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Acuarelas de experiencia

Goyo armañanzas ros expuso 12 acuarelas, algunas de su etapa más reciente, en la que domina la técnica de húmedo sobre húmedo y se muestra más valiente con los colores intensos. Paisajes y, especialmente, montañas y cielos son sus temas preferidos. “Amo la montaña y suelo llevarme las acuarelas y pintar en esas tardes libres cuando ya has llegado al refugio”.

César viteri torres presentó 12 acuarelas de marinas, paisajes, flores y figuras humanas relacionadas con la tauromaquia. En sus obras combina un dibujo cuidado con una ejecución suelta, de pincelada sugerente, evitando caer en el detalle dibujístico.

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¿Cómo llegas a la acuarela?

César viteri: He dibujado desde niño. Unos 5 años antes de jubilarme mi esposa me comentó de unos cursos de iniciación a la acuarela en el Civivox cercano a nuestro domicilio: una buena ocasión para empezar a preparar una afición para la jubilación. Tras los cursos de iniciación vinieron talleres, cursos online y finalmente la ampliación a otras técnicas pictóricas en la Escuela Catalina de Oscáriz del Ayuntamiento de Pamplona.

Goyo armañanzas:

Eso tiene una larga historia, casi tan larga como mi vida. Mi padre era talentoso con el dibujo y la pintura en su adolescencia y juventud. Me llevó a clases de dibujo con siete años, algo inaudito en esa generación en la que la palabra "extraescolares" estaba por inventar. Era 1960. Me recuerdo pintando los dos un óleo con nuestros caballetes en Zubielqui, a las orillas del Ega. Eso quedó en absoluto letargo hasta el año 2000 en que un sábado lluvioso bajé a la tienda de artes a por una caja de acuarelas para pintar con mis hijas. Sí, mi comienzo, visto desde hoy, tiene pinta de un mensaje transgeneracional: de mi padre a mí en mi infancia, y de mí a mis hijas en su infancia. Tras esa mañana, empecé a dibujar gaviotas y pintar acuarela en las largas horas de playa en los veranos. Continué de esa forma autodidacta-estival hasta hace seis años en que comencé a recibir clases y pasé a pintar todo el año.

Exposición conjunta de acuarelas en el espacio Media Luna.

Arte y medicina, ¿son vasos comunicantes?

César viteri: La representación artística ha estado siempre íntimamente unida a la medicina. Muchos documentos que iluminan la historia de la medicina son los recogidos en obras de arte desde la más remota antigüedad. En los tiempos actuales, los conocimientos médicos son muy enriquecedores para quien cultiva el dibujo y la pintura figurativa. El médico está acostumbrado a la observación y el dominio de la anatomía humana es una gran ayuda para la representación de la figura humana.

Goyo armañanzas: No veo una relación intrínseca entre ambos. Me viene más bien la necesidad de cultura, recursos y tiempo que también era lo que tenía el cura del pueblo y facilitaba una producción más allá de la laboral. Sería muy interesante que alguien profundizara en si el abordaje de la vida y de la muerte, de tantos encuentros con personas en esa tesitura de la fragilidad, además del consabido endurecimiento como autoprotección, facilita una salida, una sublimación creativa.

¿Qué destacarías de tu trayectoria como acuarelista?

César viteri: Pinté mi primera acuarela en 2010 y creo que afortunadamente he progresado de una forma muy satisfactoria. Los primeros años fueron de aprendizaje y desde 2015 empecé a mostrar mi obra al público en exposiciones colectivas e individuales, nacionales e internacionales, y en redes sociales con muy buena acogida.

Goyo armañanzas: Mi experiencia ha consistido en quitarme el miedo al vértigo que da la rapidez que requiere la acuarela, en encontrar y guardar -en no se sabe dónde- los colores que voy conquistando, en desarrollar rapidez en hacerlos (imprescindible en acuarela), en aprender a ver detalles y tonalidades. Eso es un regalo añadido: ahora veo más colores. Un paso importante es pintar del natural con las enormes dificultades que tiene: incomodidad, la luz cambia en minutos, las personas te miran, el sol, el viento, dispones de muchos menos medios. Pero lo vale: has creado un vínculo con el lugar, es una "experiencia" que no desaparece. Cuando vendes ese cuadro, u otro que no sea del natural, das esa experiencia, se note o no.

Para ambos, la experiencia de exponer conjuntamente ha sido muy positiva porque “ayuda a valorar las cualidades de la obra expuesta, a contrastarla con la de tu compañero de exposición y a recibir la reacción y opinión del público, que otorga el valor artístico a nuestro trabajo”.

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