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a necdotario
El Extranjero Viciosillo
Aquel cincuentón era oriundo de las Islas Británicas y, por esas cosas de la vida que se escapan a nuestro entendimiento, había acabado viviendo en un pueblo de la montaña donde el euskera predomina sobre el castellano. Llevaba ya más de 25 años en aquella localidad, donde decía que vivía cómodamente. Tan cómodamente que solo hablaba inglés por nacimiento y euskera por empadronamiento. El no saber español no le había supuesto ningún impedimento, más aún teniendo en cuenta su franca y natural afición al trasiego de vino y la libación de diversas bebidas espirituosas. Y esta fue, y no otra, la razón por la que acabó dando con su cogote en el suelo, provocándose una hermosa herida en el cuero cabelludo que precisó su atención en Urgencias.
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Y en esas se encontraba el médico, ayudado por una enfermera, suturando la herida e intentando entenderse con el maltrecho ciudadano, ora en euskera, ora en inglés y con tremenda dificultad para comunicarse en castellano, cuando el locuaz individuo, envuelto en evidentes vapores enólicos expuso con total naturalidad en un español macarrónico:
- Pues cuandou mí salga dei aquí lo premiero qui voy a haser es follar, porque a mí lo que más mi gosta en el vida es follar. ¡Follar mucha!
El comentario hizo que la mano del estupefacto médico quedara inmediatamente paralizada, mudando la faz y dirigiendo una incrédula mirada hacia la enfermera que, boquiabierta, tampoco daba crédito a lo que acababa de oír.
Un perturbador e inquietante silencio se apoderó del lugar, lo cual fue más que suficiente para que el accidentado anglosajón percibiera que algo raro pasaba y posiblemente, tras una rápida reflexión sobre lo que acababa de expresar, pasara a realizar una nueva observación con ánimo aclarativo:
- ¡Nou, párdon! Lo que mí quería decir es que mi gosta mocho fumar. ¡Sí, eso, fumar! ¡Fumar mocho! –corrigió acompañando la explicación de una nerviosa risita.
Aclarada la confusión, médico y enfermero sonrieron nerviosos mientras con la mirada venían a decirse:
“Sí, fumar mucho te gustará, sí, pero lo otro... ¡también! ¿Eh, truhán?”
Cosas del idioma. ¿O del subconsciente?
bENDITA ESCALA DE GLASGOW
Para los de la LOMCE y, por supuesto, la LOMLOE, explicaré que la escala de Glasgow es un método internacionalmente utilizado que nos permite valorar la respuesta neurológica de una persona, yendo desde el 3 cuando no responde, hasta el 15, que correspondería a una persona consciente y sana. Todo lo que baje de 13, malo. Explicado esto, nos ponemos en situación.
Se produce una comunicación telefónica entre dos médicos de dos hospitales a fin de proceder al traslado de un paciente desde el hospital A hasta el hospital B. El médico del A, algo duro de oído, contacta con el médico del B, nativo de un país sudamericano y, por tanto, con ese hablar meloso propio de aquellos lares. Comienza la comunicación.
- Hola Fulano. Soy el doctor Mengano, del hospital A. Mira, que he atendido a un accidentado que tiene un traumatismo craneal y en el escáner hemos visto un pequeño sangrado. Está bien, pero como ahí tenéis Neurocirugía, lo vamos a mandar. Está bien, estable y con Glasgow 15.
- ¿Con siete? –pregunta el médico del B.
- No, no. Está con 15 –aclara el facultativo del A.
- Ya, ¿pero está con siete? ¿Habla?
¿Responde? –insiste el del B.
- ¡Que sí, joder! ¡¿No te estoy diciendo que tiene 15?! –responde enfadado el médico A.
El médico del B, a la sazón latinoamericano, se relaja y, esforzándose en la ardua labor de transmitir correctamente su pregunta, respira hondo y, casi suplicando, pregunta marcando cada palabra, cada sílaba y cada letra:
- ¡¿Qué si está “consciente”, coño, cons-ci-en- te, no “con siete”?!
Pues eso, Glasgow 15.
Cosas del idioma.
¿O del lenguaje?