Ética, Ciencia y un humilde homenaje a Platón

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Ética, Ciencia y un humilde homenaje a Platón Personajes del diálogo: Blaustein, Garelli, Neutrófilo y El Estranjero Escena: Últimos dos asientos de un colectivo de la línea 42 colmado de gente, en viaje desde la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires hacia la Facultad de Filosofía y Letras de la misma casa de estudios. BLAUSTEIN - En fin, mi buen amigo Garelli, proponer que la ciencia que practicamos hoy día carece de reflexión ética, ¿es acaso fiel resumen de aquello que convinimos ayer? GARELLI - Hablas con verdad. ¿Quieres que repasemos aquello que decíamos como para poder seguir analizando la cuestión? BLAUSTEIN - Así sea. GARELLI - ¡Ea pues! Creo que comenzamos por recordar nuestras experiencias como estudiantes y graduados de la carrera de Ciencias Biológicas. ¿Acaso recuerdas alguna ocasión en la que en el marco de la facultad te hayan mencionado la palabra Sociedad? BLAUSTEIN - ¡Por Zeus! Tan sólo quizás para hacer velada alusión a la sociedad de las grandes empresas. GARELLI - ¿Y la palabra Ética? BLAUSTEIN - Jamás. En todo caso, aquél problema que algunos dirán que insiste y persiste, pues resulta que en lo que toca a nuestro ámbito de conocimiento, se resiste. No hay crítica de la finalidad, el uso práctico de los temas de moda que se investigan como no la hay acerca del sacrificio o tortura de animales en el laboratorio, tan solo por dar dos ejemplos. GARELLI - ¿Y decimos que la Ética es algo o muy por el contrario que nada es? BLAUSTEIN - Es evidente incluso para un ciego, ¡por cierto que lo es! GARELLI - Convendrás conmigo en que si bien Ética se dice de muchos modos, podemos acotar el campo problemático de la misma, a los fines prácticos de nuestra preocupación, a una reflexión crítica, histórica y autónoma acerca de la moral.

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BLAUSTEIN - Hablas con sabiduría, Garelli. Y profundizando en los conceptos que nos enseñaran nuestros maestros, ¿recuerdas a qué razones podíamos aludir para explicar la ausencia de reflexión ética? GARELLI - Por cierto que sí. Decíamos, por un lado, que aducir falta de conocimiento o de voluntad ante una determinada acción pretendía liberarnos del problema ético. Decíamos que el determinismo, la pérdida de nuestra libertad, nos liberaba del problema ético. Decíamos que el fundamentalismo moral, por un lado y que el relativismo moral, por el otro, nos dejaban sin posibilidad de reflexión ética. BLAUSTEIN - Cierto es. Habremos entonces de tener estas consideraciones en cuenta a la hora de incursionar en las razones de la ausencia de reflexión ética en nuestro sistema de ciencia. GARELLI - Pues bien, empecemos por aquí ¿cómo crees entonces que suelen elegir los científicos dónde trabajar? BLAUSTEIN - Mi impresión, y la tuya de acuerdo a lo que decíamos ayer, es que se suele elegir de acuerdo a un gusto personal, individual o bien compelido por la limitada oferta del sistema. GARELLI - Entonces imagino improbable que hayan hecho referencia a una interpelación de algún otro al científico. De suerte que hayan pronunciado la palabra otro en este sentido. BLAUSTEIN - ¿A qué te refieres? Te ruego que completes tu explicación. GARELLI - Con mucho gusto, excelentísimo amigo. ¿No decimos acaso con orgullo que nosotros, los científicos, emprendemos denodados esfuerzos para satisfacer ciertas necesidades de esta sociedad? BLAUSTEIN - Pues claro. GARELLI - ¿No producimos nosotros, los científicos, ciertos bienes necesarios, conocimiento y tecnología, salud, informática, energía, comunicaciones, alimentos, en fin, aquello de lo que se sirve el progreso para mejorar la calidad de vida? BLAUSTEIN - Hablas con verdad, así lo creo yo.

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GARELLI - ¿No seremos entonces, como publicitaron algunos, los héroes verdaderos de esta sociedad1? BLAUSTEIN - A decir verdad, creo que ese rótulo podría quedarnos por entero holgado. GARELLI - Pues bien, tómate un tiempo para reflexionar y contesta mi siguiente pregunta. ¿Guía la decisión de emprender un determinado proyecto científico la necesidad de aquellos que nos rodean? ¿Nos interpela en este sentido el otro en cuanto otro o más bien, por el contrario, es en nosotros mismos en quienes estamos pensando a la hora de elegir dicho proyecto? BLAUSTEIN - No es necesario que me tome tal tiempo, pues veo con claridad que no nos hacemos responsables por ese otro que nos interpela. Nos han enseñado a priorizar nuestros propios apetitos2 por sobre el bien común, por sobre las necesidades del otro. GARELLI - ¿Y cuáles serían tales apetitos? BLAUSTEIN - Huelga explicitarlo, mi genial amigo Garelli, empero aboquémonos una vez más a ello. Preferimos obtener buenas notas durante la carrera, deseamos obtener becas o subsidios, bien anhelamos publicar en revistas de alto impacto o trabajar en empresas que retribuyan con cuantiosas cantidades de dinero el fruto de nuestro trabajo. En fin, grandes son los esfuerzos que le dedicamos a ingresar, permanecer y promocionar en este sistema. A obtener riqueza y honor en forma de prestigio personal, aquellos bienes inestables a que hacía referencia el filósofo maldito 3. Finalmente, luego de unos años en el sistema científico, termina por resultarnos irrelevante por entero si nuestro trabajo se vincula con la resolución de alguna problemática social en tanto y en cuanto sea publicable en revistas internacionales, o bien sea patentable, en fin, en tanto y en cuanto sea acreditable.

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Por aquella época circularon ciertos carteles de la Fundación Insitituto Leloir proponiendo que los científicos debieran ser tomados por los héroes verdaderos (los carteles fueron adornados con imágenes de superhéroes científicos) por cuanto los científicos argentinos, lejos de trabajar para sus curriculum vitae, para su prestigio, para sus publicaciones, en pos de su pasión científica; muy por el contrario se asumía que luchaban estoicamente para resolver las enfermedades de la sociedad. Estos carteles recibieron furiosas críticas. 2

Spinoza distinguía deseo de apetito por cuanto el primero se podía entender como el segundo, el esfuerzo (conatus) referido al alma y al cuerpo, pero con conciencia del mismo. Véase B. Spinoza, “Ética demostrada según el orden geométrico”, Madrid, Editora Nacional, 1980, pp. 141-277. 3

A la hora de buscar bienes ciertos, estables, Spinoza desecha el honor y la riqueza por ser inestables. Véase B. Spinoza, “Ética demostrada según el orden geométrico”, Madrid, Editora Nacional, 1980, pp. 141-277.

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GARELLI - Entonces, ¿diremos como dicen nuestros amigos 4 que el científico resulta ser tan funcional a este sistema de producción capitalista como el que más? ¿Termina el científico claudicando ante la presión de un sistema que lo presiona para publicar temas calientes en revistas de moda, para aceptar subsidios provenientes de empresas multinacionales de dudosos cuando no explícitos y oscuros fines? ¿Habremos de clamar pues, querido amigo, “homo homini lupus”5? ¿Será el fin que persigue el científico el placer personal? BLAUSTEIN - Pues, a decir verdad, no reconocen los científicos que su telos sea la hedoné. Más bien siempre reniegan, cuando son interpelados, de que persigan como fin, como bien de su práctica científica el placer. No aceptan que los mueva la fama, el dinero, el prestigio. Empero, algunos científicos que hoy nos gobiernan entienden de manera lúdica la ciencia6. Esta tesis fue otrora refutada por nuestros amigos7.

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En clara referencia a Oscar Varsavsky: “Lo que conseguimos fue estimular el cientificismo, lanzar a los jóvenes a esa olimpíada que es la ciencia según los criterios del Hemisferio Norte, donde hay que estar compitiendo constantemente contra los demás científicos, que más que colegas son rivales. Y como esa competencia continua no es el estado ideal para poder pensar con tranquilidad, con profundidad, no es extraño que ninguno de los muchos papers publicados por nuestros investigadores desde 1955 haya hecho adelantar notablemente ninguna rama de la ciencia. Si no se hubieran escrito, la diferencia no se notaría. A cambio de ese ínfimo aporte a la ciencia universal, encontramos que estos cientificistas no atendían a los alumnos, o peor, implantaban un criterio aristocrático en la Facultad: elegían algunos buenos alumnos porque los necesitaban como asistentes para su trabajo, y se dedicaban exclusivamente a ellos. Los demás eran considerados de casta inferior y debían arreglarse como pudieran. (…) Toda esa gente, aun quedándose en el país, cortaba sus lazos con él y se vinculaba cada vez más al extranjero. Algunos terminaban yéndose al Hemisferio Norte definitivamente, pero ese no era el problema más grave. Más problema eran los que se quedaban pero se ocupaban sólo de temas que interesaban a los Estados Unidos o a Europa. Cuestiones de ciencia aplicada que interesaran al país no se investigaban. Problemas de ciencia pura que pusieran tener alguna ramificación beneficiosa para el país, no se veían. Que pudieran ser un aporte significativo para la ciencia universal, no aparecieron. En cambio teníamos una especie de colonización científica; todos nuestros criterios, nuestras medidas de prestigio, los valores e ideales de nuestros muchachos más inteligentes, estaban dados por patrones exteriores, aceptados sin análisis, por puro seguidismo e imitación.” O. Varsavsky, “Facultad de Ciencias en un país sudamericano”, Charla en la Universidad Central de Venezuela, 1968. 5

Véase T. Hobbes, “Leviatán”, Tomo I, Buenos Aires, Losada, 2004. 6

La referencia, según la mayoría de los comentadores, refiere al por entonces Ministro de Ciencia y Tecnología argentino, Lino Barañao, quien sostuvo que “la ciencia es una actividad lúdica, es muy divertido hacer ciencia”. L. Barañao, “Definiciones de Lino Barañao, a seis meses de la creacion del ministerio de ciencia”, Diario Página 12, Buenos Aires, 23 de Junio de 2008. 7

La alusión a Varsavsky es clara una vez más: “Pero la originalidad no puede ser el único criterio. Eso corresponde a la ideología de que la ciencia es un juego y que el científico puede elegir el tema que le divierta más, porque su recompensa es el placer que experimenta al dedicarse a ese juego. Esa ideología se lava las manos de los problemas sociales y por eso debemos rechazarla.” O. Varsavsky, “Ciencia, Política y Cientificismo”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1989.

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GARELLI - Entonces, siendo que tal sistema moral no pretende edificarse en derredor de su propio bienestar, de su propio placer. ¿Qué aducen? BLAUSTEIN - Pues algunos, simplemente, manifiestan un relativismo moral, aduciendo que lo que es bueno para algunos lo es malo para otros y acusan de moralistas a quienes indagan acercar de las motivaciones de los sujetos científicos, se ofuscan y se muestran escépticos a la hora de intentar encontrarle un sentido social mediato o inmediato a su práctica cotidiana. Incluso plantean que no es necesario que el científico mantenga una práctica comprometida con la sociedad pues bastaría una correcta interacción cotidiana con los compañeros más cercanos, en una suerte de jardín reducido, rindiendo así pobre homenaje a Epicuro. Un planteo similar escinde, dada una misma persona, al sujeto científico y al político, de modo esquizofrénico, ocupándose solo el segundo de la reflexión ética. GARELLI - Bien vemos aquí, mi buen amigo Blaustein, la imposibilidad de una reflexión ética en ciencia mientras impere tal relativismo moral. BLAUSTEIN - Sostienen los otros, con una postura más intelectualista, que el conocimiento es bueno en sí mismo. Y por virtuosos se tienen en cuanto producen conocimiento, dándose ínfulas, pues mantienen que el mismo, se derrama por toda la Sociedad, produciendo bienestar aquí y allá8. GARELLI - Conozco esta tesis, que deviene fundamentalismo en cuanto y en tanto no procuran nunca dar sustento, soporte histórico a tal tesis. Que no parece ser confirmada a juzgar por el presente gris en que se encuentran los hombres. No pretenden argumentar ni contra-argumentar y esta fe positivista que mantienen en el progreso de la ciencia y del conocimiento mucho termina por asemejarse al fundamentalismo religioso a que tanto batallan. Inevitablemente esta postura conduce a la imposibilidad de la reflexión ética. BLAUSTEIN - Pero existen aun otras posturas.

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A juzgar por el desarrollo de la argumentación pareciera que los autores hacen alusión a la concepción más instalada en el medio científico de principios del siglo XXI que entre sus características tenía la de un realismo ingenuo acompañado por la certeza del progreso de la ciencia y la confianza en el método científico universal, objetivo, neutral y políticamente aséptico. Uno de los más prestigiosos científicos de la Argentina citaba el capítulo de Educación y Ciencia de la Comisión Internacional en Educación en el siglo XXI de la UNESCO “El conocimiento descubierto por un científico es una adición inmediata al patrimonio del conocimiento de la humanidad y se convierte en un símbolo de universalidad. (…) la ciencia debería permitir a todo ser humano caminar en una vía iluminada por la felicidad del entendimiento” para concluir que “Estas sabias palabras presentan a la ciencia como el mejor antídoto contra el fundamentalismo”. Las itálicas son nuestras. Para un mayor desarrollo, véase A.R. Kornblihtt, “On Intelligent Design, Cognitive Relativism, Vitalism and the Mistery of the Real World”, IUBMB Life, 59 (4-5), 2007, pp. 235-237.

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NEUTRÓFILO9 - Discúlpenme la intromisión, generalmente no interactuamos con nadie en un colectivo si bien nos encontramos rodeados de gente, pero dado que viajo solo, he estado escuchando su conversación. Me parece que es necesario que participe de la misma debido a que la forma en la que se están refiriendo a la ciencia es peligrosa y me extraña de dos graduados de esta excelente casa de estudios. GARELLI - Bienvenido pues, esperamos tengas la gracia de disculpar nuestra ignorancia y que puedas encarrilar a nuestras almas que deben de haberse extraviado en lo referido a estos temas hace largo tiempo. Mi nombre es Garelli y éste que aquí me acompaña es Blaustein, ¿tú cómo te llamas? NEUTRÓFILO - Mi nombre es Neutrófilo. BLAUSTEIN - Querido amigo, nos sería de gran agrado que nos expongas tu opinión y nos expliques a qué te refieres cuando dices que nuestra visión respecto de la ciencia es peligrosa. NEUTRÓFILO - Lo haré y con gusto. Estoy convencido de que ustedes están buscando algo en el lugar equivocado, la ética no tiene jurisdicción en el mundo de la ciencia, al menos no cuando se entiende correctamente a la ciencia. Probablemente su error se encuentre en la manera en la que están caracterizando la ciencia, me da la impresión que ustedes están confundiendo la ciencia y la tecnología como si fueran una sola. La ciencia no es otra cosa que la búsqueda del Conocimiento mediante un infalible método que garantiza su certeza. A diferencia de la tecnología que produce cosas útiles, la ciencia produce conocimientos. Como tal, no tiene valores y es éticamente neutra. La reflexión ética en el mundo de la ciencia no tiene uso alguno (excepto tal vez en cuestiones relacionadas con la higiene, la seguridad o experimentos que utilizan humanos o animales). No soy necio y reconozco los grandes peligros que conllevan los usos indebidos de los productos que surgen del avance tecnológico, pero el conocimiento en sí mismo no es ni bueno ni malo y, por lo tanto, lo mismo vale para la ciencia.

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La entrada de este personaje da comienzo a lo que la mayoría de los intérpretes han marcado como el pasaje de la crítica al neutralismo. Su nombre tiene una doble referencia, por un lado la obvia relación con aquellas posturas que consideran que la ciencia es conocimiento neutral y por otro la pertenencia del personaje al sistema científico, dado que se llaman neutrófilos a ciertas células del sistema inmune. Este personaje defiende las posiciones de la moral científica que muchos científicos mantienen y que incluso publican en revistas de alto impacto dentro de su comunidad (vease por ejemplo L. Wolpert, “Is science dangerous?”, Nature, 398, 1999, pp 281-285).

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GARELLI - Has expuesto con suma claridad la doctrina de la ciencia neutral. Con todo, creo que aún tengo dudas sobre lo que has dicho. BLAUSTEIN - Creo que deberemos examinar la cuestión en mayor profundidad para librarnos de toda ignorancia. ¿Acaso no nos corresponde a los científicos responsabilizarnos también por la pobreza, por las guerras, por los problemas ambientales y ecológicos? Respóndeme por ejemplo: ¿Crees tú que la utilización de armas biológicas en el marco de una guerra es algo bueno? NEUTRÓFILO - ¡De ninguna manera! GARELLI - Y bien, ¿a quién sería prudente responsabilizar por su utilización? NEUTRÓFILO - Creo que sé a donde te diriges y te digo que de ninguna manera el científico es responsable de una barbaridad como esa, sino los políticos y militares que usan las armas. BLAUSTEIN - Ahora bien, ¿es la utilización de vacunas algo bueno o algo malo? NEUTRÓFILO - Algo bueno sin dudas. GARELLI - ¿Del trabajo de quién es que las vacunas son fruto? NEUTRÓFILO - De los científicos, claro. BLAUSTEIN - ¿Y no es la creación de una vacuna algo meritorio de alabanza y admiración? ¿No llamamos, pues, virtuoso a aquél que puede regalarle a la humanidad toda la potencialidad de salvar tantas vidas? NEUTRÓFILO - Claro. GARELLI - ¿Y no decimos que es bueno salvar vidas y entregar la potencialidad de salvar vidas? NEUTRÓFILO - Si no decimos que eso es bueno, entonces no entendemos el concepto de bondad. BLAUSTEIN - Por lo tanto, según tu razonamiento, el científico es bueno cuando crea una vacuna. 7


NEUTRÓFILO - Así lo creo. GARELLI - ¿Pero cómo puede ser que prediques la bondad del científico cuando recién sostenías que sólo podía ser neutro? BLAUSTEIN - ¿Y cómo es posible que admitas la bondad en la creación de una vacuna pero niegues la maldad al referirte a las armas biológicas? ¿Acaso habremos de acometer una nueva lectura del Prometeo platónico10? Creo, querido amigo, que nos tienes perplejos y que has logrado contradecirte11. NEUTRÓFILO - Con sus preguntas han logrado confundirme. De todas formas sigo firme en mi creencia. Veo también que con sus sofismas y su retórica pueden trastocar el sentido común y confundir a la gente que nos escucha en este colectivo. BLAUSTEIN - ¿Crees que sólo te hemos hecho preguntas capciosas y que hemos intentado confundirte como si fuésemos unos sicofantes? NEUTRÓFILO - Me parece que sí. GARELLI - Por favor, intenta recomponerte. Es posible, buen Neutrófilo, que no te hayamos comprendido lo suficiente y que por eso aún no seamos de tu opinión. NEUTRÓFILO: Está bien, si bien creo haber sido lo suficientemente claro, intentaré exponer mis ideas nuevamente y de manera muy otra. Veo que ya no siguen las enseñanzas que generosamente les han dado en nuestra facultad y que se han acercado a la filosofía. Tal vez si utilizo una metáfora me entiendan mejor. La ciencia, mientras lee pacientemente las 10

En clara alusión al texto de A. Bonilla, “Relecturas contemporáneas del Prometeo platónico”. Se realiza allí una interpretación del Prometeo platónico para abordar el debate de la ética en torno al desarrollo energético. En el mismo, resulta iluminador el siguiente pasaje de I. Fetscher “Quizá puedo haber despertado la impresión de que busco reunir forzadamente en un complejo unitario todas las posibles cuestiones actuales: el problema ecológico, el de la distribución desigual de los bienes de esta Tierra entre los pueblos y dentro de las diferentes sociedades, la problematicidad del individualismo posesivo y del egoísmo, y de la ciencia y la técnica modernas orientadas exclusivamente al dominio de la naturaleza. Pero no soy yo quien ha establecido artificialmente una conexión entre estas cuestiones sino que ella reside en la propia naturaleza de las cosas”. Para un mayor desarrollo, véase I. Fetscher, “Condiciones de supervivencia de la humanidad”, Barcelona, Alfa, 1988. 11

Esta aparente contradicción en la que muchos científicos paecen incurrir es descripta claramente por M. Heler “La tecnociencia suele ser defendida recurriendo a todos los beneficios que la ciencia ha brindado (…) Pero nada tendría que ver con los prejuicios, dado que éstos serían resultado de decisiones extrañas. (…) La paradoja es una inconsistencia que no puede sostenerse”. M. Heler, “Ética y ciencia: la responsabilidad del martillo”, Buenos Aires, Biblos, 1996, p. 22.

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páginas de la naturaleza, produce martillos. Un martillo en sí mismo no es ni bueno ni malo. Pero a un martillo se le puede dar un buen uso (como construir una casa) o un mal uso (como romperle el tabique a alguien). Pero en esto no tiene nada que ver el constructor de martillos, sólo aquel que empuña el martillo y lo utiliza es responsable. ¿Me han comprendido ahora? BLAUSTEIN - Si bien imagino que complacería a quien siga la doctrina de Manes, no creo que tu metáfora sea la más feliz12, aún así la creo lo suficientemente simple, incluso para nuestros entendimientos. Empero, espero no te molestes si te hacemos algunas preguntas. ¿Los científicos son seres humanos y tienen vidas y familias como el resto de nosotros y viven en el mundo de la actualidad, no es así? NEUTRÓFILO - ¡Por supuesto! ¿Qué clase de pregunta es esa? BLAUSTEIN - Veo claramente pues que los científicos, en tanto seres humanos que viven en el mundo de hoy en día, necesitan dinero, ¿Convienes en ello? ¿Y quién es tan bondadoso mecenas que os financia en vuestras aventuras de la creación de martillos? NEUTRÓFILO - Aquí en la Argentina… pues bien en algunos casos organismos como el CONICET y la Agencia, que obtienen parte de su financiación a partir de créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). A veces de empresas como Monsanto, en el caso de la agrobiotecnología, Repsol en el caso de la Geología, Techint en Física, Microsoft en Computación, etc. BLAUSTEIN - Pues bien, genial Neutrófilo, ¿no crees que no es casual que se financien algunos proyectos de investigación y que otros no logren financiarse? NEUTRÓFILO - Nada es casual, Blaustein. Sin embargo, no logro comprender a qué apuntas, más allá de que alguien me financie mi fábrica de martillos o la de otro, la responsabilidad seguirá estando en quien empuña el martillo y esto sigue sin traer problemas éticos al científico.

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Apoyándose en la referencia al maniqueísmo, se cree que este comentario es crítico de la metáfora del martillo porque muestra a la ciencia como en una dicotomía entre ciencia básica y ciencia aplicada, entre creación del martillo y su uso, sin posibilidades en el medio, como un dualismo sin más.

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GARELLI - Como nunca, se ha hecho claro que no tenemos a los mismos maestros en el mundo de la ciencia13. Permíteme preguntarte algo ahora a mí, ¿Dices tú que matar es algo malo y digno de vituperio y que ayudar al prójimo es algo bueno y digno de alabanza? NEUTRÓFILO - ¡Por supuesto! ¿Cómo podría pensar de otra manera? Me están poniendo nervioso sus preguntas. GARELLI - Creerás entonces que ayudar a un asesino es algo malo y ayudar a un filántropo algo bueno, ¿no es así? NEUTRÓFILO - Obviamente. GARELLI - ¿Y cómo sabes que alguien es asesino o filántropo? ¿Será acaso porque conoces sus fines? NEUTRÓFILO - Indudablemente, lo que caracteriza a un asesino es buscar asesinar y lo que caracteriza a un filántropo es buscar darle amor al prójimo. GARELLI - ¿Y crees que darles una herramienta que los ayude a cumplimentar sus fines es algo bueno o algo malo? NEUTRÓFILO - No vas a lograr que me contradiga tan fácilmente, ya dije que ayudar a uno es malo y al otro bueno y mantengo esto respecto a darles una herramienta. BLAUSTEIN - ¿Y un martillo no es acaso una herramienta? NEUTRÓFILO - Sería un necio si lo negara. GARELLI - ¡Ea, pues! Dime finalmente Neutrófilo, ¿dónde pondrías tu fábrica de martillos cerca de una colonia de asesinos o cerca de una de filántropos y por qué?

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Una vez más se interpreta que la referencia es a Oscar Varsavsky que al preguntarse qué opina la ciencia de la ética dice “La clásica respuesta es que ésos no son problemas científicos: la ciencia da instrumentos neutros, y son las fuerzas políticas quienes deben usarlos justicieramente. Si no lo hacen, no es culpa de la ciencia. Esta respuesta es falsa: la ciencia actual no crea toda clase de instrumentos, sino sólo aquellos que el sistema le estimula a crear.” O. Varsavsky, “Ciencia, Política y Cientificismo”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1989.

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NEUTRÓFILO - La pondría cerca de la colonia de filántropos porque los ayudaría a hacer el bien y lejos de los asesinos. BLAUSTEIN - Entonces dices que le darías a un filántropo tu martillo pues conoces sus fines, estos es, sabes para qué lo utilizará y juzgas a tal uso como bueno. NEUTRÓFILO - Es exacto. BLAUSTEIN - Gracias buen Neutrófilo, nuevamente has logrado contradecirte, pero nos has ayudado en forma invaluable a comprender de mejor manera la responsabilidad que implica el conocimiento científico14. NEUTRÓFILO - Nuevamente me han confundido y con sus preguntas han hecho que me duela la cabeza, por suerte me bajo en esta parada. Espero no volver a verlos. BLAUSTEIN - ¿Cuál crees tú, mi buen amigo Garelli, que deba ser entonces la postura del científico? GARELLI - ¿Recuerdas lo que discutíamos ayer? BLAUSTEIN - ¿Qué cosa? GARELLI - Comentábamos pues, entre risas, que muchos de los biólogos rendían culto al filósofo, jactándose de ser ellos mismos aristotélicos. BLAUSTEIN - ¡Por Zeus! Lejos se encuentran por cierto de poner en tensión la actividad contemplativa del científico de hoy día, con la necesidad de una actividad política que pretenda la vida buena para todos los ciudadanos. GARELLI - Precisamente, buen amigo. ¿Convenimos con Aristóteles en que la virtud se trabaja con hábito, se ejercita, para encontrar el justo medio?

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Enrique Marí ha expuesto una posición muy similar a la de los autores en un artículo que concluye diciendo “Si toda teoría incluye conceptualmente sus condiciones de aplicación, si toda teoría tiene un campo de aplicaciones propuestas, si el modelo cósmico de la aplicación de las teorías, es insatisfactorio, la imagen de la ciencia-martillo a doble uso pierde por completo significado. Los científicos autores de teorías cuyo campo de aplicación incluya dispositivos teóricos de resultados tecnológicos directamente criminoides, y es esto lo que ocurre en un universo de teorías muy vasto, carecen de todo margen para eludir su responsabilidad” E. Marí, “Ciencia y ética. El modelo de la ciencia martillo”, Doxa-10, 1991, pp. 319-327.

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BLAUSTEIN - Hablas con prudencia15, Garelli. Y para todos debería ser aprehensible la virtud, en tanto todos puedan ejercitarse en las virtudes éticas, educarse en las dianoéticas. GARELLI - Pues ¿qué mejor enseñanza nos podría dejar Aristóteles que la de ser justo, mesurado, la de encontrar un camino del medio que nos permita no solo contemplar lo que es mediante la ciencia, sino también modificar lo que es y que no debería ser, por aquello que debe ser, la actividad política en el más bello de los sentidos, el del compromiso con los otros? BLAUSTEIN - Ciertamente esto nos llevaría a todos más cerca de la eudaimonía, la buena vida. Y agreguémosle que no mal vendría a este objeto aquello que sostenía el filósofo del giro copernicano16, enunciando como una de las formas del imperativo categórico la del no usar jamás como medio a otro hombre, sino por el contrario tomarlo siempre como fin en sí mismo. GARELLI - Helo allí al otro17. Hágase presente entonces, con firmeza, la responsabilidad para con ese otro que nos interpela. BLAUSTEIN - Me es claro pues, que los científicos no siguen a ninguno de los filósofos que hemos mencionado, muy por el contrario, que existe entre ellos una tendencia muy fuerte a negar la ética respecto de su práctica. GARELLI - En eso convenimos, estimado amigo, y eso se expresa en lo que decíamos más temprano respecto de la falta de esa reflexión en nuestro ámbito de estudio y de trabajo científico. Ya no debe extrañarnos tanto aquello que observábamos. BLAUSTEIN - Déjame ahora hacerte una pregunta, ¿Es acaso esa avenida Juan Bautista Alberdi? GARELLI - Estoy persuadido de ello.

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Se hace un juego de palabras para aludir a la phrónesis, virtud intelectual de la prudencia, que es la encargada de escoger el justo medio para hallar la virtud ética. Para un mayor desarrollo, véase Aristóteles, “Ética Nicomaquea” I, II y VI, Buenos Aires, Colihue, 2007. 16

Véase I. Kant, “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”, Buenos Aires, Eudeba, 1998, pp. 1796. 17

El propio Levinas reconoce a la filosofía de Kant como su único antecedente.

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BLAUSTEIN - ¿Y no es eso acaso un signo de que debemos bajarnos en la próxima parada? GARELLI - ¡Por Zeus, lo que dices es muy exacto! EL ESTRANJERO - Cumpas, disculpen la interrusion, yo soy estranjero de cualquier universidá, de cualquier facultá. A mi no me alcansa pa poder laburá y pagarme la facultá. Beo que ustedes ablan y ablan y no se entiende mucho lo que disen, aunqe creo que tienen buen corason. El cambio no se ase solo con la sabiola, con esa cosa tan inteletualista. Ay que canviar el corason. Si ustedes no se asercan a la gente, si no vajan del mundo de la tioria, si no ablan con nosotros, si no yoran con nosotros o con nosotros rien, nunca nos ban a poder alludar a horganisar ningun cambio respeto de lo que se esstan kejando. Disculpen mi inoransia, no les rovo mas tiempo. Salú. BLAUSTEIN - Cuánto que debemos practicar, ¿no es cierto mi buen amigo? GARELLI - Cierto es, pero cuán hermoso el desafío18.

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Este final aporético, asociado en este caso a la enigmática figura del Estranjero, es característico de los diálogos de juventud de los autores.

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Bibliografía Aristóteles, “Ética Nicomaquea” I, II y VI, Buenos Aires, Colihue, 2007. Barañao, L. “Definiciones de Lino Barañao, a seis meses de la creacion del ministerio de ciencia”, Diario Página 12, Buenos Aires, 23 de Junio de 2008. Bonilla, A. “Relecturas contemporáneas del Prometeo platónico”. Fetscher, I. “Condiciones de supervivencia de la humanidad”, Barcelona, Alfa, 1988. Heler, M. “Ética y ciencia: la responsabilidad del martillo”, Buenos Aires, Biblos, 1996, p. 22. Kant, I. “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”, Buenos Aires, Eudeba, 1998, pp. 17-96. Kornblihtt, AR. “On Intelligent Design, Cognitive Relativism, Vitalism and the Mistery of the Real World”, IUBMB Life, 59 (4-5), 2007, pp. 235-237. Marí, E. “Ciencia y ética. El modelo de la ciencia martillo”, Doxa-10, 1991, pp. 319-327. Spinoza, B. de. “Ética demostrada según el orden geométrico”, Madrid, Editora Nacional, 1980, pp. 141-277. Varsavsky, O. “Ciencia, Política y Cientificismo”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1989. Varsavsky, O. “Facultad de Ciencias en un país sudamericano”, Charla en la Universidad Central de Venezuela, 1968. Wolpert, L. “Is science dangerous?”, Nature, 398, 1999, pp 281-285.

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