Revista Galeria No. 54 Tak'alik Ab'aj

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CONTENIDO 09

EDITORIAL

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LA OBSIDIANA EN LA VIDA COTIDIANA Y CEREMONIAL DE TAK´ALIK AB´AJ

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PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL TAK’ALIK AB’AJ

Carlos Espigares

Miguel Orrego

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RECIPIENTES SAGRADOS

Juan Miguel Medina

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EL MERCADO DE LA RITUALIDAD

Christa Schieber de Lavarreda

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CERÁMICA, COMERCIO Y ASTRONOMÍA EN TAK’ALIK AB’AJ

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LOS VESTIGIOS ARQUEOLÓGICOS HABLAN, LOS ARQUEÓLOGOS ESCUCHAN

Marion Popenoe de Hatch

EL PAISAJE NATURAL Y URBANO

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EL MUNDO VERDE Y SUS CRIATURAS

Christa Schieber de Lavarreda, Miguel Orrego Corzo, Geremías Claudio y José Pineda

Christa Schieber de Lavarreda, Francisco García y Omar Alvarado

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LA VIDA COTIDIANA

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LA ESPIRITUALIDAD ANCESTRAL

VIVIENDA Y LOS CAMPOS DE CULTIVO

Carlos Espigares

Christa Schieber de Lavarreda y Heber Delfino Torres

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ARTE ESCULTÓRICO Y LAPIDARIO

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REFERENCIAS

Christa Schieber de Lavarreda, Oswaldo López y Omar Alvarado

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ACTIVIDADES DE FUNDACIÓN G&T CONTINENTAL

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INSTRUMENTOS DE MOLIENDA EN PIEDRA

Víctor Flores

104 TRADUCCIÓN

Detalle de trono Altar 9, frente a Estructura 11

Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj


#54

EDITORIAL GALERÍA GUATEMALA Junta Directiva Estuardo Cuestas Morales Carlos Enrique Zea Flores Ernesto Townson Delcore Jorge Montes Córdova Mario Estuardo Montes Granai María Olga Granai de Zoller Mario Granai Fernández Carlos Díaz-Durán O. María Sara Aguirre Carlos Granados Moreno Annabella Montes de Guardia Dirección Ejecutiva Mariflor Solís Subdirección Ejecutiva Roberto Broll Edición Beatriz Quevedo Asistente Mónica Chávez de Palma Producción Luisa González Reiche Diseño Ximena Chapero Fotografía Santiago Billy Gestión Andrea Barrios de Correa Iracema Guzmán Distribución Antigua Ciudad Casa Santo Domingo Tienda El Chayal Viva Antigua Librería Casa del Libro Joyería del Ángel Galería El Attico Librería Metáfora Museo Popol Vuh Casa K’ojom Museo Ixchel Casa de Arte Museo Casa Mima Colibrí Artemis Edinter Café Escalonia F&G Editores Casa del Conde Mr. Magazine Gascón Librería Marquense Fondo de Cultura Económica Quetzaltenango Traducción Ciudad Imaginación Ana Herrerías Impresión Serviprensa En portada Altar 1 Viejo Palmar? (Venado), resguardado en el Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj. El parque está trabajando para poder encontrar y retornar este monumento a su posible lugar de origen en la región vecina o dentro de la esfera de dominio de Tak’alik Ab’aj. © Editorial Galería Guatemala Año 18, Número 54 Guatemala 2016 Fundación G&T Continental 5a. avenida 12-38 zona 1. Centro Histórico Ciudad de Guatemala 01001 Teléfonos: 2230-5072, 2230-5076 y 2230-5078 adireccion@fundaciongytcontinental.org www.fundaciongytcontinental.org Fundación G&T Continental y su Editorial Galería Guatemala no asumen responsabilidad alguna por el contenido de los artículos aquí publicados. La información contenida en cada uno de los artículos es responsabilidad expresa del autor. Los fondos que se recauden con las donaciones recibidas por esta publicación están destinados al apoyo brindado por Fundación G&T Continental a la conservación del patrimonio cultural de Guatemala y a las actividades que con esta finalidad promueve y copatrocina.


EDITORIAL

E

l asombro con el que Gustavo Brühl habrá descubierto, a finales de 1880, los restos cubiertos casi en su totalidad por el tiempo, la fuerza de la naturaleza y las plantaciones de café de Tak’alik Ab’aj sigue invadiéndonos cada vez que nos acercamos a explorar cualquier aspecto de la cultura que hace cerca de tres mil años habitara en el actual departamento de Retalhuleu en Guatemala. Mientras más información vamos teniendo a partir del estudio riguroso de la obra artística, escultórica y arquitectónica de esta cultura, más nos aborda la curiosidad y la admiración. Y es que Tak’alik Ab’aj fue tanto un centro ceremonial como una capital para el desarrollo tecnológico, reflejado en parte por sus elaborados instrumentos y sistemas para la agricultura. La suya fue una sociedad organizada de manera compleja y funcional: el orden jerárquico existía en función de un sistema efectivo de comercio y de ritualidad. Las sociedades se rigen por un imaginario común cuyas bases se encuentran en su entorno y su manera particular de comprenderlo. Los habitantes de este sitio arqueológico se miraban a sí mismos como una extensión de la naturaleza de la cual estaban rodeados y su concepción del universo es un reflejo de ello. Vivían en armonía con todo lo que les rodeaba y agradecidos con ello. La espiritualidad era un aspecto central a tal punto que fue el propósito principal de sus rutas de comercio. Los productos que intercambiaban o importaban estaban destinados en su mayor parte a conformar elementos ceremoniales, como ofrendas. Su relación con el cosmos se refleja en sus mitos y en su arquitectura, la cual fue guiada por el posicionamiento de las estrellas. La arqueología nos abre los ojos a un pasado remoto. La lectura de los artefactos nos brinda la posibilidad de trasladarnos en el tiempo, de reencontrarnos con nuestra esencia y recordar que entre la multiplicidad de ideas que hoy nos mueven aún se encuentran estas otras, ajenas a las ideas occidentales del consumo y el materialismo, atadas al cosmos y la naturaleza, entendidos en sí mismos como formas de espiritualidad. Hoy, quizás más que nunca, vale la pena tornar nuestros ojos en aquella dirección.

Cabe mencionar que podemos disfrutar de este legado gracias a la generosidad de José Luis Ralda quien donó parte de su propiedad en donde se encuentra Tak’alik Ab’aj. Este gesto es un ejemplo a seguir en lo que al cuidado y exaltación del patrimonio de la humanidad respecta.

Estuardo Cuestas Morales Presidente

Detalle de la replica, hecha por Carlos Chaclan, del incensario “Diosol” en uso durante un ritual maya


PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL

TAK’ALIK AB’AJ

Estructura 11,

Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj



MÁS DE

100 AÑOS D E H I STO R I A Miguel Orrego Corzo

E

n tiempos prehispánicos, la historia de Tak’alik Ab’aj inició de una manera especial. En tiempos modernos, su historia reinició de una manera excepcional.

Don Pedro Alvarado, en su expedición de conquista del reino k’iche’ en 1524, pasó muy cerca de Tak´alik Ab´aj. Sin embargo, los indígenas mames y k’iche’s con los que tuvo contacto en la región de Retalhuleu no mencionaron la existencia de las ruinas de esta legendaria ciudad. Es por ello que no se sabe con exactitud la fecha en la que fue descubierta ni cuál fue su nombre original. La existencia de Tak´alik Ab´aj debió de haberse conocido en las décadas de 1870 y 1880, período en el que se introdujo el cultivo del café a través de la fundación de fincas cafetaleras a lo largo de la bocacosta del océano Pacífico de Guatemala. Las primeras noticias acerca de la importancia arqueológica de Tak´alik Ab´aj fueron reportadas por el doctor Gustavo Brühl, un botánico alemán que había llegado a Guatemala en 1888 para estudiar las plantas medicinales de la región. En 1902, además de un exuberante mundo natural, el doctor Brühl encontró múltiples monumentos esculpidos en piedra cuyas puntas emergían de la superficie terrestre. Muchos de estos monumentos habían quedado enterrados debido a la erupción del volcán Santa María que dio lugar al nacimiento del volcán Santiaguito.

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Estela 18, frente a Estructura 2, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

Tak’alik Ab’aj

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Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

FINCAS PRIVADAS QUE CUBREN EL SITIO ARQUEÓLOGICO TAK’ALIK AB’AJ

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ACTUALMENTE EL INVENTARIO LLEGA A 386 ESCULTURAS Y SIGUE EN AUMENTO.

Las noticias de Brühl respecto a los monumentos escultóricos del sitio, publicados en 1888 en la revista Science, motivaron a que otros viajeros y connotados arqueólogos visitaran el sitio en diferentes épocas, efectuando sus propios estudios. Karl Sapper en 1894, describió brevemente la Estela 1 comparándola con el estilo de Santa Lucía Cotzumalguapa, mientras que Max Vollmberg la dibujó y notó otros monumentos. Motivado por este trabajo, Walter Lehmann visitó el sitio en 1925 y advirtió la antigüedad de las esculturas y Eric Thompson, el primer arqueólogo mayista, realizó un estudio sistemático del sitio en 1942. Por otro lado, en 1950 Tatiana Proskouriakoff afirmó que Tak´alik Ab´aj mostraba el estilo maya temprano en algunas estelas y monumentos, Edwin Shook y Suzanne Miles, en 1965 incluyeron el sitio en sus estudios de la Costa Sur de Guatemala y Lee Parsons lo estudió en 1972. En ese tiempo, el sitio era conocido con los nombres de las fincas que comparten el área de la ciudad: Santa Margarita, San Isidro Piedra Parada, Buenos Aires, San Elías y Montes Elíseos. En 1965, Suzanne Miles le dio a todas estas fincas el nombre de Ab’aj Tak’alik, que en idioma k’iche’ significa Piedra Parada, nombre asignado porque las esculturas se encontraban en posición erguida. El error gramatical en este nombre fue corregido a Tak’alik Ab’aj, con el que se conoce actualmente, por consenso con los grupos hablantes del idioma k’iche’ y de la Academia de Lenguas Mayas, según Acuerdo Ministerial 706-2001. En 1976, con la autorización del Instituto de Antropología e Historia -IDAEH- y de Manuel Ralda Ochoa, propietario de la finca Santa Margarita, la Universidad de California en Berkeley inició la investigación arqueológica en Tak´alik Ab´aj, bajo la dirección de John Graham, Robert Heizer y Edwin Shook. Esta se extendió hasta 1981. El interés compartido de estos tres estudiosos sobre el desarrollo temprano de las culturas mesoamericanas: la arqueología de la Costa Sur (Shook), la escultura olmeca (Heizer), así como la escultura maya y escritura jeroglífica temprana (Graham), fue la razón por la que eligieron este sitio para su estudio. Los trabajos se enfocaron en el levantamiento topográfico del sitio, con una extensión de 6.5 kilómetros cuadrados, dentro del que se registraron 71 montículos asentados sobre 9 terrazas artificiales. Se realizaron excavaciones en varios puntos del sitio, pero su mayor interés fue enfocado al estudio sistemático de los monumentos escultóricos distribuidos por todo el lugar. El inventario de las esculturas reportadas sumó 140 (63 monumentos, 52 estelas y 25 altares), y se constató la presencia de escultura estilo olmeca y maya. Actualmente el inventario llega a 386 esculturas (247 monumentos, 83 estelas y 56 altares), y sigue en aumento. Unos años después, se formuló la conveniencia de la creación de un nuevo proyecto nacional de investigación y conservación enfocado al estudio completo de los diversos aspectos culturales del sitio para investigar la razón por la que Tak’alik Ab’aj cuenta con monumentos estilo olmeca a la par de estelas y altares estilo maya, un extraordinario contexto escultórico, único en el área mesoamericana. Se planificó el levantamiento

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EL PARQUE CUMPLIRÁ 30 AÑOS DE EXISTENCIA EN EL 2017.

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Monumento 67, cabeza de jaguar de donde emerge un personaje, frente a Estructura 12 Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj


de un nuevo mapa topográfico detallado, con curvas de nivel cada 50 centímetros, localizando así 20 montículos más y encontrando una terraza más, ubicada en la parte sur del sitio. En 1987, el gobierno de Guatemala creó el Proyecto Nacional Ab’aj Tak’alik, que desde su inicio fue integrado por técnicos y profesionales guatemaltecos y financiado por el Ministerio de Cultura y Deportes a través de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural. José Luis Ralda González fue fundamental para la creación del proyecto, donando en 1987, una primera fracción de 11 manzanas de terreno que cubre la parte sur del Grupo Central del sitio ubicado dentro de la Finca Santa Margarita para mostrar la riqueza cultural e histórica de este lugar. Esta donación estuvo sujeta a la condición de que el Estado asfaltara el tramo carretero de 4 kilómetros que une la cabecera municipal de El Asintal al Parque Arqueológico Nacional Tak´alik Ab’aj, lo que se cumplió en 1998. En el mismo año, esta primera donación fue escriturada a favor del Estado de Guatemala. En 2007, se recibió una segunda donación de 11 manzanas por parte de Ruth Rocío Ralda Villa de León, actual propietaria de la finca e hija de José Luis Ralda. Con esta donación, el área total del parque alcanza 22 manzanas. Esto a la vez está sujeto a la construcción del Museo Arqueológico El Caracol del Tiempo “José Luis Ralda González”, edificación cuyo diseño está inspirado en la espiral del caracol de tierra, característico de la región. En 2001 y por su singular historia cultural, el sitio fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación con el Acuerdo Ministerial 528-2002, y el proyecto fue elevado a la categoría de Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj. Desde su creación en 1987, el parque ha estado abierto al público ofreciendo la oportunidad de presenciar los trabajos de investigación y conservación. El Parque también está abierto para celebrar ceremonias ancestrales. Así, el parque cumple con las premisas de su creación: ser un lugar sagrado, un santuario natural y un centro arqueológico pluri-cultural. El parque cumplirá 30 años de existencia en el 2017. Representa una pequeña parte de la antigua ciudad de Tak’alik Ab’aj que aún se encuentra albergada bajo el manto de la densa vegetación en las fincas mencionadas. Muchas de ellas se han transformado en reservas naturales privadas o van encaminadas hacia esta meta como marco perfecto para esta ventana desde la cual se puede captar el destello de un gran pasado.

Tak’alik Ab’aj

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EL MERCADO DE LA RITUALIDAD LA ECONOMÍA DE MESOAMÉRICA Christa Schieber de Lavarreda

Cabeza miniatura ceremonial de mosaicos de jadeíta, Entierro No. 1, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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A

lgunos dicen que las ideas mueven el mundo. Otros sostienen que la actividad económica es la que lo mueve. Hay quienes explican el origen del desarrollo humano partiendo de las primeras prácticas de domesticación de las plantas y animales que permitió que se asentara el nómada, el recolector y cazador que se movía acorde a las estaciones del año, dando oportunidad para la crianza y las cosechas más regulares, ofreciendo mayor control y seguridad alimentaria, aminorando hambrunas y enfermedades, y por ende propiciando un aumento poblacional, dando paso a la capacidad de especialización y necesidad de competencia. Hay muchos engranajes que se mueven e interactúan determinando el actuar del ser humano, ¿o es el ser humano el que determina cómo se mueve el engranaje? Seguramente existen tantas explicaciones como diversa es la naturaleza humana en sus múltiples manifestaciones. Los años de investigación en Tak’alik Ab’aj han mostrado una ventana desde la cual parece que se puede ver y entender el mecanismo, la fórmula que explica la naturaleza y dinámica de las acciones e interacciones que dieron lugar a una estructura que proveía el oxígeno necesario para que esta respirara y funcionara. Lo que se puede vislumbrar desde esta ventana es una idea, que de manera inteligente y lógica creó la razón de ser de una vasta gama de actividades económicas que propiciaron una sofisticada estructura operativa y de interacción, generando la base que sustentaba una sociedad compleja. Esa idea se gestó dentro de la primigenia necesidad del ser humano de entender y ordenar el mundo que lo rodea, lo que conlleva la forma de explicar el universo, la visión del mundo o cosmovisión. Esta tiene un ingrediente fuerte de pensamientos religiosos, en vista de que no toda explicación lógica es suficiente

para aceptar el mundo como es. De allí nace la transformación del concepto hacia un imaginario que permite alojar dentro de sus explicaciones, valores éticos, morales y una actitud hacia el entorno, una filosofía que depende de un liderazgo que lleva a una forma hegemónica de pensamiento. Esta cosmología, compartida por los miembros del grupo, se manifiesta por medio de códigos y actos cuya constante repetición conduce a rutinas y conductas en respuesta a ciertos estímulos rituales que se tornan en instrumentos terapéuticos y de convivencia. Esto da pertenencia al grupo, se instituyen normativas, prácticas rituales llenas de significado que son integradas en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Las acciones de la vida diaria de este grupo que conforma la comunidad, desde el campesino hasta el cortesano, se viste de actos y símbolos que cargan estos significados. De esta manera se distingue, creando los linderos culturales entre los grupos, lo cual a su vez es una herramienta para la construcción de las convenciones y políticas de interacción con los “otros”. Estas interacciones son muy importantes desde el punto de vista de sobrevivencia, de respeto de los linderos, pero más que todo para poder obtener lo que no está dentro del espacio del entorno natural por encontrarse en otras regiones geográficas. Las especialidades propias de cada región, de aparente suficiencia local, son altamente apetecidas por las otras regiones, las cuales a su vez pueden ofrecer sus propias especialidades. El sistema de liderazgo inteligente en esta sociedad creó una tradición ritual cotidiana de tal magnitud que ocupó una significativa parte del quehacer de toda la comunidad. Esta práctica masiva requería de una gran cantidad de insumos y productos, algunos de los cuales no eran locales y había que procurar. A la vez se podía ofrecer a las otras comunidades

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que igualmente estaban necesitadas de estos materiales para su vida ritual. Con esto se puso en marcha el motor de producción, consumo e intercambio, importación y exportación de diferentes especialidades. Se puede pensar que por su importancia económica, su producción y comercialización generaba, muy probablemente, el mayor porcentaje del producto interno bruto. Esta producción era administrada y controlada por los líderes inteligentes. Entre los productos de Tak’alik Ab’aj se puede enumerar el cacao, el hule y la planta conocida como flor de la luna que se utilizaba para lograr la vulcanización del hule. También producían adhesivos como la resina del palo jiote para fijar los mosaicos de pirita de hierro o los renombrados mosaicos de jadeíta finamente esculpidos para crear la faz de los ajaw, títulos reales que colgaban de los pectorales o cinturones ceremoniales de los grandes señores, símbolos de poder a lo largo de toda Mesoamérica. La riqueza de recursos como algodones para tejidos, henequén para lazos, especias, pom, resinas aromáticas del ixcanal o cacho de toro, obsidianas, conchas, plumas, sal y piedras de moler, demandaba facilidades logísticas como la ruta comercial por donde los mercaderes podían trasladarse con estas y otras especialidades a tuto con el fin de realizar un intercambio con otras poblaciones. Tak’alik Ab’aj fue fundada a inicios de 800 a.C. con el objetivo de formar parte del mercado de la ritualidad que dio los primeros esplendores de civilización a la historia mesoamericana. Para ello fue determinante su estratégica ubicación geográfica a media altura entre la cresta de la cadena volcánica y la planicie costera, a fin de facilitar la comunicación a lo largo del cinturón del litoral del Pacífico y el acceso hacia el altiplano por los barrancos y valles de los grandes ríos que descienden desde la montaña buscando el mar. Tak’alik Ab’aj es un digno representante de los sitios icónicos de la región, con los que comparte características y patrones culturales. El hecho de que Tak’alik Ab’aj fuera parte de este plan estratégico le imprimió para siempre su carácter especial cosmopolita, albergando y permitiendo gestar una gama de diversas manifestaciones culturales y artísticas y haciendo que su historia fuera por excelencia una historia de interrelaciones entre diferentes pueblos y culturas. La capacidad de sus líderes inteligentes de forjar relaciones y realizar intercambios con colegas distantes, su ágil adaptación a los cambios de políticas hegemónicas y de decisiones y alianzas hicieron que

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Tak’alik Ab’aj floreciera por más de 17 siglos, compartiendo su primer esplendor con la cultura olmeca. Cuando la cultura olmeca feneció, alrededor de 400 a.C., Tak’alik Ab’aj cambió de estrategia haciendo alianza con Kaminaljuyu en el altiplano central y, junto con esta gran metrópoli, desarrolló nuevos conceptos ideológicos y estéticos, incluyendo la escritura y cuenta larga, que luego formaron los cimientos de la cultura maya temprana que dejó sus huellas en este particular paisaje del altiplano y litoral del Pacífico, también llamado Área Maya Sur. A partir de 150 d.C., con el inicio del Clásico Temprano, este florecimiento cultural maya temprano, iluminado por la escritura y cuenta larga, se trasladó al lado noreste de la cadena volcánica, entrando su pleno desarrollo en las Tierras Bajas de Petén, Yucatán, Belice y Honduras. Según la interpretación de la teoría de las tradiciones cerámicas utilitarias de la Dra. Marion Popenoe de Hatch, un grupo del altiplano de la tradición Solano irrumpió y dominó Kaminaljuyu y asumió el control del intercambio de la obsidiana de El Chayal y la jadeíta del valle del río Motagua. Tak’alik Ab’aj hizo alianza con este grupo Solano adquiriendo, aparentemente, aún más poder y riqueza, como lo evidencian las renombradas ofrendas de cabezas miniatura ceremoniales, hechas de mosaicos de jadeíta. Estas cabezas representaban el máximo símbolo de poder real, y eran portadas en los pectorales o cinturones, elementos que pueden observarse en los personajes representados en las estelas por todo el territorio maya e incluso más allá del mismo. Sin embargo, nunca más se recuperó en la precoz región del litoral del Pacífico la escritura y cuenta larga. El Clásico Tardío, la última época de la historia de Tak’alik Ab’aj, está marcada por una ruptura con sus alianzas en el altiplano a partir de 500 d.C. La ciudad retomó, como importante centro regional independiente, las relaciones con los centros homólogos a lo largo del litoral hasta 900 d.C. Al paso del tiempo, el grupo Solano del altiplano se había subdividido en los actuales k’iche’s, kaqchikeles y tz’utujiles, y cada uno pretendía su expansión hacia la costa para el control de las mencionadas especialidades. Este momento quedó marcado como la última página en la historia arqueológica del sitio. La producción alfarera de la tradición de Tak’alik Ab’aj, llamada Ocosito, cesó abruptamente. Al parecer la ciudad fue abandonada por sus habitantes. En su superficie se encontró esparcida cerámica k’iche’ de esta época, sin evidencia de que estos se hayan establecido finalmente en el lugar.


Reflector de mosaicos miniatura de pirita de hierro, Entierro No. 1, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

TAMBIÉN PRODUCÍAN ADHESIVOS COMO LA RESINA DEL PALO JIOTE PARA FIJAR LOS MOSAICOS DE PIRITA DE HIERRO.

Cuando a finales de 1523, Pedro de Alvarado en su paso por el Soconusco cruzó el río Samalá para subir a Quetzaltenango, no se percató de la existencia de esta ciudad; toda memoria de Tak’alik Ab’aj había quedado silenciada debajo de la exuberante espesura de la vegetación. Fue hasta en el siglo XVIII que algunos viajeros como Gustav Brühl empezaron a notar puntas de monumentos que emergían del suelo, todavía erguidos en su altivez, lo que dio origen a su nombre contemporáneo e inició el capítulo de su historia reciente.

Tak’alik Ab’aj

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LOS VESTIGIOS ARQUEOLÓGICOS

HABLAN, LOS ARQUEÓLOGOS ESCUCHAN El paisaje natural y urbano Christa Schieber de Lavarreda, Miguel Orrego Corzo, Geremías Claudio y José Pineda

Vista panorámica al volcán Santa María desde El Asintal, Retalhuleu

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A

l despertar, los pobladores de Tak’alik Ab’aj tenían al noreste un espectáculo singular en el horizonte: la silueta negra zigzagueante de la cadena volcánica sobre el luminoso gris-azul del palidecer de la noche, con la última estrella, el planeta Venus, aún encendida. El anochecer era otro evento estelar, cuando al oeste el sol se hundía sonrojado detrás de la perfecta línea del mar. No obstante, para admirar este espectáculo tendrían que haber estado en los puntos más altos de la ciudad. Este magnífico entorno fue el referente a partir del cual se ubicarían y se explicarían el mundo. Observar los astros, que todos los días y todas la noches cruzaban la ciudad de este a oeste, también pudo haber sido la fuente de inspiración para sus mitos de creación.

Tak’alik Ab’aj

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Escalinata central, fachada este, Estructura 5, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Este entorno panorámico particular se deriva en la posición geográfica de la bocacosta del litoral del Pacífico, anidada en las laderas del macizo de la Sierra Madre, que serpentea paralelo al mismo a una altura de 600 metros sobre el nivel del mar, determina el clima semi-cálido y consiste en un manto rocoso y suelos fértiles de origen volcánico. Los ríos parten de la cresta de la Sierra Madre hacia la planicie del mar, las copiosas lluvias desfogan contra las laderas, la vegetación es rica, característica del bosque húmedo subtropical cálido. Este entorno constituye un verdadero reto por sus condiciones y recursos, reto que la población de Tak’alik Ab’aj enfrentó con excelencia, adaptándose al mismo y aprovechándolo al máximo. El asentamiento de Tak’alik Ab’aj en este característico paisaje de terrazas naturales que descienden de las faldas montañosas fue planteado desde sus inicios en el Preclásico Medio como parte de un plan estratégico de la economía del mercado de la ritualidad, propio de las primeras civilizaciones mesoamericanas. El diseño del núcleo urbano de Tak’alik Ab’aj obedeció a los principios vigentes de aquel entonces en conceptos de adaptación y aprovechamiento armonioso del paisaje. La planificación urbana, de importancia medular, se basó en la cosmovisión y en la ideología hegemónica para crear, aparte de una urbe funcional y competitiva, un magnífico escenario simbólico para la vida espiritual y ritual. La política de estado de aquellos inteligentes líderes era energizada por la economía del mercado de la ritualidad. Los principales grupos arquitectónicos del sitio, que a lo largo del tiempo alojaron una centena de edificaciones, fueron distribuidos sobre diez de las terrazas naturales, las que fueron modificadas o aumentadas en donde fuera menester cuando la configuración natural del paisaje no alcanzaba. Esto implicaba, al inicio de la historia de la ciudad en el Preclásico Medio, rellenos artificiales de 5 a 7 metros de altura en algunas partes, principalmente elevando el terreno en hondonadas para agrandar el espacio disponible en las partes planas de las terrazas. Durante la siguiente época, la modificación del paisaje continuó rellenando hondonadas y ampliando las laderas de las terrazas mismas, de 2 a 4 metros; alcanzando el esfuerzo sumado entre ambas épocas hasta 9 metros de altura. Es por ello que el paisaje natural, sagrado para los pobladores de Tak’alik Ab’aj, se volvió un paisaje cultural, un legado de sus antiguos arquitectos para la posteridad.

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El trazo, ubicación y distribución de los edificios públicos se combinó con la disposición de juegos de esculturas a fin de crear los escenarios perfectos para los rituales y actos públicos de los líderes. Esto obedeció a un eje central ancestral sagrado nortesur que nació de los cimientos de la astronomía primigenia, orientado al centro del “cucharón” de la constelación Osa Mayor, al este del norte magnético. Perpendicular a este eje, se encuentran los edificios principales y ceremoniales, trazando en la tierra el trayecto de los astros que cruzan el cielo nocturno y diurno de este a oeste. Este diseño original fue respetado durante la longeva historia de la ciudad a pesar de los grandes cambios que supo sobrellevar. La orientación ancestral, junto con una gama de patrones culturales, es compartida en primer lugar, con la región del litoral del Pacífico (San Isidro), luego el Soconusco (altiplano central de Chiapas, Chiapa de Corzo) y el Golfo de México (La Venta), justo por donde pasa la ruta comercial de larga distancia que se convierte en un corredor cultural. La planificación de esta sofisticada urbe que le brindaba bienestar a los que habitaban y trabajaban allí, incluyó el manejo hidráulico, así como edificaciones monumentales, santuarios y calzadas pavimentadas ceremoniales con altar ritual “quemador” de función político-religiosa. La función administrativa era desempeñada por la naciente burocracia y su desarrollo se evidencia en los espacios para los mercaderes y el mercado con baño de vapor, los talleres de los artesanos, artistas y escultores, las residencias de los dignatarios más altos y los sectores habitacionales para cada uno de los gremios, así como los sectores encargados de la importante producción agrícola de las especialidades locales para su exportación.

EL TRAZO, UBICACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LOS EDIFICIOS PÚBLICOS SE COMBINÓ CON LA DISPOSICIÓN DE JUEGOS DE ESCULTURAS.

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DISTRIBUCIÓN DE LOS GRUPOS ARQUITECTÓNICOS DE TAK’ALIK AB’AJ


Tak’alik Ab’aj

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Tomado de Johnson and Pope 1983; modificado por Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj


Desembocadura del canal de evacuación de agua pluvial “Guacalitos”, acceso a la Terraza 3, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

La administración del agua era una función importante en esta región de más que suficiente pluviosidad, con 4,000 mm de precipitación promedio al año por lo que los cultivos no requerían irrigación. Las copiosas lluvias podían romper los pisos de barro de las plazas, la toba volcánica o taxcal y destruir los muros de barro y piedra. La riqueza de las fuentes de agua era aprovechada para facilitar las labores y el confort en las áreas habitacionales. Por ello el programa de manejo del agua en Tak’alik Ab’aj contemplaba dos funciones importantes: la evacuación del exceso de agua pluvial y el suministro de agua para consumo. Ambas funciones requerían un diseño apropiado regido por el concepto de “velocidad administrada” para el control de la rapidez con que corría el agua a través del cálculo del trazo de los declives de las construcciones y espacios abiertos como las plazas y de la capacidad de captación y conducción de los canales, así como de un declive de descenso en un ángulo determinado intercalado con descansos horizontales.

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LA ADMINISTRACIÓN DEL AGUA ERA UNA FUNCIÓN IMPORTANTE EN ESTA REGIÓN.


Estructura 14, baño de vapor o chuj, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

Se puede seguir el hilo de la historia de Tak’alik Ab’aj por medio de la variedad de vestigios materiales preservados como la cerámica, las herramientas de obsidiana y piedra, la escultura y las edificaciones porque reflejan los cambios que suceden en la mente de los autores, plasmados en sus obras, cambios culturales producto del concierto y desconcierto de relaciones e interacciones entre las diversas regiones, pueblos y culturas. Esto puede implicar también cambios en las técnicas, tecnologías y materiales empleados para su producción, que usualmente representan mejores prácticas, pero también pueden obedecer a razones de cambios estéticos.

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SISTEMA DE CANALES “EL ESCONDITE” PARA SUMINISTRO DE AGUA POTABLE Y CANAL “DAVID” DE EVACUACIÓN DE AGUAS PLUVIALES

Detalle de drenaje Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Detalle de drenaje Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Estructura 12 Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj


En Tak’alik Ab’aj la historia arquitectónica se manifiesta por excelencia en la secuencia superpuesta de versiones constructivas o modificaciones de las edificaciones a través del tiempo, encontrando, con pocas excepciones, en un mismo edificio toda la historia de ocupación de la antigua ciudad desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Tardío. Los materiales de construcción son tomados de su entorno, barro y piedras de canto rodado de los ríos. Las dimensiones de las construcciones son grandes en extensión horizontal y bajas en altura, se piensa que por razones antisísmicas. Ambas le otorgan el carácter propio de la región que, aunado a la forma de adaptación al paisaje característico, se podría llamar tradición arquitectónica del litoral del Pacífico y del cual Tak’alik Ab’aj puede ser un ejemplo icónico. El inicio en el Preclásico Medio se presenta con pequeñas plataformas ceremoniales hechas de una mezcla especial de consistencia homogénea y alta compactación con barros café obscuro, una menor proporción de arena volcánica, fragmentos de cerámica y algunos restos de carbón. El mejor ejemplo de estas plataformas con pequeños graderíos empotrados es la cancha del juego de pelota con un promedio de no más de 1 metro de altura, 23 de largo y 8 de ancho. Pero también se manejaba ya el concepto de arquitectura monumental en la forma de plataformas de grandes dimensiones en extensión y varios cuerpos, como la versión antecesora de la Estructura 7, la Estructura Escalonada, compuesta de cinco cuerpos y edificaciones piramidales como la Estructura 2, ubicada exactamente en el eje de orientación primigenia nortesur. Los componentes de la arquitectura monumental contienen piedras de canto rodado en la mezcla de barro, lo que sugiere la intención de dotarlos de mayor solidez.

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Tak’alik Ab’aj

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Estelas 12 y 7 frente a fachada este de Estructura 11, Plaza Tucur-Balam (Búho-Jaguar) Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Tak’alik Ab’aj

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EN EL CLÁSICO TEMPRANO, SE EMPLEÓ PIEDRA DE MAYOR TAMAÑO Y SE INCLUYÓ JUEGOS DE ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS COMO MURO BASAL Y TALUD.

En el Preclásico Tardío, muchas pero no todas las edificaciones de plataformas rectangulares escalonadas de hasta de tres cuerpos, siempre con corazón de barro, tuvieron un revestimiento de piedra de tamaño mediano. Luego, al entrar al Clásico Temprano, se empleó piedra de mayor tamaño y se incluyó juegos de elementos arquitectónicos como muro basal y talud, esquinas remetidas, rampas y graderíos entrantes con bloque central. La Estructura 6 es uno de los mejores ejemplos de esta forma distintiva de arquitectura monumental propia de la región y en cierta forma análoga al altiplano occidental, como en el sitio La Lagunita, que no parece extraño si se toma en cuenta la alianza con el grupo de la tradición cerámica Solano evidente en la cerámica y arte lapidario de Tak’alik Ab’aj. El Clásico Tardío, al parecer, pretendió crear una nueva estética en la faz de las plazas. Cambió sensiblemente la apariencia de las edificaciones cubriendo el juego de elementos arquitectónicos que lucían con una especie de rampa de canto rodado, pero manteniendo expuestas y formando parte de este nuevo concepto los monumentos esculpidos ancestrales de más de 500 años de antigüedad e introduciendo fragmentos de esculturas sagradas preclásicas en la construcción de los canales de evacuación, que es como los k’iche’s encontraron la ciudad alrededor de 900 d.C.

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LA VIDA COTIDIANA Vivienda y los campos de cultivo Carlos Espigares

VIVIENDA

LOS CAMPOS DE CULTIVO

La evidencia arqueológica nos indica que la urbe de Tak´alik Ab´aj albergó varios grupos arquitectónicos que conformaron y adornaron el paisaje natural en épocas muy tempranas, muy distinto al panorama descrito en las periferias de la antigua ciudad. Un ejemplo muy claro lo encontramos al oeste del casco urbano en lo que actualmente denominamos como el riachuelo El Chorro.

La alimentación, fundamental para la vida humana, requiere de diferentes procesos para su producción agrícola como en el caso de Tak’alik Ab’aj donde los antiguos habitantes contaban con grandes áreas retiradas al sur y al este del Grupo Central de la ciudad. Estas áreas se caracterizaban por la ausencia total de monumentos y de arquitectura y eran idóneas para el cultivo de diferentes especies vegetales. Los campos debieron ser trabajados con diferentes artefactos apropiados para el cultivo. En Tak´alik Ab´aj se cuenta con un artefacto que por sus características pudo haber sido el instrumento ideal para la elaboración de surcos. Se trata del hacha “Rivera”, que mide de 4 a 5 centímetros de grosor por 16 centímetros de largo y pudo haber contado con un mango de madera amarrado con mimbre. La punta curva y biselada en su segmento distal posiblemente haya sido la parte activa del artefacto, ya que permitiría el suave deslizamiento en los barros para trazar los surcos sin ningún problema.

Al oeste del Grupo Central se encuentran los vestigios de lo que pudieron haber sido los primeros asentamientos tempranos. Sobre una modesta nivelación, se construyeron las primeras posibles casas de 10 metros de largo en dirección norte-sur y 9 metros de ancho en dirección este-oeste. Contaban con piso de piedra de canto rodado y techos de zacatón sostenidos por horcones y tendales principalmente de madera del árbol de canoj, la que aún es considerada por los pobladores de la región como excelente para la construcción. Asociada a esta área habitacional había evidencia de un canal de piedra de canto rodado que lo surtió de agua. Los habitantes de Tak´alik Ab´aj construyeron un recinto ceremonial en las cercanías de un yacimiento de agua llamado actualmente El Escondite. El recinto de 4 por 4 metros fue construido con piedras de canto rodado en los cuatro muros. Al centro del recinto decidieron colocar una gran piedra lisa de manera erguida y un altar liso al frente. Al lado este de la estela y altar construyeron un canal también de piedras de canto rodado que correría de norte a sur. Adicionalmente al recinto ceremonial, los antiguos habitantes de Tak´alik Ab´aj colocaron un canal al sur. Al sur del canal depositaron una serie de platos y cuencos conformando así una gran ofrenda a fin de dar una connotación ceremonial al recinto y al canal. El desarrollo de la ciudad avanzaba a pasos agitados mientras que en las áreas rurales la vida corría lentamente adaptándose al entorno que le rodeaba.

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Dentro de las especies vegetales identificadas a partir de las muestras carbonizadas podemos mencionar el coyol, aguacate, zapote, ixcanal o cacho de toro, corozo, cacao y amaranto, este último muy importante por su uso ritual y de alimentación. Entre las maderas está el mencionado canoj. Estudios realizados en contenidos de polen revelaron que el maíz y el camote formaron parte de la vegetación en los alrededores de El Chorro. Subsecuentemente, parece que el bosque fue talado y el terreno se convirtió en campo de cultivo, siendo el maíz el predominante. Después de un intervalo de tiempo no determinado, el lugar fue inundado y hubo una invasión de plantas acuáticas. Esta actividad se ve reflejada en toda la ocupación del sitio, y aún en la actualidad, se puede observar la misma forma de cultivar en las zonas aledañas a Tak´alik Ab´aj.


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UBICACIÓN DE LAS ÁREAS HABITACIONALES Y DE CULTIVOS

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ARTE ESCULTÓRICO Y LAPIDARIO Christa Schieber de Lavarreda, Oswaldo López y Omar Alvarado

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l medio más poderoso y sutil para comunicar ideas es el arte y este puede expresarse a su vez a través de muchos medios, apelando a todos los sentidos del ser humano.

A fin de plasmar conceptos y símbolos, mensajes codificados legibles para el grupo para el cual fueron creados, el ser humano se caracteriza por querer inmortalizarlos en materiales duraderos. Es por esa razón que en la arqueología proliferan los sobrevivientes portadores de estos mensajes, labrados en los materiales que mejor resisten el paso del tiempo: la roca y piedra en todas sus variantes. En Tak’alik Ab’aj, las rocas locales predominantes son de origen volcánico como la andesita y la dacita. Entre estas, fue la andesita la preferida para la escultura. Únicamente dos monumentos, la Estela lisa 18 y el monumento con huellas de desgaste de afiladeros y agujeros cónicos pequeños son de roca gneis, importada del altiplano, comunicando no solo el mensaje del monumento en sí, sino también el poder y la riqueza que hacen posible esta manifestación de lujo, uno de los mensajes más universales y comunes de los líderes del mundo. Para el programa de lapidaria se utilizó, de preferencia, la jadeíta, pirita de hierro y hematita, todos materiales preciosos de importación.

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Detalle de Estela 13 estilo Maya, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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El programa escultórico, que se implementó durante muchos siglos a través de toda una genealogía de líderes, hizo que Tak’alik Ab’aj tuviera uno de los acervos escultóricos más ricos de Mesoamérica, creando, con la integración de escultura en el diseño de los espacios sagrados, los escenarios para el despliegue público de su poder. Hoy, este acervo escultórico otorga la oportunidad a los arqueólogos de conocer con detalle la evolución y los cambios graduales de la primera tradición escultórica que vociferaba los conceptos hegemónicos olmecas en la primera gran página de la historia de las civilizaciones mesoamericanas del Preclásico Medio, hacia la segunda, la maya temprana, durante el Preclásico Tardío. Este primer programa, que manejaba los cánones estéticos y simbólicos de la tradición olmeca con una pizca de toque local, compartía las mismas características de tridimensionalidad, en bulto, nichotrono y bajo relieve de perfil, así como temas de personajes humanos con rasgos faciales felinos, dualidad hombre-jaguar, personajes emergiendo de las fauces del jaguar, jugador de pelota o “volador”, como los del gran centro contemporáneo La Venta en Tabasco, en el Golfo de México, Soconusco y el Litoral del Pacífico. Esta tradición escultórica tuvo una trayectoria larga, lo suficientemente larga como para que dentro de la misma se dieran cambios, como la re-utilización de un tema olmeca, transformándolo en otro, ejemplificado en el memorable caso de la cabeza colosal del Monumento 23 que fue modificado, creando la oquedad de nicho, eliminando parte de los rasgos faciales y transformando la nariz en un dignatario sentado con las piernas cruzadas, con el sutil detalle del pie izquierdo girado hacia abajo, característica compartida con otras representaciones de personajes en tronos, como el del Mural 1 de la cueva Oxtotitlán, Guerrero.

Siguiente página: Monumento 8 estilo Olmeca, fachada oeste, Estructura 12, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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TÉCNICAS ESCULTÓRICAS ALTAR 12, ALTAR 13 Y ESTELA 2

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La tradición escultórica de Tak’alik Ab’aj brinda la única oportunidad de detectar detrás del cincel, las ideas que se fueron preparando para dejar atrás el sistema olmeca y emprender el cambio hacia una nueva expresión artística que tenía que ser diferente a la anterior, porque representaba una nueva forma de pensar. Es impresionante cómo se puede ver y tocar el advenimiento de la era maya en la escultura. Se puede observar la gestación del cambio al nuevo concepto estético: del respeto a la roca, evidente en la escultura en bulto, que aprovechaba la forma del material al máximo para la creación del tema, a la superficie preparada, texturizándola antes de esculpir y enmarcándola. Y lo más obvio, que resume todos estos detalles, es el cambio de la roca en sí a la forma preparada como lápida. El mejor exponente del paso intermedio es el Altar 13 donde se nota el respeto a la roca, con labrado en perfil y delimitación por medio de la simple eliminación de la porción rocosa sobrante al espacio que ocupa el tema, que literalmente forma el puente entre el Altar 12 con su absoluto respeto a la roca, labrado en perfil y texturización y la Estela 2 de superficie frontal preparada y emparejada con un sofisticado marco que delimita el tema. Es importante notar que las primeras esculturas labradas aún sobre la superficie natural de la roca, en bajo relieve y perfil, representando personajes ataviados con cinturones ceremoniales con cabezas miniatura, van acompañadas de los primeros signos jeroglíficos de figura de cabeza completa. Mientras, la renombrada cuenta larga, para contar el tiempo muchos siglos hacia el pasado y hacia el futuro, acompaña a los gobernantes de los linajes reales representadas en las estelas en forma de lápida. Monumento 107 estilo Barrigón, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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PARALELO AL ESTILO MAYA TEMPRANO, PROLIFERARON OTROS DOS ESTILOS: EL ESTILO BARRIGÓN Y EL ESTILO ZOOMORFO. Monumento 70 estilo Zoomorfo, fachada este, Estructura 12, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

Paralelo al estilo maya temprano, proliferaron otros dos estilos, que parten del mismo concepto ancestral de la escultura en bulto: el estilo barrigón que representa a personajes obesos sentados con las manos sobre el vientre y el estilo zoomorfo que recrea toda una gama de animales relacionados con el agua, como sapos, ranas, tortugas y cocodrilos. Además hay unos pocos ejemplos de esculturas de una tradición costeña probablemente más tardía y los petrograbados, expresiones espontáneas locales que se manifiestan en todos los tiempos. Alrededor de 150 d.C., finalizó la tradición escultórica que iluminó el Preclásico de Tak’alik Ab’aj y del Área Maya Sur, como voz propia de las dos formas de pensamiento que ilustró la transformación de una a otra.

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Siguiente página: Monumento 27, roca tipo gneis con huella de desgaste de afiladeros, acceso a Terraza 3, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj


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El arte lapidario es el otro medio perfecto para representar símbolos de poder. Fue también una tradición cultivada por generaciones de artesanos en Tak’alik Ab’aj. El material más preciado por las culturas mesoamericanas por su dureza, brillo y color fue la jadeíta proveniente del valle del Motagua, la materia prima por excelencia para crear obras de arte únicas desde el inicio de la historia de Tak’alik Ab’aj. Durante el Preclásico Tardío se sumaron otros materiales que también tenían brillo, como la pirita de hierro y la hematita especular, especialidades que tenían que ser importadas de tierras tan lejanas como San José Mogote -cerca del Monte Albán-, Oaxaca o Chiapas para crear objetos preciosos.

Arte lapidario en jadeíta, pirita de hierro, hematita, entre otros, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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EL MATERIAL MÁS PRECIADO POR LAS CULTURAS MESOAMERICANAS POR SU DUREZA, BRILLO Y COLOR FUE LA JADEÍTA.


Cabezas miniatura ceremoniales de mosaicos de jadeíta, Estructura 6, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Talla en jade

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En la historia de la tradición del arte lapidario de Tak’alik Ab’aj son de singular importancia dos conceptos: la miniatura y el mosaico. En el Preclásico Medio resalta el concepto de la miniatura que conlleva a la producción de centenares de pequeñas cuentas de jadeíta que conforman diseños bordados o entretejidos, al parecer compartidos por muchas culturas ancestrales. En el caso del Entierro No. 2 de Tak’alik Ab’aj, los brazaletes, decoración de las sandalias y el taparrabo o faldellín del personaje habían sido elaborados de esta manera, sumando más de 1,300 cuentas miniatura de jadeíta azul. El fascinante envoltorio sagrado, actualmente llamado por los guías espirituales chim, que se portaba en la mano izquierda, también cuenta con un bordado de miniaturas aún más diminutas de color verde manzana. El extraordinario collar de cuatro hileras de cuentas tenía un pendiente central de hachuela con cabeza de ave, primigenio símbolo real del ajaw o señor, portado en las pecheras por los primeros dignatarios. La compleja administración de la economía del mercado de la ritualidad requirió de especialistas en toda la diversidad de campos y funciones, originando una burocracia, instrumento para implementar un gobierno centralizado, generando los cimientos para una realeza y su corte. En el Preclásico Tardío, los elementos de cabeza y hachuela de este mismo símbolo real evolucionaron a cabezas miniatura ceremoniales de mosaicos de jadeíta con hachuelas colgantes integrados en los cinturones de los personajes y de allí en adelante fueron ampliamente ilustrados en representaciones escultóricas y cerámicas. Este es uno de los mejores exponentes de la aplicación del concepto de mosaico que surgió en esa época, junto con la diversificación de la materia brillosa y traslúcida. El mosaico rompe en fragmentos un todo, que vueltos a unir recrean la imagen, pero persiste la impresión de la fragmentación. Aparte de esto, producir una pieza entera es difícil, sea en jadeíta o pirita, pues hay que esculpir la pieza a partir de una porción de estos materiales. En algunos casos, es imposible saber si una pieza fue creada a partir de fragmentos o si una pieza entera fue partida en fragmentos y vuelta a unir. En resumen, es un solo derroche de destrezas, insumos, y más que todo, muchas horas de trabajo de artesanos altamente especializados, creando un producto sofisticado con alto valor agregado y por ello codiciado como generador de prestigio.

Página siguiente: Brazaletes y collar con hachuela de cabeza de ave, de jadeíta, Entierro No. 2 Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Detalle de una mĂĄscara de zotz o murciĂŠlago encontrado en un entierro

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Orejera calada con diseño de flor, laminilla de hematita especular de Oaxaca, México, Entierro No. 1, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

Ambas tradiciones nos transmiten dos cosas importantes: iniciaron en Tak’alik Ab’aj con conocimientos y destrezas ya adquiridos, es decir, fueron de alguna manera importados, y la continuidad por siglos de la tradición escultórica y sus cambios inherentes implican la existencia de talleres o escuelas de escultores que pasaban el conocimiento de generación en generación, continuando la tradición e implementando las innovaciones al unísono en una vasta región de pueblos y culturas diferentes. También nos hablan de los líderes inteligentes, que con los principios de la economía del mercado de la ritualidad generaron la plataforma que sustentó este universo de producción y consumo de especialidades que hicieron posible esculpir más de 300 esculturas y exponerlas en espacios ceremoniales de 13,500 metros cuadrados, según el cálculo aproximado de lo que medirían las plazas Tucur Balam y Tanmi T’nam y tener la colección más grande de cabezas ceremoniales en miniatura con mosaicos de jadeíta. No obstante los cambios trascendentales en los sistemas ideológicos, la escultura continúa incólume, comunicando los valores de sus tiempos.

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INSTRUMENTOS

DE MOLIENDA

EN PIEDRA Víctor Flores

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a piedra y mano de moler fueron instrumentos empleados en la época prehispánica para procesar alimentos, plantas medicinales y distintas especias utilizadas por la antigua sociedad de Tak´alik Ab´aj. La piedra de moler desempeñó la función de la molienda debido a que dentro de ella se depositaba la materia destinada a ser triturada por su contraparte y complemento: la mano de moler, que funcionaba como encargada de desarrollar la actividad durante este proceso. Trayectoria milenaria Desde los primeros pobladores que se asentaron en la fértil tierra de la bocacosta sur de Guatemala y la fundación de Tak´alik Ab´aj alrededor del 800 a.C., la tecnología empleada en la preparación de sus alimentos presenta un alto grado de desarrollo. Se ha documentado piedras y manos de moler que indican dos maneras de procesar sus comestibles, las que se conservaron desde el florecimiento de esta ciudad hasta su posterior abandono.

Estas herramientas fueron utilizadas en diferentes escenarios de la vida cotidiana por los pobladores de la gran urbe. Su uso no estaba limitado únicamente al carácter doméstico de la preparación de alimentos en la cocina, sino también fueron empleados ceremonialmente y ofrendados a la memoria de los majestuosos gobernantes que ya habían emprendido el viaje al más allá, o como marcadores ancestrales indicando el punto central de recintos funerarios. En el uso como ofrenda memorial se ha documentado la llamada Ofrenda Piedras de Moler 1, que consiste en cincuenta y tres fragmentos de estos utensilios que fueron depositados sobre un punto inicial correspondiente a un collar de jadeíta que simboliza la presencia sagrada de su dueño, uno de los gobernantes de la antigua ciudad. Esta colosal ofrenda fue realizada unos doscientos años después de la colocación del citado collar.

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La denominada Ofrenda Piedras de Moler 2, consiste en seis fragmentos de estos utensilios que conmemoran el recinto funerario del Entierro No. 2 de Tak´alik Ab´aj, considerado hasta ahora como el entierro más antiguo de un gobernante maya. Este acto de conmemoración se realizó aproximadamente setecientos años después de su deceso. El escenario de esta secuencia de ofrendas de piedras de moler se realizó en la Estructura 6. Generalmente, cuando estas herramientas sufrían un desgaste o fractura que imposibilitara su uso para lo que originalmente habían sido elaboradas, no quedaban condenadas al olvido por carecer de sus atributos. Algunas de ellas eran reutilizadas en los rellenos de construcción de las edificaciones, o como parte de los pisos empedrados de sus grandes plazas. Sin embargo, las piedras y manos de moler también se han encontrado en basureros antiguos cercanos al sector considerado como mercado. La cantidad de estos utensilios documentados en el Parque Arqueológico Nacional Tak´alik Ab´aj y sus alrededores ha determinado que existió un crecimiento poblacional continuo

desde su inicio hasta el 900 d.C. Sin embargo, a partir de esa fecha se nota un brusco cambio que indica una decadencia en la población, lo que se ha medido en base a la escasa presencia de estas herramientas y lo que sugiere que la cantidad de alimentos preparados ya no fue la misma.

LA FUENTE DE MATERIA PRIMA Después de una larga búsqueda, los artesanos que se dieron a la tarea de producir estas herramientas localizaron el lugar que los abastecería de materia prima para su elaboración. Este paraíso rocoso reunía las características para el suministro del material y, lo más importante, ofrecía una gama de formas naturales en la piedra que facilitaba el trabajo de la talla para darle forma final al instrumento, ya que en el caso de la piedra de moler, esta podía ser rectangular con extremos redondeados, rectangular, ovalada y ovoide. Este lugar se encuentra en la convergencia de los ríos Ixchiya y Nil y su riqueza en piedra aún se conserva. La selección de esta zona también obedece a un elemento de carácter ritual debido a que el río Nil nace precisamente en el valle formado dentro de un paisaje sacro antiguo, compuesto por los volcanes Chicabal, Siete Orejas y Santa María.

Mano de moler ergonómica, piedra de moler cerrada y vaso de piedra, Estructura 7A, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Los análisis que se han llevado a cabo en la amplia muestra de piedras y manos de moler de Tak´alik Ab´aj han revelado que los antiguos artesanos emplearon seis tipos de rocas para la manufactura de dichas herramientas: andesita, dacita, riolita, pómez, arenisca de origen local y basalto importado. Los talladores del arte en roca desarrollaron gradualmente el conocimiento para fabricar dos clases de piedras de moler que solucionaron la necesidad de procesar alimentos: la piedra de moler cerrada y la abierta. La piedra de moler cerrada fue utilizada para los alimentos como miltomate, achiote, chile o plantas medicinales que requerían retener las sustancias líquidas producidas durante el proceso de molienda. Con el objetivo de obtener mejores alimentos procesados, estas sustancias serían aprovechadas al máximo. Tal era el caso del cacao, considerado como una sustancia sagrada a la que solamente la nobleza tenía acceso. Debía de estar expuesto a un proceso más cuidadoso que requería colocar la piedra de moler sobre el fuego para obtener la viscosidad necesaria de esta semilla.

y fue tan importante su aparición que hoy en día sigue utilizándose. El complemento de las piedras de moler eran las manos de moler. Debían presentar las condiciones perfectas para encajar ya fuera en el interior de la piedra de moler cerrada o sobre la superficie plana de la piedra de moler abierta a fin de que la molienda tuviera los resultados deseados. Estas fueron talladas en forma rectangular con extremos redondeados, rectangular, ovalada, cilíndrica y esférica. Conforme se han desarrollado las investigaciones en Tak´alik Ab´aj se ha determinado una clasificación que permite identificar la variedad de formas que se diseñaron para las manos de moler. La mano de moler ergonómica, llamada así por presentar en su superficie superior un diseño que se adapta perfectamente a la forma de la mano humana, permitía mayor comodidad durante el proceso de molienda. Las huellas de uso se encuentran únicamente en la superficie inferior. Esta clase de mano de moler fue elaborada en forma rectangular con extremos redondeados y ovalada para ser utilizada únicamente en las piedras de moler cerradas.

Para cumplir con este objetivo, crearon una piedra de moler que permitió conservar las sustancias dentro del extremo que tenía superficie cóncava, pero a la vez permitía evacuar el material producido en la molienda, por el otro extremo que poseía la superficie plana y sin borde.

La mano de moler reversible, nombrada así porque presenta en ambas superficies las huellas de uso, se elaboró en las cinco formas empleadas por los artesanos de Tak´alik Ab´aj. Fue utilizada únicamente en las piedras de moler cerradas.

En la piedra de moler abierta se molían los alimentos como frijol y maíz, llevando a cabo la función de nixtamal. Estos procesos requerían evacuar el líquido producido en la molienda, ya que no era necesario conservarlo para la preparación del alimento. La piedra de moler fue diseñada de forma que ambos extremos no presentaban concavidad ni borde alguno y con una superficie plana para la evacuación del líquido.

La mano de moler rotativa se denomina de esta manera debido a que la totalidad de su cuerpo fue utilizado para realizar el proceso de molienda. Las huellas de uso se encuentran en toda la pieza y se elaboraba únicamente de forma cilíndrica. Es de mucha importancia apuntar que esta clase de mano de moler aún se fabrica en la actualidad. Únicamente fue utilizada en las piedras de moler abiertas.

El conocimiento acumulado durante siglos en las generaciones de artesanos continuó desarrollándose y esto les permitió encontrar la solución al inconveniente de la inestabilidad que la piedra de moler poseía cuando era utilizada. Fue así como alrededor del año 100 d.C. se implementó el soporte, lo que proporcionó mejor equilibrio, sujeción y apoyo a la piedra de moler. El soporte fue uno de los aportes del gremio artesanal

Eventualmente, todavía se observa el uso de la piedra y mano de moler en algunos hogares de la población de El Asintal, aunque su manufactura ya no es de tipo local como en la antigüedad. Esto indica que las costumbres para preparar los alimentos en la región se han conservado por 2,800 años, aunque los avances tecnológicos desplazan lentamente esta herencia en piedra que empieza a ver su ocaso.

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LA OBSIDIANA

EN LA VIDA COTIDIANA Y CEREMONIAL DE TAK´ALIK AB´AJ Carlos Espigares

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ak´alik Ab´aj, al igual que muchos de los asentamientos mesoamericanos, contaba con diferentes artefactos que por sus características cumplían funciones específicas como cortar, raspar, machacar, entre otras, hechos en el material que ofrecía la mejor calidad posible para realizar estas acciones. Entre estos materiales está la obsidiana. Este tipo de roca ígnea está formada por lava fundida y enfriada tan rápidamente que no le es posible cristalizarse; es el equivalente a un vidrio volcánico cuyos bordes son cortantes. Según las características químicas de la fuente o yacimiento, puede ser de color negro, gris, café o verde. La obsidiana y los diferentes artefactos hechos de este material se encuentran profusamente en las excavaciones arqueológicas, indicando que eran muy usados e importantes en la vida cotidiana y ceremonial. Pero ¿de dónde procedía esta roca? La respuesta la encontramos en el mismo material, que según sus características físicas -traslucidez, opacidad y superficie- nos indican de qué cantera proviene.

Martín Jilotepeque, Chimaltenango. La que es de transparente a translúcida, de textura lisa y brillante, de color café a gris y algunas veces veteada viene de Ixtepeque en Jutiapa. Y la que es transparente y con textura lisa, de color verde proviene de Pachuca en Hidalgo, México. Por las características impresas en la obsidiana podemos afirmar que Tak´alik Ab´aj era abastecida por estas cuatro fuentes. De estas, las más utilizadas fueron las de El Chayal y San Martín Jilotepeque, respectivamente, durante toda la historia de la ciudad.

La obsidiana translúcida, de textura lisa y unas veces brillante, de color gris a negro y en algunos casos con vetas del mismo color, proviene de El Chayal en el municipio de Palencia, Guatemala. La obsidiana que es translúcida y opaca, de textura áspera, a veces brillante, de color negro y granulosa en su interior es de San

Durante el Preclásico Tardío se ve un incremento en la utilización de artefactos de San Martín Jilotepeque sin desplazar a El Chayal. Se sabe que Tak´alik Ab´aj tuvo una estrecha relación con Kaminaljuyu y por ello se observa allí una cantidad de artefactos procedentes de El Chayal.

En el Preclásico Medio, el sitio era abastecido principalmente por El Chayal. Esto significa que Tak´alik Ab´aj compartía los beneficios de la ruta comercial en esta época, pero a la vez tenía aliados que no necesariamente estaban involucrados en esta ruta, y que también le proveían otros insumos, como es el caso de Kaminaljuyu que al parecer, desde la Fase Las Charcas (1000-750 a.C.), estaba produciendo navajas prismáticas y distribuyéndolas a otros sitios cercanos.


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UBICACIÓN DE LAS FUENTES DE OBSIDIANA

PARA EL CLÁSICO TEMPRANO SE VIÓ UN DECLIVE EN LA CANTIDAD DE ARTEFACTOS DE OBSIDIANA.

Para el Clásico Temprano se vió un declive en la cantidad de artefactos de obsidiana. Este descenso se debió a que el sitio parece haber caído en un aislamiento comercial haciendo que Tak´alik Ab´aj estableciera nuevas relaciones con un grupo de la tradición Solano. Sin embargo, la intrusión de este grupo no fue un obstáculo para que Tak´alik Ab´aj siguiera importando obsidiana de El Chayal. Hacia el Periodo Clásico Tardío hubo un decaimiento en los artefactos procedentes de El Chayal, mientras que San Martín Jilotepeque incrementó su material, indicando la importación de ambas fuentes en cantidades similares y se observa que hubo presencia de obsidiana procedente del Cerro de las Navajas en Pachuca.

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En el Postclásico, considerado como la última etapa de ocupación en el sitio, se observa un leve incremento en los artefactos de obsidiana con respecto al Clásico Tardío. Paralelamente al desarrollo de la ciudad, estaba el desarrollo tecnológico de la obsidiana. En Tak´alik Ab´aj se encontraron diferentes artefactos como navajas prismáticas y raspadores, entre otros que se fabricaron con alguna de las técnicas conocidas, así como lascas y desechos de talla. La técnica de percusión aplicaba un golpe directo a la pieza por un percutor de piedra o de hueso. Existía también la percusión bipolar, en que la materia prima era colocada sobre un yunque de piedra y se golpeaba con un percutor en el otro extremo de la pieza, obteniendo una mayor cantidad de lascas. Otra técnica usada fue la de presión, utilizada para darle el acabado final a una pieza. Se aplicaba mediante el uso de un palo de madera o de un hueso directamente sobre la pieza y también era usada para extraer navajas prismáticas de un núcleo poliédrico. Los datos arqueológicos obtenidos en las excavaciones en el área habitacional cerca del riachuelo El Chorro sustentan la idea de que Tak´alik Ab´aj estuvo enfocado en la elaboración de navajas prismáticas, ya que se encontró una cantidad considerable de desechos asociados a esta industria.

TAK´ALIK AB´AJ ESTUVO ENFOCADO EN LA ELABORACIÓN DE NAVAJAS PRISMÁTICAS.

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USO CEREMONIAL Aparte de su uso como importante herramienta para trabajos diversos en la vida cotidiana y en talleres para cortar y preparar objetos de otros materiales como la pirita de hierro, la obsidiana tenía un significado sagrado, siendo utilizada en los rituales y ofrendas. La secuencia de ofrendas en un eje vertical, encontrada al centro de la Estructura 7A, en que dentro del relleno que cubrió el Entierro No. 1 fue colocada una ofrenda de obsidiana de El Chayal, junto con seis cuencos de la vajilla Santiago, señalaba la posición del entierro del dignatario debajo. Esa secuencia de ofrendas demuestra la importancia que tenían los ancestros para los habitantes de esta ciudad. Por último, en la Estructura 17 se encontraron 13 navajas cuyo tamaño promedio es de 28 centímetros de largo por 1.7 de ancho. Estas navajas posiblemente correspondan a una producción procedente de El Chayal. Algunas presentan leves retoques en el borde y el filo en todas sigue siendo muy agudo. Un dato muy interesante es que son las navajas más largas encontradas en toda el área maya. La continuidad del uso de la obsidiana en Tak´alik Ab´aj perduró durante toda la ocupación con la presencia de diferentes fuentes, pero por la durabilidad y calidad sobresale la que provenía de El Chayal que fue aprovechada para la industria de navajas prismáticas. El uso en contextos ceremoniales también indica que la obsidiana fue un material de suma importancia, considerada una de las materias primas predilectas en toda Mesoamérica.


Ofrenda 13 Navajas prismáticas procedentes de la fuente El Chayal, Guatemala, Estructura 17, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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RECIPIENTES

SAGRADOS Juan Miguel Medina

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a ritualidad era un aspecto muy importante en la vida de todos los habitantes de Tak’alik Ab’aj para mantener el vínculo vital con las divinidades y los antepasados. En las ceremonias se ofrendaba plantas, animales, bebidas, comidas, resinas aromáticas y piedras, entre muchos otros objetos. Para contener estas ofrendas o como ofrendas en sí mismas, se fabricaban vasijas de cerámica especiales con acabados finos, generalmente pintadas o con engobes, a veces modeladas con adornos sencillos como incisiones o acanaladuras, otras con modelados de representaciones humanas, animales y divinas. Dentro de la gran variedad de vasijas de la tradición alfarera local de Tak’alik Ab’aj, llamada Ocosito, sobresalían dos tipos de piezas rituales. Los incensarios de tres picos son cilindros vacíos de base abierta con tres puntas o soportes superiores que sostienen un pequeño plato que puede ser una pieza independiente o estar unido a los soportes. El diseño de estos incensarios dependía de lo que se fuera a ofrendar. Los platos portátiles tienen un asa en la base donde se enganchaba una vara de madera para transportarlo a donde se llevaba a cabo la ceremonia, mientras que el cilindro quedaba en un solo lugar. En el caso de los incensarios con plato fijo, la pieza no se movía mientras cumplía su función sagrada. Generalmente, el cilindro presenta figuras humanas, animales o divinas moldeadas, o pequeñas espigas que seguramente representan un tronco de ceiba. También los hay lisos. La mayoría posee pestañas verticales a los lados. Las brasas se colocaban sobre la plataforma del cilindro, entre los picos, calentando el plato que contenía resinas aromáticas como pom o copal.

Detalle de la replica, hecha por Carlos Chaclan, del incensario “Diosol” en uso durante un ritual maya

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Estos incensarios se utilizaron para sahumar el ambiente de las ceremonias ya que el humo y el aroma servían para comunicarse con las divinidades. Actualmente, los ajq’ijab’ o guías espirituales mayas usan distintos tipos de pom en las ceremonias para limpiar y purificar la mente, para enlazarse y transportar las plegarias al ajaw que puede sentir el aroma agradable hasta lo más alto. Es probable que también quemaran plantas aromáticas como el pericón que todavía se usa en las ceremonias. Se ha encontrado doce de estos incensarios, algunos completos y otros en fragmentos, que se fechan del Preclásico Tardío Fase Rocío (400-200 a.C.) al Clásico Temprano Fase Alejos (150-300 d.C.) en contextos elitistas del Grupo Central principalmente. Algunos ya han sido objeto de estudios más detallados. El incensario “La Niña” fue la pieza principal de una ceremonia donde se depositaron 66 piezas en un agujero cerca del Observatorio Astronómico de la Estructura 7. Se siguió un protocolo muy cuidadoso donde “La Niña” fue la última pieza colocada hasta arriba, acostada con el plato hacia el este. El cilindro tiene la imagen modelada de cuerpo completo de un personaje femenino joven de pechos poco desarrollados con las extremidades extendidas, vistiendo un sombrero con cuentas redondas y dos ganchos a cada lado. Las cuentas redondas del sombrero podrían representar semillas de cacao. Las pestañas verticales a los lados tienen impresiones como muescas. El plato está adherido a los soportes, entre estos tiene una fuerte huella de quema que alcanzó inclusive la cabeza de la niña que sobresale del borde de la plataforma. Entre el plato se conservan restos negros Incensario “La Niña”, Observatorio Astronómico, Estructura 7, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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del material que se quemó. Con ella se recuperó una muestra para radiocarbono que fecha alrededor de 40 d.C. Un incensario con espigas y calados triangulares en el cilindro fue colocado frente a la Estela 13 como una de las ofrendas de la serie de ceremonias que se llevaron a cabo frente a la Estructura 7A durante el Preclásico Tardío Fase Ruth (200 a.C.-150 d.C.). Se encontró acostado con la plataforma hacia el este con los picos quebrados. La plataforma tiene huella de quema. Cerca se encontró un plato que podría pertenecer al incensario, así como un pico entero sólido y un fragmento de otro pico. Estos incensarios con espigas fueron representados en monumentos del Preclásico Tardío como la Estela 11 de Kaminaljuyu y las estelas 5 y 24 de Izapa. Es importante mencionar que se encontró fragmentos de una vasija con espigas y un soporte de plato con huellas de quema en un contexto del Preclásico Medio Fase Nil (700-400 a.C.) dentro del relleno constructivo de la Estructura 7, que indicaría la antigüedad de esta tradición. Por otro lado, las vasijas de tres cabezas son cuencos de cuyos bordes sobresalen tres cabezas humanas, animales o divinas con distintos adornos. Las orejas de algunas cabezas recuerdan a las pestañas verticales de los incensarios ya mencionados, algunas visten orejeras circulares con perforación central. La evidencia de humo o quema está presente en algunas caras de las cabezas, producto de su cercanía al lugar de la ceremonia donde hubo fuego, sin embargo no se quemó nada dentro de ellas, posiblemente solo se depositaron ofrendas como plantas, comidas o líquidos. Particularmente interesante Incensario “Espigas”, Estela 13, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Ajq’ij Carlos Puac coloca copal durante una ceremonia Maya frente al altar de la Estructura 12 en la plaza Tukur Balam

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LOS INCENSARIOS DE TRES PICOS FORMARON PARTE DEL MUNDO CEREMONIAL DE ALGUNOS PUEBLOS MESOAMERICANOS. es la abundancia de estas vasijas halladas en la Costa Sur de Guatemala. Hasta ahora, se ha encontrado catorce de ellas en Tak’alik Ab’aj que evidencian una variedad de estilos en diferentes contextos desde el Preclásico Tardío Fase Ruth hasta el Postclásico (900-1524 d.C.). La vasija de tres cabezas del Entierro No. 1 (100 d.C.) fue colocada al norte del personaje. Existe una vasija que representa una cabeza humana de ojos cerrados y boca abierta que todavía conserva restos de pintura o engobe blanco en las mejillas y frente. Hay otras que están soplando. En la ritualidad maya, tal como se continúa practicando hoy en día, el color blanco representa el norte, lugar donde descansan los abuelos y abuelas, de donde viene el viento, la lluvia y el frío. Entonces, estas vasijas representan a los ancestros y seguramente lo que se ofrendaba en ellas iba destinado para ellos. Las vasijas de tres cabezas y los incensarios de tres picos formaron parte del mundo ceremonial de algunos pueblos mesoamericanos, principalmente ciudades como Tak’alik Ab’aj en la Costa Sur y otras como Kaminaljuyu en las Tierras Altas que estuvieron vigentes durante siglos como centros de intercambio ideológico, político y económico, donde el mercado de la ritualidad era parte fundamental de la compleja estructura social. Incensario “Diosol”, Ofrenda “Piecitos” Observatorio Astronómico, Estructura 7, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Incensario liso, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

Incensario “El niño 1”, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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CERÁMICA, COMERCIO Y ASTRONOMÍA EN TAK’ALIK AB’AJ Marion Popenoe de Hatch

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as antiguas ruinas duermen en el tiempo, el silencio interrumpido por el sonido de las hojas que susurran de historias no contadas aún, ecos de voces distantes que flotan en evanescentes fragmentos que se disuelven en el aire. Solo y no descubierto, las sombras claman de una creación extinta. La magia del pasado se oye en Tak’alik Ab’aj. Para la mente curiosa, estos mundos desconocidos pueden ser descubiertos cuidadosamente, con reflexión y paciencia. Esta es la misión de la arqueología. Una de las maneras de llevar a cabo el registro es a través del análisis de la cerámica. Los tiestos rotos divulgan historias largas e importantes, suertes cambiantes y claves para el ascenso y declive de las sociedades antiguas. Tales tesoros se encuentran mezclados en la basura desechada. La arqueología expresa la paradoja del pasado que es eterno y aun así ha terminado. Los ciclos del tiempo siguen los grandes cuerpos celestes que giran en el firmamento, continuamente y para siempre. En el dominio terrestre, el cambio está en proceso constante, es sujeto a la evolución cultural. La manufactura de cerámica, producto de la actividad humana, refleja el registro de la existencia humana en el pasado y las decisiones que han sido tomadas. Aunque el enfoque principal de la arqueología es fechar el pasado, el propósito verdadero es entender la evolución cultural y aprender de ella.

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El quehacer de la arqueología encuentra en el registro cambiante lo fugaz y temporal, mientras que al mismo tiempo existe lo profundo y duradero. Las fases culturales son de duración limitada, son sistemas cerrados que inician y finalizan. Épocas y tradiciones sobreviven, iniciando en algún punto más allá de la memoria y continúan indefinitivamente hacia el futuro. En esta antítesis contravienen ideas versus ideologías, estilos versus tradiciones, arte versus función, estaciones versus siglos. Uno es lo superficial, lo otro es la estructura profunda. En el análisis cerámico existen ambos; las ciencias naturales y la antropología están involucradas y el método científico es esencial para descubrir la larga ruta de la evolución cultural. La cerámica es afectada por eventos históricos pero, de la misma manera como las ideas, no está amarrada por límites de tiempo. Como cualquier otra forma de arte, las tradiciones implican conceptos y también estilos. Los conceptos son sistemas de ideas y visiones del mundo que quedan plasmadas en el consciente profundo, frecuentemente tomadas como verdades, conservativas ante el cambio. Los estilos son innovaciones temporales y experimentaciones; su sobrevivencia depende de tendencias artísticas y modificaciones. Las tradiciones en cerámica implican una tecnología local perdurable y el uso preferencial de colores y barros. En cambio, los estilos son variables, ambos inconscientes y conscientes adopciones de formas y decoraciones en respuesta a decisiones públicas.


Ambos, estilos y tradiciones, evolucionan. Los estilos se desgastan, mientras que las tradiciones sufren modificaciones, pero la idea básica y la perspectiva persisten. Los estilos son intervalos en el paso del tiempo, mientras que los conceptos son sistemas de ideas consistentes que son absorbidos dentro de las normas culturales. En la cerámica, la forma obedece a su función, mientras que la decoración y los estilos son inventados e imitados. Estudios etnohistóricos y etnográficos ayudan a entender los conceptos que la población valora y las condiciones que los han afectado. Algunas tradiciones cerámicas pueden ser identificadas en el Altiplano y la Costa Sur, con base en vajillas utilitarias de larga persistencia, asociadas con los inventarios cerámicos individuales.

Tomado de Popenoe de Hatch et al 2011: 206 fig. 8.2; modificado por Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

UBICACIÓN DE LAS TRADICIONES CERÁMICAS DE LAS TIERRAS ALTAS Y COSTA DEL PACÍFICO DE GUATEMALA

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Los estilos en arqueología, sea en el arte, arquitectura o cerámica, son herramientas útiles para fechar porque son temporales y responden a eventos históricos. En contraste, el concepto básico utilizado en el arte y la cerámica es útil para reconocer la identidad de poblaciones que perseveran a través de la historia. Hay muchas metodologías que pueden ser empleadas para analizar los cambios culturales por medio del estilo o de la tradición y el analista debe seleccionar la que mejor responda a las preguntas que tiene en mente. El contexto de los materiales dictará el tipo de preguntas que pueden ser consultadas de los datos, sea puramente cronológico, funcional, relacionado al comercio, organización social, cambio del medio ambiente o combinaciones de preguntas.

HISTORIA DE TAK’ALIK AB’AJ A TRAVÉS DE LA CERÁMICA Y EL COMERCIO En tiempos lejanos, la población de Tak’alik Ab’aj dejó la fértil orilla del océano Pacífico y ascendió a las laderas montañosas buscando el acceso al altiplano. Al “pie de monte” encontró suelos fértiles y profundos, terrenos entre exuberantes bosques y abundante agua en el corazón de la región que prometía la producción de cacao y otros cultivos. Acompañando los suelos, estaban las arcillas que dedos hábiles transformarían en elegantes formas cerámicas. En la bocacosta, los barros rojos y cafés eran diferentes a los de la planicie costera que producían vajillas duras, altamente pulidas de los tipos del Preclásico Temprano. No obstante, estas cerámicas más antiguas continuaron mezclándose con las más recientes, hasta que desaparecieron del registro. La cerámica de Tak’alik Ab’aj se nombra como Tradición Ocosito y puede ser fácilmente identificada por sus pastas rojas. Se piensa que uno de los objetivos de la población de Tak’alik Ab’aj fue seleccionar un lugar que garantizara una próspera estación en la red de intercambio comercial olmeca. La población olmeca habitaba el golfo de México, la cuenca de México y Chiapas, y estuvo asociada con un estilo de arte, iconografía e ideología estandarizada, que fue compartido con otras poblaciones del sur de Mesoamérica incluyendo la maya. Los líderes olmecas estaban lo suficientemente organizados como para tener una red comercial que estaba expandiéndose y formando alianzas en la región. Se había formado una ruta comercial mayor que atravesaba la bocacosta del Pacífico de Guatemala, conectando el golfo de México y Chiapas con El Salvador. Sitios

Página anterior: Incensario “Jaguarcito”, cerámica de pastas rojas de la Tradición Ocosito, encontrado en Taka’alik Ab’aj

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Estela 5 o estela Ralda, frente a Estructura 12, Parque Arqueológico Nacional Tak´alik Ab´aj

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TAK’ALIK AB’AJ ESTABA SITUADA EN LA REGIÓN DE PRODUCCIÓN DE CACAO. mayores estaban localizados a lo largo de pasos de montaña en posiciones estratégicas a manera de puerta de entrada. Viajando de oeste a este, centros cruciales de redistribución de bienes estaban en Izapa, México cerca de la frontera con Guatemala; Tak’alik Ab’aj en el paso de montaña al altiplano noroccidental de Guatemala; Chocolá en el departamento de Suchitepéquez que conduce al paso de montaña que conectaba a la región del lago de Atitlán; y algún sitio en el área de Cotzumalguapa u otro en Escuintla que intercambiaba con el altiplano central y Kaminaljuyu. Chalchuapa en El Salvador fue posiblemente otra puerta de entrada Estas estaciones que funcionaron como puertas de entrada hacia el altiplano fueron señalizadas con varias esculturas monumentales no portátiles. Estos monumentos posiblemente identificaban la proveniencia de los mercaderes que viajaban a pie entre las regiones para redistribuir los bienes. Los recursos de la planicie costera pueden haber incluido algodón, sal, productos de palma y pescado seco. La bocacosta más alta, donde está localizado Tak’alik Ab’aj, puede haber tenido cacao, hule, calabazas y cosechas adicionales de maíz cuando había escasez en el altiplano. A cambio, el altiplano ofreció obsidiana y jadeíta, así como piedras preciosas del valle inferior del río Motagua, sumado a plumas y otros recursos deseados de los sitios del altiplano. Tak’alik Ab’aj, que se estableció en el Preclasico Medio alrededor del 800 a.C., estaba situada en la región de producción de cacao que se extendió desde la costa del Pacífico de Chiapas hasta El Salvador. Llegó a ser un centro mayor que cubrió 6.5 kilómetros cuadrados con más de 83 estructuras grandes y 311 monumentos. Se puede visualizar una rebosante ciudad de la cual mecapaleros con su cargamento viajaron hacia el altiplano y otras áreas costeñas, retornando con codiciadas mercancías, noticias actuales y relatos exóticos de regiones distantes. Junto con las mercancías, los mecapaleros traían ideas de sus viajes, intercambiando inventos, nuevos productos e introduciendo nuevos estilos en boga.

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ESQUEMA DE OBSERVACIONES SIDERALES Y SOLARES DESDE EL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE TAK’ALIK AB’AJ

ASTRONOMÍA EN TAK’ALIK AB’AJ El tiempo pasaba, la población incrementó y la organización socio-política desarrolló hacia una más compleja. En este proceso, los antiguos habitantes de Tak’alik Ab’aj, como en otras partes del mundo maya, trabajaron en sus quehaceres diarios contando los días conforme cambiaban las estaciones. Es evidente, basado en estilos compartidos en arte, arquitectura, símbolos iconográficos y cerámica, que había un contacto cercano entre Tak’alik Ab’aj y otros centros mesoamericanos. También hay evidencia de que ellos compartieron puntos de vista cosmológicos debido a que el calendario mesoamericano muestra que intercambiaban información concerniente a cuales eventos celestes eran los mismos y cuales eran diferentes en las regiones geográficas. Era importante, especialmente en Petén y Yucatán donde no se practicaba la irrigación, determinar o predecir el inicio de las lluvias, crítico para la siembra del maíz justo en el tiempo correcto para garantizar una abundante cosecha, la base de la alimentación.

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Esquema de observaciones siderales y solares del Observatorio Astronómico de Tak’alik Ab’aj (Ministerio de Cultura y Deportes/DGPCN-IDAEH Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj)”.

Ciertamente, los antiguos habitantes de Tak´alik Ab’aj habrían contemplado la intensa oscuridad de la bóveda nocturna, iluminada por estrellas en el silencio, reflexionando sobre el universo, la eternidad y la vida misma. En momentos más prácticos, se dedicaban a la medición del tiempo. Para seguir la trayectoria del tiempo, las antiguas poblaciones contaban los días con el objeto de registrar los patrones repetidos, como la duración del año agrícola y el inicio de las estaciones y cosechas. De interés particular fue el paso del sol a lo largo del año, los solsticios y equinoccios, correlacionando los mismos con los movimientos de las constelaciones nocturnas, conforme cambiaban en el transcurso del año. El observatorio de Tak’alik Ab’aj fue construido durante el Preclásico Medio para contar el tiempo. Antes, durante los tiempos Preclásico Temprano y Medio, un grupo conocido como los olmecas se convirtió en una fuerza sociopolítica e ideológica dominante en el sur de Mesoamérica. El énfasis primario de ese grupo se enfocaba en los movimientos

de la Osa Mayor en el cielo nocturno. Parece que esta cosmología fue compartida por las culturas mesoamericanas, probablemente manteniendo antiguos conceptos. No obstante, al final del Preclásico Medio los mayas empezaron a diferir en conceptos cosmológicos. Eventualmente, concluyeron que la estrella Eta en la constelación Draco era mejor para contar los días del año que la constelación Osa Mayor. La evidencia muestra que los mayas se separaron del paradigma olmeca y adoptaron esta visión alternativa del universo. Alrededor de 400 a.C., los líderes cambiaron la orientación del observatorio en Tak’alik Ab’aj dos grados para enfocarse en Eta Draconis. Esto se infiere debido al lento cambio en las ascenciones rectas de la estrella durante esos siglos, mucho más lento que otras estrellas del firmamento. Debieron creer que la estrella Eta estaba permanentemente fijada en los cielos y que señalaba el inicio de las lluvias.

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Detalle de Altar 46 “Piecitos”, Observatorio Astronómico, Estructura 7, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Estela 13 Serpiente o Draco, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

La estrella en Draco fue crítica para medir el tiempo a lo largo del año. La constelación Draco aparece en el cielo en la forma de una serpiente. La Estela 13 en la línea de visualización en el observatorio de Tak’alik Ab’aj ilustra una serpiente esculpida en estilo maya temprano, ciertamente la imagen representando la constelación en los cielos. En frente de ella hay una ofrenda masiva de más de 600 vasijas, la mayoría de las cuales son platos de ofrenda de la tradición cerámica Ocosito asociada con rituales. Las otras vasijas fechan para el final del Preclásico Tardío. Es aparente que los mayas elaboraron el calendario basado en la premisa de que la constelación señalaba el inicio de la estación de lluvias el 21 de mayo y el fin de la estación el 22 de noviembre, las fechas de la culminación de Eta Draconis, a medianoche. Es decir, la estrella Eta hacía su tránsito meridiano superior precisamente a medianoche cada año el 21 de mayo. Aparentemente, los mayas interpretaron este fenómeno como la señal del inicio de la temporada de lluvias. Asimismo, seis meses después la estrella hacía su tránsito meridiano inferior a medianoche del 22 de noviembre, cuando iniciaba la estación seca. Ha de haber sido impresionante observar que en la mitad del viaje anual de Eta Draconis, exactamente a medianoche, se señalaba el cambio eminente en el calendario de las estaciones.

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EL OBSERVATORIO DE TAK’ALIK AB’AJ FUE CONSTRUIDO DURANTE EL PRECLÁSICO MEDIO PARA CONTAR EL TIEMPO.


No obstante que Eta Draconis en la constelación de la serpiente era el factor principal en los cálculos calendáricos de los mayas, los sacerdotes/astrónomos claramente siguieron la trayectoria de los eventos celestiales, tanto nocturnos como solares. Posiblemente, estaban perplejos por la diferencia entre el largo del año sideral y solar en términos del día bisiesto. Esto eventualmente fue resuelto cuando sucedió un cambio mayor, posiblemente cataclísmico, al inicio del Clásico Temprano. El evento cataclísmico es evidenciado en Tak’alik Ab’aj por el cambio de orientación del observatorio que indica que se dieron cuenta de que Eta Draconis no estaba fija y se movía como las otras estrellas. De este punto en adelante, cambiaron de observaciones siderales a solares con base en equinoccios y solsticios. Después de creer por 2,200 años que la estrella Draco era la única estrella fija en el cielo (debido a su posición en el círculo de precesión), fue evidente que alrededor de 100 d.C. la estrella se había movido por un día. El concepto había continuado hasta el final del Preclásico Tardío, pero el cambio gradual de la estrella fue observado alrededor del año 0. Debe haber sido difícil aceptar el cambio, pero la evidencia muestra que el uso del observatorio cambió su enfoque de la cuenta nocturna a la cuenta solar. La Estela 13, representando la serpiente celestial (la constelación Draco) parece que fue empujada y quebrada y el eje del observatorio cambió hacia la observación del solsticio de invierno desde el Altar 46. Este altar está localizado en el lado este del observatorio y al pararse en las huellas, apunta precisamente a la salida del sol del solsticio de invierno, 21 de diciembre. Parece que durante el resto del período Clásico se puso mayor interés a la salida y al ocaso del sol, a pesar de que los sacerdotes/ astrónomos continuaron registrando todos los eventos celestiales. Regresando a los comentarios introductorios, algunas conclusiones son apropiadas. El fenómeno de la modificación de la cosmología es evidente en Tak’alik Ab’aj al inicio del Clásico Temprano. No obstante, las normas culturales básicas permanecieron y la tradición cerámica perduró, así como la población local en Tak’alik Ab’aj. La cuenta de los días siguió, los cielos continuaron siendo observados y el calendario maya fue perfeccionado. En el altiplano de Guatemala ocurrieron cambios fundamentales en las asociaciones comerciales. Es de importancia notar que las relaciones entre Kaminaluyu y Tak’alik Ab’aj fueron interrumpidas. El manejo de la ruta comercial costeña fue interceptado por grupos del altiplano y llegó a ser administrada por regiones independientes. Las nuevas relaciones con socios comerciales introdujo nuevos estilos de arte, arquitectura y cerámica. Por último, al final del Período Clásico, la cerámica revela que grupos k’iche’s tomaron el sitio y la población partió hacia regiones desconocidas. No obstante, la historia de Tak’alik Ab’aj sobrevivió en su carácter, en sus tradiciones y en la perpetua estructura profunda del pasado ancestral que susurra desde el más allá.

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EL MUNDO VERDE Y SUS CRIATURAS rcía y Omar Alvarado

varreda, Francisco Ga

Christa Schieber de La

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l florecimiento de la cultura de Tak’alik Ab’aj fue posible por y en la medida en que este antiguo pueblo supo adaptarse y aprovechar los recursos del entorno. Su ubicación en el litoral del Pacífico, al pie de las faldas de la Sierra Madre, a una altura sobre el nivel del mar de 600 metros, determina la zona de vida del bosque muy húmedo subtropical cálido, de cuya abundancia y exuberancia de especies de flora y fauna únicamente quedan algunas, desterradas en los barrancos de los ríos, refugios que las han salvado gracias a su inaccesibilidad para los monocultivos.

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Sendero “Caracol”, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Altar 1 Viejo Palmar? (Venado), resguardado en el Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj. El parque está trabajando para poder encontrar y retornar este monumento a su posible lugar de origen en la región vecina o dentro de la esfera de dominio de Tak’alik Ab’aj.

Desde que se concibió el plan de investigación y conservación para el desarrollo del Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj se tuvo plena conciencia de que la historia de un pueblo está ligada a su entorno, el cual imprime su sello particular e indeleble a la misma. Por lo tanto, la historia no puede ser contada sin tomar en cuenta este marco referencial de vida y los parques arqueológicos deben procurar estudiar, conservar y mostrar los vestigios culturales que han perdurado en el tiempo, junto con lo que queda de su entorno natural. No obstante, existe una diferencia entre los vestigios culturales materiales y los naturales, estos últimos se pueden regenerar y multiplicar, aspecto que ha constituido una de las tareas más importantes del parque a lo largo de casi tres décadas. Así, se ha reintroducido y recreado el universo de este bosque, llegando a ser un refugio para la fauna silvestre y amenazada de la región. La convivencia con el mundo natural local ha enriquecido los descubrimientos de manera significativa. Al excavar un monumento escultórico con la representación de un animal, esta se puede comparar con las especies locales originarias, llegando a la sorprendente conclusión de que son representaciones universales que unen las características de las variantes de las especies. Por ejemplo, la escultura El Cargador del Ancestro muestra el murciélago que se alimenta de frutas (tiene el hocico con una

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LA HISTORIA NO PUEDE SER CONTADA SIN TOMAR EN CUENTA SU MARCO REFERENCIAL DE VIDA.


protuberancia en forma de una hoja) y el vampiro (tiene los colmillos), mostrando ambas características, la hoja y los colmillos. También se encuentran representaciones de las especies que han fascinado y aún fascinan al ser humano por sus destrezas extraordinarias o creaciones que resultaron de la evolución de estos en criaturas fantásticas, como la serpiente, el jaguar y el cocodrilo que arrastra su presa al fondo del agua, del inframundo y retorna como “encarnación de la sierra volcánica”, cargando en su espalda al sol en el amanecer. Hay una fantástica gama de estos ejemplos ilustrativos que hablan de la intensa percepción e interpretación animada del ser humano de su entorno, lo que explica a su vez el respeto que le profesaba por ser sagrado. Esto resulta evidente en todos los medios artísticos que se han preservado hasta nuestros días como la cerámica, jadeíta y piedra, dejando a nuestra imaginación las posibilidades de las expresiones en materiales perecederos que no llegaron hasta nosotros.

Cocodrilo “Walter”, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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En el mundo de las plantas, igualmente fascinante, las huellas o restos recuperados en las excavaciones arqueológicas nos hablan de una gran diversidad de plantas, además de las comestibles de consumo básico como el maíz, amaranto y ujuxte, las medicinales y rituales como el pericón, copal, ixcanal o cacho de toro y el árbol jaboncillo, así como plantas consideradas como especialidades de la región para exportación como el cacao, algodón, amate, hule, la vulcanizadora flor de la luna y el adhesivo palo jiote, todas estas esenciales para la vasta cadena de producción de la economía del mercado de la ritualidad, cuyos cultivos y distribución sugieren haber sido controlados por los líderes. Con el objetivo de poder presentar al visitante todas estas plantas constatadas en el registro arqueológico, actualmente se está trabajando en un jardín arqueobotánico, también con el objetivo de que algunas de estas plantas no se terminen de extinguir en la región. El papel pedagógico del parque es presentar el mundo arqueológico especial y característico del cinturón de la bocacosta a lo largo del Pacífico, inseparablemente enmarcado en su entorno natural, para forjar el concepto de que las sociedades actuales no tendrán la oportunidad de sobrevivir, desarrollarse y ser grandes si no cuidan el entorno que los debe nutrir y cobijar, porque finalmente, es su madre tierra así como lo fue para los ancestros.

Venado cola blanca “Chepe”, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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LA ESPIRITUALIDAD ANCESTRAL Christa Schieber de Lavarreda y Heber Delfino Torres

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ada una de las ofrendas y objetos utilizados durante una ceremonia o ritual tienen un significado especial. Usualmente, aunque sea de manera elemental y sencilla, existe una especie de protocolo o normativa sobre la manera en que se desarrollan los diferentes momentos de la misma. Todos estos detalles son códigos cifrados cuyo significado saben leer los que forman parte del grupo cultural que participa en estos rituales.

Los trabajos arqueológicos durante estos años en Tak’alik Ab’aj han sacado a luz una enorme cantidad de los restos materiales que quedaron en el lugar donde se practicaban las ceremonias. Lo que usualmente se denomina ofrenda en realidad es el conjunto de cosas no perecederas y restos de materiales quemados o aún adheridos a las vasijas que se quedaron en el lugar de los hechos. El hallazgo y estudio de cada ofrenda es una experiencia y la suma de estas empezó a visibilizar el hecho de que las ofrendas, aparte de ser todo un procedimiento establecido a través de los elementos que la componen, representan una fiesta a la vida, apelando poderosamente a todos los sentidos. También la ritualidad relacionada a la muerte es una celebración a la vida, como todavía se percibe poderosamente el 1 y 2 de noviembre, día de los Santos y día de los Muertos. Sumado a esto, los rituales, usualmente son practicados en grupos que comparten esta intensa vivencia, creando una sinergia, lo que se traduce en un excelente medio de cohesionar, de estrechar el vínculo social entre sus miembros. Esta cohesión social es la base para una buena articulación y funcionamiento del grupo, condición que permite cooperación, productividad, así como mayor fortaleza y destreza para enfrentar adversidades. Así que la práctica ritual, además de ser un vigoroso estimulante de la economía del mercado de la ritualidad para la producción y consumo de tanta variedad de objetos y materiales, es un instrumento para repetir los códigos y significados de los contenidos culturales y espirituales, llevar a cabo el ejercicio de la memoria colectiva y recordar a los ancestros para crear la historia, cimiento del sentido de pertenencia del grupo.

Celebración de ceremonia maya actual por Ajq’ij’ Carlos Puác, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

En 1987, al dar inicio a los trabajos para el desarrollo del Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj, se encontraron restos de rituales recientes practicados a escondidas en los terrenos de las fincas que albergan las ruinas de la antigua ciudad. A partir de ese momento, se invitó a los diferentes grupos étnicos a continuar con su ancestral tradición ritual dentro del parque, para lo cual se crearon los altares alternativos. Esto también dio la oportunidad de documentar las prácticas rituales, las fechas, los motivos, los materiales y significados, con un resultado tan sorprendente como lo había dado la documentación de la ritualidad arqueológica.

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Materiales de ceremonia maya actual, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

La práctica ritual en su esencia no había cambiado, ni la riqueza y diversidad de los materiales empleados. No obstante, se usan nuevos elementos que son parte de la modernidad, apelando igualmente a todos los sentidos, celebrando la vida. Cada cosa tiene su significado, hay un orden de procedimiento o protocolo en el desarrollo de una ceremonia y, lo más importante, sigue siendo un instrumento de cohesión del grupo y de exaltación de los valores éticos y filosóficos, de su forma de entender, explicar y actuar en el mundo. Esto significa que la tradición ritual ancestral encontrada en las excavaciones arqueológicas de Tak’alik Ab’aj, que se remonta a los cimientos de la historia de Mesoamérica hace al menos 2,700 años, es todavía palpable en la práctica ritual actual. Un ejemplo sencillo pero maravilloso que ilustra esto es la forma de ordenar y concebir el mundo con sus cuatro puntos cardinales y eje central o axis mundi, que está representado como un ideograma en las primeras cinco vasijas pequeñas colocadas durante el protocolo ritual de la Ofrenda “La Niña” de Tak’alik Ab’aj dentro de un plato grande. Cuatro de estas vasijas miniatura marcan los cuatro puntos cardinales y la quinta, el axis mundi. Sigue una sucesión de diversos artefactos depositados durante el ritual, hasta el momento culminante de la colocación del incensario “La Niña” en la ubicación central marcada al inicio por la quinta vasija. Pero el incensario “La Niña”, colocado en posición acostada con la cabeza hacia el este y los pies hacia el oeste, también simula la importancia

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del eje este-oeste, que es el viaje del sol en su trayecto diario, representando el ciclo de la noche y del día, la muerte y la vida, el ciclo de la fertilidad. En el ritual actual se recrea el mismo ideograma con diversos materiales, particularmente candelas de colores que significan cada uno los cuatro puntos cardinales. El blanco representa el norte, el negro es el oeste, el amarillo marca el sur, el rojo es el este y el azul-verde representa el axis mundi. La pervivencia de tradiciones culturales implica la conservación de los conceptos medulares de la filosofía que carga las ideas que le dan vida. No obstante, la continuidad de esta filosofía necesita integrar nuevos elementos contemporáneos que hacen que esta filosofía ancestral pueda adaptarse y seguir vigente en la vida de la comunidad. Esto es actual en cada momento de la historia, así como en el pasado se reinventaron los conceptos de importancia y significado universal, poniéndole un nuevo vestido cultural, puesto de manifiesto de manera imponente con el cambio de los cánones estéticos según el nuevo orden. El concepto filosófico de ver el mundo continúa inmutable, alrededor de lo cual gira y evoluciona la historia de un pueblo. Las sociedades y las personas son producto de su pasado, una historia de constantes cambios y adaptaciones a nuevas situaciones. La capacidad de reinventarse sin perder la esencia de lo que se es, de no olvidar la historia, es la fórmula del éxito de Tak’alik Ab’aj.


REFERENCIAS

Los números corresponden al número de artículo 1. A 100 años del descubrimiento de Tak’alik Ab’aj Graham, John A., Robert F. Heizer, and Edwin M. Shook 1978 Abaj Takalik 1976: Exploratory Investigations. Contributions of the University of California Archaeological Research Facility Number 36. Reprinted from Studies in Ancient Mesoamerica, III, John A. Graham, editor, pp. 85-109. University of California, Department of Anthropology, Berkeley, Ca., USA. 2. 2,700 años de historia en Tak’alik Ab’aj Shook, E. M. y Marion Popenoe de Hatch 1999 La Arqueología de la Costa Sur. En Historia General de Guatemala Época Precolombina, editado por M. Popenoe de Hatch, pp. 171-190. Tomo I, J. Luján Muñoz, editor general. Asociación de Amigos del País, Fundación para la Cultura y el Desarrollo, Guatemala. 4. La vida cotidiana Popenoe de Hatch, Marion y Barbara Leyden 2004 El antiguo ambiente de Tak´alik Ab´aj según los análisis de polen. Revista Universidad del Valle de Guatemala, mayo de 2004, No. 13, pp. 2-6. Universidad del Valle de Guatemala, Guatemala. 7. La obsidiana en la vida cotidiana y ceremonial de Tak’alik Ab’aj Crasborn Echeverría, José 2014 La historia de Tak´alik Ab´aj a través del estudio de la obsidiana, Proyecto Nacional Tak´alik Ab´aj, Ministerio de Cultura y Deportes, Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural/IDAEH Anuario de la dirección del patrimonio cultural y natural, III época No. 13, año 2014. Editora Patricia del Águila, pp. 77- 98, Ministerio de Cultura y Deporte, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala. 8. Recipientes sagrados Schieber de Lavarreda, Christa y Miguel Orrego Corzo 2013 Celebraciones del solsticio de invierno en Tak’alik Ab’aj: El ritual en el Altar 46 “Piecitos”. En XXVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2012 (editado por B. Arroyo y L. Méndez), pp. 919-930. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala. 9. Cerámica, comercio y astronomía Hirth, Kenneth G. 1978 Interregional trade and the formation of prehistoric gateway cities. American Antiquity 43:35-45. Hirth, Kenneth 1978 Gateway Cities. American Antiquity 43:35 Popenoe de Hatch, Marion 2002 Evidencia de un Observatorio Astronómico en Abaj Takalik. XV Simposio de Arqueología en Guatemala: p. 437-458. Museo Nacional de Arqueología y Etnología. 2003 La Cerámica del Altiplano Noroccidental de Guatemala, La Lagunita y la TradiciónCerámica Solano: Algunas Comparaciones. Misceláneas…en honor de Alain Ichon. Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos; Asociación Tikal. Edited by M. Charlotte Arnauld, Alain Breton, Marie-France Fauvet-Berthelot and Juan Antonio Valdés. 2005 Conquista de Tak´alik Ab´aj. XVIII Simposio de Arqueología en Guatemala, 2004. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, pp. 1037-1043. 2009 El Amanecer Reemplaza a las Estrellas. XXII Simposio de Arqueología en Guatemala, 2008, pp.425-438. Museo Nacional de Arqueología y Etnología. Popenoe de Hatch, Marion y Edwin M. Shook 1999 La Arqueología de la Costa Sur. In Historia General de Guatemala,Tomo 1, edited by M. Popenoe de Hatch and J. Luján, pp. 171-190. Fondo para la Cultura y Desarrollo, Guatemala. Popenoe de Hatch, Marion, Christa Schieber de Lavarreda y Miguel Orrego Corzo 2011 Late Preclassic Developments at Tak´alik Ab´aj. En The Southern Maya in the Late Preclassic: The Rise and Fall of an Early Mesoamerican Civilization, edited by Michael Love and Jonathan Kaplan, pp. 203-236. University Press of Colorado.

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FUNDACIÓN G&T CONTINENTAL ACTI V I DA D ES R EA LI Z A DAS DE MAYO A AG O STO D E 2 0 1 6

MAYO Artistas nos visitan El 12 de mayo, en la Galería del Centro se ofreció un coctel en homenaje a los distinguidos visitantes, el pintor español Domingo Zapata y el actor, productor y ganador del Oscar de la Academia, Adrien Brody. El maestro Zapata donó una obra de su autoría con lo que desea contribuir a las obras de restauración en el Museo Nacional de Historia.

Museo Nacional de Historia: restauración, conservación y encuentro con nuestra identidad El miércoles 18 de mayo, en las instalaciones del Museo Nacional de Historia se realizó el acto oficial en el que las autoridades del Ministerio de Cultura y Deportes, junto a los directivos de la Fundación G&T Continental, presentaron este proyecto con el que se dio inicio a las actividades que tienen como fin la renovación del museo que muestra la historia de Guatemala. Noche de los museos del Centro Histórico El viernes 20 de mayo, para conmemorar el Día Internacional de los Museos, la Fundación G&T Continental participó en este evento, habiendo recibido la visita de más de 1,200 personas.

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JUNIO Diálogo urbano El 1 de junio, en la Galería del Centro se inauguró esta muestra del talentoso artista Mod Cárdenas. Raíz de mi alma El 6 de este mes, en las instalaciones del Museo Nacional de Arqueología y Etnología se inauguró esta muestra fotográfica de la artista Rita Villanueva.

Jardín, experimentos en tecnología, arte y diseño El 8 de junio, en la Galería Guatemala se inauguró esta interesante muestra de Alejandro Medina.

Orden del Arrayàn El 16 de junio se entregó la Orden del Arrayán al Maestro Luis Díaz y a la Fundación Paiz para la Educación y la Cultura. La Fundación G&T Continental otorga anualmente este reconocimiento a las personas e instituciones que contribuyen al engrandecimiento de la cultura guatemalteca.

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JULIO Enlazando siglos: artistas de los siglos XIX y XX interpretados por fotógrafos del XXI El 7 de este mes, en la Galería del Centro se inauguró esta exposición fotográfica colectiva, con la participación de 20 artistas. Concatenaciones externas al pensamiento El 21 de julio, en la Galería Guatemala se inauguró la muestra fotográfica de la obra más reciente de la artista Fátima Anzueto.

AGOSTO Algodón de azúcar El 4 de este mes, en el segundo piso de la Galería del Centro se inauguró esta exposición de la artista Anaí Martínez-Mont.

Registro de nuestro tiempo El jueves 11 de agosto, en el primer piso de la Galería del Centro se inauguró esta muestra del Colectivo Tríptico que reúne a los artistas David Ramírez, Kevin Mérida y Camilo Almaraz.

Festival del Centro Histórico Este mismo día en el Portal del Comercio, se inauguró la muestra Descubriendo los Museos del Centro Histórico con fotografías de Ricardo Benavides, en la ya tradicional intervención con la que Fundación G&T Continental participa en este festival.

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PLANES DE CRÉDITO PARA


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3a. avenida 14-62 zona 1 PBX: 2245 8888 www.serviprensa.com

60años Se complace y enorgullece de imprimir la Revista Galería de Fundación G&T Continental Tak’alik Ab’aj

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ENGLISH TRANSLATION EDITORIAL From page 9

The amazement with which Gustavo Brühl must have discovered, in the late 1880’s, the remains almost totally covered by time, the force of nature, and the coffee plantations of Tak’alik Ab’aj continues to overwhelm us every time we approach the exploration of any aspect of the culture that inhabited the department of Retalhuleu in Guatemala, close to three thousand years ago. The more information we obtain through rigorous research into the artistic, sculptural, and architectural works of this culture, the more our curiosity and admiration are awakened. And so it is, because Tak’alik Ab’aj was just as much a ceremonial center as it was a capital for technological development, reflected in part through its elaborate agricultural instruments and systems. This was a society organized in a complex and functional fashion: hierarchical order existed in terms of an effective commercial and ritualistic system. Societies are ruled by an imaginary mindset, the foundations of which are set in their surroundings and in their particular manner of understanding it. The inhabitants of Tak’alik Ab’aj saw themselves as an extension of nature which surrounded them, and their concept of the universe is a reflection of that belief. They lived in harmony with everything that surrounded them and were grateful for this. Spirituality was central, to such a degree that it was the focus of trade routes. Products that they exchanged or imported were destined mostly for ceremonial purposes such as offerings. Their relationship to the cosmos is reflected in their myths and architecture, guided by the position of the stars. Archaeology opens our eyes to a remote past. Analysis of artifacts provides the possibility to transport ourselves in time, to re-encounter our essence, and to remember that, among the multiplicity of ideas that move us today, there are still these others, foreign to western ideas of consumerism and materialism, bound to the cosmos and nature, self-understanding as forms of spirituality. Today, perhaps more than ever, it is worthwhile to turn our gaze in that direction. It is important to mention that we are able to enjoy this legacy thanks to the generosity of José Luis Ralda who donated part of his property where Tak’alik Ab’aj is located. This gesture is an example to follow regarding preservation and exaltation of the patrimony of mankind.

NATIONAL ARCHAEOLOGICAL PARK TAK’ALIK AB’AJ OVER 100 YEARS OF HISTORY Miguel Orrego Corso / From page 12

The history of Tak’alik Ab’aj began in a very special way during pre-Hispanic times. Its history resumed in an exceptional way in modern times. Don Pedro de Alvarado, in his conquest expedition of the K’iche’ kingdom in 1524, passed near Tak’alik Ab’aj, although Mam and K’iche’ people with whom he had contact in the Retalhuleu region did not mention the existence of ruins in that legendary city; therefore, the date of its discovery, or its original name are not known. Existence of Tak’alik Ab’aj must have been known between the 1870’s and 1880’s, the period in which coffee cultivation was introduced with the establishment of coffee agricultural properties throughout Guatemala’s Pacific Ocean bocacosta (the region where the mountains descend to the sea). The first news about the archaeological importance of Tak’alik Ab’aj was reported by Doctor Gustavo Brühl, a German botanist who arrived in Guatemala in 1888 to study the region’s medicinal plants. In 1902, besides an exuberant natural world, Dr. Brühl found multiple monuments sculpted in stone, their edges emerging from the ground. Many of those monuments had been buried by the eruption of Santa María volcano which gave birth to the Santiaguito volcano. Brühl’s news about the sculptural monuments of the site, published in Science Journal in 1888, motivated many travelers and notable archaeologist to visit the site at different times, carrying out their own analysis. Karl Sapper in 1894 briefly described Stele 1 comparing it to the Santa Lucia Cotzumalguapa style, while Max Vollmberg sketched and noted other monuments. Motivated by this work, Walter Lehmann in 1925 announced the antiquity of the sculptures and Erick Thompson, the first Maya archaeologist, carried out a systematic study of the site in 1942. In 1950 Tatiana Proskouriakoff ascertained that Tak’alik Ab’aj showed Early Maya style in some stelae and monuments; in 1965 Edwin Shook and Suzanne Miles included the site in their studies about the Guatemala South Coast, and Lee Parsons studied the site in 1972. During those times, the site was known by the names of the agricultural properties sharing the city area: Santa Margarita, San Isidro Piedra Parada, Buenos Aires, San Elías, and Montes Elíseos. In 1965, Suzanne Miles named all those properties as Abaj Takalik which in K’iche’ language means Standing Stone, because of the sculptures found in those positions. The grammatical error in the name was corrected by consensus with K’iche’ language groups and the Academy of Maya Languages to Tak’alik Ab’aj per Ministry Agreement 706-2001, and currently, the park is known with that name. In 1976, with authorization from the Instituto de Antropología e Historia -IDAEH [Institute of Anthropology and History] and from Manuel Ralda Ochoa, owner of the Santa Margarita farm property, the University of California at Berkeley began archaeological research at Tak´alik Ab´aj under the direction of John Graham, Robert Heizer, and Edwin Shook, which was extended until 1981.

Estructura 5, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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Interest shared by these three scholars regarding the early development of Mesoamerican cultures: archaeology of the South Coast (Shook), Olmeca sculpture (Heizer), as well as Maya sculpture and early hieroglyphic writing (Graham), was the reason they chose this site for their studies. Their work was focused on topographic survey over an extension of 6.5 km2, in which 71 earth mounds were registered sitting on 9 artificial terraces. Excavation works were carried out on various sites, but the main interest was focused on the systematic study of the sculptural monuments distributed throughout the area. The inventory of the reported sculptures totaled 140 (63 monuments, 52 stelae, and 25 altars); presence of Olmeca and Maya style sculpture was confirmed. Currently, the inventory reaches 386 sculptures (247 monuments, 83 stelae, and 56 altars), and continues growing. Some years later, the convenience of creating a new national project of investigation and conservation was presented, which should be focused on the complete study of the site’s diverse cultural aspects, to research the reason Tak’alik Ab’aj has Olmeca style monuments along with Maya style stelae and altars, which is an extraordinary sculptural context, unique in the Mesoamerican area. The new detailed topographic map with level curves every 50 cm, locating 20 additional earth mounds and finding one more terrace in the south section of the site was programed. In 1987, the government of Guatemala established the National Abaj Takalik Project, which, since its beginnings, was integrated by Guatemalan professionals and technical specialists by the Ministry of Culture and Sports through the General Direction of Cultural and Natural Heritage. José Luis Ralda González was fundamental in the Project, donating in 1987, the first fraction of 11 blocks of land covering the south part of the site´s Central Group located inside of Santa Margarita farm/, showing the cultural and historic wealth of this area. This donation was subject to a condition in which the Estate would asphalt the 4 km road between the municipal city of Asintal and the National Archaeological Park Tak’alik Ab’aj, which was accomplished in 1998. That same year this first donation was registered in favor or the Estate of Guatemala. In 2007, a second donation of 11 blocks of land was received from Ruth Rocío Ralda Villa de León, current owner of the farm and daughter of José Luis Ralda. With this donation, the park’s total area reached 22 blocks of land. This is also subject to the construction of the Archaeological Museum El Caracol del Tiempo [The Snail of Time] “José Luis Ralda González;” its design is inspired by the spiral of the land snail, natural to the region. Because of the singular cultural history of the site, in 2001 it was declared Cultural Heritage of the Nation by Ministerial Agreement N°528-2002, and the project was elevated to the category of National Archaeological Park Tak’alik Ab’aj. Since its creation in 1987, the park has been opened to the public bringing about the opportunity to observe the research and conservation works. The park is also open to celebrate ancestral ceremonies. This way the park fulfills the premises of its creation: to be a sacred place, a natural sanctuary, and an archaeological multi-cultural center. The park will be 30 years in 2017. It represents a small section of the ancient city of Tak’alik Ab’aj which is still sheltered under a layer of dense vegetation in the above mentioned farms. Many of them have become private natural reserves or are on their way to that goal, as a perfect framework for this window from which we can catch a glimpse of a great past.


THE MARKETPLACE OF RITUALITY The Mesoamerican economy

Christa Schieber de Lavarreda / From page 18

Some say that ideas move the world; others ascertain that it is the economy that does it. There are some who explain the origin of human development from the first practices of plants and animal domestication which allowed nomads to settle, the collector and hunter who moved in accordance with the seasons of the year, triggering major opportunities of breeding and harvesting more regularly, bringing about major control and food security, reducing starvation, and illnesses, therefore, promoting an increase in population, giving way to the capacity for specialization and the need to compete. There are many gearboxes that move and interact determining the performance of the human being, or, is it the human being who determines how the gearboxes move? Certainly, there are many an explanations as diverse as human nature in its multiple manifestations. Years of investigation in Tak’alik Ab’aj have shown a window from which one seems to be able to see and understand the mechanism, the formula explaining nature and the dynamics of actions, as well as interactions giving space to a structure that provides the necessary oxygen to breathe and function. From that window we can glimpse at an idea, which, in an intelligent and logical way, created the reason for being from a vast range of economic activities promoting a sophisticated operative and interactive structure, generating the foundation of a complex society. This idea was bred from the primal human need to understand and organize the world around it, an idea which brings about a way to explain the universe, the vision of the world or cosmovision. This has a strong ingredient of religious thoughts, in view of the fact that not every logical explanation is enough for accepting the world as it is. From this comes the transformation of the concept into an ideology allowing accomodation, within the explanations, ethical and moral values as well as an attitude toward the surroundings, a philosophy depending on leadership which brings about an hegemonic way of thought within the human group. This idea, shared by the members of the group, is embodied by means of codices and acts, whose constant repetition leads to routines and conducts in response to certain ritual stimuli, which become therapeutic instruments of social harmony. This creates a sense of belonging to the group: norms are introduced, ritual practices full of meaning which are integrated in every aspect of daily life. This group’s actions of everyday life, which shape the community from the peasant to the courtier, adorn themselves with acts and symbols bearing these meanings. It is distinguished this way, creating the cultural boundaries within the groups. At the same time, it is a tool for building standards and policies for actions, which in turn, are a tool for building standards and interaction policies with “others”. These interactions are very important from the point of view of survival, regarding boundaries, but most of all, in order to obtain what is not within the space of natural surroundings, since they are from other geographical regions. Each region’s characteristics of apparent local sufficiency are highly sought out by other regions, which at the same time can offer their own diverse specialties. The intelligent leadership system in this society created a daily ritual tradition of such magnitude that it occupied a significant part of the community’s everyday life. This massive practice required a great amount of inputs and products, some of them not local, that had to be procured. At the same time, specialties could be offered to other communities equally in need of those elements for their ritual life. With this the production engine

was started, consumption and exchange, import and export of diverse specialties. We can think that, due to this special economic generation, production and marketing most likely generated the main percentage of the gross domestic product. This production was administered and controlled by intelligent leaders. Among Tak’alik Ab’aj’s local specialties products, one can mention cocoa, rubber, and cooked plants such as flor de la luna [moon vine] utilized to achieve rubber vulcanization. There was also production of adhesives such as resin of palo jiote to adhere iron pyrite mosaics or the renowned jadeite mosaics finely sculpted to create the ajaw face, royal titles they hanged on their chest, or overlords ceremonial belts, symbols of power all along Mesoamerica. Richness of resources such as cotton for textiles, henequen for rope, spices, pom, ixcanal or cacho de toro aromatic resins, obsidian, shells, feathers, salt, and grinding stones, demanded logistic facilities such as the commercial route for merchants to travel with these and other specialties a tuto [carrying the products on their backs] in order to exchange them in other communities. Tak’alik Ab’aj was founded at the beginnings of 800 BC with the objective of being part of the Marketplace of Rituality which showed the first splendors of civilization in Mesoamerican history. For that, its strategic geographic location was decisive: at medium altitude between the summit of the volcanic chain and the coastal plains, to facilitate communication along the belt of the Pacific coast, and the access to the highlands by the gorges and valleys of the great rivers descending from the mountains toward the sea. Tak’alik Ab’aj is a worthy representative of the iconic sites of the region, with which it shares cultural characteristics and patterns. The fact that Tak’alik Ab’aj was part of this strategic plan imbued it forever with special cosmopolitan character, harboring and allowing development of a range of diverse cultural and artistic expressions, and making its history a story of interrelationships among different villages and cultures. Its intelligent leaders’ capability of building relationships and carrying out exchanges with foreign trade partners, their easy adjustment to changes of hegemonic policies, and of decisions and alliances, made it possible for Tak’alik Ab’aj to bloom for more than seventeen centuries, sharing its first splendor with the Olmeca culture. When Olmeca culture came to an end, around 400 BC, Tak’alik Ab’aj changed strategy by making alliances with Kaminaljuyu in the central highlands and, together with this grand metropolis, developed new ideological and aesthetic concepts, including writing and the “long count”, which later formed the basis of the early Maya culture, leaving its indelible marks on these particular highlands and pacific coast landscape, also known as Area Maya Sur [South Maya area]. From 150 AD on, with the beginning of Early Classic, this early Maya blossoming, highlighted by writing and long count, moved over to the northeast side of the volcanic chain, initiating its full development in the Lowlands of Petén, Yucatán, Belize, and Honduras. In accordance with the interpretation of the Ceramic Utilitarian Traditions theory of Dr. Marion Popenoe de Hatch, a Solano tradition group from the highlands invaded and dominated Kaminaljuyú and assumed trade control of El Chayal obsidian and jadeite from the Motagua river valley. Tak’alik Ab’aj made an Alliance with this Solano group apparently acquiring even more power and wealth, as evidenced by wellknown offerings of miniature ceremonial heads made from jadeite mosaics. These heads represented the ultimate symbol of royal power, worn on chest or belts, elements that can be observed on characters represented on the stelae throughout the entire Maya territory, even beyond. Nevertheless, writing and long count was never again recovered in the precocious region of the pacific littoral.

Late Classic, the last period of the history of Tak’alik Ab’aj, is marked by a rupture with its alliances in the highlands beginning in 500 AD. The city, as an important independent regional center, again took over the relationships with homologous centers along the littoral until 900 AD. With time, the highlands Solano group had been divided into the current K’iche’s, Kaqchikeles, and Tz’utujiles, each one aiming at expansion toward the coast line for control of the specialties mentioned before. This moment was marked as the last page in the archaeological history of the site. The tradition of pottery production at Tak’alik Ab’aj, called Ocosito, abruptly ceased. Apparently the city was abandoned by its inhabitants. K’iche’ ceramics from that period were found dispersed on the ground, without evidence that they would have been established in the place. When in late 1523 Pedro de Alvarado passed by Soconusco, crossed the Salamá River ascending to Quetzaltenango, he was not aware of this city’s existence; all memory of Tak’alik Ab’aj had been silenced under the vegetation’s exuberant thickness. It was not until the 18th century that travelers such as Gustav Brühl began to note edges of monuments emerging from the ground, still erect in their haughtiness, giving origin to the contemporary name, and beginning the chapter of its recent history.

ARCHAEOLOGICAL VESTIGES SPEAK; ARCHAEOLOGISTS LISTEN. The natural and urban landscape

Christa Schieber de Lavarreda, Miguel Orrego Corzo, Geremías Claudio, and José Pineda / From page 22 As they awakened, the inhabitants of Tak’alik Ab’aj had before them, to the northeast, a singular spectacle on the horizon: the zig-zagging black silhouette of the volcanic chain, on the luminous gray-blue of the waning night, with the last star, the planet Venus, still shining. Nightfall presented another stellar event when, to the southwest, the sun sank, blushing over the perfect line of the sea. Nevertheless, to admire this spectacle, they had to be on the highest points of the city. These magnificent surroundings were their point of reference from which they would situate and explain the world to themselves. Observation of celestial bodies, which every day and night crossed the city from east to west, could also have been the source of inspiration for their creation myths. This particular panoramic view was shared in the geographic position of the bocacosta, the mountains opening out to the sea, of the Pacific coastline, nestled on the hillsides of the Sierra Madre mountain range, which runs parallel, at a height of 600 meters above sea level. The climate is semi-warm and consists in a rocky mantle and fertile volcanic soils. Rivers depart from the crest of the Sierra Madre toward the ocean plain, copious rains break against hillsides, vegetation is rich, characteristic of warm subtropical humid forests. This environment constitutes a true challenge due to its conditions and resources, a challenge that the population of Tak’alik Ab’aj faced with excellence, adapting to it and exploiting it to the utmost. The settlement of Tak’alik Ab’aj, in this characteristic landscape of natural terraces that descend from mountain skirts – hill sides during the Mid-Preclassicwas devised from its beginning, as part of a strategic plan of the ritual market economy, proper to the first Mesoamerican civilizations. The design of the urban nucleus of Tak’alik Ab’aj followed the principles of that time regarding concepts of harmonious adaptation to and exploitation of the landscape. Urban planning, of essential importance, was based on principles of a cosmic vision and hegemonic ideology aimed at creating, not only

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a functional and competitive urban center, but also a magnificent symbolic scenario for spiritual and ritualistic life. The politics of state of those intelligent leaders was energized by a ritual market economy. The site’s main architectural groups, which throughout time sheltered a hundred structures, were distributed over ten of the natural terraces, modified or augmented wherever necessary, when the natural configuration of the land was insufficient. This implied, at the beginning of the city’s history during the MidPreclassic, artificial fillings ranging from 5 to 7 meters in height in some parts, mainly elevating the terrain in ravines in order to increase available space on the flat parts of the terraces. During the following epoch, landscape modification continued by filling ravines and enlarging the sides of the terraces themselves, from 2 to 4 meters; this effort achieved a total of 9 meters in height, between both eras. Therefore, the natural landscape, sacred for the inhabitants of Tak’alik Ab’aj, became a cultural landscape, a legacy from the ancient architects for posterity. Outlining, location, and distribution of public buildings was combined with disposition of arrangements of sculptures for the purpose of creating perfect scenarios for public rituals and acts by leaders. This design followed a sacred north-south ancestral central axis, born from the foundations of primitive astronomy, oriented toward the center of the “scoop” of the Ursa Major constellation, east of the magnetic north. Perpendicular to this axis are the principal ceremonial edifices, tracing on the land the trajectory of the stars crossing the night and day skies, from east to west. This original design was respected for the duration of the city’s lengthy history, in spite of the great changes it underwent. Ancestral orientation, along with a range of cultural patterns, are shared, first, with the region of the Pacific coast (San Isidro); then Soconusco (the central highlands of Chiapas, Chiapa de Corzo) and the Gulf of Mexico (La Venta), exactly where the long-distance trade route that becomes a cultural corridor passes. Planning of this sophisticated urban center, which provided well being to those who inhabited and worked there, included hydraulic management, as well as monumental edifices, sanctuaries, and ceremonial causeways with “burner” ritual altars, for political and religious functions. The rising bureaucracy managed these developments. Their participation is evident in the spaces for merchants and the market with steam baths, workshops for artisans, artists, and sculptors, residences of the highest dignitaries, and the habitational sectors for each guild, as well as the sectors charged with the important agricultural production of local specialties for export. Water management was an important function in this region of more than sufficient rainfall, with 4,000 mm of average annual precipitation, for crops that did not require irrigation. Copious downpours could break the clay floors of the plazas, the volcanic tuff or taxcal, and destroy stone and mortar walls. Abundant water sources were used to facilitate tasks and provide comfort in habitational areas. That is why the water management program at Tak’alik Ab’aj contemplated two important functions: evacuation of excess rain water and water supply for consumption. Both functions required an appropriate design ruled by the concept of “administrative velocity” to control the speed of running water, by calculating the trajectory of the slope of the constructions and open spaces such as plazas, and the capacity of harnessing and conduction of the channels, not to mention the slope of declivity at a determined angle interspersed with horizontal resting places. The story line of Tak’alik Ab’aj can be followed through the variety of preserved material vestiges such as pottery, obsidian and stone tools, sculptures,

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and buildings because these elements reflect changes occurring in the minds of the creators, carried out in their work, cultural changes, the product of agreement and disagreement in relations and interactions among the diverse regions, peoples, and cultures. This may also imply changes in techniques, technologies, and materials employed for their production which usually represented better practices, but also may be due to aesthetic reasons. At Tak’alik Ab’aj, architectural history is manifest par excellence in the superimposed sequence of building versions or modifications of structures in time, revealing, with few exceptions, that the same building held the entire history of occupation of the ancient city from the Mid-Preclassic to the Late Classic. Construction material was taken from the surroundings: clay and stones from the river’s edge. Building dimensions are large in horizontal extension and low in height, probably for anti-seismic purposes. Both features give the structures the character proper of the region which, added to the characteristic adaptation to the landscape, can be called architectural tradition of the Pacific coast, of which Tak’alik Ab’aj is an iconic example. The beginning of the Mid-Preclassic is presented in small ceremonial platforms made from a special mixture of dark brown clays, a smaller proportion of volcanic sand, potsherds, and some remnants of coal of homogeneous and high compact consistency. The best example of these platforms with small embedded stairways is the ball court which measures no more than 1 meter in height, 23 in length, and 8 in width. However, the concept of monumental architecture was also conceived through multi-bodied platforms, such as the prior version of Structure 7, the Scaled Structure, composed of five bodies of large dimensions in length, and pyramidal edifices such as Structure 2, located exactly on the axis of primitive north-south orientation. The components of monumental architecture contain, in the mixture of clay, river stones, suggesting an intention of providing them with greater solidity. In the Late Preclassic, many but not all of the scaled rectangular platforms of up to three bodies, always with a heart of clay, present a coating of medium-sized stones. Then, when the Early Classic began, larger stones were used and combinations of architectural elements were used such as base walls and inclines, inset corners, ramps, and entry stairs with central blocking. Structure 6 is one of the best examples of this distinctive form of monumental architecture characteristic of the region and in some way analogous to the central highlands, as occurs at the site of La Lagunita. This does not seem strange if one takes into account the alliance with the group of the Solano pottery tradition, evident in the ceramic and lapidary art of Tak’alik Ab’aj. The Late Classic apparently intended to create a new aesthetic tendency on the plaza facades. There was ostensible change in the appearance of the buildings by covering the architectural elements which appeared with a type of ramp made from river stones, left exposed and forming part of this new concept on the ancestral sculpted monuments, over 500 years old, and introducing fragments of sacred Preclassic sculptures in the construction of evacuation channels. This is how the K’iche’s found the city around 900 AD.

DAILY LIFE Housing and farming

Carlos Espigares / From page 40

HOUSING Archaeological evidence reveals to us that the urban center of Tak’alik Ab’aj sheltered various architectural

groups that conformed to and adorned the natural landscape in very early eras, as opposed to the panorama described in the ancient city’s periphery. One very clear example can be found west of the urban limits in what we currently know as the river stream El Chorro. West of the central group are vestiges of what could be the first early settlements. Atop a modest leveling, the first possible houses were built, measuring 10 meters in length, in a north-south direction, and 9 meters in width, from east to west. These structures had floors made of rolled river stones and roofs made from a fodder or hay known as zacatón, sustained by beams and cross beams made mainly from wood of a tree known as canoj, still considered excellent for construction by region’s inhabitants. Associated with this habitational area was evidence of a rolled river stone channel that provided the settlement with water. The inhabitants of Tak’alik Ab’aj built a ceremonial enclosure in the vicinity of a water source known today as El Escondite. The walls of the 4 by 4 meter structure were built with rolled river stones. In the center of the enclosure, these people decided to place a large, smooth, upright stone and a smooth altar in front. To the east side of the stele and altar they built a channel, also from rolled river stones, that would run from north to south. In addition to the ceremonial enclosure, a southward channel was placed by the inhabitants of Tak’alik Ab’aj. South of the channel they deposited a series of plates and vessels, thus conforming a great offering in order to provide the enclosure and channel with ceremonial connotation. The city’s development advanced at a fast pace, while, in the rural areas, life transpired slowly, adapting to the surrounding environment..

FARMING FIELDS Nourishment, fundamental to human life, requires different processes of agricultural production as in the case of Tak’alik Ab’aj where ancient inhabitants set aside large areas to the south and east of the city’s Central Group. These areas were characterized by a total absence of monuments and architecture and were ideal for cultivating different types of vegetables. The fields must have been worked with different artifacts appropriate for farming. At Tak’alik Ab’aj, there is a tool which, due to its characteristics, could have been the ideal instrument for plowing furrows. It is known as the “Rivera” axe, measuring 4 to 5 centimeters thick by 16 centimeters in length. It could have had a wooden handle tied with wicker. The point, curved and bevelled at its farthest edge, could possibly have been the active part of the artifact, since it allows a soft sliding movement in the clay in order to effortlessly trace furrows. Some of the vegetables that can be identified from carbon samples are coyol or cohune palm, avocado, zapote or sapodilla, ixcanal or bull’s horn, corozo palm, cacao, and amaranto, the last one being very important for its ritual use and nutritional qualities. Among the woods is the aforementioned canoj. Studies carried out in pollen samples reveal that corn and sweet potato were part of the vegetation surrounding El Chorro. Subsequently, it seems that the forest was cut down and the terrain converted into farming fields, corn being the main crop. Following an undetermined period of time, the place was flooded and an invasion of aquatic plants took over. This cultivating activity is reflected throughout the entire occupation of the site and, even presently, one may observe the same form of farming in neighboring areas of Tak’alik Ab’aj.


SCULPTURAL AND LAPIDARY ART

Christa Schieber de Lavarreda, Oswaldo López, and Omar Alvarado / From page 42

The most powerful and subtle means to communicate ideas is art and it can be expressed, at once, in different ways, appealing to all the human senses. In order to set forth concepts and symbols, coded messages legible to the group for which they were created, human beings are characterized by wanting to immortalize these through long-lasting materials. It is for this reason that, in archaeology, there is a proliferation of surviving pieces that carry these messages, carved with the materials that best resist the passage of time: rocks and stones in all their variations. At Tak’alik Ab’aj, predominant local rocks such as andesite and dacite are volcanic in origin. Of these, andesite was preferred for sculpture. Only two monuments, smooth Stele 18 and the monument with traces of wear and tear from sharpenings and small conic-shaped holes are made from gneis rock, imported from the highlands. Thus, there is communication here, not only of the message of the monument itself, but also of the power and wealth that make possible this expression of luxury, one of the most universal and common messages of world leaders. For lapidary activities, jadeite, iron pyrite, and hematite were preferred, all precious imported materials. The sculptural program, implemented for many centuries through a long genealogical line of leaders, made Tak’alik Ab’aj one of the richest sources of sculptural art in Mesoamerica, creating, with the integration of sculpture into the design of sacred spaces, the scenarios for public displays of power. Today, this sculptural legacy allows archaeologists the opportunity to know in detail the evolution and gradual changes in the first sculptural tradition that proclaimed the Olmec hegemonic concepts on the first great page of the history of Mesoamerican civilizations of the MidPreclassic, into the second, the early Maya, during the Late Preclassic. This first program, that managed the aesthetic and symbolic canons of Olmec tradition, with a touch of local flavor, shared the same characteristics of three-dimensionality, in bulk, niche-throne, and lowlevel profile, as well as themes of human characters with feline facial features, man-jaguar duality, characters emerging from the jaws of the jaguar, the ball player or “flyer,” resembling those from the great contemporary center of La Venta in Tabasco, in the Gulf of Mexico, Soconusco, and the Pacific Coast. This sculptural tradition had a long trajectory, sufficiently long so that it underwent changes such as the re-use of an Olmec theme, transforming it into another. A memorable example is the colossal head of Monument 23 which was modified with the creation of a niche cavity, eliminating part of the facial features and transforming the nose into a dignitary seated in a crossed-leg position, with the subtle detail of the left foot turned downward, a characteristic shared with other representations of personages on thrones, such as that on Mural 1 at the cave in Oxtotitlán, Guerrero. Tak’alik Ab’aj’s sculptural tradition offers a unique opportunity for detecting, behind the chisel, ideas that were prepared to leave behind the Olmec system and look toward a change in artistic expression that had to be different from the previous one, because it represented a new way of thinking. It is impressive how the coming of the Maya era can be seen and touched. One can observe the gestation of the change toward a new aesthetic concept. From respect for the rock, evident in bulk sculpture, that exploited to the utmost the form of material in order to create the theme, to the prepared surface, texturizing it before sculpting and framing it. And what is most obvious, summarizing all these details, is the change of the rock itself into the form prepared as a slab or tablet.

The best exponent of this intermediate stage is Altar 13 where one notes the respect for the rock, with profile carving and delimitation by simply eliminating the rocky portion excessive to the space which the topic occupies which, literally, forms the bridge between Altar 12, with its absolute respect for the rock, carved in profile and texturization, and Stele 2 which presents a prepared and even frontal surface with a sophisticated frame that limits the topic or theme. It is important to note that the first sculptures carved still on the rock’s natural surface, in low relief and profile, representing characters dressed in ceremonial belts with miniature heads, are accompanied by the first hieroglyphic signs with complete heads. In the meantime, the reknowned long count, to count the time of many centuries in the past and future, accompanies the rulers of the royal lineages represented in the stelae in lapidary form. Parallel to the early Maya style, two other styles proliferated, stemming from the same ancestral concept of bulk sculpture: the big-bellied style representing obese individuals sitting with their hands on their stomachs, and the zoomorphous style that recreates a whole range of animals related to water, such as toads, frogs, turtles, and crocodiles. Additionally, there are a few examples of sculptures from a likely later coastal tradition, and the petro-engravings, spontaneous local expressions, manifested in every period. Around 150 AD, the sculptural tradition that illuminated the Preclassic of Tak’alik Ab’aj and the Southern Maya Area ended, as the characteristic voice of the two ways of thinking which illustrated transformation from one to another. Lapidary art is the other perfect medium to represent symbols of power. It was also a tradition cultivated by generations of craftsmen at Tak’alik Ab’aj. The material most prized by Mesoamerican cultures for its hardness, brilliance, and color was jadeite which came from the Motagua valley and was the raw material par excellence to create unique works of art, since the history of Tak’alik Ab’aj began. During the Late Preclassic other materials that also possessed brilliance were added to create precious objects, these materials being iron pyrite and spectacular hematite, special products that had to be imported from faraway lands such as San José Mogote – close to Monte Albán-, Oaxaca, or Chiapas. The history of traditional lapidary art at Tak’alik Ab’aj reveals two singularly important concepts: miniatures and mosaics. In the Mid-Preclassic the concept of miniatures is outstanding, leading to production of hundreds of small jadeite beads that constitute embroidered or interwoven designs, a technique apparently shared by many ancestral cultures. In the case of Burial No. 2 at Tak’alik Ab’aj, bracelets, sandal decorations, and the small overskirt of the character had been made in this fashion, adding up a total of 1,300 miniature blue jadeite beads. The fascinating sacred wrap, currently called tzite’ by spiritual guides, worn on the left hand, is also embroidered with even smaller apple-green-colored miniatures. The extraordinary four-stringed beaded necklace bore a central axe-shaped pendant in the shape of a bird’s head, the primitive royal symbol of the ajaw or lord, worn on breastplates by primary dignitaries. The complex management of the ritual market economy required specialists in a wide diversity of fields and functions, originating a bureaucracy, the instrument through which central government was implemented, generating the cornerstones for a royal lineage and its court. In the Late Preclassic this same royal symbol evolved, with ceremonial elements of jadeite mosaics with hanging axe shapes integrated into the belts of personages. From

then on, these adornments were widely illustrated in sculptural and ceramic representations. This is one of the best exponents of application of the concept of mosaic that emerged in that era, along with diversification of shiny and translucent material. The mosaic breaks into fragments a whole; then recreates the image by reuniting them, albeit leaving the persistent impression of fragmentation. Aside from this, it is difficult to produce a whole piece, be it of jadeite or pyrite, because the piece must be sculpted from a portion of these materials. In some cases, it is impossible to know if a piece was created from fragments or if a whole piece was split in fragments and put together again. In conclusion, this is an extravaganza of skills, materials, and, more than anything, many work hours by highly specialized craftsmen creating a sophisticated product with high added value which justly generated prestige. Both traditions transmit to us two important things: they began at Tak’alik Ab’aj with prior knowledge and skills, that is, they were imported somehow, and the continuity for centuries of the sculptural tradition and its inherent changes implies existence of workshops or sculpture schools to pass on the knowledge from one generation to the next, continuing the tradition and implementing innovations in unison throughout a vast region of different peoples and cultures. This also speaks of intelligent leaders who, with principles of a ritual market economy, generated a platform that sustained this universe of production and consumption of specialties that made possible the creation of over 300 sculptures, exposed in ceremonial spaces covering 13,550 square meters, according to approximate calculations of what Tucur Balam and Tanmi T’nam plazas measured, not to mention the largest collection of miniature ceremonial heads with jadeite mosaics. In spite of the transcendental changes in ideological systems, sculpture remains sound, communicating the values of its times.

INSTRUMENTS FOR GRINDING ON STONES Victor Flores / From page 59

Stones and milling hands were the instruments used in pre-Hispanic times by Tak´alik Ab´aj’s ancient society to process food, medicinal plants, and diverse spices. The grinding stone performed the milling function due to the fact that material was deposited inside it to be ground by its counterpart and complement, the milling hand, entrusted to develop the activity during the process.

MILLENARY TRAJECTORY Ever since the first inhabitants settled on this fertile ground of the Guatemalan southern bocacosta, during establishment of Tak´alik Ab´aj around 800 BC, technologies applied in the preparation of food products present a high degree of development. Stones and milling hands have been documented indicating two ways of processing foodstuffs which were preserved from the development of the city until its subsequent abandonment. These tools were applied in different scenarios of everyday life by the inhabitants of the great city. Their use was not limited to the domestic character of food preparation in the kitchen, but they also were used ceremonially and offered in memory of majestic rulers who had already departed to the thereafter, or as ancestral markers indicating the central point of funerary venues. In their use as a memorial offering the so called Ofrenda Piedras de Moler 1 [Grinding Stones 1 Offering] has been documented, consisting of 53 fragments of these utensils deposited over an initial point corresponding to a jadeite necklace symbolizing the sacred presence of its owner, one of the ancient city’s rulers. This colossal offering was made some 200 years after the necklace was placed.

Tak’alik Ab’aj

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The Ofrenda Piedras de Moler 2 [Grinding Stones 2 Offering] consists of six fragments of these utensils commemorating the funerary site of Tak´alik Ab´aj Entierro N°2 [burial N°2], until now considered the oldest burial of a Maya lord. This commemoration act was celebrated approximately 700 years after his demise. The scenario of this grinding stones offerings sequence was made in Estructura 6. Usually, when these tools suffered wear and tear or fracture hampering their original use, they would not be condemned to oblivion. Some of them were reutilized in construction fillings, or as part of plazas cobblestone floors. Nevertheless, stones and milling hands also have been found in ancient dumps near the sector considered a marketplace. The amount documented of these utensils in the National Archaeological Park Tak´alik Ab´aj and its surrounding areas has confirmed that on-going population growth existed since the city’s beginnings until 900 AD, Although from that date on a sudden change is noted indicating decadence in the population; this has been measured based on scarce presence of tools suggesting that the amount of food prepared was not the same anymore.

THE SOURCE OF RAW MATERIAL After a long search, craftsmen who decided to produce these tools, identified a place to supply them with raw material for their elaboration. ¡ This rocky paradise gathered characteristics for supplying material and, most importantly, offered a wide range of stones with natural shapes which facilitated carving work to give final shape to the instrument, since, in the case of a grinding stone, it could be rectangular with rounded edges, rectangular, oval, or ovoid. This place is found in the convergence of the Ixchiya and Nil Rivers, and its treasure house of stones is still preserved. This zone selection also obey to an element of ritual character due to the fact that the Nil River is born precisely in the valley formed within an ancient sacred landscape, comprised by the Chicabal, Siete Orejas, and Santa María volcanos. Analysis carried out on a wide range of stone samples and hand grinders of Tak´alik Ab´aj has revealed that ancient craftsmen used six types of rocks to create such tools: andesite, dacite, rhyolite, pumice, sandstone of local origin, and imported basalt. Carvers of art in rocks gradually developed the knowledge to manufacture two kinds of milling stones which solved the need to process food: the open and closed milling stone. The closed milling stone was used for food requiring retention of liquid substances produced during the process of milling, such as miltomate, annatto, chile, or medicinal plants. For the purpose of obtaining better processed food, these substances would be used to the limit. Such was the case of cacao, considered a sacred substance accessible only to the nobles. It had to be exposed to a more careful process which required placing the milling stone over fire to obtain the seed’s needed viscosity. In order to accomplish this objective, they created a milling stone that allowed them to preserve substances inside the edge of the concave surface, but at the same time, allowed them to evacuate the material rendered during milling through the other end with the flat surface without an edge. The open milling stone was for food such as beans, and maize, as well as mixtamal [corn meal]. These processes required evacuating the liquid produced during milling, since it was not necessary to keep it for food preparation. The milling stone was designed so that both ends would not present concavity or any border and with a flat surface for evacuation of liquids.

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The draftsmen´s generations of accumulated knowledge during centuries continued developing, allowing them to find solutions to the inconvenience of instability of the milling stone when used. It was around 100 AD that the support was implemented, which provided better balance, clamping, and support to the milling stone. The support was one of the draftsmen’s guild contributions and its emergence was so important that still today it is in use. The milling stones complement were the milling hands. They had to present perfect conditions to fit either inside of the closed milling stone or over the open milling stone’s flat surface, so that milling should have the desired results. These were carved in rectangular shapes with rounded edges, rectangular, oval, cylindrical, and spherical. As the investigations in Tak´alik Ab´aj developed, one classification has been determined identifying the variety of shapes designed for milling hands. The ergonomic milling hand, so-called for presenting in its superior surface a design that perfectly adapts to the shape of the human hand, allows greater adaptability during the milling process. Usage prints of wear are found only in the inferior surface. This kind of milling hand was manufactured in a rectangular shape with rounded and oval ends to be used in closed milling stones only.

inside, is from San Martín Jilotepeque, Chimaltenango. The one transparent and translucent of fine texture and shiny, from brown to grey and sometimes veined, comes from Ixtepeque in Jutiapa. And the transparent one, of fine texture, and green, comes from Pachucha in Hidalgo, Mexico. From the characteristics printed in obsidians we can ascertain that Tak´alik Ab´aj was supplied with these four sources. Thus, the type most used during the history of the city were from El Chayal and San Martín Jilotepeque respectively, During the Mid Preclassic, the site was supplied mainly by El Chayal. This means that Tak´alik Ab´aj shared the commercial route profits of those times, but it also had allies that not necessarily were involved in that route, and that also supplied the center with other products, as is the case of Kaminaljuyu which, apparently, from Las Charcas period (1000-750 BC), was producing prismatic knives and distributing them to nearby sites. During the Late Preclassic an increase in use of San Martín Jilotepeque’s devices without displacing El Chayal is noticeable. We know that Tak´alik Ab´aj had a close relationship with Kaminaljuyu, therefore, a number of devices come from El Chayal.

The reversible milling hand, so-called because it shows prints of wear on both surfaces, was manufactured in five shapes and used by Tak´alik Ab´aj draftsmen. It was used only in closed milling stones.

During the Early Classic a decline in the amount of obsidian devices is noted. This reduction was due to the fact that the site appears to have gone into commercial isolation forcing Tak´alik Ab´aj to establish new relationships with a group of the Solano tradition. However, the intrusion of this group was not an obstacle for Tak´alik Ab´aj to continue importing obsidian from El Chayal.

The rotary milling hand was so-called due to the totality of its body being used for the milling process. Traces of use are found in the entire piece and manufactured only in cylindrical shape. It is important to note that this kind of milling hand is manufactured still today. The rotary milling hand was used in open milling stones.

Toward the Late Classic period, there was decline of devices from El Chayal, while San Martín Jilotepeque increased their material, indicating that import from both sources was in similar amounts, and we observe that there was obsidian presence from Cerro de las Navajas in Pachuca.

Even today we can see the use of the stone and milling hand in some homes at El Asintal village, although their manufacture is not the local type as in ancient times. This indicates that the customs of preparing food in the region have been preserved for 2800 years, although technological advances slowly displaced this legacy in stone which now begins experiencing decline.

During the Postclassic, considered as the site’s last stage of occupation, we observe a sight increase in obsidian devices with respect to the Late Classic.

OBSIDIAN IN EVERYDAY AND CEREMONIAL LIFE OF TAK´ALIK AB´AJ

The percussion technique applied a direct blow to the piece by a stone or bone slapper. There was also bipolar percussion, in which the raw material was placed over a stone anvil and was stroked at the other end of the piece with a slapper, obtaining more quantity of chips. Another technique used was pressure, used to give a final finish to a piece; it was applied through the use of a wooden pole or a bone directly over the piece.

Carlos Espigares / From page 62

Tak´alik Ab´aj, like many Mesoamerican settlements, made use of many devices for specific functions such as cutting, scratching, crushing, etc., made from the best possible quality of materials offered to carry out these activities. Among those materials is obsidian. This type of igneous rock is formed by molten lava, cooled down so rapidly that it is not crystallized; it is the equivalent of a volcanic glass with cutting edges. In accordance with the source or field’s chemical characteristics, it can be black, grey, brown or green. Obsidian and the different devices made from this material are found profusely in archaeological diggings, indicating that they were often used and also important in everyday life and ceremonial life. But, where does this rock come from? We find the answer in the material itself; its physical characteristics indicate the quarry it comes from: translucence, opacity, and surface. Translucent obsidian of fine texture, and sometimes shiny, from grey to black and, in some cases, with veins of the same color, comes from El Chayal, borough of Palencia, Guatemala. Translucent and opaque obsidian of rough texture, sometimes shiny, black and grainy

Technical development of obsidian ran parallel to the development of the city. In Tak´alik Ab´aj different devices were found such as prismatic knives and scrappers, among others manufactured with some of their familiar techniques, as well as chips and carvings scraps.

Archaeological data from excavations in the residential area near El Chorro creek support the idea that Tak´alik Ab´aj was focused on manufacturing prismatic knives, since a considerable amount of waste associated to that industry was found.

CEREMONIAL USE Besides its use as an important device for diverse occupations in everyday life, and in workshops to cut and prepare objects made of other materials such as iron pyrite, obsidian had a sacred meaning, being used in rituals and offerings. The sequence of offerings in a vertical axis, found at the center of Estructura 7A, shows inside the filling covering of Entierro N°1 [Burial N°1] an obsidian offering from El Chayal; it was placed along with six bowls from the Santiago tradition, signaling the burial


position of the dignitary underneath. That sequence of offerings proves the importance ancestors had for the inhabitants of this city. Finally, in Estructura 17 fragments of 13 knives of an average of 28 cm long and 1.7 cm wide were found. These knives possibly correspond to a production from El Chayal. Some present slight retouching at the edges and the file remains very sharp. A very important fact: these are the longest knives found in the entire Maya area. Continued use of obsidian in Tak´alik Ab´aj endured for the entire occupation with the presence of different sources, but for durability and quality the use from El Chayal stands out, and was exploited by the prismatic knives industry. Its use in ceremonial context indicates that obsidian was a material of utmost importance, considered one of the preferred raw materials throughout Mesoamerica.

SACRED VESSELS

Juan Miguel Medina / From page 67 Rituality was an important aspect in the life of every inhabitant of Tak’alik Ab’aj in order to maintain the vital link with their ancestors’ divinities. In ceremonies, offerings were presented with plants, animals, beverages, food, aromatic resins, and stones, among other objects. To contain those offerings, or as offerings themselves, special ceramic vessels were manufactured, with fine finishes, usually painted or with engobes, sometimes crafted with simple ornaments like incisions or grooves; others were crafted with human figurines, animals, and divinities. Among the great variety of vessels of local pottery tradition of Tak’alik Ab’aj called Ocosito, there are two outstanding types of ritual pieces. Three peak censers are empty cylinders of open base with three peaks or superior brackets supporting a small plate which can be one independent piece or joined to the brackets. The censers’ design depends on the offering. Portable plates have a handle on the base to be fitted with a wooden handle to transport it to the place of the ceremony, while the cylinder stays in one place only. In the case of censers with fixed plate, the entire piece is left in a particular place while fulfilling its sacred function. Usually, the cylinder presents human, animal, or divine representations, molded or with small spikes usually representing a ceiba tree trunk, although there are some with smooth surfaces. Most of them have vertical flanges at the sides. Embers were placed over the platform of the cylinder, between the peaks, warming the plate containing aromatic resins such as pom or copal. These censers are used to smoke up the ceremonies’ ambiance since smoke and scents served as communication with the divinities. Currently, the ajq’iab’ or Maya spiritual guides use diverse types of pom in the ceremonies to cleanse and purify minds, to link and transport prayers to ajaw since he can feel the fragrances up to the highest. It is probable that worshippers burned aromatic plants such as pericón which is still used in ceremonies. Twelve of those censers have been found, some complete and others in fragments, dated to the Late Preclassic Fase Rocío (400-200 BC) to the Early Classic Fase Alejos (150-300 AC) in elitists contexts mainly of the Central Group. Some of them have been the object of detailed studies. “La Niña” censer was the main piece of a ceremony where 66 pieces were deposited in a hole near the Astronomic Observatory of Estructura 7. A protocol was carefully followed where “La Niña” was the last piece placed all the way up, lying on a plate facing East. The cylinder has the molded image of a complete body of a young feminine character with underdeveloped breasts

and legs extended, wearing a hat with beads and two hooks at the sides. The beads could represent cacao seeds. The vertical flanges at the sides have impressions like notches. The plate is attached to the supports; between these there is a strong burned mark which reached the head of the girl which protrudes over the platform’s border. Black remains of the burned material are preserved on the plate. With this, a sample of radiocarbon was recovered, which dates around 40 AD. A censer with spikes and triangular fretworks in the cylinder was placed in front of Estela 13 as one of the offerings of a series of ceremonies held in front of Estructura 7A during the Late Preclassic Fase Ruth (200 BC-150 AC). It was found lying with the platform toward the East with its peaks broken. The platform has burn marks. A plate was found nearby which could belong to the censer, as well as a solid complete peak and a fragment of another one. These censers with spikes were represented in Late Preclassic monuments such as Kaminaljuyu Estela 11 and the Izapa Stelae 5 and 24. It is important to mention that fragments of a vessel with spikes and a plate support with burn marks in a context of Mid Preclassic Fase Nil (700-400 AD) was found inside the construction filling of Estructura 7, which would indicate the antiquity of this tradition. On the other hand, three head vessels are bowls with three human, animal, or divine heads protruding from the border, with diverse ornaments. The ears of some heads remind us of the mentioned censers’ vertical flanges, some wearing circular ear ornaments with central perforation. Evidence of smoke or burn is present in some faces, product of the proximity to the ceremonial place where there was fire. However, it did not burn; possibly offerings of plants, food, or liquids were deposited. Particularly interesting is the abundance of these vessels found in the southern coastline of Guatemala. Until now, fourteen of them have been found in Tak’alik Ab’aj evidencing a variety of styles in different contexts from Late Preclassic Face Ruth until the Postclassic (900-1524 AD). There is a vessel that represents a human head with closed eyes and open mouth, still conserving remains of paint or White engobe on the cheeks and forehead. There are others that are blowing. In Maya rituality, as is continued today, the color white represents the north, the place where ancestors and grandparents rest, from where the wind, rain, and cold weater come from. Therefore, these vessels represent ancestors and, surely, what was offered in them was destined for the ancestors. The three-headed vessels and three-peaked censers formed part of the ceremonial world of some Mesoamerican peoples, mainly cities such as Tak’alik Ab’aj, on the Southern Coast, and others such as Kaminaljuyu, in the highlands. These endured for centuries as centers of ideological, political, and economic exchange, where the market of rituality was a fundamental part of the complex social structure.

POTTERY, COMMERCE, AND ASTRONOMY AT TAK’ALIK AB’AJ Marion Popenoe de Hatch / From page 74

Ancient ruins sleep in time, the silence interrupted by the sound of leaves whispering stories yet untold, echoes of distant voices floating on evanescent fragments that dissolve in the air. Alone and undiscovered, the shadows clamor an extinct creation. The magic of the past can be heard at Tak’alik Ab’aj. For the curious mind, these unknown worlds can be discovered carefully, with reflection and patience. This is the mission of archaeology. One way to record is through analysis of pottery. Broken potsherds divulge long and important stories, changing fates, and keys to the rise and fall of ancient societies. Such treasures are

found mingling in discarded waste. Archaeology expresses the paradox of the past which is eternal and, even so, has ended. The cycles of time follow the great celestial bodies that spin in the firmament, continuously and forever. In the terrestrial domain, change is in constant process, subject to cultural evolution. The manufacture of pottery, product of human activity, reflects the record of human existence in the past and decisions that have been taken. Although the main focus of archaeology is dating the past, the true purpose lies in understanding cultural evolution and learning from it. The activity of archaeology finds what is fleeting and temporal in changing records, while, at the same time, there exists something profound and lasting. Cultural phases have a limited duration, they are closed systems that begin and end. Epochs and traditions survive, starting at some point beyond memory and continuing indefinitely into the future. In this antithesis, there is a contravention of ideas versus ideologies, styles versus traditions, art versus function, seasons versus centuries. One is superficial, the other is the deeply embedded structure. Pottery analysis contains both; natural sciences and anthropology are involved and scientific method is essential in order to discover the long road of cultural evolution. Pottery is affected by historic events, but, like ideas, is not bound by time limits. Like any other form of art, traditions imply concepts as well as styles. Concepts are systems of ideas and world visions which remain profoundly molded in the consciousness, frequently interpreted as true, conservative in the face of change. Styles are passing innovations and experimentations; their survival depends on artistic tendencies and modifications. Ceramic traditions imply an on-going local technology and preferential use of colors and clays. On the other hand, styles are variable, both unconscious and conscious adoptions of forms and decorations in response to public decisions. Both, styles and traditions, evolve. Styles wear out while traditions undergo modifications, yet the basic idea and perspective persist. Styles are intervals in the passage of time, while concepts are consistent systems of ideas absorbed within cultural norms. In pottery, form follows function, while decoration and styles are invented and imitated. Ethnohistoric and ethnographic studies help to understand concepts valued by the population and the conditions affecting it. Some ceramic traditions can be identified in the Highlands and Southern Coast, based on long-enduring utilitarian dishware, associated with individual pottery inventories. Styles in archaeology, whether they be in art, architecture, or ceramics, are useful tools for dating because they are temporal and respond to historic events. In contrast, the basic concept applied in art and pottery is useful in order to recognize the identity of populations that persevere throughout history. Many methods may be employed to analyze cultural changes through style and tradition, and the analyst must select the means which best responds to the question at hand. The context of materials will dictate the type of questions that may be raised from the data, be they chronological, functional, related to trade, social organization, change in the environment, or combinations thereof. The story of Tak’alik Ab’aj through pottery and trade Long ago, the population of Tak’alik Ab’aj left fertile Pacific shores and ascended the mountainous cliffs, searching for access to the Highlands. At the “foothills,” they found fertile and deep soil, lands between exuberant forests and abundant water in the heart of the region that promised production of cacao and other products. The soil was accompanied by clays that nimble fingers would transform into elegant ceramic forms. The bocacosta, where the mountains opened up to the coast, red and brown clays were different from those of the coastal plain that rendered hard

Tak’alik Ab’aj

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dishes, highly polished, of the Early Preclassic type. Nevertheless, these older ceramics continued mixing with those more recent, until they disappeared from the record. Tak’alik Ab’aj pottery is named Tradición Ocosito and can be easily identified by its red blend of colors. It is thought that one of the objectives of the Tak’alik Ab’aj population was to select a place that would guarantee a prosperous station within the Olmec commercial exchange network. The Olmecs inhabited the Gulf of Mexico, the basin of Mexico and Chiapas, and were associated with a standardized style of art, iconography, and ideology shared by other populations of southern Mesoamerica, including the Maya. Olmec leaders were sufficiently organized to have a trade network that was expanding and forming alliances in the region. A larger commercial route had been formed that crossed the bocacosta of Guatemala’s Pacific Coast, connecting the Gulf of Mexico and Chiapas to El Salvador. Larger sites were located along the mountain passes in strategic positions like entry ways. The traveler moving west to east encountered crucial redistribution centers in Izapa, Mexico, near the border with Guatemala; Tak’alik Ab’aj in the mountain pass heading toward Guatemala’s northwest highlands; Chocolá in the department of Suchitepéquez, leading to the mountain pass connecting with Lake Atitlán; and a site in the area of Cotzumalguapa or another in Escuintla that exchanged with the central highlands and Kaminaljuyu. Chalchuapa in El Salvador was possibly another entry. These stations that functioned as entry ways to the highlands were marked with various non-portable monumental sculptures. These monuments possibly identified the point from which merchants came, traveling by foot in the regions to redistribute goods. Resources of the coastal plain could have included cotton, salt, palm products, and salted fish. The higher bocacosta, where Tak’alik Ab’aj is located, may have produced cacao, rubber, squash, and additional corn harvests, when there was scarcity in the highlands. In exchange, the highlands offered obsidian and jadeite, as well as precious stones from the lower Motagua valley, along with feathers and other resources required by the highland sites. Tak’alik Ab’aj, established in the Mid-Preclassic, around 800 AD, was situated in the cacao-producing region which extended from the Pacific coast of Chiapas to El Salvador. It became a major center covering 6.5 square kilometers, with more than 83 large structures and 311 monuments. One can visualize a prosperous city from which carriers or mecapaleros with their cargo traveled toward the highlands and other coastal areas, returning with coveted merchandise, current news, and exotic tales of distant regions. Along with their wares, the mecapaleros brought ideas of their journeys, exchanging inventions, new products, and introducing new styles in vogue.

ASTRONOMY AT TAK’ALIK AB’AJ Time passed, the population grew, and the sociopolitical organization developed into one more complex. In this process, the ancient inhabitants of Tak’alik Ab’aj, as in other parts of the Maya world, worked at their daily chores, counting the days as the seasons changed. Evidently, based on styles shared in art, architecture, iconographic symbols, and pottery, there was close contact between Tak’alik Ab’aj and other Mesoamerican centers. There is also evidence that they shared cosmologic points of view due to the fact that the Mesoamerican calendar shows exchanged information concerning which celestial events were the same and which were different in the geographic regions. It was important, especially in Petén and Yucatán, where irrigation was practiced, to determine or predict the coming of rain, critical for planting corn, the basic foodstuff, exactly at the correct time to guarantee abundant crops. Certainly, ancient inhabitants of Tak’alik Ab’aj would have contemplated the intense darkness of the nocturnal dome, illuminated by stars in the silence,

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reflecting on the universe, eternity, and life itself. At more practical moments, they dedicated themselves to measuring time. To follow the trajectory of time, ancient populations counted the days for the purpose of recording repeated patterns, such as the duration of the farming year and the beginning of seasons and harvests. Of particular interest were the passage of the sun throughout the year, the solstices and equinoxes, correlating these with the movement of nocturnal constellations, as they changed in the course of the year. The observatory at Tak’alik Ab’aj was built during the Mid-Preclassic to count time. Before, during Early and Mid-Preclassic times, a group known as the Olmecs became a socio-political and ideological force, dominant in southern Mesoamerica. The primary emphasis of this group was focused on the movements of Ursa Major in the night sky. It seems that this cosmology was shared by Mesoamerican cultures, probably maintaining ancient concepts. Nevertheless, when the Mid-Preclassic ended, the Maya began to disagree on cosmological concepts. Eventually, they concluded that the star Eta in the Draco constellation was more accurate for counting the days of the year than the Big Bear constellation. Evidence reveals that the Maya separated themselves from the Olmec paradigm and adopted this alternative vision of the universe. Around 400 BC, the leaders changed the orientation of the observatory at Tak’alik Ab’aj two degrees to focus on Eta Draconis. This is inferred due to the slow change in the straight ascensions of the star during those centuries, much slower than other stars in the firmament. They must have believed that the star Eta was permanently fixed in the heavens and that it marked the beginning of rain. The star Draco was critical to measure time throughout the year. The constellation of Draco appears in the sky in the form of a serpent. Stele 13, in the line of vision of the Tak’alik Ab’aj observatory, illustrates a serpent sculpted in early Maya style, certainly the image representing the constellation in the heavens. In front of it, there is a massive offering of 600 vessels, most of which are offering plates of the Ocosito ceramic tradition associated with rituals. The other vessels date back to the end of the Late Preclassic. It is apparent that the Maya devised the calendar based on the premise that the constellation marked the beginning of the rainy season, May 21st, and the end of the season, November 22nd, dates of the culmination of Eta Draconis, at midnight. In other words, the star Eta made its high meridian transit precisely at midnight, every year on May 21st. Apparently, the Maya interpreted this phenomenon as the sign for the beginning of the rainy season. Likewise, six months later, the star crossed the lower meridian at midnight on November 22nd, when the dry season began. It must have been quite impressive to observe that, half-way through the yearly journey of Eta Draconis, exactly at midnight, the exact way was signaled in the season calendar. In spite of the fact that Eta Draconis in the constellation of the serpent was the main factor in the Maya calendrical calculations, the priests/astonomers clearly followed the trajectory of celestial events, both nocturnal and solar. Possibly, they were perplexed by the difference between the length of the astral and solar year in terms of the leap year day. Eventually, this was resolved when a great change took place, possibly cataclismic, at the beginning of the Early Classic. The cataclysmic event is marked at Tak’alik Ab’aj with the change in orientation of the observatory, indicating that the Maya realized that Eta Draconis was not static and moved like other stars. From this point on, they changed their sidereal observations to solar, based on equinoxes and solstices. After believing for 2,200 years that the star Draco was the only static star in the skies (due to its position in the circle of precision), the Maya realized around 100 AD that the star had moved for one day. The concept persevered up to the end of the Late Preclassic, but the gradual change of the star was observed around the year 0. It must have been difficult to accept the change, but the evidence shows that use of the observatory changed its focus from a nocturnal to a

solar count. Stele 13, representing the celestial serpent (the constellation of Draco) seems to have been pushed and broken and the axis of the observatory changed toward observation of the winter solstice from Altar 46. This altar is located on the observatory’s east side and, when one stands on the prints, it points precisely to the sunrise of the winter solstice, December 21st. It seems that, for the remainder of the Classic period, more interest was given to the rising and setting of the sun, even though the priests/astronomers continued recording all celestial events. In reference to the introductory comments, some conclusions are appropriate. The phenomenon of modification of cosmology is evident at Tak’alik Ab’aj at the beginning of the Early Classic. Nevertheless, basic cultural norms remained and the pottery tradition lasted, as did the local population at Tak’alik Ab’aj. Counting of the days continued, the skies continued to be observed, and the Maya calendar was perfected. Fundamental changes in commercial association occurred in the Guatemalan highlands. It is important to note that relations between Kaminaljuyu and Tak’alik Ab’aj were interrupted. Management of the coastal trade route was intercepted by highland groups and came to be administered by independent regions. New relations with commercial partners introduced new styles in art, architecture, and pottery. In conclusion, at the end of the Classic Period, pottery reveals that K’iche groups overtook the site and the population departed for regions unknown. However, the history of Tak’alik Ab’aj survived in its character, its traditions, and the profound perpetual structure of the ancestral past that whispers from beyond.

THE GREEN WORLD AND ITS CREATURES

Christa Schieber de Lavarreda, Francisco García y Omar Alvarado / From page 86 Development of the Tak’alik Ab’aj culture was possible due to the extent to which this ancient town was able to adjust and benefit from the resources in its environment. Its geographical location on the Pacific coastline, at the foothills of the Sierra Madre, at 600 m above sea level, determines the woodland´s zone of life, a very humid subtropical warm climate; of its abundant and exuberant species of flora and fauna, only a few remain, spared in river gorges, refuges saving them, thanks to the inaccessibility to monoculture. Since the research and preservation plan for the development of the National Archaeological Park Tak’alik Ab’aj was designed, there was total awareness that the history of the town was linked to its surroundings, with its particular and indelible seal. Therefore, history cannot be told without taking into account this referential frame of life. Archaeological parks must procure education, preservation, and show the cultural vestiges that have endured through time with the remnants of their natural surroundings. However, there is a difference between cultural, natural, and material vestiges. The latter can regenerate and multiply, which has been one of the most important tasks of the park for more than three decades. This way, the universe of this forest has been reintroduced and recreated, becoming a refuge for wildlife endangered species. Coexistence in the natural local world has significantly enriched discoveries. Upon digging a sculptural monument representing an animal, it can be compared with original local species, coming to the surprising conclusion that they are universal representations, linking characteristics of the species variants. For example, the sculpture “El cargador del ancestro” shows the bat eating fruits (its snout with a protuberance in the shape of a leaf) and the bat (with fangs) shows both characteristics, the leaf and the fangs. We can also find representations of


species that have fascinated the human being for their extraordinary dexterities or creations in merging them into fantastic creatures, such as the snake, the jaguar, and crocodile dragging its prey to the water’s depth of the underworld and returning as the “incarnation of the volcanic sierra,” carrying the sunrise on its back. There is a fantastic range of these illustrative examples referring to the human being’s intense perception and interpretation of the surroundings, which explains the respect professed toward nature’s sacredness. This is evidenced by all artistic media preserved to our days, such as ceramics, jadeite, and stone, leaving to our imagination the possibilities of expressions in perishable materials which did not make it to our days. In the equally fascinating plant world, the marks or remains recovered in archaeological excavations tell us about great plant diversity; additionally about foodstuffs of basic consumption, such as maize, amaranth, ixcanal or cacho de toro and the jaboncillo tree, as well as plants considered export specialties of the region, such as cacao, cotton, amate, rubber, the vulcanizer flor de la luna and the adhesive palo jiote, all these essential to the vast economic production chain of the market of rituality; all crops and distribution suggest having been controlled by their leaders. In order to present all these plants, verified by the archaeological registry, to the guests, currently efforts are already underway in an archae-botanic garden, also with the objective to avoid that some plants become extinct in the region. The Park´s pedagogic labor is to present the special and characteristic archaeological world of the bocacosta belt along the Pacific, inseparably framed by its natural surroundings, in order to forge the concept that current societies will not have the opportunity to survive, develop, and achieve greatness if they do not take care of their surroundings by nourishing and sheltering them. After all, this is our mother earth just as it was to our ancestors.

ANCESTRAL SPIRITUALITY

Christa Schieber de Lavarreda and Heber Delfino Torres / From page 93 Each one of the offerings and objects used during a ceremony or ritual has special meaning. Usually, although it may be in elementary and simple fashion, a type of protocol or set of rules exist on how to carry out its different moments. All these details are ciphered codes; their significance can be interpreted by those forming the cultural group participating in these rituals. Archaeological research during these years at Tak’alik Ab’aj has shed light on an enormous amount of material remains left in the place where ceremonies were practiced. What is usually known as offering is really the group of non-perishable things and vestiges of burned material or material still adhered to vessels, left in the place where events occurred. Discovery and study of each offering is an experience and the sum of these began revealing the fact that the offerings, aside from an entire process established through the elements that compose them, represent a feast of life, immensely appealing to all the senses. Rituals related to death are also a feast of life, as is more than evident on the 1st and 2nd of November, All Saints and All Souls Day. Added to this, rituals are usually practiced in groups that share this intense life experience, creating a synergy, which translates into an excellent means of cohesion, of strengthening the social bond among members. This social cohesion is the foundation for proper articulation and functioning of the group, a condition that allows cooperation, productivity, as well as greater strength and skill to face adversity. Thus,

the practice of ritual, aside from being a vigorous stimulant to ritual market economy for production and consumption of such a variety of objects and materials, is also an instrument to repeat codes and meanings of cultural and spiritual content, to carry out the exercise of collective memory, to remember the ancestors in order to create history, the foundation of the group’s sense of belonging. In 1987, when work began toward development of Tak’alik Ab’aj National Archaeological Park, remains were found of recent rituals practiced surreptitiously on the farmlands sheltering the ruins of the ancient city. From that moment on, different ethnic groups were invited to continue with their ancestral tradition in the park, and alternative altars were created for them. This also provided the opportunity to document the ritual practices, dates, motives, materials, and meanings, with results as surprising as the documentation of the archaeological rituals. Ritual practice, in essence, had not changed; neither had the richness and diversity of the materials used. Nevertheless, new elements are now used as part of a modern phase, appealing equally to the senses, celebrating life. Each thing has its meaning, there is an order of procedure or protocol in the development of a ceremony and, most importantly, it continues to be an instrument of group cohesion and exaltation of ethical and philosophical values, of understanding, explaining, and behaving in the world. This means that the ancestral ritual tradition found at the Tak’alik Ab’aj archaeological excavations, going back to historical foundations of Mesoamerica at least 2,700 years ago, remains palpable in current ritual practices. A simple but marvelous example illustrating this phenomenon is the method of ordering and conceiving the world with its four cardinal points and central axis or axis mundi, which represents something analogous to an ideogram in the first five small vessels placed during the ritual protocol of the Offering of La Niña, “The Girl” of Tak’alik Ab’aj within a large plate. Four of these miniature vessels mark the four cardinal points and the fifth, marks the axis mundi. There follows a succession of diverse artifacts deposited during the ritual, up to the culminating moment when the censer of La Niña is placed in the central location, indicated at the beginning, by the fifth receptacle. However, the Niña censer, situated in a position lying down, with the head toward the east and feet toward the west, also simulates the importance of the east-west axis, representing the sun’s daily trajectory, expressing the cycle of night and day, life and death, the cycle of fertility. The present-day ritual recreates the same ideogram with diverse materials, particularly different-colored candles representing each one of the four cardinal points. White stands for the north; black is west; yellow marks the south; red represents the east; and blue-green is the axis mundi. The survival of cultural traditions implies conservation of fundamental concepts of the philosophy bearing the ideas that give it life. Nevertheless, the continuity of this philosophy needs to integrate new contemporary elements that allow this ancestral philosophy to adapt and persevere in community life. This drive persists in each moment of history, just as important and significant universal concepts were reinvented, taking on new cultural appearances, imposingly expressed through a change in aesthetic canons according to the new order. The philosophical concept of envisioning the world remains immutable and, around it, the history of a people spins and evolves. Societies and people are a product of their past, a story of constant changes and adaptations to new situations. The capacity for reinvention without losing the essence of being, without forgetting history, is the formula for success at Tak’alik Ab’aj.

REFERENCES From page / 95

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Tak’alik Ab’aj

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ACTIVITIES ORGANIZED BY G&T CONTINENTAL FOUNDATION

Garden, experiments in technology, art, and design This interesting exhibit by Alejandro Medina opened at Galería Guatemala on June 8th.

MAY

The Order of the Arrayán The Order of the Arrayán (myrtle) was awarded on June 16th to Maestro Luis Díaz and to the Paiz Foundation for Education and Culture. Every year, Fundación G&T Continental grants this recognition to the people and institutions that contribute to the enhancement of Guatemalan culture.

Artists pay us a visit On May 12, at Galería del Centro, a cocktail party was given in honor of distinguished visitors: Spanish painter Domingo Zapata and actor, producer, and Oscar winner Adrien Brody. Maestro Zapata donated one of his paintings in order to contribute to restoration work taking place at the National Museum of History. National Museum of History: restoration, conservation, and face-to-face encounter with our identity On Wednesday, May 18th, at the installations of the National Museum of History, the official event took place in which authorities of the Ministry of Culture and Sports, together with the directors of Fundación G&T Continenal, presented this project which initiated activities aimed at renovating the museum which presents the history of Guatemala. Museum night at the Centro Histórico To commemorate International Museum Day, Fundación G&T Continental participated in this event on Friday, May 20, and welcomed over 1,200 visitors. JUNE Urban dialogue Talented artist Mod Cárdenas inaugurated this show at Galería del Centro on June 1st. Raíz de mi alma/Root of my soul On June 6th, this photographic exhibit of artist Rita Villanueva was inaugurated at the installation of the National Museum of Archaeology and Ethnology.

Monumento 66 con forma de cocodrilo, frente a Estructura 12, Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj

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JULY Linking centuries: artists of the XIXth and XXth centuries, interpreted by photographers of the XXIth century On July 7th, this collective photographic exhibit opened at Galería del Centro, with the participation of 20 artists. Concatenaciones externas al pensamiento/Concatenations external to thought The most recent work of photographic artist Fátima Anzueto was inaugurated on July 21st at Galería Guatemala. AUGUST Cotton candy This exposition of artist Anaí Martínez-Mont opened on August 4th, on the second floor of Galería del Centro. Registro de nuestro tiempo/A record of our time On Thursday, August 11th, the first floor of Galería del Centro was the showcase for this exhibit of Colectivo Tríptico, which brings together artists David Ramírez, Kevin Mérida, and Camilo Almaraz. Historical District Festival On this same day, at el Portal del Comercio, (portal of retail trade) the exhibit Discovering the Museums of the Historical District with photographs by Ricardo Benavides, was inaugurated.




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