FIESTAS DE GUATEMALA Mayo-Agosto
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11 EDITORIAL
44 JULIO
13 NÍA CHABELA Miguel Álvarez
48 DEVOCIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN María Elena Schlesinger
14 MAYO
52 SANTIAGO APÓSTOL Aníbal Chajón
17 LAS CELEBRACIONES DE LA CRUZ Jaime Moreno
56 AGOSTO
20 CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA MADRE 59 Una mirada a nuestras tradiciones EN GUATEMALA religiosas bajo las advocaciones de dos Bibi Rubio santos dominicos de gran devoción en Guatemala: SANTA ROSA DE LIMA Y 25 DÍA DE PENTECOSTÉS SANTO DOMINGO DE GUZMÁN Rodrigo Fernández Ordóñez Mauro Roberto López Aquino
32 EL CORPUS CHRISTI A LO LARGO DE LOS AÑOS Jaime Moreno
64 FERIA DE JOCOTENANGO Luisa González-Reiche 70 PRECISANDO A JULIO ZADIK
Estuardo Porras
36 DÍA DE SAN ANTONIO DE PADUA Aníbal Chajón
78 ACTIVIDADES DE FUNDACIÓN G&T CONTINENTAL
39 DÍA DEL MAESTRO Luisa González-Reiche
84 TRADUCCIÓN
42 EL DÍA DEL EJÉRCITO Lorena Castellanos
José Manuel Mayorga, 2012
29 JUNIO Confitería moderna en la Feria de Jocotenango
#50
EDITORIAL GALERÍA GUATEMALA Junta Directiva Estuardo Cuestas Morales Mario Estuardo Montes Granai Carlos Díaz-Durán O. Carlos Enrique Zea Flores Federico Linares Martínez Ernesto Townson Mario Granai Fernández Carlos Granados Moreno Mariasara Aguirre María Olga Granai de Zoller Dirección Ejecutiva Mariflor Solís Subdirección Ejecutiva Roberto Broll Edición Beatriz Quevedo Asistente Mónica Chávez de Palma Producción Anita García Ortiz Diseño Ximena Chapero Gestión Andrea Barrios de Correa Iracema Guzmán Distribución Tienda El Chayal, Artemis Edinter, Village Books, Sophos, Culinaria, de Museo, Casa de Artes, Metáfora, Joyería Del Ángel. Óscar García Elvin Martínez Traducción Alcira García-Vassaux Ana Herrerías Impresión Print Studio
© Editorial Galería Guatemala Año 17, Número 50 Guatemala 2015 Fundación G&T Continental 5a. avenida 12-38 zona 1. Centro Histórico Ciudad de Guatemala 01001 Teléfonos: 2230-5072, 2230-5076 y 2230-5078 adireccion@fundaciongytcontinental.org www.fundaciongytcontinental.org Fundación G&T Continental y su Editorial Galería Guatemala no asumen responsabilidad alguna por el contenido de los artículos aquí publicados. La información contenida en cada uno de los artículos es responsabilidad expresa del autor. Los fondos que se recauden con las donaciones recibidas por esta publicación están destinados al apoyo brindado por Fundación G&T Continental a la conservación del patrimonio cultural de Guatemala y a las actividades que con esta finalidad promueve y copatrocina.
Julio Zadik, Colección Estate Julio Zadik
En portada: Dulces de feria Fotografía: Rolando Urrutia
EDITORIAL
Para Fundación G&T Continental es grato continuar con este pequeño homenaje a la Nía Chabela, personaje ficticio presente en las narraciones del cronista Miguel Álvarez a quien ya habíamos rendido tributo en una edición anterior. En la presente, seguimos el calendario festivo de Guatemala de la mano de esta pintoresca figura femenina que representa las más sobresalientes características de las damas de antaño. Su sensible mirada sobre los acontecimientos festivos aquí presentes está llena de gracia y devoción. Este recorrido tradicional no solo nos acerca a la historia y al por qué de las celebraciones civiles y religiosas, también nos lleva de paseo por los lugares más representativos de la ciudad de Guatemala como la Catedral Metropolitana, la Plaza Mayor, el templo de El Calvario y el Cerrito del Carmen, entre otros. Este festejo al patrimonio se conmemora en una de las tradiciones que atestigua la Nía Chabela, la Feria de Jocotenango alrededor del 15 de agosto, Día de la Virgen de la Asunción, patrona de todos los citadinos. Y aunque era en la ciudad en la que se desenvolvía, cabe resaltar que también conocía y añoraba las fiestas de varios pueblos cercanos, como Amatitlán. El lector volverá a acercarse entonces, a la manera en la que los guatemaltecos celebrábamos, y continuamos celebrando, los días más significativos en los meses de mayo a agosto. Algunas de las tradiciones que se conocerán a través de los ojos de la Nía Chabe son: el Día de la Cruz, de Pentecostés y de la Madre en el mes de mayo; el Día de San Antonio de Padua, de Corpus Christi, del Ejército y del Maestro durante junio; el Día del Carmen y de Santiago en julio; y el Día de Santo Domingo, de Santa Rosa de Lima y la Feria de Jocotenango en Agosto. Los autores de los artículos que complementan el recorrido de la Nía Chabe dan el respaldo académico e histórico a sus vivencias. Esta edición se ve enriquecida por los aportes de Lorena Castellanos, Aníbal Chajón, Rodrigo Fernández, Luisa González-Reiche, Mauro López, Jaime Moreno, Estuardo Porras, Bibi Rubio y María Elena Schlesinger. Agradecemos a todos su valiosa participación.
Lanchas del Lago de Amatitlán
Estuardo Cuestas Morales Presidente
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La Nía Chabela Miguel Álvarez
La Nía Chabe continúa sus andanzas, disfrutando de las fiestas y tradiciones que la llevan por toda la ciudad. Y el lector continuará conociendo las festividades de Guatemala de la mano de Isabel, quien pudo ser como cualquiera de esas mujeres maduradas bajo el sol de la Nueva Guatemala de la Asunción. Chabela era decimonónica, formada con el catecismo y las normas de la casa que la había recogido desde niña. Se vio dentro de una casa de gentes de comunión diaria, de aquellos que les asustaba cualquier novedad. A pesar de cierta gracia, propia de las mujeres mestizas, no tuvo novio, aunque el sacristán de la iglesia hacía que se le fuera el pájaro, como le repetían algunas veces. La Nía Chabe salía a la calle con su enorme manto negro con el que cubría sus recuerdos. Caminaba por las calles empedradas de aquella ciudad de cúpulas y torres, templos y conventos, de tejas, balcones, patios con fuentes y flores. De esa Nueva Guatemala de la Asunción que la vio nacer allá por los tiempos de Tata Lapo, y no es cuento, eran aquellos andares de los conservadores, como Rafael Carrera, más o menos en el año del Señor de 1855, eso calculaban los señores que la recogieron en el barrio de San Sebastián. Llegó niña y en esa casona fue preparada en la doctrina, hizo su Primera Comunión en la parroquia de su barrio, vio tantas cosas, llegó a la plenitud y a la vejez. En cada momento de su vida, siempre puso a Dios primero con principios inculcados de fe y moral cristiana. Los años pasaron, nunca salió más allá del Guarda Viejo, su ilusión fue conocer la Antigua Guatemala. Cada diligencia que pasaba la inducía a subirse e ir a las ruinas. Disfrutaba mucho de la ciudad y de sus iglesias, a las que acudía especialmente cuando había fiestas; no se perdía procesión o rezado, los corpus y sus pepianes, los paseos como el Amate o el de Los Naranjalitos. A decir verdad, la Nía Chabela gozaba como nadie del año ritual novoguatemalense, entre nacimientos y procesiones, novenas y ceremonias, colores, olores y sabores. Llegó al siglo XX, tan esperado, pero murió algunos años después de los terremotos de 1917 y 1918, cuando sufrió tanto, no por el susto y las tembloreras, sino por ver en el suelo la elegancia de cúpulas y torres. La Pata de Chucho se fue confesada, como quería, pidiéndole a San José que la acompañara en aquel paso tremendo, del que no hay escape.
Rita Villanueva
Aquellas andanzas de la Nía Chabe dejaron huella en los empedrados desgastados por pasos de penitencia, cubiertos ahora por el asfalto, pero ahí están... junto a las huellas de cascos y ruedas de carretones. Su manto se perdió en la noche que cubre la Ciudad.
Velas devocionales
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La Nía Chabe y los azacuanes San José es el patrón de los carpinteros, San Lorenzo lo es de los cocineros, San Bartolomé de los curtidores de cuero, y así existe un sinfín de patrones de gremios. Ésta era una preocupación de la Nía Chabe, pues veía en los anteriores una asociación por oficio. -Pero la Cruz es la patrona de los albañiles-, decía, -¿por qué será? Estaba tan contenta de haber pasado por una casa en construcción cerca del Callejón de La Soledad, en la que había visto una cruz adornada con muchos papeles de china de varios colores, con gallardetes y velas, flores e incienso. Y así había altares hechos por los albañiles el 3 de mayo, su día en toda obra. La tristeza de la Nía Chabe era no poder ir a Amatitlán a celebrar el Niño de Atocha como le decía al infante de Amatitlán. Escuchaba pitar el tren, ah, que nostalgia, en dos horas estaría en la procesión del lago, pero había muchas ocupaciones. Tenía la esperanza de que algún día iría y entonces compraría colaciones y mazapanes de aquella población del lago.
Nagib /Shutterstock.com
La Nía Chabe cuidaba un hermoso patio rodeado de columnas de madera sobre bases de piedra, bajo el nivel de los corredores, cubierto de lajas y con una fuente en el centro. Tenía macetas y arriates de donde brotaba un mundo verde: flores de muchos colores, plumbagos, rosas Carlota, azaleas, geranios y tanta flor con que el Señor ha dotado la eterna primavera de Guatemala, mariposas y colibrís. Ella gozaba también del arrullo del agua de la fuente. Con un guacal regaba poco a poco las plantas, las pasaba saludando y les hablaba, quitaba las hojas secas y las echaba entre la tierra para que sirvieran de abono. Los geranios grandes los cortaba y volvía a sembrar, pues presumía de buena mano; no dejaba que la Lola lo hiciera, pues muy convincente exclamaba que ella tenía la mano caliente o sea que se perdería la siembra.
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MAYO
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Ya era el quinto mes del año y desde el 16 de abril, fecha señalada por la tradición, esperaba el paso de los azacuanes, que desde el norte venían con el agua pluvial. La Nía Chabe los deseaba como agua de mayo, debido a que le gustaba la lluvia, sobre todo por los beneficios para la agricultura y la vida. Mientras regaba los rosales, tiró agua sobre uno de los muchachos a la vez que gritaba con mucha emoción: -¡Allí vienen los azacuanes, ya viene el invierno! Con asombro vieron pasar la multitud de aves, tan esperados como el agua misma. Con el paso de los azacuanes y la inminente llegada del invierno, habría de dar gracias al Señor y sobre todo pedirle la abundancia de las aguas y del producto de la tierra. Que la milpa milenaria y el frijol no falten sobre la mesa. Ya con la seguridad de la proximidad de la estación lluviosa, la Nía Chabe se preparaba para la siguiente actividad religiosa, ligada con la lluvia y las buenas cosechas, establecida por el Ayuntamiento de Guatemala desde mediados del siglo XVII: la rogativa de la lluvia con la imagen de Nuestra Señora del Socorro, que desde los años iniciales de la vida de la ciudad de Santiago de Guatemala ha tenido su capilla en la Catedral. Un novenario anterior al segundo domingo de mayo se verificaba en la Catedral Metropolitana, las nueve tardes asistía la piadosa Chabe. En el altar mayor se encontraba en alto trono la imagen de Nuestra Señora del Socorro, la cual había sido trasladada desde su capilla. Lucía un vestido y manto bordados. Lo más curioso de sus adornos era la lagartija de brillantes y esmeraldas que se prendía del manto, misma que evocaba leyendas y crónicas como la del intento de robo del artístico animalito en 1660, y la moraleja del ladrón que quedó atrapado por la lagartija al querer robársela cuando se metió subrepticiamente a la capilla de la Virgen en altas horas de la noche. Fue sorprendido al día siguiente por el capellán y liberado de su inverosímil captor. Durante la tarde del segundo domingo de mayo, las campanas de la Catedral doblaban; por la tarde se organizaba la histórica rogativa de la lluvia, la cual era presidida por el Cabildo Eclesiástico, el Arzobispo, el clero secular y regular y el Seminario de Nuestra Señora de la Asunción que entonaba salmos y letanías, se usaba el ornamento morado, símbolo de la penitencia. En andas de plata y bajo palio, iba la imagen de Nuestra Señora del Socorro, un silencio sepulcral, únicamente roto por el redoblante y el tambor, dominaba el ambiente. Los coros estremecían lo más profundo del alma. El cortejo buscaba una iglesia y cuando regresaba, se rezaban las vísperas. Retornaba a la Catedral mientras se escuchaban retumbos y se sentían los reflejos de los relámpagos. Al colocarse las andas en el altar mayor, se entonaba la Salve, la Nía Chabe salía corriendo, pues los efectos de la rogativa se empezaban a sentir.
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LAS CELEBRACIONES
DE LA CRUZ Jaime Moreno
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Fundación G&T Continental
na de las celebraciones más profundamente arraigadas en la sociedad guatemalteca es el 3 de mayo, fiesta de la Cruz. Aunque no con la presencia en el imaginario colectivo que tienen otras festividades como la Semana Santa, el mes del Rosario y la fiesta de La Asunción, el Día de la Cruz se ha constituido como una fuerte tradición popular dentro del calendario conmemorativo de la ciudad y sus alrededores. Para este día, el sistema de rituales sociales manda que en las construcciones activas, por ser también día del albañil o de la construcción, se elabore una cruz y sea colocada en un lugar visible del sitio de trabajo. Las cruces, que adquieren una dimensión festiva y se resignifican como forma de apropiación por parte del gremio constructor, están elaboradas con colores joviales y materiales desechables como el papel de china, colocado en forma de pequeñas tiras. Además, se les coloca en un altar que está conformado por distintas ofrendas, como veladoras y frutas, y durante el día se queman cohetes y se ingiere licor como símbolo de festejo. Los orígenes de la conmemoración de la Santa Cruz se remontan a los inicios mismos de la expansión del cristianismo, en la época de Constantino. Según la tradición, el emperador se encontraba en dificultades para derrotar una avanzada bárbara en el Danubio y, en medio de la desesperación, observó en el cielo la aparición de una cruz brillante junto con el mensaje “con este signo vencerás”. Constantino puso una cruz delante de su ejército y efectivamente consiguió la victoria. Esto lo motivó a convertirse a la nueva religión y, después de ser bautizado por el Papa Eusebio, envió a Santa Elena, su madre, en busca de los restos originales del sagrado artefacto. Ella viajó a Jerusalén y, luego de varias excavaciones, encontró el preciado objeto un 3 de mayo. Aunque actualmente la Iglesia celebra a la Cruz el 14 de septiembre, en la tradición popular sigue recordándosele en la primera fecha. Además, como en el descubrimiento intervinieron distintas cuadrillas de trabajadores y el hallazgo implicó excavar en estratos constructivos de siglos pasados, la cruz se convirtió con el tiempo en objeto de referencia tanto para albañiles como para arqueólogos, siendo el 3 de mayo el día oficial de ambas profesiones en distintos países. Altar de la Cruz en obra de construcción
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En cuanto a la tradición de colocar cruces adornadas para este día, la práctica parece provenir desde las lejanas tierras de Andalucía, España. Es en la ciudad andaluza de Sevilla donde se acostumbra, desde hace varios siglos, fabricar y adornar cruces con flores durante el mes de mayo, además de una serie de rituales y bailes en torno a este objeto sagrado para la cristiandad. Fue durante la Colonia y gracias a los lugares de procedencia de quienes participaron en la Conquista, que esta práctica llegó al continente americano. En ese sentido, la celebración de la Cruz es hoy uno de los rituales más difundidos por Latinoamérica y una de las festividades de características más homogéneas en toda la región, no solo en los centros urbanos sino también en las zonas rurales, en donde la elaboración de cruces se realiza con materiales locales.
Bibi Rubio
En Guatemala, la tradición parece reforzarse por la existencia de reliquias de la Santa Cruz. Conocidos como lignum crucis, estos objetos consisten en fragmentos aceptados como originales de la Cruz de Cristo que son colocados en opulentos relicarios de oro, plata y piedras preciosas. Según las fuentes eclesiásticas, en el país existieron tres: uno en la Catedral Metropolitana, otro en La Parroquia (con soporte de madera) y uno más en San Francisco (con soporte de plata). En la actualidad solo se preservan los últimos dos y en mal estado de conservación.
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LA FERIA DE LA CRUZ EN AMATITLÁN El 3 de mayo también es motivo de celebración en las áreas aledañas a la ciudad. Destaca en especial la Feria de la Cruz que se realiza en Amatitlán (municipio del departamento de Guatemala que se ubica a 28 kilómetros al sur de la urbe). En esta localidad, donde se realiza la celebración al “Niño de Amatitlán”, existe una imagen del siglo XVII que según diversos investigadores responde a la advocación del Niño de la Vera Cruz, por sostener una cruz en su mano. Al parecer, la tradición de celebrar este día en la región inició con el traslado de la imagen desde Pampichí (el asentamiento colonial original en la zona) hacia San Juan Amatitlán (ubicación actual) en 1689. El elemento principal de la conmemoración es la procesión acuática que recorre las aguas del lago de Amatitlán para llevar una réplica de la imagen original, a la que denominan “el Zarquito” por el color claro de sus ojos. La costumbre de este singular recorrido procesional se remonta a aproximadamente 70 años, en la década de los cuarenta. Desde entonces, es el referente de las festividades locales por el Día de la Cruz. La procesión sale de la iglesia en un anda de madera en horas de la mañana y recorre las principales calles de la ciudad, hasta
Procesión acuática del Niño en el Lago de Amatitlán
llegar a la playa comercial del lago. Es en este punto donde la imagen de “el Zarquito” se traslada a una barca, adornada con flores, e inicia su recorrido por las distintas costas del lago. La acompañan gran cantidad de embarcaciones, las cuales llevan fuegos artificiales y bandas musicales, mientras avanza por la costa y es recibida con cohetes a su paso por las distintas propiedades que colindan con el cuerpo lacustre. Es así como llega hasta el lugar conocido como “la silla del Niño”, una formación rocosa en la que se encuentra una cruz. La imagen es colocada en este lugar y es así como desde la playa llegan decenas de pequeñas embarcaciones a venerarla y entregarle ofrendas. Entrada la noche, el Niño es retirado del sitio y llevado nuevamente en lancha hasta la orilla, donde regresa al anda y enfila el recorrido de regreso a la iglesia.
LAS TRADICIONES DEL DÍA DE LA CRUZ EN GUATEMALA SON DIVERSAS Y RICAS EN LEGADOS INTANGIBLES. Las conmemoraciones relacionadas con el Niño de Amatitlán repercuten también en la economía de la región. La feria titular de la localidad, que se realiza en estas fechas, se ha convertido paulatinamente en una oportunidad inigualable de comercio para la zona. En la actualidad, los productos que pueden encontrarse en las distintas ventas provienen de todo el país y la actividad se extiende hasta por dos semanas. Esto debido no solo a la gran cantidad de comerciantes que acuden a ofrecer sus productos, sino también a los cientos de peregrinos de todas las regiones nacionales que se dan cita en la ciudad con motivo de esta celebración. En conclusión, las tradiciones del Día de la Cruz en Guatemala son diversas y ricas en legados intangibles. Desde la colocación de cruces en las construcciones hasta la procesión acuática de Amatitlán, el legado asociado con esta festividad conecta a la sociedad actual con su pasado colonial y con las bases mismas del sistema social y religioso que contribuyó a moldear la identidad actual de los guatemaltecos.
Bibi Rubio
La Silla del Niño
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CELEBRACIÓN DEL
DÍA DE LA MADRE EN GUATEMALA Bibi Rubio
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a referencia al principio de la vida es una constante en el pensamiento. Buscar nuestro origen ha sido una pieza clave en el desarrollo de las civilizaciones. La relación de una madre con sus crías es estrecha, generalmente, entre todos los animales; fácilmente vienen a nuestra mente las imágenes de un ave llevando comida a sus pichones, una enorme ballena guiando a su cría por los mares, y una osa cuidando a sus cachorros. El ser humano ha buscado y rendido homenaje a su origen desde tiempos inmemorables. La fascinación por el origen de la vida desde el vientre de una mujer ha sido objeto del arte en todos los tiempos. La literatura ha tenido la maternidad como un punto importante en el cual basar sus escritos, y se han hecho incontables partituras en su honor. Sabemos que el culto a la madre existió en las generaciones arcaicas en forma de pequeñas figurillas de vientre abultado. Los helenos honraban a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades, que pueden identificarse como cielo, mar e inframundo, un tema generalizado en varias culturas de esa época. A través de los mares, en Mesoamérica, estos tres puntos son vitales para la cosmogonía. En Sudamérica existe la Pachamama, una figura femenina que simboliza la creación, el renacer y la fertilidad de la naturaleza. Los romanos siguieron con la tradición griega y crearon una fiesta o celebración especial para la diosa Cibeles, llamada Magna Mater. Con el cambio a la religión católica, se instaló la veneración hacia la Madre de Dios, en todas sus advocaciones y sus diferentes fechas de conmemoración.
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Madre cargando a su hijo con un perraje
Rolando Urrutia
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DECRETO NÚMERO 1794 El Congreso de la República de Guatemala, CONSIDERANDO: Que la madre es el fundamento de la familia y que de ella parten los principios morales y las normas espirituales que rigen en todos los pueblos civilizados; CONSIDERANDO: Que es deber del estado distinguir la maternidad dedicando un día del año a su exaltación en toda la República, con el objeto de fortalecer en la conciencia de los guatemaltecos su alta significancia espiritual, como fuente de perpetua inspiración. POR TANTO, En el uso de las facultades que le confiere el inciso 1o. del artículo 170 de la Constitución se DECRETA: Artículo 1o. Se declara Día de la Madre el diez de mayo de cada año. Artículo 2o. Las madres trabajadoras al servicio del Estado o de empresas particulares, gozarán de asueto con pago de salario el diez de mayo. Artículo 3o. El presente decreto entrará en vigor el día de su publicación en el Diario Oficial. Pase al Organismo Ejecutivo para su publicación y cumplimiento. Dado en el Palacio del Organismo Legislativo en la ciudad de Guatemala, el día primero de octubre de mil novecientos sesenta y ocho. ANTONIO MORALES BAÑO, Primer Secretario EMILIO ÁVILA TORRES, Vicepresidente en ejercicio de la Presidencia Palacio Nacional: Guatemala, cinco de octubre de mil novecientos sesenta y ocho. Publíquese y cúmplase. JULIO CESAR MÉNDEZ MONTENEGRO, Presidente HÉCTOR MANSILIA PINTO, Ministro de Gobernación JOSÉ LUIS DE LA ROCA SANTA CRUZ, Ministro de Trabajo y Previsión Social
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EN GUATEMALA, ESTA CELEBRACIÓN EMPEZÓ A SER MENCIONADA EN EL SIGLO XX, DESDE EL AÑO 35. Desde la tradición popular europea podemos iniciar la historia de la celebración de un día dedicado a la madre real, física y particular de cada hombre. Se sabe que en Inglaterra en el siglo XVII, un domingo al año se dedicaba a las madres; los niños iban a misa, probablemente se cocinaba algo especial, y las mamás que trabajaban en otras casas tenían ese domingo libre para pasarlo con sus familias. En las últimas décadas del siglo XIX, la mujer comenzó a tener más protagonismo en la sociedad. Esto se unió al afán femenino por trabajar fuera de su casa y tener el derecho al voto. Fue por esa época que la poeta y revolucionaria Julia Ward Howe escribió la Proclama del día de la Madre. En 1873, varias ciudades de Estados Unidos celebraron un día dedicado a las madres. Con celebraciones más o menos referidas a las madres, se llega al año 1907, cuando Ana Jarvis quiso conmemorar el segundo aniversario de la muerte de su madre, y organizó algo similar un 12 de mayo. Fue así como el segundo domingo de mayo quedó designado para esta celebración. En 1914, fue declarado día oficial de celebración a las madres por el presidente Wilson. La fecha coincide con las fiestas de primavera, el fin de los Idus de Marzo tan temibles en la antigua Roma, y la celebración del Mes de la Virgen para la iglesia Católica. El tener un día en el mes de mayo dedicado a las madres de todos los habitantes del mundo occidental fue poco a poco adoptado por las naciones del mundo, aunque varios países lo celebran en fechas más acordes a sus propias tradiciones. En Guatemala, esta celebración empezó a ser mencionada en el siglo XX, desde el año 35, por la Asociación de Muchachas Guías. Ellas fueron las primeras en darle a este día un valor especial, pues llevaban regalos a las madres guatemaltecas que estaban en cárceles, hospitales y asilos. Este movimiento altruista hizo eco en muchos columnistas de la época, y se menciona que hubo gran difusión de esta celebración en el desaparecido diario El Imparcial. De este medio de comunicación surgió también la presión para que se celebrara de manera formal y oficial el Día de la Madre en nuestro país.
Según cuentan los que en los años 30 eran niños, en los colegios no había celebraciones especiales, pero sí existía la idea de celebrar el Mes de la Virgen, y en alguno de sus días agasajar de forma sencilla a las mamás. Se ha de recordar que en esos años llegó la depresión económica al país. Ya en los años 40, en los colegios, fueran éstos religiosos o no, se recordaba a los alumnos que era el Día de la Madre, y ellos hacían una tarjeta coloreada, galletas, e inclusive el regalo era ayudar con las tareas de la casa. En los años 50, el Día de la Madre ya era conocido en Guatemala como un momento para recordar a las mamás el cariño y el respeto de sus hijos. Se había tomado la fecha del 10 de mayo para celebrarlo. En los colegios y escuelas se hacían tarjetas o una manualidad sencilla como tarea especial para ese día, y algunos establecimientos privados religiosos celebraban una misa. A principios de los 60, esta celebración ya era un día especial, y las manualidades habían subido a la categoría de regalo para las madres. Igualmente, los comercios vendían tarjetas impresas para regalar ese día y las pocas pastelerías que había en la ciudad ofrecían algo especial en esa fecha. En la segunda mitad de esa década, ya estaba de moda hacer una pequeña reunión de mamás en los centros educativos, con niños que cantaban y bailaban con todo lo que sus posibilidades y corazón les permitían. Hacer el regalo para las madres ya era importante dentro de la clase de artes manuales, con lo complicado que era a sus cortas edades hacer esos trabajos: tapetes con cruceta, paneras bordadas, manteles con guardas, chales tejidos, y cualquier cosa que pusiera a prueba la imaginación de las maestras y la habilidad de los alumnos. No fue sino hasta el gobierno del presidente Méndez Montenegro que se instituyó en 1968, el 10 de mayo como celebración del Día de la Madre y se concedió día de asueto laboral a las madres trabajadoras. A partir de esa fecha, las madres trabajadoras tienen el día libre para asistir a actos organizados especialmente para ellas. Los
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Sergio Arzú
Magda Eunice Sánchez Sín título, s/f
EN 1968 SE INSTITUYÓ EL 10 DE MAYO COMO CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA MADRE.
regalos hechos a mano han pasado de moda y el comercio ha invadido de gran manera el sentido original de la celebración. En Guatemala, ahora se empiezan a repasar las coreografías de los actos meses antes, con ensayos exhaustivos y nervios el 10 de mayo. Es importante comprar ramos de flores, tan exóticas y diferentes como el presupuesto lo permita. Los regalos se han vuelto algo de suma necesidad y poco a poco se ha cambiado la dedicación de manufactura por elección de compra. No hay familia en los centros urbanos que no trate de encontrar una mesa en los restaurantes atiborrados de comensales, ni hogar sin una celebración para las mamás de la casa. En resumen, la tradición y el motivo inicial de esta celebración se han ido convirtiendo en una celebración de tipo festivo y comercial. El afán de honrar el origen de la vida se ha disfrazado como un paquete con grandes moñas y una demostración del nivel económico de cada familia. Pero aún se mantiene lo más importante: celebrar a las mamás, de la mejor forma posible.
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DÍA DE
PENTECOSTÉS Rodrigo Fernández Ordóñez
SE CELEBRABA 50 DÍAS DESPUÉS DE LA PASCUA DEL CORDERO.
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a fiesta de Pentecostés es como muchas más del cristianismo, una superposición de la fiesta original, modificada en su significado pero con cierta intención de continuidad con respecto a la anterior, de forma que el fiel la adoptara con mayor facilidad. Así, Pentecostés es de origen judío, celebrándose la entrega de la Ley de Dios al pueblo elegido en el Monte Sinaí. Tenía también otro significado: agradecer las cosechas una vez terminada la Pascua. Se celebraba 50 días después de la pascua del cordero, de allí su nombre, pues Pentecostés deriva del griego penteskoste (quincuagésimo). Se cuenta en el libro de los Hechos de los Apóstoles que una mañana, cincuenta días después de la resurrección de Jesucristo, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego. Éste es el momento más importante del cristianismo, pues los discípulos reciben la unción del Espíritu Santo y emprenden su misión evangelizadora, llevando el mensaje de Cristo a todos los rincones de la tierra. Ese día, los discípulos se revelan como testigos de la “buena nueva”, la resurrección de Cristo, grabando en sus corazones por lo tanto una ley nueva, un nuevo pacto. En el mundo católico, Pentecostés se celebra al término de las siete semanas pascuales, fluctuando por lo tanto, entre el 10 de mayo y el 13 de junio, y es el momento en que se revela el misterio de la Santísima Trinidad. A partir de entonces, el fuego adquiere un significado doctrinario, simbolizando el poder transformador del Espíritu Santo, mientras que el agua, por ejemplo, significa el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo.
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El Tesoro de la Catedral Metropolitana, Arte e Historia. Ana MarĂa Urruela de Quezada
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En el caso de Guatemala también fue necesario adaptar las festividades religiosas de tal forma que resultaran fáciles de aceptar por la población indígena, cuya cosmovisión estaba mucho más cerca de los acontecimientos inmediatos a su medio físico y muy lejos de los complicados postulados doctrinarios de la nueva fe. Así, la difícil tarea que hubieron de enfrentar los misioneros fue la de presentar en forma atractiva la nueva religión, de tal forma que los indígenas renunciaran a sus cultos tradicionales. Sin embargo, la reacción fue más bien distinta a la esperada, produciéndose un interesante sincretismo religioso más evidente en el altiplano occidental en donde había mayor concentración indígena, en el que se evidencian elementos autóctonos mezclados con las nuevas enseñanzas. No es de extrañar entonces que a los ojos de los extranjeros la misión evangelizadora fuera calificada como un fracaso, como lo hizo el viajero alemán Karl von Sherzer, en 1864:
…es sorprendente ver que pobre influencia ha tenido la Iglesia católica, predominante desde hace tres siglos, en los corazones y convicciones de los indios, a pesar de la magia de su aparato eclesiástico y de los inmensos medios, muchas veces crueles, que estaban a su disposición. Todavía hoy se muestra la mayoría de estos morenos habitantes paganos y no conversos, y si se les permitiera, regresarían pronto al paganismo… Para von Sherzer, la fusión de ritos antiguos con la nueva fe, resultaba censurable. Sin embargo, el proceso obedeció tanto a los métodos de evangelización desarrollados por los sacerdotes, como al fuerte enraizamiento de las creencias tradicionales en los indígenas. La Iglesia, en su esfuerzo evangelizador, hizo de los propios templos un elemento activo de las festividades pues incluso en tiempos tardíos como los de Rafael Carrera, sus atrios seguían prestando servicio de plazoletas para fines profanos como representaciones teatrales o campos de feria, manteniendo el vínculo de la Iglesia con la vida cotidiana de sus fieles mientras que los indígenas usaban esos escenarios para seguir con sus ceremonias tradicionales, adaptando las nuevas enseñanzas. De este proceso, Tomás Gage, religioso y viajero inglés que visitó Guatemala en el siglo XVII, nos dejó en sus relatos de viaje una escena hermosa, de la que podría ser la descripción más antigua del día de Pentecostés en nuestro país y una muestra del método de evangelización implementado en Guatemala:
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En el día de Pentecostés dan otra representación en la iglesia, mientras que se canta el himno del Espíritu Santo y estando el cura en el altar con la cara vuelta al pueblo, se le deja caer sobre la cabeza una paloma adornada con flores, y por varios agujeros hechos expresamente tiran sin cesar, por espacio de media hora, muchas flores sobre la cabeza del cura, para representar los dones del Espíritu Santo a su persona, y los indios le hace también regalos para imitar este ejemplo.
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La Nía Chabe celebra las fiestas de junio
José Manuel Mayorga , 2007
-El alma no envejece, siempre está en la plenitud-, decía la Nía Chabela cuando los patojos se mofaban de ella por ser parte de la Asociación de la Juventud Antoniana en San Francisco, y es que los demás miembros eran también de edad avanzada. Eso no era ningún impedimento para asistir a todas las juntas, ayudar a los pobres y preparar la fiesta de San Antonio de Padua el 13 de junio. Desde la madrugada se preparaba el panito de San Antonio para repartirlo a los necesitados que acudían al templo franciscano. Muchas personas llegaban a lo largo del día, muy especialmente señoritas y damas casamenteras que pedían a los caballeros un real, hasta juntar 13, y luego los depositaban en la alcancía del santo con el interés de pedirle novio. -Mucho cuidadito-, decía la Chabela, -con poner a San Tonito de cabeza, aunque haya mucha necesidad. El secreto, conocido a voces, decía que no había que pedirle novio a cualquier San Antonio, pues dependiendo de la iglesia, sería la condición social del futuro esposo: el de Catedral daría chancles, el de Santa Rosa o Capuchinas, uno de clase media, pero el de El Calvario daría mozos y de a medio pelo, sin embargo, todos tenían sus devotas.
Celebración del Día del Ejército en Plaza Central
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Pasada la fiesta de San Antonio, venía el jueves de Corpus. A las 11:30 de la mañana del miércoles, las esquilas de la Catedral, apoyadas por la sonoridad de la Chepona, tocaban las vísperas de la festividad del Corpus Christi. La pólvora lanzada al viento anunciaba al vecindario el gran acontecimiento. En el interior del templo, se habían congregado algunos miembros de la Archicofradía del Santísimo y de otras asociaciones para ultimar los detalles que darían esplendor a la solemnidad. En candelabros de plata repujada, se colocaban candelas y palmatorias, hermosos arreglos florales, cortinas y banderas, todo el altar sería un primoroso jardín iluminado.
Carlos Enrique Álvarez
En las cuatro esquinas de la empedrada Plaza Mayor, conocidos altareros elevaban altos tronos para la visita de altares. La Nía Chabe, acompañada de una patoja, llegaba cargando sendos manojos de albas gladiolas y azucenas, así como velo de novia que había cortado en la casa y se dirigía al altar que año con año enfloraba la familia. En las residencias céntricas se limpiaban los muebles, tremoles y porcelanas; se sacudían cortinas y alfombras, pues el jueves de Corpus era ocasión de reuniones sociales.
Día de Corpus Christi en Chicacao, Suchitepéquez
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Amanecía el día dedicado a conmemorar festivamente la institución de la Eucaristía, acto efectuado por Nuestro Señor Jesucristo durante la Última Cena. Era día de estreno: los miembros de la oligarquía capitalina lucían frac, sombrero relumbroso y bastón con punta de oro, mientras que las damas usaban grandes crinolinas cubiertas de sayas de gro en fuertes colores, pañalón de seda bordado y joyas. Olían a ricos perfumes como el Agua de Florida de Muray & Lanman o el Agua de Colonia de Juan M. Farina. La Nía Chabe estrenaba blusa blanca de organdí y falda amarilla de percal, la que enyuquillaba al igual que sus fustanes. Llevaba mantón negro y delantal blanco, listones amarillo huevo en las trenzas y vistosas argollas que había comprado en la Feria de Jocotenango el año anterior. Marchaban a la Catedral, la que ya no daba cabida a un alfiler, el Arzobispo vestido de Pontifical y dos canónicos oficiaban la misa solemne: panegírico, gran orquesta y coros, incienso, devoción y vanidad. Terminado el Santo Sacrificio, empezaba a organizarse la procesión de Corpus Christi. La abría la Cruz alta y los ciriales portados por monaguillos; encabezaba el desfile el Cabildo Eclesiástico, los párrocos de la capital, el clero secular, las comunidades religiosas, el seminario, la Archicofradía del Santísimo y otras organizaciones.
Carlos Enrique Álvarez
Día de Corpus Christi en Chicacao, Suchitepéquez
Cuando el Santísimo, que estaba colocado dentro de la custodia llamada la Preciosa, era portado por el Arzobispo, bajo un elegante palio bordado en hilos de oro y varas de plata, y salía por la puerta principal, una lluvia convertida en diluvio de flores caía desde lo alto de la Catedral. Atrás, un cuerpo selecto de música y las voces del pueblo entonaban alabados. El sacro desfile tomaba la calle de la Concepción y se detenía en la primera estación, la que estaba cuajada de flores, velas y cortinas por donde pasaba el Santísimo, mientras que la orquesta y coro interpretaban motetes e himnos, lo que se repetía en las siguientes esquinas de la Plaza. Las campanas y la pólvora sonaban lo que duraba la procesión, hasta que se daba la bendición con el Santísimo que quedaba en exposición hasta las seis de la tarde ante el concurso de miles de fieles que incluso habían venido de más allá de la capital. La Nía Chabe llevaba como recuerdo el cabo de su hermosa vela con la que había alumbrado al Santísimo durante la procesión; se dirigía a la Plaza Mayor, la que se encontraba colmada de vendedores, indígenas en su mayoría, quienes ofrecían olorosas frutas como peras, manzanas, membrillos, duraznos, ciruelas, melocotones, granadas y otras frutas con que el Señor premia a esta tierra, así como micos, palomas, forlones y birlochas. ¡Ah!, también juguetes de madera de Totonicapán para los traviesos de la casa. Los pesos y los reales que gastaba eran producto de trabajitos extras con fin específico: el mercado del día de Corpus.
El sábado por la tarde, se dirigía al sur de la Calle Real para ver el convite de gigantes de El Calvario, cuatro grandes figuras de telas flojas y pintorescas que bailaban al son de la marimba. El domingo temprano, iba nuevamente al Calvario para la procesión del Corpus; esperaba la salida debajo de la escalinata, se asustaba con la Tarasca, que era un monstruo que abría el cortejo como una gran serpiente que representaba la maldad humana. Ella siempre se arreglaba bien, pues no le hubiera gustado que alguna vez alguien hubiera dicho que tenía planta de la Tarasca. Al mediodía, visitaba a doña Micaela, su compañera de las Hijas de María, donde almorzaba un exquisito pepián de tres carnes, postre de duraznos en miel con cerezas y una rebanada de conserva de membrillo; afortunadamente no se preocupaba en guardar la línea. El siguiente domingo, haciendo honor a su mote, se dirigía a la Candelaria, donde se celebraba un Corpus de barrio muy solemne y concurrido. Pero la Pata de Chucho gozaba también de las actividades cívicas, una que le gustaba mucho era el 30 de junio, que aunque no le gustaba celebrar la Revolución Liberal de 1871, sí admiraba los uniformes militares, y sobre todo ver la gallardía castrense y escuchar las marchas marciales. Se adornaba el antiguo Real Palacio y acudía mucha gente. Había cañonazos y el desfile, que arrancaba en la plaza, seguía por la recién bautizada Calle 30 de Junio.
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EL CORPUS CHRISTI A LO LARGO DE LOS AÑOS Jaime Moreno
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a festividad de Corpus Christi o Cuerpo de Cristo es una de las fechas más importantes dentro del calendario litúrgico de la tradición católica. Constituye una celebración dedicada al Santísimo Sacramento y tiene por objeto la manifestación del triunfo de la religión sobre la herejía. Sus orígenes se remontan a la Edad Media, cuando según la costumbre popular, les fue revelada a dos figuras religiosas la divina voluntad de una fiesta en torno al sacramento eucarístico. A pesar de que estos hechos tuvieron lugar en el siglo XII y la celebración se practica desde ese siglo, fue hasta 1311 que el Concilio de Viena ratificó la manifestación religiosa y la instituyó para que se celebrara el jueves posterior al domingo de la Trinidad (60 días después de la Resurrección). Es a partir de ahí que la fiesta se instituyó, a manera de cortejo procesional, como una muestra de la grandiosidad eclesiástica en un intento casi pedagógico por reafirmar su poder. A pesar de que oficialmente la fecha de celebración cambió a domingo por designio del Concilio Vaticano II en el siglo XX, en muchas sedes de la Iglesia, incluida la Catedral Metropolitana de Guatemala, continúa realizándose el jueves, como manda la tradición. La fiesta de Corpus ha estado presente desde los inicios mismos de Guatemala como unidad política, territorial y religiosa, siendo la de Catedral la de mayor importancia. Esta actividad es rastreable, según datos históricos, hasta los momentos mismos de la fundación del país. Los primeros reportes de esta manifestación son de 1530, cuando en sesión del Ayuntamiento de Santiago se oficializó la celebración. Es de suponer, además, que ya en los años anteriores se había realizado la procesión de manera incipiente en medio del proceso de asentamiento en el Nuevo Mundo. También se tiene registro de que, posteriormente, la festividad se tomó como día propicio para realizar actos simbólicos en materia religiosa, como la llegada a la actual Antigua Guatemala en 1543 del Santísimo Sacramento, proveniente de Ciudad Vieja, para instalarse provisionalmente en la ermita de Santa Lucía mientras se edificaba la Catedral.
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Por su parte, durante el siglo XVIII, en pleno esplendor colonial del país, las fiestas de Corpus obtuvieron cada vez mayor relevancia. En este siglo, incluso la arquitectura religiosa se modificó sustancialmente para acomodarse a esta forma de manifestación sacra. En muchas iglesias se construyeron “capillas posa”, pequeños espacios techados en las esquinas de las plazas que servían como descanso de la procesión a su paso. También, según registros históricos, la cantidad de dinero invertida en las festividades hacía eco de la importancia de la fecha en el calendario social. Se habla, incluso, de un gasto de 1,200 pesos en Santiago para la compra de cirios a utilizar en la conmemoración. Sin duda alguna, las festividades de Corpus, y su procesión en especial, se convirtieron en un espectáculo digno de admiración por parte de propios y extraños. En este sentido, la fastuosidad del acto religioso llegaba incluso a incomodar a algunos viajeros que se encontraban en la ciudad. Es el caso del cronista inglés Henry Dunn, quien se refirió a la tradición guatemalteca
El Tesoro de la Catedral Metropolitana, Arte e Historia. Ana María Urruela de Quezada
ES UNA DE LAS FECHAS MÁS IMPORTANTES DENTRO DEL CALENDARIO LITÚRGICO DE LA TRADICIÓN CATÓLICA.
Custodia “La Preciosa”, plata sobredorada y piedras preciosas, siglo XVIII Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala
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de los cortejos procesionales como “espléndidas” al tiempo que abogó por que se le llamara “diversiones” en lugar de “ejercicios religiosos”. A este respecto indicó que las procesiones en el país eran numerosas y que era raro el día en que no se celebrara más de alguna. No obstante, fue la procesión de Corpus la que llamó su atención. Según Dunn, quien vio la festividad en 1828, el día de Corpus los comercios cerraban y la ciudad se paralizaba. A eso de las diez de la mañana salía la comitiva, precedida por una cabalgata que salía desde Catedral acompañada por un cuerpo militar de paso lento. Inmediatamente aparecían mujeres indígenas cargando velas de cera, acompañadas por un gran tambor. Indicó que le seguía el cortejo, conformado por pequeñas andas con imágenes de santos escoltados por ángeles. Luego, iba el Arzobispo con la hostia bajo un palio, rodeado del clero. Cerraba la procesión otro grupo militar a manera de escolta. El recorrido abarcaba toda la plaza y las calles aledañas, e iba acompañado de numerosos cohetes. No obstante, a la opulencia de las primeras décadas del siglo XIX sobrevino el conflicto ideológico que imperó en Guatemala en los años posteriores a la Independencia. La pugna entre liberales y conservadores afectó enormemente a diversas manifestaciones religiosas, el Corpus incluido. Para 1882, el movimiento liberal, ya instalado en el poder, prohibió toda procesión fuera de las iglesias. Esto representó un duro golpe para la festividad en la Catedral, ya que además de reducir su espacio de acción al interior del recinto religioso, marcó una ruptura entre las clases gobernantes y las clases populares, que hasta ese momento convivían de manera armónica en la festividad.
En la actualidad, la fiesta de Corpus de la Catedral se celebra en el jueves indicado por el calendario litúrgico y representa un día de ruptura en la cotidianidad local del Centro Histórico. La procesión se realiza, como desde tiempos antiguos, por la mañana y recorre el contorno de la Plaza de la Constitución. Aunque históricamente la tradición ha tenido altibajos, en los últimos años ha visto un repunte en interés y afluencia por parte de los devotos, que se cuentan por cientos en el recorrido procesional. Es esa la forma en que, entre micos, palomas, comida y fiesta, muchos guatemaltecos acompañan una celebración que alcanza ya los 485 años de realizarse oficialmente en el país, prácticamente los mismos que tiene Guatemala de existir como nación.
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Antonio José Solorzano Díaz
Sin embargo, es a partir de esta época que se diseñó la composición base de lo que sería la fiesta de Corpus hasta nuestros días: música, literatura religiosa en verso, manteado, participación procesional de gigantes y la Tarasca, arcos, alfombras, pólvora, juguetes, ventas populares y bailes. Mención especial merecen los juguetes, que se han convertido con los años en uno de los elementos más distintivos de la actividad en la Catedral Metropolitana. Aunque en sus inicios la tradición de la venta de pequeños juguetes con distintas formas se destinó a los más pequeños, en la actualidad los más enraizados en la tradición popular son los que tienen figura de mico y paloma, regalos propios entre enamorados. Hacia finales del siglo XIX ya se tiene noticias de la venta de micos, los cuales eran regalados por los muchachos a sus novias. Es a partir de las primeras décadas del siglo XX que aparecen las palomas, que las muchachas dan a sus novios en señal de reciprocidad.
Día de Corpus Christi en San Pedro Las Huertas, Sacatepéquez
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DÍA DE SAN ANTONIO DE PADUA Aníbal Chajón
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a fiesta de San Antonio permite en Guatemala, una muestra de fervor y tradiciones arraigadas por el cariño que despierta la devoción al franciscano luso italiano. A pesar de que su vida fue de erudición y prédica, Antonio es reconocido por los católicos guatemaltecos como el santo de los objetos perdidos, especialmente animales, y de los enlaces matrimoniales o, cuando menos, de los noviazgos. Se hizo famosa la expresión: ‘Si no tiene novio, pídale uno a San Antonio’.
Fundación G&T Continental
Aparentemente, la asociación del teólogo franciscano con las cosas extraviadas y con los animales se debe a su nombre. Antes de ser reconocido como santo (apenas un año después de su muerte), el catolicismo reconocía a otro San Antonio, el Abad, quien vivió en el siglo IV, en Egipto. Era un ermitaño que, por su caridad, fue atendido por un cuervo que le llevaba una hogaza de pan regularmente. Al morir el cuervo, el Abad lo sepultó con la ayuda de otros animales. Además, curó a unas crías de jabalí, por lo que la madre le cuidó el resto de su vida. Por esto, se consideró al Abad patrono de los animales. La localización de animales perdidos fue una consecuencia de este patronazgo, además de una tradición que afirma que un novicio se llevó un libro de oraciones, Antonio de Padua rezó para recuperarlo y el novicio Panitos miniatura tradicionales de la celebración del Día de San Antonio
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En cambio, sí está comprobada como parte de la vida del paduano su prédica contra la avaricia en las prósperas ciudades comerciales del norte italiano. Este hecho, fundido con la tradición del pan milagroso del Abad, convirtió a Antonio de Padua en patrono de los panaderos. Por ello, se elaboran para su fiesta los ‘panitos’ (panecitos) de San Antonio, que se compran el día de su fiesta y Escultura tallada en madera de San Antonio de Padua Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala
El Tesoro de la Catedral Metropolitana, Arte e Historia. Ana María Urruela de Quezada
regresó arrepentido, devolviendo el libro. De cualquier manera, la identificación de ambos santos se produjo en Europa, antes de implantarse el catolicismo en territorio americano, a raíz de que el paduano cambió su nombre de pila, Fernando, por Antonio al hacerse franciscano y en honor al Abad. Por otra parte, se atribuye al teólogo un milagro relacionado con un asno o una mula. Un opositor al catolicismo dejó al animal sin comer varios días y luego le presentó pasto fresco, por un lado, y a Antonio con una hostia consagrada, por el otro. La bestia se acercó al santo, se postró con las ancas delanteras y después se alimentó. Con esto, el no creyente aceptó las enseñanzas del patavino.
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se conservan como reliquias todo el año, como solicitud de que nunca falte el alimento en el hogar. Hasta hace pocos años, en Guatemala, se podían adquirir panecitos desabridos en forma de franceses y pirujos, pero en la actualidad se elaboran todas las variedades que se encuentran en el mercado como conchas, cachitos y otros. Además, se ha ido perdiendo el sentido original y, como indica un devoto: “se comen como golosinas”; ya no se conservan de manera devocional. También se le invoca en las tormentas y la navegación, porque salió indemne de un viaje marítimo en el que la embarcación estuvo a punto de naufragar.
Así, la celebración a San Antonio se realiza en toda la geografía guatemalteca, en especial en las poblaciones bajo su patronazgo, como San Antonio Palopó y San Antonio Huista, entre otras. Como la mayoría de fiestas, incluye la veneración a la imagen en el templo, procesión, quema de pólvora, música tradicional y actividades festivas, con juegos mecánicos, de azar y ventas de comidas y artesanías, que hacen atractiva la visita a los poblados los tres días de fiesta, a la que asisten los lugareños y personas de poblaciones vecinas.
Edwin Castro
Otra tradición relacionada con el franciscano es la de recolectar 13 centavos mediante limosna (por el día de su fallecimiento y fiesta, 13 de junio). Se consideraba una penitencia para las almas arrogantes y una forma de solicitar al santo que no faltasen los ingresos a la familia, en esto parece estar relacionada su prédica contra la usura. El oferente debía entregar las monedas en el cepillo frente a la imagen del santo, preferiblemente en un templo franciscano, en la capital: San Francisco o La Recolección, aunque como su culto se amplió tanto, que se encuentran imágenes de Antonio en pueblos administrados por dominicos,
como Rabinal, y por sacerdotes diocesanos, como Esquipulas. Por sus predicaciones, logró resolver numerosos conflictos familiares, por lo que se le tomó como intercesor de los problemas de pareja y, de allí, que se le considerara patrono de los matrimonios y noviazgos. Relacionada a esta narración y asociada con la penitencia de reunir 13 centavos, hubo otra tradición. Las solicitantes de novio debían reunir la suma y depositarla en la alcancía del santo en el templo, de moneda en moneda, rezando, para obtener la pareja idónea. De aquí derivó otra costumbre, ‘castigar’ al santo poniendo su imagen de cabeza si no conseguía la pretendida alianza sentimental.
Músicos de Sololá junto a las andas de San Antonio
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M DÍA DEL
MAESTRO Luisa González-Reiche
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LA EDUCACIÓN ES EL ARMA MÁS PODEROSA DE LAS REVOLUCIONES, SE ANTEPONE A LA POLÍTICA Y A LA VIOLENCIA.
omo consecuencia de la crisis económica y social de principios de la década de los años cuarenta del siglo XX, se delineaba el fin de varios sistemas totalitarios que desde hacía más de medio siglo se imponían en casi toda Latinoamérica. Al mismo tiempo, en plena Segunda Guerra Mundial, las victorias de los aliados difundían un nuevo espíritu de esperanza y de valor, reflejado por la famosa Carta del Atlántico, firmada en el año 1941 y difundida por todo el mundo. Ese mismo año, la modificación constitucional le permitía al General Ubico, tras 14 años de gobierno totalitario, reelegirse en Guatemala. El descontento generalizado y las nuevas ideas, así como los pronunciamientos y altercados políticos en países vecinos en contra de dictadores, hicieron reaccionar defensivamente también a los guatemaltecos. A partir de la destitución del Decano y del Secretario de la facultad de Derecho en junio de 1944 –puestos que inmediatamente ocuparon personas afines a la dictadura– los estudiantes universitarios comenzaron a pronunciarse en contra de la tiranía de manera “más abierta y desafiante”. Los estudiantes salieron a las calles declarándose en huelga para exigir la renuncia de los funcionarios nombrados. El presidente Ubico declaró un estado de emergencia y cerró la universidad. El magisterio se pronunció de igual manera, mostrando rechazo al régimen. Durante varios días se realizaron huelgas pasivas –recordadas como las “jornadas de junio”– y demostraciones en diferentes facultades de la universidad y otras dependencias públicas con apoyo de abogados, intelectuales, profesionales y personas del sector productivo.
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En la mañana del 24 de junio, al dramático desfile de los estudiantes que recorrían las principales calles de la ciudad vestidos de luto y con las manos juntas en la espalda, se fueron uniendo cientos de personas. A las cuatro de la tarde se presentó el “Memorial de los 311”, que exigía al gobierno el restablecimiento de las garantías constitucionales, seguido por otra manifestación más numerosa que incluía a personas de todos los campos profesionales, estudiantes, comerciantes, obreros, amas de casa y niños que a su paso por la sexta avenida gritaban a coro: “¡la renuncia!”. El gobierno respondió con contingentes de policías y soldados armados.
María Chinchilla se convirtió, a partir de entonces, en un símbolo para los maestros. La importancia de la educación sobre la
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Hemeroteca Nacional “Lic. Clemente Marroquín Rojas”, Ministerio de Cultura y Deportes
Al día siguiente, la multitud se juntó en el centro de la ciudad desde tempranas horas de la mañana. La guardia nacional detuvo a varios manifestantes e hirió gravemente a otros al lanzarles bombas de fósforo. El presidente hizo un intento por dialogar con los 311 firmantes del memorial –integrados por influyentes profesionales– pero éstos se negaron por no presentarse las garantías mínimas exigidas. El cuerpo diplomático también le negó apoyo al presidente por no aprobar los métodos violentos utilizados para aplacar a los manifestantes. Esa misma tarde se había realizado una marcha pacífica de mujeres contra las que la policía disparó, acabando con la vida de la profesora María Chinchilla. Estas acciones incrementaron el espíritu de defensa de los ciudadanos, enfatizando la exigencia de la renuncia de Ubico, cosa que no sucedería sino hasta 4 días después: el 1 de julio de 1944.
Noticia publicada el 25 de junio de 1945 en El Imparcial
Roberto Broll
Placa en homenaje a María Chinchilla, esquina de la 6 avenida y 17 calle de la zona 1. Lugar donde ocurrió la tragedia.
Hemeroteca Nacional “Lic. Clemente Marroquín Rojas”, Ministerio de Cultura y Deportes
tiranía hacía de esta maestra una mártir. Su muerte se convirtió en un hecho contundente, especialmente en un país donde se ha forjado la tiranía de la ignorancia como herramienta de control. La educación es el arma más poderosa de las revoluciones, se antepone a la política y a la violencia. El Día del Maestro es así, un día para la reflexión de los maestros sobre su papel como educadores y formadores de ciudadanos, pero sobretodo conmemora un día en que los guatemaltecos, sin importar clase u oficio, se manifestaron abiertamente en pro de la paz y la libertad.
Noticia publicada el 25 de junio de 1945 en El Imparcial
La democracia, desde la época de los antiguos griegos, está fundamentada en la educación del ser. La capacidad de autogobernarse de un pueblo viene de la comprensión de sí mismo, de su naturaleza, su historia, su cultura, del compromiso que tiene con su país y con el bien común. La educación es la guía fundamental.
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EL DÍA DEL EJÉRCITO
Archivo Museo Nacional de Historia
Lorena Castellanos
Desfile de la Banda Sinfónica Marcial durante las fiestas minervalias a principios del Siglo XX
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uatemala, como todos los países del mundo, celebra a lo largo del año una serie de fechas que rememoran diferentes acontecimientos históricos y tradicionales. Una de ellas es el Día del Ejército. Este no siempre se conmemoró el mismo día. En 1929 se instituyó, por primera vez, un día específico para realizar un festejo de tipo militar. Se le llamó Día del Soldado y se celebraba el 19 de noviembre de cada año. Después de la Revolución del 20 de octubre de 1944, por acuerdo del 21 de junio de 1945 del presidente Juan José Arévalo, esta disposición se cambió y se instituyó el 22 de diciembre de cada año para celebrar el Día del Ejército. Pero luego, durante el gobierno del presidente Miguel Ydígoras Fuentes, se dispuso la conveniencia de cambiar la fecha de ese festejo y hacerlo el 30 de junio, ya que es un día importante para la historia, a la vez que se relaciona de forma directa con la institución militar. De esa cuenta, por acuerdo del 16 de mayo de 1958, se estableció esa fecha para celebrar el Día del Ejército.
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Archivo Museo Nacional de Historia
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Desfile de la Unidad de Policías Militares posterior a 1944
¿Por qué Ydígoras eligió el 30 de junio? Ese era el día en que los gobiernos liberales, tradicionalmente, celebraban el triunfo de la Reforma Liberal, hecho histórico que dio inicio con la ascensión al poder de Vicente Cerna, después de la muerte del presidente conservador Rafael Carrera, en 1865. En 1869, la situación empeoró, ya que Cerna fue reelecto y el proceso se consideró fraudulento. Todos estaban convencidos de que el ganador había sido el mariscal José Víctor Zavala. Justo Rufino Barrios y Serapio Cruz, antiguo aliado de Carrera, se sublevaron. Barrios se refugió en el occidente y Cruz en el oriente del país. Este último fue derrotado en batalla, apresado y decapitado. Ese acto provocó gran indignación en todo el país y fue duramente condenado en la Asamblea Nacional por el entonces diputado Miguel García Granados quien, por eso, fue encarcelado. Gracias a la mediación del diplomático inglés Edwin Corber, García Granados salió de prisión rumbo al exilio en Estados Unidos. Desde allí inició su lucha contra el régimen conservador. García Granados compró armamento y otros pertrechos de guerra. Entró en contacto con Justo Rufino Barrios y, entre los dos, organizaron el movimiento liberal que invadió el territorio guatemalteco desde México,
EL 30 DE JUNIO DE 1871 EL EJÉRCITO LIBERAL, ENCABEZADO POR AMBOS MILITARES, ENTRÓ A LA CIUDAD DE GUATEMALA. entrando por San Marcos. El 30 de junio de 1871 el ejército liberal, encabezado por ambos militares, entró a la ciudad de Guatemala. La elección de ese día para la festividad no fue una novedad. Desde el inicio de los gobiernos liberales, esa fecha se conmemoraba realizando diferentes eventos, aunque no de manera oficial. Uno de los homenajes más importantes fue el que realizó José María Reina Barrios al conmemorar los 25 años de la Reforma Liberal, el 30 de junio de 1896. Se llevaron a cabo varios actos públicos para celebrar dicho aniversario. Eso incluyó la inauguración de dos importantes monumentos en la ciudad: el de Cristóbal Colón, en la Plaza de Armas, y el de Miguel García Granados, al inicio del Boulevard 30 de junio, el cual fue nombrado así por esa misma razón. Toda esta tradición fue confirmada por el general Ydígoras en la sección de consideraciones del acuerdo presidencial al indicar: “Que el 30 de junio trae el recuerdo del Pueblo y el Soldado que llevando al frente al Héroe de 1871, hicieron nacer la institucionalidad democrática, que evolucionando a través del tiempo, aún nos rige, siendo digno de citarse relevantemente, la creación del Ejército profesional que desde entonces viene salvaguardando la soberanía nacional…”
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La Nía Chabe en el Cerrito del Carmen Las campanas de San Sebastián, Santa Teresa, El Sagrario, La Recolección, Santa Catarina y otros templos dejaban escuchar su tañido desde el nacimiento del alba dominical, llamando a los fieles a misa. Al repique de los bronces, la Nía Chabela despertaba. Después de persignarse, salía al traspatio, donde había una enorme pila de ladrillo y estuco con varios compartimientos. De la boca de un mascarón con cara de sol salía el agua de Pinula. La pila conservaba el líquido claro y frío. La Nía Chabe, de pie sobre una de las lajas resbalosas y musgosas, tomaba un guacal y poco a poco se echaba agua tratando de mojar lo menos posible su larga cabellera. Después de haberse bañado con un camisón de manta, Chabela se alejaba de la pila para que las otras compañeras disfrutaran del baño.
Edwin Castro
Partía, luego de engalanarse con ropa en color café carmelita, a misa de seis de la mañana a Santa Teresa, ya que era festividad de Nuestra Señora del Carmen, llevando consigo un misal romano y un rosario. Al volver a casa tomaba chocolate que habían traído de Mixco y degustaba algunos totopostes, que entre plática y chisme sabían más sabrosos. Esa mañana de julio se vislumbraba con un cielo azul, sin riesgo de lluvia. La Nía Chabe estaba invitada a la feria del Cerrito del Carmen y ni lerda ni perezosa se preparó. El coche, tirado por dos caballos, empezó su recorrido en la calle de la Concepción, donde vivían, virando al oriente, sobre la calle de Santa Teresa, hasta la del Cerro. Al pie del cerrito descendieron cuidadosamente, había mucha gente y muchos
Imagen de Nuestra Señora del Carmen
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JULIO
Ramael Sosa
Ermita del Cerro del Carmen
vendedores de artesanías y dulces deliciosos. Los patojos empezaban a jalar a la pobre Nía Chabe para que los llevara a lo alto del cerro; como buena Pata de Chucho accedió y a paso lento emprendieron la ascensión. Antes de subir ya llevaba la lengua de fuera, pero siguió avanzado. Al terminar de subir encontraron un hermoso conjunto: una iglesia, un torrión, dos capillas y bardas de mampostería. Todo el espacio estaba empedrado y parecía una fortaleza que custodiaba a la Nueva Guatemala de la Asunción. -¿Es esto un castillo?-, preguntaron José, Rafael y Conchita. -No, ésta es la Ermita de Nuestra Señora del Carmen-, afirmó la Nía Chabe. -Me contaban, cuando era más patoja que ustedes, que un terciario franciscano procedente de un lugar lejano, allá de Génova, recibió un encargo de unas monjas carmelitas cuando llegó a España. Era una imagen de la Virgen del Carmen que, según decían, había pertenecido a su fundadora, la mística Santa Teresa de Ávila y que ella había deseado enviar a Guatemala. Juan de Corz se llamaba el terciario, quien aceptó gustoso el encargo, salió de Cádiz en una nave llamada Santa María la Fortaleza, por eso este lugar lo recuerda en su aspecto formal.
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-Nía Chabe y ¿en dónde está la Virgen?-, preguntaron los niños. -Precisamente a ella visitaremos enseguida, si es que podemos entrar, pues hay tanta muchedumbre y algarabía porque es su día-, contestó. Se aproximaron al templo, entraron y se detuvieron frente a un hermoso retablo dorado. -Ella es la Virgencita-, les señaló. -Pero si es muy pequeñita-, comentaron los patojos. –Sí, es pequeña la Reina, pero es muy grande su historia-, replicó la Nía Chabela. -Si se fijan bien-, les dijo, -dentro de su manto tiene protegidos a varios santos carmelitas. -Recémosle una Salve-, dijo y lo hicieron en latín. Ya afuera del templo, los patojos seguían indagando a la Nía Chabe: -¿quiénes son los santos de la fachada? Para esas respuestas se pintaba la Nía Chabela: -Esos son los santos carmelitas, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Elías y el otro creo que es San Ángel. Les compró un cucurucho con caramelos de miel, dieron la vuelta al conjunto y en la parte de atrás vieron dos nichos en la pared, en uno estaba la Virgen del Carmen con la leyenda “La Guardiana” y un santo apoyándose en una palmera. -Es San Cristóbal-, decía la Nía Chabe. Sin que le preguntaran más, les contó que mucho tiempo antes de que existiera el potrero de la Corona, había un camino que comunicaba a la vieja capital del Reino con el Golfo Dulce, por eso están aquí estas figuras, como símbolo de protección a los viajeros. Dándose la vuelta, vieron la ciudad. -¡Miren! Allá están San Sebastián, el Colegio de Cristo Crucificado, la Catedral, el Mercado Central. A lo lejos está Santa Clara que se confunde con San Francisco, el Castillo de San José de Buenavista, más abajo la Merced, el Teatro, Santo Domingo. En la lontananza, se contemplaban los celosos guardianes del tiempo, los volcanes Pacaya, Agua, Fuego y Acatenango. La Nía Chabe agregaba: -Antes, todo este valle se llamaba de Las Vacas, pero cuando vino la Virgencita se le construyó su templo y se le empezó a llamar el Valle de la Ermita o de la Virgen, después se trasladó aquí la capital. Contemplando la Nueva Guatemala de la Asunción desde sus miradores, se cobijaron a la sombra de un árbol. -En este aguacatal,
hace unos años, ahorcaron a Pie de Lana-, les decía, -aquel hombre de quien les he contado varias historias, ¿lo recuerdan? -Ahora les mostraré la parte más antigua de la ciudad. Buscaron la explanada escarpada que miraba al nororiente y desde allí contemplaron el panorama. Había algunas casas con sus rojos tejados, muchos sitios y bastantes árboles. -Esa iglesia es la Candelaria-, les indicaba. -En la capilla derecha está Jesús Nazareno, que hace algunos años estuvo aquí en el Cerrito, mientras reconstruían su templo y en la otra está la Virgen de los Dolores del Cerro; la iglesia que está más allá es la Parroquia Vieja. Cuando entraba la tarde, el sol empezaba a hundirse atrás de los volcanes y los pájaros volvían jubilosos a su nido, sobrevolando el cerro. La gente empezaba a marcharse. La Nía Chabe, a pesar de que gozó el paseo, al igual que los patojos, no quería que les fuera a agarrar la noche, dado a que temía a los personajes sobrenaturales. El calendario cristiano seguía su curso, le tocaba ahora a la Catedral Metropolitana festejar al patrón, Santiago Apóstol, muy conocido por la Nía Chabe, pues lo miraba siempre que iba a ese templo. Miraba hacia arriba y le gustaba admirarlo de peregrino. -Ah, porque también anda a Caballo y le llaman Matamoros-, comentaba. El 25 de julio repicaban las campanas, y en la misa mayor participaba la más alta jerarquía eclesiástica. Durante el sermón, recodaba el cura que la Ciudad de Guatemala se fundó el 25 de julio de 1524, y se le dio el nombre del apóstol. También dijo el orador que Santiago destaca en las armas reales de la Ciudad. Por supuesto, la Iglesia de Guatemala fundada el 18 de diciembre de 1534 se hizo bajo el patrocinio jacobeo, razón por la que se usa mucho los sombreros, tecomates y conchas. ¡Qué solemnidad aquella! Salía la Chabe para la casa, pensando en las fiestas de San Cristóbal y Santa Marta que estaban ya próximas.
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DEVOCIÓN A LA
VIRGEN DEL
CARMEN María Elena Schlesinger
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l barrio de la iglesia de Santa Teresa, en el centro histórico de la ciudad capital, amanece de fiesta el domingo inmediato posterior a la festividad de la Virgen del Carmen cada 16 de julio, con repique de campanas, quema de pólvora, explosión en las alturas de bombas con cola de ratón y la escandalosa cohetería para celebrar a su patrona, la Virgen del Carmen. El atrio teresiano se viste de gala y su fachada pintada de blanco luce impecable y festiva, adornada con entrelazados de banderitas amarillas. El aire sopla siempre del sur, porque es julio, y con la lluvia se instalan los aromas de las fiestas chapinas: a cohete, pino, algodones de azúcar y flores.
Retablo principal de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen
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Ramael Sosa
La iglesia retumba de fieles carmelitas a las diez de la mañana, a la espera de la Santa Misa que se sabe especial, con prelados invitados, bocanadas de incienso, cantos marianos y la parsimonia específica que dicta esta fiesta patronal. La quema de pólvora asusta a las palomas que habitan los campanarios y cornisas de la iglesia, y vuelan a miradores más tranquilos y seguros: Al norte buscan la cúpula catedralicia de un azul intenso, como el cielo de la patria, y al oriente, muy cerca de Santa Teresa, la mercedaria, revestida de pequeños azulejos amarillo mostaza.
LA VIRGEN DEL CARMEN ES INTERCESORA DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO.
El ritual de la misa es largo y entretenido, con sermón profuso que narra las virtudes de los santos carmelitas: Santa Teresa y San Juan de la Cruz, místicos sapientísimos enamorados por siempre de Jesucristo y de su madre, la Virgen María, con explicación detallada de los beneficios espirituales y gracias inmensas resultantes de llevar colgado al cuello el escapulario carmelita, el cual, afirma el padre de manera contundente, fue llevado puesto por los últimos cinco pontífices, incluyendo al actual, el Papa Francisco. Los oficios terminan con la bendición e imposición a los fieles de los escapularios carmelitas, estandarte sempiterno de la fe, salvoconducto para ingresar al cielo, consistente en una medallita o insignia sobre paño café con la imagen de la Virgen al frente y de Jesús en el reverso.
LA PROCESIÓN La procesión de la Virgen aguarda en el crucero derecho de la iglesia, adornada con flores naturales y pequeños ángeles, muchos ángeles. La Virgen está preciosa, dice la gente, y hablan de ella como si se tratara de una persona de carne y hueso, como legítima reina o amiga cercana, aunque en realidad se trata de una bellísima imagen procesional de talla barroca de finales del siglo XVI que perteneció a las carmelitas descalzas del convento de Santa Teresa en Santiago, hoy La Antigua.
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Viste traje de fiesta, conforme a la norma de la orden carmelita: túnica de color café con escapulario al frente bordado con enramadas doradas, y capa beige de tela muy fina. En su mano derecha lleva cargado al Niño Jesús. Ambos llevan en la mano el pequeño escapulario de uso seglar. El templo retumba con los acordes de la banda cuando Nuestra Señora del Carmen es levantada en andas para salir a pasear por su barrio, según dice la gente quedito, a repartir su bendición entre quienes la acompañan o ven pasar, especialmente los vecinos, muchos de ellos antiquísimos moradores del lugar, ancianos enamorados de su barrio, de su iglesia y de la Virgencita del Carmen.
PEQUEÑAS CARMELITAS Una característica muy especial de la procesión es la presencia de las niñas que acompañan a la Virgen vestidas como religiosas carmelitas. Van de la mano de sus padres, apurando el paso porque lo tienen pequeño, pidiéndoles a cada rato lo que les
Edwin Castro
El recorrido se sucede con el ritmo alegre y festivo de las bandas escolares y de las bombas que anuncian su paso por las calles
del centro histórico, por el camino hacia la Catedral. De tejados y terrazas cae la lluvia de papelitos blancos de papel de china y plateados para honrarla y festejarla, como alitas de ángel, y la ruta está adornada con alfombras de pino, aserrín y flores. Las ventanas lucen cortinajes y adornos, y en pórticos abiertos se exhibe altares con imágenes domésticas, entre cortinajes, velas encendidas y arreglos de flores. La procesión se detiene ante el altar para el rezo de la Salve y oraciones marianas. El barrio teresiano está de fiesta.
Procesión de la Virgen del Carmen por las laderas del Cerrito del Carmen
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maravilla o asombra: la pelota de tripa de coche con rayas azules, amarillas y rojas, el algodón rosado de dulce o el ronrón que vuela. Las más pequeñas no comprenden lo que está pasando y no entienden la devoción de sus padres, la de haberlas ofrecido a la Virgen vistiéndolas de pequeñas santitas, con el atuendo de monja: el vestido es color marrón, cubierto con una capa amplia color beige a la altura de las rodillas, y, al frente, sobre el pecho, una especie de delantal que llaman escapulario, como el de los religiosos o las mismísimas santas, como Teresita del Niño Jesús. Esta devoción mariana es muy antigua en Guatemala, practicada por los padres a manera de ofrenda, rogativa o agradecimiento por favor recibido, como signo de gratitud. Piden a la Santísima Virgen protección para la niña, por ejemplo, o para librarla del maligno, para hacerla buena y muy piadosa a lo largo de su vida. En tiempos pasados, cuando la bondad divina o la fe era la respuesta última para la cura de las enfermedades y padecimientos graves, cuando era milagro que los niños se salvaran o “se lograran”, se frecuentó mucho este tipo de ofrecimientos o penitencias, y era frecuente ver a los niños, por larguísimos períodos de tiempo, años o infancias enteras, vistiendo los colores marianos, con traje de santo o la Virgen a la cual se habían encomendado.
EL ESCAPULARIO BENDITO La devoción del escapulario bendito está arraigada en Guatemala. Adultos y jóvenes lo llevan puesto siempre, pues existe la creencia de que quien lo porta siempre será salvado a la hora de su muerte, que no permanecerá en el Purgatorio y su alma partirá derechito al Cielo. Cuenta la historia que la noche del 15 de julio de 1251, mientras oraba el General de la Orden Carmelita, San Simón Stock, se le apareció la Virgen María rodeada por muchísimos ángeles. Fue la Virgen María quien le entregó el escapulario, el cubre pecho de color marrón, para librarlo de persecuciones y males: “Este será el privilegio para ti y todos los Carmelitas: que quien muriese con él no padecerá el fuego del infierno, es decir, el que con él muriese se salvará”, dicen que fueron las palabras de la Santísima Virgen. El uso del escapulario se esparció por toda Europa, siendo común en el siglo XVI vestir de carmelitas, con el hábito y el escapulario para disfrutar algún día de las indulgencias prometidas. Con el tiempo, el escapulario pasó de ser una pieza
del vestir a la insignia conocida, y pasó de visible a privado, oculto debajo de la vestimenta ordinaria, como tal o en forma de medallita, bendita e impuesta por un sacerdote. La tradición católica de regalar medallitas con el escapulario a los recién nacidos proviene precisamente de esta tradición.
NOTAS FINALES La devoción de la Virgen del Carmen es una de las más entrañables y queridas en Guatemala y, en especial, en la ciudad capital. El amor a esta advocación mariana se cimentó de manera doble, por la llegada a este valle del ermitaño genovés Juan Corz, en el siglo XVI, mucho antes del asentamiento de la ciudad, y, posteriormente, por el influjo de las religiosas carmelitas descalzas, que trajeron al Valle de la Virgen sus devociones, costumbres y queridas imágenes de la Virgen del Carmen y Jesús Nazareno del Rescate. Juan Corz llegó a Guatemala procedente de España y se estableció en estas tierras de clima suave, paisaje verde y volcanes. Hizo de Guatemala su hogar y se instaló en unas cuevas muy húmedas aledañas al río de Las Vacas llamadas de la Leonera, en donde colocó, a manera de altar, la pequeña imagen de la Virgen del Carmen, compañera de viaje y andanzas, que las hermanas carmelitas descalzas le habían entregado a su paso por Ávila. Antes de morir, Santa Teresa de Jesús pidió a sus hermanas hacer llegar la pequeña imagen de la Virgen a territorio Americano y, según cuenta la leyenda, la Virgencita decidió quedarse en Guatemala, en el valle de la Ermita o de la Virgen. El arraigo y amor entre los seguidores carmelitas está ligado a los atributos marianos: madre joven y misericordiosa, que protegiendo a sus hijos les entregó el escapulario café, para que, según cuentan, Nuestra Señora del Carmen valiéndose de los descuidos de San Pedro, cuele a sus hijos e hijas carmelitas al Cielo, o les abra una ventanita para que puedan pasar. La Virgen del Carmen es intercesora de las ánimas del Purgatorio. Cuentan que la Virgen visita los días sábados el Purgatorio, en compañía de su séquito de ángeles, para interceder por las ánimas buenas fallecidas en gracia, portando el escapulario bendito. De esta promesa nace la iconografía carmelita, la de la Virgen sostenida en una nube que flota encima de un mar de fuego hirviente, el Purgatorio en el cual claman hombres y mujeres, con los brazos levantados, la misericordia divina de la Virgen del Carmen.
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SANTIAGO APÓSTOL Aníbal Chajón
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uando los españoles conquistaron el actual territorio guatemalteco, eran profundamente devotos del apóstol Yago o Jacobo. Muestra de esta devoción era el grito de guerra que utilizaban al enfrentarse a los musulmanes, durante la reconquista del territorio hispano que duró casi ocho siglos: Sanct Yago, unificado como Santiago. De ahí que no lleve el apelativo de San antepuesto al nombre, como ocurre con el resto de personajes del santoral. Es probable que, durante las batallas de conquista, también invocaran a Santiago. Por ello, la primera villa establecida en el territorio se dedicó al apóstol: Santiago de Guatemala. Esto dio origen a la celebración de la fiesta en la ciudad, primero en la parroquia de Santiago y, después, en la Catedral, cuando fue convertida en diócesis, a partir de 1534.
Músicos de Sololá anunciando el paso de las andas de Santiago en Patzicía, Chimaltenango
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Las primeras festividades fueron austeras, ya que era la época de las batallas contra los indígenas que defendían su territorio. Fue hasta después de 1549, cuando los nativos recuperaron su libertad, que pudo celebrarse con pompa. Las fiestas durante el período hispánico incluían, además de las celebraciones religiosas, procesiones, aunque eran distintas a las actuales pues en ellas participaban autoridades civiles, militares y religiosas sin que fuera indispensable una imagen. Se sabe que realizaban corridas de toros, carreras de cintas y exhibiciones de armas con duelos coreografiados, además de la venta de comidas preparadas como pinol y tamales. Las festividades más costosas incluían escenas teatrales en las que se representaban acontecimientos importantes para la ciudad, como la victoria sobre los pueblos nativos. No podía faltar la quema de pólvora, como cohetillos y luces de artificio, que daban trabajo a numerosos artesanos de la capital. A partir del siglo XVII se incluyó la música interpretada con marimba sencilla, la que era del agrado de la población común. En tanto que los estratos
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Miembros de la cofradĂa de PatzicĂa, Chimaltenango
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elitistas se complacían con la música barroca de la época, interpretada gracias a partituras importadas o bien compuesta por músicos locales, así como la gastronomía de herencia peninsular, aderezada con aceitunas y alcaparras, muy costosas por ser importadas. Como en todas las fiestas, las personas lucían sus mejores trajes, tanto los indígenas, con sus atuendos tradicionales -herencia centenaria cuyos antecedentes se ven registrados en estelas y obras de cerámica-, como los mestizos, con trajes más sencillos -estaba prohibido que utilizaran telas y diseños españoles- y, por supuesto, las élites de origen hispano, que exhibían los modelos vigentes en Europa y realizados con las costosas telas adquiridas a los comerciantes de la calle de Santo Domingo. En el siglo XVIII, con el cambio de casa reinante, se impusieron los diseños franceses, incluidas las pelucas, como puede verse en las obras de Cristóbal de Villalpando conservadas en el Museo de Arte Colonial, La Antigua Guatemala. El traslado de la capital, del Valle de Panchoy a La Ermita, y el cambio de nombre de la urbe que ordenó el rey Carlos III, de Santiago de Guatemala a Guatemala de la Asunción, ocasionaron que disminuyera el esplendor de la celebración pues la fiesta de la Asunción cobró auge, con una importante feria ganadera que se efectuó desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Esto no hizo disminuir las actividades religiosas en el templo catedralicio sino las actividades festivas. Los puestos de venta frente al atrio de la Catedral no podían competir con todas las actividades que se realizaban en agosto, que se convirtió en mejor escenario para lucir atuendos de la otrora importante fiesta de Santiago. Al finalizar el siglo XIX, la fiesta disminuyó aún más. Los gobiernos liberales suspendieron numerosos asuetos de origen religioso, como la fiesta de Santiago, por lo que se hizo cada vez menos relevante desde el punto de vista de actividad social. Incluso, otras actividades, como la visita al Padre Eterno en el templo de San Sebastián, eran más concurridas. Pero el patronazgo sobre la Catedral se mantuvo y, con él, la celebración religiosa. Al finalizar el siglo XX, la festividad secular fue revivida en La Antigua Guatemala. Sin embargo, numerosas poblaciones también fueron dedicadas al patrono de los reinos de España, entre ellas Santiago Atitlán, Santiago Sacatepéquez, Santiago Chimaltenango, Santiago Esquipulas, Santiago Cubulco, Santiago Zamora y Santiago Patzicía. A diferencia de la capital, las fiestas en estas localidades se han preservado y hasta fueron estimuladas por los gobiernos liberales, con la
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SE HAN CONSERVADO VARIAS DANZAS TRADICIONALES, ALGUNAS DE ORIGEN PREHISPÁNICO. finalidad de poder cobrar impuestos por las transacciones comerciales. En todas, invariablemente, se realizan procesiones con la imagen del apóstol. En Patzicía, se destacan las andas engalanadas con motivos heredados del antiguo arte plumario. En Santiago Chimaltenango y Atitlán, por ejemplo, las cofradías siguen siendo entidades protagonistas de las actividades, en la que los miembros pueden demostrar su servicio a la comunidad, tanto hombres como mujeres. En Cubulco, debido al estímulo de finales del siglo XIX, aún se realizan transacciones ganaderas de cerdos, cabras, vacas y caballos, organizados por días. En Santiago Sacatepéquez y Esquipulas se realizan con entusiasmo elecciones de reinas de diversas organizaciones, lo que se ha generalizado en otras comunidades. Esta actividad se inició hacia los años 1930, por influencia de costumbres estadounidenses que se introdujeron primero en la capital pero fueron de aceptación en el resto del país. Fue influyente la coronación de los reyes ingleses en 1936, que tuvo amplia cobertura mediática. De esa cuenta, se efectúan desfiles de carrozas en las que las reinas representan a sus organizaciones y el público las recibe con aplausos y vítores. Se han conservado varias danzas tradicionales, algunas de origen prehispánico. En Santiago Chimaltenango se ejecuta el Venado, danza propiciatoria para la caza y de respeto a la naturaleza, entrelazada invariablemente con el destino humano. Puede escucharse los instrumentos tradicionales, también de génesis prehispánica: el pito y el tambor. En Esquipulas, la danza es la de Moros y Cristianos, clara herencia hispana trasplantada al medio mesoamericano. A las orillas del lago de Atitlán, la comunidad tz’utujil celebra con la danza de la Conquista, variante adaptada por los frailes de la danza de Moros y Cristianos. Por su parte, en Cubulco se practica el Palo Volador, milenaria coreografía que recuerda a los nobles subiendo al cielo para ofrendar a la divinidad en nombre del pueblo y recibir instrucciones de lo alto, que se transmitían al bajar de nuevo a la tierra. La danza utilizada en Santiago Sacatepéquez es la del Torito, reinterpretación que alude a la llegada de animales exóticos, junto con la nueva religión.
Edwin Castro
Procesión de Santiago a caballo y a pie en andas llamadas “Las Plumas”
Las alboradas con música de marimba y el uso de pólvora son parte de la celebración. Además, en todas las poblaciones se instalan juegos mecánicos y se escucha la música de feria, es decir, la bailable que se encuentre en boga en los medios masivos, así como puestos de comida tradicional y foránea. La alegría se vuelve a sentir en estos lugares, recordando la fundación del poblado y la labor de los antepasados, sin los cuales no habría presente ni futuro.
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AGOSTO
La Nía Chabe venera el Abrazo y va a la Feria de Jocotenango Casi con la lengua de fuera la Nía Chabela, integrada al grupo de terciarios franciscanos, acompañaba la imagen de San Francisco de Asís, que había salido en procesión desde el templo titular con la intención de ir a visitar a Santo Domingo de Guzmán, era el domingo anterior al 4 de agosto. Aproximándose el cortejo, salían los ciriales y la Cruz alta del templo dominico, eran muchos los frailes terciarios de aquella orden. Entre campanas, pólvora y muchos aplausos, se encontraron San Francisco y Santo Domingo, se hicieron mutuamente la reverencia, era el tradicional abrazo que recordaba el encuentro en vida de estos fundadores de órdenes religiosas. Luego continuaban los actos programados para la fiesta titular de Santo Domingo y después no faltaban los tamales y el chocolate. El 11 de agosto, preparaba una docena de huevos para arreglarlos bien, en un cesto, y luego al día siguiente llevarlos a Santa Clara en su templo, sobrio y elegante, calle de por medio con San Francisco. No sin que antes le preguntaran qué haría con los blanquillos. Simplemente decía: -es fiesta de Santa Clara, y se los llevo como ofrenda para que no llueva el día de la Feria de Jocotenango.
Julio Zadik, Colección Estate Julio Zadik
El 15 de agosto, entre otra gente que no se perdía el día principal de la feria, había muchas como la Nía Chabela. Ella, por supuesto, pasaba todo el año pensando en esta fecha. La tarde del 14 de agosto, víspera de la solemnidad, la Nía Chabela tomaba camino para la iglesia provisional de Nuestra Señora de la Asunción de Jocotenango;
Rosarios tradicionales de feria
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José Manuel Mayorga, 2012
Desfile en la Feria de Jocotenango
asistía al último día de la Novena. Mucha tristeza y pena daba a la Chabela saber que antes había un bellísimo templo que fue demolido en época de don Justo Rufino. Rezaba y entonaba alabados con su aguda voz, la cual salía de lo más profundo de su corazón. La alborada de campanas y pólvora la despertaba, pero no solo ella era la motivada por el acontecimiento, pues todos en la casa estaban prestos para visitar la Feria de Jocotenango, estrenar trajes y sobre todo, ir a comprar artesanías, baratijas, dulces, y por supuesto, a divertirse. La Nía Chabe, vestida de pulcro blanco, con traje enyuquillado y reluciente, con listones celestes en las trenzas y en los adornos de su delantal, salía de la casa apresuradamente, cruzaba la Plaza de San Sebastián para salir a la Calle Real de Jocotenango. Eran muchas las personas que llevaban rumbo norte. En lo que caminaba rápidamente, apreciaba la frondosidad de la ceiba de la Plaza de Jocotenango. Al llegar a la calle principal del pueblo, sentía que había alcanzado la gloria. La algarabía la volvía loca al ver a tanta gente luciendo bellos ropajes, así como los coloridos trajes de los indígenas quienes, de diferentes lugares del país, ofrecían tanto los productos agrícolas como los artesanales. En pequeñas tiendas cubiertas por petates, con una mesa y silla de pino, los mercaderes ofrecían pepitoria, chancacas, toronjas, matagusanos, nueces y manías, exquisita dulcería tradicional que era la delicia de niños y adultos, y también de la Nía Chabe. Sentados sobre petates de Atitlán, indígenas de Chiantla, Huehuetenando vendían cerámica vidriada, pitos, y juguetería de arcilla de Totonicapán. Por doquier había rosarios de tusa de San Martín Jilotepeque. En canastas, los indígenas de Patzún ofrecían pan de maxtate envuelto en hojas. La Nía Chabe compró una canasta de Chiquimula, y poco a poco la iba llenando con lo que miraba, regateaba y compraba.
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Pero el gusanito que tenía adentro era porque quería ir a jugar a la polaca, y así, buscaba un salón que la convenciera. Pasó por uno en el que los premios eran de cristalería, loza y peltre. Se sentó después de un rato y, cartón y maíz en mano, escuchaba al cantador… y ¡lotería! Ganó con el primer cartón, pero no se imaginaba que el premio consistía en una bacinica de peltre. Con mucha vergüenza, la Chabe no sabía si aceptarla o no, pero se la llevó. Afortunadamente, solo llevaba una hermosa canasta a rebasar de recuerdos. Sombrilla no había llevado este año, pues como para el Jueves de Corpus no llovió, para la feria no llovería; así decían las gentes de antes que, a decir de la Chabe, se lo habían enseñado de niña. Y de verdad que no llovió. Pasó entre las ventas de ropa, muebles de pino, chinchines y jícaras. Cuando empezó a entrar al área de los comedores, al ver las grandes ollas de barro humeantes, sentía que le decían: -Nía Chabe, aquí está tu pepián. Sentada mientras le servían el riquísimo pepián de tres carnes, escondió bajo la mesa la nica de peltre y contemplaba las cositas que había comprado. De postre, abrió una tuna que había obtenido de una indígena del altiplano. –Barriga llena, corazón contento–, decía la Nía Chabe, cuando contempló a unos pilluelos subidos sobre los caballitos del carrusel. Como pudo saltó y agarrada de un paral, con canasta y nica, la Chabela se hacía girar entre risas infantiles. -Ay, Nía Conchita, que la Virgen de la Asunción pida a su Santísimo Hijo que nos permita venir el año entrante a celebrarla. Ya me voy para la casa, pues me duelen los pies-, decía la Pata de Chucho. Vaya que todavía faltaba para el día de Santa Rosa de Lima, la primera santa de Hispanoamérica, a la que visitaba en su Beaterio, que fue la Catedral Provisional.
Una mirada a nuestras tradiciones religiosas bajo las advocaciones de dos santos dominicos de gran devoción en Guatemala:
SANTA ROSA DE LIMA Y SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
Archivo Museo Nacional de Historia
Mauro Roberto López Aquino
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anta Rosa de Lima, declarada primera santa de toda América, Filipinas e Indias Occidentales por el Papa Clemente X el 11 de Agosto de l670 y Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores Dominicos, canonizado en 1234 por el Papa Gregorio IX, son dos figuras a las que se les celebra en diferentes departamentos, municipios y aldeas de la República de Guatemala, en unos, donde hay más tradición y en otros, donde la religiosidad es la que más destaca.
SANTA ROSA DE LIMA
Iglesia de Santa Rosa, posterior a los terremotos de 1917-1918
Fue bautizada con el nombre de Isabel, pero sus familiares la llamaron Rosa prácticamente desde su nacimiento por su belleza y por una visión que tuvo su madre, en la que el rostro de la niña se convirtió en una rosa. Santa Rosa asumiría definitivamente tal nombre más tarde, cuando entendió que era “rosa del jardín de Cristo”. Consagró su vida a la atención de los enfermos y niños y a las prácticas ascéticas extendiéndose pronto la fama de su santidad. Venerada ya en vida por sus visiones místicas y por los milagros que se le atribuyeron, en poco más de medio siglo fue canonizada por la Iglesia Católica.
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“LOS SANTOS SON COMO SEMÁFOROS EN LOS CAMINOS, QUE ILUMINAN Y ORIENTAN” Monseñor Javier Aris Huarte, Obispo Auxiliar de Lima
El 21 de julio de 1615 fue atacado el Puerto del Callao cerca de la ciudad de Lima por el pirata holandés Spillberg, quien amenazando y pidiendo la rendición de la ciudad, no logró entrar. Tanto los pobladores de Lima como los del Callao atribuyeron la retirada del pirata a las oraciones fervientes de Santa Rosa, siendo esta la causa de que pintores y escultores coloquen un ancla en su mano. Santa Rosa de Lima es patrona del departamento de Santa Rosa, que se encuentra en la región sudeste de Guatemala, cuya cabecera, Cuilapa, es conocida por sus habitantes como el ombligo de América por encontrarse en el centro del continente. Los primeros habitantes de la región en la época prehispánica fueron los xincas, quienes ocuparon todo el territorio desde la costa del actual departamento, hasta las montañas de Jalapa.
BREVE ESBOZO HISTÓRICO El señorío xinca fue uno de los más aguerridos y valientes durante la conquista española en el siglo XVI. Sin embargo, el conquistador Pedro de Alvarado los tomó como esclavos para la reducción militar de Cuscatlán en la actual República de El Salvador. De este hecho se deriva el nombre del pueblo, el río y el puente: de Los Esclavos. De este último se cuentan historias de espantos, aparecidos y ánimas en pena, las que son abundantes, entre las que existe la leyenda del puente, en el municipio de Casillas, que cuenta que el diablo lo construyó en una sola noche, a petición de un esclavo. Con la llegada de los europeos, los indígenas xincas fueron extinguidos y los habitantes españoles y criollos se asentaron en esas tierras fértiles. Por esa razón histórica, en la actualidad la población del departamento es de clara ascendencia mestiza y ladina vieja, con conexiones muy directas con los primeros hacendados y ganaderos hispanos.
En el municipio que lleva el nombre de Santa Rosa de Lima se encuentra una Iglesia colonial construida alrededor de 1752, por frailes franciscanos llegados a esa región por esa época, mientras que en la cabecera departamental se erigió una iglesia que actualmente es la sede episcopal del pueblo y que está dedicada al Niño Dios. Cada municipio o aldea celebra su fiesta religiosa con fuerte influencia hispana. Se realizan los tradicionales jaripeos, corridas de cintas y palenques o peleas de gallos que por lo general son amenizadas con música. La fiesta ganadera es importante y se extiende por todo el sur y demás regiones. La fiesta patronal de Santa Rosa se celebra a finales de agosto, principiando la novena la última semana para finalizar el 30 del mismo mes, aunque la Iglesia ha cambiado dicha celebración al 23 de agosto con el nuevo Santoral del Concilio Vaticano II. Como parte de la tradición, todavía se llevan a cabo los famosos bailes de Moros y Cristianos, los del Torito y Caballitos y el del Venado, entre otros. En su tiempo se realizaban con mayor algarabía, pero hoy en día, las propias cofradías que mantenían las costumbres y tradiciones de nuestros pueblos, por su especial importancia como parte del desarrollo cultural y social de la región, han desaparecido debido a los fenómenos sociales de las estructuras de los grupos indígenas.
VILLA DE SANTO DOMINGO DE MIXCO Festejos de su celebración patronal La fiesta patronal dedicada a Santo Domingo de Guzmán se remonta a los primeros años de su fundación por el conquistador don Pedro de Alvarado en las faldas del Cerro Alux, después de haber triunfado en la guerra contra los Pocomames en 1526. Posteriormente, el Obispo de Guatemala Francisco Marroquín, a solicitud del conquistador, pidió a la Orden de los Dominicos que enviara frailes para que tomaran posesión de los pueblos recién fundados. Fue así como en 1532, vinieron los padres Dominicos y le dedicaron la Parroquia de Mixco a su Santo fundador Santo Domingo de Guzmán y a Nuestra Señora del Rosario, la que ha sobrevivido gracias al fervor del pueblo de Mixco, con casi quinientos años de existencia.
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Con motivo de la fiesta patronal de Santo Domingo de Guzmán, se lleva a cabo la feria con desfiles alegóricos. Éstos son organizados por la Municipalidad y la Comisión de Cultura que se prepara para estas festividades y en las que participan representantes del municipio y grupos de los diferentes convites y por supuesto la comunidad que está presente. Las ferias son motivos de intercambios comerciales formales e informales, sociales y religiosos, donde la diversidad cultural de Guatemala se manifiesta en todo su esplendor. Mixco no es la excepción, ya que las danzas tradicionales de Moros y Cristianos, así como las danzas del Torito, de la Conquista, la de los Pajes de Francia y la de los Españoles siguen decorando e iluminando la feria desde hace más de 300 años. Se degusta el pan de maxtate, los panitos, las manías y las sabrosas golosinas que no hacen falta en las ferias. Por otro lado, los convites son un preámbulo en todas las fiestas patronales que se celebran con bailes y disfraces con el fin de preparar el paso de la procesión con la imagen del Santo Patrón.
Con la Reforma Liberal de 1871, el gobierno de Barrios expropió todas las propiedades a las cofradías y a la Iglesia Católica, por lo que la cofradía de Santo Domingo perdió su fuente de ingreso. Hoy, la cofradía es conocida como la de San José la Comunidad, con algunas tierras comunales. Para celebrar de la mejor manera a su Santo Patrón, los cofrades se organizan antes de las fiestas visitando hogares y aldeas portando un pequeño altar, donde descansa el rosario del Patrón, rodeado de flores silvestres. Cada persona que da una limosna toma un pétalo del altar que luego deposita en su terreno para que los bendiga el Tata Mingo y les dé una buena fiesta.
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Según el Concilio de Trento, a los Santos se les festejaba el día de su nacimiento, por lo cual Santo Domingo se celebraba el 4 de Agosto, pero con las reformas del Concilio Vaticano II, los santos se celebran el día de su muerte; en este caso quedó establecido el 7 de agosto. Sin embargó a Santo Domingo se le sigue celebrando el 4 ya que los cofrades siguen pensando que se debe de respetar la tradición de conformidad al siglo XVII.
Templo y plaza de Santo Domingo Xenacoj
Edwin Castro
Edwin Castro
Capitanas o texeles de la cofradĂa de Santo Domingo, Sacapulas, QuichĂŠ
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LA FERIA DE
JOCOTENANGO
Tiro al blanco
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Luisa González-Reiche
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José Manuel Mayorga , 2012
na rueda de chicago, una montaña rusa, los puestos de frituras brillantes, los regalos plásticos –que han sustituido a las artesanías populares– y los juegos de tiro al blanco hacen una mezcla de tradición y de influencia de la cultura del consumo. Los olores del aceite de los churros, del atol y de los panes con pierna en los puestos a lo largo de la Avenida Simeón Cañas y frente a la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción son característicos. Sumergirse en la Feria de Jocotenango es entrar a un teatro de ilusión, un lugar donde el tiempo y el espacio se transforman o desaparecen. Lo mismo sucedía en la época de “las mulas, las danzas, las mercaderías y la gran concurrencia” que describiera Domingo Juarros, refiriéndose a la primera feria de Nuestra Señora de la Asunción de Jocotenango, en las afueras de La Antigua Guatemala, trasladado al Valle de la Ermita tras los terremotos de Santa Marta junto con la ciudad, por ser considerado pueblo auxiliar.
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Como pueblo de indios, Jocotenango tenía sus guachibales como se le llamaba a los ritos idolátricos realizados por los indígenas a escondidas de los religiosos. Los rituales que, mezclados con un nuevo entendimiento de la cosmovisión por medio de la enseñanza cristiana, dieron lugar a nuestras tradiciones y forjaron la cultura popular. A cada pueblo le fue asignado su propio santo patrono, cuya festividad coincidía con la fecha de alguna celebración precolombina. Al igual que los dioses prehispánicos, los santos venían a calmar penas, hacer milagros y ofrecer consuelo. La Feria de Jocotenango está dedicada a la Virgen de la Asunción, santa patrona de la Nueva Guatemala.
Rueda de Chicago
LA FERIA DE JOCOTENANGO ESTÁ DEDICADA A LA VIRGEN DE LA ASUNCIÓN.
JOCOTENANGO SE INCORPORÓ A LA CIUDAD EN 1879. La vida de los jocotecos –hombres dedicados específicamente a la albañilería, en la construcción de la nueva ciudad, y mujeres al abastecimiento del mercado y a trabajar de nodrizas, como apunta Ofelia Déleon– sería influenciada por la nueva feria que se realiza a partir de la inauguración del pueblo, en agosto de 1804. Las solicitudes de concesión de tierras de 1825 reflejan el inicio de la entrega de terrenos, que luego se convirtieron en propiedades privadas. En su libro Cuadros de Costumbres, escrito en 1862, José Milla escribe: “La plaza y la calle principal de Jocotenango presentan el espectáculo más animado y pintoresco. Millares de personas en condiciones diversas y de trajes tan diferentes, se empujan unas a otras (...) Las vendimias se ostentan por todas partes en ordenado desorden, bajo las anchas sombras de petate. Aquí las mesas cubiertas de vasos y garrafas de agua loja; allí los dulces, ofreciendo a las moscas gratuito y espléndido banquete (…) Todo se ofrece abundante y barato a los aficionados, menos las nueces de Momostenango que este año están tan escasas como el dinero y como el buen sentido.” El Hipódromo del Norte surgió con la Revolución Liberal, sumándose a las diversiones del área las carreras de caballos, especialmente dedicadas a las clases más acomodadas. Jocotenango se incorporó a la ciudad en 1879. De ese modo se fue desarrollando una estrategia de inclusión de los pobladores y unificación administrativa. Poco a poco la celebración de la feria se fue transformando. Antonio Batres Jáuregui escribió: “Cuando yo era niño me embebecía con el bullicio del corpus de Jocotenango, al ver la altísima ceiba convertida en esbelto altar agreste, lleno de frutas, flores, banderas, pájaros y adornos (…). Un pueblo sin ínfulas de grandeza, era feliz viviendo en apacibilidad campestre. Allí, junto al templo existió el cementerio de la aldea, con sepulturas humildes y arrevesados epitafios. Aquel caserío acabó, cuando en 1874, fue destruida la iglesia y
arrasado el camposanto. En seguida, levantóse un hipódromo suntuoso, en el cual hubo memorables carreras de caballos magníficos…” Estrada Cabrera le dio a la feria un nuevo enfoque. Evento de gran expectativa para los grupos beneficiados por el régimen, se sumaron a las carreras de caballos, los juegos de azar, un desfile de carruajes de lujo y transacciones de ganado, así como el Templo de Minerva, construido en 1899. El carácter religioso y sincrético de la feria fue poco a poco sustituido por el proselitismo y la construcción de un nuevo imaginario, centrado primordialmente en el consumo. El Diario de Centroamérica del 18 de agosto de 1905 publicó: “La iglesia humilde no queda ni en cimientos, donde antes se asentara un pueblo de á saber que raza de indios; las chinamas se ven chatas, feas y grotescas al lado de los chalets”, mientras que el tiraje del 13 de agosto de 1919 habló de una feria muerta: “Fallecida, pues, la fiesta popular, muerta la feria y agonizante la divierta por falta de juegos de azar, la feria agostina quedó reducida a la compra-venta de camuesas y chancacas, lo que francamente, no halaga para llegarse al antiguo pueblo de la Asunción de la Virgen”. En los años treinta se intentó darle de nuevo un carácter indígena como atractivo principal, con un nuevo programa de actividades folclóricas mientras que para la época de la revolución se hizo referencia a ésta como una “feria de antaño”. Aún así, la feria sigue siendo hoy la más importante de la ciudad, significando para la zona una ruptura de la rutina cotidiana y la inmersión total en una tradición que se niega a caducar. El término folklore, adoptado por William J. Thoms en 1846 se refiere al conocimiento histórico y antropológico presente, no sólo en las “antigüedades vivas”, como él decía, sino en la “sabiduría popular”. Lo que el pueblo sabe es fundamental para la comprensión de una cultura. Nuestras ferias son un reflejo de nuestro ser colectivo, la manera como nos entendemos a nosotros mismos, como ciudad, como guatemaltecos, como cultura. Esa cultura es producto de nuestra diversidad y contrastes. La Feria de Jocotenango es así el recordatorio agostino de las diferentes cosmovisiones que más que hacer entrar en conflicto, enriquecen a nuestra sociedad. Siguiente página: Dulces típicos de feria
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Gustavo Castillo Loarca
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JULIO ZADIK Estuardo Porras
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PHOTOESPAÑA 2015, ACERCARÁ LA OBRA DE ZADIK A UN PÚBLICO QUE APORTARÁ A UNA HISTORIA POR DESCUBRIR, ABSORBER, DIGERIR Y ESCRIBIR.
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Julio Zadik, Colecci贸n Estate Julio Zadik
U
na mirada apresurada a una imagen de Zadik es capaz de transportar al observador casual a cualquier rincón de Guatemala, una Guatemala olvidada y a su vez muy extrañada, tanto por generaciones que le conocieron a sus inicios, como por aquellos que la han heredado con el pasar del tiempo. Nos
muestra un paisaje similar al nuestro, que a lo lejos nos permite ver una Guatemala más sencilla, más limpia, más noble; una Guatemala detenida en el tiempo para la posteridad. Una mirada detallada a la misma imagen permite al observador diligente extraer de esas escenas sencillas, una complejidad sin precedentes. Eso es Zadik, complejidad extraída de la sencillez cotidiana. Para mí, es el abuelo, que al descubrir su trabajo fotográfico, me revela una complejidad humana muy difícil de descifrar. Fue un individuo con un filtro muy agudo, consciente de que el tiempo era escaso, por lo cual penetrar a su mundo requería de una sensibilidad y educación que permitiese un intercambio entre ambas partes. Sencillo de naturaleza, pero complejo de raíz, Zadik era capaz de sentarse frente al televisor y deleitarse con la genialidad del Chavo del Ocho, o dedicar incansables horas a la lectura, la música y al deporte. Fue un industrial, fisiculturista, boxeador, clavadista, velerista, ávido lector, amante de la naturaleza y músico; es casi incomprensible cómo logró dedicarle tiempo a su verdadera pasión: la fotografía. Su familia siempre estuvo cerca, pero a una distancia prudente que le permitiera el espacio que requería su complejidad. Es imposible pensar que Zadik no fuera un hombre egoísta; hacer tanto en una vida que resultó ser tan corta, requirió priorizar intereses que en muchos casos no estaban en sintonía, sino en paralelo con sus seres queridos. Afortunadamente, Zadik pudo contar con una familia que le otorgó ese espacio, que él aprovechó al máximo sin descuidar el lugar que su familia y sus seres queridos poseían. Para algunos, fue suficiente, paro otros, escaso y para muchos, nulo. Sin embargo, para todo aquel que le conoció, la huella que quedó impresa es tan poderosa como la de sus imágenes; sencilla, profunda y trascendente, en otras palabras, compleja. La calidad del trabajo de Julio Zadik es indiscutible. Referentes del arte como Susan Kismarik, Peter McGill, Spencer Throckmorton, Elvis Fuentes, Alejandro Castellote, Claudi Carreras, entre otros, han impulsado la salvaguarda y puesta en evidencia del trabajo de este maestro de la fotografía. Fotógrafos del calibre de Juan Manuel Castro Prieto, Luis González Palma, Gabriel Figueroa, Jaime Permuth y Andrés Asturias han aportado insumos para rescatar y entender la maestría detrás del trabajo de Zadik. Basta con solo estar expuesto a las imágenes vintage que el propio Zadik imprimiese para comprender por qué hoy Zadik se perfila como parte de un selecto grupo de fotógrafos considerados maestros de este arte. Bien lo vaticinó el propio Carlos Mérida en 1948 al escribir un texto para una de sus exhibiciones, colocando a Zadik a la altura de Man Ray, Cartier-Bresson, Edward Weston, Ansel Adams, Manuel Álvarez Bravo y
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Paul Strand. La relevancia de éste, mi simple abuelo, como fotógrafo de talla global, es una realidad. ¿Pero quién era en realidad este Maestro? ¿Puede alguien incluso ufanarse de conocerle? Y me refiero a conocer al genio que fue Julio Zadik. Yo puedo dar fe del abuelo, del consejero, incluso aún del responsable de sembrar en mí muchos de los intereses que hoy poseo. Sin embargo, al igual que la mayoría de personas que le conocieron, carecí de la sensibilidad y educación necesarias para lograr un intercambio que me permitiese con autoridad jactarme de conocer al creador de tan majestuoso trabajo. Siempre supe que era fotógrafo, su equipo era parte de la familia; sin embargo jamás pensé que su trabajo fuese tan extenso, tan profesional, tan complejo y de tanta relevancia. Es más, éste no puede ser el resultado de una simple labor; es el resultado de una entrega total, de una vida, de una pasión vivida a su máxima expresión. De su vida, lo único que podemos hacer es dar fe del distanciamiento prudente y pactado que existió entre él y sus seres queridos, al igual que la existencia de su archivo que tan cuidadosamente conservó, prácticamente escondido de los mismos que le cedieron el espacio para crear. ¿Entonces pues, quién fue el Maestro Julio Zadik? No nos queda más que precisar a Zadik a través de su trabajo. Al igual que yo, su nieto, familiares, amigos, conocidos, y admiradores, hoy estamos expuestos a un Zadik que vivió entre nosotros para resucitar de entre los muertos. Es imposible que Zadik sea olvidado, al menos el Zadik detrás de la lente. Sin embargo, es imposible separar al Zadik que conocimos del que hoy enfrentamos. Juntos podremos encontrar los finos hilos que atan este magnífico telar. Unos aportaremos referencias históricas del hombre que fue padre, amigo, compañero, aprendiz, amante, y demás. Otros, tendrán que aportar lo que interpretan al conocer su trabajo, su dedicación y su maestría. Juntos, nos toca escribir la historia de un hombre sencillo que en su complejidad logró plasmar obras de arte que vivirán con nosotros para la posteridad. Hoy, Julio Zadik se expone a una audiencia diferente, una audiencia más precisa, más inquisitiva, más crítica, en fin, más amplia. PhotoEspaña 2015, acercará la obra de Zadik a un público que aportará a una historia por descubrir, absorber, digerir y escribir. Sus obras serán las narradoras de esta historia que para muchos es un enigma. ¿Cuántas horas fueron invertidas en la creación de este acervo? ¿Cuál fue el origen de su inspiración, su sentido del humor, sus temores y complejos, sus aspiraciones, en fin, todo aquello que coadyuvó en la creación de su legado? Está claro que amaba a Guatemala, pero su curiosidad traspasó fronteras, creando en tierras prestadas imágenes impresionantes, que solo confirman que es precisamente en su arte que podremos entender quién fue Zadik realmente. Para mí, un abuelo formidable, por el cual, al igual que muchos, tuve que sacrificar una relación para dejarle ser quien llegó a ser: el Maestro Julio Zadik.
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FUNDACIÓN G&T CONTINENTAL ACTIVIDADES REALIZADAS DE ENERO A ABRIL 2015
ENERO Exposición El Sueño Interrumpido El 14 de enero se inauguró la primera muestra del año con 84 obras de artistas nacionales en la Galería del Centro y en las galerías del Centro Cultural Municipal.
Visita de la señora directora de UNESCO, Irina Bokova El 18 de enero se le hizo entrega de la Orden del Arrayán a ella en lo personal y a UNESCO como institución en la sede de nuestra Fundación.
Entrega del libro Agua y Energía El 27 de enero se presentó a su autora Roxana Ávila, en la Galería del Centro.
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FEBRERO Exposición SoloGuate El 4 de febrero se inauguró la muestra del fotógrafo Rolando Estrada en la Galería del Centro.
Homenaje al maestro Roberto Cabrera El 25 de este mes, en el marco del XIII Festival Internacional de Cultura Paiz, la Fundación Paiz y la Fundación G&T Continental ofrecieron esta distinción a uno de los artistas plásticos más importantes del siglo XX con la inauguración de la muestra Cabrera sobre Cabrera en la Galería del Centro y Obras de Roberto Cabrera en el Artecentro Graciela Andrade de Paiz.
MARZO Exposición Entre Costuras El 11 de marzo se inauguró la muestra de grabado, pintura y pequeñas instalaciones de la artista Gabriela Alfaro en la Galería Guatemala.
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Exposición La Galería de Vallas 2014 El 19 de este mes se inauguró la exposición y primera subasta silenciosa del proyecto, organizado por el Distrito Cultural Zona Viva en la Galería del Centro.
Una Noche en la Calle de los Museos El 26 de marzo se llevó a cabo la actividad con la participación de un puesto de la Fundación G&T Continental y su Editorial Galería Guatemala a inmediaciones de los museos de la zona 13.
ABRIL Exposición Constructores de Ciudad El 10 de abril, en el marco del Festival Cultural del Paseo de la Sexta, se inauguró la muestra en colaboración con la Fundación Paiz y la Fundación Rozas Botrán en la Plaza de la Constitución.
Exposición Letra & Imágen El 22 de abril se inauguró la muestra colectiva de los maestros de la Escuela Municipal de Arves Visuales,en la Galería del Centro.
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ENGLISH TRANSLATION EDITORIAL From page 11
It is an honor for Fundación G&T Continental to continue with this small homage to Nía Chabela, a fictional character present in the narrations by chronicler Miguel Álvarez, to whom we had rendered tribute in the previous edition. In this edition, we continue browsing through Guatemala’s festive calendar, taken by the hand of this picturesque feminine figure who represents the most outstanding characteristics of women in the olden days. Her sensitive glance over the festive activities presented here is full of charm and devotion. This traditional journey not only brings us closer to the history and reasons behind the civilian and religious celebrations in this magazine, but also takes us on a pleasant excursion to the most representative places in Guatemala City, these being the Metropolitan Cathedral, the Main Plaza, the temple of El Calvario, Cerrito del Carmen, and others. This celebration of our current heritage in Guatemala City is commemorated in one of the traditions to which Nía Chabela bears witness: the Jocotenango Fair, around August 15th, the Day of the Virgin of the Assumption, patroness of all city inhabitants. And, although it was in the city that she felt familiar, it is important to mention that she also was familiar with and yearned for the festivities of several neighboring towns, such as Amatitlán. The reader will again approach, in the way Guatemalans celebrate and continue to celebrate, the most significant days in the months of May to August. Some of these traditions to be seen through the eyes of Nía Chabe are: the Day of the Cross, Pentecost, and Mothers’ Day in May; the Day of St. Anthony of Padua, Corpus Christi, Army Day, and Teachers’ Day in June; the Day of El Carmen and St. James the Apostle in July; and the Day of St. Dominic, St. Rose of Lima, and the Jocotenango Fair in August. The authors of the articles complementing Nía Chabe’s journey provide academic and historical support to her experiences. This edition is enriched by essays provided by Lorena Castellanos, Aníbal Chajón, Rodrigo Fernández, Luisa GonzálezReiche, Mauro López, Jaime Moreno, Estuardo Porras, Bibi Rubio, and María Elena Schlesinger. We thank all of them for their valuable participation. Estuardo Cuestas Morales
NÍA CHABELA
Miguel Álvarez / From page 13 Nía Chabela continues her adventures, enjoying the feasts and traditions that take her all over the city. The reader will be learning about Guatemala’s festivities hand in hand with Isabel, who could be like any of those women ripened under the sun of the New Guatemala de la Asunción. Chabela was from the 19th century, raised with the catechism, and under the household rules that adopted her as a child. She found herself in a home of sanctimonious people, those frightened by any change. In spite of certain graces, proper of mestizas, she never had a boyfriend, although the church’s sacristan made her lose her breath, so they sometimes told her. Nía Chabe went out with her huge black cloak covering her memories; she would walk through the cobbled streets of that city of cupolas and towers, temples and convents, tile roofs, balconies, and patios with fountains and flowers. The New Guatemala de la Asunción that saw her being born around the times of Tata Lapo [a character from Guatemalan history who lived in the 1800’s], and truthfully, those were the times of the Conservatives such as Rafael Carrera, around the
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year of the Lord, 1855, so calculated the family who took her in, residents of San Sebastián district. As a child, she was raised in the Catholic faith; she made her First Communion in the neighboring parish; she saw quite a few things; she reached the fullness of life; and then, reached old age. She placed God first with ingrained Christian faith and moral principles every moment of her life. Time went by; she never went farther than Guarda Viejo; and her wish was to see Antigua Guatemala. Every stagecoach passing urged her to hop on board and go see the ruins. She enjoyed the city and its churches, attending particularly the feasts; she did not miss a procession or a rezado [a procession with continuous prayers]; Corpus with its pepián; walks around El Amate or Los Naranjalitos. To tell you the truth, Nía Chabela enjoyed more than anyone the yearly ritual novoguatemalense [of the new Guatemala], among Christmas nativity scenes, and processions, novenas, and ceremonies, colors, fragrances, and flavors. She lived into the 20th century, so long-awaited, and passed away a few years after the earthquakes of 1917 and 1918, suffering appallingly not because of the scare and the tremors, but at the sight of the elegant cupolas and towers on the ground. Pata de Chucho [someone who goes out often] left us as she wanted to, confessed and praying for Saint Joseph’s company through such a tremendous passage without escape. Those walks of Nía Chabe left a trace on the cobbled paths abraded by the pennants’ steps, covered now by asphalt, but still there… with traces of horse hooves and cartwheels. Her cloak was lost in the night that shrouds the city.
MAY
THE CROSS, THE KITES OR SMALLTAILED HAWKS From page 14 St. Joseph is the patron saint of carpenters; St. Lawrence of cooks; St. Bartholomew of leather tanners; and so on and so forth, endless patrons of guilds. This was a preocupation of Nía Chabe, since she saw in these an association by way of activity. But the Cross is the patron of masons,” she said. “Why is that? Oh well, that’s the way it is.” She was so happy having passed in front of a house in construction near the Callejón de la Soledad (The Alley of Solitude), in which she had seen a cross adorned with many pieces of tissue paper of various colors, with streamers and candles, flowers and incense. And so there were altars made by the masons on May 3rd, their feast day, all over the site. But Nía Chabe was sad because she could not go to celebrate the Infant of Atocha, as the Christ Child of the Lake was called. She heard the train whistle, ah, with such nostalgia; in two hours she could be attending the procession at the lake, but she had so much to do. She hoped that Nía Chila who was going would bring her corn-husk necklaces and marzipan from that lake community. Nía Chabe took care of a patio surrounded by wood columns on stone bases, the lower level of the corridors, with a tile roof and a fountain in the center. It had potted plants and trellises from which a green world grew and flourished: many-colored flowers, plumbagoes, Carlota roses, azaleas, geraniums, and so many flowers with which the Lord has blessed the eternal spring of Guatemala, butterflies and hummingbirds. Nía Chabe also enjoyed the sweet sound of the water from the fountain. With a guacal or small pale, she would lightly sprinkle the plants, greeting and talking to them, removing the dry leaves and placing them
in the soil to fertilize it. She would cut the large geraniums and replant them, boasting her “green thumb.” She wouldn’t let Lola do this, since she convincingly exclaimed that Lola had a “hot hand,” that is a bad touch that would ruin the planting. It was already the fifth month of the year and, since April 16th, the date indicated by tradition, she expected the passage of the azacuanes or kite hawks, flying in from the north with the rains. Nía Chabe looked forward to their arrival like the rain in May, above all for the benefits they brought upon farming and life. As she watered the rose bushes, she threw water on one of the workers while exclaiming excitedly: “Here come the azacuanes, the rainy season is near!” With amazement, they all saw the multitude of birds fly by, as welcome as the water itself. With the passage of the azacuanes and the imminent arrival of the rainy season, thanks must be given to God and, above all, He must be asked for abundance of water and harvest from the land. May the millenary milpa (corn) and frijol (black beans) never be lacking at the table. Sure that the rainy season was near, Nía Chabe was preparing for the next religious activity, related to the rain and good harvests, established by Guatemala’s City Council since the mid-seventeenth century: the plea for rain before the image of Our Lady of Succor which, from the initial years of existence of the city of Santiago de Guatemala, has had her chapel in the Cathedral. One novenary period prior to the second Sunday of May was verified at the Metropolitan Cathedral, all nine afternoons attended by pious Chabe. On the high altar the image of Our Lady of Succor, transferred from her chapel, was placed on a tall throne. She wore an embroidered dress and robe, the most curious of her adornments being the diamond and emerald lizard broach, pinned to the robe, recalling legends and chronicles such as the intent to steal the little animal in 1660, and the moral of the thief who was trapped by the lizard when he sneaked into the Virgin’s chapel in the very late hours of the evening. The thief was caught redhanded the next day by the chaplain and freed from his unlikely captor. The afternoon of the second Sunday of May, the bells of the Cathedral rang; later, the historical plea for rain was organized, presided by the Church Council: Archbishop, secular and regular clerics, as well as the Seminary of Our Lady of the Assumption, singing psalms and litanies, wearing purple robes as a symbol of penance. On a silver processional stand and beneath a canopy, Our Lady of Succor was carried, amid a sepulchral silence, broken only by the side and snare drum, dominating the atmosphere, the chorus reverberating in the deepest chords of the soul. The entourage paraded to a church and, upon its return, Vespers were prayed. The procession returned to the Cathedral as rumbling thunder was heard and reflections of lightning could be felt. After the processional stands were placed on the high altar, the Salve was sung, Nía Chabe left running, because the results of the plea were beginning to take effect.
CELEBRATIONS OF THE CROSS
Jaime Moreno / From page 17
One of the most deeply rooted celebrations in Guatemalan society is the 3rd day of May, the feast of the Cross. Although it is not present in the collective imagination as other festivities, such as Holy Week, the Month of the Rosary, and the Feast of Assumption, the Day of the Cross constitutes a strong popular tradition within the commemorative calendar in the city and its surroundings. For such a day, being the Construction Worker’s Day, the social ritual system determines that in active building constructions a cross be set up in a visible place of the installations. The crosses acquire a festive dimension representing a manner of appropriation by the construction guild; they are manufactured with bright colors and recycled materials such as tissue paper placed in small strips. Additionally, the cross is placed on an altar with diverse offerings such as candles and fruits; fire cracker rockets are launched and liquor is consumed during the day as a symbol of the festivity. The origin of the Holy Cross commemoration goes back to the beginning of the expansion of Christianity, during the era of Constantine. According to tradition, the Emperor was having difficulties to defeat a barbarous advance in the Danube, and, in the midst of desperation, he saw a brilliant cross in the sky with a message “with this sign you will overcome.” Constantine placed a cross at the head of his army and achieved victory. This motivated him to convert to the new religion and, after being baptized by Pope Eusebius, he sent his mother, Saint Helena, in search of the original remains of the Sacred Cross. She travelled to Jerusalem and after several excavations, one 3rd day of May, found the precious object. Although currently the church celebrates the Cross on September 14th, popular tradition continues remembering the original date. Also, since several groups of workers participated in the discovery which implied digging in constructive stratum of past centuries, the Cross became with time a fiat for construction workers as well as archaeologists, becoming the 3rd day of May the official day for both professions in several countries. As for the tradition of placing decorated crosses on that day, it seems to come from the far lands of Andalusia, Spain. In the Andaluz city of Seville it is accustomed to manufacture and decorate crosses with flowers during the month of May, along with a series of rituals and dances around the sacred object of Christianity. During the times of the Colony, thanks to the conquerors’ original countries, this practice came to the American continent. The celebration of the Cross is today one of the most practiced rituals in Latin America and one of the festivities with the most homogenous characteristics in the region, not only in urban centers but also in rural zones, where crosses are manufactured with local materials. In Guatemala, tradition seems to be strengthened by relics of the Holy Cross. These objects known as lingus crucis, considered fragments of the original Cross of Christ, are placed in sumptuous lockets of gold, silver and precious stones. In accordance with ecclesiastical sources, there were three of them in the country: one in the Metropolitan Cathedral, another in La Parroquia (in a wooden panel), and one more in San Francisco (in a silver panel). Currently only the two latter ones are kept intact although in a very bad state of conservation.
THE FAIR OF THE CROSS IN AMATITLÁN The 3rd day of May is also a date of celebration in the nearby regions of the city. One of the highlights in particular is the Fair of the Cross celebrated in Amatitlán (a borough 28 kilometers from the district of Guatemala). Here, the celebration honoring the “Child of Amatitlán” is held. This is an image from the 17th century which various researchers identify as “the child of Vera Cruz” because he is holding a cross in his hand. Apparently, the tradition of this celebration in the region began with the transferring of the image from Pampichí (the original colonial settlement in the zone) to San Juan Amatitlán (current location) in 1689.
The commemoration’s main element is the aquatic procession taking the replica of the original image, which is called “el zarquito” for its light colored eyes, over the waters of Lake Amatitlán. The practice of this singular processional trajectory goes back to 70 years, during the 1940’s. Since then, it is the cultural reference for the Day of the Cross local festivities. Early morning, the procession leaves the church on a wooden plank and goes through the city’s main streets towards the lake’s commercial beach. There, the image of “el zarquito” is placed in a rowboat adorned with flowers, and begins its way along the lake coastline. It is accompanied by many vessels launching fireworks and musical bands; as it advances through the coastline it is greeted with fireworks by the various properties adjoining the water shore. Thus, it arrives to the place known as “the Child’s chair”, a rock formation with a cross. The image is placed here and many small vessels come from the beach to honor and present their offerings. As night falls, the Child is taken from the site and again in the rowboat back to the beach, where it is placed on its wooden plank and heads back to the church. Commemorations related to the Child of Amatitlán have an effect in the region’s economy. The titular local fair celebrated during these dates has gradually become an unequalled opportunity of commerce for the zone. Currently, products found in diverse shops come from all over the country and the event lasts two weeks because of the great amount of merchants turning up, as well as hundreds of pilgrims from all regions who visit the city for this celebration. In short, traditions of the Day of the Cross in Guatemala are diverse and rich with intangible legacy. From the placing of crosses in building constructions to the aquatic procession of Amatitlán, these festivities link our current society with its colonial past with the same basis of social and religious system which contributed to shaping our current Guatemalan identity.
MOTHER’S DAY CELEBRATION Bibi Rubio / From page 20
Reference about the beginning of our life is a constant in our thoughts. Searching for our origins has been a key element in the development of civilization. The relationship between a mother with her offspring is intimate, generally among animals; images of a bird feeding its young ones comes easily to our mind, a huge whale guiding her baby whales through the seas, and a bear caring for her whelps. Human beings have searched for and honored their origin from time immemorial. Fascination for the origin of life from the woman’s womb has been the object of art throughout time. Literature considers motherhood an important subject for writings, and countless music scores have been created to honor it. We are aware that the cult to motherhood exists since archaic generations in the shape of small figurines with bulging wombs. The Hellenes honored Rea, mother of gods Zeus, Poseidon, and Hades, which can be identified as sky, sea, and underworld, a generalized theme in several of those ancient cultures. Across the seas, in Mesoamerica, these three topics are vital to cosmogony. In South America there is the Pachamama, a female figure symbolizing creation, rebirth, and nature´s fertility. The Romans followed Greek tradition creating a special feast or celebration to goddess Cibeles, called Magna Mater. Upon changing to Catholic religion the worship to the Mother of God was established, along with its avocations and sundry commemoration dates.
associated to women’s eagerness to work outside the home, and to obtain the right to vote; it was then that Julia Ward Howe, a poet and revolutionary, wrote Proclama del día de la Madre [Proclamation of Mother’s Day]. In 1873, several cities in the United States celebrated a day dedicated to mothers. We reach 1907 with festivities more or less referring to motherhood, when Ana Jarvis, wanting to memorialize the second anniversary of her mother’s passing, organized something similar on the 12th of May. Thus, the second Sunday of May was designated for the celebration. In 1914 president Wilson declared it an official day of celebration dedicated to mothers. The date coincides with Spring Feast, the ending of the ancient Rome terrible Ides of March, and the celebration of the Month of the Virgin Mary for the Catholic Church. Having a day in May dedicated to the mothers of all inhabitants of the western world was gradually adopted by all nations in the world, although seaveral countries celebrate it on dates closer to their own traditions. In Guatemala, this celebration began to be mentioned in the 20th century, since 1935, by the Girl Scouts Association. They were the first to render special tribute on that day, taking gifts to Guatemalan mothers who were in jail, hospitals, and asylums. This altruistic movement was imitated by many reporters, and it is said that much publicity was made in El Imparcial newspaper, now extinct. Those who were children in the 30’s, tell us that schools did not hold special celebrations, yet they celebrated the Month of the Virgin Mary, and one of those days in a very simple way, they would honor mothers. We must remember that during those years the economic depression hit the country. Later, during the 40’s, in schools either religious or not, students were reminded of Mother’s Day, by decorating cards, making cookies, and even assisting in home chores as gifts for mothers. During the 50’s, Mother’s Day in Guatemala was known as an occasion to remind mothers of their children’s care and respect. The 10th of May was designated to celebrate it. In schools, children would make cards or small handicrafts as special homework for the occasion, and some private religious schools celebrated mass. At the beginning of the 60’s it had become a specific celebration, the handicrafts had transformed into gifts for the mothers. Likewise, stores sold printed cards to give as a gift that day and the few cake shops in the city would announce something special for that day. In the second half of that decade, it was in fashion to carry out a small gathering of mothers in the educational centers; the children would sing and dance doing their very best with all their hearts. It was already important to make the gift for the mothers in manual arts class, in spite of how complicated those tasks could be at their young ages: cross stitched table runners, embroidered bread holders, table cloths with detailed edge, weaved shawls, and anything to challenge the teacher’s imagination and the student’s skills. During president Méndez Montenegro’s government, in 1968, the 10th of May was established as Mother’s Day celebration, and a holiday for working women. From that day onwards, working mothers have a holiday in order to participate in the celebrations organized specially for them. Handmade gifts are not in fashion anymore and commerce has greatly invaded the original meaning of the celebration.
From European popular tradition we can trace history with a celebration day dedicated to the real, physical, and particular mother of each man. We know that in 17th century England, one Sunday every year was dedicated to mothers; children went to mass, probably special food was prepared, and working mothers were allowed to be free for a family day.
Now in Guatemala, months before the date, schools start practicing the presentation´s choreography with exhausting rehearsals and excitement motivated by the 10th of May. It is important to acquire flower bouquets as exotic and unusual as each budget will permit. Gifts have become something of primary importance, and gradually, the dedication to elaborate gifts has changed to purchased selections. Families, in the urban centers, try to find a table in restaurants already mottled with diners.
During the final decades of the 19th century, women started to exercise prominence in society. This was
In summary, tradition and the initial motive of the celebration have become a festive and commercial
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event. Eagerness to honor the origin of life has been disguised as a package with big bows and showing off the family’s socio-economic level; yet, what is of utmost important remains constant: celebrating moms the best way possible. CONGRESSIONAL DECREE NUMBER 1794 The Congress of the Republic of Guatemala WHEREAS: The mother is the foundation of the family, and all moral principles and spiritual norms ruling all civilized countries come from her; WHEREAS: It is the State’s duty to render maximum distinction to motherhood by dedicating one day of the year to exalt it in the entire Republic, in order to strengthen in the Guatemalan conscience its high spiritual significance, as a source of perpetual inspiration. THEREFORE: By the powers contained in Section 1 of Article 170 of the Constitution of the Republic IT IS DECREED AS FOLLOWS: Article 1: The 10th of May each year is declared Mother’s Day. Article 2: Working mothers in the service of the State, or of private enterprises, shall enjoy a day off with payment of salary on the 10th of May. Article 3: This Government Decree takes effect on the day of its publication in the Official Journal. Let this be passed on to the Executive Organism for its publication and enforcement. Issued in the Palace of the Legislative Branch, Guatemala City, the first day of October, One Thousand, Nine Hundred and Seventy Eight. ANTONIO MORALES BAÑO, First Secretary EMILIO AVILA TORRES, Vice -President in official duties as President In the National Palace: Guatemala, Fifth of October, One thousand, Nine Hundred, and Seventy Eight. Let this by published and enforced. JULIO CESAR MENDEZ MONTENEGRO. President HECTOR MANSILIA PINTO, Minister of the Interior JOSE LUIS DE LA ROCA SANTA CRUZ. Minister of Labor and Social Security
WHIT SUNDAY OR PENTECOST
Rodrigo Fernández Ordóñez / From page 25
I. SIGNIFICANCE OF THE FESTIVITY The feast of Whit or Pentecost is, as many Christian celebrations, an overlapping of the original feast, modified in its significance but with certain intention of continuity from the previous one, so the faithful would adopt it easily. Whitsun is of Jewish origin, celebrating God’s giving of the Law to the chosen people on Mount Sinai. It had another meaning as well: to give thanks for the good harvest once Easter is over. It used to be celebrated 50 days after Passover of the Lamb, Whit or Pentecost derives from penteskoste (fiftieth). In the Acts of the Apostles it is told that on a morning, fifty days after Jesus’ resurrection, the Holy Spirit descended upon the disciples in the shape of tongues of fire. This constitutes Christianity’s most important moment, as the disciples received unction from the Holy Spirit and set out on their evangelizing mission taking Christ’s message to all the corners of the earth. That day the disciples revealed themselves as witnesses to the “good news,” the resurrection of Christ, thus, engraving in their hearts a new law, a new covenant. In the Catholic world, Whit is celebrated at the end of the seven Easter weeks, fluctuating therefore, between May 10th and June 13th. This is the moment in which the mystery of the Holy Trinity is revealed. Thenceforth, the fire acquires doctrinaire significance, symbolizing the Holy Spirit’s transforming power, while water represents the birth and fertility of life given in the Holy Spirit.
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II. WHIT DAY IN GUATEMALA In Guatemala it was necessary to adapt religious festivities in order to be easily accepted by the indigenous population whose Mayan cosmic vision was much closer to immediate events of their physical environment and quite removed from the complicated doctrine postulates of the new faith. Therefore, the undertaking missionaries had present the new religion in an attractive manner, so the natives would renounce their traditional cults. Nevertheless, people’s reaction was quite different to that anticipated; an interesting religious syncretism developed, most evident in the western highlands where major native concentration was established in which autochthonous elements were fused with new teachings. Not surprisingly, to foreign eyes the evangelical mission was described as a failure, as the old German traveler Karl von Sherzer stated in 1864: “…it is surprising the poor influence in natives’ hearts and convictions the Catholic Church, predominant during three centuries, has had in spite of the magic ecclesiastic apparatus and the tremendous means, at times cruel, at their disposal. Even today the majority of those dark complexioned inhabitants are pagan and not converted; and, if permitted, they would immediately revert to paganism…” To von Sherzer the fusion of ancient rites with the new faith resulted reprehensible. Nevertheless, the process followed evangelization methods developed by priests, and strongly rooted indigenous traditional beliefs. The Church, in its evangelizing efforts, made of the temples an active element of festivities; even during later times of Rafael Carrera, their atriums still served as plazas for secular activities such as theatrical representations or fairgrounds, maintaining links to the Church with faithful everyday life, while the indigenous population used those scenarios to continue with their traditional ceremonies, adapting new teachings. Tomas Gage, an English religious traveler who visited Guatemala during the 16th century, left us in his travel journals a beautiful scene, which could be the most ancient description of Whitsun in our country and a sample of the evangelization method implemented in Guatemala: “On Whit Day, another representation is set out in the Church, while the hymn of the Holy Spirit is sung and the priest stands at the altar facing the people, a dove adorned with flowers is placed on his head; during half an hour people constantly pull many flowers over the priest’s head from several knotholes prepared for that purpose, representing the gifts of the Holy Spirit; the natives present him with gifts as well.”
JUNE
ST. ANTHONY, CORPUS CHRISTI, AND JUNE 30TH. From page 29
“The soul does not grow old; it is always in plenitude,” Nía Chabela would say when the kids made fun of her for being part of the Association of the Youth of St. Anthony at St. Francis church, even though the other members were also advanced in age. That was no impediment to attend all the meetings, help the poor, and prepare the feast of St. Anthony on June 13th. Beginning at dawn the panito or roll of bread of St. Anthony was prepared to distribute among the needy who went to the Franciscan temple. Many people came throughout the day, especially eligible young ladies and women who would request a real coin from the gentlemen, until they gathered 13, and then deposited them in the saint’s bank, with the interest of asking that he bring them a novio or boyfirend. “Be careful not to put St. Tonito upside-down, even though you may be in much need,” Chabela would say. The secret, known by all, was not to request a
boyfriend from just any St. Anthony, because, depending on the church, you could predict his social condition: the image at the Cathedral would provide one with social status; the image at Santa Rosa or Capuchinas, one from the middle class; but the image at El Calvario gave you a handsome guy, although not so wealthy. However, they all had their devotees. And for lost objects, not just marriage, St. Anthony was also implored, for he helps find things. After the feast of St. Anthony came the Thursday of Corpus. At 11:30 of Wednesday morning, the small bells of the Cathedral, supported by the resounding Chepona main bell, would sound vespers of the festivity of Corpus Christi. Gunpowder exploding in the wind announced the grand event to all the neighborhood. Inside the temple, some members of the High Brotherhood of the Holy Sacrament and other associations had congregated to take care of final details to add splendor to the solemnity. In candelabra of wrought silver, candles and votive lights were placed, lovely flower arrangements, curtains, and banners, all illuminating the altar like a delicate garden. In the four corners of the cobblestone Main Plaza, well-known altar builders elevated high thrones for visiting the altars. Nía Chabe, accompanied by a young girl or patoja, arrived, carrying several handfuls of white gladiola and lilies, as well as baby’s breath that she had cut at home, and she made her way to the altar that year after year was decorated by her family. In the downtown residences, furniture, cristal, and porcelain were cleaned; curtains and rugs were dusted, since the Thursday of Corpus was an occasion for social reunions. The day dawned dedicated to commemorating the festivity of the institution of the Eucharist, an act carried out by Our Lord Jesus Christ at the Last Supper. This was a day for showing off new things: members of the capital city’s oligarchy would wear tails, top hat, and gold-tipped canes, while the ladies showed off their large petticoats covered in lively colored de gro skirts, silk embroidered scarves, and jewelry. They smelled of rich perfumes such as Murray & Lanman Agua de Florida or Jean M. Farina Cologne. Nía Chabe wore her brand new white organdy blouse and yellow percale skirt which she starched, just like her petticoats. She carried a black shawl and white apron, egg-yellow ribbons in her braids, and showy earrings that she had bought at the Jocotenango Fair the year before. They would march toward the Cathedral, where not even a pin could fit, with the Archbishop dressed as a Pontifical official and two canonical priests officiating the solemn mass: eulogy, a large orchestra and choir, incense, devotion, and vanity. Once the Holy Sacrifice was over, the Corpus Christi procession began to get organized. It was opened by the high Cross and candlesticks carried by altar boys; the parade was headed by the Church Council, parish priests of the city, secular clerics, religious communities, the seminarians, the High Brotherhood of the Holy Sacrament, and other organizations. When the Holy Sacrament, placed within a monstrance called La Preciosa, was carried by the Archbishop, under an elegant canopy embroidered in gold thread and silver rods, exited through the main door, a downpour converted into a deluge of flowers fell from on high of the Cathedral. Behind, a select group of local musicians and voices began singing the praises. The sacred parade headed toward the street of la Concepción and stopped at the first station, brimming with flowers, candles, and curtains under which the Holy Sacrament would pass, while the orchestra and choir interpreted motets and hymns, repeating the same ceremony at the following corners of the Plaza. Bells and firecrackers sounded throughout the procession, until the blessing was given with the Holy
Sacrament which remained exposed until six in the afternoon before thousands of followers who had arrived even from beyond the capital city. Nía Chabe carried with her the last of the candle with which she had lit the way for the Holy Sacrament during the procession; she made her way to the Main Plaza which was overflowing with vendors, Indians mostly, who offered fragrant fruit such as pears, apples, quince, peaches, plums, summer peaches, pomegranate, and other fruit with which the Lord blesses this land, as well as monkeys, doves, carriages, and buggies. Ah! There were also wooden toys from Totonicapán for the little rascals at home. The pesos and reales that she spent were the product of odd jobs with one specific purpose: market day at the Corpus. Saturday afternoon, she headed toward the Calle Real to see the celebration of the Giants of El Calvario church, four large figures of loose cloth and very picturesque, who danced to the rhythm of the marimba. Early on Sunday, she went again to El Calvario for the Corpus procession. She waited for it to begin right under the stairway and would be frightened with the Tarasca, a monster which opened the parade, like a serpent that represented human evil. She always tried to look her best, since she would not have liked anyone to tell her that she resembled the Tarasca. At noon, she visited doña Micaela, her companion from the Daughters of Mary, where she lunched a delicious three-meat pepián, stewed peaches with cherries, and a slice of quince preserves. Fortunately, she did not worry about her figure. The following Sunday, to honor her nickname, she went to the church of Candelaria where a neighborhood Corpus was celebrated, very solemn and accompanied by many people. But this “Girl about Town” also enjoyed the civic activities. One she liked very much was the celebration of June 30th which, although a commemoration of the Liberal Revolution of 1871, was an admirable display of military uniforms and, above all, gallantry accompanied by martial band music. The Royal Palace was decorated and many people attended. There was canon fire and the parade, that departed from the plaza, followed along the recently baptized street of June 30th.
CORPUS CHRISTI over the years Jaime Moreno / From page 32
The festivity of Corpus Christi or the Body of Christ is one of the most important dates in the Catholic liturgical calendar. It is a celebration dedicated to the Blessed Sacrament as the ultimate manifestation of the triumph of religion over heresy. Its origins go back to the Medieval age when, according to popular belief, the divine will of a feast around the Sacrament of the Eucharistic was revealed to two religious figures. Although this happened during the 12th century and the celebration dates from those times, it was until 1311 that the Council of Vienna ratified that religious expression and established it for Thursday after Trinity Sunday (60 days after the Resurrection). Henceforth the feast, as a processional cortege, was established to display the ecclesiastic greatness in an almost pedagogic attempt to restate its power. Although officially, by decision of Vatican Council II during the 20th century, the celebration date was changed to a Sunday, in many churches including the Metropolitan Cathedral of Guatemala, this feast continues being celebrated on Thursday, as tradition demands. The feast of Corpus has been present since the beginnings of Guatemala as a political, territorial and religious unit, the celebration at the Cathedral being of utmost importance. This activity is traced, in accordance with historical data, to the moments of the foundation of the country. The first reports of this expression are from 1530, when during a meeting
of the Ayuntamiento de Santiago [the city council] officially dictated the celebration. It can be assumed that in prior years the procession was celebrated in an incipient manner, in the midst of the settlement process in the New World. Also, it is recorded that, afterwards, the festivity was taken as a propitious day to carry out symbolic acts regarding religious matters, as occurred in 1543 for the arrival of the Blessed Sacrament to Antigua Guatemala, coming from Ciudad Vieja, to be provisionally installed in Santa Lucía Chapel while the cathedral was being built. In the 18th century, during the country’s colonial splendor, the feast of Corpus gained particular importance. During those years, even religious architecture was substantially modified to accommodate this sacred expression. “Capillas posa” were built in many churches. These were small covered spaces in corners of the plazas serving as a resting place for the processions. Also, historical records show that the amount of money invested in the festivities reflected the importance of that date in the social calendar; there is record of an expenditure of 1,200 pesos in Santiago for the acquisition of candles for the occasion. Without a doubt, Corpus festivities and its special procession became a spectacle worthy of admiration by locals and foreigners. In this sense, the magnificence of the religious act even inconvenienced some travelers on their way through the city. The English chronicler, Henry Dunn, who referred to the Guatemalan tradition of processional corteges as “splendid”, at the same time, advocated for them to me called “amusement activities” instead of “religious exercises.” He pointed out that the processions were numerous and the day in which no procession was celebrated would be very rare. Yet, it was the Corpus celebration that caught his attention. In accordance with Dunn who saw the festivity in 1828, stores closed and the city was paralyzed on Corpus day. Around 10 in the morning the entourage, preceded by a cavalcade and a military body, at a very slow pace left the Cathedral. Indigenous women would immediately appear with wax candles accompanied by a large drum. The cortege was followed by a small float carrying images of saints escorted by angels. Then, there was the Archbishop holding the Host under a canopy surrounded by clerics. The procession was closed by another group of army servicemen as escort. The tour covered the entire Plaza and the surrounding streets accompanied by fireworks. However, the opulence of the 19th century’s first decades, was struck by ideological conflict and prevailed in Guatemala during the post-independence years. The struggle between liberals and conservatives greatly affected diverse religious expressions, including Corpus celebration. In 1882, the liberal movement, already in power, prohibited every religious procession outside churches. This was a severe blow to the Cathedral festivity, since besides reducing its activity inside the religious premises, marked a rupture between the governing regime and the population, which until then, coexisted harmoniously during the festivity. From then onwards, the base composition for the Feast of Corpus was designed: music, religious literature in poetry, canopy, processional participation of giants, and la Tarasca [a figure of a monstrous serpent], arches, street carpets, fire crackers, toys, popular vendors, and dancing. Toys deserve special mentioning. Over the years, they became one of the most distinctive elements of the activity in the Metropolitan Cathedral. Although in the beginning the tradition of selling toys of diverse shapes was destined for children, the monkey and dove shaped figures are now the most rooted in popular tradition as proper gifts among lovers. Already towards the end of the 19th century we have news of boyfriends giving monkeys to their girlfriends. From the first decade of the 20th century doves appeared which girls gave to their boyfriends in reciprocity. Presently, the Cathedral Feast of Corpus is celebrated the Thursday cited by the liturgical calendar and represents a day of rupture in local daily life of the Historical Center. As in ancient times, the procession is held in the morning with tours around the Constitution Plaza. Although historically the tradition has had its ups
and downs, renewed interest and influx of devotees has been seen during the last years, counted in hundreds throughout the procession. That is the way in which monkeys, doves, food, and partying, accompany many Guatemalans during a celebration reaching its 485th year of being official in the country, really, the years Guatemala has existed as a nation.
SAINT ANTHONY
Aníbal Chajón / From page 36 The feast of Saint Anthony in Guatemala allows for a demonstration of faith and rooted traditions reflecting the affection rendered to the Italian Portuguese Franciscan. In spite of having a life of erudition and preaching, Anthony is recognized by Guatemalan Catholics as the saint of items lost, particularly pets, marriages or, at least, courtships. A saying: “If you don’t have a boyfriend, ask Saint Anthony,” became famous. Apparently, the relation between the Franciscan theologian with lost items and with animals is due to his name. Before being known as a Saint (just one year after his demise), Catholicism recognized another Saint Anthony, the Abbot, who lived during the 4th century in Egypt. He was a hermit who, because of his charity, was tended by a crow who regularly brought him a piece of bread; when the crow died, the abbot buried it with the help of other animals. He also cured some young wild boars and their mother took care of him for the rest of his life. For all this, the Abbot was considered Patron of all animals. Then, finding lost animals was the result of this patronship. Tradition asserts that a novice took a book of prayers, Anthony of Padua prayed to recover it, and the novice brought the book back, remorsefully. Anyway, the identification of both saints was made in Europe, before Catholicism was introduced in the American territory, after the Paduan changed his given name, Fernando, to Antonio in honor of the Abbot as he became a Franciscan. Furthermore, a miracle is attributed to the theologian related to a donkey or a mule. An opponent to Catholicism starved the animal for several days, and then, he showed him fresh pasture on one side and Anthony with a consecrated Host on the other; the beast went to the Saint, kneeled on his front haunches, and fed itself. With this, the unbeliever accepted the teachings of the Patavino [a native of Padua]. Instead, what has been proven as part of the Paduan’s life in the prosperous commercial cities of North Italy, is his sermon against greediness. This fact, fused with the Abbot’s miraculous bread tradition, made Anthony of Padua the Patron of Bakers. Thus, “panitos,” (small bread rolls) are prepared for the feast of Saint Anthony, purchased and kept as a relic during the entire year requesting that food not be lacking at home. A few years ago in Guatemala, desabridos [bread without yeast] in the shape of french bread were prepared, but now a days, bread of all variety is available in the market: conchas [shells], cachitos [horns], and others. Additionally, the original sense has decreased as a pious follower said: “they are gulped down”; they are not kept in a pious manner anymore. Another tradition related to the Franciscan is to collect 13 cents through charity (in memory of his demise date and feast, June 13th). It was considered a penitence for arrogant souls and a way to solicit that there be no shortage of family income, which is related to his sermon against usury. The donor should hand over the money right in the brush before the Saint’s image, preferably in a Franciscan temple, in the capital city: San Francisco church or Recolección church; his cult became so widespread that we find images of Saint Anthony in communities administered by Dominicans, such as Rabinal, and by Diocesan priests, such as Esquipulas. Through his sermons he solved numerous family conflicts, so he was taken as intercessor of couples issues, and from there, he is considered Patron of marriages and courtships. Related to this narrative and associated to the 13 cents penitence, there was another tradition. Young girls petitioning a boyfriend should gather that amount and deposit it in the Saint’s collecting box in the temple, coin by coin, praying
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for the suitable partner. From here, another custom developed, ‘to punish’ the Saint placing his image upside-down if the courtier could not find the intended sentimental companion. Thus, Saint Anthony’s celebration is held throughout Guatemala, particularly in the communities under his Patronage, among others, San Antonio Palopó and San Antonio Huista. As most feasts, it includes veneration to the image at the temple, procession, burning firecrackers, traditional music and festive activities, with mechanical rides, gambling, food sales, arts and crafts, making the visit to the communities during the three-day feast quite attractive to local and neighborhood visitors.
Democracy, since the era of the Greeks, is based on education of the individual. The capacity of a people to govern themselves stems from the understanding of themselves, of their nature, their history, their culture, their commitment to their country, and to the common good. Education is the fundamental guide.
TEACHERS’ DAY
ARMED FORCES DAY
As a result of the economic and social crisis in the early 1940’s, the end was approaching for several totalitarian systems, imposed for over half a century in almost all of Latin America. At the same time, as the Second World War was waging, the victories of the allies were spreading a new spirit of hope and valor, reflected in the famous Atlantic Treaty, signed in 1941 and communicated around the world. That same year, a modification to the Constitution allowed General Ubico, after 14 years of totalitarian government, to be re-elected in Guatemala.
Guatemala, as all the countries in the world, throughout the year celebrates a series of dates recalling diverse historical events and traditions. One of them is Armed Forces Day which not always was celebrated on the same date. It was established in 1929; that first time celebrated a military festivity. It was called Soldier’s Day and was celebrated the 19th of November each year. After the Revolution of the 20th of October, 1944, by President Juan José Arévalo’s Government Accord of November 21st, 1945, that provision was changed establishing the 22nd of December as Armed Forces Day.
Luisa González-Reiche / From page 39
Overall discontent and the new ideas, as well as the political pronouncements and altercations in neighboring countries against dictators also motivated defensive reactions on the part of Guatemalans. Following the destitution of the Dean and Secretary of the Law School in June of 1944 – positions immediately occupied by people in agreement with the dictatorship – university students began protesting against the tyranny in a “more open and defiant” manner. The students took to the streets declaring a strike demanding the resignation of the officials appointed. President Ubico declared a state of emergency and closed the university. The teachers made the same pronouncement, to express their rejection of the regime. For several days, there were passive strikes – remembered as the “working days of June” – and there were protest demonstrations in different schools of the university and other public offices, supported by lawyers, intellectuals, professionals, and persons in the private sector. On the morning of June 24, joining the dramatic demonstration of the students who were walking the city’s main streets, dressed in mourning, with their hands behind their backs, came hundreds of other people. At four in the afternoon, the “Memorial of the 311” was presented, demanding that the government re-establish constitutional guarantees, followed by another demonstration, even more numerous, that included people from every professional activity, students, businessmen, workers, housewives, and children, all shouting in unison as they passed sixth avenue: “Resignation!” The government responded with contingencies of police and armed soldiers. The next day, the crowd gathered downtown in the early morning hours. The National Guard detained several protestors and seriously injured others with phosphate bombs. The President made an effort to speak with the 311 signers of the memorial – influential professionals – but they refused to dialogue because they had not been granted minimal guarantees demanded. The diplomatic corps also refused to support the President since they did not approve of the violent methods used to placate the protestors. That same afternoon, a peaceful march of women had taken place, ending with the shooting death of teacher María Chinchilla. These actions increased the defensive spirit of the citizens, emphasizing their demand for Ubico’s resignation which was not to occur until four days after, on July 1 of 1944. María Chinchilla became, from that point on, a symbol for all teachers. The importance of education over tyranny made this teacher a martyr. Her death became
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an undeniable fact, especially in a country where the tyranny of ignorance has been forged as a tool of control. Education is the most powerful weapon of revolutions; it overcomes politics and violence. Teachers’ Day is, therefore, a day of reflection for teachers, for them to think about their role as educators and model citizens. Above all, this day commemorates a day in which Guatemalans, no matter what class or profession, openly expressed themselves in favor of peace and freedom.
Lorena Castellanos / From page 42
Why did President Miguel Ydígoras Fuentes choose the 30th of June? It was when liberal governments remembered the triumph of the Liberal Reform, a historical event beginning with Vicente Cerna’s takeover of the government, after the demise of conservative president Rafael Carrera in 1865. In 1869, the situation worsened; Cerna was reelected in a process considered fraudulent, when everyone was convinced that the winner had been Marshal José Victor Zavala. Justo Rufino Barrios and Serapio Cruz, old allies of Carrera, rebelled against the government. Barrios sought refuge in the west, and Cruz in the east of the country. The latter was defeated in battle, imprisoned, and beheaded. This action caused great indignation in the entire country and was drastically condemned at the National Assembly by Congressman Miguel García Granados, who subsequently was imprisoned. The mediation of Edwin Corber, an English Diplomat, procured Garcia Granados’ liberation. He went to the United States in exile, and there, began his campaign against the conservative regime. Garcia Granados acquired weapons and other war supplies. He contacted Justo Rufino Barrios and, together, they organized the liberal movement invading Guatemala territory from Mexico through San Marcos. The 30th of June, 1871, liberal forces headed by both servicemen reached the city of Guatemala. Therefore, selection of that date for the festivity is not surprising. From the beginning of the liberal governments the date is memorialized, although not officially, with diverse events. One of the most important tributes was to José María Reina Barrios recalling the Liberal Reform’s 25th year, the 30th of June, 1896. Several public events were celebrated for that anniversary including the opening of two important city monuments: one of Cristobal Colón in the Plaza de Armas, and the other of Miguel García Granados, at the beginning of the 30th of June Boulevard, named in honor of this date. This tradition was ratified by General Ydígoras Fuentes in the Presidential Accord Article of Considerations indicating: “That the 30th of June brings back the memories of the Country and the Soldiers who, led by the Hero of 1871, gave birth to the democratic institution, which evolving in time, still rules us, being abundantly worthy of mention the creation of the professional Armed Forces who, since then, safeguard our national sovereignty…”
JULY
Nía Chabe at Cerrito del Carmen From page 44
The bells of San Sebastián, Santa Teresa, El Sagrario, la Recolección, Santa Catarina, and other temples would ring out from the dawn of Sunday morning, calling the faithful to mass. As the bronze chimes struck, Nía Chabela awoke. After making the sign of the Cross, she went out to the back patio where there was an enormous brick and stucco pila (washing fountain) with various compartments. From the mouth of a mask in the shape of a sun poured the water from Pinula. The pila conserved the liquid clear and cold. Nía Chabe, standing on one of the slippery and moss-grown tiles, took a guacal (hand-held water pale) and, little by little, would pour water on herself, trying to wet her long hair as little as possible. After bathing in a cotton night dress, Chabela stepped away from the pila so that her other companions could enjoy a bath. She departed, after dressing up in toffee-brown clothes, to six o’clock mass at Santa Teresa, since it was the feast of the Virgin of El Carmen, taking along a Roman missal and a rosary. After returning home, she drank hot chocolate that she had brought from Mixco and she enjoyed some totopostes (corn pancake) which, accompanied by conversation and gossip, tasted much better. That July morning was probably going to be blueskied, with no chance of rain. Nía Chabe was invited to the fair of Cerrito del Carmen and, as she was neither slow nor lazy, she prepared. The carriage, drawn by two horses, began its ride on the street of Concepción, where they lived, veering east on to the street of Santa Teresa, reaching the Cerro (hill). At the foot of the small hill they moved cautiously; there were many people and many vendors of handicrafts and delicious candies. The kids were starting to pull on poor Nía Chabe for her to take them up to the top of the hill. Like a good “girl about town”, she agreed and they slowly began the up-hill climb. Even before ascending, her tongue was hanging out, but she continued. When they got to the top, they found a lovely group of structures: a church, a tower, two chapels, and masonry walls. The entire space was cobblestoned and seemed like a fortress that kept watch over Nueva Guatemala de la Asunción. “Is this a castle?” asked José, Rafael, and Conchita. “No, this is the Hermitage of Our Lady of El Carmen,” stated Nía Chabe. “I was told when I was younger than you, that a Franciscan tertiary who came from a faraway place, over there in Genoa, received an errand from some Carmelite nuns when he arrived in Spain.” It was an image of the Virgin of Carmen which, so they say, had belonged to the founder of the order, Saint Teresa of Avila, and she had wanted to send it to Guatemala. Juan de Corz was the name of the tertiary who gladly accepted the errand. He departed from Cádiz on a ship called Santa María la Fortaleza and that is why this place reminds us of a fortress in its formal aspect. “Nía Chabe, and where is the Virgin?” the children asked. “Precisely she is the one we will visit right now, if we can get in with all these crowds and fuss, because today is her day,” answered Chabe. They approached the temple, entered and stopped in front of a lovely gold-laden altarpiece. “That is the Virgencita,” she indicated to them. “But she is so small,” the children commented. “Yes, the Queen is small but her history is very great,” replied Nía Chabela. “If you look carefully,” she said, “within her robe she protects several Carmelite saints. Let us pray a Salve to her,” she said and they prayed in Latin. Outside the temple, the kids kept on interrogating Nía Chabe: “Who are the saints on the facade?”
Nía Chabela was really good at those answers. “Those are the Carmelite saints, some of them being Saint Teresa of Ávila, Saint John of the Cross, Saint Elijah, and the other I think is Saint Ángel. She bought them a cucurucho lollipop with honey caramel, they went around the group of buildings and, at the back part, saw two niches in the wall; one held the Virgin of El Carmen with the legend “The Guardian” and another saint leaning against a palm tree. “That is Saint Christopher,” said Nía Chabe. Without them asking, she told them that, long before the horse field of the Crown existed, there was a road that communicated the old capital of the Kingdom with Golfo Dulce. That is why these figures are here, as a symbol of protection for travelers. Turning around, they saw the city. “Look! Over there are San Sebastián, the School of Cristo Crucificado, the Cathedral, the Central Market. Farther away is Santa Clara which is confused with San Francisco, the Castle of San José de Buenavista; farther down are La Merced, the Theater, Santo Domingo. On the horizon, stood the jealous guardians of time, the volcanoes of Pacaya, Agua, Fuego, and Acatenango. Nía Chabe added: “Before, the entire valley was called Las Vacas (The Cows) but, when the little Virgin came, a temple was built for her and the area began to be named Valley of the Hermitage of the Virgin. Later, it was moved here, to the capital city. Contemplating the new city of Guatemala de la Asunción from its look-out points, they sought shelter under the shade of a tree. “In this avocado tree, some years ago, Pie de Lana was hanged,” she told them, “that man about whom I have told you many stories, do you remember him? Now I’ll show you the old part of the city.” They searched for the broad escarpment facing northeast and, from there, they contemplated the panorama. There were some houses with their red tile roofs, many plots of land, and lots of trees. “That church is La Candelaria,” she indicated. “In the chapel on the right is Jesus the Nazarene, the image which was here in the cerrito some years ago, while the temple was being reconstructed. In the other chapel is the Virgin of Sorrows of the Cerro; the church farther in the distance is Parroquia Vieja. As the afternoon approached, the sun began to sink behind the volcanoes and the birds returned jubilantly to their nests, flying over the hill. People began leaving. Nía Chabe, in spite of having enjoyed the outing, just like the kids, did not want to get caught in the dark there, since she feared the supernatural beings. The Christian calendar ran its course; now it was the time for the Metropolitan Cathedral to celebrate its patron saint, St. James the Apostle, well-known by Nía Chabe, since she saw him every time she went to that church. She would look up and, as a pilgrim, liked to admire the image. “Ah, because he also rides horseback and they call him the Matamoros (slayer of Moors),” she commented. The bells rang out on July 25th and, for high mass, the most important members of the church hierarchy were present. During the sermon, the priest recalled that the City of Guatemala was established on July 25, 1524, in honor of the apostle. The orator also added that Santiago is outstanding for the royal arms of the city. Of course, the Church of Guatemala, founded on December 18 of 1534, was done so under Jacobean patronage, reason for which there is much use of hats, turtle shells, and shells. What solemnity there was! Chabe headed in the direction of the house, thinking about the feasts of St. Christopher and Saint Martha which were coming soon.
DEVOTION TO THE VIRGIN OF EL CARMEN María Elena Schlesinger / From page 48
The borough of the church of Saint Teresa, in the historical center of the capital city, awakens celebrating the Sunday immediately following the festivity of the Virgin of El Carmen every 16th of July, to the chiming of bells, burning of firecrackers, explosion on high of mouse-tailed bombs, and the scandalous fireworks celebrating its patroness, the Virgin of El Carmen. The atrium of Teresa is adorned in gala and its white-painted façade appears impeccable and festive, decorated with interwoven yellow banners. The air blows always from the south, because it is July, and with the rain come aromas of Guatemalan or chapín feasts: firecrackers, pine needles, cotton candy, and flowers. The church resounds with faithful Carmelites at ten in the morning, waiting for the Holy Mass which everyone knows is special, with guest prelates, puffs of incense, songs to the Virgin, and the specific parsimony dictated by this patronage feast. The burning of gunpowder frightens the pigeons inhabiting the belfries and cornices of the church. They fly off to more tranquil and secure viewpoints: to the north, they seek the intensely blue Cathedral cupola, like the blue sky of the homeland; and to the east, close to Saint Teresa, the Mercedarian church, coated in mustard-yellow tiles. The ritual of the mass is long and time-consuming, with a profuse sermon narrating the virtues of the Carmelite saints: St. Teresa and St. John of the Cross, tremendously wise mystics, forever in love with Jesus Christ and his mother, the Virgin Mary, with detailed explanation of the spiritual benefits and immense grace resulting from the effort of hanging the Carmelite scapulary around the neck, which, the priest states unequivocally, was worn by the last five popes, including the present one, Pope Francis. The services end with the blessing and imposition upon the faithful of the Carmelite scapularies, eternal emblem of faith, safe-conduct for entry into Heaven, consisting of a small medal or insignia on brown cloth with the image of the Virgin on the front side and of Jesus on the reverse side.
THE PROCESSION The procession of the Virgin awaits in the right-hand crossway of the church, adorned with natural flowers and small angels. The Virgin looks beautiful, the people say, and they speak of her as if she were a person in flesh and blood, as the legitimate queen or close friend, although this is really a beautiful baroque processional image carved in the late XVIth century which belonged to the barefoot Carmelites of the convent of St. Teresa of Santiago, known today as La Antigua. She wears a feast gown, according to the norms of the Carmelite order: a brown tunic with a scapulary on the front, embroidered with gold branches, and a beige cape of very fine cloth. On her right arm, she carries the Christ Child. Both figures carry in their hands the small scapulary used by seculars. The temple resounds with the chords played by the band, as Our Lady is lifted on her processional float to be carried about her neighborhood, the people say quietly, to bestow her blessing among those who accompany her or see her go by, especially the neighbors, some of them very old inhabitants of the place, old people enamored by their borough, their church, and their little Virgin of El Carmen. The processional route is followed along by the happy and festive rhythm of school bands and firecracker bombs announcing her passage along the streets of the historical center, in the direction of the Cathedral. From roof tops and terraces falls a rain of small white and silver tissue papers, honoring and celebrating her, like angel wings, and the route is adorned with street rugs made from pine needles, saw dust, and flowers. Windows display curtains and decorations, and in the open porticoes, there are home-made altars with domestic images, among curtains, lit candles, and
flower arrangements. The procession stops before the altar to pray the Salve Regina and other prayers to the Virgin. The borough of St. Teresa is celebrating.
THE LITTLE CARMELITES A very special characteristic of the procession is the presence of girls dressed like Carmelites, accompanying the Virgin. They go along, holding hands with their parents, hurrying their pace, because of their small feet, asking all the time for what marvels and amazes them: balls made from pig’s tripe, with blue, yellow, and red stripes, pink cotton candy, or the flying beetles. The youngest ones do not understand what is happening and do not understand their parents’ devotion, having offered them to the Virgin by dressing them up like little saints, in a nun’s costume: the dress is maroon-colored, covered by an ample, beige, kneehigh cape and, in the front, over the breast, a sort of apron known as scapulary, like that of the nuns or even the saints, like Little Teresa of the Christ Child. This devotion to the Virgin Mary is an ancient tradition in Guatemala, practiced by parents in the form of an offering, plea, or acknowledgement of a favor received, as a sign of gratitude. They ask the Holy Virgin to protect the girl, for example, or to liberate her from harm, to make her good and pious throughout her life. In olden days, when divine charity or faith were the ultimate solution to cure diseases and serious ailments, when it was a miracle for children to survive or “grow up,” this type of offering or penance was quite frequent and children were often seen, for long periods of time, years or entire childhoods, wearing the colors of the Virgin, saints’ or the Virgin’s garments, depending on the holy figure to which they had been entrusted.
THE BLESSED SCAPULARY Devotion to the blessed scapulary is deeply rooted in Guatemala. Adults and young people wear it always, since they believe that the person wearing it will be saved at the time of death, that there will be no permanence in Purgatory and that the soul will go straight to heaven. The story goes that, on the night of July 15th of 1251, while St. Simon Stock, General of the Carmelite Order was praying, the Virgin appeared to him, surrounded by many angels. It was the Virgin who gave him the scapulary, the maroon-colored breast covering, to liberate him from persecution and evil. “This shall be the privilege for you and all Carmelites: that whosoever dies with it shall not suffer the fire of Hell; that is, whosoever dies with it shall be saved,” they say were the words of the Most Holy Virgin. Use of the scapulary became popular throughout Europe and it was common in the XVIth century to dress like the Carmelites, with the habit and scapulary, in order to enjoy, one day, the indulgences promised. With time, the scapulary changed from being a piece of clothing to the insignia known today. It changed from being visible to being private, hidden under ordinary garments, as such or in the form of a small medal, blessed and placed by a priest. The Catholic tradition of giving small medals with the scapulary as gifts to new born babies originates precisely from this custom.
FINAL NOTES Devotion to the Virgin of El Carmen is one of the most deeply rooted and beloved in Guatemala and, especially, in the capital city. Love for this advocation of the Virgin Mary was established doubly, due to the arrival to this valley of the Genovese hermit Juan Corz, in the XVIth century, long before the city was founded, and, later, due to the influx of the barefoot Carmelite nuns who brought their devotions, customs, and beloved images of the Virgin of El Carmen and Jesus the Nazarene of the Rescue to the Valley of the Virgin. Juan Corz came to Guatemala from Spain and settled in these lands of temperate climate, green landscape, and volcanoes. He made Guatemala his home and settled in some very humid caves close to Las Vacas river, so-
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called “de la Leonora,” where he placed, like an altar, the small image of the Virgin of El Carmen, his companion of travels and journeys, which his barefoot Carmelite sisters had given him on his way through Ávila. Before she died, St. Teresa of Jesus asked her sisters to make sure that the image of the Virgin make it to American territory and, according to the legend, the Little Virgin decided to remain in Guatemala, in the valley of La Ermita (The Hermitage) or valley of the Virgin. The feeling of possession and love among the Carmelite followers is linked to the attributes of the Virgin Mary: a young and merciful mother who, as a sign of protection toward her children, gave to them the brown scapulary so that, as the story goes, Our Lady of El Carmen, counting on St. Peter’s carelessness, could get her sons and daughters into Heaven, or open a window so they could come in. The Virgin of El Carmen intercedes for the souls of Purgatory. The story goes that the Virgin visits Purgatory on Saturdays, accompanied by her following of angels, to intercede for the good souls who die in grace, by wearing the blessed scapulary. Carmelite iconography was born from this promise: the Virgin, floating on a cloud above a seething sea of fire, Purgatory in which men and women plea, raises her arms, seeking divine mercy as the Virgin of El Carmen.
SANTIAGO APÓSTOL OR ST. JAMES THE APOSTLE Aníbal Chajón / From page 52
When the Spaniards conquered the territory known today as Guatemala, they were profoundly devoted to the apostle Yago or Jacob. Proof of that devotion was the battle cry they shouted when confronting the Muslims, during the reconquest of the Spanish territory which lasted almost eight centuries: “Sanct Yago,” which abbreviated became Santiago. That is why this name carries no prefixed appelative of “Saint,” as occurs with other saints of the “santoral” list. Probably, during the battles of conquest, they also invoked Santiago. For this reason, the first settlement established in the territory was dedicated to the apostle St. James or Santiago of Guatemala. This gave way to the celebration of the feast in the city, first in the parish of Santiago and, later, in the Cathedral, when it became a diocese in 1534. The first festivities were austere, being that there were battles waging against the indigenous people who were defending their territory. It was not until 1549, when the natives regained their freedom, that the celebration was carried out with pomp and circumstance. The feasts during the Prehispanic period included, in addition to religious celebrations, processions, although different from those today, since there was participation of civil, military, and religious authorities, without the indispensable presence of an image. It is known that there were bull fights, ribbon races, and weapons exhibitions, with choreographed duels, besides the sale of prepared foods such as pinol (sweet corn beverage) and tamales. The more costly festivities included theatrical scenes in which there were representations of important city events, such as the victory over the natives. No celebration was lacking in the burning of gunpowder in the form of firecrackers and fireworks which provided work for numerous artisans of the city. As of the XVIIth century, music was included with a simple marimba which pleased the commoners. On the other hand, the elite enjoyed baroque music of the time, interpreted with imported musical scores or composed by local musicians. There was also peninsular gastronomy, flavored with olives and capers, very expensive imported items. As in all parties, people displayed their finest clothes, both Indians, with their traditional attire –centenary heritage of ancestors recorded in stelae and ceramics – as well as mestizos, with more simple clothing –it was prohibited for them to use Spanish cloth and designs– and, of course, the Hispanic elite who exhibited current fashion from Europe, sewn with expensive cloth purchased from merchants on the street of Santo Domingo. In the XVIIIth century, with the change of the ruling monarchy,
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French designs were imposed, including wigs, as seen in the works of art of Cristóbal de Villalpando, preserved in Antigua s Colonial Art Museum. When the capital was moved from the valley of Panchoy to La Ermita, and King Charles III ordered the city s name to be changed from Santiago de Guatemala to Guatemala de la Asunción, the splendor of the celebrations diminished, with the feast of the Assumption taking precedence with an important cattle fair, from the late XVIIIth century to the midXIXth. This change did not diminish religious activities in the Cathedral, rather the social activities. Vending stands in front of the atrium of the Cathedral could not compete with all the activities carried out in August which became the best scenario to flaunt the fashion of the previously important feast of Santiago. The end of the XIXth century saw even fewer festivities. The liberal governments suspended numerous religious holidays, such as the feast of Santiago, thus making it even less relevant from a social perspective. Even other activities such as the visit to the Eternal Father in the church of San Sebastián were more frequented. But the patronage of the Cathedral was maintained and, with it, the religious celebration. By the end of the XXth century, the secular feast was revived in La Antigua Guatemala. However, numerous settlements were also dedicated to the patron of the Spanish kings, some of these being Santiago Atitlán, Santiago Sacatepéquez, Santiago Chimaltenango, Santiago Esquipulas, Santiago Cubulco, Santiago Zamora and Santiago Patzicía. As opposed to the capital, feasts in these localities have been preserved and even stimulated by liberal governments in order to collect taxes through commercial transactions. In all, invariably, there are processions with an image of the apostle. In Patzicía, there are outstanding processional floats decorated with motifs inherited from the ancient art of plumage. In Santiago Chimaltenango and Atitlán, for example, the cofradías or brotherhoods continue being the protagonists of the activities, where male as well as female members may demonstrate their service to the community. In Cubulco, late XIXth century stimulus still motivates cattle transactions of pigs, goats, cows, and horses, organized for days on end. In Santiago Sacatepéquez and Esquipulas, enthusiastic elections are carried out to elect Queens of diverse organizations, a practice which has become widespread in other communities. This began around the 1930’s, under the influence of U.S. practices which were introduced first in the capital, but gained acceptance in the rest of the country (the coronation of the kings of England in 1936 was influential, due to its massive coverage by the media). So, there are parades of floats in which the Queens represent their organizations and the public receives them with applauses and cheers. Various traditional dances have been preserved, some of Prehispanic origin. In Santiago Chimaltenango, the Venado or Deer is carried out to propitiate hunting and love of nature, invariably linked with human destiny. Traditional instruments of Prehispanic origin also can be heard: the flute and drum. In Esquipulas, the dance of Moors and Christians is a clear Hispanic heritage transplanted to Mesoamerica. On the shores of lake Atitlán, the Tz’utujil community celebrates with the dance of the Conquest, a variation adapted by the friars, from the dance of Moors and Christians. Cubulco contributes by practicing the Palo Volador or Flying Pole, a millenary choreography recalling how the nobles ascend into heaven to make offerings to the gods in the name of their people and to receive instructions from on high, to be transmitted upon their descent back to Earth. The dance practiced in Santiago Sacatepéquez is the Torito or Little Bull, a reinterpretation alluding to the arrival of exotic animals, along with the new religion. The dawn serenades with marimba music and gunpowder are part of the celebration. Furthermore, in every town mechanical games are installed and fair music can be heard, meaning the kind that is in fashion through massive media, as well as traditional and foreign food stands. Joy is felt once again in these places, recalling the establishment of the settlement and the labor of the forefathers, without whom there would be neither present nor future.
AUGUST
The Embrace, the Jocotenango Fair From page 57
Almost breathless, Nía Chabela, a member of the Franciscan Tertiaries, accompanied the image of Saint Francis of Assisi going in procession from the titular temple toward Saint Dominic de Guzmán; it was the 4th of August. There were many tertiary friars of that order approaching the cortege, the candles, and the Dominican temple high Cross. Among bells, firecrackers, and many applauses, Saint Francis and Saint Dominic met, made mutual reverences remembering the traditional embrace of the encounter in life of the founders of those religious orders. The titular feast of Saint Dominic programmed acts continued, and afterwards tamales and hot chocolate would never fail to be served. On the 11th of August, she carefully arranged a dozen eggs in a basket, next day she took them to Saint Claire, sober and elegant temple a street down from San Francisco. If questioned what she would do with the egg whites, she simply answered: “It is Saint Claire’s feast; I bring them as an offering so that no rain falls during the Jocotenango Fair.” The 15th of August, among the people who would not miss the fair’s main day, there were many of them such as Nía Chabela. Of course, she spent all year long thinking of that date. In the afternoon of August 14th, the eve of the solemnity, Nía Chabela took the path towards Jocotenango’s Our Lady of the Assumption provisional church for the last day of the Novena. To learn that during Justo Rufino Barrios years that beautiful temple was demolished caused much sadness and grief to Chabela. She would pray and sang praises with her high pitched voice from the depths of her heart. At sunrise bells and fire crackers would awaken her, but not only she was motivated; everyone in the house was ready to visit the Jocotenango fair wearing new clothes, and above all, to go shopping for crafts, trinkets, candy, and of course, to have fun. Dressed in sleek white, starched and shinning, with blue ribbons in her braided hair, and in her decorated apron, Nía Chabe left her house hastily, went across San Sebastián Plaza to reach the Royal Street of Jocotenango. Many people were going north. As she stepped along spritely, she appreciated the exuberance of the Ceiba at Jocotenango Plaza. Reaching the town’s main street, she felt as if she were in Heaven. The jabbering drove her crazy at the sight of so many people flaunting beautiful cloths, as well as the colorful native outfits, people from sundry parts of the country bringing agricultural products as well as handicrafts. In small vendor shops covered by petate, with a table and chair made of pine wood, merchants offered pepitoria [dry pumpkin seed cake], chancacas [sugar and molasses candy], grapefruits, matagusanos [orange peel and honey candy], nuts and peanuts, exquisite traditional candies which were delicious to children and adults, as well as to Nía Chabe. Sitting on petates (straw mats) from Atitlán, natives from Chiantla, Huehuetenango, sold glazed ceramics, whistles, and clay toys from Totonicapán. There where tusa rosaries [sugar candy wrapped in corn leaves] from San Martín Jilotepeque. The natives from Patzún were selling Maxtate bread wrapped in leaves. Nía Chabe bought a basket from Chiquimula and little by little filled it up with whatever she saw, bartered, and purchased. But something was nagging at her; what she really wanted was to play lottery, therefore she searched for a convenient place. She passed by one showing prices made of crystal, slab, and pewter. After a while she took a seat, with her card at hand she
listened to the singer and… lottery! She won on her first game, yet she never imagined the prize would be a pewter bedpan. Quite embarrassed, Chabe was not sure whether to accept it or not, but she took it. Unfortunately, she only carried a beautiful basket overflown with memories. She did not take an umbrella that year, since it did not rain on Corpus Christi; surely it would not rain at the fair, so people from the past said; Chabe insisted, she was told so as a child. And truly, it did not rain. She walked by vendors of clothes, pine furnishings, rattles, and gourd bowls. When she began to reach the dining areas, at the sight of big smocking clay pots, she felt as if they said: “Nía Chabe, here is your pepián [meat and chili stew].” Sitting while the rich three-meat pepián was being served, she hid the pewter bedpan under the table and gazed at her purchases. For dessert, she had a tuna [prickly-pear fruit] she had bought from a native from the highlands. Nía Chabe was saying –tummy full, happy heart- watching some rascals riding the carrousel horses. She jumped as she could, holding a post, basket, and bedpan; Chabela was spinning among childish laughs. “Oh, Nía Conchita, may the Virgin of the Assumption ask her Holy Son to allow us to come and celebrate next year. I am going home now since my feet hurt awfully,” so said Pata de Chucho [someone who frequently goes out]. There was still some time for the day of Santa Rosa de Lima, the first Saint from Latin America, whom she would visit at her community house for lay sisters, which was the provisional Cathedral.
A glance at our religious traditions according to the advocations of two Dominican saints of great devotion in Guatemala: ST. ROSE OF LIMA AND ST. DOMINIC GUZMÁN Mauro Roberto López Aquino / From page 59
“The Saints are like stoplights on the roads, illuminating and guiding.” St. Rose of Lima, declared the first saint of America, the Philippines, and Western Indies by Pope Clement X, on August 11, 1670, and St. Dominic of Guzmán, founder of the Order of Dominican Predicators, canonized in 1234 by Pope Gregory IX, are two figures who are celebrated in different departments, municipal districts, and villages of the Republic of Guatemala, in some, where there is more tradition and in others, where religious fervor is more prevalent. St. Rose of Lima is the patron saint of the department of Santa Rosa, which is located in southeastern Guatemala, whose department capital, Cuilapa, is known by its inhabitants as the belly-button of America, since it is located in the center of the continent. The first settlers of the region during the Prehispanic era were the Xincas who occupied the entire territory, from the coastline of this department, as far as the mountains of Jalapa.
BRIEF HISTORICAL SUMMARY The Xinca dominion was one of the most daring and valiant during the Spanish conquest of the XVIth century. However, conqueror Pedro de Alvarado took them as slaves for the military reduction of Cuscatlán, currently in the Republic of El Salvador. The name of the settlement, the river, and the bridge, Los Esclavos/ The Slaves, derive their name from this event. About the bridge there are many stories of ghosts, phantoms, and souls in agony, one of them being the legend of the bridge located in the municipal district of Casillas, narrating that the Devil built it overnight, at the request of a slave.
With the arrival of the Europeans, the Xinca indians were extinguished and the Spanish and creole inhabitants settled in those fertile lands. For that historical reason, presently the population of the department is clearly of mestizo and old ladino descendence, with very direct connections to the first Hispanic ranchers and cattlemen. In the municipal district that bears the name of St. Rose of Lima, there is a colonial church built around 1752 by Franciscan friars who went to that region during that time, while in the department capital, a church was constructed that currently is the Episcopal see of the town and is dedicated to the Christ Child. Each municipal district or village celebrates its religious feast under strong Hispanic influence. The traditional rodeos, ribbon races, and palenques or “cock fights” are carried out, generally accompanied with music. The cattle show is important and extends throughout the south and other cattle regions. The folklore dances have disappeared little by little with the demise of those who led them and the diminished interest of the new generations to learn about them, although they still appear in the Xinca populations. During colonial times, a certain social correspondence was maintained between Spanish families and their settled descendents, with the previous inhabitants of the territory, Pipiles and Xincas. However, the colonization process and its dynamics concentrated on the exchange of merchandise and products toward the regions of southern Central America, causing these groups to be reduced to their minimal expression.
get-togethers are a preamble for all patronage feasts, celebrated with dances and costumes which pave the way for the procession with the image of the Patron Saint. According to the Council of Trent, the Saints are honored on their birthday, so St. Dominic is celebrated on August 4th. However, with the reforms of Vatican Council II, the saints are celebrated on the day of their death; in this case, established on August 7th. However, St. Dominic continues to be commemorated on the 4th, because the brotherhood members still believe that tradition must be respected in accordance with the XVIIth century. With the Liberal Reform of 1871, the government of Justo Rufino Barrios expropriated all properties of the brotherhoods and the Catholic Church. Therefore, the brotherhood of St. Dominic lost its source of income. Today, the brotherhood is known as St. Joseph of the Community, with some communal lands and, in order to celebrate their Patron Saint properly, they organize before the festivities, visiting homes and villages, carrying a small altar on which the rosary of the Patron is placed, surrounded by wild flowers. Each person who contributes alms can take a petal from the altar which is then deposited on his or her property so Tata Mingo may bless them and provide a good party.
THE JOCOTENANGO FAIR
Luisa González-Reiche / From page 64
VILLA DE SANTO DOMINGO OF MIXCO PATRONAGE CELEBRATIONS
A ferris wheel, a roller coaster, stands with brilliant fried food, plastic gifts – which have substituted popular handicrafts- and the games of target shooting make up a mixture of tradition and influence from the consumer society. The smells of oil from the churros (fried pastries), the atol (thick, sweet corn beverage), and the bread rolls with pork meat at the stands of Avenida Simeón Cañas and in front of the parish of Our Lady of the Assumption are characteristic. Submersion into the Jocotenango Fair is like entering a theater of illusion, a place where time and space are transformed or disappear. The same occurred in the time of “mules, dances, merchandise, and the great gathering” described by Domingo Juarros, referring to the first fair at Nuestra Señora de la Asunción at Jocotenango, on the outskirts of La Antigua Guatemala, later transferred to the valley of La Ermita, following the earthquakes of Santa Marta, along with the capital city, being that this town was an auxiliary settlement.
The patronage feast dedicated to St. Dominic of Guzmán goes back to the first years of its establishment by don Pedro de Alvarado on the skirts of the hill known as Cerro Alux, following his triumph in the war against the Pocomanes in 1526. Later, Guatemala’s Bishop Francisco Marroquín, at the request of the conqueror, asked the Dominican Order to send friars to take possession of the recently founded settlements. So it was that, in 1532, Dominican priests came and dedicated the Parish of Mixco to their holy founder St. Dominic of Guzmán and to Our Lady of the Rosary, and it has survived thanks to the fervor of the people of Mixco, after almost five hundred years of existence.
As an indigenous settlement, Jocotenango had its guachibales, the idolatrous rites carried out secretly by the Indians so members of religious orders would not find out. The rituals, mixed with a new understanding of the cosmic vision through Christian teachings, gave way to our traditions and forged the popular culture. Each town was assigned its own patron saint with a feast coinciding on the date of some pre-Columbian celebration. Like the Prehispanic gods, the saints were there to calm anxieties, perform miracles, and offer consolation. The Jocotenango fair is dedicated to the Virgin of the Assumption, saintly patroness of La Nueva Guatemala.
For the patronage feast of St. Dominic of Guzmán, the fair gets underway with allegorical parades which are organized by the Municipality and the Culture Commission all of whom prepare for these festivities in which municipal representatives, groups of the different local get-togethers, and, of course, the entire community are present.
The life of the Jocotecos – men dedicated specifically to masonry, in the construction of the new city, and women supplying market goods and working as nursemaids, as stated by Ofelia de León- would be influenced by the new fair which began with the inauguration of the town, in August of 1804. The requests for concession of lands in 1825 reflect the beginning of delivery of plots of land which later became private properties. In his book Cuadros de Costumbres, written in 1862, José Milla wrote: “The plaza and main street of Jocotenango present the most animated and picturesque spectacle. Thousands of people of diverse condition and wearing such different clothing, push each other back and forth (…) The articles for sale are displayed all over in ordered disorder, beneath the wide shades of the petate reed. Here, tables covered with glasses and carafes of loja water; there, the candies, offering the flies a
The patronage feast of St. Rose is celebrated on August 30th, beginning with the novena on the last week of August, ending on the 30th day of that month, although the Catholic Church has shifted this celebration to August 23rd with the new Santorial of Vatican Council II. As part of the tradition, the famous dances of Moors and Christians, the Torito and Caballitos, and the dance of the Deer or Venado, and others are still carried out. In their time, they were commemorated with more fanfare. However, today, the religious brotherhoods that maintain the customs and traditions in our towns, for their special importance as part of the region’s cultural and social development, have disappeared, due to the social phenomena of the structures of the indigenous groups.
The fairs bring about formal and informal commercial, social, and religious exchange, in which Guatemala’s cultural diversity is expressed in all its splendor. Mixco is no exception, since the traditional dances of Moors and Christians, the dances of the Torito, of the Conquest, of the French and Spanish Pages continue decorating and illuminating the fair for over 300 years. People taste and eat the maxtate bread, small bread rolls, peanuts, and the flavorful goodies that are never lacking at fairs. On the other hand, the neighborhood
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gratuitous and splendid banquet (…) Everything is offered abundantly and inexpensively to the visitors, except for the nuts from Momostenango which this year are scarce, like money and common sense.” The North Hipodrome came about with the Liberal Revolution, adding horse races to the area’s amusement, especially for the more accommodated social classes. Jocotenango was incorporated into the city in 1879. In this manner, there developed a strategy of inclusion of the population and administrative unification. Little by little, celebration of the fair was transformed. Antonio Batres Jáuregui wrote: “When I was a child, I was drawn into the mayhem of Corpus at Jocotenango, upon seeing the tall ceiba tree converted into a svelte makeshift altar, full of fruits, flowers, banners, birds, and decorations (…). A town without delusions of grandeur, it was happy living in the rural peacefulness. There, next to the temple, lay the village cemetery, with humble graves and crooked epitaphs. That settlement came to an end when, in 1874, the church was destroyed and the graveyard was leveled. Immediately, a sumptuous hipodrome was built, where memorable races of magnificent horses took place…” President Estrada Cabrera gave the fair a new focus. Being an event of great expectation by groups benefited by the regime, to the horse races were added gambling activities, a parade of luxurious carriages, and cattle transactions, as well as the Temple of Minerva, built in 1899. The religious and syncretic character of the fair was slowly substituted by proselytism and construction of a new set of images, centered primarily on consumption. The Diario de Centroamérica newspaper dated August 18 of 1905 published the following: “Not even the foundation of the humble church remains where before a settlement of who knows what race of Indians existed; the huts seem small, ugly, and grotesque next to the chalets,” while the publication of August 13, 1919, spoke of a dead fair: “Dead, now, the popular celebration, dead the fair and agonizing the entertainment for lack of games of fortune, the August fair was reduced to the purchase and sale of shirts and shoes which, frankly, does not compare to the goings-on in the old town of la Asunción de la Virgen.” In the 1930’s promoters tried to imbue again the indigenous character as the main attraction, with a new program of folklore activities, while, during the Revolution, reference was made to the fair as a “fair of the olden days.” Even so, the fair continues to be today the city’s most important, providing the zone with a break from daily routine and total immersion in a tradition which refuses to end. The term folklore, adopted by William J. Thoms in 1846, refers to present historic and anthropological knowledge, not only regarding “living antiquities,” as he stated, but also referring to “popular wisdom.” What a people know is fundamental to understanding a culture. Our fairs reflect our collective being, the manner in which we understand ourselves, as a city, as Guatemalans, as a culture. That culture is a product of our diversity and contrasts. The Jocotenango Fair is, thus, a reminder in August of different cosmic visions which, more than creating conflict, enrich our society.
PRECISELY DESCRIBING JULIO ZADIK Estuardo Porras/ From page 70
A superficial glance at one of Julio Zadik’s images transports the casual observer to any corner of Guatemala, a Guatemala forgotten and very much yearned for by generations who knew it at its beginnings, as well as those who have inherited it with time. It shows us a landscape similar to ours, allowing us to see a more unassuming, cleaner, more noble Guatemala; a city detained in time for posterity. A more detailed look at the same image allows the diligent observer to extract from those simple scenes an unprecedented complexity. So is Zadik, complexity extracted from
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everyday simplicity. To me, he is the grandfather who, upon discovering his photographic work, reveals a human complexity, very difficult to decipher. He was an individual with a sharp filter, aware that time was scarce. Thus, delving into his world required a kind of sensitivity and education that would allow interchange between both. Straightforward by nature but deeply complex, Zadik was capable of sitting by the TV and reveling in Chavo del Ocho’s geniality, or he could dedicate endless hours to reading, music, or sports. He was an industrialist, a bodybuilder, a boxer, a diver, a sailor, an avid reader, a lover of nature, and a musician. It is almost incomprehensible how he had time for his passion: photography. His family was always near, yet at a discreet distance, allowing him the space his complexity required. It is impossible to think that Zadik was not selfish; doing so much in such a short life required prioritizing interests which at times were inconsistent with each other but parallel with his loved ones. Fortunately, Zadik could count on a family that gave him such space, which he seized fully without neglecting his dear ones. To some, it was enough; to others, it was scarce; and to many, it was nothing. However, to everyone who knew him, the trace he left is as powerful as his images: simple, deep, transcendental, therefore complex. The quality of Julio Zadik’s work is undisputable. Art experts such as Susan Kismarik, Peter McGill, Spencer Throckmorton, Elvis Fuentes, Alejandro Castellote, Claudi Carreras, and many others, promoted safeguarding and exhibiting the works of this master of photography. Professionals such as Juan Manuel Castro Prieto, Luis González Palma, Gabriel Figueroa, Jaime Permuth, and Andrés Asturias contributed to rescuing and understanding the mastery behind Zadik’s works. It only requires exposure to the vintage images printed by Zadik himself to understand why he is profiled as part of a select group of photographers considered masters in the art. In 1948, Carlos Mérida himself foresaw it when writing a text for one of his exhibits, placing Zadik at the professional level of Man Ray, Cartier-Bresson, Edward Weston, Ansel Adams, Manuel Álvarez Bravo, and Paul Strand. My modest grandfather’s relevance as a world reknowned artist is a reality. Yet, who was this master really? Can someone boast at having known him? I mean, knowing the genius that Julio Zadik was? I can attest to my grandfather, the advisor, even the one responsible for breeding in me many of my current interests. Although, like many of those who knew him, I lacked the necessary sensitivity and education to attain the interchange that would allow me, with authority, to brag about knowing the creator of such majestic work. I always knew he was a photographer; his equipment was part of the family. However, I never thought that his work was so comprehensive, so professional, so complex, and so relevant. Moreso, it could not be the result of a simple task; it is the result of total surrender, of a life, of a living passion at its highest expression. About his life, all we can do is attest to the conservative distance agreed upon that existed between him and his loved ones, as well as the existence of his archive he so carefully preserved, practically hidden from those who yielded him the space to create. Then, who was the Master Julio Zadik? We can only describe him through his work. Like me, his grandson, relatives, friends, acquaintances, and admirers, we are exposed to a Zadik who lived among us to resurrect among the dead. It is impossible for Zadik to be forgotten, at least Zadik behind the lens. Nevertheless, it is impossible to separate the Zadik we knew from the one we face today. Together, we can find the fine threads that bind this magnificent loom. Some of us shall contribute with historical references of this man who was father, friend, peer, apprentice, lover, and more. Others shall contribute with their interpretation upon learning of his work, his dedication, and his mastery. Together, we must write the story of a simple man who, within his complexity, was able to capture works of art that will live forever.
Today, Julio Zadik is exhibiting before a different audience, one more precise, more inquisitive, more critical, and broad. PhotoEspaña 2015 shall place Zadik’s work closer to a public contributing to discovering, absorbing, digesting, and writing a story. His works shall be the narrative of that story, enigmatic to many. How many hours were invested in the creation of his heritage? What was the origin of his inspiration, his sense of humor, his fears, and his shortcomings, his wishes and dreams, everything that was involved in the creation of his legacy? Clearly, he loved Guatemala, but his curiosity surpassed frontiers, creating stunning images in borrowed lands, which confirm that precisely in his art work we will be able to understand who he really was. To me, a formidable grandfather, for whom like many, I had to sacrifice a relationship to let him be who he became: Maestro Julio Zadik.
FUNDACIÓN G&T CONTINENTAL ACTIVITIES / From page 78 JANUARY Exhibition Sueño Interrumpido (Interrupted Dream). On January 14th, the first show of the year was inaugurated with 84 works by local artists in Galería del Centro and in the galleries of the Municipal Cultural Center. Visit by UNESCO Director Irina Bokova. On January 18th, at the headquarters of our Foundation, Director Bokova was awarded the Order of the Arrayán, personally and representing UNESCO as an institution. Presentation of the book Agua y Energía (Water and Energy). In Galería del Centro, author Roxana Ávila was presented on January 27th. FEBRUARY Exhibition SoloGuate. On February 4th, the exhibition by photographer Rolando Estrada was inaugurated in Galería del Centro. Homage to maestro Roberto Cabrera. Within the activities of the XIIIth International Paiz Cultural Festival, on February 25th, Fundación Paiz and Fundación G&T Continental honored one of the XXth century’s most outstanding plastic artists with the inauguration of the exposition Cabrera sobre Cabrera, in Galería del Centro, and with Works by Roberto Cabrera, at Artecentro Graciela Andrade de Paiz. MARCH Exhibition Entrecosturas. A sample of engravings, paintings, and small installations by artist Gabriela Alfaro was inaugurated on March 11th at Galería Guatemala. Exhibition La Galería de Vallas 2014. The exposition and first silent auction of this project took place on March 19th, organized by Distrito Cultural Zona Viva, at Galería del Centro. One Night on Museum Road. On March 26th, this activity was carried out, including participation by Fundación G&T Continental and Editorial Galería Guatemala, with a stand in the vicinity of the Zone 13 museums. APRIL Exposition “Builders of the City.” Celebrating the Cultural Festival of Paseo de la Sexta, this exhibition was inaugurated on April 10th, at Plaza de la Constitución, in collaboration with Fundación Paiz and Fundación Rozas Botrán. Exposition Letra & Imágen. A collective sample from teachers of the Municipal School of Painting was inaugurated on April 22nd in Galería del Centro.
FIESTAS DE GUATEMALA Mayo-Agosto