CENTRO JORGE ELIÉCER GAITÁN, UN PROYECTO SOBRE LO NUEVO ©Mauricio Salazar Valenzuela Universidad Politécnica de Madrid, 2016
El tiempo en la arquitectura es tan importante como el espacio: la genera, desvanece, detiene, trasforma y enaltece, como ha sucedido con el proyecto de Rogelio Salmona para el (CJEG) Centro Jorge Eliécer Gaitán, que ha transitado por casi cuatro décadas sin que se concluya la construcción de este paradigmático complejo arquitectónico; que erigido contiguo a la casa de Gaitán como ‘monumento habitable’ alberga, actualmente, su tumba convirtiéndose en un lugar de activa conmemoración, pese a la incertidumbre de su estado inconcluso. No obstante, El pasado 9 de abril de 2016, ‘Día nacional de las víctimas’, fue radicado en el Congreso, luego de 68 años de la muerte de Gaitán y el Bogotazo, un “Proyecto de Ley de Honores a Jorge Eliécer Gaitán y a su Pueblo”, que pide entre sus artículos: declarar Monumento Nacional a “El Exploratorio” –Centro Jorge Eliecer Gaitán– y, declararlo, un proyecto en construcción como “medida de reparación simbólica”, para que una vez terminado, sea patrimonio arquitectónico y cultural de la Nación. En efecto, la finalización de este proyecto y, más aun, como en 2004 describiera, en carta Salmona al Alcalde de Bogotá, permitiría que “la gente pueda recorrerlo en su integridad, apropiándose de él, viviéndolo y pensándolo en concatenación con el mensaje ideológico legado por Gaitán […], razón que el proyecto fue concebido como un espacio comunitario para el fomento de la participación ciudadana”. De igual modo, nos permitiría comprender mejor, lo fundacional que es el proyecto del CJEG en la generación de los principios y valores arquitectónicos que caracterizan la arquitectura de Rogelio Salmona
y, así evidenciar, como crea una instrumentalidad que apela a la “Memoria” como generadora del proyecto arquitectónico.
De este modo, en el CJEG se transgrede e invierte el rechazo de la historia y la tradición en la modernidad; y se innova al transmutar valores arquitectónicos, de manera crítica, de algunos aspectos concretos de la arquitectura lecorbusieriana. Así, Salmona sin caer en el historicismo estilístico y figurativo de algunas arquitecturas postmodernas: permite que las referencias históricas devengan en ‘memoria’ (disposiciones mnemónicas) de ‘lugares e imágenes’, y de esta manera, hacer que dichas rememoraciones se encuentren y trasformen en algo nuevo. Como declararía Salmona: “Es recrear, continuar en el tiempo lo que otros, los que me antecedieron, han a su vez recreado […], se trata de recrear y transformar. No de copiar”. Esta actitud adelantada a su tiempo, es el entendimiento de la situación contemporánea en donde, la cuestión no está ya en crear nuevas arquitecturas, sino en seleccionar y reordenar la memoria universal de la arquitectura: ‘cortar y pegar’ y así constituir una arquitectura collage contemporánea de “lugares dentro de lugares”. De acuerdo con lo anterior, en el Centro Jorge Eliécer Gaitán, aspectos como el surgimiento de los ‘patios en batería’ en la obra de Salmona, además de ser recreación de algunas arquitecturas mesoamericanas y cartujas, pareciera ser la transgresión de postulados lecorbuserianos como el de ‘la planta baja sobre pilotis’, ya que libera la continuidad del suelo –calle– que entra por debajo del edificio, invirtiendo el límite del plano del techo, por el espacio abierto de los –cinco– patios. Así mismo, rechaza la frontalidad de la fenêtre en longueur, transformándola en un potente panorama de Barker, de visión profunda y simultánea a 360 grados, con un punto panóptico que desde el interior del proyecto se apropia del entorno visual, y encuadra diagonalmente la convergencia de los cerros de Monserrate y Guadalupe como principio ordenador del proyecto. También en el CJEG se origina la idea de prolongar el espacio público de la ciudad a la cubierta del edificio, cuestionando la ‘terraza-jardín’ que se transmuta en ‘cubierta-plaza’ para ser habitada como un escenario público, que por su amplitud visual al paisaje lejano es recreación manifiesta del Teatro de Delfos, la Acrópolis y las pirámides mesoamericanas. Igualmente, la ‘Promenade architecturale’ se invierte, al volverse más dependiente de quien recorre el edificio, y no de los recorridos establecidos por la arquitectura: Salmona la define como “Errancia arquitectónica” por ser una experiencia
temporal sinfín de recorridos, que descubre y conecta diversos lugares, mientras se apropia el edificio como una unidad espacial y conceptual. Huelga decir, lo anterior, es sólo una mínima parte del potencial mnemónico que contiene este complejo proyecto, ya que es al recorrerlo donde se activa nuestra memoria: al encadenar arquitecturas ejemplares y fragmentos de bellas ruinas, y experimentar espacialmente máximas de Gaitán: “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”, en la formalización volumétrica no de edificio, sino de ciudad; “El silencio es grito”, en la configuración fúnebre como un cenotafio del espacio subterráneo del ‘museo de las luchas populares’; entre otras. No obstante, al recorrerlo se afirma como el tiempo en la arquitectura es tan importante… desmaterializa sus espacios, su función, como a una ruina. Será, tal vez, que ya se cumplió la máxima de Salmona en el Centro Jorge Eliécer Gaitán: “Sólo una buena arquitectura será una bella ruina, porque será juzgada por el tiempo”, por ser un proyecto sobre lo nuevo. Como Boris Groys diria "lo nuevo es insoslayable, inevitable, irrenunciable, es encontrar en la cultura el reconocimiento…”
©Mauricio Salazar
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