PROYECTOS EXPUESTOS
Prácticas arquitectónicas en el cambio de siglo
Marta Pelegrín Rodríguez
PRÓLOGO Sobre proyectos expuestos y sobre lo expuesto de los proyectos Fernando Pérez Blanco
Img. 1. M. Pelegrín y F. Pérez, MEDIOMUNDO arquitectos. Sacapuntas, 2015.
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La intención de este texto no es introducir el que sigue, sino relacionar las reflexiones a continuación vertidas con la práctica profesional y la trayectoria docente que desarrollamos desde el estudio de arquitectura que compartimos con la autora de esta publicación. Intentaremos trazar así una suerte de puente entre los pensamientos escritos y los producidos desde nuestra práctica profesional. Coincidimos con Marta, siendo aún estudiantes en la Facultad de Arquitectura de Montevideo, en dos ocasiones. La primera, cuando ella, en su búsqueda por recorrer desde la experiencia distintas formas de hacer ciudad y arquitectura, estuvo en Montevideo becada por el Ministerio de Exteriores español como practicante en el Instituto de Teoría y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura, que en ese momento comenzaba la memoria de información del Plan de Ordenación Territorial (POT) de la ciudad. Por entonces yo me incorporaba como profesor colaborador en el curso de primer año de proyecto, recién llegado del Viaje de Arquitectura –experiencia que año a año moviliza a más de doscientos estudiantes del aquella Facultad alrededor del mundo–. La coincidencia fue entonces casi en movimiento, de hecho tuvimos poca ocasión de encontrarnos. Más que en el tiempo y en el espacio, fue una coincidencia en el estado, en un tiempo de intensas búsquedas y experiencias en relación con la arquitectura, un tiempo de autoformación. La segunda vez fue dos años más tarde, con ocasión de la tercera edición del Seminario Internacional de Proyectos que organizaba aquella mi Facultad, donde talleres dirigidos dicho año por Eleni Gigantes (Gigantes y Zenghelis), Natalie de Vries (MVRdV), Hiroshi Hara, Antonio González Cordón, Carmen Andriani y Giangiacomo D´Ardia, trabajaban con el enunciado Las nuevas formas del tiempo libre. Los paisajes de la ciudad metropolitana, como ejercicio, en distintos emplazamientos de la ciudad. Coincidimos esta vez pensando, o intuyendo, una manera de hacer arquitectura diferente a la que estábamos expuestos y que, según nuestros viajes y experiencias, eran en esencia muy similares en distintos lados del planeta. De uno y otro lado veíamos crecer arquitecturas que si bien en contextos culturales diferentes, respondían de forma asombrosamente similares. En ese tiempo, presentamos diseños para concursos cruzados con colegas de aquí y de allá proponían acercarnos, hasta que ganar uno de ellos nos brindó la oportunidad de comenzar a combinar el pensamiento y la acción, de poner en práctica lo que con el tiempo sería
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un modus operandi: pensar haciendo y hacer pensando. Cuestión que a su vez nos permitiría esclarecer algunas pautas para seguir formándonos y produciendo arquitectura. Como hemos comentado en numerosas ocasiones, nos resulta difícil diferenciar entre reflexión y práctica, entre investigación y proyecto, ya que todas son caras de la misma moneda. Nos gusta llamarlas pautas, aunque también las llamaríamos instrumentos o herramientas, en suma, técnicas de proyecto y diseño. Algunas más experimentales, otras menos. Pautas y técnicas implementadas proyecto a proyecto, sin pretender que ninguna se instituya o dogmatice, lo que garantiza su natural evolución y supervivencia.
Rastreos En el texto Proyectos Expuestos se estudian asimismo procesos de proyectos cuyos riesgos y contradicciones quedan expuestos. Riesgos y contradicciones que surgen de transitar ciertas, o mejor dicho inciertas, fronteras o bordes de los identificados culturalmente en arquitectura para, lejos de reafirmarlos o definirlos, proponer ampliarlos y explorarlos; entenderlos como espacios desde el que conocer y relacionarse mejor con el medio en el que se actúa, para re-estructurar y reorganizar las tareas y asuntos de los que se ocupa el proyecto de arquitectura en cada caso. Nos interesa entonces una lectura desenfocada de estos proyectos, ya conocidos y divulgados en los medios especializados, que como tantos otros hemos compartido, debatido y analizado alumbrados por los focos del momento y el contexto cultural en que han trascendido. Son proyectos que quedaban pues sobre-expuestos, pero que, al mirarlos detenidamente y entornar los ojos, encontrábamos en ellos cuestiones que la luz dejaba fuera de foco y en penumbra, perfilando bordes quizá más inseguros, más sugerentes y, por lo tanto, también más explorables. Podríamos señalar algunos asuntos que la lectura desenfocada de los proyectos aquí expuestos nos permite rescatar: Son ejemplos de una arquitectura que construye soportes, marcos infraestructurales que se ofrecen para ser ocupados y participados, cuya compleción no solo reconfigura sus espacios, sino que también construye una imagen de sujeto y de colectivo que son llamados a incorporarse a la creación de sus espacios cotidianos. De una arquitectura realizada desde la contingencia, entendida esta no como lo imprevisible o lo imprevisto, sino como escenario de posibilidades, como condición del momento y del lugar en que se realiza; que atiende y entiende su presente con una mirada pragmática y económica. Una arquitectura que expone la crudeza de sus materiales, la sencillez
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de sus ensamblajes y las virtudes de sus procesos, así como la vulnerabilidad de sus resultados, asumiendo la experiencia como un ingrediente necesario y colectivizador para la arquitectura. Son proyectos que trabajan con una naturaleza que es ya urbana, donde la arquitectura y el paisaje construyen una forma posible de usarla y de ser partícipes de ella. Naturaleza que se asume en necesaria evolución, y en la que se introducen dispositivos que se proponen casi desde la fragilidad de un experimento de laboratorio antropológico, como muestran proyectos habitacionales de Duncan Lewis y de Lacaton y Vassal en Mulhouse. Dispositivos que distan de ser mecanismos, sino infraestructuras que, como subraya Marta en el capítulo Balance de la Exposición, asumen el tiempo y la evolución como parte inherente o condición necesaria de la arquitectura: “La Planta de Reciclaje inserta la arquitectura en el proceso material de toda una ciudad (…) El paisaje circundante está ineludiblemente en constante transformación (…) en Nantes el tiempo de uso de la obra se propone como un proceso premeditadamente abierto donde agentes y usuarios construyen densifican, amplían, modifican el espacio”. Arquitecturas que no pretenden fundar un lugar, sino ofrecer una nueva infraestructura desde la que activar observar y explorar un territorio. Proyectos que asumen el riesgo y la vulnerabilidad en las herramientas de la arquitectura cuando propone hacer ciudad. Bien en una suerte de urbanismo o necesaria urbanización interior, como la Escuela de Arquitectura de Nantes de Lacaton y Vassal, bien proponiendo una pauta de ocupación controlada, como los Institutos de Ingeniería Electrónica e Informática en Graz de Riegle y Riewe. Proyectos, en este caso, que se resisten a la construcción de un arquetipo, generando así la oportunidad de experimentar con otros soportes infraestructurales, sin forma. Sin duda, son también proyectos y arquitecturas que hablan de economía, entendida esta como la gestión equilibrada de los recursos materiales y tecnológicos dentro del marco de posibilidades que una coyuntura ofrece. Coyuntura que, en ningún caso, determina la calidad de la arquitectura ni mucho menos la argumenta. Nos gusta recordar aquí un concepto que el profesor Mariano Arana solía reiterar en sus entusiastas clases para alumnos de primero de la Facultad de Arquitectura en Montevideo: “No es lo mismo la arquitectura de la pobreza que la pobreza de la arquitectura”. Como arquitectos, nos interesa la cultura material y constructiva que hace posible cada obra, nos interesa el uso de materiales inteligentemente alterados que, sobre todo, potencian su propiedades, y nos interesan las personas que lo producen y lo re-producen –lo mantienen–, no tanto como el artesano que produce constantemente el mismo zapato, sino como el trabajador que produce un zapato para una nueva forma de andar.
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Por eso no nos conformamos con la actitud solo ascética del menos es más (Mies van der Rohe) o el menos es suficiente (Pier Vittorio Aureli), solo como postura de resistencia cuestionadora del sistema. Para nosotros, menos puede no ser suficiente: la arquitectura, por favor, con todos los ingredientes.
Trazas Desde el estudio que compartimos, MEDIOMUNDO arquitectos, motivados por investigar desde la acción, en estos años hemos dirigido programas de investigación que a la vez que investigan, testean posibles herramientas de conocimiento y producción en arquitectura: Atributos urbanos –2005 en adelante– un estudio sincrónico de las aglomeraciones urbanas en el entorno del territorio andaluz, así como de fenómenos local y globalmente relevantes que durante las últimas décadas han determinado y definido formas de producir ciudad La primera de estas líneas de trabajo comprende el estudio de adjetivaciones y nominaciones asignadas a la ciudad contemporánea por diversos autores de relevancia internacional. A modo de investigación académica y relacional, en el marco del encargo del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, se elabora un glosario de atributos que han servido para describir fenómenos urbanos de la historia reciente. Se genera con este glosario un conjunto de referencias a tratar o cuestionar durante el desarrollo de la investigación. De modo complementario se estudian cinco áreas urbanas inmersas en intensos procesos de transformaciones socioeconómicas, infraestructurales y culturales como son: Campo de Dalías-Campo de Níjar; Costa del Sol; El Estrecho de Gibraltar; Bahía de Cádiz, y SE30-SE40 en el área metropolitana Sevilla, convocando en grupos de trabajo a personas y colectivos que identifican y nombran aspectos actualmente relevantes en la configuración de nuevas dinámicas urbanas, desde este territorio Sur de Europa que caracteriza dinámicas comunes pero también singulares en nuestro contexto. Con el programa Vacío Positivo –desde 2006– se inició como investigación y propuesta sobre la incorporación participativa de espacios construidos vacíos para las necesidades residenciales y de espacio colectivos en aras de mejora de las barriadas en Andalucía, realizada en el marco del Foro por las Barriadas organizado por la Consejería de Arquitectura y Vivienda de la Junta de Andalucía. La investigación Vacío Positivo se ha desarrollado junto a otros trabajos realizados con nuestro Grupo de Investigación Ciudad y Arquitectura Contemporánea (HUM-666, Universidad de Sevilla) para explorar una dinámica de estudio a través de casos que abordan con especial singularidad el vacío de la trama residencial en centros históricos y en espacios patrimonialmente para proponer cómo incorporarlos desde la cooperación local a dinámicas también globales. Desde nuestro estudio, hemos expuesto
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y trabajado con esta dinámica de investigación acción en casos muy enriquecedores como el trabajo en el casco histórico de Montevideo (Uruguay), con la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU, DINOT y DEAPA), el Ministerio de la Vivienda (MVOTMA) para articular el programa de la Intendencia de Montevideo “Fincas Abandonadas” con el cooperativismo de vivienda, ensayar programas residenciales complejos, con sistemas de gestión participativos. Adentrándonos en la investigación y proyecto, se nos hace necesario trazar hacia atrás los procesos que se iniciaban en nuestras mesas de trabajo y terminaban especializándose en otros lugares, por ello llamamos Trazabilidad Proyectiva –desde 2009– a la toma de datos y documentación para seguir, atender y aprender de la evolución de los proyectos, materializados en obras y convertidos en arquitectura tras su uso y transformación, que también trazamos hacia delante, en Biografiarq –desde 2008– donde registramos cómo son los procesos de apropiación de los espacios proyectados y finalmente construidos desde nuestro estudio. Quizá el lugar de confluencia de esta manera de trabajar ha sido el programa Arquitectura Dispuesta: Preposiciones Cotidianas, proyecto internacional de investigación y exposición, talleres de proyecto y publicación de los resultados desde los que propuso compartir y debatir procesos y proyectos de arquitectura que proponen una práctica material y una propuesta espacial crítica que deviene en una intensificación de la relación con el medio urbano, social, político y productivo en que se construyen. En este contexto, la atención por la experiencia inmediata del espacio y su materialidad, la preocupación por incorporar a los agentes productores, los participantes e implicados en la obra, y la puesta en valor del proceso que se desarrolla en los proyectos mostrados, resume, todo ello, una actitud que deviene en obra construida. Este texto que se publica ahora, seis años más tarde, ya anunciaba la celebración del espacio de intermediación que Arquitectura Dispuesta: Preposiciones Cotidianas ha compartido en cuatro años de programa de exposición, talleres de proyecto y mesas de debate en 2014 en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Consejería de Cultura, UNIA, ETSA, CEA) en 2014, en Mostra Espanha 2015 (Ministerio de Cultura, Subsecretaría de Estado de difusión Cultura en el Exterior) en la Escuela das Artes y Arquitectura y Fundación Eugenio de Almeida, Évora, en 2016 en Centro Cibeles ( Ayuntamiento de Madrid, ETSAM, ETSA Rey Juan Carlos) y en 2017 en el College of Architecture and Urban Planning Shanhai (Tonji University, Sino-Spanish Campus e Instituto Cervantes). Bajo el subtítulo Contextos en diálogo se exponen procesos y proyectos de la región de Shanghái junto a veinte del sur de España, acompañados de un ciclo de conferencias con mesas redondas y debates con especial atención a los procesos y modos de hacer vinculados y comprometidos desde una actitud
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pragmática a la vez que crítica con los procesos de intervención y trabajo con la preexistencia. A través aquellos proyectos expuestos y las actividades complementarias se aportan visiones que extiendan los límites sobre la consideración de lo patrimonial, des-institucionalizando el concepto de patrimonio y desplazando el exclusivo interés sobre el objeto o monumento hacia otros espacios y elementos cotidianos. Estos y otros trabajos desarrollados desde nuestro estudio llevan a interesarnos por la documentación de las prácticas arquitectónicas, incluida la nuestra, ya sea la relativa a la producción como al pensamiento. Así pues, este texto que publica ahora Marta podría entenderse o sumarse a otros trabajos y reflexiones motivados por conocer mejor nuestro presente, los aspectos locales y también globales que definen nuestros entornos, el interés por los procesos de generación de proyecto y de producción material de las obras. Atender a los asuntos y herramientas que se incorporan a la arquitectura durante estos procesos ha sido una inquietud constante en la investigación, docencia y producción de arquitectura que hemos desarrollado. Nos interesa ahora exponer, a través de algunos proyectos y obras realizados con Marta, las pautas, técnicas o herramientas que en cada caso acompañaron los procesos de proyecto y construcción de los mismos. No con la pretensión de encontrar puentes o establecer comparaciones con los proyectos antes presentados, o de leer nuestro trabajo a través de las pautas o asuntos extraídos de aquellos otros. Como ya hemos dicho, proyecto a proyecto, caso a caso, las herramientas varían o se adaptan, evolucionan o se crean. Las formas, los materiales, las estrategias varían caso a caso, podríamos decir que no se distingue una única manera de hacer. Sin embargo, donde la luz no enfoca, o detrás de lo que la luz alcanza, existe una suerte de hilo que cose y relaciona nuestros trabajos. Decimos cose o relaciona, no que lo explican. Son asuntos que, con deformaciones, están presentes en nuestra manera de proceder. Pautas que, en definitiva, responden a una manera de posicionarse y disponerse desde una disciplina técnica y, a la vez, política hacia una práctica material, cultural y económica. Expondremos entonces algunos de nuestros trabajos desde sus propias lógicas y particularidades, pero en los que de alguna u otra manera ha estado siempre presente la búsqueda de una arquitectura que estimule, amplíe e integre los valores y las condiciones tecnológicas y culturales del lugar donde se inserta. Arquitecturas cuya complejidad se ofrece con cuidada sencillez, sincera pero no exhibicionista; propuestas que transitan entre las lógicas de producción del artesano y la producción industrial, que proponen integrar como valor cultural el trabajo y los modos de producción local y artesanal, que apuestan por una lógica económica, tecnológica y cultural propia. Que responden, también así, a un sentido amplio
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de la sostenibilidad: integrando y equilibrando variables medioambientales –muchas veces se evitan transportes o procesos de producción con mayor contaminación–, socioeconómicas –potenciar el tejido económico e industrial de la región sin elevar los costes de obra, o permitir un mantenimiento y reparación posterior sin grandes desplazamientos– y socioculturales –potenciar conocimientos locales y, sobre todo, acercar la obra al entorno facilitando su inserción–. Son apuestas que en todos los casos se canalizan y verifican, o al menos se miden y visualizan, a través del estudio de la trazabilidad de agentes, materiales y tecnologías. Estudio que a modo de herramienta nos permite analizar, para cada caso, y de forma ponderada, la incidencia, tanto en el resultado como en la inserción de la obra, de la implicación de los actores involucrados durante el proceso de construcción, los materiales y tecnologías utilizadas, en función del tiempo destinado en obra y su origen de procedencia. En otras palabras: poder definir en función de cada tipo de edificio, programa, escala y situación geográfica, qué oficios, técnicas materiales o saberes de un entorno más o menos próximo involucrar en determinadas tareas y/o durante un determinado tiempo para otorgarle a dicha arquitectura una personalidad y un arraigo propio que a su vez estimule, amplíe y facilite el fortalecimiento de saberes y economías cercanas. Arquitecturas que comienzan a vivir y a ser parte del lugar antes de ser acabadas. Pero si algo nos interesa y procuramos, es el entendimiento de toda arquitectura como escenario e infraestructura de lo cotidiano; su capacidad de ser, significar, transformarse e incluso desaparecer. Y desde este sentido desmonumentalizador nos permitimos hablar de objetos o soportes subjetivables.
Prácticas cotidianas Los objetos cotidianos son un lugar de intersecciones de las ideas y los sentimientos de los que habla Rafael Argullol, en el texto “Maldita Perfección”. Aprendimos de Josef Hoffman, de Josef Frank, de Adolf Loos, de la Bauhaus y de Max Bill que en su diseño se condensa tanto la cultura heredada como toda la fuerza de producción industrializada futura. La “Loa al Salero” (Löb zum Salzstreuer, 1913) que escribe Adolf Loos, o la “Loa a la bombilla” con que Alejandro de la Sota solía comenzar sus conferencias –J. M. López Peláez lo recoge en el texto del catálogo de la exposición celebrada en Barcelona en 1985 en la Galería CRC– que a veces hemos referenciado en nuestras charlas, para ilustrar nuestra atención en la esencia constructiva y la materialidad del ingenio, exponen mejor una actitud ante el proyecto y su acompañamiento desde la arquitectura. Resumimos aquí, brevemente expuestas, algunas de nuestras prácticas.
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Viviendas en Conil de la Frontera Gradiente de intimidad, reconfiguración y adaptabilidad Hay un objeto cotidiano que nos interesa mucho, y es el cajón: es un espacio que está contenido en otro espacio. Es conocido el texto de los arquitectos Alison y Peter Smithson sobre “El elogio a la puerta de los armarios”(1979) y compartimos el valor del velar y desvelar un espacio que se llena de cosas que también puedes hacer desaparecer. Un espacio neutro que adquiere todo el sentido cuando se llena de objetos y de vida. Es un soporte de vida que se muestra a la vez íntimo y abierto, genérico y particular, donde de pronto todo lo oculto puede quedar “expuesto”. Esta idea nos acompaña al proponer un espacio doméstico:los vínculos espaciales que traza con el entorno y las huellas que atesora en la vida de sus habitantes. El concurso para treinta y dos viviendas sociales en Conil de la Frontera, una pequeña población de la costa de Cádiz, se desarrolla en un solar largo y estrecho, con una fuerte pendiente, situado al borde de una urbanización sobre un terreno de relleno, justo donde acaba el suelo urbano. Tres asuntos, aparte de las condiciones del solar, estuvieron presentes en el desarrollo de este proyecto: las condiciones de fuertes vientos e intenso sol a las que el lugar estaba expuesto nos llevaron a pensar en un sistema de autoprotección donde los huecos, como partes más vulnerables, buscan una situación protegida dentro de la volumetría, sin recurrir a elementos accesorios como celosías, aleros o parasoles; entender la vivienda como un filtro de intimidad y relación, ofrecer un gradiente de relación desde lo público a lo privado y lo íntimo. Se propone, a su vez, un sistema de espacios de transición entre exterior e interior, donde puertas y ventanas se relacionan en un espacio intermedio, de relación e intercambio; y permitir la adaptabilidad y reconfiguración interior y exterior de la vivienda, para lo cual el programa y los requerimientos normativos debían ser al menos interpretados o directamente alterados. Las dificultades del solar se resuelven mediante un garaje común semienterrado que genera una contención a la ladera y sobre el que se construyen las viviendas macladas unas a otras siguiendo la pendiente. La planta de cada vivienda se conforma por dos cuerpos –uno de escaleras y cuartos húmedos y otro abierto–, cuyo sistema estructural permite un desplazamiento –a modo de cajones– entre cada vivienda, que acompasa también el cambio de niveles. Se generan así espacios intermedios sin un uso definido, espacios de comunicación y transición entre la casa y la calle, entre la casa y el paisaje. Espacios que, a su vez, tamizan la luz y protegen del sol y del viento.
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Img. 2. M. Pelegrín y F. Pérez. Croquis de la obra de viviendas sociales en Conil de la Frontera, Cádiz, 2009.
En el interior, la planta baja ofrece un espacio de limites no definidos, donde las particiones se pueden construir según le interese a sus habitantes: bien las 4 o 5 habitaciones estipuladas por la normativa, bien un gran espacio común o incluso la posibilidad de convertir parte de la casa en una zona independiente, para negocio u oficina con salida directa al porche exterior. De esta manera, sin perder el carácter doméstico se posibilitan futuras intervenciones que dinamicen e intensifiquen el carácter semipúblico de los espacios relacionados con la calle. Para su construcción se opta por una estructura mixta con pilares de acero –que permiten plantas libres y limpias–, forjados de hormigón, y por sistemas y materiales de fácil mantenimiento que puedan ser suministrados y ejecutados por agentes próximos al lugar, asumiendo que los acabados interiores podrán ser sustituidos con mayor periodicidad. Las visitas posteriores permiten verificar no solo este aspecto, sino previstas e imprevistas transformaciones que, sin alterar el carácter general de las viviendas y el conjunto, muestran y exponen diversas formas de habitarlas.
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Biblioteca de Cañada Rosal (Sevilla) Escalas de lo público y pliegues de luz Otro objeto cotidiano entrañable es indudablemente el libro, objeto que contiene toda una vida en sus páginas escritas. Pero ¿quién no ha guardado en el libro que le acompaña en un viaje unas hojas, flores o billetes del lugar? Con este gesto o acción conseguimos que el libro sea singularmente especial. De pronto, al abrirlo nuevamente, aquel libro te devuelve otras historias no escritas, las que aquel objeto recuerda sobre el lugar que visitaste. Las experiencias que acompañan al libro quedan de nuevo expuestas. El concurso para la Biblioteca de Cañada Rosal se desarrolla en un pequeño solar ente medianeras, con cinco metros de fachada por veinte metros de profundidad, situado frente a la plaza principal de la población. Tras visitar el lugar e indagar en ciertas actividades y usos de los escasos espacios públicos cualificados, nos preguntamos: ¿puede ser esta pequeña biblioteca una espacio en continuidad con los espacios públicos de la población? Para ello se propone, como primera operación, vaciar y cubrir el solar con un tejado cuyos pliegues dialogan con las cubiertas vecinas y definen una secuencia de subespacios interiores pautados, a su vez, por la presencia de lucernarios. Bajo el tejado, un forjado intermedio que no llega a los extremos y que se ahueca en zonas centrales, más la disposición perimetral de anaqueles concebidos como muros equipados, contribuyen a definir una serie de espacios diferenciados sin la necesidad de tabique ni particiones. Resulta así un sencillo gradiente de espacios públicos, una secuencia de espacios de distintas alturas que configuran diferentes grados de intimidad. Junto a la fachada, un espacio de recepción e información a doble altura dialoga con la escala pública. Seguidamente, tras un umbral marcado por la caja de ascensor, un espacio de consulta con mesas, ordenadores y sillones da paso al área infantil –nuestro particular pétalo dentro del libro–, situada al fondo, donde otro espacio de doble altura extiende el interior hacia el patio posterior y su ginkgo biloba. En el nivel superior, la cubierta zigzagueante ilumina, a través de lucernarios matizados por lamas o filtro de luz, la sala de lectura, que balconea sobre los espacios de planta baja. Los muros laterales son los muros portantes de estanterías: el espacio interior está sostenido por los libros. Se realiza un proceso de consulta y participación, que si bien se concentró en la fachada, cerramiento que, salvo por cuestiones climatológicas, podría no existir, contribuyó a que el edificio fuese recibido y utilizado con intensidad e ilusión: lugar de estudio, lectura, consulta, conexión, presentaciones, charlas, eventos, son parte de un apretado calendario de actividades de esta porción de plaza techada.
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Img. 3. M. Pelegrín y F. Pérez. Croquis de la obra de la Biblioteca Municipal Cañada Rosal, Sevilla, 2009.
Otra vez una construcción sencilla que optimiza recursos materiales e inmateriales, atendiendo a las aportaciones y saberes de los agentes constructores, y haciendo que estos se hagan presentes en la experiencia espacial. Las estanterías, que podrían haberse comprado como equipamiento estándar, pasaron a construir “la medianera equipada“, incorporando aislamiento e iluminación. Elementos como los lucernarios, que se prescribían industrializados y estándar, pudieron ajustarse, garantizando su mejor funcionamiento. Así, los carpinteros y albañiles que cuidan los detalles de cada espacio quedan contenidos como la historia paralela de la hoja atrapada entre las páginas de un libro.
Centro Social Macarena Tres Huertas (Sevilla) Espacios ‘elevados al cubo’ Otro objeto singular –aunque quizá no tan cotidiano– es el “mensaje dentro de una botella”, o el “manuscrito” del cuento de Edgar Allan Poe. La botella es un objeto cotidiano que el mensaje llena de vida y que se lanza al mar de olas y ondas hacia quién sabe dónde. Otra vez un objeto cotidiano que una acción modifica y le otorga un nuevo sentido. En una situación pendular entre la exhibición, el consumo de lo público y el ocultamiento, la intimidad y la re-creación de lo privado, se sitúa la siguiente propuesta.
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Img. 4. M. Pelegrín y F. Pérez. Croquis de la obra del Centro Social Macarena Tres Huertas, Sevilla, 2009.
El concurso para el CiberCentro Macarena Tres Huertas solicita un centro social con un importante equipamiento informático, para acercar a esta población de un barrio obrero envejecido de Sevilla gran cantidad de recursos y formación virtual. ¿Puede ser este espacio de conexión un lugar de contacto virtual y de encuentro social real a la vez? El solar había sido una pista de baloncesto dentro de este barrio con bloques residenciales de ocho plantas, cuyos bajos se conectan por zonas ajardinadas y más áreas recreativas. Multiplicar el espacio público y ofrecer tres veces más superficies equipada en altura es una de las apuestas de este proyecto. Se libera la planta baja para conformar una plaza porche en relación con una sala multiusos y un bar solicitado por los vecinos para encuentros y celebraciones. Sobre estos se eleva un volumen revestido de chapa perforada lacada en rojo donde se alojan los espacios con mayores requerimientos de control y protección, como oficinas de administración y salas equipadas con informática. Finalmente, la cubierta se concibe como plaza elevada, una habitación sin techo delimitada con un banco perimetral y una valla en chapa perforada que se eleva hasta proteger la intimidad de las viviendas colindantes.
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Se propone una arquitectura con una imagen sencilla pero singular. Se apuesta por una construcción normalizada, organizada según módulos estructurales estándares. Se utiliza chapa galvanizada plegada y lacada en rojo, con diversos niveles de perforación, que proporcionan vibración y ofrecen privacidad y protección. Este revestimiento se realiza con procesos de producción, transporte y ejecución seriada, pero a cargo de industriales próximos a Sevilla, quienes se encargaron de todo el proceso –plegado, lacado, perforado y colocación–, acortando la trazabilidad y aportando soluciones específicas para remates y encuentros que la industria estándar no ofrece. Referencias a artistas como Daniel Canogar, que han reflexionado con el mundo de las redes, la comunicación y la obsolescencia, están presentes en los murales pintados por Miguel Chacoff, un grafitero cuya firma puede encontrarse en otros muros de la zona. Como en el caso de la botella, este equipamiento se ofrece como caz y soporte de varias vidas y posibilidades, como objeto cuyo uso lo altera y desborda. Sus actividades son múltiples, se hacen conciertos y lecturas poéticas en cubierta, se dan clases de informática y se cortan volantes de trajes de flamenca en la salas de planta primera, y se hacen exposiciones y reuniones en la planta baja. Nos gusta pensar que en este mar de ondas, a este puerto, no solo llegan mensajes encriptados en 0 y 1, sino que allí se reúnen y superponen multitud de espacios alterados por las actividades que en ellos se desarrollan.
Teatro de Vejer de la Frontera (Cádiz) Construir patrimonio, presentaciones y representaciones Un lienzo enmarcado, un cuadro, un objeto que cuelga de nuestras casas convertidas en pequeños museos; una tradición burguesa que se ha heredado con la cultura muchas veces del horror vacui. Nos gusta pensar que en esa fina lámina se condensa, por detrás, todo el mundo de imaginación de su autor, mientras por delante pasan infinitas personas que observan dicha escueta representación del mundo. El Teatro de Vejer de la Frontera es una intensa ocasión para pensar sobre los espacios de representación y la construcción del patrimonio. Para pensar sobre el teatro, la espacialización de la palabra, la expresión de los cuerpos y los lugares generados para ello. Lugares que a priori pueden verse o entenderse como de representación, como marcos que acotan una imagen o un relato estudiado, pero que lo son también de presentación. Lugares que presentan y representan a una sociedad y su gente, lugares que hablan y construyen la sociedad desde el presente.
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Img. 5. M. Pelegrín y F. Pérez. Croquis de la obra del Teatro de Vejer de la Frontera, Cádiz, 2009.
Para el concurso se propone la rehabilitación de un antiguo cine, dentro de un proceso de recuperación del entorno histórico y sociocultural donde se inserta. Mientras el viejo cine, como una caja cerrada, vivía de espaldas al espacio urbano, el nuevo teatro se abre hacia la estrecha plaza, haciendo de esta un vestíbulo urbano, una nueva escena donde ver y ser visto. De esta manera, la plaza se incorpora como foyer y hall de acceso, y una escalera pausada iluminada cenitalmente dirige hacia la planta alta, donde un gran ventanal vuelve a asomarse a la plaza como si de un gran balcón se tratara. Dos colinas caracterizan el perfil de Vejer de la Frontera en el paisaje de la janda. Sobre la rugosa textura de casas blancas y pequeños huecos, en la colina oriental destacan, junto al lienzo de muralla, otras construcciones públicas no domésticas –castillo, iglesia, palacio– que han jalonado la historia de la población. En la colina oeste apenas destaca lo poco que se conserva de un antiguo convento extramuros. Sobre los patios y caballerizas de este convento se construyeron el actual mercado y el cine que ahora se rehabilita. La nuevos espacios requeridos por el teatro –la sala y la caja de escena– se asoman como paños ciegos sobre la masa doméstica, y toman la escala y el material de las construcciones públicas antes mencionadas, mientras que los espacios de menor tamaño y más próximos a
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las cotas de calle se resuelven con el color blanco y la articulación de pequeños volúmenes del caserío circundante. La inserción del edificio no es solamente cuestión de formas y texturas de los materiales. La atención a los agentes “culturales” del pueblo, actores, escuela de danza y casa de la cultura, fue más que importante para la conformación de los espacios y para que el teatro viviese antes de ser inaugurado. También la elección de materiales y procedimientos constructivos jugaron un papel importante en la aceptación e inserción del edificio en el lugar. Se incorporaron oficios y sistemas que, al tiempo que otorgaban una personalidad y especificidad a los acabados y detalles, permitieron la implicación e interacción de los operarios con la obra y con el medio, haciendo que aquella no apareciera sino que se produjera en este. Se han mantenido muros preexistentes y se han recuperado técnicas tradicionales como los suelos de terrazo in situ de vestíbulos y foyer; la sala se reviste con duelas de cedro trabajadas in situ, con despieces e ingletes pensados y definidos con los carpinteros. Todo ello en convivencia con las técnicas contemporáneas de producción de un espacio escénico que le permite estar en distintos circuitos de espectáculos. La arquitectura es, entonces, el telón de fondo, que también construye ciudad. El teatro contiene tras de sí toda una representación del mundo, que se presenta ante el público.
Facultad de Ciencias de la Salud, Granada Escalas para la academia urbana Difícilmente, si seguimos pensando en objetos cotidianos, podamos olvidar otra pieza que contiene un mundo maravilloso en sí; las macetas, un recipiente de naturaleza domesticada, que cuidamos y nos cuida. Un pequeño soporte, aparentemente inerte, que con un poco de tierra, oxígeno y agua desarrolla un lugar espléndido de vida en todos los estratos que contiene. El nuevo campus de Ciencias de la Salud de Granada se sitúa al sur de la ciudad, y constituye un importante espacio de transición entre la Vega –valle fértil de rica explotación agraria que atrajo a los árabes en el siglo VIII después de Cristo– y la ciudad que se desborda. Es un lugar que actúa como nexo o rótula entre escalas, dinámicas y paisajes. En 2006, la universidad convoca a un concurso internacional para la ordenación del campus en el que obtuvimos el tercer premio, que derivó en el encargo del proyecto y la dirección de obra de la nueva Facultad de Ciencias de la Salud. El primer premio lo obtuvo el
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Img. 6. M. Pelegrín y F. Pérez. Croquis de la obra de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Granada, 2009.
equipo de Cruz y Ortiz Arquitectos, cuya ordenación dispone una eficaz distribución de los edificios destinados a facultades y determina para ellos una volumetría general de 130 m de largo y 19 m de ancho, con 10 plantas en el tercio más exterior y 3 plantas hacia el centro del campus. Resultado de dicha ordenación, nuestro proyecto se sitúa en el borde más urbano del campus, hacia el barrio del Zaidín, y presenta un acceso en cada extremo que salva cuatro metros de desnivel para canalizar flujos provenientes desde el interior del campus y del entorno urbano próximo. A partir de estas condicionantes de acceso y volumen, el edificio se moldea para atender a distintas escalas de percepción y relación. Acompaña la presencia metropolitana y territorial con que se presenta el parque tecnológico en el sector sur de Granada, mientras ofrece ámbitos de transición entre el campus, la ciudad y el edificio. Propone, al mismo tiempo, un interior con diversidad de espacialidad y escala mediante una secuencia de espacios a doble y triple altura con visiones cruzadas, patios y vestíbulos elevados. Finalmente, la extensa cubierta de 19 x 85 m se transforma en espacio de ocio, docencia y recreo mediante un gran jardín en el que un paseo conecta la cafetería con pequeños lugares de estancia rodeados
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por plantas medicinales y aromáticas, y desde el que a medida que avanzamos emerge el paisaje de la Vega y de la sierra. Se ofrece así una pequeña porción de naturaleza capturada desde la que recuperar parte del paisaje sustraído. Se trata de un edificio sencillo y sincero. La envolvente de hormigón visto blanco, que es a su vez estructura, se ha trabajado con una textura de tablillas inclinadas que da vibración y continuidad a la superficie. El suelo de terrazo in situ incorpora similar dosificación que el hormigón; los revestimientos de las circulaciones y espacios comunes se revisten en acero negro crudo, material que también construye las escaleras, y el salón de grados se reviste con el mismo tipo, dimensión e inclinación de las maderas utilizadas en el encofrado exterior. La trazabilidad de esta obra muestra su complejidad y la interesante interacción de los agentes locales involucrados. Diferentes texturas y materiales hacen evidentes la presencia explícita y callada de la mano de obra, la implicación de personas concretas, con sus saberes y capacidades, que contribuyeron a la realización de espacios con personalidad, en un determinado momento y lugar. Los encofrados del hormigón de fachada y de la escalera de caracol, los moldes de los lucernarios, el revestimiento del salón de grados y de las zonas comunes, son ejemplos de estas presencias calladas que silenciosamente cuentan, a quienes recorren y viven estos espacios, historias particulares que también construyen cultura, una cultura académica y universitaria que forma parte de la cotidianeidad de nuestro estudio.
Both Directions at Once Cerramos este capítulo para subrayar que una publicación puede leerse como un proyecto, en dos direcciones a la vez: hacia atrás, como documentación de un proceso y hacia delante, como proyección en sí mismo de una forma de hacer que aún está por venir. John Coltrain lo cuenta mucho mejor, y lo resume en el título de su álbum Both Directions at Once, (1963), que Wayne Shorter explica aludiendo a un consejo que Coltrane solía darle en las noches de toque en los clubs: arranca una pieza en torno a unas notas que te motivan y a partir de ahí avanza al mismo tiempo hacia atrás y hacia delante. Quedan así expuestas algunas formas de hacer proyectos; formas de observación que devienen de una actitud, que devienen en forma. Sirvan estas líneas para continuar trazando esa, nuestra propia geografía.
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Índice
1. 2.
3. 4.
5.
8
PRÓLOGO
10
Rastreos
12
Trazas
14
Prácticas cotidianas
17
INTRODUCCIÓN
28
Exponer
30
Proyectos expuestos
31
Itinerario
36
Temas abiertos: contradicciones y riesgo
52
CUANDO LA ACTITUD DEVIENE EN FORMA
56
Trabajos, conceptos, procesos, situaciones, información
57
PRÁCTICAS ARQUITECTÓNICAS EN EL CAMBIO DE SIGLO
76
En torno a 1990
77
De prácticas discursivas a prácticas materiales
84
Pragmatismo experimental y cotidiano
92
Práctica y cultura ecológica
100
URBANIDAD EXPUESTA
122
An exhibit
123
Exposición de obra propia: prácticas expuestas
126
Arquitectura expuesta
129
Haacke y Ábalos y Herreros desvelando Madrid sureste
130
Generación 90: Gotas en incompleto estado de destilación
134
El tiempo reversible
137
Datos y descripción técnica del proyecto
140
Ejercicio mapeo comparado
142
Imagen material e imagen natural
146
Práctica pragmática
148
Espacio de mediación
150
Mesura y monumentalidad
152
Materialidad híbrida y expuesta
153
Exposición en movimiento
153
6.
7. 8.
UNIVERSIDAD EXPUESTA
158
Prácticas expuestas
160
Nuevo marco europeo de formación y la arquitectura
163
El plan Île de Nantes
166
Pliego para un concurso
169
Cinco proyectos para una escuela
170
La arquitectura siempre joven y nueva generación en Francia
174
Otra forma de proyectar
178
Un trozo de ciudad
185
Programa apropiable
187
Proyecto de proyectos: proyecto proceso
190
La desmesura
193
Oportunidad y recurso estructural
195
El ambiente negociado
197
No forma y materialidad
199
Cotidianeidad experimental
202
Cuando la actitud...
204
BALANCE DE LA EXPOSICIÓN
208
Procesos expuestos
213
BIBLIOGRAFÍA
216
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