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La leyenda de las ánimas
Elva Cecilia González García Esc. Juan José Torres Landa • Mpio. San José Iturbide La leyenda de las ánimas
ran las 10 de la noche y doña María, como todas las noches, estaba sentada en un banco en la entrada de su casa, esperando a que su esposo llegara. Sin embargo, él podía llegar a las 6 de la tarde, como a las 3 de la madrugada, ya que era una persona alcohólica y se la vivía tomando de pulquería en pulquería. E
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Cuenta la leyenda que en una ocasión a la media noche, estaba doña María esperando a su esposo, como siempre, sentada en su banco fuera de la puerta de su casa, cuando de pronto, a lo lejos vio venir gente peregrinando, al acercarse más a ella, María se dio cuenta de que llevaban velas encendidas.
Sorprendida de ver gente peregrinando a esa hora, preguntó:
—¿Qué hacen a estas horas? Es muy noche—. A lo cual respondieron:
—Sí, es muy noche, pero tú también estás fuera de tu casa—. María respondió:
—Yo estoy fuera porque aún no llega mi marido—. Las personas sospechosamente molestas dijeron:
—¿Podemos encargarte nuestras velas? Ya es tarde y no podemos seguir peregrinando. Mañana pasaremos por ellas—. María desconcertada respondió:
—Claro, yo las guardo—. Recogió las velas y las guardó en un baúl.
Más tarde, el marido de María llegó, ella intentó contarle lo que había pasado y no pudo, pues su esposo estaba tan borracho que no puso atención y se acostaron.
Pasaron los días y ahora María no sólo esperaba a su esposo sino a la gente que había quedado en pasar por sus velas. Al ver que no pasaban, María abrió el baúl, ¡Oh gran sorpresa, en el baúl sólo encontró huesos! Fue corriendo por el sacerdote, pero él no se sorprendió y dijo a la mujer:
—Tú no sabes que a la media noche las ánimas salen a peregrinar, y tú, por estar afuera de tu casa no las dejas terminar su peregrinar. Ellas dejaron esos huesos como símbolo de su molestia.
Se dice que después de ésto, las ánimas pueden salir tranquilamente a peregrinar porque doña María espera a su esposo adentro de la casa.