Revista Edificando Familias - Edición 94

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EDITORIAL El misterio pascual es el culmen de la revelación y actuación de la misericordia Divina. El relato de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor ocupa un lugar predominante en los cuatro evangelios. Es la parte más extensa. En los comienzos, cuando una persona se acercaba a la Iglesia con el ánimo de conocer la Buena Nueva, se le explicaban, ante todo, los sucesos de nuestra Redención, realizada por Jesucristo con su Pasión y Muerte y, sobre todo, con su Resurrección de entre los muertos. El relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (Misterio Pascual) constituye el núcleo de la predicación cristiana, desde los comienzos. Los restantes datos, que nos narran los evangelios, se fueron incorporando después a esa predicación. Es probable que las dos «confesiones de fe» más antiguas del Cristianismo fueran: la narración de la Eucaristía y la de la Resurrección. A partir de esas confesiones, es posible que se formara el relato central. Esas confesiones de fe habrían dado testimonio de una serie de hechos: la conspiración para apoderarse del Señor y entregarle; la Cena; el prendimiento; la Muerte y la sepultura; la Resurrección. Es muy importante destacar que todos estos relatos expresan la fe de la Iglesia en el designio salvador de Dios. Jesús, en la Última Cena, manifestó claramente que su muerte iba a ser un sacrificio por los hombres y que constituiría la Nueva y Eterna Alianza entre Dios y el Nuevo Pueblo, que es la Iglesia. Como en el Sinaí, la sangre de las víctimas selló la alianza de Yavé con su pueblo, así también, sobre la Cruz, la sangre de la víctima perfecta. Jesús, va a sellar entre Dios y los hombres la Alianza Nueva.

El misterio pascual es el culmen de la revelación y actuación de la misericordia Divina.

Con la Nueva Alianza que instituirá la muerte de Cristo, cumplirá Dios su promesa, anunciada por los profetas, de salvar a su pueblo y librarlo de sus pecados. Aunque hay que añadir que Jesús se atribuye la misión de redención universal, es decir, que ha venido a salvar a todos los hombres.

Desde la perspectiva de la Resurrección se comprenden los sufrimientos y la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios. No constituyen, en efecto, el fracaso de un hombre, sino que por la aceptación obediente se convierten en fuente de salvación para todos. En la Pasión y Muerte del Señor se cumplieron todas las profecías sobre el Mesías Salvador, pero además se descubre, como no lo había sido hasta entonces, el amor de Dios por los hombres. El relato de la Pasión no se puede separar del de la Resurrección porque Cristo va a triunfar. A los ojos de los que le rodeaban parecía una derrota y un fracaso pero nunca estuvo tan cerca del triunfo definitivo como entonces. La Pasión es el camino de la Gloria. Pasión y Resurrección son dos fases de un mismo misterio. Se hizo por nosotros obediente hasta la muerte y muerte de cruz para salvarnos.


VIVIENDO LA PASCUA DE JESÚS Ya que estamos celebrando una vez más las fiestas de la Pascua, debemos de preguntarnos qué actitud tomar frente a un acontecimiento

tan particular, si nos decimos cristianos ¿qué debemos de vivir en la Pascua? Debemos de tomar en cuenta que la celebración de la Pascua no es aislada, ya que según el calendario litúrgico llevamos 40 días preparándonos para la celebración de las fiestas de Pascua. ¿Por qué tanta preparación? Recordemos que el día de la Pascua del Señor nos hace vivir y conmemorar la resurrección de Jesús, Cristo vence las cadenas de la muerte y nos libera por medio de su triunfo, desciende a los infiernos y nos libera del pecado. Este no es un suceso aislado, el día de Pascua es parte del triduo Pascual el cual comienza cuando celebramos la misa de la Cena del Señor. Pero tampoco el triduo por sí solo es autónomo, ya que es la culminación de lo que preparamos en la cuaresma. En conclusión, la celebración de la Pascua del Señor es un acontecimiento tan grande que necesita de una preparación, una aceptación y una vivencia para poder así nosotros vivir de manera plena los misterios de la salvación.

Cristo vence las cadenas de la muer te y nos libera por medio de su triunfo

¿Qué significa el salvarnos? Jesús al resucitar vence a la muerte, la muerte es algo que esclaviza al hombre desde su creación, creemos que todo tiene remedio menos la muerte, sin embargo, si Cristo venció a la muerte, eso también nos libera a nosotros de la misma, por eso es momento de alegría, ya que no hay

cosa alguna que nos esclavice, incluyendo a la muerte. Cristo resucita en la historia, aunque no es un hecho que se compruebe de manera científica, vivimos los efectos de la resurrección, como lo vivieron los

primeros testigos del sepulcro vacío, así también a nosotros se nos invita a ser testigos de la resurrección. No es por nada que María Magdalena sea considerada como la primera predicadora, ya que ella fue la primera en dar la noticia de que el Señor había resucitado (Cfr. Mc 16, 1-7). Por lo tanto, tenemos dos actitudes a tomar en la celebración de la Pascua: la primera es la alegría de sabernos libres de todo aquello que nos ata como el “pecado”, que nos lleva a la muerte; lo segundo es la misión de ser testigos y de anunciar la resurrección.

Ya conocemos el camino para la celebración de la Pascua que la liturgia nos presenta, ahora veremos el contenido de la solemnidad. El contenido espiritual se nos muestra por medio de la celebración de la Pascua en sí, es decir, el asumir que ya somos

salvados por Cristo. Celebramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, pero no es el hecho nada más de recordar, tenemos que asumir a tal grado que vivamos junto con Él estos acontecimientos tan importantes, seamos crucificados con Él (Cfr. Gal 2,19), muertos en Él (Cfr. 2Cor 4,10), sepultados con Él (Cfr. Col 2,12), resucitados con Él (Cfr.Col 3,1), sentados ya en los cielos con Él (Cfr. Ef 2,5-6). Es decir, la manera de asumir espiritualmente la Pascua en nosotros como cristianos no es otra que hacer vivir otra vez la Pascua

de Jesús, pero ahora en nosotros mismos, es actualizarlo para que Él transforme nuestra vida .


LA VOZ DEL PAPA

MENSANJE DEL PAPA FRANCISCO EN AUDIENCIA GENERAL SOBRE EL TRIDUO PASCUAL Vaticano, 23 de marzo de 2016 “El Triduo Pascual es memorial de un drama de amor que nos dona la certeza que no seremos jamás abandonados en las pruebas de la vida”, explicó. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Nuestra reflexión sobre la misericordia de Dios nos introduce hoy al Triduo Pascual. Viviremos el Jueves, el Viernes y el Sábado Santo como momentos fuertes que nos permiten entrar siempre más en el gran misterio de nuestra fe: la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Todo, en estos tres días, habla de misericordia, porque hace visible hasta dónde puede llegar el amor de Dios. Escucharemos la narración de los últimos días de la vida de Jesús. El evangelista Juan nos ofrece la clave para comprender el sentido profundo: «Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). El amor de Dios no tiene límites. Como repetía muchas veces San Agustín, es un amor que va “hasta el fin sin fin”. Dios se ofrece verdaderamente todo por cada uno de nosotros y no se conserva en nada. El Misterio que adoramos en estaSemana Santa es una gran historia de amor que no conoce obstáculos.

La Pasión de Jesús dura hasta el final del mundo, porque es una historia del compartir los sufrimientos de toda la humanidad y una permanente presencia en las vicisitudes de la vida personal de cada uno de nosotros. Pues, el Triduo Pascual es memorial de un drama de amor que nos dona la certeza que no seremos jamás abandonados en las pruebas de la vida. El Jueves Santo Jesús instituye la Eucaristía, anticipando en el banquete pascual su sacrificio en el Gólgota. Para hacer comprender a los discípulos el amor que lo anima, a ellos les lava los pies, ofreciendo una vez más el ejemplo en primera persona de como ellos mismos deberán actuar. La Eucaristía es el amor que se hace servicio. Es la presencia sublime de Cristo que desea nutrir a cada hombre, sobre todo a los más débiles, para hacerlos capaces de un camino de testimonio entre las dificultades del mundo. No solo. En el darse a nosotros como alimento, Jesús atestigua que debemos aprender a compartir con los demás este alimento para que se convierta en una verdadera comunión de vida con cuantos están en la necesidad. Él se dona a nosotros y nos pide permanecer en Él para hacer lo mismo.

El Viernes Santo es el momento culminante del amor. La muerte de Jesús, que en la cruz se abandona al Padre para ofrecer la salvación al mundo entero, expresa el amor donado hasta el final, hasta el final sin fin. Un amor que busca abrazar a todos, ninguno excluido. Un amor que se extiende a todo tiempo y a cada lugar: un fuente inagotable de salvación a la cual cada uno de nosotros, pecadores, puede acercase. Si Dios nos ha demostrado su amor supremo en la muerte de Jesús, entonces también nosotros, regenerados por el Espíritu Santo, podemos y debemos amarnos los unos a los otros.


LA VOZ DEL PAPA

MENSANJE DEL PAPA FRANCISCO EN AUDIENCIA GENERAL SOBRE EL TRIDUO PASCUAL Vaticano, 23 de marzo de 2016 Y, finalmente, el Sábado Santo es el día del silencio de Dios. Debe ser un día de silencio, y nosotros debemos hacer de todo para que sea una jornada de silencio, como había sido en aquel tiempo: el día del silencio de Dios. Jesús puesto en el sepulcro comparte con toda la humanidad el drama de la muerte. Es un silencio que habla y expresa el amor como solidaridad con los abandonados de siempre, que el Hijo de Dios alcanza colmando el vacío que solo la misericordia infinita del Padre Dios puede llenar. Dios calla, pero por amor. En este día el amor – aquel amor silencioso – se hace espera de la vida en la resurrección. Pensemos, el Sábado Santo: nos hará bien pensar en el silencio de la Virgen, “la creyente”, que en silencio esperaba la Resurrección. La Virgen deberá ser el ícono, para nosotros, de aquel Sábado Santo. Pensar mucho como la Virgen ha vivido aquel Sábado Santo; en espera. Es el amor que no duda, pero que espera en la palabra del señor, para que se haga evidente y resplandeciente el día de Pascua. Es todo un gran misterio de amor y de misericordia. Nuestras palabras son pobres e insuficientes para expresarlo en plenitud. Nos puede ayudar la experiencia de una muchacha, no muy conocida, que ha escrito paginas sublimes sobre el amor de Cristo. Se llamaba Juliana de Norwich, era analfabeta, esta joven, tuvo visiones de la Pasión de Jesús y que luego, en la cárcel, ha escrito, con lenguaje simple, pero profundo e intenso, el sentido del amor misericordioso.

“El Triduo Pascual es memorial de un drama de amor que nos dona la cer teza que no seremos jamás abandonados en las pruebas de la vida” Papa Francisco

Decía así: «Entonces nuestro buen Señor me pregunto: “¿Estas contenta que yo haya sufrido por ti?” Yo dije: “Si, buen Señor, y te agradezco muchísimo; sí, buen Señor, que Tú seas bendito”. Entonces Jesús, nuestro buen Señor, dice: “Si tú estás contenta, también yo lo estoy.

El haber sufrido la pasión por ti es para mí una alegría, una felicidad, un gozo eterno; y si pudiera sufrir más lo haría”». Este es nuestro Jesús, que a cada uno de nosotros dice: “Si pudiera sufrir más por ti, lo haría”.

¡Cómo son bellas estas palabras! Nos permiten entender de verdad el amor intenso y sin límites que el Señor tiene por cada uno de nosotros. Dejémonos envolver por esta misericordia que nos viene al encuentro; y en estos días, mientras tengamos fija la mirada en la pasión y la muerte del Señor, acojamos en nuestro corazón la grandeza de su amor y, como la Virgen el Sábado, en silencio, en la espera de la Resurrección.


ACTUALIDAD FAMILIAR PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS ,VIVIRLA COMO VERDADEROS CRISTIANOS La Semana Santa es el tiempo más importante del año para todo católico. En ella se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, los misterios centrales de la fe cristiana. El Papa Benedicto XVI en marzo de 2008 dijo: "Estamos próximos a la vigilia del Triduo Pascual. Los próximos tres días son llamados comúnmente 'santos' porque nos hacen revivir el evento central de nuestra Redención, nos reconducen de hecho al núcleo esencial de la fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo", inició el Pontífice su catequesis. "Son días –continuó– que podemos considerar como uno solo, ya que constituyen el corazón y soporte de todo el año litúrgico como también de la vida de la Iglesia. Al término del itinerario cuaresmal, nos aprestamos también nosotros a entrar en el clima mismo que Jesús vivió entonces en Jerusalén.

Para vivir intensamente esta semana, especialmente en el marco del Año de la Misericordia que ha convocado el Papa Francisco, es importante asistir a las celebraciones de cada día y abrir la mente y el corazón para acoger al Señor. Mons. Javier del Río Alba, Arzobispo de Arequipa en el sur del Perú, compartió un intenso mensaje al respecto en el que recuerda que “Dios está constantemente renovando todas las cosas. En esta Semana Santa el Señor quiere renovarnos a cada uno de nosotros invitándonos a participar activamente en las celebraciones litúrgicas de esta Semana y sobre todo en lo que se llama el Triduo Pascual”. “El Triduo comienza el Jueves con la celebración vespertina, la celebración de la institución de la Eucaristía. En ella recordamos el momento tan sublime en el que Jesús se prepara para entrar en su Pasión”, explica el Prelado. Tras indicar que en esta Cena, Cristo anuncia el misterio de su muerte y se ofrece como “cordero que da la vida por nosotros”, el Arzobispo resalta luego que el Viernes Santo somos testigos de su Pasión y Muerte en la cruz. “¡Qué cosa tan fuerte: Que todo Dios, el único Dios verdadero que ha creado todo lo que existe, que se hizo hombre en el seno de la Virgen María y que no cometió pecado, termina sus días como un pecador, como un malhechor, colgado en una cruz, sin resistirse a la injusticia que se le estaba haciendo. Los termina entregándose a la muerte, derramando hasta la última gota de su sangre para el perdón de los pecados”. La celebración de la Pasión, el Viernes Santo por la tarde, “nos introduce en ese silencio para acompañar a Jesús en su muerte y en su descenso a los infiernos para poder con Él resucitar en esa gran Vigilia Pascual que se celebra en todas las parroquias y templos del mundo católico”. La Vigilia Pascual, la Misa más importante del año litúrgico, “nos introduce a su vez en el Domingo de Resurrección cuando Jesucristo resucita, vencedor del pecado y de la muerte, resucita por la potencia del Espíritu Santo y para hacernos partícipes a nosotros de esa victoria”. Mons. del Río subraya luego que “en la medida en que hayamos vivido bien la Cuaresma –y si alguno no la vivió tan bien aún tenemos una oportunidad en Semana Santa– y aprovechemos para confesarnos y volver a la Iglesia de modo consciente y piadoso, podremos experimentar cómo es que dentro de nosotros Jesucristo rompe las cadenas que nos atan al pecado y destruye el muro de la muerte para hacernos partícipes de su vida eterna”.


TRIDUO PASCUAL Como católicos, nos disponemos a vivir junto con toda la Iglesia, el Triduo Pascual, los tres principales días de la Semana Santa, para recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesús quien “se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la

muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre” (Flp. 2,8-9). Jesús nos ama apasionadamente, es por esto, que se entregó sin reservas, hasta consumar la misión que el Padre Dios le había encomendado. ¿Por qué el Padre le pediría al Hijo que se entregara en la Cruz?, la realidad, es que ambos, junto con el Espíritu Santo, sufrieron de alguna manera, pues el Padre también se unió al dolor de su Hijo Amado.

Jesús, al vivir su pasión, nos demostró cuánto nos ama, sin embargo, la realidad es que no siempre lo valoramos. Cuando vemos un crucifijo ¿acaso recordamos y valoramos lo que Jesús hizo por nosotros?, la realidad, es que debemos darle las gracias a Cristo, por habernos regalado el don de la vida eterna. Jesús, siendo Dios, nos demuestra también su humanidad, al morir en la Cruz,

«Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).

después de haberse entregado a su pasión. Todos moriremos alguna vez, sin embargo, Cristo nos asegura la vida eterna, por esta razón, nuestra fe tiene

sentido pues, de otra manera, no tendría fundamentos. La vida eterna parece lejana, sin embargo, al contemplar la creación, y todo lo que Dios ha diseñado, no hay razón, por la cual, debamos descartar la existencia de la vida después de la muerte. Cristo vuelve al Padre, sin embargo, no se quedará para siempre en el sepulcro.

Quienes fueron testigos de la resurrección de Cristo, se dejaron sorprender por la divinidad de Nuestro Señor, pues ¿cómo negar lo

evidente? Es cierto, por otra parte, que a nosotros no nos ha tocado ver a Jesús, sin embargo, al sentirlo y descubrirlo en nuestra propia historia, podemos enamorarnos de su causa, además de constatar que vive en nosotros y que, por tanto, no se ha quedado en el sepulcro como si fuera esclavo de la muerte. El apóstol Pablo, en su carta a los Corintios, recuerda que “si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe” (I Corintios 15,14). El sentido, la validez de la fe cristiana está basada en la resurrección de Jesús. Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y se dudaría que fuera realmente Dios. La tristeza se ha ido, se vive la alegría, el triunfo de Cristo sobre la muerte. Desde este día el rostro del creyente debe reflejar la luz del resucitado, la esperanza de una vida que no tiene fin… la promesa se ha cumplido.


JOVEN ATRÉVETE A SER DIFERENTE

JÓVENES MURAMOS A NUESTRAS PASIONES Y RESUCITEMOS CON CRISTO Para iniciar este articulo les comparto las cita bíblica (2 Timoteo 2, 22), “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. Como jóvenes estamos rodeados de las pasiones que el mundo nos ofrece, así como San Pablo, conocía a Timoteo que era un joven que tenía en su corazón a Cristo, sabía que él tenía que lidiar con las constantes pasiones que lo rodeaba. A veces pensemos que algunos han caído por compartir con amigos que se deleitan en las pasiones juveniles, asumiendo que nosotros jamás vamos a caer y al final terminamos igual que muchos. San Pablo nos dice sigamos la justicia, la fe, el amor y la paz; llenarnos de Dios para que sepamos discernir fácilmente el pecado y poder ver la salida que Dios nos muestra para huir; te has de preguntar ¿Entonces me tengo que alejar de mis amigos?. Una pregunta que es muy fácil de responder, ¡Joven!, NO te alejes de esas personas, porque todos los jóvenes que tenemos a Dios en nuestro corazón, somos luz y el reflejo del amor de nuestro Señor Jesucristo, compartamos con ellos siendo testimonio de vida, pero teniendo en cuenta que debemos alejarnos de los comportamientos que deleitan de las pasiones. Estimado amigo, especialmente en esta fecha es probable que recibas invitaciones que te alejen del camino del Señor, debemos mostrar que Dios está en nuestro corazón y debemos de huir de lo que se puede convertir para nosotros en pecado, venzamos las pasiones juveniles, pidiéndole sabiduría y dirección a Dios para que nos guie y nos someta a su palabra, no podemos estar jugando con fuego, puesto que de otra forma caeremos en el pecado, si tienes un noviazgo trata de evitar momentos de mucha intimidad; y si has caído en una pasión juvenil reconócelo y pide perdón. En este tiempo que vivimos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, vuelve al primer amor, que la carne que designa debilidad y de mortalidad en los jóvenes se conviertan en resurrección de la carne, porque Jesús venciendo la muerta nos muestra el amor del Padre y vencer la muerte, significa derrotar toda tentación humana. Resucitar con Cristo nos invita a que todas nuestras luchas llegarán a la victoria final en contra de la injusticia ,la división familiar y las pasiones juveniles, y de todo aquello que me aleja de Dios; esto es creer que el amor triunfo sobre la muerte. Te exhorto a resucitar con Cristo este domingo de Resurrección, seamos testigos de la semilla de la gran resurrección de la humanidad depositada en nuestro corazón cuando ni la muerte, ni las pasiones juveniles pueden romper el triunfo de la más perfecta muestra de amor. Alejandro Acevedo Coordinador Juvenil Nacional Secretaria Infanto Juvenil


CARTA ENCÍCLICA - PAPA FRANCISCO

EVANGELII GAUDIUM, No. 178 178. Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque «Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres».

La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, No. 1163 1163 «La santa Madre Iglesia considera que es su deber celebrar la obra de salvación de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año. Cada semana, en el día que llamó "del Señor", conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua. Además, en el ciclo del año desarrolla todo el Misterio de Cristo. [...] Al conmemorar así los misterios de la redención, abre la riqueza de las virtudes y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvación" (SC 102).


RINCÓN DE LA SALUD

BATIDOS Y LICUADOS NATURALES PARA COMBATIR EL CALOR Las temperaturas parecen ser cada vez más elevadas cada verano que pasa. El servicio meteorológico sorprende con temperaturas que oscilan entre los 28º C y 36º C atentando contra nuestro bienestar y salud. Con el calor debemos prestar atención a diversos frentes, como insolación, deshidratación, golpes de calor, quemaduras en la piel, salud visual, entre tantas otras. Por ello queremos compartir algunos licuados refrescantes que no sólo hidratan el cuerpo sino que aportan vitaminas y minerales cruciales para afrontar el verano de forma saludable. Tanto las frutas como las verduras son fuentes importantes de vitaminas y minerales, elementos que no pueden faltar en tu organismo para su correcto funcionamiento y mantenimiento del equilibrio saludable. Además, los vegetales son aliados perfectos para el verano, ya que no sólo son nutritivos sino que al ser ricos en agua hidratan nuestro organismo. A continuación compartimos tres bebidas deliciosas y saludables para disfrutar del verano: Batido de fresas y plátano: Coger 150 gr. de fresas y 1-2 plátanos y colocarlos troceados en un bol o vaso de licuadora. Triturar todo y agregar agua en caso de que el resultado sea demasiado espeso. Hay personas que optan por añadir azúcar a los batidos, sin embargo recordad que estas frutas son dulces. Si quieres añadir dulzor al preparado, optar por productos naturales como la miel, sirope o azúcar de caña morena. Batido de zumo de limón y melocotón: El limón aporta grandes beneficios a la salud, no sólo como astringente natural sino también como una fruta cuyo zumo da sensación refrescante a la vez que aporta una importante dosis de vitamina C. Mezclar en una bebida los beneficios del limón y del melocotón es ideal para este verano. Coge 6 piezas de melocotón y tritúralos con el zumo de 2 limones. Si prefieres, puedes añadir leche para diluir ese toque ácido de las frutas y complementar con edulcorantes naturales. Licuado de sandía, peras y melocotón: Puedes obtener una bebida con máximo sabor veraniego con este batido a base de sandía (200 grs.), melocotón (100 grs.) y peras (200 grs.) y un 125 grs. de yogur desnatado natural. Mezcla todo con la licuadora y ¡disfruta!


DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI

SEMANA SANTA - PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO


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