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La leyenda de la mujer vampiro
La leyenda de la mujer vampiro Ellian Arie Gómez Patlan Esc. Benito Juárez • Mpio. Salamanca
e cuenta que por el año de 1973 existió una mujer acaudalada llamada doña Esperanza, quien vivía en la calle Árbol Grande de la ciudad de Salamanca. Esta mujer quería mucho ayudar a la gente necesitada, con dichas acciones se ganó el cariño y reconocimiento de muchos. S
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Desafortunadamente, un mal día ella enfermó y a pesar de todos los esfuerzos de su familia, la señora Esperanza murió. Días después, tocaron a la puerta de la familia, era un señor de aspecto muy elegante y educado, quien solicitó hablar con el hijo mayor de la señora, y le dijo:
—Disculpe usted buen hombre, pero me he enterado de su pena y le tengo una sugerencia para que usted y su familia preserven a la persona que tanto aman—. Sin dudarlo, don Felipe preguntó a aquel extraño:
—Hombre, ¿cómo es que usted podría ayudarnos?—
Entonces el hombre elegante con una mueca que daba escalofríos, sugirió que le hicieran transfusiones de sangre. Sin dudarlo, inmediatamente se puso en marcha el plan. Al cabo de unos días comenzaron dichas transfusiones, y con el paso del tiempo a doña Esperanza le empezó a crecer pelo, uñas y colmillos.
La familia contrató a una enfermera para que la atendiera y aseara, todo se empezó a tornar muy extraño porque en ocasiones, por las noches la enfermera observaba que doña Esperanza, supuestamente muerta, cambiaba de posición.
Hasta el punto de que en una noche, las cosas se pusieron muy feas: doña Esperanza abrió sus ojos, se sentó a la orilla de la cama y se lanzó violentamente sobre la enfermera, ésto causó gran preocupación a toda la familia; así que optaron por dejarla encerrada en su habitación y mandaron hacer un mausoleo en el panteón de Las Flores
en Salamanca. En cuanto la obra estuvo terminada, Esperanza fue trasladada por la madrugada para que nadie se diera cuenta, ya que se corría el rumor de que el demonio había poseído su cuerpo, y la gente comenzó a llamarla vampiro.
Sin embargo, las cosas no mejoraron, ya que era tanta su fuerza que lograba salir por las noches de su mausoleo y deambulaba por todo el panteón tratando de escapar. Noche tras noche se escuchaban gritos perturbadores y forcejeos en la reja principal. La gente tenía tanto miedo que para protegerse ponían tijeras en forma de cruz en las puertas de sus casas. Al ver ésto, la familia decidió trasladar el cuerpo de doña Esperanza.
Nadie supo realmente a dónde la llevaron, pero se rumora que tal vez el cuerpo poseído descansa en una de las catacumbas de la iglesia de San Agustín.