Elogio de la discreción

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Música

Luz Stella de Páramo se retira de la BLAA

Elogio de la discreción Durante años, los melómanos de Bogotá han podido ver en la

tes del mundo. Recuerda que al principio su agente de prensa ni siquiera contestaba los mensajes. sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango a los más Luego respondía con un displicente “Jordi no tiene planes de ir deslumbrantes intérpretes. Este privilegio ha sido posible por la a Suramérica”. Tardó siete años en convencerlo y al final accedió. labor de una gestora excepcional: Luz Stella de Páramo. El músico quedó tan feliz que desde entonces ha venido al país María Paula Laguna* Bogotá en dos ocasiones más. Sin embargo, Luz Stella no urante los 16 años que rante nueve años, si los músicos en la capital el 13 de noviemestuvo al frente de la llegaban a Bogotá a las cinco bre de 2000. El artista ya había se conformó con incluir únicasala, Luz Stella siempre de la mañana Luz Stella iba a estado en el 70, cuando apenas mente “figurones” en la prograse sentó en la última fila del re- esperarlos al aeropuerto. “Esta- despegaba su carrera. Luz Stella mación. Porque además de terca es visionaria. “Quienes hoy gocinto ovalado. Para la mayoría ba al tanto de todo. ¡Incluso se zan de gran prestigio alguna vez de los asistentes pasaba inadver- aseguraba de que no estuviera Varias personas del fueron jóvenes y si lo lograron tida. Procuró ser una observa- fundido ningún bombillo en el dora a la distancia y, hoy cuando auditorio!”. Es una trabajadora público lloraron. A ella fue porque hubo promotores que creyeron en ellos”. Con esa deja su cargo, se enorgullece de incansable y le molesta la tenla conmovió tanto que idea en mente siempre trató de haber mantenido un bajo perfil. dencia a personalizar las instiestar muy bien informada. De“Soy una persona muy tímida tuciones. “Se trata de un vicio si hiciera una lista de voraba publicaciones periódicas y tal vez por eso tengo una re- colombiano frente al cual me los mejores recitales especializadas y viajaba por lo sistencia casi que enfermiza a he rebelado siempre. Por ser la menos una vez al año a las salas figurar”. De allí que rara vez figura más visible me llevo los que ha visto, ese la de concierto de Europa en busaceptara una entrevista y que en aplausos pero yo sola no hubiera encabezaría. ca de nuevos talentos. los medios prácticamente no se podido. Tuve a mi lado persoFue así, por ejemplo, como conozca su cara. nas extraordinarias que hicieron descubrió al violonchelista hoLo que casi nadie sabe es que una labor disciplinada y silense empeñó en traerlo a Colombia landés Pieter Wispelwey. Vio su estaba pendiente de cada detalle. ciosa”, dice Luz Stella. Según cuenta Diana Restrepo, También reconoce que es por segunda vez, justo en el mo- nombre entre un listado de arla asistente que la acompañó du- obstinada. Si no lo fuera no ha- mento en que ya era calificado tistas de los Países Bajos y cuanbría conseguido que el violista como uno de los intérpretes de do escuchó sus grabaciones no catalán Jordi Savall se presentara música antigua más importan- dudó ni un segundo en traerlo. *Periodista de la revista Semana.

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Le parecieron alucinantes. En 2006, durante su segunda visita al país, tocó de memoria las seis suites para chelo de Bach y Luz Stella recuerda que varias personas del público lloraron. A ella la conmovió tanto que si la pusieran a hacer una lista de los diez recitales más maravillosos que haya escuchado en su vida, ese la encabezaría. Hoy día Wispelwey es un invitado frecuente de la sala y cada vez que lo llaman acepta con gusto porque creyeron en él cuando todavía nadie lo conocía. “La profesión de músico es sublime pero tiende a ser frivolizada. La gente suele pensar: ‘Usted tan de buenas; ganarse la vida tocando el piano’. Nadie se imagina cuán dura y despiadada resulta ser. Una pianista colombiana dice con tino que es lo más parecido que hay al toreo. Lo sé porque soy música frustrada”. Lo curioso es que su amor por ese arte no lo heredó de su familia, sencillamente fue una inclinación natural. “Tengo recuerdos tempranos de mi fascinación por la música. Suena a lugar común, pero siempre ocu-


GuStav arvidSSon

pó un lugar importante en mi vida”. Se presentó a sociología, pero tiempo después prefirió seguir su instinto y se cambió de carrera. A los 18 años ingresó al Conservatorio de la Universidad Nacional: toda una proeza, considerando que nunca había estudiado música formalmente. Hizo algunos cursos en Estados Unidos y al final descubrió que jamás sería una buena chelista. Fue entonces cuando entró a trabajar al centro de documentación musical del entonces Instituto Colombiano de Cultura. Allí pasó siete años hasta que le sugirieron postularse para el cargo de asistente de la sección de artes musicales de la Luis Ángel Arango. Presentó las pruebas y varios meses después le dieron el sí. A la Biblioteca llegó el 1º de octubre de 1992, fecha que recuerda con precisión porque aún hoy, 18 años después, le parece increíble. “No estaba entre mis planes. Fue como si alguien hubiera movido los hilos por allá no sé dónde”. En el 94, un año y medio después de haber ingresado, fue nombrada directora. En ese en-

tonces el auditorio tenía casi tres décadas de haber sido fundado y ya era considerado uno de los más prestigiosos de la ciudad. La misión de Luz Stella era mantener una programación de primer nivel, pero no se conformó con eso y se propuso fortalecer el componente pedagógico. Aunque no le gusta hablar de logros personales, acepta que durante el tiempo que estuvo como directora consiguió sacar adelante varios proyectos, entre los cuales destaca el convenio con la Schola Cantorum de Basiliensis para que artistas consagrados dicten cursos de música antigua de corta duración. También se consolidaron los talleres de interpretación de órgano y la Semana de la Guitarra, presente en otras ciudades. Sin olvidar además la comisión de obras a compositores nacionales, la publicación de siete discos con piezas inéditas de músicos colombianos y, recientemente, la producción Encuentro con el órgano. Y tal vez, lo más importante de todo, es que con el tiempo el auditorio le abrió sus puertas a otras expresiones. Ellie Anne Duque, musicóloga de la Universidad Nacional y miembro del comité asesor de la sala, dice de Luz Stella que “tiene un gran criterio y unos amplios intereses musicales. Durante su administración se exploraron varios espectros de la música de cámara y su labor fue siempre muy intensa”. De eso no cabe duda. Asistió al 90% de los recitales y muchas veces trabajaba los fines de semana. “Quien se sienta a disfrutar de un concierto no se imagina todo lo que hay detrás”. Ahora que se retira, a sus 58 años, confiesa sonriendo que nunca pensó que se fuera a alegrar tanto de estar a punto de poder disfrutar los descuentos que ofrece la sala para las personas de la tercera edad. |

Habla Jordi Savall “A Luz Stella de Páramo la recuerdo como una persona de gran sensibilidad. Destaco su capacidad para unir una gestión cultural de alto nivel con un trato amable con los artistas. Guardo un amor muy particular por Colombia desde que tuve la suerte de ir a Bogotá, hace cuarenta años. Como es un país que no está en nuestra ruta habitual, encontrar la ocasión para hacer este desvío no siempre es fácil. Pero cada vez que vamos nos sentimos muy bien acogidos y Stella siempre se aseguró de tener todo bien coordinado y de darnos una gran bienvenida. Le deseo de todo corazón que continúe desarrollando sus maravillosas capacidades musicales, porque tiene muchas cosas que enseñar”.

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