EDITORIAL
Hemos iniciado febrero, el mes que el mundo llama del “Amor y Amistad”, pero más allá del orden comercial y de la tendencia superficial y artificial del amor, queremos adentrarnos a una sencilla reflexión acerca de cómo debemos vivir
el amor conyugal, proponiéndoles el tema “Vivir el amor en el sacramento del matrimonio” El amor que inicia como una comunión entre las personas, se realiza respetando la diversidad de cada uno desde el noviazgo, etapa que permite afrontar y superar dificultades, alegrías, diferencias y por tanto sufriendo; lo cual ha de verse no sólo como inevitable, sino como camino para que ese mismo amor vaya alcanzando una plenitud insospechada, a pesar de las dificultades, y quizá por ellas. ¿Cómo situar al amor humano entre hombre y mujer en la perspectiva del plan de Dios? Y más concretamente ¿Cómo
situarse en cuanto a esposos en esa perspectiva? Estas preguntas nos pueden servir de guía para reflexionar la gracia que hemos recibido de Dios hemos en el sacramento del matrimonio. Lo que constituye el núcleo del matrimonio es el amor entre los esposos manifestado en el consentimiento como signo e instrumento real de su entrega mutua. En el sacramento del matrimonio el amor humano entre hombre y mujer, se convierte en signo eficaz de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Gracias a la acción del Espíritu Santo, el sacramento capacita a los esposos no sólo para “mirar juntos a Dios” en unión con la Iglesia, sino para participar en el amor mismo de Cristo, que es el “alma” del culto cristiano. Así el amor de los esposos se sitúa no al lado de su fe o de su vida espiritual, sino en el mismo núcleo de ella, de su vocación y misión. Toda vocación lleva implícita una misión, por eso, la correspondencia a esa vocación al amor les llevará a las cumbres del amor, si procuran ser coherentes en su fe, cuidando su vida espiritual y su formación continua; a la apertura hacia otros matrimonios y familias para llevarles la alegría de vivir como cristianos; a vivir, ante todo de puertas adentro, con un “estilo cristiano” en el lenguaje y el testimonio, en el uso del dinero y de los bienes materiales, en el tiempo de ocio y en los proyectos de vacaciones, entre otros. La misión de cada matrimonio está vinculada a la familia y la calidad de la vida de esa familia, depende de la calidad de ese amor matrimonial a lo largo de los años. La primera misión es poner el amor en el mundo y para ello querer tener hijos, los que Dios envíe, y educarlos como personas y como cristianos. Pues bien, el amor es el mejor educador. El amor de los padres se traduce tantas veces en sacrificio y generosidad para dar a los hijos una buena educación y en el testimonio de las virtudes humanas: cariño, confianza y alegría. Pero también, es importante que los hijos vean cómo sus padres se esfuerzan por conocer la fe, dedican tiempo a la oración, celebran con autenticidad los sacramentos, sirven de hecho a los demás. El amor matrimonial debería llevar a una siembra de amor sobre todo en los hijos, educándoles como ciudadanos y buenos cristianos que apoyan su vida sobre los cimientos de la confianza en Dios Padre, la amistad con Jesús, la luz y la fortaleza del Espíritu y la ternura de la Virgen María. El amor de los esposos está llamado a abrirse a Dios y a los demás. En esta medida puede ser un “modelo” de todo amor, al irse convirtiendo en un reflejo del amor divino. Por eso, el amor de los esposos lleva a rezar y adorar, a alcanzar la categoría de un verdadero culto a Dios. A condición, claro está, de no “encerrarse” en el otro, sino a abrirse al amor de Dios, y en segundo lugar a todas las personas y al mundo, según el orden de la caridad: primero, la familia, y luego especialmente los más necesitados. De esta manera los esposos pueden contribuir, desde su mismo amor, a la transformación de las familias, las comunidades, las iglesias y al mundo entero.
ACTUALIDAD FAMILIAR
EL AMOR CONYUGAL Redescubrir el amor conyugal, es mirar atrás y remontamos a los primeros días de nuestro noviazgo, y revivir las etapas que ese sentimiento inicial llevó hasta desarrollar en la pareja ese amor sólido que lleva al sacramento del matrimonio. Según el autor Tomás Melendo. el amor transcurre en diferentes etapas, y éstas transcurren como si estuviésemos escalando hacia la cima de una montaña , primero en la base de la montaña surge el amor romántico, que es el primer sentimiento donde afloran la atracción física, un aprecio especial a esa persona, ese cosquilleo en el estómago, la emoción, la impaciencia por verlo(a), sin darnos cuenta esa persona ocupa nuestra mente y nuestro corazón. Ese enamoramiento, surge de manera espontánea, nadie decide o se propone estar enamorado de una persona, por tanto no exige esfuerzo de nuestra parte, nace del sentimiento y es el más frágil e inestable. Si ese amor se va alimentando de la constancia, confianza, sinceridad y respeto ese sentimiento pasa de la simple atracción física a la siguiente etapa: el amor de donación en él hay una inclinación a la entrega de nuestro propio yo personal para siempre desde lo más profundo del ser, es decir, que nos descentramos de nosotros mismos para querer al otro no sólo desde las emociones, sino también, a través del entendimiento y la voluntad , Aquí pesan más las cualidades personales, es decir, el quién eres, lo que eres o cómo eres , adquieren especial valor las virtudes físicas o espirituales.1 Por fin se llega a la cima de la montaña a la expresión más cumbre… El amor conyugal ¿cómo sabemos que hemos llegado?, ¿cuál es el signo de que estamos frente a una auténtica entrega? No se requiere más que una palabra para contestar, FELICIDAD. Un matrimonio es más feliz cuanto más grande sea la entrega mutua y esto requiere bajar de la escena al egoísmo, al individualismo, etc. y dejar que pase a ser el actor principal de la obra, la entrega, el desvivirse por el otro. Es pues el amor conyugal “la elección consciente, libremente asumida, de entregarse por completo al otro, aceptándolo y queriéndolo tal como es, con objeto de formar una familia”. De esta manera el matrimonio se construye sobre roca, y no sobre arena. Por otra parte Hervada (o.c. 1975, pág. 30-31)) indica que: “el amor conyugal propiamente dicho no es –en su núcleo esencial- sentimiento afectuoso, ni instinto, ni enamoramiento; es voluntad de y en tendencia a la unión que impele y ordena a las distintas potencias del ser humano hacia ella, hacia la unión, según las exigencias de justicia y de ley natural que son inherentes a esa unión. Por tanto el acto conyugal, no es un juego, sino una manifestación muy profunda de unión, de quienes se han entregado para siempre por medio del compromiso. Dicho amor conyugal, podrán alcanzarlo si hay un don de sí: fiel, perpetuo y profundo. Así lo expresan Melendo y Millán -Puelles. En este mes dedicado al amor, recordemos las diferentes etapas por las que ha transcurrido nuestro matrimonio , y revivir aquellos detalles sencillos pero que hacen que nuestra pareja sienta que ocupa ese lugar especial en nuestro corazón, y que es Dios en medio de nuestro matrimonio quien sostiene ese amor conyugal , que sin su presencia no podría los altos y bajos que se enfrentan día a día el matrimonio, no podrían sobrellevarse y que vale la pena luchar por mantener cimentado el matrimonio sobre la roca, para que los frutos en todos los ámbitos sean de calidad. 1 ACI Prensa: El camino del matrimonio: no te olvides del amor por Florencia Beltrán, con trozos del artículo: Tomás Melendo (2001 y 2002) y Lourdes Millán-Puelles,2001)
LA VOZ DEL PAPA
UN MATRIMONIO ES EL ÍCONO DEL AMOR DE DIOS CON NOSOTROS Papa Francisco - Audiencia General, Roma 2 de abril de 2014 Queridos hermanos y hermanas, Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre los sacramentos hablando del matrimonio. Este sacramento nos conduce al corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza, de comunión. Al principio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, que corona el relato de la creación, se dice: “Dios creó al hombre a su imagen: hombre y mujer los creó… por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Gen 1,27; 2,24). Imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer. Los dos. No sólo el hombre, no sólo la mujer, sino los dos. Esta es la imagen de Dios, el amor y la alianza de Dios en nosotros está allí, representados en la alianza entre el hombre y la mujer y esto es bello. ¡Es muy bello! Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva. 1. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por así decir, se “refleja” en ellos, les imprime sus propias características y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es comunión del amor de Dios con nosotros, ¡es muy bello! También Dios, de hecho, es comunión: las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos Esposos una sola existencia, la Biblia dice una “única carne”, así de íntima es la unión del hombre y de la mujer y es precisamente este el misterio del matrimonio.
El amor de Dios que se refleja en el matrimonio, en la pareja que decide libremente y unidos y por eso el hombre deja la casa de sus padres y se va a vivir con su mujer y se une tan fuertemente a ella que se convierte en una sola carne, no son dos, son uno. 2. San Pablo, en la Carta a los Efesios, destaca que en los esposos cristianos se refleja el misterio que el Apóstol define como “grande”, es decir la relación instaurada por Cristo con la Iglesia, una relación exquisitamente nupcial (cfr Ef 5,21-33).
Esto significa que el matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración (cfr Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración. El hombre y la mujer son consagrados por su amor. Los esposos, de hecho, en fuerza del sacramento, son investidos de una verdadera y propia misión, para que puedan hacer visible a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia y continúa dando la vida por ella, en la fidelidad y en el servicio.
LA VOZ DEL PAPA
UN MATRIMONIO ES EL ÍCONO DEL AMOR DE DIOS CON NOSOTROS Papa Francisco - Audiencia General, Roma 2 de abril de 2014 3. Es verdaderamente un diseño estupendo el que subyace en el sacramento del matrimonio. Y se realiza en la sencillez y también en la fragilidad de la condición humana. Sabemos bien las dificultades y las pruebas que experimenta la vida de dos esposos… Lo importante es mantener… es verdad que en la vida matrimonial hay muchas dificultades, el trabajo, el dinero que no basta, los niños que tienen problemas… tantas dificultades y tantas veces el marido y la mujer se ponen nerviosos y pelean entre ellos, ¿o no?
Pelean, siempre es así, siempre se pelea en el matrimonio. A veces ¡vuelan los platos!, ¿eh? Vosotros reís pero es la verdad. Nosotros no debemos entristecernos por esto, la condición humana es así. El secreto: que el amor es más grande que el momento de la pelea. Por eso aconsejo a los esposos, no terminéis el día sin pediros perdón. Para hacer la paz no hace falta llamar a las Naciones Unidas para hacer la paz basta a veces un sencillo gesto, una caricia. ‘Ciao, hasta mañana’. Y al día siguiente se vuelve a comenzar. Esta es la vida, llevarla adelante así, con la valentía de querer vivirla unidos. Esto es bello. Es algo bellísimo la vida matrimonial y debemos custodiarla siempre y a los hijos. Algunas veces he dicho yo aquí que algo que ayuda mucho a la vida matrimonial son tres palabras, no sé si os acordáis. Tres palabras que se deben decir siempre, que deben estar en casa: ‘Permiso, gracias, perdona’. Son tres palabras mágicas. Permiso: para no ser invasores en la vida de los cónyuges, ‘¿qué te parece? Me permito…’. Gracias: agradecer al cónyuge, ‘gracias por lo que has hecho por mí, gracias’. La belleza de dar las gracias.
Y luego, como todos nos equivocamos, la otra palabra que es difícil, pero hay que decirla: ‘perdona, perdona por favor’. Por tanto: permiso, gracias, perdona. Digámoslo todos juntos: permiso, gracias, perdona. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa, y la esposa por el esposo y el hacer las paces siempre antes de que termine la jornada el matrimonio irá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer la paz siempre. ¡que Dios os bendiga! Y rezad por mí. ¡Gracias!
“Y es justamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos Esposos una sola existencia, la Biblia dice una “única carne”, así de íntima es la unión del hombre y de la mujer y es precisamente este el misterio del matrimonio”. Papa Francisco
LUZ PARA LA FAMILIA
FAMILIA UNIDA EN EL AMOR En diversas ocasiones, se ha mencionado que la familia, es el núcleo de la sociedad. Definición, que para muchos, es la más exacta e idónea para clarificar, no sólo lo que es la familia, sino su importancia dentro de la comunidad. Los padres, son los formadores de los hombres y mujeres del futuro, por esa razón, es de suma importancia, el hecho que las familias estén bien constituidas. Actualmente, pensamos que el valor principal que justifica cualquier sacrificio es tener una "familia unida" basada en el amor de Dios. El concepto de “familia unida”, se confunde muchas veces con el de “familia junta”, es por esa sencilla razón que muchas personas viven en un modelo de "familia junta"; donde las relaciones se entablan en función de la utilidad y los intereses personales, y no sobre la base del amor. Incluso hay personas que viven en una situación de "familia rota", donde de hecho ya no hay prácticamente ninguna relación. En algunas ocasiones se afirma que del amor al odio hay un pequeño paso, y basta un suceso insignificante para destruir todo lo que parecía haberse construido en mucho tiempo. Esto nos hace pensar en una idea que circula actualmente por todas partes: la familia está en crisis. Todo el mundo lo dice, pero ¿en qué consiste la crisis de la familia? En primer lugar, hay que decir que la crisis de la familia es consecuencia de la crisis que sufre el matrimonio, ya que se considera que la familia se funda en el matrimonio, pero la nueva concepción de la sexualidad que reina en nuestra sociedad parece haber roto el ideal de matrimonio que vivieron nuestros padres y abuelos. La familia comienza por medio del matrimonio de un hombre y una mujer, y comienza con un sueño: el sueño de amar y ser amado, de vivir una vida juntos, trabajar, tener hijos, disfrutar de todas las cosas buenas de la vida, enfrentar las circunstancias de la vida juntos y terminar viejitos amándose y felices. Este es el sueño de Dios y es también el sueño de las parejas al comenzar la relación. Pero lamentablemente a través de la vida, este sueño enfrenta dificultades y muchos se desaniman, no saben cómo superar estos obstáculos, y pierden el sueño. Se dan por vencidos en algún momento de la vida del matrimonio. Y la principal razón por la que se dan por vencidos y abandonan el sueño que un día los unió, es porque no saben cómo manejar los conflictos, no buscan ayuda adecuada a tiempo y se desesperan. El Movimiento de Encuentros Conyugales es una puerta donde puedes encontrar ayuda, nunca permitas que nada ni nadie te robe tu más preciado sueño: tener un matrimonio y una familia unida en el amor. Ábrele las puertas de tu corazón a Dios, ábrele las puertas de tu matrimonio y tu familia; no permitas que el orgullo y el egoísmo te roben el sueño de disfrutar de una familia estable. No permitas que el enojo y el resentimiento destruyan tu sueño más preciado. No dejes que el pasado destruya este sueño familiar. Si has perdido fuerzas para luchar por tu matrimonio y por tu familia, hoy te invitamos a que no te rindas. No abandones el plan que Dios diseñó para tu vida y para tu familia. Si has flaqueado, levántate hoy con nuevas fuerzas, pide al Señor fortaleza y sabiduría, trabaja fuerte por la sanidad y restauración total de tu matrimonio y tu familia. Oren juntos y tomen la decisión de luchar por su matrimonio con las fuerzas y las herramientas del Señor, teniendo como aliada a nuestra Madre la Santísima Virgen María.
CARTA ENCÍCLICA - PAPA FRANCISCO
EVANGELII GAUDIUM, No. 101 101. Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Y también: «¡No nos cansemos de hacer el bien!» (Ga 6,9). Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: «Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella». Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, No. 1641 - 1642 1641 "En su modo y estado de vida, los cónyuges cristianos tienen su carisma propio en el Pueblo de Dios" (LG 11). Esta gracia propia del sacramento del Matrimonio está destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta gracia "se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la acogida y educación de los hijos" (LG 11; cf. LG 41). 1642 Cristo es la fuente de esta gracia. "Pues de la misma manera que Dios en otro tiempo salió al encuentro de su pueblo por una alianza de amor y fidelidad, ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia, mediante el sacramento del Matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos" (GS 48,2).
FESTIVIDADES DE LA IGLESIA
MIÉRCOLES DE CENIZA El Miércoles de Ceniza del año 2016 tiene lugar el 10 de Febrero. Se da inicio a la “Cuaresma” (40 días de preparación para la Pascua), que comienza el miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos. Las cenizas se elaboran a partir de la quema de ramas de olivo del Domingo de Ramos del año anterior, siendo luego bendecidas. Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios. En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión. La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres. Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos. El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre. La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6) La Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión. Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión.
FESTIVIDADES DE LA IGLESIA
Nuestra Señora de Lourdes. (11 de febrero)
El 11 de febrero, Bernadette, una niña de catorce años, recogía leña en Massbielle, en las afueras de Lourdes, cuando acercándose a una gruta, una de viento la sorprendió y vio una nube dorada y a una Señora vestida de blanco, con sus pies descalzos cubiertos por dos rosas doradas, que parecían apoyarse sobre las ramas de un rosal, en su cintura tenía una ancha cinta azul, sus manos juntas estaban en posición de oración y llevaba un rosario. Bernadette al principio se asustó, pero luego comenzó a rezar el rosario que siempre llevaba consigo, al mismo tiempo que la niña, la Señora pasaba las cuentas del suyo entre sus dedos, al finalizar, la Virgen María retrocedió hacia la Gruta y desapareció .Estas apariciones se repitieron 18 veces, hasta el día 16 de julio. El 18 de febrero en la tercera aparición la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro". San Valentin ( 14 de febrero) Valentín fue un sacerdote romano durante la época del emperador Claudio II. Éste decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque según él los solteros que no tenían familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras. Valentín consideró que el decreto era injusto y desafió a Claudio II, celebrando en secreto matrimonios para jóvenes que estaban enamorados. El emperador se enteró y como Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a palacio. Entonces el sacerdote aprovechó el momento para hacer proselitismo del cristianismo. Aunque en un principio Claudio II mostró interés, el ejército y el Gobernador de Roma, llamado Calpurnio, le persuadieron para quitárselo de la cabeza. Ante la insistencia, el emperador Claudio II dió orden de que encarcelasen a Valentín. Entonces, el oficial Asterius, encargado de encarcelarle, quiso poner a Valentín en evidencia y ridiculizarlo, por lo que le retó a que devolviese la vista a una hija suya, llamada Julia, que nació ciega. Valentín aceptó dicho reto y le devolvió la vista. Este hecho convulsionó a Asterius y su familia, quienes se convirtieron al cristianismo. De todas formas, Valentín siguió preso y el emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de febrero del año 270. Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.
JOVEN ATRÉVETE A SER DIFERENTE
MANIFESTACIÓN DEL AMOR DE DIOS EN EL NOVIAZGO CATÓLICO Hemos crecido con el pensamiento que el noviazgo es una relación que involucra dos personas, por lo tanto cuando escuchamos que hay un tercer involucrado es porque “sobra”. Es difícil aceptar que alguien más forme parte de tu noviazgo y que tome el control completo de tu vida. “El tercero” en este articulo se llama Dios. Puede ser que creamos que el tema del noviazgo esta trillado, pero para mí el escribir sobre esto es hacer una autoevaluación de la relación de noviazgo que Dios me ha regalado. Uno de los mayores deseos que tenía cuando era pequeña era encontrar a un príncipe que me quisiera, que me tratara bien, que me hiciera sentir feliz y que todo lo que compartiera junto a él fuera como en los cuentos y en las películas. Dios me dio la oportunidad de conocer a un gran hombre cuando yo tenía solamente 12 años. No creo que sea una experta en relaciones ni mucho menos haber vivido muchas cosas, pero de lo que sí puedo estar segura es que cuando a Dios tiene un plan para nosotros, NADIE ni NADA se lo puede quitar. Ni los años, ni la distancia, ni nuestros propios planes pueden acabar con lo que Él tiene preparado para cada uno de nosotros. Conocí a Diego cuando tenía 12 años y el 17. Estábamos muy pequeños y ni siquiera pudimos conocernos por mucho tiempo porque justamente 2 meses después que nos conocimos, el se tuvo que ir con su familia a vivir a otro país, pasaron 8 años hasta que el regresó al país nuevamente, mientras tanto en mis reuniones de crecimiento me repetían que tenía que pedirle a Dios al hombre que quería, y que no solo tenía que pedirle a alguien si no que lo describiera, que se lo pidiera exactamente como lo quería. A su regreso una de las cosas que jamás voy a olvidar es que de él nació decirme que quería formar parte del grupo en el que yo había crecido. Fue una de las primeras señales que sentí que Dios me mandó. Es bastante difícil que como joven tengas el deseo de tener un estilo de vida diferente al que te propone la sociedad y que Diego, quisiera que Dios formara parte de su vida me hizo muy feliz y una de las principales razones para elegirlo como mi novio.
Hasta ese momento pensé que éramos felices, que no podía ser mejor nuestra relación pero poco a poco empezamos a ver cambios, ya no éramos solo dos. Dios se puso en medio y trabajó primeramente nuestro carácter, nos ayudó a distinguir entre lo importante y lo urgente en cada área de nuestra vida y lo más importante, nos permitió conocer el verdadero amor. Dios nos ha dado los mejores regalos durante el tiempo que hemos podido compartir juntos, hemos vivido retiros juntos, participado en un programa radial, frecuentar la misa en familia, conocer a San José y visitar a la Virgen de Guadalupe, participar de la Hora Santa en el día de nuestro aniversario, celebrar cumpleaños, y muchos regalos que nos siguen sorprendiendo. El haber puesto a Dios en medio de nuestro noviazgo, nos asegura que nuestras decisiones serán tomadas pensando en el bienestar de nuestra relación y de lo que Dios nos pide que hagamos. Si Dios se ha manifestado en nuestro noviazgo y nos ha dado grandes regalos, no me imagino que podría hacer si Él está en el matrimonio.
Gabriela Palma - Secretaría Infanto Juvenil
DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI
MES DEL AMOR Y LA AMISTAD
“El Amor y la unidad familiar“
SERVICIOS GRUPOS DE CRECIMIENTO
SEDE CENTRAL—PARROQUIA EL CARMEN ASAMBLEAS 09/02/2016
CANTAR DE LOS CANTARES
237
09/02/2016
CONECTADOS CON DIOS
242
09/02/2016
SEMBRADORES DE FE Y AMOR
244
ESCUELITA DE DIOS (GUARDERÍA) 09/02/2016
HERENCIA DE DIOS
252
MISA DEL ENCUENTRISTA 13/02/2016
UNIDOS POR CRISTO
246
13/02/2016
RENACIENDO CON CRISTO
247
13/02/2016
OVEJAS DEL MAESTRO
247
VISITA AL SANTÍSIMO 09/02/2016
DE LAS MANOS DE DIOS
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