo veinte años. Me siento incluso orgullosa de haberlo conseguido. Si te soy sincera, sí tenía algo importante que decir, pero no podía con el cotilla de tu ayudante detrás de la puerta. Mi mensaje era anunciarte la muerte, la cual iba a causártela yo de la forma más lenta y dolorosa posible, padre. En efecto, Leonardo, te encuentras ante el producto de un romance sin futuro con tu antigua musa Edda. ¿Te acuerdas de ella, verdad? Estoy segura de que sí, según tú ella era la mujer más hermosa que habías conocido y con la cual querías pasar el resto de tu vida, antes de que se quedase embarazada de mi, claro. Cuando desapareciste y la dejaste sola, su familia la tuvo como una deshonra y la despojaron de todo, dejándola sola en la calle. Tuvo que vivir de la mendicidad y de la prostitución para poder mantenerme. Yo siempre había querido saber quién
era el causante de tan terrible situación en la que nos encontrábamos, sin embargo mi madre siempre lo mantuvo en secreto, hasta que una noche de abril cayó enferma de peste y en su lecho de muerte, me confesó que mi padre era el gran Leonardo Da Vinci. Desde entonces me juré a mi misma encontrarte y hacerte sufrir como tú le hiciste a mi madre. Mientras me estremecía de dolor la escuchaba hablar y me recriminaba a mi mismo una y mil veces el error de haberme acostado con aquella mujer para luego haberla abandonado y dejado a su suerte. Me dolía pensar en todo lo mal que lo había tenido que pasar esa pobre niña para hablar con tanto odio y rencor. -Parece que lo estás pasando mal, ¿no? Pues esto no es ni la mitad de lo que tú le hiciste pasar a mi madre. Te describiré lentamente cómo será tu muerte; Irás sintiendo un intenso dolor que comenzará a esparcirse por todo tu cuerpo, el cual se irá haciendo cada vez más fuerte a medida que pasa el tiempo, acto seguido, cuando creas que ya no puedes más empezarás a tener alucinaciones, las cuales sacarán tus mayores miedos afuera. Según me dijo la hechicera a la que le compré el veneno, tu corazón dejará de latir al amanecer. Siento no poder acompañarte en tan terribles momentos, padre. Pero ya sabes que tengo que huir, no quiero que la justicia me aprese. Ellos no lo comprenderían. ¡Hasta nunca! Creí oír un portazo, aunque no estoy seguro de ello. Ya no distingo lo real de lo imaginario. Lo único que deseo es que llegue mi muerte y acabar con tanto sufrimiento. Ahora solo consigo pensar en mi joven aprendiz, de quien no podré despedirme. Del daño en que le hice a Edda, madre de Agnese y a quien eché de mi pensamiento demasiado pronto. Solo puedo lamentar los proyectos que se quedarán a medio hacer, y aquellos que ni llegaré a realizar. Me arrepiento de haberme dejado llevar por mi deseo de pintar y por mi curiosidad. Sin hablar de lo absurdo que ha sido confíar en alguien simplemente por su belleza. Acabo de perder la visión, mi final se acerca. El dolor que siento es inhumano no sé si aguantaré mucho más sin desmayarme. Esta mañana soñé que la muerte me engañaba y me llevaba consigo, debería haberle hecho más caso a ese sueño, pues de haberlo hecho no me encontraría en esta situación. Mi dolor desaparece, y un gran sueño acaba venciéndome.