José Luis Vallejo Marchite
LA PALABRA ERA DIOS
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La Palabra era Dios
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José Luis Vallejo Marchite
LA PALABRA ERA DIOS
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Créditos Ilustraciones: Ignacio García García
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En el principio existĂa la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. (Jn. 1, 1-2)
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PRÓLOGO
El sentimiento religioso es una reacción ante la vida. Nace del asombro y del temor. Esta es la idea que abre las notas que Leopoldo de Luis escribiera para una de las antologías de poesía religiosa que es referencia en el mundo de la crítica literaria. Esbozaremos con algunas de sus ideas una breve contextualización de la religiosidad poética1. La belleza y la perfección de la naturaleza, tanto como la conciencia de indefensión y de responsabilidad, hacen sentirse al hombre dependiente de un ser superior, de una totalidad cósmica, de unas normas morales. En el fondo del corazón humano late un ansia insaciable de comprender y de amar, porque el hombre no es nunca del todo libre: siente que se debe a alguien o a algo, que su presencia en la tierra no es insolidaria, que no es –no podría- un ser exento. En la poesía de Vallejo Marchite se muestra la religión como revelación poética. Como la religión, la 1 Cfr. De Luis, L., Poesía Religiosa. Antología (1939-1964), Alfaguara, Madrid, 1969.
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poesía parte de la situación humana original: el estar ahí, el sabernos arrojados en ese ahí que es el mundo hostil e indiferente. Y el poeta, en su devenir creativo, llega al borde del lenguaje, a la página en blanco, al silencio que es la respuesta elocuente a cada pregunta, a cada grito que el hombre religioso vierte en su devenir personal2. A través del sentimiento religioso, la poesía une de alguna manera al hombre con su principio y su fin o, si se quiere, con su destino. Según Leopoldo de Luis, en líneas generales, hay dos clases de poesía religiosa: interior y exterior. La primera responde a un sentimiento interior, existencial; la segunda, responde a las manifestaciones externas de la religión. Es la actitud personal, el concepto de religiosidad del poeta lo que determina esta clasificación. La historia de la poesía religiosa contemporánea española ha respondido mucho más a la primera clase. Y, desde luego, casi toda o la mayor parte de la poesía religiosa de Vallejo Marchite. La poesía religiosa contemporánea de nuestra literatura arranca y se constituye en un pórtico soportado por tres columnas –Leopoldo de Luis dixit-: Unamuno, o la religión hecha poesía; Juan Ramón Jiménez, o la poesía hecha religión; y Antonio Machado, o el Dios que se sueña. La religión –religare, volver a 2 Cfr. José Luis Vallejo Marchite: Poesía y revelación poética, Prólogo a `Memorial de la espuma¨, HH. Maristas Levante, Murcia, 1998.
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unir- supone una entrega. El ser humano se ofrece al ser superior. Conduce los pasos del hombre hacia ese Ser supremo y la meta es la unión, es decir, la mística como protofenómeno de cualquier religión. Unamuno se resiste a la entrega. Su religiosidad es agónica, lucha con la Divinidad, no se abandona a ella, y en esa lucha se desarrolla `el sentimiento trágico de la vida´. No renuncia a su yo, por lo que se podría decir que su poesía es antimística por naturaleza3. Como decía acertadamente De Luis, para él la fe no es creer lo que no vemos, sino crear lo que no vemos. Su fe crea a su Dios. Y lo que crea es la poesía, no la religión. J. R. Jiménez presenta una actitud religiosa diferente. Su Dios es de invención propia, extraído de su misma conciencia de belleza4. Juan Ramón fue un místico que previamente inventó su dios para la unión. En él no hay nunca agonía, sino éxtasis y, por tanto, sí aspira a fundirse con la divinidad. Su religiosidad, con todo, es más estetizante que cordial. Antonio Machado es un “menesteroso buscador de Dios”5. Un Dios creado por el hombre en sí mismo, 3 La conciencia paradójica de su religiosidad se muestra con fuerza en su novela “San Manuel Bueno, mártir”. Y una muestra perfecta de que, en su búsqueda de Dios, el anhelo de unión fue relámpago que iluminó pasajes de su vida, es el decasílabo grabado en la lápida que cierra su sepulcro del cementerio salmantino: ` Méteme, Padre Eterno, en tu pecho´ 4 Cfr. `Dios deseado y deseante´ y `Animal de fondo´, dos de sus libros más “teológicos”. 5 Así lo llamó Laín Entralgo.
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inmanente, que el poeta sueña como una ilusión bendita dentro de su corazón6. Y esa búsqueda menesterosa a través del sueño por las galerías del alma, fue resuelta y superada en los últimos años, hasta el escepticismo. Dios era para él una necesidad del hombre, creado en la propia conciencia. Este concepto de religiosidad entroncaba con el clima espiritual de España en aquel momento histórico: una renovación espiritual y cultural promovida por la huella krausista y la Institución Libre de Enseñanza. Aunque hay quien ha hablado de “un eclipse de Dios en la poesía española” a partir del último tercio del siglo XX, justo donde Ernestina de Champourcin puso el colofón con su antología7 en la Generación de la posguerra, la literatura de tema religioso es en realidad inagotable, va con el hombre y su dimensión religiosa, algo consustancial al ser humano. En momentos en que los procesos de laicización de la sociedad son múltiples y reales, permanecen seguras las preguntas y la búsqueda del sentido último del vivir espiritual8. Y la teoría del péndulo en las artes es posible que vuelva a hacer rebrotar esta corriente poética, sumergida pero viva y fluyente, en la poesía postcontemporánea.
6 Vid. el poema `Anoche cuando dormía´. 7 Champourcin, E., `Dios en la poesía actual, BAC, Madrid, 1977 8 Cfr. Cervantes-Ortiz, L., `El Salmo fugitivo. Antología de la poesía religiosa latinoamericana´, Ed. Clie, Barcelona, 2009
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En Vallejo Marchite la religiosidad es búsqueda y entrega, es sueño y dolor. En su portentoso y admirable libro, `Oscura presencia´, Dios es sueño9, locura10, búsqueda11, protección12, entrega absoluta13, esperanza y final14. Ignacio S. Ayestarán
9 Soneto, 2 10 Soneto, 4 11 Soneto, 5 12 El maravilloso y arrebatador Soneto 6. 13 Soneto 7. 14 Sonetos 9 y 10.
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EL NACIMIENTO Yo sentía en mi vientre tu presencia mucho antes de que Tú me lo ocuparas. Fuiste ya mío entonces, cuando Gabriel me dijo su mensaje y yo me declaré tu humilde esclava. Pero ha sido esta noche, en que te veo rompiendo con tu llanto las tinieblas, cuando te has hecho mío definitivamente. Y María, su madre, muchacha quinceañera, sorprendida de verlo criatura indefensa, le susurraba: Este establo es tu patria y es mi patria, la de aquellos que no han tenido voz, de los que no la tienen porque nadie la escucha, ni les canta, como yo a Ti, hijo mío, una canción de cuna. Lima, 21-3-2014
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EL BAUTISMO ¿Quién eres tú que a las orillas del Jordán proclamas un bautismo de conversión? Soy la voz del que clama en el desierto. Su voz sonaba aguda como silbo de dardo recién salido del carcaj. Venid con vuestra carga de pecados nefastos: el agua os raerá la suciedad y os dejará la carne limpia como si fuerais niños recién nacidos. Lavaos, purificaos, dice el Señor, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Pero Tú no. ¿Por qué vienes a mí, Cordero sin mancilla? La carga tan pesada que tus hombros soportan no es acreedora del agua del Jordán. Tu bautismo será la cruz. “El río te dice que el camino de los hombres
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es continuo e inevitable”, que la vida fluye sin detenerse hasta que somos pasto de la muerte. (Necesitamos sumergirnos en Ti, Jordán de carne). No obstante, penetra en la corriente que vivifica, Tú que eres la Vida. Cuando dejes el agua, bautízame Tú a mí con el Espíritu que baja de lo alto. Lima, 29-3-2014
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LA TENTACIÓN EN EL DESIERTO En el desierto se eterniza el tiempo. Solo el viento ululante, el frío o el calor te devuelven al mundo de la realidad. ¿A qué vas al desierto, reino absoluto de la soledad, de espejismos y pregones de muerte? Ayunar ¿para qué si has recibido el agua de la purificación de las manos de Juan? Cuando la sed te queme la garganta, no podrán apagarla las aguas del Jordán y no se volverán en pan las piedras abrasadas cuando los jugos del estómago acibaren tu boca. Después de tantos días de ciego sol y noches de escalofrío nublará tus ojos la debilidad. ¿Qué harás, entonces, cuando el tentador ponga ante Ti los reinos de este mundo?
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Tú, Palabra de Dios, sabes vencer a Satanás. Pero nosotros ¿qué tenemos que hacer cuando el diablo nos tiente “y palpiten palomas de lejanas tristezas en nuestras manos”? ¿Ayunar como Tú? ¿Velar? No nos dejes caer en tentación. Lima, 12-4-2014
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LOS PRIMEROS DISCÍPULOS Él era el gran Maestro. No en vano el Espíritu descansó sobre Él. Necesitaba discípulos a quienes educar y enseñar su doctrina Un día estaba junto al Lago. El gentío se agolpaba para oír su palabra. Ardían las orillas de redes y de peces recién pescados. Ellos repasaban las redes junto a las barcas Toda la noche habían estado faenando. De pronto oyeron pronunciar sus nombres por Aquel que acababa de decir a la gentes palabras encendidas: Simón, Andrés, Santiago, Juan: Seguidme. Y lo dejaron todo: su pobreza, las noches fatigadas, su torpe proceder. Pero también su honradez y sus barcas.
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Allí los hizo Él destinatarios de la Verdad. Y les dijo: Desde hoy ya no seréis pescadores de peces, sino de hombres. Ellos, entonces, no lo comprendieron: eran rudos, y todo aprendizaje necesita su tiempo. Simón, hijo de Juan: de hoy en adelante ya no te llamarás Simón, sino Cefas, es decir, Piedra. Tuyas serán las llaves de mi Reino. Dime por qué y para qué, Señor: ¿Para que pendan de mi cinto como piezas inútiles como las que ahora llevo o para que les abra las puertas de los cielos a los pobres, a los facinerosos, a las prostitutas? Cefas no dijo más. Y se quedó pensando que no es tarea fácil ser pescador de hombres. Lima, 30-3-2014
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LA BODA DE CANÁ Habían transcurrido tres días. El Maestro comenzó a caminar lejos del Lago. ¿Adónde llevará esta brisa temprana? ¿Qué paisaje sin luna nos espera? Así se preguntaban. Nadie viene a reclamar qué somos, cómo éramos, ni a preguntar, curioso, cuál es nuestra aventura. El Maestro les dio en el camino su fuego y les dejó su palabra para que meditaran. Nos resulta difícil entenderte. Aquí no hay horizonte, ni hay orillas como aquellas del lago donde a diario remendábamos las redes y poníamos a punto nuestras barcas. No venimos, Maestro, a reclamarte nada, sino a saber adónde nos conduces. La alegría, el vuelo de las flautas fueron una posible y oportuna respuesta aquella hermosa tarde de la boda en Caná.
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María estaba atenta a que a los invitados no faltara de nada: ni el cordero, ni el pan, ni el vino que celebra la amistad. En medio de la fiesta faltó el vino que alegra el corazón de los mortales y enciende los ojos de los esposos jóvenes. No tienen vino, dijo, preocupada, la Madre, sabiendo que su Hijo, a quien no había llegado todavía la hora, haría el primer signo. En respuesta a su ruego, bebieron de ese vino que en las ánforas era “una roja metáfora de la sangre de Cristo”. Al verlo, los discípulos creyeron más en Él. Lima, 31-3-2014
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LOS MERCADERES DEL TEMPLO Se acercaba la Pascua. Jerusalén ardía de romeros. El Hombre se acercó desde una tierra donde apuntaba ya la primavera y había conminado a la muerte. El templo era un ascua de luz para los ojos de quien lo contemplaba. En el atrio, un tumulto de viejos vendedores de palomas, de ovejas y de bueyes y un tropel de cambistas codiciosos a punto de iniciar sus ventajosas transacciones. En medio de aquel caos, Él, Cordero de Dios que limpia las conciencias de pecado, no las de los bastardos que se agolpaban vociferadores. Ataviado con la blanca túnica y hechos sus brazos látigo,
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se le encumbró la ira hasta la insólita belleza de sus ojos. Furioso, expulsó a los vendedores de palomas y derribó las mesas de los usureros por haber convertido la casa de su Padre en cueva de ladrones. Y volvió a ser el Templo casa de oración. Lima, 1-4-2014
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NICODEMO Salir de noche entonces no entrañaba, Rabbí, el peligro que entraña en estos tiempos de saqueos, de robos, de extorsiones y crímenes. Ahora, incluso para ir a verte, hay que hacerlo a escondidas a plena luz y tomar precauciones. No esperes que, al amparo de las sombras, vaya algún Nicodemo a preguntarte cómo nacer de nuevo. Tú lo entiendes, Rabbí. El hombre de hoy no tiene esa clara conciencia que diferencia el bien del mal. Y no cree ni acepta el testimonio de la verdad. Y Tú eres la Verdad. Es inútil que, como a Nicodemo, nos pidas que volvamos a nacer del agua y del Espíritu: somos demasiado carnales. Por eso te pregunto:
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ÂżEs cierto que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de los cielos? RabbĂ, somos nosotros el gran milagro que te queda por hacer. Lima, 21-3-201
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LA SAMARITANA Su voz era de púrpura como aquellos pecados que llevaba ceñidos a la túnica por las angostas calles de Sicar un agrio mediodía. Él estaba sentado junto al brocal del pozo de Jacob dando tiempo a la espera. Todo luz su cabello nazareno y un cansancio infinito su mirada. Se acercó la mujer y lo miró con sus oscuros ojos de gacela herida a la hora en que los trigos maduraban, sedientos, bajo el ciego sol. Llevaba el cántaro vacío. Y sus labios, abrasados de oscuras ardentías que hombre alguno logró nunca calmar. Todo había alcanzado su plenitud tranquila: el viento, los rebaños, el verdor derramado en las colinas.
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Si tú quisieras darme de beber... El eco de estas últimas palabras se perdió por la extensa llanura de Samaria, con Garizín al fondo como testigo mudo de cómo el Hombre hablaba con palabras de vida a la mujer. Dormía en lo más hondo del pozo agua de siglos. Pero fue Él, el Hombre, quien le dio agua que brota hasta la vida eterna. Lima, 21-3-2014
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LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES Aquella tarde no importaba el número exacto de tus seguidores. Sé que eran incontables. Lo importante eras Tú cuya mirada fascinaba a la gente. Y sobre todo tus hermosas palabras, tus sencillas historias sobre el Reino de Dios. Después de una jornada agotadora por aquellos caminos polvorientos, “vino el hambre sobre la multitud”. Y no tenían nada que comer. Me da la sensación de que en el lago no abundaban los peces plateados, de que dormía el pan en la tahona por falta ya de compradores. Pero Tú, que eres justo y compasivo, les calmaste las ansias haciendo de tus manos mar y campo hasta que se saciaron. No sé qué fue de todo lo sobrante. Lo que sé es que los pobres
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no desperdician nada. Lima, 30-3-2014
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EL PAN DE VIDA Yo soy el pan de vida. El que venga hasta mí no tendrá hambre y aquel que crea en mí no tendrá sed. Te pregunto: ¿Por qué la humanidad sigue aún hambrienta? ¿Tan lejos de Ti estamos? ¿Te hemos visto, tal vez, y no creemos o jamás te hemos visto? A veces, preferimos hambrear a nutrirnos del pan de tu palabra, y sufrir el tormento de la sed en vez de ir a buscar el manadero de donde brota el agua que la calma. Nuestro oficio, como el de los judíos, es murmurar de Ti por haber dicho: Soy el pan que ha bajado del cielo. Y es que el hombre se empeña en ser vecino de la tierra y seguir hambreando en vez de ir a Ti, manjar de vida. Nuestro pan
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sigue estando amasado con dolor que no redime. Preferimos oír el canto de los agoreros porque nos adormece y calma nuestras ansias. Sigue aún predicando que el Pan que Tú nos das es tu Carne, por ver si, al fin, despierta nuestra hambre carnal de Ti. Lima, 15-4-2014
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LA ADÚLTERA Él seguía, callado, escribiendo en la tierra signos indescifrables. La canalla barbotaba palabras duras como las piedras que empuñaban sus manos contra la indefensión. Y habló Él. El silencio cubrió amplios recintos mientras uno tras otro se fueron dispersando por caminos ocultos hasta el hosco rincón de sus negras conciencias. -¿Nadie te ha condenado?, dijo la voz de brisa donde florecen los milagros. Y la voz pecadora respondió honestamente: -Nadie, Señor. -Tampoco yo, mujer. Y se encendió el milagro de la tarde. Lima, 22-3-2014
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LA LUZ DEL MUNDO Yo soy la luz del mundo. El que me siga ya no caminará en la oscuridad. Solo Tú puedes curar nuestra ceguera, madre de la tristeza. Y sabes que es difícil conjugar la tristeza con la luz. El hombre no lo sabe y permanece ciego porque aspira, como escribía Borges, esa lóbrega rosa de la tiniebla. A veces, no es bastante creer en Ti. El hombre necesita limpiarse bien los ojos de la niebla que aún le impide ver para seguirte. Necesita que se espeje tu luz dentro del corazón. Mientras estés en el mundo, Tú eres la luz del mundo. Lima, 22-3-2014
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EL CIEGO DE JERICÓ Flotaba por el aire el perfume exquisito de sus rosas. A lo lejos, cruzaban el desierto caminos invisibles. ¿Qué hará hoy en Jericó, ciudad de las palmeras, el Hombre de las bellas palabras? Una voz estentórea impactó en el gentío como misil de sal cristalizada salido del Mar Muerto. -¡Ten compasión de mí, oh Hijo de David! Habló también el Hombre. Tenían sus palabras el dorado aleteo de la luz en la mañana cálida. -¿Qué quieres que te haga? -¡Que vea yo, Señor!
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Y el ciego vio lo que la multitud aborregada no había visto nunca. ¿Cómo no amar al Hombre en cuyos labios la luz había vuelto a florecer en forma de milagro? El Hijo de David prosiguió su camino entre alabanzas y entre vituperios, silencioso y unido íntimamente al Padre. Lima, 23-3-2014
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LAS PARÁBOLAS Sus palabras estaban tocadas por la gracia. La gente, al escucharlas, se decía: ¿Dónde ha aprendido el Hombre estas cosas que, siendo tan humanas, llevan tan dentro el hálito divino? La viña, el sembrador, la oveja descarriada, el grano de mostaza, la cizaña entre el trigo le servían para sembrar perennidad. Yo les hablo en parábolas -les dijo-, no a vosotros a quienes se os ha dado el misterio del Reino de Dios. Estas historias, como decís, tocadas por la gracia, guardan dentro de sí “una serena ansia”. Al salir de mi boca son de todos. Pero Él seguía hablando: El reino de los cielos se parece… De lo alto descendía la plenitud
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cada vez que los labios del Hombre les decían su Palabra, levadura que iba fermentando en lo más hondo de su corazón. Y la Palabra era Él. 24-3-2014
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EL SEMBRADOR Tras las primeras lluvias, habían alcanzado su tempero las tierras labrantías. Amaneció radiante la mañana en que salió a sembrar. Llevaba las alforjas tan colmadas que el grano se le iba derramando. Nada podía hacer contra los cuervos que se lo disputaban, grajeando alborotados, en medio del camino. El sembrador sabía que, a veces, cae el grano torpemente entre las grietas húmedas de las piedras y brota tímidamente como regocijo o leve sueño que se desvanece a poco de nacer. Luego, con manos en perenne dádiva, sembró a voleo. La semilla cayó entre los zarzales que bordeaban el camino. Y oyó la voz del Hombre:
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El trigo no convive con las zarzas. Había como un deje divino en su voz. El resto cayó en tierra barbechada. Y de nuevo la voz: De esta última obtendrás abundante cosecha. Y granó el trigo como había dicho el Hombre que enseñaba con parábolas. Lima, 25-3-2014
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LA HIGUERA ESTÉRIL Estaba bien plantada entre las vides, ufana de sus hojas todas las primaveras, pero no daba fruto. Su soledad había aprendido a ostentarse porque su savia era estéril. También mi soledad tiene apostura de árbol que crece y no da fruto. Cantan entre sus ramas desacordadamente pájaros solitarios. ¡Y pensar que soy destinatario de mi propia ventura! Y dijo el viñador: Córtala. ¿Para qué ha de ocupar un año más el terreno? Le urgían la impaciencia y la desilusión. Señor, dijo el criado: Déjala un año más y yo la cuidaré, le echaré buen abono, la abrigaré con el amor.
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Y si no te da frutos, la cortaré. Esto es, sencillamente, una parábola. ¿Acaso el hombre no es otra parábola? Lima, 25-3-2014
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LA TEMPESTAD CALMADA Velamos todos, ¿y Tú, el Hombre, duermes? Tú siempre, aunque parezca que duermes, velas para que las gentes que te siguen no olviden que son hombres. Esta noche en el lago está siendo muy negra y las olas golpean contra la barca donde duermes, y está, Maestro, a punto de zozobrar. ¿Será esta noche imagen de la noche oscura que estamos padeciendo ahora sin Ti? Hombres de poca fe nos has llamado cuando hemos acudido a decirte qué somos y por qué nos hundimos. Ahora somos hijos de la duda. Por eso nuestros ojos no ven, solo vislumbran, faltos de luz, que esta noche no es madre de blando sueño más que para Ti; para nosotros, viento airado y furioso oleaje. Tal vez trabajo inútil. Abre, Señor, tus brazos a la noche
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y conmina a los vientos y a las olas: sabemos que obedecerĂĄn al instante tu voz. Y dĂŠjanos dormir. Lima, 25-3-2014
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EL BUEN SAMARITANO Maestro, preguntó un hombre de la ley: ¿Quién es mi prójimo? Esta pregunta encierra dentro de sí el germen de una nueva parábola. Le respondió el Maestro: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó. Era el desierto un lugar común de pastores de cabras trashumantes y de salteadores. Estos lo despojaron de cuanto poseía, lo laceraron y lo dieron por muerto. El Hombre que instruía con parábolas sabe que nuestro mundo también presume de saqueadores, homicidas, ladrones que no tienen otro dios que el dinero que vuelve al hombre inmisericorde.
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Y sucedió que un samaritano… Como ocurría entonces ocurre hoy, Maestro: El hombre sigue siendo un lobo para el hombre. Nadie se compadece del dolor de los otros. Burócratas, levitas, sacerdotes, esclavos de la ley, enmascarados que nos creemos justos, pasamos, insensibles, al lado de quien es extorsionado, vapuleado por la sociedad y lo dejamos abandonado a su propia suerte. Siempre, Maestro, hay una excepción: la del samaritano compasivo que se acerca al herido, le limpia las heridas y se cuida de él, sin que importe su nombre, igual que en la parábola. El Maestro pudo haber añadido: La caridad no tiene nombre ni rostro humano. Tiene el rostro de Dios. Lima, 26-3-2004
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MARTA Y MARÍA No te entretengas más, Marta hacendosa, y sigue preparando el vino que celebra la amistad. Va a llegar el Amigo sin avisar. Así son los amigos. Yo sé que has despertado al despuntar el alba, antes de que tu sueño fuera picoteado por los gallos. Y sé que a estas horas de la mañana has horneado el pan que Él hará suyo y nuestro al bendecirlo. Sé, también, que tu hermana aún “sigue acurrucada en Él y en su palabra”, y que no tiene ojos para las cosas de este mundo: es otra clase de sabiduría. No te preocupes, Marta: con María, tu hermana, estás tú retratada en la retina de sus divinos ojos. Lima, 26-3-2014
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RESURRECCIÓN DE LÁZARO Sabía que el amigo de Betania hacía cuatro días que dormía el sueño de la muerte. Sin embargo, esperó. El Hombre amaba a Lázaro y a Marta y a María, sus hermanas, como solo podía hacerlo Él. Marta, desconsolada, le dice al saludarlo: Si Tú hubieras estado, no habría muerto Lázaro, mi hermano. Nunca mejor que ahora era Betania casa de la aflicción. Él le responde: Tu hermano, Marta, resucitará. Él, el Hombre, lloró amargamente, y su gemido, hondo, desperezó el silencio con que la multitud lo contemplaba. El Hombre conocía el poder de su voz
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y “que él era Él” delante de la piedra que cubría el sepulcro. Antes de que volviera a ser nueva la carne putrefacta de Lázaro, gritó con fuerte voz: Sal fuera, Lázaro, y lávate en las aguas de este río que brota de mis manos. Lava, también, las vendas y el sudario: que no haya nada en ti que siga oliendo a muerte. (Dinos, como hombre ya resucitado, qué es la muerte, Lázaro). El Hombre, el obrador del gran milagro, se retiró a un lugar ya próximo al desierto pero dejó rumiando a sus amigos el pan de su palabra. Lima, 27-3-2014
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LA UNCIÓN EN BETANIA La avaricia corroe el corazón del avaro, incapaz de un sentimiento generoso. Lo único que aprecia es su bolsa, símbolo del poder, de lo inmanente; no de la trascendencia. Se celebró una cena, la última del Cristo seis días antes de la Pascua, en la casa de Lázaro. Algunos comensales hozaban como cerdos buscando la comida, que engullían ajenos a lo que allí pasaba. Mientras servía la hacendosa Marta, atenta siempre al mínimo detalle, María, frágil, pulcra, delicada, se acercó hasta Él con un perfume de nardo muy valioso y lo abrió. Al instante se expandió el aroma por el amplio recinto y despertó la codicia de Judas, el ladrón.
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Nunca el aroma de la primavera se había percibido con tanta intensidad en Betania. María ungió los pies cansados del Maestro, su Amado, y luego los secó con sus hermosos y abundantes cabellos. Atónita, la gente contemplaba la escena, Y Judas, el traidor, a espaldas del Maestro murmuraba: ¿Para qué este dispendio habiendo tantos pobres? Frente a frente la dádiva y la usura. la generosidad y el egoísmo, la exquisitez y la vulgaridad. Nudosos, los olivos como espectros se retorcían entre las tinieblas en el cercano huerto de Getsemaní. Se fue haciendo el silencio en el recinto del ágape. Muy pocos se apercibieron de que había vuelto a renacer la primavera. Lima, 28-3-2014
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LA ENTRADA EN JERUSALÉN Jerusalén, todavía no eres la ciudad del dolor, ni están tristes las piedras de tus calles. Brilla la espiga verde, y el olivo es pasión transparente en los ramos del gentío, en las voces de plata de los niños aclamando al Mesías. No temas, hija de Sión, ciudad de vírgenes, mira que tu Rey viene montado en un pollino. Nunca el príncipe más grande de este mundo tuvo entrada triunfal como la tuya. Aquí no han resonado ni los claros clarines, ni los áureos sonidos, ni ha habido arcos triunfales, solo infantiles voces repitiendo: ¡Hosanna al que viene en nombre del Señor! Este gesto espontáneo contrasta con las maquinaciones de quienes solo viven y sueñan con perderte
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y hacen que arda la sangre de los viejos profetas sobre calles y muros. Los fariseos buscarán la verdad que te traicione utilizando a las airadas turbas. Tú lo sabes. Pero antes de que lleguen los instantes de su oscuro deseo, nadie podrá robarte estas horas de gloria en la hermosa ciudad de la paz y el olivo, “el adarve más corto entre el cielo y la tierra”. Lima, 14-4-2014
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LA ÚLTIMA CENA Se acercaba la fiesta de los Ácimos. Entonces Satanás entró en Judas, quien había tramado perder a su Maestro. Pedro y Juan dispusieron sobre la larga mesa los alimentos : el cordero, el pan sin levadura, las salsas y las hierbas amargas. Flotaba en el ambiente un aire espeso de traición. Él, sin embargo, lúcido, sabiendo que su hora había llegado, tomó el pan del dolor y lo fue repartiendo entre los suyos, diciéndoles: “Cada trozo de pan que reciben soy Yo”. También se lo dio a Judas, quien lo había seguido hasta ese momento. Ninguno de los once vio cómo la tristeza le ensombreció los ojos,
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cercados por la angustia de la muerte. Y comieron el Pan que era su Carne. Así también te come “nuestro amor entrañado”. Les dio luego la Copa de la que todos abrevaron. Y les lavó los pies. Aquella fue la Pascua de su despedida. Judas, urgido por el Mal, había abandonado ya el Cenáculo. El Maestro, seguido de los once, cercado por la noche, tomó el camino de Getsemaní. Lima, 31-3-2014
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EL LAVATORIO DE LOS PIES Es el poder del agua que, como el tiempo, lava épocas y culpas. Y Pedro se empecina en no dejarse lavar los pies. Si no te lavo, no tendrás parte conmigo. El agua nos lavó en el bautismo y nos quedamos limpios, pero la vida se nos fue tiñendo del color del pecado, y necesitamos que alguien hoy se ciña la toalla, como lo hizo Cristo, y nos lave los pies de los malos caminos, la cabeza de vanos pensamientos y el corazón. Cuando hemos sido desenmascarados, no nos sirven de nada las protestas. ¿Qué haces sin mirar, Pedro, dentro de ti? ¿Y yo qué hago sin sacar a orear el corazón ahora que presiento el frío del Pretorio
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y oigo cantar al gallo en lontananza? Vosotros estáis limpios, dice el Señor, aunque no todos: el que come mi pan ha alzado su talón contra mí. Al decir estas palabras, el Señor se turbó, porque sabía quién lo iba a entregar. Lima, 17-4-2014
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GETSEMANÍ Noche en Getsemaní, prensa de aceite. La luna llena sobre los olivos añosos, retorcidos, cristal en fuga que ilumina tu rostro acongojado. Tú, piedra en soledad, acudes a tu Padre en la intensa vigilia mientras a Pedro, Andrés, Juan y Santiago solo dormir les aligera el cansancio terrible de vivir. También el día ha sido un intenso ajetreo para Ti. Dos mitades contrarias: la angustia en la más negra noche sin rostro y la paz engañosa de un sueño sin descanso. ¿Te das cuenta, Señor, ahora que estás punzado con agujas de fuego sumido en la tristeza? Entre ellos viniste a recogerte
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perseguido por una multitud facinerosa. Encendida, desnuda vuelve a elevarse al Padre tu columna de nardo ahora que tu cuerpo, como llaga de aceite, se va desmadejando: Apártame, si quieres, este cáliz, y hágase tu voluntad. Quizá nunca has estado tan cerca de tu Padre. Y nos volviste a encontrar dormidos. Dormid y descansad. Sí, déjalos que duerman, déjanos que durmamos por si un día logramos despertar. 1-4-2014
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NEGACIONES DE PEDRO Tu valor se ha venido abajo, Pedro, ante la oscura voz de una criada. ¿Por qué no has vuelto a esgrimir la espada? ¿Qué es de tu promesa de acompañar a Cristo hasta la muerte? Con el rostro embozado y amparado en las sombras, al menos has tenido el coraje de seguirlo de lejos. Todo se desmorona cuando falta la fe y no encuentra asidero la esperanza. Tus respuestas sonaron a mentira en la noche de autos. Por eso cantó el gallo. Desconcertado, has contemplado el rostro del Maestro con su carne vejada camino del Pretorio. Al posar la mirada sobre ti, has sufrido en tu carne el hundimiento de todo lo que antes te había mantenido en pie.
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Ahora reconoces tu fanfarronería y te echas a llorar “como animal pequeño y asustado” que se refugia en el consuelo de las lágrimas. Lima, 2-4-2014
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ANTE PILATO Ecce Homo. He aquí el Hombre, hijo de la traición; el Hombre de los milagros y de las parábolas. He aquí la Verdad, Pilato, que aun teniéndola delante no has querido entender. Por eso lo condenas, pusilánime ante la muchedumbre enloquecida que grita crucifícalo. Nadie quiere tocarte, ni siquiera los sediciosos como Barrabás, a quien has preferido antes que al Cristo. Ahora te pregunto: ¿No es a ti a quien condena la insolente turba en nombre de los siglos venideros? No te queda, Pilato, tiempo para rectificar. Lo único que puede salvarte ante la historia es la triple inscripción que has mandado clavar sobre el madero.
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Porque sin tĂş quererlo has proclamado a la Palabra Rey. Lima, 1-4-2014
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CAMINO DEL GÓLGOTA Nadie ha hecho tan largo viacrucis cargando su pesada cruz, Señor. Ante las compasivas mujeres y tu Madre, vocifera la plebe depravada que te aclamó como a Hijo de David, escuchó tus palabras y celebró en su día tus milagros. Pero se ha despertado el animal que lleva dentro y lo deja rugir porque está viendo el mundo del revés. Tú, el Triste entre los tristes, sabes por qué a esta turba enloquecida y visceral no le ha llegado todavía el tiempo de comprender qué significa el Gólgota. Es porque ya ha perdido la esperanza. Ahora, desamparada, ayuna de ese bálsamo que curó sus heridas y le calmó el hambre, tal vez a Ti, Señor, vuelva los ojos enferma de tristeza y soledad. Lima, 3-4-2014
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LA CRUCIFIXIÓN Cuerpo de luz humana, rostro de noche bajo el sol que se desboca sobre tu desnudez. Triste noche del mundo que no puede alcanzarte y sigue abandonado a su impotencia. La lanzada se clavó en tu costado como impura palabra y crepitó su llama sobre todas tus venas. Así te ha visto el Padre y así te veo yo: cada vez más erguido entre el cielo y la tierra. Tu sangre ardida cae sobre los siglos incendiándolos, y todo arde a tus pies. Mientras gritas al Padre por qué me has abandonado y estás a punto de entregar tu espíritu, no encuentra el mundo meta para su desamparo. Lima, 3-4-2014
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EL DESCENDIMIENTO Dios nos habla desde un bosque de símbolos o por medio de su única y divina Palabra, siempre de frente, nunca de espaldas a nosotros. Vedlo ahí, cuerpo desmadejado y lánguida mirada, hasta que lo desgajen como a una rama seca del árbol de la cruz y se lo entreguen a María, su madre. El Hombre ha muerto, pero dentro de Él está el reino de Dios. Atardece en el Gólgota que a la hora de sexta se cubrió de tinieblas. Sobre nosotros, abandonados, solos, se cierne ya la noche, pero la suave lumbre que de Él dimana velará nuestro sueño. Nada nos hiere tanto como la soledad, “ramera con los senos de cristal arañado”, que nos ahoga con sus brazos lúbricos.
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También lo abrazó a Él. Y le gritó a su Padre desde su trono de congoja. Los que lo contemplaron se decían: Realmente Él era Hijo de Dios. Lima, 6-4-2014
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LA RESURRECCIÓN ¿Qué te lleva al sepulcro, María Magdalena, si todavía no ha rayado el alba: la fe, la duda? Dime qué, María: ¿tener una evidencia de que Él vive, de que ha resucitado cumpliendo su promesa? Has visto que la piedra está movida y el sepulcro vacío, pero quieres saber dónde lo han puesto. Y necesitas ver, y tocar. Entra en el huerto y grítale: Yo no sé si tu vida, Rabbí, fue sueño como es la nuestra. Y búscalo. Pregunta al jardinero qué ha ocurrido en el amanecer. Es posible, María, que al escuchar su voz se disipe definitivamente ese punto de niebla que aún queda en tus ojos.
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Haz tuyo ese momento de efusiones tan propio del amor resucitado, pero no toques al Rabbí, pues todavía no ha subido al Padre. Vete, después, envuelta con su Luz a iluminar la fe de los discípulos. Lima, 10-4-2014
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EMAÚS Ir a Emaús es asumir el riesgo de caminar a espaldas de la Pascua. Entonces, Emaús es el camino de la decepción, de la duda, de la desesperanza, de la tristeza. Como los discípulos vamos, ciegos, hacia la noche de la fe. Y lo que nos consuela es que no siempre esa ceguera es irreversible, aunque seamos tardos de corazón. Espléndida brillaba la primavera esa primera tarde de la semana. Con Jesús al fondo, el camino se hace interminable; de ahí la tristeza de ser hombre. No podemos, igual que Cleofás, mirar hacia un pasado que termina en la muerte, sino hacia el futuro donde es más puro el aire, más amplio el horizonte y menos fatigosa la jornada.
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Él viene a nuestro lado muy silenciosamente abriendo nuevo cauce a la ilusión, a la fe, a la esperanza, a la alegría. Atento a nuestra súplica -Quédate con nosotros pues la tarde declina-, se sienta a nuestra mesa y nos bendice el pan. Lima, 10-4-2014
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A ORILLAS DEL LAGO En nuestro tiempo sigue siendo el hombre animal de costumbres, como dijera Dickens. Los discípulos, que eran pescadores, regresaron al lago. Aquella noche no pescaron nada y volvían con los ojos clavados “en la clara pupila de la espuma”. Solo Aquel que no había olvidado sus nombres los esperó. Sabía que regresaban de vacío. Les dijo: Echad las redes a la derecha de la barca y encontraréis. Su voz de lluvia y rosa les aquietó la angustia en aquel viejo lago zurcido aún de brumas. La pesca fue abundante. Él les volvió a decir: Traed algunos peces. Está ya preparado el fuego vivo. Y sentaos en torno a Mí.
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¡Oh llama crepitante de la primera hora! Una lluvia de labios repetía: Es el Señor. ¡Está vivo! ¿Lo veis? Tomó Jesús el pan y se lo dio y de igual modo el pez. Hizo el resto la fe. Entre redes brillaba la mañana. Lima, 18-4-2014
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ÍNDICE Prólogo El Nacimiento El Bautismo La tentación del desierto Los primeros discípulos La boda de Caná Los mercaderes del templo Nicodemo La Samaritana La multiplicación de los panes El Pan de vida La adúltera La luz del mundo El ciego de Jericó Las parábolas El sembrador La higuera estéril La tempestad calmada El buen samaritano Marta y María Resurrección de Lázaro La unción en Betania La entrada en Jerusalén La última cena El lavatorio de los pies Getsemaní Negaciones de Pedro
9 15 16 19 21 23 26 28 31 33 36 39 40 41 44 46 48 51 53 55 57 59 61 63 67 69 71
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Ante Pilato Camino del G贸lgota La crucifixi贸n El descendimiento La resurrecci贸n Ema煤s A orillas del lago
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