EDITORIAL MARÍA, MADRE DE LA MISERICORDIA Entre los muchos títulos con los que nos referimos a María está el de Madre del Amor misericordioso. Es la Madre de Cristo, la Madre de Dios. Y Dios es amor. Dios quiso, sin duda, escogerse una Madre adornada especialmente de la cualidad o virtud que a Él lo define. Por eso María debió vivir la virtud del amor, de la caridad en grado elevadísimo. Fue, ciertamente, uno de sus principales distintivos. Es más, Ella ha sido la única creatura capaz de un amor perfecto y puro, sin sombra de egoísmo o desorden. Porque sólo Ella ha sido inmaculada; y por eso sólo Ella ha sido capaz de amar a Dios, su Hijo, como Él merecía y quería ser amado. Fue ese amor suyo un amor concreto y real. El amor no son palabras bonitas. Son obras. “El amor es el hecho mismo de amar”, dirá San Agustín. La caridad no son buenos deseos. Es entrega desinteresada a los demás. Y eso es precisamente lo que encontramos en la vida de la Santísima Virgen: un amor auténtico, traducido en donación de sí a Dios y a los demás. Con qué sonrisa y ternura abriría la Santísima Virgen cada nuevo día de José y del niño con su puntual y acogedor “buenos días”; y de igual modo lo cerraría con un “buenas noches” cargado de solicitud y cariño. Cuántas agradables sorpresas y regalos aguardaban al Niño Dios detrás de cada “feliz cumpleaños” seguido del beso y abrazo de su Madre. Era el amor lo que transformaba en sublimes cada uno de esos actos aparentemente normales y banales. Donde hay amor lo más normal se hace extraordinario y no existe lo banal. En María ninguna caricia era superficial o Virgen María mecánica, ningún abrazo cansado o distraído, ningún beso de repertorio, un amor auténtico, ninguna sonrisa postiza.
traducido en donación de sí a Dios y a los demás.
Su exquisita sensibilidad estaba al servicio del amor. Da la impresión de que llegaba a sentir como en carne propia los aprietos y apuros de todos aquellos que convivían junto Ella. Por eso no es de extrañar que en la boda aquella de Caná, mientras colaboraba con el servicio, percibiera enseguida la angustia de los anfitriones porque se había terminado el vino. De inmediato puso su amor en acto para remediar la bochornosa situación. Ella sabía quién asistía también al banquete. Tenía muy claro quién podía poner solución al asunto. Ni corta ni perezosa, pidió a Jesús, su Hijo, que hiciera un milagro. Y, aunque Él pareció resistirse al inicio, no pudo ante aquella mirada de ternura y cariño de su Madre. El amor de María precipitó la hora de Cristo. El amor de María no conoció límites y traspasó las fronteras de lo comprensible. Ella perdonó y olvidó las ofensas recibidas, aun teniendo (humanamente hablando) motivos más que suficientes para odiar y guardar rencor. Perdonó y olvidó la maldad y crueldad de Herodes que quiso dar muerte a su pequeñín. Perdonó y olvidó las malas lenguas que la maldecían y calumniaban a causa de su Hijo. Perdonó y olvidó a los íntimos del Maestro tras el abandono traidor la noche del prendimiento. Perdonó y olvidó, en sintonía con el corazón de Jesús, a los que el viernes Santo crucificaron al que era el fruto de sus entrañas. Y también hoy sigue perdonando y olvidando a todos los que pecando continuamos ultrajando a su divino Jesús. María, la Virgen del amor, puede llenar de ese amor verdadero nuestro corazón para que sea más semejante al suyo y al de su Hijo Jesucristo. Pidámoselo.
ELOGIO DEL PAPA FRANCISCO A LAS MADRES
Roma, Catequesis del Papa Francisco, 7 de enero de 2015 Toda persona humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. Pero la madre, aún siendo muy exaltada desde el punto de vista simbólico - tantas poesías, tantas cosas bellas que se dicen poéticamente de la madre - es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su papel central en la sociedad. Es más, a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para “ahorrar” en los gastos sociales.
Sucede que también en la comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es poco escuchada. Sin embargo, al centro de la vida de la Iglesia está la Madre de Jesús. Quizás las madres, dispuestas a tantos sacrificios por los propios hijos y a menudo también por aquellos de los otros, deberían ser más escuchadas. Sería necesario comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación. Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos cinco y mientras uno hacía “una”, el otro pensaba en hacer “otra” y la pobre mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto. Las madres son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo egoísta. “Individuo” quiere decir “que no puede ser dividido”. Las madres, en cambio, se “dividen”, ellas, desde cuando acogen un hijo para darlo al mundo y hacerlo crecer. Son ellas, las madres, quienes odian mayormente la guerra, que mata a sus hijos. Muchas veces he pensado en aquellas madres cuando han recibido la carta: “Le digo que su hijo ha caído en defensa de la patria…”. ¡Pobres mujeres, cómo sufre una madre! Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida. El Arzobispo Oscar Arnulfo Romero decía que las madres viven un “martirio materno” - martirio materno. En su homilía para el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, dijo, haciéndose eco del Concilio Vaticano II: «Todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, aunque no nos conceda el Señor este honor... Dar la vida no es sólo que lo maten a uno; dar la vida, tener espíritu de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber, en aquel silencio de la vida cotidiana, ir dando la vida, como la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez del martirio maternal concibe en su seno a su hijo, da a luz, da de mamar, hace crecer, cuida con cariño a su hijo. Es dar la vida – y éstas son las madres. Es martirio».
Hasta aquí la cita. Sí, ser madre no significa sólo traer al mundo un hijo, sino es también una elección de vida: ¿qué elije una madre? ¿Cuál es la elección de vida de una madre? La elección de vida de una madre es la elección de dar vida. Y esto es grande, esto es bello. Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral. Las madres a menudo transmiten también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que un niño aprende, se inscribe el valor de la fe en la vida de un ser humano.
Es un mensaje que las madres creyentes saben transmitir sin muchas explicaciones: éstas vendrán después, pero la semilla de la fe está en esos primeros, preciosísimos momentos. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre, con todo esto. ¡Es nuestra madre! Nosotros no somos huérfanos, tenemos una madre. La Virgen y la madre Iglesia y nuestra madre. No somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres. Queridas madres, gracias, gracias por lo que son en la familia y por aquello que dan a la Iglesia y al mundo. Y a ti amada Iglesia gracias, gracias por ser madre. Y a ti María, Madre de Dios, gracias por hacernos ver a Jesús. Y a todas las mamás aquí presentes, ¡las saludamos con un aplauso!".
LA VOZ DEL PAPA PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO Basílica Papal de Santa María la Mayor, 4 de mayo de 2013 Jesucristo, con su Pasión, Muerte y Resurrección, nos ha traído la salvación, nos ha dado la gracia y el gozo de ser hijos de Dios, de invocarlo verdaderamente con el nombre de Padre. María es madre, y una madre se preocupa sobre todo de la salud de sus hijos, la preserva siempre con amor grande y tierno. La Virgen María protege nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto, que la Virgen María protege nuestra salud? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres; nos ayuda a crecer, nos ayuda a afrontar la vida, nos ayuda a ser libres. 1. Una mamá ayuda a sus hijos a crecer y quiere que crezcan bien; por eso los educa para que no se dejen llevar por la pereza –a veces fruto de un cierto bienestar–, para que no cedan a una vida cómoda que se conforma sólo con tener cosas. La mamá se preocupa de que sus hijos sigan creciendo más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades y compromisos en la vida, de proponerse grandes ideales. El Evangelio de San Lucas dice que, en la familia de Nazaret, Jesús “iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él” (Lc 2,40). La Virgen María hace esto mismo en nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser superficiales, como hombres y como cristianos, sino a vivir con responsabilidad, a ir siempre más allá. 2. Una mamá además se ocupa de la salud de los hijos educándolos para que afronten las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuese un camino sin obstáculos. La mamá ayuda a sus hijos a ver con realismo los problemas de la vida y a no venirse abajo, sino a afrontarlos con valentía, a no ser flojos, a superarlos, conjugando adecuadamente la seguridad y el riesgo, que una madre sabe “intuir”. Y esto una mamá sabe hacerlo. No lleva al hijo sólo por el camino seguro, porque de esa manera el hijo no puede crecer, pero tampoco lo abandona siempre en el camino peligroso, porqué es arriesgado. Una mamá sabe sopesar las cosas. Una vida sin desafíos no existe y un chico o una joven que no sabe afrontarlos poniendo en juego su propia vida, es un chico o una joven sin consistencia. Como una buena madre está a nuestro lado, para que no perdamos jamás el arrojo frente a las adversidades de la vida, frente a nuestra debilidad, frente a nuestros pecados: nos fortalece, nos señala el camino de su Hijo. Jesús, desde la cruz, dice a María indicando a Juan: “Mujer, ahí tienes a tu Hijo”, y a Juan: “Ahí tienes a tu madre” (cf. Jn 19,26-27). En aquel discípulo estamos representados todos nosotros: el Señor nos encomienda en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre, de modo que podamos contar con su ayuda para afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano; no temer las dificultades, afrontarlas con la ayuda de mamá.
3. Un último aspecto: una buena mamá no sólo sigue de cerca el crecimiento de sus hijos sin evitar los problemas, los retos de la vida; una buena mamá ayuda también a tomar decisiones definitivas con libertad. Esto no es fácil, pero una mamá sabe hacerlo. Pero, ¿qué quiere decir ‘libertad’? No se trata ciertamente de hacer siempre lo que uno quiere. No, ¡eso no es libertad! ¡La libertad es un don para que sepamos elegir bien en la vida! María, como buena madre que es, nos enseña a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas; decisiones definitivas, en este momento en el que reina, por decirlo así, la filosofía de lo pasajero. Es tan difícil comprometerse en la vida definitivamente. Y ella nos ayuda a tomar decisiones definitivas con aquella libertad plena con la que respondió “sí” al designio de Dios en su vida (cf. Lc 1,38). Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es tomar decisiones definitivas en nuestros días! Nos seduce lo pasajero. Somos víctimas de una tendencia que nos lleva a la provisionalidad… como si quisiésemos seguir siendo adolescentes. ¡No tengamos miedo a los compromisos definitivos, a los compromisos que implican y exigen toda la vida! ¡Así la vida será fecunda! Y esto es libertad: tener el valor de tomar estas decisiones con magnanimidad. Toda la existencia de María es un canto a la vida, un canto al amor a la vida: ha engendrado a Jesús según la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo. La Salus Populi Romani es la mamá que nos concede la salud en el crecimiento, nos concede la salud para afrontar y superar los problemas, haciéndonos libres para tomar decisiones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a dar siempre frutos de bondad, frutos de alegría, frutos de esperanza, a no perder nunca la esperanza, a dar vida a los otros, vida física y espiritual. Esto te pedimos esta tarde, oh María, Salus Populi Romani, para el pueblo de Roma, para todos nosotros: danos la salud que sólo tú nos puedes dar, para que seamos siempre signos e instrumentos de vida. Amén.
SIGNIFICADO DEL SANTO ROSARIO
La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la mas importante de todas. El Rosario esta compuesto de dos elementos: oración mental y oración
verbal. En el Santo Rosario la oración mental no es otra cosa que la meditación sobre los principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre. Estos veinte misterios se han dividido en cuatro grupos: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos. La oración verbal consiste en recitar quince decenas (Rosario completo)
o cinco decenas del Ave María, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los misterios del Rosario. La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos resultados. Entre las varias formas y modos de honrar a la Madre de Dios, optando por las que son mejores en si mismas y mas agradables a
Ella, es el rezo del Santo Rosario la que ocupa el lugar preeminente. Vale la pena recordar que entre las variadas apariciones de la Santísima Virgen, siempre Ella ha insistido en el Rezo del Rosario. Es así como, por
El Rosario es la oración más especial que dirigimos a nuestra Madre.
ejemplo, el 13 de Mayo de 1917 en un pueblo de Portugal llamado Cova de Iria, la Santísima Virgen insiste con vehemencia el rezo del Rosario a los tres pastorcitos, en una de sus muchas apariciones a estos tres videntes. Siendo un sacramental, el Santo Rosario contiene los principales misterios de nuestra
religión Católica, que nutre y sostiene la fe, eleva la mente hasta las verdades divinamente reveladas, nos invita a la conquista de la eterna patria, acrecienta la piedad
de los fieles, promueve las virtudes y las robustece. El Rosario es alto en dignidad y eficacia, podría decirse que es la oración más fácil para los sencillos y humildes de corazón, es la oración mas especial que dirigimos a nuestra Madre para que interceda por nosotros ante el trono de Dios. El Santo Rosario prolonga la vida litúrgica de la Iglesia pero no la sustituye, al contrario enriquece y da vigor a la misma liturgia. Es
por ello, que el Santo Rosario se enmarca como una plegaria dentro de la religiosidad popular que contiene un gran tesoro de volares que responde con sabiduría cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. El paso del tiempo, las costumbres modernas, y la innovación de formas de oración, no pueden dejar a un lado el rezo del Santa Rosario. De hecho, los Santos Padres y los Santos han tenido una profunda devoción a este sacramental, nosotros como católicos y como amantes de la Reina del Cielo hemos de ser fervientes devotos del Rosario. Es digno de recordar que la familia que reza unida permanece unida, Que la recitación piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y nos una más estrechamente
a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
LUZ PARA LA FAMILIA MARÍA, MODELO DE MADRE EN LA FAMILIA Hoy, nos encontramos con una cantidad impresionante de matrimonios en crisis precisamente porque están viviendo su espiritualidad sin la presencia de Jesucristo y por ello surgen muchísimas dificultades en la familia que les lleva a tomar decisiones que van en deterioro de lo creado por Dios. Si fuéramos capaces de mirar cómo ha tratado Dios a la familia, y seguir ese modelo familiar en forma consecuente, podríamos recuperar la salud del matrimonio y ser testigo del fin de la angustia y el temor de muchos hombres, mujeres y niños. Cuando Dios preparó el plan de salvación de los hombres, nos envió a su hijo y lo hizo como parte de una familia y como hijo de María. Dios le otorgo un gran valor a la familia, Jesús nace de una mujer, es alimentado y cuidado en el seno de ella, y creció como lo hacen muchos niños, con amor familiar entregado por sus padres, la Virgen Maria y San José, y no puede ser de otra forma, porque el ambiente más apropiado para el crecimiento, formación y desarrollo emocional de un niño es la familia y especialmente con una vida ordenada, fiel, de mutua preocupación y cuidado, e intenso amor. Toda buena madre es buena esposa, dos requisito importantes en la familia, y Maria nos enseña, y además es el medio para llevarnos a Jesús, el cuidó a su hijo y nos cuidará a nosotros, así Maria adquiere gran importancia en nuestras vidas, especialmente en nuestra vida familiar y la debemos tener en cuenta. No podemos ir a venerar a nuestra Madre, si estamos por otra parte siendo permisivos con la crianza de nuestros hijos, no podemos ir a María si estamos alentando la separación de los esposos, no podemos ir a ella, y no tomarla como modelo de vida familiar, pero si podemos recurrir para pedir su intersección por nuestra necesidades, especialmente las que María Santísima conoce muy bien, como debe ser una familia. María nos muestra su humildad, su respeto y amor a Dios, con su obediencia, y lo hizo a través de toda su vida, y acompaño a su Hijo con lealtad y amor en todos los momentos, allí estuvo ella al pie de la cruz, hasta el último segundo, a pesar de que muchos ya habían abandonado a su Hijo. María participó en el plan de Dios para nuestra salvación al ser Madre de Jesús, porque no ver en ella entonces la ayuda necesaria para la salvación de los males de la familia, como esposa y madre modelo, acompañado de un ejemplo de esposo, San José, también ejemplo de padre con su hijo. Sobran méritos para confiar en María la ayuda que necesitamos en nuestra familia, ella asumió perfectamente el papel de madre y esposa, y lo continuó dando este ejemplo a través de toda su vida terrenal. Queremos animar a las familias a renovarse continuamente desde la Palabra de Dios y la Eucaristía para que sean sal de la tierra y luz del mundo. Que la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de su esposo San José acompañen cada día a nuestras familias para que sea un reflejo del hogar de Nazaret. En conclusión que en nuestra vida familiar sea una invitada especial, como dijo el Papa Francisco Lo más lindo, lo más bello y lo más profundo para la familia; está por venir, el mejor de los vinos está en la esperanza de cada persona que se arriesga al amor, en la familia hay que arriesgarse al amor.
ACTUALIDAD FAMILIAR VIRGEN MARÍA MADRE DE TODOS
…”Jesús, al ver a su Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”… Desde este preciso instante Jesús desde la cruz nos hace otro regalo de amor… darnos a su Madre, para acompañar y guiar nuestra vida de Fe y el camino hacia el Reino de Dios. Dándonosla por madre nuestra en la persona de San Juan, quien la acogió como Madre; nosotros hemos de tener la misma actitud que el Discípulo Amado… llevarla con nosotros a casa y a nuestra vida. Para realizar la reconciliación de los hombres, Dios preparó a una mujer, llenándola de gracias especiales para que fuera la Madre de Dios. La libró del pecado original y de todo pecado, desde el primer momento de su existencia y siempre fue santísima. Esa Mujer, María, sería la Madre de Dios y por ello, auténtica Madre nuestra. María fue ese testigo fiel a quien un día Dios escogió por su pureza de alma y envió al Arcángel Gabriel y le expuso el Plan de Dios: Ella sería la Madre del Salvador por obra del Espíritu Santo, porque para Dios nada hay imposible. La Virgen María aceptó de inmediato el plan de Dios, diciendo: "He aquí la sierva del Señor, hágase en mi según tu palabra"(Lc 1,38). En aquel mismo momento, se hizo Hombre la segunda Persona de la Santísima Trinidad, sin dejar de ser Dios. También decimos que María es Madre de la Iglesia porque, al ser Madre de Cristo, es también madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, que forman con Cristo un solo Cuerpo Místico. Es pues María también Mediadora y Cooperadora de la Redención porque, con su caridad maternal y su colaboración en el Sacrificio de Cristo, participó en nuestra reconciliación, que aplica a los hermanos de su Hijo todavía peregrinos con su constante y amorosa intercesión. La Iglesia tributa a la Virgen un culto singular que durará siempre, según las palabras proféticas de María: "Me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Ese amor que los fieles tributan a María como Madre, procurando amarla como la ama el Señor Jesús, es lo que conocemos como Piedad Filial.
JOVEN ATRÉVETE A SER DIFERENTE MARÍA MADRE DE TODOS LOS JÓVENES ¿Nuestra madre?, muchas veces hemos escuchado, que María es nuestra madre, pero, en realidad te has puesto a pensar, ¿Qué significan esas palabras tan maravillosas?” Te invito a que en este momento traigas a tu mente a esa mujer que ha dado su vida por ti, que desde pequeño te fue guiando, y cuidado, ya sea mamá, abuela, tía. ¿La recuerdas?, Recuerdas esos momentos en los que ya eran las 2 de la mañana, te despertabas le decías “Mamá tengo hambre”, esa mujer cansada por su día ajetreado, encendía la cocina y te hacia tu plato favorito para que lo comieras. Cuantas veces necesitabas que alguien te ayudara y lo primero que se te venía a la mente era la palabra “Mamá”. Pues recuerda que también la Virgen María es nuestra madre así como es la madre de Nuestro Señor Jesucristo, es la que lo acompaño en todo momento, desde su nacimiento hasta su muerte, y es por eso que Jesús antes de morir nos la dejó como madre; y lo podemos comprobar en las sagradas escrituras "He ahí a tu madre" (Jn 19, 26-27) en ese momento, todos pero en especial los jóvenes estábamos siendo representados por Juan, es por eso que Jesús nos dijo “he ahí tu madre”. Por eso debemos estar sumamente convencidos de que la Virgen María es esa mujer que cada vez que tú quieres hablar con Jesús, ella te acerca más a Él. Ella está a tu lado donde quiera que vayas y es por eso que nosotros que somos Cristianos Católicos, debemos tener una relación firme con nuestra buena madre que está en los cielos. Ella siempre te asistirá en todo momento. Pero, ¿Madre de todos? Si, efectivamente, porque recuerda que el amor de madre es incondicional, ese amor que te perdona, ese amor que te asiste, ese amor que cada vez va creciendo aún más. Ahora que te he hablado de la Virgen María, ves ¡cuánto participó Ella en la salvación que trajo Cristo a los hombres! Y porque la llamamos madre de todos. Procuremos tener DEVOCIÓN a la Virgen, que es NUESTRA MADRE DEL CIELO, rezarle con frecuencia, tener fe en ella para que interceda por nosotros, o sea para que le pida a Dios algo para nosotros. Dicen que si los hombres y las mujeres fuéramos listos/as, pediríamos todo a través de la Virgen pues ella nos ama tanto que corre hacia su hijo a pedirle por nosotros y Jesús ama tanto a su Madre que no puede negarle lo que ella le pida. Te invito estimado amigo a que te hagas un propósito, reza todas las noches, solo o en familia, la oración a la Virgen: DIOS TE SALVE MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO, BENDITA ERES ENTRE TODAS LAS MUJERES Y BENDITO ES EL FRUTO DE TU VIENTRE JESÚS. SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, RUEGA POR NOSOTROS LOS PECADORES, AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMÉN. También, los invito a ustedes Matrimonios a hacer un propósito: Sean devotos de la Virgen María. Coloquen en su casa, si pueden, una imagen de la Virgen María, y enseñen a sus hijos a llevarle flores y rezarle.
Rodrigo Orellana Secretaria Infanto Juvenil
CARTA ENCÍCLICA - PAPA FRANCISCO
EVANGELII GAUDIUM, No. 284 y 286 284. Con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo (Hch 1,14), y así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización. 286. María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobrespañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia.Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, No. 148 y 149 148 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37; Cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Isabel la saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (Cf. Lc 1,48). 149 Durante toda su vida, y hasta su última prueba (Cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.
FESTIVIDADES DE LA IGLESIA 5 de mayo Celebración de la Ascensión del Señor a los cielos. A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo instruido a sus Apóstoles sobre la nobilísima misión de establecer el Reino de Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se despidió de ellos. Una nube lo ocultó de sus miradas. Jesús subió a los cielos para ser nuestro Mediador ante el Padre. Allí está intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre celestial de la gran obra que había acabado en la tierra. La Iglesia nació, la gracia brota en abundancia de su Cruz en el Calvario y se distribuye por los Sacramentos, la duda de justicia es pagada, la muerte y el infierno son vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de salvación. Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar. 13 de mayo Nuestra Señora de Fátima.
En el año 1916, cuando la guerra se había extendido sobre Europa y Portugal, en una de las colinas que rodean Fátima, tres pequeños campesinos portugueses: Lucía de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: "Soy el Ángel de la Paz". Durante aquel año vieron dos veces la misma aparición. Los exhortó a ofrecer constantes "plegarias y sacrificios" y a aceptar con sumisión los sufrimientos que el Señor les envíe como un acto de reparación por los pecados con los que El es ofendido. El 13 de mayo de 1917, se les apareció una "Señora toda de blanco, más brillante que el sol", a quien Lucía preguntó de dónde venía; ella respondió: "Vengo del cielo". Les pidió que regresaran al mismo lugar durante seis meses seguidos, los días trece. El 13 de octubre de 1917 alrededor de 70,000 personas habían llegado al lugar para presenciar el milagro de Fátima. Ese día, el sol se podía mirar sin cerrar los ojos y como un prisma gigantesco, cubría el cielo con franjas de colores. Luego giró 3 veces y se precipitó en "zig zag" hacia la multitud. La gente quedó conmovida y convencida de la veracidad de las apariciones. Antes de que pasaran tres años, Jacinta y Francisco habían muerto ya. Lucía fue religiosa con las hermanas de Santa Dorotea desde 1925. 15 de mayo Pentecostés, la venida del Espíritu Santo Los Católicos celebramos en Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo. El Nuevo Testamento relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén (Hechos de los Apóstoles, II), acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe de Cristo. Por ello, la Iglesia dedica la semana del Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la Consagración de la Iglesia, cuyo principio lo marca esta epifanía. Para la liturgia católica, el Pentecostés es la cuarta fiesta principal del año y, según el calendario, puede celebrarse entre el 10 de mayo y el 13 de junio.
RINCÓN DE LA SALUD PREVENCIÓN DE LA OSTEOSPOROSIS La osteoporosis, una enfermedad eminentemente femenina (aunque también afecta a los hombres), consiste en una disminución de la masa ósea y de su resistencia mecánica que ocasiona una mayor susceptibilidad para las fracturas. Se trata de enfermedad silenciosa que según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) sufren entre el 30% y el 40% de las mujeres mayores de 50 años y que normalmente se detecta con la primera fractura de hueso que puede ser desencadenada por un simple golpe. Los huesos humanos alcanzan su máximo nivel de calcificación entre los 20 y los 30 años. A partir de ese momento, comienza el proceso de descalcificación que se dispara después de la menopausia en la mujer y alrededor de los 60 años en el hombre. De ahí que haya que actuar de forma preventiva. Los Doctores especialistas en Traumatología y Ortopedia, alertan a las mujeres sobre la necesidad de tomar unas medidas preventivas que fortalezcan y hagan más fuertes y resistentes a la enfermedad: El ejercicio físico tipo, intensidad y duración, deberá estar supeditado a la edad y las circunstancias individuales de cada persona. Son preferibles los ejercicios suaves y mantenidos en el tiempo que los intensos y de corta duración. Si la situación de la persona es mala, se puede necesitar una evaluación cardiovascular previa antes del comienzo de programas de ejercicio. Andar media hora. Es importante practicar ejercicio físico de forma activa, para alcanzar la máxima densidad ósea posible y, así, proteger los huesos. Andar media hora al día, hacer gimnasia de mantenimiento o nadar, son algunos de los ejercicios aptos para cualquier edad y muy efectivos para fortalecerse. Evitar las bebidas alcohólicas y el tabaco. Su consumo es tóxico para los huesos. Nutrición adecuada; es necesario tomar alimentos que contengan calcio y vitamina D, consumir leche u otros productos lácteos. Es básico seguir una alimentación sana e ingerir entre cuatro y cinco raciones de productos lácteos al día, como leche, yogur, queso, etc. Los productos lácteos enriquecidos con calcio o el tratamiento farmacológico pueden ser una buena opción cuando no se llega a ingerir la cantidad diaria de calcio recomendada. Tomar vitamina D. Hay que controlar su producción y tomar suplementos de vitamina D, si son necesarios y aconsejados por el especialista. Realizar una densitometría de forma periódica: con frecuencia no inferior a dos años, sobre todo en mujeres con factores de riesgo (tras la menopausia, mayores de 50 años, con antecedentes familiares, o aquellos pacientes que toman corticoides de forma crónica).
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