Junio-Diciembre. Año 2012
Nº 85-86 Hoja Informativa sobre la Espiritualidad de Santa Mª Rosa Molas
DICHOSOS VOSOTROS,... “Dichosos vosotros,...” (Mt. 5, 1 ss)La felicitación reiterada de Jesús es tan paradójica... Los pobres, los que se compadecen entrañablemente de otros (a veces tenidos por débiles en nuestra sociedad), los perseguidos por la causa del Reino de amor y justicia. Aprendemos, al hilo de la vida, que lo realmente importante es entregar el corazón a quien lo plenifica profundamente. Lo único que puede convertirnos en personas logradas es descentrarnos de nuestros intereses y enrolarnos en la aventura de hacer presente el Reino, la Buena Noticia: todos somos HIJOS de un Dios Padre bueno y Hermanos. Todos somos dignos y nadie tiene la potestad (aunque se la tome) de quitar ese valor único a cada hermano. Luchar por ello con las armas únicas que usó Jesús es hallar la verdadera felicidad en una ardua empresa que nunca veremos del todo completada, y para la cual
nuestras manos son necesarias, pero al fin y al cabo, humildes mediaciones. Descubrimos entonces que el arma más poderosa del universo es inclinar el corazón a la miseria, a la fragilidad,.. y levantarla. Lo hemos aprendido en la escuela del evangelio: Alguien lo hizo primero con cada uno de nosotros, nos miró bien dentro, confió en nosotros y nos entregó su vida. ¿Cómo quedarnos con tanto regalo? Somos enviados a mirar al fondo de cada persona que se cruce en nuestro camino, confiar en ella, entregar la vida decididamente, misericordiosamente,... Al final, vamos aprendiendo que sólo quedará el amor con que hayamos amado,... nada más, y hasta ése lo hemos recibido gratuitamente.
Maribel Sánchez
táfora del alfarero, como imagen de Dios. Hagamos nuestras las siguientes palabras y que ellas nos inviten a dar gracias a nuestro Dios: Las manos, son las manos de Dios; la inteligencia, su inteligencia creadora; la imprenta, la de ser hijos de Dios; la gracia, la de saber que siempre estamos en sus manos; la alegría, la de sentir que nos continúa modelando.
Este año 2012 ha sido, en la Iglesia, el año dedicado a profundizar en nuestra vida de fe. Así comienza la exhortación apostólica que nos invitaba a vivir este año en clave de fe: «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida... (Benedicto XVI) Ojalá en este último tramo del año nos hagamos más conscientes de que este camino de fe, fijando nuestra mirada en Jesucristo, es indispensable para nuestra vida en plenitud y posible en cualquier circunstancia histórica que nos toque vivir.
“COMO JESÚS, PARA CONSOLAR” El pasado día 1 de septiembre en la Casa Madre tuvo lugar la profesión religiosa de Thais Mor Puig. La Eucaristía fue celebrada por su hermano Tomás, sacerdote de la diócesis de Tortosa y por otros sacerdotes. Una Eucaristía vivida desde la alegría, la felicidad, la oración y el silencio. Una Eucaristía hecha acción de gracias por este SI al Señor. En su homilía, se nos ayudó a profundizar la Palabra de Dios de Jeremías, en su me-
También nos unimos a la alegría de nuestras hermanas de Sudamérica por la reciente profesión de Laura de la provincia de Venezuela-Ecuador y de Fernanda y Karen de la Provincia de Argentina-Chile. Oramos por su fidelidad. Le damos gracias a Dios, que sigue llamando a jóvenes en su seguimiento en la vida religiosa según nuestro Carisma.
Por una ventana… Todos los años cuando llega la Cuaresma me propongo a mi misma ofrecérsela al Señor, pero me digo, que voy a prometerle para agradarle. El sabe que me cuesta ser sumisa, tolerante,… pero en el fondo de mi ser queda algo bueno para ofrecerle. Pero este año tengo cosas que agradecerle y darle muchas gracias porque no me ha dejado sola en los momentos tan malos que he pasado, por su confianza que ha tenido para hacerme fuerte, he llegado a estar tan tranquila en llevar mi enfermedad que parece que se me ha borrado de mi mente, como la hoja cuando cae del árbol y titubea hasta llegar al suelo, sabe que de allí no pasa, yo he llegado a un tope de mis enfermedades y creo que voy a remontar como el águila que vuela, extiende sus alas y vuelve con sus polluelos, su familia.
También quiero dar gracias a todas las Hermanas de la Consolación han sido el cojín donde he podido recostarme y no me han dejado sola. Han rezado, han puesto velas, han pedido que todo
fuera bien en mi operación y que todo saliera con éxito. Cuando mi hija se fue de religiosa creí que se me había cerrado una puerta, pero cuantas ventanas se me han abierto, mi familia espiritual como siempre digo creció y creció, ¡cuántas hijas tengo ahora!, nunca en mi vida llegué a pensar cuantas personas me querían o me apreciaban y eso me ha llenado de satisfacción y orgullo, pero orgullo sano. He llorado de felicidad y me tocaba mi cuerpo por si estaba soñando, pero todo ha sido realidad. He rezado a María Teresa porque sé que también me ha echado una mano desde donde está, en el país donde ya no se sufre pero desde una nube se ve el mundo y las personas que son agradecidas, por eso deseo que la familia Consolación cada día crezca más y más. Conchita Andrés, Madrid (madre de una Hermana de la Consolación)
“Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia” Ante la pregunta “¿se puede cambiar la Palabra de Dios?”, seguro que responderíamos: “¡pues claro que no!”. Sí, tienen razón, pero para poder comprender la bienaventuranza de la “misericordia” con mayor profundidad, me atrevo a cambiarla con la libertad que me da la propia Palabra de Dios. Quedaría así: “Bienaventurados los justos, porque alcanzarán misericordia”. Queda bien ¿verdad? ¡Pues claro que sí! No crean que estoy inventándomela, simplemente buceo en la propia Palabra para entender mejor lo que el Maestro nos quiere decir. El profeta Oseas nos recuerda que según lo que uno siembra, eso cosecha. ¡Es obvio! Si siembro semillas de calabaza, nacerán calabazas; si siembro pipas, tendré girasoles. Hay gente que siembra “viento” y ¿qué cosecha?, dice el profeta que “tempestades” (Os 8,7) y continua diciendo que quien siembra maldad, recoge injusticias. Pero aquel que siembra justicia cosecha misericordia (Os 10, 12). Podemos afirmar entonces, que la misericordia es fruto de la justicia. Por alguna razón Mateo colocó la bienaventuranza de la misericordia a continuación de la bienaventuranza de la justicia. Sembramos justicia para recoger misericordia. Habrá misericordia si practicamos la justicia. Intentemos profundizar en lo que Oseas nos quiere decir. El profeta es
un hombre que amaba a su esposa, pero ésta le fue infiel y lo abandonó. Él continúo amándola y debido a este amor,la perdona yla acoge nuevamente. Esta dolorosa experiencia,la utiliza como símbolo para expresar la relaciónde Dios con su pueblo. Dios ama a su pueblo con amor eterno, pero cuanto más los atrae hacía Él con lazos de amor, más se alejanellos.Los reyes y los sacerdotes conducen al pueblo a la ruina y ala desolación, cayendo así en la infidelidad, siendo injustos con Dios que los ha desposado para siempre en justicia y en derecho, en misericordia y compasión. En este desposorio Dios sólo pide: “misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos” (Os 6,6). Podemos concluir que para el profeta la justicia es la coherencia con este “desposorio”, es decir,la conformidad con la voluntad divina. Si la justicia es cumplir la voluntad divina, el que practica la justicia (siembra justicia) alcanzará la Misericordia de Dios (cosechará misericordia). En el Evangelio encontramos personajes que siendo justos han alcanzado misericordia. ¿Se acuerdan de Simeón? Lucas nos dice que “era un hombre justo y piadoso” (Lc 2,25) y por ser “justo”,movido por la acción de Espíritu Santo, sus brazos
sostuvieron la Misericordia de Dios y sus ojos vieron al Consolador. Sembró justicia y obtuvo misericordia. ¿Se acuerdan de la profetisa Ana? No se apartaba del Templo ni de día ni de noche, todo lo contrario del pueblo que se alejaba de Dios con infidelidades, así obtuvo la misericordia de poderhablar del “Niño” a todos los que esperaban la salvación. Hay otro personaje bíblico que sembrando justicia cosechó misericordia. Es grande por su humildad y el Evangelio sólo dice que era “justo”. De tal manera era justo, que Dios lo eligió para ser el padre de sus entrañas misericordiosas encarnadas.Tomó consigo a su esposa María, al Niño que de ella nació le puso por nombre Jesúsy por cumplir “toda justicia”, vivió al amparo de la misericordia del Altísimo todos los días de su vida. En una de las parábolas de Jesús, aparecenvarios caminantes-peregrinos. Uno de ellos fue maltratado, víctima de la injusticia. Otros pasan junto a la injusticia, la ven y por no comprometerse con el dolor del prójimo, se convierten en sembradores de injusticia.Otro peregrino ve la injusticia que han sembrado en el camino, se conmueven sus entrañas y arranca de su camino toda injusticia. Se aproxima, se coloca en el suelo a la misma altura del que sufrió injusticia, lo levanta, cura sus heridas y le asiste en sus necesidades. Al arrancar la injusticia de su camino, siembra justicia y la justicia sembrada de este buen peregrino, se convierte en misericordia para el peregrino injustamente abatido (Lc 10, 25-37). Podríamos continua sumergiéndonos por la Palabra de Dios buscando personajes que sembrando justicia cosecharon misericordia. Un personaje más y después se queda como tarea personal para nuestro crecimiento espiritual. Se trata del padre que hizo justicia con su hijo
más pequeño. Éste se alejó de la casa paterna con la herencia y la malgastó, como el pueblo infiel del que hablaba el profeta Oseas, quedando en la ruina y desolado. Había sembrado injusticia. A su padre se le conmovieron las entrañas cuando de lejos, le vio volver a casa y lo trató con justicia, porque el amor del padre no podía negar que aquel que llegaba, postrado e indigente, era su hijo muy amado.La justicia sembrada del padre hizo que el hijo cosechara misericordia (Lc 15). El Evangelio está lleno de personajes que siendo justos, cumpliendo con la voluntad de Dios, han hecho posible la misericordia. Pero todos estos personajes nada más son un reflejo del único Justo, el Hijo de Dios, que se ha hecho Semilla de Justicia y sembrada en esta tierra humana, los humanos hemos obtenido la Misericordia divina. Su justicia fue cumplir la voluntad de su Padre y cumpliéndola, ha hecho posible que hoy todos podamos cosechar la Misericordia divina. ¿Y yo qué siembro?... Seamos sinceros y respondámonos. Guardemos como María en nuestro corazón todas estas cosas del Maestro, sólo sembrando justicia cosecharemos misericordia. “Bienaventurados los justos porque alcanzarán misericordia”. Antonia Munuera Alemán Hermana de la Consolación (México)
¿Por qué Jesús llama felices, dichosos, bienaventurados… a los misericordiosos? Muy fácil: porque ellos aman como Dios ama, porque han experimentado la ternura y la bondad de Dios y tratan a los demás como el mismo Dios les trata a ellos. Y en verdad, la experiencia de la Misericordia divina puede cambiar por completo nuestra persona, nuestra vida, nuestro manera de pensar, sentir y actuar… ¿por qué? Porque la misericordia es mirar al otro desde el corazón, es cuidar del otro sin esperar nada a cambio, es amar aunque el otro no se lo merezca. “En la predicación de los profetas la misericordia significa la potencia especial del amor, que prevalece sobre el pecado y la infidelidad del pueblo elegido” (Dives in misericordia, 4). Ese es el rostro de Dios que Jesucristo ha venido a mostrarnos: un Dios Padre que se estremece por sus hijos, que nos ama con una locura tal, que la pobreza, debilidad, pecado, fragilidad… no le aparta de nosotros sino que le impulsa a salir corriendo en nuestra ayuda. Mª Rosa Molas experimentó esta ternura, fidelidad y misericordia de Dios, y ella misma se convirtió en instrumento de misericordia. ¡Cuántas veces acudió al lado del enfermo a media noche! ¡cuántas veces acarició y escuchó al anciano cascarrabias! Amó con misericordia a las hermanas que le levantaron una calumnia, al anciano que le tiró la sopa a la cara, a los enfermos que tenían tales llagas que echaban atrás, a los niños llenos de suciedad y pulgas que no apetecía ni acercarse… se hizo misericordia porque miró su necesidad, su pobreza, su fragilidad con los ojos del corazón, un corazón que ha experimentado la bondad de Dios. ¿Cómo podemos ser nosotros misericordia? Quizá deberíamos empezar por ir al oculista y al otorrino. ¡Tranquilos!
Ahora me explico mejor. La misericordia empieza por aprender a mirar a la otra persona desde los ojos del corazón, no fijarnos en lo que hace bien o mal, sino en todo lo que ella es, es decir, una mirada complexiva, que acoja todo lo que la persona es en sí misma y no sólo lo que parece a primera vista. Debemos pedir a Dios que nos gradúe bien las gafas del corazón para ser misericordia como Él y no quedarnos en una parte reducida de las personas.
La misericordia tiene mucho que ver con la escucha sincera de la otra persona sin adelantarnos a juicios; la escucha de su corazón más que de sus palabras. En el interior, las personas, vivimos muchos sentimientos iguales aunque las circunstancias exteriores sean diferentes, dentro de nosotros resuena igual; por lo tanto, no es tan difícil escuchar el corazón del hermano. Debemos pedir a Dios que nos limpie bien los oídos para oír el corazón del hermano y no sólo el nuestro. Dejemos que la realidad del mundo nos toque, que nos toque lo humano, lo que nos hace pequeños y vulnerables, lo que nos devuelve a nuestro lugar de creaturas. Dejemos que las entrañas se nos conmuevan, y nos saquen de nuestra comodidad, de nuestro tiempo, de lo que está ya organizado y calculado, para poner entrañas de humanidad en el mundo y así para hacer real el misterio de la encarnación. Sonia González Hermana de la Consolación
…“BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS SERÁN TRATADOS CON MISERICORDIA”… (Mt. 5, 7) Motivación inicial: En el Cántico de Isaías se nos invita hablar al “corazón del hombre”. Tener Misericordia es llegar al “corazón”, sentir que nuestro hermano, un necesitado de perdón, amor, compasión y ternura nos invita a estar cerca de él, de su sufrimiento y del vacío de su corazón. Palabra de Dios: …”Como elegidos de Dios, consagrados y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión, de amabilidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, sopórtense mutuamente; perdónense si alguien tiene queja del otro; el Señor los ha perdonado, hagan ustedes lo mismo. Y por encima de todo el amor, que es el broche de perfección”… (Col 3, 12-14) Comentario a la Palabra de Dios: El Apóstol San Pablo, en la carta a los Colosenses, nos exhorta a revestirnos del <<hombre nuevo>>, a llevar una vida de amor centrada en Cristo Jesús, que habita en todos y que nos une a todos. Se nos invita a tener amor, paciencia, misericordia y compasión de todo hermano que sufre, que se equivoca. Es una llamada a sentir la alegría de la “entrega total” de Jesús por amor a nosotros y a vivir en la Gracia de la bendición de Dios… «Porque eterna es su misericordia» (Sal 136). Es conmoverse en el propio corazón por el sufrimiento del hermano”, es volcarnos en gestos de amor, compasión, reconciliación y cercanía ante la necesidad del otro. Teniendo como modelo de vida a Jesús, nosotros los cristianos, debemos tratar a los otros con profundas entrañas de misericordia, buscando en todo momento agradar a Dios. Es una invitación a preguntarnos… ¿Qué haría Jesús en esta situación? Cómo actuaría Jesús con este hermano? Desde la experiencia de Santa María Rosa Molas: Una actitud constante que caracterizaba a María Rosa Molas, era su espíritu fuerte y decidido, que no miraba otra cosa que hacer sentir a sus hermanos la misericordia y el amor de Dios hecho Consolación. Virtud que se vive desde un íntimo y continuo trato con Dios que presidía su vida, su acción, sus afectos para defender los intereses de los pobres, del débil y la verdad, María Rosa «poseía el secreto de ganar los corazones; infundía recogimiento y veneración». «Era inexplicable verla siempre bondadosa, afable y cariñosa con una superioridad de espíritu envidiable». Por ello, se le califica como «maestra en humanidad » y «auténtico instrumento » de la misericordia y la consolación de Dios. «En el mundo parece que estaba únicamente para consuelo de todos». Nuestra Madre, María Rosa Molas, se hace transparencia de la Misericordia del Padre, mostrando a los hombres los caminos de la Consolación de Dios. Oración final: “Bienaventurados los misericordiosos”. Señor, hazme sentir tu misericordia. Gracias por tu gran amor que llena el corazón de paz y alegría. Tú que eres rico en Misericordia, hazme instrumento de tu misericordia, para que pueda llevar tu consolación a todos mis hermanos, sobre todo, a los más necesitados de tu compasión.
Tú que fuiste elegida por el Señor para ser instrumento de consolación en su obra redentora, ruega a Dios con la fuerza de tu amor y tu fidelidad, para que nosotros vivamos también como fieles hijos suyos, buscando en todo y sobre todo el bien de nuestros hermanos. Intercede por nosotros, peregrinos en el tiempo, para que las realidades temporales no nos aparten de nuestro destino eterno, antes bien, sepamos descubrir en todas ellas la huella de nuestro Dios y podamos vivirlas con pureza de corazón.
HH. Ntra Sra. de la Consolación María Rosa Molas, 2 43590 JESÚS-TORTOSA (Tarragona)
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