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La jubilación de dos médicos acuarelistas: Goyo Armañanzas y César Viteri
Trini Díaz
El paso a la jubilación es un momento clave en la vida: se abren desafíos y posibilidades. A Goyo Armañanzas, psiquiatra y César Viteri, neurólogo, la jubilación les ha permitido volcarse en la acuarela, una afición que comparten y que les ha llevado a montar una exposición con la que muestran mucho más de lo que se ve en sus cuadros.
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Ambos organizaron una charla- coloquio para hablar de jubilación y aficiones en el Colegio de Médicos. Tras compartir experiencias, invitaron a los asistentes a una visita guiada a su exposición de acuarelas, que ha estado abierta al público del 15 de marzo al 21 de abril, en el espacio Media Luna. Allí explicaron su manera de vivir la pintura, su recorrido y su simbolismo.
Acuarelas: arriba, de Goyo Armañanzas y abajo, de César Viteri.
¿EsTAMos prEpArAdos?
Para el psiquiatra jubilado Goyo Armañanzas, los médicos tienen una doble posibilidad de enfrentar la fase de la jubilación. “Por nuestra profesión estamos muy en contacto con la muerte. Ante eso tenemos la posibilidad de acercarnos a nuestra propia finitud y aprender de ello para aceptarla. Por otra parte, el estar del lado de los sanos, ser “mediadores entre la vida y la muerte”, pudiera habernos endurecido como mecanismo protector ante tantas experiencias de abordaje traumático de la muerte”. Habló de las pérdidas que acompañan este momento vital. “Los médicos tenemos un rol social importante que se acaba con la jubilación. También perdemos estatus social y autoridad familiar al pasar de cuidar a ser cuidado”.
Para el neurólogo jubilado César Viteri, la llegada a la jubilación es un acontecimiento vital de primera magnitud. “Tras toda una vida de actividad laboral, proyectos y responsabilidades te encuentras un día con todo el tiempo para ti y la familia, sin obligaciones de trabajo. Los primeros meses son como unas vacaciones, disfrutando del tiempo libre, pero poco a poco aparece una sensación de inquietud, de falta de objetivo inmediato. La rutina de la vida diaria no sustituye la ocupación del tiempo que exigía el trabajo y se nos hace cada día más necesario un proyecto personal en el que seguir desarrollando nuestra capacidad intelectual y nuestras habilidades. Es entonces cuando las aficiones pueden llenar ese vacío”. Recomienda prepararse para la jubilación, prestando atención a nuestras aficiones o iniciando alguna. “En mi caso, el dibujo fue una afición desde la infancia y cuando decidí mi retiro a los 65 años retomé mi afición artística y comencé a asistir a cursos de acuarela. La pintura ha ido llenando mi tiempo y se ha convertido en un proyecto de vida con objetivos e ilusiones y también con exigencias. Todo ello enriqueciendo y dando sentido a esta etapa de la vida”.