La biblioteca viviente

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“Si fueses un libro… ¿cuál serías?” Con esta consigna la dramaturga francesa, Fanny de Chaillé, realizó una convocatoria en Buenos Aires para participar de su reciente obra “La Bibliothèque”. Sin buscar actores profesionales, la propuesta invitaba a los voluntarios a narrar su propia historia. Se transformaban así, en un texto vivo que el espectador podía leer en primera persona durante la función.

La biblioteca viviente Txt: María Zinn Ph: Gentileza Fanny de Chaillé

La Biblioteca Antonio Devoto está más poblada que de costumbre. Afuera, como todos los sábados, la plazoleta Arenales está colmada de niños tomando helado y familias que van de paseo. Adentro, algo ha cambiado. Al ingresar recibimos un índice con títulos de libros del que se puede elegir uno. Luego, la bibliotecaria nos acompaña hasta una sala donde nos pide que esperemos. Cuando vuelve, en vez de un libro, trae consigo una persona que se sienta y comienza a relatar su historia. En silencio leemos la vida de esa persona a través de sus ojos, sus gestos y sus palabras. Cuando concluye la bibliotecaria la retira y nos pregunta si queremos leer otro libro, por supuesto que sí. Esta biblioteca viviente es el escenario de la obra de Fanny de Chaillé donde intérprete y espectador forman parte de la pieza. En el imaginario de la directora “las personas son como libros abiertos”, en los que todos somos autores de nuestra propia historia. La obra “La Bibliothèque” se originó hace tres años en La Cité Internationale de París y ya fue recreada en ocho ciudades de todo el mundo, incluyendo Paris, Nueva York y Berna. En octubre desembarcó en Buenos Aires, donde formó parte del FIBA (Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires). “Este proyecto se basa en la voluntad de ir al encuentro con el otro, y en la idea de que todos tenemos algo interesante para contar”, afirma la directora. Instalaciones, performances, trabajos coreográficos son parte del repertorio de obras que crea, dirige e interpreta esta multifacética artista. Fanny de Chaillé, quien estudió Estética e Historia del Arte en La Sorbona, combina en sus obras diversos elementos que hacen a su práctica interdisciplinaria. “No me gusta que me encasillen dentro de ningún arte”, asegura la directora e intérprete de estas experimentales piezas que combinan teatro, danza y música con filosofía y poesía.

¿Cómo surgió el proyecto de “La Bibliothèque”? Es un proyecto que empezó en el Teatro de la Ciudad Universitaria Internacional de París, donde hace unos años fui nombrada Artista Residente. El teatro está en el centro de un Campus Universitario, rodeado por casas de diferentes países, con estudiantes provenientes de todas partes del mundo. Es un complejo residencial basado en una idea utópica, originada en la posguerra, de que estudiantes de diferentes partes del mundo pudiesen convivir y dialogar para que no hubiera más guerras. ¿Los estudiantes participaron de la primera Bibliothèque? Cuando llegué como Artista Residente al teatro me di cuenta que los estudiantes del campus no iban nunca al teatro, sino que los espectadores venían del exterior pero no del campus mismo. Entonces me pregunté cómo hacer para entrar en contacto con esos estudiantes y me di cuenta que pasaban la mayor parte de su tiempo en la biblioteca. Si la montaña no viene a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña… Claro, mi forma de acercarme fue involucrarme en su ámbito. Entonces pasé un anuncio por las casas de los distintos países que decía: “¿Si fueses un libro, que título llevarías?” De esta forma invité a los mismos estudiantes a formar parte de la próxima obra de teatro que haría. Así formé la primera biblioteca viviente, en la que participaron alrededor de 30 estudiantes de todo el mundo. ¿Cómo es el proceso de construir el libro? Los hago hablar de sus vidas, de sus compromisos, de sus saberes. A partir de ahí construimos un relato con cada uno de ellos. Ellos no eran actores, pero eran los más aptos para contar su historia porque es su propia vida. Al no ser actores no hay aprendizaje de texto, sino un trabajo sobre la memoria. Los acompaño en el relato y juntos construimos una dramaturgia a partir de lo que me cuentan, pero yo no les impongo nada.

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¿Qué relatos aparecen? Hay todo tipo de relatos, me encuentro con personas maravillosas y todas tienen algo para contar: un estudiante iraní me contó sobre el conflicto político en su facultad; un poeta, sobre sus fuentes de inspiración y un físico, sobre la Materia Oscura y la Partícula de Higgs. Pero en el fondo me doy cuenta que las inquietudes y las preguntas que surgen de la gente en todos lados son las mismas; fue muy bello darme cuenta de eso. Ya hemos hecho ocho bibliotecas en distintas ciudades del mundo, hemos escrito alrededor de cien “libros” y darme cuenta de que en el fondo somos todos iguales, fue muy importante. ¿Recibiste alguna influencia del libro Farenheit 451 de Ray Bradbury? No leí el libro, aunque sí vi la película de François Truffaut. Creo que la idea me llamó mucho la atención pero la diferencia es que allí los personajes aprendían de memoria libros ya existentes; se los memorizaban para salvarlos del olvido porque el gobierno estaba incendiando bibliotecas enteras. Por el contrario, en mi obra lo que me interesa es fabricar relatos con la vida real de las personas. A pesar de ser coreógrafa, La Bibliothèque es una obra estática… Es una pieza estática hasta cierto punto. El movimiento está en la mirada de ese alguien que te mira a los ojos y te cuenta su historia; entre las dos personas que se encuentran y se miran, y las palabras que intercambian. Las personas son libros abiertos y el libro se lee en la mirada del otro. ¿Qué querías expresar con tu obra? Lo que quería probar con mi proyecto es que todo el mundo tiene algo interesante para decir, todos tenemos un saber o una historia que podemos compartir. No creo para nada en el virtuosismo, cuando voy a un espectáculo que denota el virtuosismo, eso me separa y no llego a entrar en el juego. Tengo mucho cuidado con eso, trato de no generar distancia con el espectador. ¿Buscás que el espectador participe activamente? En mis obras el espectador está constantemente trabajando. Por ejemplo, en la obra japonesa del Bunraku, el público es quien arma el collage entre el bailarín, el actor y el músico. No hay ilusión, todo está a la vista y el espectador es quien construye la imagen final. El espectador es parte del ciclo del espectáculo. Para mí eso es muy importante.

¿Estás planeando nuevos proyectos? Estoy trabajando en dos proyectos. Uno con el poeta Pierre Alferi, hijo del filósofo francés Jacques Derridá; y otro gran proyecto que se va a llamar “El grupo”. Voy a montar un texto del autor austríaco de principios de siglo, Hofmannsthal: “La carta de Lord Chandos y algunos poemas”, donde un niño explica por qué las palabras ya no tienen más valor para él. ¿Cómo vas a montar el texto? Para inspirarme leo y releo el texto cien veces para ver cómo transmitir la idea. Creo que voy a construir un grupo de rock, pero sin instrumentos; donde de todos modos se puedan reconocer las figuras de cada miembro del grupo. Me gustan las bandas de rock porque los instrumentos hablan entre sí para construir una música común; pero en mi obra no habrá instrumentos, solamente bailarines. Van a ser personajes muy diferentes y hay que ver cómo se ponen de acuerdo para hablar la lengua de Hofmannsthal. Quiero encontrar el sentido de las palabras a través de la sensibilidad de los actores. ¿La palabra tiene un papel preponderante en tus obras? Me interesa muchísimo la relación del hombre con la lengua. Me atrae lo físico de la lengua, busco encontrar sentido en lo físico y en el sonido. Me ha interesado mucho la poesía sonora. Hice varias obras que giraban en torno a piezas literarias. Por ejemplo, le hice un homenaje al escritor Georges Perec, Miembro del Oulipo, un grupo de escritores franceses que jugaban a deconstruir la lengua. ¿Cómo se llamó esa obra? “El Viaje de Invierno”, se basa en un libro de Georges Perec. Como me gustaba mucho este autor, le hice un homenaje reescribiendo uno de sus textos a partir del uso de sinónimos. Con eso armamos una performance donde se proyectaba el texto original de Perec en una pantalla y en simultáneo una voz leía la versión de sinónimos. Entonces el espectador leía un texto, pero oía otro que en el fondo quería decir lo mismo, eso podía entorpecer o enriquecer al texto original y la experiencia resultaba exultante. ¿Considerás que tus obras son más bien de teatro o de danza? Muchas veces me preguntan eso, pero no es una respuesta que pueda dar. Yo hago las piezas que hago y eso parece teatro para algunos y danza para otros. No quiero estar delimitada por formas preexistentes, yo fabrico mis propias formas y luego la gente en los festivales las enmarca dentro de cada disciplina.

+info_ www.fannydechaille.fr

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