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MÁS CEBRAS Y MENOS UNICORNIOS

¿EN QUÉ SE DIFERENCIAN LAS CEBRAS DE LOS UNICORNIOS EN EL MUNDO EMPRESARIAL? LOS UNICORNIOS BUSCAN EL CRECIMIENTO EXPONENCIAL, MIENTRAS QUE LAS CEBRAS PROCURAN UNA PROSPERIDAD SOSTENIBLE

Fue una locura. Mientras más de un millón de negocios quebraba de forma definitiva en 2021, Kavak, una startup fundada hace apenas 7 años, dedicada a la venta de autos usados en línea, alcanzó una valuación de 8,700 millones de dólares, mayor al valor de Televisa y Grupo Carso, dos de las empresas mexicanas más poderosas y emblemáticas.

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Kavak se volvió “unicornio”, como se le llaman a las empresas privadas con una valuación de mil millones de dólares o más. Pero entre 2020 y 2021 llegaron más de estos unicornios: Bitso, Clara, Jokr, Clip, Konfío, Merama, Nowports, Stori, Incode y Yaydoo.

Algunas lograron estos mil millones de dólares incluso antes de tener un año de operaciones. Insisto: ¡una locura! Esto ha provocado una fiebre en el ecosistema emprendedor: todas las startups sueñan con volverse unicornios. ¿Para qué? Esa es la pregunta que pocos se están haciendo.

Genaro Mej A

Ha sido director editorial de publicaciones como Entrepreneur y Forbes, pero siempre se ha definido como periodista. Ahora es mentor, asesor de negocios y conferencista. Desde 2019, LinkedIn lo destaca dentro de sus #TopVoicesLatam.

Síguelo en su proyecto: https://linktr.ee/BarEmprende

No quiero que me malinterpreten: no estoy en contra de los unicornios, para nada. Hay empresas con un modelo de negocios robusto y con claridad en su propósito que merecen esa valuación, y que están generando empleos y ayudando a mover la economía. Pero seamos honestos: ser unicornio no es para todos por más dinero que haya “disponible” entre los fondos de capital privado en todo el mundo.

Tampoco es viable para el ánimo de los fundadores, pues como emprendedor siempre te sentirás fracasado si no alcanzas esa meta.

Además, muchas de estas empresas aún no son un negocio como tal, es decir, no generan siquiera los recursos suficientes para pagar su propia operación diaria, mucho menos logran ganancias. Viven en una ilusión de abundancia, pero el dinero no es de ellas ni lo generan ellas; le pertenece a los inversionistas, quienes reclamarán su dinero y sus ganancias tarde o temprano.

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