Habla como puedas - Episodio 3

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HABLA

COMO PUEdAS Mario Lรณpez Guerrero

Ediciones MLG


HABLA

COMO

PUEdAS

Título original: Habla como puedas. Primera edición Diseño y redacción: Mario López Guerrero Ilustración: Mario López Guerrero © Mario López Guerrero, 2016 ISBN: 978-1-326-08990-0 “SÍ se permite la reproducción total o parcial de este libro. SÍ se permite su transmisión y difusión. SÍ se permite la crítica constructiva del mismo. SÍ se permite escribir libros a quienes les interese escribir libros y leer libros a quienes les interese leer libros. SÍ se permite citar al autor si se considera necesario. Y SÍ se permite ver el lado alegre de la vida.” Si quiere ponerse en contacto con el autor contacte con MLG. MLG es un sello editorial creativo de Mario López Guerrero. www.mariolopezguerrero.com contacto@mariolopezguerrero.com ¡Muchas gracias!

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“A mis sobrinos.”

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Episodios HAZLO COMO PUEdAS… SÍ Y NO ... ¡Error! Marcador no definido. ¿POR QUÉ LOS dEMÁS TIENEN QUE ESCUCHAR LO QUE VAS A dECIR TÚ? .....¡Error! Marcador no definido. UNA dE CONSEJOS PARA IR EMPEZANdO.....................9 UN MENSAJE, MUCHOS SON MULTITUD .............¡Error! Marcador no definido. dESCUBIRNEdO LA TÉCNICA PNd .. ¡Error! Marcador no definido. LOS CUATRO PARA QUÉ .¡Error! Marcador no definido. ATRÁPAME SI PUEdES O CÓMO CAPTAR LA ATENCIÓN dEL OYENTE .....................¡Error! Marcador no definido. dE CÓMO EMPEZAR ........¡Error! Marcador no definido. dE CÓMO CONTINUAR ...¡Error! Marcador no definido. dE CÓMO TERMINAR ......¡Error! Marcador no definido. LA EXPERIENCIA dEL OYENTE ........ ¡Error! Marcador no definido. INdUCCIÓN dE ESTAdOS dE ÁNIMO... ¡Error! Marcador no definido. UNA IdEA FINAL ..............¡Error! Marcador no definido. EL MISTERIO dE LA CAJA .¡Error! Marcador no definido. TOMAS FALSAS ...............¡Error! Marcador no definido. 5


BIBLIOGRAFร A .................ยกError! Marcador no definido.

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NIVEL 1

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Episodio 3 UNA dE CONSEJOS PARA IR EMPEZANdO [Acaban de llamar a la puerta.] “¿Quién será a estas horas?”, me pregunto. Hago una señal de disculpa a Marta, me levanto y voy a la puerta. Solo espero que no sea un león con hambre. ALBERTO.- ¡Buenas noches, Gumer! – me saluda mi vecino Alberto. GUMERSINO.- ¡Buenas noches, Alberto! – le saludo, mientras él entra directamente en mi piso. ALBERTO.- ¡Un albariño fresquito! ¡Te va a encantar! – dice mientras saca una botella de vino que llevaba a la espalda – Me la acaban de regalar y he dicho, voy a compartirla con mi vecino. GUMERSINDO.- ¡Muchas gracias, Alberto! Pero… ALBERTO.- ¡Vaya! ¡Qué maleducado soy! Pensé que estabas solo, Gumer – mirando a Marta - Disculpe. GUMERSINDO.- No, no estoy solo. MARTA.- No pasa nada – Marta se levanta de la mesa – ¡Buenas noches, mi nombre es Marta! ALBERTO.- Yo soy Alberto. Encantado de conocerla. 9


MARTA.- ¿Ha dicho Albariño? ¡Me encanta el albariño! – sentenció Marta. ALBERTO.- Sí, es un regalo que me han hecho y me he dicho que era mejor compartirlo que bebérmelo solo. GUMERSINDO.- Gracias, Alberto, pero Marta y yo estábamos hablando… MARTA.- ¿Te gustan las croquetas caseras? – le preguntó Marta a Alberto. ALBERTO.- ¡Me encantan! ¿Son de tu madre, Gumer? GUMERSINDO.- Sí, son de mi madre. MARTA.- ¡Ven, siéntate con nosotros! – le invitó Marta. Y así es cómo donde cenan dos, cenan tres. Pusimos un plato más en la mesa, abrimos el albariño y nos servimos una copa cada uno. Brindamos por los éxitos del futuro y retomamos la conversación. MARTA.- También hay almejas y están muy ricas. GUMER.- Sí, sírvete unas pocas, pero cuidado que hacen delirar un poco. ALBERTO.- ¿Qué le has echado a las almejas? MARTA.- No le ha echado nada. Lo dice por mí. Cree que estoy delirando. ALBERTO.- Y bien, ¿de qué estabais hablando? GUMERSINDO.- Estábamos hablando de gatos y leones. ALBERTO.- ¡Vaya! Yo no sé de animales. MARTA.- Alberto, ¿has ido a alguna charla? 10


ALBERTO.- ¿Charlas? Sí, a muchas – dice sirviéndose unas almejas. GUMERSINDO.- Marta, Alberto es profesor en la Universidad. MARTA.- ¡Ah! ¡Qué interesante! Es que Gumer tiene que aprender a hablar en público y estábamos diciendo que cuando estás delante de tanta gente hay leones y gatos. Los leones son los que te miran enseñando los dientes como queriendo morderte y los gatos son los que te sonríen. ALBERTO.- Sí, es una buena comparación. Entre mis alumnos hay muchos leones y muchos gatos, sí. MARTA.- Y yo decía que era mejor mirar a los gatos para jugar con ellos, porque si miras a los leones, seguro que te dan ganas de salir corriendo. ALBERTO.- El Teorema de Thomas, así es – sentenció. GUMERSINDO.- ¿Qué Thomas? ALBERTO.- Más albariño, por favor – me respondió entre carcajadas como si hubiera hecho un gran chiste. Algo de bueno tenía que tener porque Marta se estaba riendo. GUMERSINDO.- Sí, por supuesto, pero quién es ese Thomas – volví a preguntar. ALBERTO.- William Thomas: “lo que se cree real es real en sus consecuencias”. En realidad lo que dijo Thomas es “si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias1”. Es una 1

“If men define situations as real, they are real in their consequences”. [Thomas, 1928: The child America: Behavior problems and programs]

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profecía autocumplida. Las personas vemos una situación, pensamos sobre ella y adaptamos nuestra conducta a dicha situación. Si se pone fin a una guerra entre dos bandos, pero en una isla alejada nadie lo sabe, ahí seguirán combatiendo creyendo que la guerra continúa. Es decir, las impresiones subjetivas que tenemos las personas, las proyectamos sobre nuestra realidad, de forma que lo que pensamos, sea verdad o no, tiene consecuencias reales. MARTA.- Lo ves, Gumer ¡tenía razón! – se alegró Marta. GUMERSINDO.- Entonces, ¿hay gatos y leones entre el público? ALBERTO.- No, no hay gatos ni leones, hay personas. Pero si tú piensas que son como gatos que quieren pasar un buen rato, tu comportamiento será diferente a si piensas que son leones que te quieren morder. Es una cuestión de percepción. Lo que piensas se manifiesta en tu actitud y tu actitud en tu comportamiento. Puedes predisponerte a pasar un buen rato o por el contrario, sentirte amenazado, llenarte de adrenalina y estar a la defensiva mientras hablas. Tensión, sudor, el corazón latiendo a cien por hora y un objetivo: salir cuanto antes de ahí. MARTA.- ¿Lo ves, Gumer? ¡Gatos y leones! ALBERTO.- Entonces, ¡brindemos por los gatos y los leones! Y levantamos la copa del rico albariño, brindamos y 12


bebimos un trago. MARTA.- ¿Te gustan las almejas? ALBERTO.- Sí, están muy ricas. GUMERSINDO.- Ya probarás las croquetas. MARTA.- ¡Buenísimas! ALBERTO.- Verás, Gumer. Lo que pasa es muy sencillo. Lo que tienes es miedo. Y eso le pasa a mucha gente cuando tiene que hablar en público. Y el miedo te lleva a querer esquivarlo o poner barreras. Seguro que has empezado diciendo algo así como: “disculpen, yo no sé hablar en público”. GUMERSINDO.- Sí, creo que ese fue mi principio. ALBERTO.- Otros principios gloriosos son: “Disculpen, estoy nervioso”, “disculpen, voy a intentar ser breve”, “disculpen si les aburro”… En principio, parece que estamos pidiendo clemencia como si dijéramos: “Ave, Caesar, morituri te salutant2”. Salve, César, los que van a morir te saludan, que decían los gladiadores. Pero en realidad, lo que estamos diciendo es “tiemblo como un flan”. Puede que queramos generar empatía con el auditorio, pero en ese momento, nuestro cerebro, que es un gran buscador de amenazas, se pone en alerta y empieza a detectar todos nuestros errores y lo que es más grave, todas las caras de que estamos siendo aburridos, de que nos estamos 2

Históricamente, esta frase fue pronunciada por los criminales destinados a morir en combate en simulaciones de encuentros navales ante la presencia del emperador romano Claudio en el 52 dC (Suetunio, Vida de los doce césares).

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alargando más de lo debido y eso nos pone más nerviosos y queremos que se abra la tierra bajo nuestros pies. Es la pescadilla que se come la cola. Entramos en un bucle y no salimos de él. Se cumple lo que nuestra cabeza piensa y ¿qué acabamos diciendo? Yo no valgo para esto. Esto no es lo mío. No lo volveré a hacer. ¡Victoria para el miedo! MARTA.- ¡Qué interesante! Me estoy acordando de una charla en la que alguien decía continuamente: “ya sé que esto es un rollo, pero tengo que explicarlo”. Y en eso momento, yo desconectaba porque si iba a ser un rollo, ¿qué motivo tenía para escucharla? ALBERTO.- Y estoy seguro de que no era un rollo, pero que esa persona se enrollaba. GUMERSINDO.- Esa persona podría haber sido yo. ALBERTO.- Y yo y cualquiera. Todos podemos ser un rollo si queremos. Es fácil. Creo que todo el mundo puede volverse aburrido y aburrir a los demás. Es una habilidad innata, je, je, je. Pero todos podemos hablar bien y que sea interesante lo que decimos. GUMERSINDO.- No sé. MARTA.- Yo creo que va en los genes, que se nace con esa habilidad. ALBERTO.- Sí, el otro día creo que escuché a un bebé de dos meses dar un gran discurso. Nos conmovió a todos, je, je, je - nos reímos. GUMERSINDO.- Un bebé no da discursos, pero sabe reclamar atención. ALBERTO.- Sí, desde luego que sí. Es un claro ejemplo 14


de confianza. Sabe lo que sabe hacer y lo hace. Sabe protestar y protesta. Sabe reír y ríe. Esa es la clave: saber lo que sabes hacer. GUMERSINDO.- Otro al que le encantan las claves. MARTA.- Sigue, Alberto, me interesa lo que estás diciendo. ALBERTO.- Veréis – apartó un poco el plato de almejas - Gumer, ¿en qué pensabas cuando te dijeron que tenías que hablar en público? GUMERSINDO.- En que no quería. ALBERTO.- Vale, esa era tu voluntad y seguro que buscaste argumentos para no hacerlo. GUMERSINDO.- Sí, exacto. ALBERTO.- Pero una vez que aceptaste hacerlo, ¿en qué pensabas? GUMERSINDO.- En que iba a salir mal. MARTA.- ¡Ay, Gumer, qué negativo te veo! GUMERSINDO.- Bueno, pensaba en todo lo que podía salir mal. ALBERTO.- ¿Y qué más? GUMERSINDO.- Pues eso, en que iba a salir mal. ALBERTO.- ¿Y qué sentías? GUMERSINDO.- Nervios. ALBERTO.- ¿Qué más? GUMERSINDO.- ¿Quieres que diga miedo? ALBERTO.- No, ansiedad. GUMERSINDO.- Sentía ansiedad. ALBERTO.- Lo ves, sentías ansiedad. ¿Y eso qué es? GUMERSINDO.- Estar ansioso. 15


ALBERTO.- ¡Me encantan tus respuestas! Ansiedad es vivir en presente un miedo futuro. ¡Ay, ay, ay, todo lo malo que va a pasar! MARTA.- Pues ahora que lo dices, no lo había pensado así. ALBERTO.- Es un truco de nuestro cerebro para no tomar decisiones ni actuar. Mira, todo esto malo te va a pasar si decides tal o cual asunto o si haces tal o cual actividad. MARTA.- ¡Qué malo es nuestro cerebro, entonces! ALBERTO.- No, no tiene por qué ser así. Porque nuestro cerebro también nos puede dar la solución. Es como un pirómano y un bombero al mismo tiempo. Nos crea fuegos y es capaz de apagarlos. GUMERSINDO.- ¡Vaya! La gente son gatos y leones y nosotros tenemos un pirómano y un bombero en el cerebro. No sé si son las almejas o el albariño lo que nos hace decir estas cosas. ALBERTO.- Amigo Gumer, tienes dos opciones. O piensas en todo lo malo que puede pasar y la ansiedad se apodera de ti o haces como el bebé. GUMERSINDO.- ¿Llorar? ALBERTO.- Hacer lo que sabes hacer. Así de sencillo. El punto de partida eres tú. Quien comunica es la persona, con sus virtudes y sus defectos. Tú sabes lo que sabes y sabes lo que sabes hacer y sabes quién eres. Esos son los tres pilares para comunicar. No lo que va a pasar, sino lo que vas a hacer. Seguro que al principio pensaste ¿y qué voy a decir? Pues decídelo. 16


¿Qué voy hacer? Decídelo también. Se trata de seguridad. Lo que va a pasar, nadie lo sabe. No tenemos una bola de cristal para saberlo. Eso genera ansiedad, estrés, dolor de cabeza... Lo que vas a hacer, sí lo puedes saber. Decídelo. Eso es seguridad. El pirómano del cerebro te dirá: “¡Ay, cuidado porque puede pasar esto o lo otro!” Y en ese momento, tienes que pensar de otra forma: “lo que voy a hacer es esto o lo otro. Voy a decir tal palabra o tal frase, voy a saludar, voy a contar una historia”… Decide lo que vas a hacer y olvídate de lo que pueda pasar. Al fin y al cabo, sólo podrás tener la sensación de haberlo hecho bien si sabes lo que ibas a hacer y lo haces. Seguridad. Habla de lo que sabes. Haz lo que sabes hacer. Y sé quien eres tú. MARTA.- La verdad es que no hay nada peor que escuchar a alguien que no sabe de lo que está hablando. GUMERSINDO.- O que es un vendehúmos y no se cree ni él lo que está diciendo. ALBERTO.- ¡Eso es! Solo puedes hablar de lo que sabes y mostrarte tal cual eres, nada de imitar a otra persona. Así que solo nos queda un elemento, el cómo, lo que sabemos hacer y por suerte… MARTA.- ¿Y por suerte? Alberto deja un silencio mientras bebía un trago de albariño. 17


GUMERSINDO.- ¿Y por suerte? ALBERTO.- Y por suerte, el cómo se puede aprender. Así que hablar en público es una habilidad que se puede desarrollar- sentenció. Después de unos segundos de silencio. GUMERSINDO.- No sé si se puede, pero lo que se pueden comer son las croquetas. Coge una que se van a quedar frías. Yo guardaré las almejas. MARTA.- ¿Y qué consejo le darías a Gumer para hablar en público la próxima vez? ALBERTO.- ¿Cuándo será la próxima vez? GUMERSINDO.- Dentro de una semana- dije desde la cocina. ALBERTO.- ¡Muy bien! ¡Superando miedos! GUMERSINDO.- No, obedeciendo a mi jefa – dije desde la cocina. ALBERTO.- Así que es cosa de Mónica. MARTA.- Sí, Mónica confía en él. ALBERTO.- ¿Y para qué es? GUMERSINDO.- Pues para hablar en la asociación de empresarios – dije volviéndome a sentar. ALBERTO.- Ya, pero, ¿para qué? GUMERSINDO.- ¿Cómo que para qué? MARTA.- Hace un par de días, Gumer habló para los clientes de “López y Flores” y ahora, Mónica quiere que repita y hable en la asociación de empresarios. ALBERTO.- Ya, pero ¿para qué? 18


GUMERSINDO.- Para quedar mal. La primera vez fui un desastre y esta vez, veo que también. MARTA.- No seas pesimista, Gumer. Esta vez, vamos a ayudarte. ALBERTO.- Me pides un consejo. Pues el primero es saber para qué vas a hablar. GUMERSINDO.- Es buena pregunta. MARTA.- Supongamos que Gumersindo ya supiera de lo que va a hablar. ALBERTO.- No solo de lo que va a hablar, sino para qué lo va a hacer. Es decir, hay tres cuestiones básicas: el qué, el cómo y el para qué. MARTA.- Sí, muy bien. Dejemos para luego el qué y el para qué. Vamos al cómo. ¿Qué consejos le puedes dar a Gumer? ALBERTO.- El primero, tener preparado lo que vas a decir y no improvisar. MARTA.- Apunta, Gumer – me indicó. GUMERSINDO.- Oh, esto no es una clase, no tengo que tomar apuntes. MARTA.- Sí, lo es. Si no apuntas tú, lo haré yo. Y dicho y hecho. Se levantó de la mesa, cogió un taco de post-its que tenía en el mueble de la entrada, un par de bolígrafos y los dejó caer en la mesa. MARTA.- Tú di consejos, Alberto, que yo los escribo y luego, se los pegamos en la puerta de la nevera para que no se olvide. 19


GUMERSINDO.- Eso es. Alberto habla, tú escribes y yo no hago nada. MARTA.- Tú, escucha que es muy importante. Y deja de comer croquetas. GUMERSINDO.- Es que están muy buenas. ALBERTO.- Vamos a ver. El primer consejo es que tengas preparado lo que vas a decir. No improvises. No esperes al último día para pensar lo que vas a decir. Piénsalo desde ya. Tu discurso empieza hoy. GUMERSINDO.- ¿Preparar es escribirlo? ALBERTO.- Sí y no. No es necesario escribirlo todo. Puede ser suficiente con un guion, un esquema, las ideas principales… Pero tiene que quedar registrado lo que vas a decir. GUMERSINDO.- La otra vez lo llevaba por escrito y aun así, no fui capaz de leerlo. ALBERTO.- Bueno, leer es una opción, pero eso no va contigo. GUMERSINDO.- ¿Cómo que no? ALBERTO.- No, leer es para no confundirse. Para un discurso oficial donde hay que medir las palabras. Para un político que toda palabra se usará en su contra. Pero no es tu caso. Tú vas a hablar de ti, de lo que sabes, de tu empresa. Eso no es necesario leerlo. Además, leer es frío, es difícil generar emoción y atrapar a la gente. Mejor hablar y tú sabes hablar. GUMERSINDO.- Entonces, ¿para qué lo voy a escribir? ALBERTO.- Para aclarar tus ideas. Para decidir lo que vas a decir. Para que sea más fácil recordarlo y sobre 20


todo… GUMERSINDO.- ¿Y sobre todo? ALBERTO.- Para quitártelo de la cabeza y descansar. Lo que está en la cabeza, pesa. Es necesario tener la cabeza despejada para ser creativo, flexible… Si lo has escrito ya no tienes que darle más vueltas. Puedes modificarlo, cambiarlo, mejorarlo, pero no te marearás pensando una y otra vez en lo mismo. Cuando lo tienes en la cabeza es como una idea recurrente que viene y va. Cuando lo escribes, se acabó. Tranquilidad. Claridad mental. MARTA.- Primer consejo: preparar lo que vas a decir desde ya. ¡Anotado! ALBERTO.- Esto se merece una croqueta. GUMERSINDO.- ¿Y cómo me quito los nervios? ALBERTO.- No puedes. GUMERSINDO.- ¿Cómo? ALBERTO.- No, no puedes quitarte los nervios. GUMERSINDO.- ¿Cómo que no puedo? ALBERTO.- ¿Para qué te vas a quitar los nervios? ¿Te vas a quitar las venas también? MARTA.- Como enfermera no te aconsejo que lo hagas. GUMERSINDO.- Pero se supone que tengo que quitarme los nervios para hablar. ALBERTO.- Pues mal supuesto. Los nervios aparecen porque le das importancia a lo que estás haciendo. Por ejemplo, ¿te pones nervioso ahora mientras comes croquetas? 21


GUMERSINDO.- No, ahora no. ALBERTO.- Porque no consideras que comerte esa croqueta sea un momento especial o importante. Pero ante un momento especial o importante, cuando supone un reto para nosotros, en ese momento el cerebro nos pone en alerta, nos da energía y eso hace que los nervios empiecen a correr por nuestro cuerpo. Es como si en nuestro cuerpo hubiese un montón de muñequitos diciéndose unos a otros: “preparados que empezamos”. GUMERSINDO.- ¿Y qué hago con eso? ALBERTO.- Primero, aceptarlo. GUMERSINDO.- ¿Y después? ALBERTO.- Tienes dos opciones. Seguir pensando o dirigir el pensamiento. GUMERSINDO.- ¿Qué? ALBERTO.- Claro, cuando estás nervioso hay un pensamiento recurrente, una imagen que ves, una frase que escuchas todo el tiempo… Pues bien, se trata de pensar en otra cosa. De dirigir tú al pensamiento y no al revés. GUMERSINDO.- Creo que no te entiendo. ALBERTO.- Vale, piensa en un elefante. GUMERSINDO.- Leones, gatos y ahora elefantes, lo que me faltaba. ALBERTO.- Quedan muchos animales todavía, Gumer. Marta, piensa tú también. ¿Lo tenéis? ¿De qué color es? MARTA.- Azul. 22


GUMERSINDO.- Gris. ALBERTO.- Ahora pintadlo de rojo ¿lo veis? GUMERSINDO.- Un elefante rojo, ¿dónde se ha visto? ALBERTO.- En tu cabeza. Piensa en un elefante rojo. GUMERSINDO.- Vale. ALBERTO.- Ahora, pintadlo de amarillo. MARTA.- Es divertido. ALBERTO.- Y ahora de verde. GUMERSINDO.- ¿Cuántos colores quedan? ALBERTO.- Solo uno más. Pintadlo de rosa. GUMERSINDO.- ¡Qué bonito! ALBERTO.- ¿A que habéis sido capaces de hacerlo? MARTA.- Sí. ALBERTO.- Pues eso es dirigir el pensamiento. Decidir lo que estamos pensando. Cuando te aparecen los nervios, vienen acompañados de pensamientos. Lo que tienes que hacer Gumer es pensar en algo concreto: pensar en tu primera fase, en tu primer movimiento, en lo que vas a hacer… Tú sabes lo que vas a hacer. Eso depende de ti. Sabes que lo vas a hacer bien. Eso es seguridad. Y la seguridad te da tranquilidad. MARTA.- Aceptar los nervios y pensar en lo que vas a hacer. ALBERTO.- Sí, yo lo denomino: dominar el primer minuto. MARTA.- ¿Dominar el primer minuto? ALBERTO.- ¡Eso es! Tu primer minuto es vital. GUMERSINDO.- ¿Y con dominar un minuto llega? 23


MARTA.- Claro que no llega, Gumer. Es como lo de los ingredientes. Primero los compras y luego los tienes que cocinar. No llega con comprarlos. ALBERTO.- Sí, supongo que es como lo de los ingredientes que dice Marta. GUMERSINDO.- Lo sé, pero me gusta cuando Marta pone esa cara conmigo de “no te enteras de nada”. Entonces, tengo que dominar el primer minuto. ALBERTO.- Eso es. ¿Qué vas a hacer en tu primer minuto? ¿Qué vas a decir en tu primer minuto? Teniéndolo claro, el resto fluye. GUMERSINDO.- Porque cuando aparecen los nervios, tú piensas en tu primer minuto. ALBERTO.- ¡Eso es! MARTA.- Segundo consejo: domina tu primer minuto. Vamos a por otro. ALBERTO.- Llega con tiempo. GUMERSINDO.- Sí, eso lo cumplo. MARTA.- ¡Punto para Gumer! ALBERTO.- ¿Y qué haces cuando llegas? GUMERSINDO.- Compruebo que todo funcione. La tecnología está muy bien, pero a veces, falla. ALBERTO.- ¿Y qué más? GUMERSINDO.- No sé, ¿qué más? ALBERTO.- Es bueno ver el sitio, conocer el espacio, darse una vuelta. Eso te familiariza con el lugar y es más importante de lo que pensamos. GUMERSINDO.- Pues la próxima vez pasearé por el lugar. 24


ALBERTO.- Y sobre todo… GUMERSINO.- ¿Y sobre todo? Alberto solía hacer silencios después de dejarnos con ganas de escuchar algo. No sé si era consciente o lo hacía para comerse una croqueta, pero cuando lo hacía generaba más interés en lo que iba a decir. ALBERTO.- Llega con tiempo y saluda a la gente… GUMERSINDO.- ¡Ah, claro, la educación ante todo! ALBERTO.- …Y empieza a buscar gatitos. GUMERSINDO.- ¿Cómo? MARTA.- Eso me gusta. ALBERTO.- Empieza a buscar gatitos. Saluda, sonríe, habla con la gente, pregúntales por ellos, interésate por ellos. Hazlo de verdad. Están allí y te van a escuchar, pero antes escúchales tú a ellos. Es más fácil hablar con alguien que ya conoces o que por lo menos, conoces algo. Luego, cuando te subas, es fácil buscar a esas personas y seguramente estén sonriendo y no mostrando sus dientes. Cuando antes hablábamos de buscar gatitos, tienes aquí una forma de saber dónde están. MARTA.- ¡Me parece una idea muy interesante! Es tener ya aliados entre el público. ALBERTO.- ¡Eso es! MARTA.- ¡Llega con tiempo para buscar tus gatitos! GUMERSINDO.- No sé si voy a hablar en público o a convertirme en el hombre de los gatos: CATMAN. 25


MARTA.- Oye, pues es un buen sobrenombre. GUMERSINDO.- No, por ahí no paso. No seré CATMAN. ALBERTO.- Y otra cosa esencial que hay que tener en cuenta: no pierdas la compostura. Hay cosas que fallarán. Puede fallar el micro, el audio, el ordenador, que empieces más tarde de lo acordado, que haya más gente de lo esperado, que haya menos… Todo puede fallar, menos tu actitud. GUMERSINDO.- ¿Mi actitud? ALBERTO.- Sí, tu actitud. Verás. Antes de dar la charla te pueden pasar mil cosas, mil problemas y que llegues enfadado. Por ejemplo, que te tomes un café y te caiga por encima de la chaqueta. En ese momento te enfadas, pero ¿se merece el público que va a escucharte que te enfades con ellos? GUMERSINDO.- No, claro. ALBERTO.- Pues lo mismo ocurre si falla algo en el evento. No te puedes enfadar, porque nadie se merece que te enfades con ellos. GUMERSINDO.- Pero me puedo enfadar conmigo. ALBERTO.- Sí, pero uno sabe dónde empieza el enfado, pero no dónde termina. Así que no te enfades. Si es un problema que tiene solución, se soluciona. Si no la tiene, no te agobies, no la tiene. Acepta que algo puede ir mal y sigue adelante con tu mejor actitud. MARTA.- Sí, eso de la actitud me parece muy importante. GUMERSINDO.- Entonces, ¿tengo que elegir mi 26


actitud? ALBERTO.- ¡Eso es! Elige tu actitud porque te van a recordar por tu actitud. Quizás, con el tiempo alguien se olvide de lo que dices, pero no se olvidará de cómo se siente a tu lado. Decide tu actitud. MARTA.- Cuarto consejo: decide tu actitud. GUMERSINDO.- Así que calma que puede suceder de todo. ALBERTO.- Así es.

[Vuelven a llamar a la puerta.]

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EJERCICIO EN ESTE EPISOdIO Lo que puede pasar da miedo. Lo que voy a hacer da seguridad. Pon el foco en lo que vas a hacer y aleja la ansiedad. ¿Cómo te gustaría empezar una charla o una exposición? ¿Qué palabras dirías? ¿Qué gestos harías?

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