MEDIORURAL valle central
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes Fondo Nacional del Libro y la Lectura
S贸lo contra la luna, dificulto que haya un var贸n en los antiguos cultos con un cacho de heridas m谩s bonitas.
Pablo de Rokha
N°04 / Año 2015
MEDIO RURAL valle central
MedioRural
MEDIORURAL Dirección CRISTIÁN RAU Comité Editorial JOSÉ TOMÁS LABARTHE MARÍA PAZ RAU DANIEL ROZAS Dirección de Arte & Diseño CRISTIAN CÁRCAMO PAOLA LIZAMA Foto Portada CRISTIAN CÁRCAMO
N° 04 / Año 2015
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EDITORIAL
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ENTREVISTA A JUAN ROMÁN Cristián Rau
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“MIND THE GAP” Camila Rock
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EL TRABAJADOR INCANSABLE: FRAGMENTOS DE UN CHILE FEDERAL José Tomás Labarthe
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VI REGIÓN ALFONSO CALDERÓN: LAS CARNES DEL PASADO Daniel Rozas y Cristián Rau
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RETROSPECTIVA DE CLAUDIO GIACONI: LA LITERATURA COMO ERROR PERSISTENTE Samuel Maldonado de la Fuente
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VIII REGIÓN PARRA: EL LOBO DISFRAZADO DE CORDERILLO Cristián Rau
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EL LAMENTO FANTASMA DEL PACO RABIOSO DE LORA Claudio Maldonado
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FERNANDO MAY
Foto División FOTOS ANTIGUAS DE CURICÓ - CHILE Editorial BOCA NEGRA EDITORES 2015 Impreso IMPRENTA GUTENBERG TALCA www.mediorural.cl info@mediorural.cl 4
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VALLE
CENTRAL
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El siglo XVI terminó de la peor manera para los conquistadores españoles radicados en Chile: en 1598, en el denominado desastre de Curalaba, los araucanos dieron muerte al gobernador Íñigo de Loyola, y comenzaron la destrucción sistemática de las ciudades construidas al sur del Bío Bío. Los españoles, que hasta ese momento ocupaban toda la zona sur del país, se vieron obligados a arrancar, asentándose en la zona norte del río. Con este hecho, tan preciso en la evolución histórica de Chile, se comienza a configurar uno de los periodos más significativos en el desarrollo de la memoria cultural de Chile. Las bases de este edificio, al cual se refiere José Bengoa, se cimientan en la creación de una cultura campesina local, una mezcla gradual entre los españoles y los aborígenes. Ya a fines del XVI, con la instauración de las haciendas, este mestizaje entre originarios y foráneos confluye en una sociedad, en una forma de vida nueva y, en este mismo lugar, más tarde, comenzarán a generarse los aires revolucionarios que llevarán a la Independencia, firmada justamente en el Valle Central.
“El Sur de Chile es totalmente diferente, lo mismo que el norte minero. Hay allí posiblemente otros elementos culturales, pero no son los que dieron lugar al edificio de la Nación”.
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A principios del Siglo XXI, pensando anticipadamente en el Bicentenario, la Universidad de Talca, de la mano del arquitecto Juan Román, postuló la idea de crear la CiudadValleCentral, que pretendía organizar esta zona como una especie de red neurálgica, que conectaba a todas las ciudades mayores ubicadas entre la VI y la VII Región. Era una propuesta arriesgada y romántica, que buscaba acercar las similitudes y aunar fuerzas para combatir el crecimiento acéfalo y la dictadura de la capital.
Bengoa, se pregunta: “¿Qué quedó de la ruralidad? ¿Qué quedó del paisaje del Valle Central? ¿Qué quedó del imaginario del Valle Central de Chile que acompañó buena parte de nuestra historia?” La idea de este número, es ayudar a insinuar algunas respuestas a las dudas lanzadas al aire por el historiador. Inspirados, entonces, en esta nueva distribución geográfica del Valle, más sureña, “tan rural como los huevos de perdiz” -en palabras de De Rokha-; y en la tesis de Jorge Teillier, que en su Invención de Chile dice que “el chileno tiene una apetencia casi infantil por saber cómo se le ve”, proponemos nuestra propia mirada a la recta provincia. Partimos con un sueño poético, de un Chile Federal y de un presidente que no se cansa; atacamos O´Higgins, el Maule y Bío Bío, a través de gloriosos nombres: Calderón, Santelices y el viejo Nicanor; en un esfuerzo por atraer la mirada, para repensar de qué hablamos cuando hablamos del Chile profundo.
Referencias José Bengoa y otros. (2012). Valle Central. Santiago, Chile: Catalonia. Hernán Godoy. (1982). Cultura Chilena. Santiago: Editorial Universitaria. Javier Pinedo y otros. (Marzo 2003). Valle Central. Talca: Universidad de Talca. Jorge Teillier y Armando Roa Vial. (2011). La Invención de Chile. Santiago: Fondo de Cultura Económica. José Bengoa y otros. (junio 2008). Velle Central: imaginarios, interpretaciones, ensoñaciones. Revista de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, 2, 18. 7
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ENTREVISTA A JUAN ROMÁN, CREADOR DE CIUDADVALLECENTRAL:
“ESTÁ LA POSIBILIDAD DE CONVIVIR CON EL TERRITORIO, LOGRAR QUE LAS CIUDADES no CREZCAN como manchas, sino que DE MANERA ARMÓNICA” por Cristián Rau 9
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Con la excusa de encontrar una
idea que representara el pensar de la Universidad de Talca de cara al Bicentenario, el arquitecto Juan Román (Valparaíso, 1955), armó el concepto de CiudadValleCentral (CVC), que pretendía crear una gran ciudad que uniera a toda la zona central de Chile, hecha a escala humana y que disminuyera la dependencia de Santiago. La propuesta se basaba en dos conceptos: el primero, que gracias a la carretera 5 sur y al tren Santiago Chillán 250 minutos (que a la larga nunca se hizo), se podría recorrer este territorio, de punta a rabo, en menos de tres horas; y, en segundo lugar, cada una de las diez principales ciudades del Valle Central se convertiría en un “centro de servicios específico”. Juan Román explica, “lo nuevo del proyecto, era dejar de ver a las ciudades por separado, sino que ver un solo elemento”. La idea era ubicar algunos servicios específicos en cada ciudad para poder lograr cierto acople funcional entre ellas. Por ejemplo, si en Talca se decidía instalar las universidades; en Curicó no habría centro de estudios superiores, pero podrían estar emplazados los centros culturales; en San Fernando los hospitales y así sucesivamente, hasta lograr un entramado que permitiera a los habitantes acudir a servicios de primer nivel con la certeza de que a través de la carretera o en el tren, estaría en ellos en un tiempo prudente. La idea, concebida en la Escuela de Arquitectura y con la ayuda del reconocido arquitecto holandés Winy Mass, tuvo su debut en sociedad en diciembre del 2003, nada menos que en el Museo de Bellas Artes. CVC fue durante años motivo de debates, charlas, libros y seminarios, hasta que silenciosamente fue desapareciendo de escena. 10
A más de una década de la génesis de este proyecto, Medio Rural conversó con Juan Román el hombre detrás de la otrora potente idea CVC.
Parece que hay dos grandes proyectos distintos: por un lado, la idea a nivel país y, por el otro, la opción que han tomado ustedes como carrera que tiene que ver con posicionar su Escuela en el soporte asociado del Valle Central. ¿Cómo se hace para que la idea más local llegue a la nacional? Para que CVC funcionara requería apoyo político, y quizás fue algo que no vimos en su momento, aunque intentamos muchas cosas, libros, charlas y seminarios, no pasó nada; quizás a los políticos no les interesó. Actualmente ese proyecto, como existía, ya no puede ser porque estaba fundado en el tren Santiago-Chillán 250 minutos y hoy no existe; la carretera, que estuvo bien en algún momento, ahora está saturada, no tiene esa conectividad regeneradora que se esperaba. En ese momento, al requerir el apoyo político y no contar con él, viene la idea de hacerlo nosotros, con las uñas, con lo que hay, entre nosotros: la Escuela, la Universidad, muchas ganas de hacer las cosas y unos alumnos extraordinarios. Frente a esto, se comienza a gestionar esta otra cosa que viene desde abajo: en los proyectos de título, los alumnos que están en terreno sin nada. Ha habido historias conmovedoras, por ejemplo, la de “el chico de las manzanas”, como lo llamaban, que fue a hacer su título muy cerca de donde vivía. Él había trabajado siempre en la recolección de manzanas, para pagarse la carrera, entonces cuando va
a la Municipalidad, habla con los vecinos, y propone su proyecto de titulación, nadie lo toma en consideración, porque cómo “el chico de las manzanas” va a ser arquitecto, es ridículo. Entonces no le dan nada. Él, en cambio, empezó a trabajar solo. Partió limpiando, se consiguió algunos ladrillos, solo, en la soledad absoluta, y, poco a poco, la gente comenzó a ayudarlo; el Alcalde puso algunos recursos y finalmente pudo salir adelante. Entonces son como los dos extremos: la CVC, una idea de nivel país, que debiese interesarle al poder y la de nuestras titulaciones. Entonces partimos desde abajo hacia arriba con lo que hay. 11
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En el discurso inaugural de la Exposición de CVC, en el Bellas Artes en el 2003, decías que Ciudad Valle Central es sólo una idea. A más de 10 años, ¿sigue siendo sólo una idea? ¿Cómo ha evolucionado la visión en este periodo? CVC se refería a una ciudad, a un espacio habitable, con condiciones urbanas en términos de servicios, de accesibilidad a salud, a cultura, etc. Entonces, en esos términos, yo lo que quería decir era que sólo era una idea y no un proyecto (éstos, tienen plazos y costos asociados). Yo creo que más que idea, era una posibilidad. Por ejemplo, cuando conocí Barcelona yo dije “este es un Valparaíso que resultó”, porque Valparaíso no resultó; los turistas creen que van a una favela, es de lo peor, todo pintarrajeado, entonces me parece que los territorios tienen posibilidades. En ese sentido, creo que CVC requería la voluntad política, creo que fue una buena idea a futuro. Viéndolo con la distancia, sigue teniendo lógica, es posible que con el tema del empoderamiento de las regiones, la valoración que hoy solicitan las regiones, por ese lado podría resultar.
Una de las cosas más interesantes, era eso de “transformar en territorio a la ciudad”, podrías explicarnos en qué consiste esta propuesta. Si tú miras la calidad de Talca, por ejemplo, puede andar bien en algunas cosas, como los servicios, pero no en términos de cómo se vive en la ciudad. Está muy contaminada, sin vistas, y si eso lo comparas con cómo viven los campesinos, que tienen unos predios mayores, tienen contacto con la naturaleza que los rodea, tienen la capacidad de autoabastecerse en 12
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algunos aspectos, te das cuenta que ellos ellos pueden llevar una vida bastante más “entera”. Entonces, las ciudades van creciendo, como manchas, generando periferias por todos lados, y se pierde la capacidad de generar un borde en el que la ciudad creciera como dientes, y el territorio, al mismo tiempo, también penetrase. La urbe no se come a lo rural, sino que coexisten. Nuestras ciudades están mal, la calidad de vida no está bien.
“En el modelo de desarrollo actual, si te da un derrame cerebral, pronto vas a terminar en Santiago y, probablemente, en el tiempo que te demores en llegar vas a quedar con serios daños o, directamente, te mueras”.
¿No te parece que al proponer esta macro ciudad, por llamarlo de alguna manera, las personas, los creadores de esta vida vernácula, pasan a ser parte de una masa, números, y se pierde la originalidad que las hizo únicas? Cuando se pensaba en el concepto de CVC, se pensaba en una ciudad y no, la cosa es que siguen siendo las mismas ciudades y se establece una relación de complemento entre ellas. En el modelo de desarrollo actual, si te da un derrame cerebral, pronto vas a terminar en Santiago y, probablemente, en el tiempo que te demores en llegar vas a quedar con serios daños o, directamente, te mueras. Es comprensible que, como somos un país pobre, no tengamos hospitales de primer nivel en todas las ciudades, entonces, siguiendo esta idea, si Talca se ha convertido en una ciudad universitaria, para qué, entonces, en Curicó o Linares vamos a hacer grandes inversiones en infraestructura educacional cuando en Talca ya está disponible. Ahora, si en Talca dejamos la educación, por ejemplo si tengo un problema de salud grave, voy en la ambulancia a Curicó o a San Fernando. Está la posibilidad de convivir con el territorio de lograr que las ciudades no crezcan como
manchas sino que de manera armónica, como un ramal.
El arquitecto José Luis Uribe propone que gran parte del fundamento del trabajo realizado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, proviene de lo que él llama “contemporización de lo vernáculo”. ¿Podrías explicarnos dicha tesis? Ya en el comienzo de la Escuela hubo un trabajo bien importante de valorar mucho las construcciones campesinas. Me acuerdo, por ejemplo, que con el fotógrafo Héctor Labarca salíamos a sacar fotos de las chancheras; y nos impresionaba como se construía y se construye con las cosas que van encontrando: un neumático, una lata y con eso van apilando y armando sus construcciones. Entonces, este ejercicio de volver la mirada, fue derivando en la Escuela en un lenguaje proyectual. El hecho de haberse detenido en estas construcciones campesinas, en las huellas que deja el tiempo en el adobe o en el ingenio para llevar adelante cursos de agua, dan lugar a un lenguaje campesino que tiene mucho valor. Yo creo que a lo que se refiere José Luis, es al intento de colocar este lenguaje en un contexto contemporáneo y global.
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“Mind The
Gap”
por Camila Rock
Sentada en Barbican Centre, un lugar fascinante y lleno de historias, ubicado en el centro de Londres, al norte del río Tamesis, construido en los 60’s sobre un sitio duramente bombardeado durante el Blitz. Ciudad amurallada dentro de la ciudad, ícono del Brutalismo inglés y del movimiento moderno residencial durante la reconstrucción post-guerra. 14
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Viviendas, centro cultural, biblioteca, teatro, galerías de arte, salas de conferencia, jardín infantil, invernaderos, bar, café y restaurant todo en el mismo lugar. Proyecto que, a pesar de tener múltiples detractores, es indiscutiblemente un exitoso oasis de calma en medio del frenético mundo de negocios de Londres. Multi-etario, multi-cultural, todos tienen su m2 para hacer lo que se les da la gana. Es interesante preguntarse qué tiene este lugar, como otros en Londres, que llama a un respiro y que ayudan a descansar los cinco sentidos. En Europa abundan estos “bolsillos urbanos”, pero ¿qué es lo que hace que funcionen?. Hay algo en el tamaño de estos lugares que los hace perfectos para la interacción. Lugares de medida justa, suficientemente compactos para que los usuarios puedan verse, oirse y reconocerse para entablar conversación. Lugares para mirar al que pasa, donde el límite entre espacio público y privado se hace difuso pero es el justo para dar pie a la interacción social. En palabras de J.Ghel en su libro Life
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between the buildings, “lugares donde hay spots cómodos para pararse y sentarse, especialmente a lo largo del borde de un espacio configurado. Edificios y espacios públicos que están diseñados para respetar el microclima local en vez de crear túneles de viento u hornos”. Puede ser útil entonces ir un poco mas atrás y revisar parte de la historia del planeamiento urbano de Londres, donde el Masterplan creado por Patrick Abercrombie en 1944 -“Greater London Plan”- y estudios posteriores fueron de significativa importancia. El concepto de Abercrombie se centró principalmente en el control de la expansión urbana de la ciudad por medio de la creación de “cinturones verdes”. Cinco millas a la redonda actuarían como áreas de “amortiguación” conectadas por “vías parque” a comunas controladas y auto-sustentables alrededor de la ciudad. Éstas, incorporarían nuevos proyectos de vivienda, industria e incluirían además infraestructura y entretenimiento para la comunidad.
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Este concepto del “New Town”, a pesar de no haber sido implementado en su totalidad, fue clave para el crecimiento urbano de Londres y para abordar problemas de congestión y las condiciones de vida “anti-higiénicas” de la época. Otro aspecto importante, fue la idea de mitigación de congestión y crecimiento controlado de la ciudad planteado por Sir Ebenezer Howard en 1898 en su llamado “Garden City Movement”, en el cuál se decretó la formación de “comunas satélites”, gran referente para Abercrombie. Cada una de estas comunas concentraría 32.000 habitantes en 6.000 acres (2.400 há aprox.) basada en una geometría concéntrica con espacios abiertos, parques públicos y boulevares radiales que emanarían desde el centro. Estas serían auto-sustentables y cuando alcanzacen su máxima capacidad de población, una nueva “Garden City” sería creada. Habrían varias de estas “ciudades verdes” como apéndices de una ciudad central de 50.000 habitantes y la gente se movería de un lugar a otro a través de transporte público, principalmente tren.
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El masterplan de Abercrombie, abordó 5 problemas principales de la ciudad en ese momento:
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1.
Reducción de la congestión vehicular.
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Mejora del Stock de Viviendas, restringiendo la densidad pero obligando a la mezcla de tipologías de casas y departamentos combinadas con espacios verdes (incluyendo tanto vivienda social como privada en cada área para así evitar el fenómeno de segregación social).
3.
Creación de espacios abiertos para la recreación.
4.
Zonificación de zonas industriales, llamando a la re-ubicación de éstas en “satélites” situados en la periferia.
5.
Infraestructura y transporte. En el que viviendas, industrias y espacios de recreación estarían conectados vía tráfico controlado y transporte público basado en un circuito de tren principalmente.
Guardando diferencias de historia, escala y territorio, hay algo en esta idea que me recuerda a la propuesta de estudiantes y docentes desarrollada por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca junto a Winy Mass en 2003. Ciudades satélites, auto-sustentables, ubicadas en un territorio lleno de riqueza natural, y en el que sus habitantes podrían gozar de una buena calidad de vida gracias al complemento de “atractores y facilitadores”, en medio de un valle que proporcionaría no sólo bienes productivos, sino además el privilegio de estar situado entre increíbles paisajes que incrementarían aún más la calidad de vida de sus ciudadanos. Quizás CiudadValleCentral jamás debió haberse propuesto como una gran ciudad, sino mas bien como el resultado del complemento entre las ciudades que la compondrían. Por otra parte, es probable que mucho de lo que se propuso en esa época tampoco estaba planificado de manera que convenciese al grupo político de nuestro país a tornarlo en un proyecto real. Sin duda, deben confluir muchos factores para que una idea como esta funcionase: historia, cultura, recursos, políticas. Quizás hoy, con la importancia que se le está dando a la descentralización, sería un buen minuto para volver a replantearse 21
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esta posibilidad. Pero no es el próposito de este artículo ahondar en hipótesis, causas y efectos que intervenciones macro urbanas de esta índole podrían tener en un país como Chile. Por ahora me interesa ahondar en lo local, en los parámetros culturales que permiten la generación y uso de espacios públicos útiles/utilizados.
LA CALLE LIVING ROOM Siguiendo el modelo de planeamiento urbano de muchas ciudades de Estados Unidos, las avenidas chilenas han sido dedicadas mayoritariamente al flujo vehicular. Lo poco que queda para actividades pensadas al peatón, han sido principalmente ubicadas en Shopping Centres o paseos relacionados a algún tipo de actividad comercial. Esto desencadena un patrón de actividades 22
sociales 100% monofuncional y pasivo: caminas pensando en el consumo, te sientas un segundo solo para descansar, porque luego sigues vitrineando. No tienes idea quién pasa por el lado porque el “window shopping” es a lo que viniste, y el resto es perder tiempo. Incluso en el modelo europeo, donde gran parte de las ciudades están pensadas para el tráfico peatonal, sólo en algunas, los peatones se verán tentados a hacer un alto, a disfrutar del sitio en el que están y de la gente que los rodea; tornando el espacio público en un lugar de reunión, en una especie de living room urbano. Las actividades pasivas, como el vitrineo, han sido poco a poco reemplazadas por un sin fin de eventos espontáneos, transformando la ciudad en una especie de foro cultural: música y teatro callejero, festivales en el parque, ballet, arte, hacen del espacio público un lugar atractivo. 23
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IS IT JUST A MATTER OF TIME ? (¿Será que es cosa de tiempo?)
Hoy somos más conscientes de los errores producidos por el diseño urbano pro-automóvil y de la necesidad de reconocer la ciudad como parte de nuestra vida diaria, para quizás algún día, pasar a disfrutar de espacios de calidad generados con sensibilidad para el peatón. Un buen desafío sería impulsar la educación y cambio de mentalidad de nuestra sociedad: dejar de concebir los espacios públicos simplemente como el decorado de las ciudades o como lugares en donde prolifera la delincuencia y las malas prácticas. Necesitamos entender que un espacio público exitoso no es aquel que suma gran número de personas transitándolo, a pie o en bicicleta, sino el que se centra en la cantidad de gente que para y se sienta a contemplar, sociabilizar y disfrutar; recién ahí podríamos hablar de un verdadero espacio público atractivo y de calidad. Del diccionario, la palabra Gap se define como “un espacio o intervalo sin relleno; una ruptura en la continuidad”. Por lo tanto, para quién venga a Londres, corresponderá entonces no sólo estar alerta a la bajada del metro, cuando escuches la clásica advertencia que alerta tener cuidado con el hueco entre el tren y la plataforma, sino tambien deberás poner ojo a sus Gaps urbanos, a este “sub-mundo” que hace posible difrutar la calle, el espacio público, y con esto la ciudad, una metrópolis que con todo esto sin duda te da la opción de elegir la velocidad de vida en la que quieres vivir, “So, Mind the Gap”. References Abercrombie, Patrick. Greater London Plan, London: University of London Press, 1944. Carter, E.J. & Goldfinger, Erno. The County of London Plan, London: Penguin Books, 1945. Howard, E (1902), Garden Cities of Tomorrow (2nd ed.), London: S. Sonnenschein & Co, pp. 2–7. 24
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EL TRABAJADOR INCANSABLE: FRAGMENTOS DE UN CHILE FEDERAL
por José Tomás Labarthe
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CANDIDATO PRESIDENCIAL EL TRABAJADOR INCANSABLE no duerme ¡y además canta! así que será sin lugar a duras el mejor Presidente que la Séptima Región pueda haber llegado a tener Toda la provincia su fragará por EL TRABAJADOR INCANSABLE mientras ningún milico en su día libre coquetee de lo lindo con las chiquillas que helados de arma tomen en la plaza de agua de Curicó
CEREMONIA DE INVESTIDURA
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EL VALOR DE LA LEY En el Chile federalista de 1826 EL TRABAJADOR INCANSABLE parlamentó con 2 forajidos poderosos a axilosa que bajando al trote del Cerro del Pavo venían Entre los 3 pipearon por el Ruil el Queule y el Pitao Hecha la paz deshechos los árboles: las huellas y los forajidos muertos de sed a un borde del Río Seco
MÁS PAN Y MENOS CIRCO SEÑORES
EL TRABAJADOR INCANSABLE no duerme además canta y también baila con el talán talán del viene el tren
Otra para bola cuenta que un día el mítico TRABAJADOR INCANSABLE el tiempo tomose incluso para jugar al balón pie por el desaparecido Ferro Badmington
Entran los trenes al vientre y la eterna campaña ha terminado (una leyenda en su banda presidencial así lo asevera):
Desde la inmejorable caseta de un bar de dos pisos SEISfueron las vistas gordas registradas por DOSlocutores ciegos de una misteriosa radioemisora local
“Te ha llegado la hora séptimo hombre, Teno, Romeral y Molina te regalan los remos del Maule y tú te conviertes en un tucotuco maulino”
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LOCUTOR 1 Desmanes en la vía pública: Dddooosssfueron los veteranos de prensamarginados de la coladel principal coliseo deportivotras hacer 3 veces el 4como 5y conminar a las fuerzas públicas a transformar en levadizoel puente grande de Los Niches (según reza el braile policial)
LOCUTOR 2 Cuerpo frío mente caliente: Una vez sancionada la penaMáxima –la lustra botines personal deEL TRABAJADOR INFALIBLE– rauda dentrose al verde gramadoa meterle conejo y sacarle doradomas morada saliose cuando su marido se persignaba bajo la cuna de 3 barrotes confinado a muerte desde los 12 pasos
LOCUTOR 2 No hay primera sin segunda: En ausencia de la moneda –por saltarina– la partida o lado se echó al gallito
LOCUTOR 1 Eso es todo amigos: Cabe consignar que a su salidaEL TRABAJADOR IMPLACABLENO saludó al respetable pero a su salud en cambio lo hicieron2 naufragados locutores radialesantes apostados por defecto en el bar La Guindaleraahora por efectos del navegadoallegados en una pieza oscura que a nuestro distinguido cuerpo de autoridades le sobraba además de frazadas y pan con chancho chino LOCUTOR 2 No nos vamos ni cagando: Al poco de encierro nos lo juran: ¡remodelarán el puente grande de Los Niches!
LOCUTOR 1 El saquero:
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–“¡SE PASÓ SE PASÓ!”– fue el vítor escogidopor la incondicional gradería norte de Sagrada Familiaparaalabar a su émbolo creativoEL TRABAJADOR INTRATABLEquien tras tres tristes sin balonesy dos remates jabonososreconvirtió en penal una filigrana estrepitosagracias al referee sempiternojunto a su terna de turno
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ÚLTIMOS MILAGROS Una tarde de 1827 elomnipresentepresidente provincial una visita sorpresa realizose a las conflictivas localidades de Curepto, Pencahue y Longaví (en ese preciso orden) Por longitud y brío turulata quedose la gallada cuando el pene de EL TRABAJADOR INDOMABLE con mayúscula transformose en tremendo cuerno incandescente Tamaña hazaña Acto seguido penetradas en filita las mujeres fueron por el bendito que su venia de amor diose en injustas dosis que de a doce venían logrando así paliar finalmente la grave crisis de natalidad existente Demás está decir que aplauso cerrado sacose por parte de los sin parto que harto pidieron qué harto: “¡OTRA, OTRA, OTRA!” Con bondad dadivosa EL TRABAJADOR INCASABLE a todos los hombres de la zona llamose incluidos Parral y Empedrado para celebrar la fértil gesta con una buena ingesta de porotos con chuchoca y vino en cacho En la Huerta del Mataquito muchos cantores traqueteaban sus guitarras mientras otros bailaban la cueca con rabia sacándose sus ropajes y sus chupallas
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VI REGIÓN
ALFONSO CALDERÓN: LAS CARNES DEL PASADO “Como todo el mundo, sólo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia humana: el estudio de mí mismo, que es el más difícil y peligroso, pero también el más fecundo de los métodos; la observación de los hombres; y los libros…”
Marguerite Yourcenar
por Daniel Rozas y Cristián Rau
La poeta, guionista, comunicadora audiovisual, y profesora universitaria Lila Calderón (58) nos recibe en su departamento ubicado en la calle Los Tres Antonios en Ñuñoa, una lánguida tarde de sábado de lluvias intermitentes y temperaturas oscilantes. Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, Calderón ha obtenido diversos reconocimientos por su trabajo como el Premio de Video-Poesía de la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile; el Premio adaptación de guiones de cortometrajes Luchino Visconti del Ministerio de Educación, y el Primer Premio en el Encuentro de Cine y Video del Caribe con La Muerte de un poeta, en homenaje al poeta cubano Ángel Escobar. Lila es acogedora y extremadamente generosa. Sabe que nuestra intención es hablar sobre su padre, y no tiene reparos al respecto. Es más, ella es la más entusiasta en hacernos un “tour” por la biblioteca de su casa, donde tiene reunida toda la obra de Alfonso Calderón. Lila tiene un ligero aspecto de gitana andaluza: pelo castaño crespo revuelto tomado por una coleta, menuda, ataviada de un vestido floreado, y siempre premunida de su inseparable abanico; nos regala el último poemario que publicó, Lo que ocultan los vestidos (Editorial Bordes), mientras nos invita una taza té para iniciar la conversación. 34
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Al recordar a su padre, Alfonso Calderón, dice, “él no calzaba en ningún lugar ni en ninguna época. Él no era de ninguna parte. Yo diría que su personalidad era antigua; retraída en cuanto a su timidez y su diplomacia”, y explica que era un tipo cuidadoso y discreto como buen provinciano. “Así se relacionaba con la gente. Era fino y empático pero de trato muy breve”. Rasgo que –según asegura Lila- acentuaba su timidez: “él siempre quería irse luego”. Lila Calderón relata que Alfonso siempre tuvo un verdadero interés por los antepasados y sus raíces; y este interés no se remitía exclusivamente a su familia directa sino que se extendía a su incesante inquietud por la humanidad misma. “Yo creo que esta curiosidad intelectual sumada a su timidez lo impulsó a leer mucho desde muy pequeño, y eso lo hizo fascinarse desde muy temprano con la escritura, la reflexión y el conocimiento”. Y agrega un aspecto desconocido a la conversación: “Su preocupación metafísica estaba muy vinculada a la religión porque de niño fue monaguillo y sus padres eran católicos muy severos”. En cualquier caso, Lila asegura que Alfonso Calderón era un ateo inusual, “yo siempre le vi un cariz espiritual a su persona. En ese sentido, tuvo mucha preocupación por la dimensión mítica de las cosas. A él le dolía particularmente cómo se destruían los lugares sacramentares de cada ciudad que él conocía. Cuando derribaban edificios emblemáticos a él le dolía el alma”. 35
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LA PROVINCIA
“Pisas un durmiente y otro. Suenan las cigarras. Más allá, Colcura. La selva en formación, no sabías el copretérito, vamos, vamos, porque los pobres estudian ¿entiendes? y los ricos se van a Niza, y los durmientes, marfiles negros, teclea y teclea, ritmo y ritmo. Es tu primera cimarra, la mejor, tus nueve miserables años, y el piano te cogía por los pies, creando su propia zarabanda, el miedo, el miedo, y tú no sabías que la muerte se atusaba los bigotazos, tú el orador de la plaza, el mentiroso (…)”
Como dice en su poema Yo soy del 30, Alfonso Calderón Squadritto nació desnudo en 1930, mientras volaban los dirigibles; Hitler ya había aparecido en escena y sus tías y parientes sicilianos morían de muerte natural en alguna parte de los cerros de Valparaíso. Calderón nació en la ciudad de San Fernando y luego, por años, vivió y se educó en el sur: Los Ángeles, Lota Lautaro y Temuco. Después, en 1948, se traslada a Santiago a estudiar, primero en el Instituto Barros Arana y luego Pedagogía en Castellano y Periodismo en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Su hija Lila afirma que su padre era provinciano de origen pero no de mentalidad: “tenía aspecto de provinciano pero
estaba adelantado a su época en otras cosas y no se sorprendía con temas que eran tabú para su época”. Alfonso Calderón amaba tremendamente Los Ángeles, cuenta Lila, “también sentía amor por Temuco. El sur de Chile era muy importante para él. Y por supuesto también recordaba con muchísimo cariño su natal San Fernando; recordaba constantemente la plaza de provincia, el cine, los quioscos donde compraba revistas, y las librerías de viejos donde adquirió sus primeros libros”. Su padre, continúa, siempre se ponía nostálgico recordando las estaciones de trenes de su ciudad de origen porque le traían muchos recuerdos. “Una vez me llevó para que yo tomara fotos de todos los 36
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lugares en que él se había criado cuando era un muchacho”. Con los cartones bajo el brazo, Alfonso Calderón vuelve a dejar la capital. Ahora, el destino será la IV Región. Entre 1952 y 1964, se desempeñó como profesor de castellano en el Liceo de Hombres de La Serena. De esta experiencia, Lila Calderón, recuerda, “en la casa que tuvimos en La Serena él tenía un gran escritorio donde conservaba un tocadiscos y paredes de libros que conformaban un verdadero laberinto borgeano. Nosotros vivimos en la cuarta región cuando Alfonso llegó a hacer clases. Allá conoció a mi madre, y por esa razón se quedó finalmente tanto tiempo. Ahí se casaron, y ahí comenzó una etapa difícil en la vida de mi padre: fue padre de tres hijas y siendo profesor universitario su sueldo no era suficiente para proveer materialmente a toda la familia. Eso le mantenía angustiado, y se veía sobrepasado por la situación. Alfonso se justificaba diciéndonos: “Yo no soy millonario. Soy un profesor, y por esos les regalo cosas que a ustedes les van a servir por siempre. Quizás ahora no lo entiendan pero en el futuro verán los frutos de la educación que les doy: libros, películas y música”. Luego, Alfonso Calderón regresa a Santiago, donde se radicará definitivamente –a excepción de los constantes viajes que realizará por todo el mundo- a trabajar en la Universidad de Chile. Se dedicará a la docencia en diversas universidades, incluso llegando a ser director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica. El año ‘74, renuncia a su trabajo universitario debido a la ocupación militar. 37
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De la experiencia en la capital, Lila apunta que, “él me contaba que le costó bastante hacerse un espacio en Santiago. Por aquella época existía una resistencia natural hacia los intelectuales que venían de provincia y muchas veces eran mirados en menos. Ese desprecio también se manifestaba cuando llegaban delegaciones de escritores de provincia a participar de la Feria del Libro y eran puestos en mesas retiradas de la actividad central. Existía un ninguneo constante al provinciano. El único circuito que se reconocía era el capitalino; lo otro era no existir”. A la larga, esta realidad, le dolió mucho prosigue Lila- “porque rápidamente se dio cuenta que la única forma de ganarse la vida como escritor e intelectual era viviendo en Santiago. Yo creo que si hubiese dependido de él habría vivido felizmente en regiones”. En el plano personal, Lila lo recuerda como alguien lúdico y juguetón. “Le encantaba ponerle sobrenombres a la familia. Desde niña me tocó educarme con un padre que nos educó sin un sentido clasista de la sociedad; lo único que nos dejó claro fue que él provenía de una familia de inmigrantes provincianos que trabajó mucho -su padre era un hombre de trabajo en la administración pública- y por lo tanto era de la idea que cada uno de nosotros debía gozar de total libertad para hacerse su camino en la vida”. Sin embargo, agrega que Alfonso Calderón no era de hablar mucho con la gente. “Salvo cuando no conocía a nadie, y ahí si se sentía cómodo y trataba de entrar en contacto con la gente del lugar. Ahí hablaba y le preguntaba cosas al sujeto común. Él era muy respetuoso del juicio del hombre humilde. Y por eso le dolía horrores el hambre y la miseria de los más desposeídos”.
DIÁLOGO CON EL PASADO “De niños, solitarios e imaginativos, amos y señores del mundo, podíamos estimar todo viaje desde la cocina al patio como un hallazgo contenido en el mapa de la Isla del Tesoro, como una página de la biblia, en la huida de Moisés y los israelitas, cruzando el Mar Rojo. Emilio Salgari fue el héroe mayor de nuestras fantasías viajeras. Sentíamos que algún día podríamos amar a Honorata de Van Gould; o luchar con los piratas de Salé o de Berbería, de la Malasia o de Mompracem, entre los filibusteros del Caribe, los formantes de Puerto Limón o los bucaneros de Bayona”.
Es complicado situar a Alfonso Calderón dentro de un tipo de producción literaria: por sesenta años publicó poemas, memorias, novelas, ensayos y un denso diario de más de 3000 páginas y siete tomos. En 1949 abre los fuegos con el libro de poemas Primer consejo a los arcángeles del viento; además, dentro de su producción lírica destacan: El país jubiloso (1958), Isla de los bienaventurados (1973), Poemas para clavecín (1978) -con el que obtuvo el Premio Municipal de Santiago en 1979Música de cámara (1981) y Una bujía a pleno sol (1998) – que le valió el Premio Municipal de Poesía. Dentro de su trabajo como novelista destaca principalmente el libro Toca esa rumba don Azpiazú, un texto que según Lila Calderón “es una narración fragmentaria donde mixtura momentos personales con el telón de fondo histórico de la época. 38
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En ella se habla de la guerra, del amor, sus primeras transgresiones al mundo familiar, la pasión que sentía por el cine, y sobre todo, la curiosidad inagotable que lo llevó a crear una obra tan fecunda y variada”. Dentro de los extensos y variados intereses que tuvo Calderón, sin duda que el aspecto más persistente está en su afán por rescatar y volver la mirada al pasado. Es necesario mencionar, en este sentido, la importante influencia que tuvo Joaquín Edwards Bello en su formación, tanto como literato, como en el sentido memorístico que le dio a su obra. Títulos como Cuando Chile cumplió 100 años (1973); Memorial del viejo Santiago (1984); Cuaderno de Chiloé (2001); Cuaderno de la Serena (2001); Benjamin Subercaseaux: noticias del ser chileno (1998), o Ventura y desventura de Eduardo Molina (2008), entre otros, destacan la intención de la obra de Alfonso Calderón por revalidar la vida de otros tiempos. En este sentido, el académico y rector de la Universidad Diego Portales- donde Calderón trabajó sus últimos años- Carlos Peña, dice 39
“como ocurre con Edwards Bello, en Calderón la escritura está indisolublemente atada a la memoria, como si escribir fuera el permanente intento de domesticar algo que se agazapa en los recuerdos y que no sabemos bien qué es. Como si escribir fuera la única manera de rescatar otro texto que hubiera sido escrito alguna vez y que la nueva escritura, paradójicamente, borra y al mismo tiempo rescata a pedazos” . 1
Lila Calderón, respalda esta comparación, afirmando que su padre, admiraba con vehemencia a Edwards Bello. Cuenta que por esa razón lo fue a conocer, y luego comenzó a crear antologías de sus crónicas: “lo admiraba tanto que lo citaba a cada rato y, por lo mismo, nosotros en la casa lo conocíamos de memoria; era como una familiar más”. Alfonso Calderón Squadritto fue admitido como Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua en 1981 y recibió el Premio Nacional de Literatura en 1998. Falleció el 8 de agosto de 2009 y sus restos fueron incinerados, según sus deseos.
ENTREVISTA ¿Hay algún libro que te parezca fundamental para entrar en la obra de tu padre? Sí, Memorial del viejo Santiago (1984) y, para entrar en el mundo provinciano, me parece fundamental un libro que se llama Toca esa rumba don Azpiazú (1970). 40
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En esa novela, están todas las claves y los recuerdos de su infancia: sus amistades, la vida en provincia, la llegada a Santiago, el trabajo en la capital y la reinvención fragmentada de sus recuerdos narrados de una forma sumamente experimental”. ¿Con qué escritores se sentía afín? Sin lugar a dudas la lista empezaba con Joaquín Edwards Bello. Era por lejos su referente más importante en Chile. También tenía especial entusiasmo por la obra del memorialista Luis Oyarzún quién le parecía muy interesante. Fuera de Chile, sentía devoción por Marcel Proust pero su escritor favorito y modelo era Honoré de Balzac. ¿Sabes si se interesó en algún momento por rescatar a algún escritor chileno joven? Se acercaban muchos escritores jóvenes a pedirle ayuda. Sobre todo desde la universidad. Él siempre era una fuente de consulta inagotable de bibliografía para los escritores noveles. Eso sí, era muy mañoso con el tema de prestar libros. Siempre decía: “¿Por qué me piden libros y luego no me los devuelven? Para mí tienen la misma utilidad que el martillo para el carpintero: son mis herramientas de trabajo. ¡Si tengo que escribir un artículo yo necesito de mis libros para poder hacer una cita! Muchas veces le pasó ir a la calle San Diego a buscar libros de viejo, y encontrarse con sus propios libros marcados con sus fichas; eso le daba una rabia infinita. Él lo sentía como un abuso de confianza”.
¿Cuál era su relación con la modernidad? Mi padre nunca se pasó a la era digital. Hasta el fin de sus días el siguió trabajando con sus dos máquinas eléctricas. Él tenía una velocidad increíble para escribir y no 41
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quiso aprender nunca a manejar internet. ¡El sufría una verdadera angustia al no ver el papel! Pero hasta cierto punto también te diría que esa resistencia hacia la modernidad se extendía a otros ámbitos como por ejemplo la arquitectura. Él consideraba horribles los edificios nuevos, y tenía una verdadera aversión hacia el feísmo. En ese sentido era un digno heredero de su máximo referente: Joaquín Edwards Bello. Mi padre veía como una aberración estética la manera de construir los nuevos arquitectos, y creía que todo esto era parte de una maniobra política para atomizar a la masa y quitarle la capacidad de emanciparse y encontrar su propio camino. ¿Crees que existe algún escritor en la actualidad que siga la línea de tu padre? Me parece que Roberto Merino es uno de los autores que sigue la línea de trabajo de mi padre. Yo creo que existía bastante afinidad entre los dos. Mi padre trabajó en la Editorial Universidad Diego Portales, y ahí sintió un reconocimiento muy grande por parte de las nuevas generaciones. Él iba dos o tres veces a la semana a la UDP, y trabajaba como profesor de taller de crónicas. En aquellas oportunidades aprovecha de salir a almorzar con Roberto Merino con quien compartía el interés por el rescate patrimonial de Santiago. ¿Qué motivaba a tu padre? Para él siempre fue fascinante la recuperación histórica, y siempre andaba detrás de lo que él denominaba las carnes: ir a averiguar la leyenda en torno a lo que pasó ahí, lo que la gente dice, los fantasmas del pasado y las anécdotas. Nada podía ser frívolo. Todo tenía que traer voces del pasado. El siempre recalcaba la importancia de dialogar con el pasado. 1
Carlos Peña. (2009). Editorial. Revista UDP, 08, 174.
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RETROSPECTIVA DE CLAUDIO GIACONI:
LA LITERATURA COMO ERROR PERSISTENTE por Samuel Maldonado de la Fuente
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Claudio Giaconi fue un dandy en su juventud: alto, flaco y de impecable negro, se sentaba a fumar un cigarro tras otro, fantasmal y de mirada vigilante. El año 2004 estuvo al borde de la muerte por la tuberculosis, después de este episodio se recluyó en Lo Barnechea alejado de los círculos literarios en la meditación, quizás previniendo su cercana partida. El poeta Armando Uribe recuerda que lo conoció en la década del 50, “cuando todos éramos jóvenes y Lafourcade publicó la Antología del nuevo cuento chileno. El mayor talento literario de ese grupo lo tenía Giaconi; un escritor que tuvo experiencias muy variadas; era secreto, en sus conversaciones no imponía lo que estaba escribiendo. Aunque uno no tuviera una gran amistad con él, se conversaba con gusto e interés, era ingenioso y a la vez impávido”. Se rumoraba en los círculos literarios nacionales de la época que Giaconi fue una especie de gran murciélago de los bares neoyorkinos, que al igual que Alsino de Pedro Prado, volaba con sus ensoñaciones sobre los rascacielos de la ciudad y era inalcanzable para los de su generación.
EXILIO En mi simbólico adiós a esta ciudad me emborraché con tres margaritas y fue la cuarta la fatal a cuenta del mesonero ebrio la que me hizo mirar atrás. Hallé una antesala de años dilapidados una recámara de cámaras en desuso una despensa de máscaras en reciclaje un cementerio para días no vividos sonámbulos en una maratón de catacumbas ufanos en ser los primeros en llegar. Es hora de volver; pero de volver adónde? 44
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Claudio Giaconi perteneció a una familia de inmigrantes Italianos radicados en Curicó, donde hizo sus primeros estudios que luego continuó en el Colegio Hispanoamericano de Santiago. Giaconi no tuvo estudios superiores sistemáticos, como otros de los miembros de su generación, la del 50, pero sí tuvo sagacidad, voluntad y un don natural en su arte de escribir. No quiso entrar a la universidad: trabajó en una fábrica de conservas en Bélgica, fue becario en Roma y luego en París; las hizo de periodista para la agencia UPI en Nueva York y compartió en Manhattan un trago con Thelonious Monk. Tres años antes de morir se le detectó tuberculosis. El último año de su vida lo pasó en la parte alta de Santiago, aquejado de la rebeldía de una lenta agonía. Sufría de una trombosis que amenazaba con amputarle sus piernas, y por eso los médicos le recomendaron intervenir la aorta, aunque le advirtieron del riesgo de muerte. Antes se había sometido a una difícil intervención a su fémur, su convalecencia al cuidado de una dama, le trajo mucha calma y afinidad casándose finalmente con ella por agradecimiento. La unión no prosperó. Vivió en el populoso Cerro 18 de Lo Barnechea. Murió en Santiago a los 79 años un viernes 22 de Junio de 2007. El escritor falleció en el Hospital El Salvador, como el fuego que anidó en su existencia, fue cremado y en una noche oscura de invierno, unos pocos parientes cumplieron su última voluntad, reposar en el territorio de su niñez, Curicó. No asistieron Nicanor Parra, Enrique Lafourcade, Alejandro Jodorowsky, Jorge Edwards, ni muchos quienes lo admiraron, porque así lo quiso. Algunos poetas y admiradores hicieron un velatorio, en un bar cercano a la Sech. Todos se mostraron compungidos por la muerte de Claudio, no hubo llantos y todos en patota se largaron de ahí, “haciendo perro muerto”.
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MALA SEÑAL
TCHAIKOVSKY
Sentarse a comer y ser tú
Soy un pájaro lúgubre, compasión!
el único comensal
fatídicamente desgarrado en un ala
es mala señal
por los picotazos rabiosos de Melancolía
no tener a nadie
y por ahí por la herida me desangro a chorros.
con quien conversar
Ah, pero con mi ala diestra prestísimo
a la hora de los postres
voy a despeñar al monstruo al abismo
es mala señal
y apenas restañe las heridas en sordina
ser tú el único comensal
voy a remontar como antes la gran altura
es mala señal
y que Mozart me acoja en su reino.
no tener a nadie mala señal a nadie con quien.
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Giaconi estuvo siempre en total desacuerdo con lo tradicional y mantuvo cierta desilusión al no poder transformar la sociedad tan rápido como él lo quisiera. Por eso expresa con angustia en una entrevista para la revista Ercilla:
“No creo en lo que he hecho (su literatura). Hay gente que le interesa la proyección neurótica de mí mismo. La necesidad de expresarse y escribir es una neurosis. Y yo he combatido mi neurosis y he triunfado sobre muchos defectos míos y cualidades que a la postre resultaron ser defectos..... Hoy no tengo necesidad de expresarme. Es más, desconfío de tal necesidad. Siento que he practicado la literatura como un error persistente”.
Su influencia en la literatura chilena parte con el libro de cuentos, La difícil juventud, Premio Municipal de Santiago (1955). Sólo cinco años después, con la publicación de Un hombre en la Trampa, que lo hizo merecedor del Premio Gabriela Mistral, guardó silencio literario por largas jornadas, exiliándose voluntariamente en Estados Unidos sin publicar. A Giaconi le interesó la poesía tanto como la narrativa, la música clásica y vagar por el Barrio Lastarria, al igual que releer a Dostoievsky. Su último libro editado en vida fue un poemario titulado Etc., aparecido en librerías meses antes de su muerte debido a un infarto al corazón. Disfrutó y padeció de una eterna soledad que lo convirtió en mito. En alguna oportunidad dijo: 49
“Regreso a Chile a hacer mi nido o a hacer mi hoyo, como se quiera”, y cavó su propia tumba. Murió en su ley. Su religión, la literatura, la marihuana y el cigarrillo.
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PLIEGO DE PETICIONES
No borren del mapa a la plaza de mi pueblo para cuando vuelva algún domingo estival al reencuentro de una infancia inconclusa al son de la retreta municipal de mediodía. Bienvenido a tu cuna, me dirán las palmeras rotundas ahora tan precarias. Yo también soy hijo vulnerable de Hiroshima diré al jazmín humilde y al abejorro zumbón. Ve y diles a los enemigos de las flores que se achicharren entre sí, me dirán y a los demás pétalos que los dejen tranquilos o las abejas morirán y la miel se acabará.
Los poemas presentes en este texto, provienen del libro El derrumbe de Occidente, de Claudio Giaconi, publicado por Pequeños Dios Editores en 2013.
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VIII REGIÓN
PARRA:
EL lobo disfrazado de corderillo
por Cristián Rau ilustración de Chanchán Olibos
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Leonardo Sanhueza (1974) es humilde al reconocer la influencia decisiva de Nicanor Parra en su devenir como escritor. Sanhueza, por allá a principios de los noventa, era un joven de 19 años, “timidísimo” -según sus palabras- que cursaba simultáneamente Geología y Lenguas Clásicas en la Universidad de Chile y, aunque ya era un lector avispado, nunca había pensado en dedicarse a escribir. Ahí, la figura de Parra fue fundamental. Sanhueza (autor de los libros de poemas Tres bóvedas (2003), La ley de Snell (2010) y Colonos (2011); la novela La edad del perro (2014) y la crónica El hijo del presidente (2014), entre otros) encontró en la figura del autor de los Poemas y Antipoemas la certeza de que su formación, escindida entre ciencia y literatura, podría tener validez intelectual y algún futuro en el mundo de las letras. De esta mixtura, recibió de la geología un marco conceptual, un entendimiento racional que lo ayudó a definir cómo y por dónde iniciar una búsqueda, que luego afrontó desde la literatura. Luego de su debut en (un) curso dictado por Nicanor Parra, en el segundo año de su carrera, continuó asistiendo 55
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todos los años (“ya sea como ayudante, como oyente o como sapo”). Eso sí, nunca llegó a tener un trato de amistad con el poeta: “estás loco. Yo era demasiado tímido. Además no tenía ni veinte años y Parra cerca de ochenta. Y ya era una figura”, afirma. Las coincidencias entre ambos no terminan ahí: un profesor de geología invitó a Sanhueza a estudiar las piedras metamórficas de la zona de Las Cruces. El investigador no se había dado ni cuenta de dónde andaba buscando rocas; al llegar a la playa, miró hacia arriba y reconoció el lugar: andaba hurgueteando justamente debajo de la casa del vate. Esa vez, tampoco se le acercó.
PARRA: LONDRES, LA FÍSICA Y LOS DOBLES A los treinta y cinco años, en 1949, y con apenas un libro publicado Nicanor Parra salió desde el puerto de Buenos Aires con destino a Inglaterra para cursar un doctorado en la prestigiosa universidad de Oxford; este grado se sumaría a los títulos de Física en la Universidad de Chile y una maestría en Mecánica Avanzada en Brown, Estados Unidos. Nicanor, en Inglaterra, no sólo se encontraría con la larga tradición poética de la isla - Shakespeare, Pound y Eliot, se convertirían en referentes en la obra del vate- sino que sus estudios matemáticos, especialmente los relacionados con la física cuántica, serían fundamentales en el viraje definitivo que sufrió su poesía durante esta época.
Durante los dos años que dura su estadía en Europa, escribe gran parte de los textos que conformarán uno de los libros más revolucionarios de la poesía en nuestra lengua del último siglo: Poemas y Antipoemas. Para Leonardo Sanhueza, la experiencia londinense es fundamental en la germinación de este poemario,
“ese paso por Oxford tuvo un impacto importante en el desarrollo de este sistema de dualidad (la poesía y la antipoesía) justamente porque la física cuántica deja atrás el mundo de certezas y pasa a preocuparse del mundo de las probabilidades. El otro aporte de la física cuántica para Parra fue la comprensión de la asociación de materia y antimateria; poesía y anti poesía. Estos encuentros de opuestos no deben ser vistos solo como la mera exposición de los opuestos, sino que al encontrarse producen algo nuevo, en el caso de electrón y positrón, la luz. En el caso de los opuestos parrianos, poesía y antipoesía, producen el artefacto literario”. Para Sanhueza la génesis de esta veta tan rica que son los dobles/opuestos, está definida en el Principio de Incertidumbre de Heisenberg. Según Claudio Falcón, Doctor en Física de la Universidad Paris VI Pierre et Marie Curie y profesor de la Universidad de Chile, este postulado “es una relación entre pares de variables conjugadas que implica la imposibilidad de conocer con precisión arbitraria sus valores al mismo tiempo. Si conoces una con mucha precisión la otra se te hace casi desconocida en sus valores”. Explicado para niños y gatos, si en
el mundo cuántico, se supiera con alta precisión la velocidad con la que se baja un cerro en bicicleta, es poco probable conocer con exactitud la ubicación en el cerro; o, viceversa, si se sabe dónde estás en el cerro, no puedes saber la velocidad. Falcón continúa: “por eso se llama de incertidumbre: te dice que los valores no pueden ser conocidos con precisión, porque están conjugados. Si sabes muy bien cuánto vale uno, sabes muy pero muy poco del otro y, lo importante, es que necesitas de las dos variables conjugadas para saber el estado de tu sistema”. Sanhueza sostiene que “el universo parriano no está constituido por unidades cabales, si no que por pares: derecho y revés; humano y divino; poesía y antipoesía. Por ahí hay un famoso verso en que el autor se define como «un embutido de ángel y bestia ». No es un cruce, no es una cohabitación, es un embutido brutal, manual, doméstico: una longaniza. Parra no quiere situar al ángel y al demonio, como lo haría el arte clásico, situando a uno de espalda al otro, él lo pone como algo bestial, donde la carne del ángel, evidentemente, es indistinguible de la de la bestia”. 56
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Leonardo Sanhueza:
“El universo parriano no está constituído por unidades cabales, si no que por pares: derecho y revés; humano y divino; poesía y antipoesía”.
Parra llegó a Europa el mismo año en que terminó la segunda guerra mundial, por lo que este concepto de incertidumbre, no sólo proviene de Heisenberg, sino que del ambiente general que se vivía en el viejo mundo durante el período posterior a la guerra. El mundo del arte encontró varias alternativas para enfrentarse a esta realidad: nihilismo, modernismo y surrealismo, son algunos ejemplos de poéticas que conceptualmente descreían de un mundo real que estaba hecho trizas. Con Poemas y Antipoemas, Nicanor Parra propone una opción distinta a la serie de manifiestos emergidos de las vanguardias, esta es, que no hay realidades absolutas, sino que sólo incertidumbre. Sanhueza explica que “Parra, al proponer que la poesía y la literatura en general, deben estar asentados en un sistema de incertidumbre está, a su vez, dudando de su propia teoría”. Sanhueza recurre al poema Mariposa, de Versos de Salón (1962), para intentar explicar su tesis de que el universo parriano es un juego constante de proponer y derribar certezas:
En el jardín que parece un abismo la mariposa llama la atención: interesa su vuelo recortado sus colores brillantes y los círculos negros que decoran las puntas de las alas. Interesa la forma del abdomen. Cuando gira en el aire iluminada por un rayo verde como cuando descansa del efecto que le producen el rocío y el polen adherida al anverso de la flor no la pierdo de vista y si desaparece más allá de la reja del jardín porque el jardín es chico o por exceso de velocidad la sigo mentalmente por algunos segundos hasta que recupero la razón.
Hay que poner atención, discursea Sanhueza, desde que la lepidóptera deja el jardín. El insecto desaparece de la visión objetiva del hablante y entra en un mundo imaginario, pero este acto es simplemente un error, un desliz, un momento de despreocupación, hasta que la racionalidad vuelve a hacerse cargo de la situación. Aquí Parra propone un juego en donde el hablante lírico se deja llevar por esa sensibilidad que le permite interesarse en el abdomen de un bicho alado, en sus círculos negros y en las filigranas de su vuelo, pero sólo “por algunos segundos, hasta que recupero la razón”. 58
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LOS 100 AÑOS DE PARRA Cuesta definir con precisión qué función cumple Leonardo Sanhueza dentro del mundo de la literatura: desde hace varios años que tiene una columna semanal en Las Últimas Noticias; formó la editorial Quid mucho antes de la moda de las editoriales (según su amigo Alejando Zambra, Quid, no era independiente sino que unipersonal, ya que Sanhueza las oficiaba de editor, redactor, diagramador, repartidor y contador, y el enojo de este último fue el que desembocó en el cierre prematuro a este proyecto); novelista de éxito (autor de La Edad del Perro y de la maravillosa El hijo del presidente, sobre la historia de Pedro Balmaceda). Lo que sí se puede decir con cierta seguridad es que Sanhueza es, antes que todo, poeta. Y lo parece. Tiene el pelo negro y enmarañado, al estilo Rimbaud; unos bigotes largos que se amasa con una mano, mientras habla con un ritmo pausado y, con la mano libre, fuma Lucky´s rojos con unos dedos largos y delgados, de tipo sensible. Él es tan delgado como sus dedos, tan flaco, que la lluvia que parte el cielo talquino, parece que no lo va a mojar. Sanhueza, adentrándose en Parra, se queja de la escasa imaginación de los periodistas y el uso indiscriminado del “anti” para referirse a todo lo que tiene algo que ver con el poeta centenario: ANTI homenaje, ANTI centenario, ANTI cumpleaños y un agotador etc. Al preguntarle, por la pertinencia de todo el circo mediático que se hizo del ANTI cumpleaños y ANTI centenario, responde que esta pregunta solo tendrá respuesta cuando haya otro poeta, tan grande, que a los cien años siga lúcido y, además, ex profeso se siga comportando como un “lobo, disfrazado de corderillo”. 59
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EL LAMENTO FANTASMA DEL PACO RABIOSO DE LORA Asombro, fervor, inocencia, espiritualidad, pueden ser estos los adjetivos que reflejen el actual sentir de la comunidad de Lora, un caserío perteneciente a la comuna de Licantén, en la costa norte de la región del Maule. Porque según varios de sus pobladores, hace ya siete años, que un extraño fenómeno está ocurriendo en la noche previa a su fiesta máxima: El baile de los negros dedicado a la Virgen del Rosario. Es la misteriosa aparición del lamento fantasma del Paco Rabioso, un enigma que para muchos es una renovada muestra del poder celestial de la virgen y para otros un mero dispositivo publicitario para hacer más popular esta celebración, que data de los tiempos de la Colonia. ¿Cuál es el origen histórico -literario de este paco fantasma que se ahoga en sus lamentos? ¿Qué nos dicen los testimonios de la gente que lo ha escuchado y que incluso lo ha visto? ¿Cómo un sencillo jubilado de Carabineros curicano en vida, ha pasado después de su muerte a disputar un sitio en el bestiario de la mitología maulina? por Claudio Maldonado ilustración de Chanchán Olibos 61
UN MARCO HISTÓRICO El profesor Marcelo Cartes Ulloa, Director del instituto Pro indígena del Maule y Dr. en antropología prehispánica chilena, señala que estos años ha ido recabando, con interés, los escasos antecedentes que existen sobre el Lamento fantasma del Paco Rabioso. Sin embargo, es enfático en señalar que esta nueva “invención” no se diferencia de anteriores, ya que desde el siglo XVI no ha existido una evolución en la conformación de los mitos populares religiosos en Chile:
“Lo primero que debo decir es que durante la colonia los sacerdotes españoles tenían el deber de cristianizar a los “salvajes”, y que mejor manera de hacerlo, incorporaron sus santos, sus vírgenes, sus cristos, a los elementos propios de la cosmovisión de estos promaucaes del sector de Lora, que se dice, más encima, habían tenido también un cruce cultural con las negradas que tenían los españoles en el fuerte Vichuquén. Esta apropiación de lo católico, sobre los pueblos originarios, fue una estrategia muy calculada para imponer el credo. De ahí nace la leyenda: unos indígenas del sector de Lora encuentran en una quebrada a una virgen viva, que viene siendo la imagen de una virgen quiteña, la llevan a la iglesia de Vichuquén, pero esta desaparece y la vuelven a encontrar en la misma quebrada, la vuelven a llevar y vuelve a esfumarse y a figurar en el sitio primigenio. Entonces, se crea la necesidad de una virgen para Lora y de esta forma se le da una identidad católica a toda su población. Es así como todos los años se recrea, a través de una procesión, el camino que trajo a la virgen de vuelta. La escoltan los empellejados, que cubiertos con pieles de corderos, máscaras y látigos son los protectores oficiales. Los pifaneros con sus flautas sacan un ritmo muy básico de dos notas, que lo podemos traducir en que la virgen se va “de Vichuqén pa’ Licantén” 62
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los abanderados y las negritas son mujeres vestidas con atuendos mapuches y tienen sus caras pintadas de negro, emulando esa fusión que señalaba anteriormente. Y después de la procesión el baile dentro de la iglesia, elementos paganos, que de todas formas, giran siempre en torno al núcleo de la cristiandad. Lo mismo pasa con el San Sebastián en Yumbel, o con el Cristo del Espino encontrado en Limache. Estrategias de apropiación muy eficaces para el poder, no sólo el eclesiástico, pensemos lo que hicieron los militares con el Miguel Ángel vidente de Villa Alemana. Pero bueno, volvamos a Lora y al Paco Rabioso, que se está poniendo de moda. A mí la historia, me parece interesante, es un tema poco investigado, dentro de la misma fiesta. En todo caso, para mí representa el recuerdo de la única prohibición en sus casi cuatrocientos años. Una interrupción que no alcanza la década, pero que afectó significativamente el sentir de sus habitantes. Los elementos del mito los veo en este orden: desde 1963 hasta 1972 llegan a Licantén unos sacerdotes estadounidenses y prohíben la fiesta, pues la consideran impropia, pues se canta, se grita, se tocan flautas afinadas con chicha de uva y en el fondo se obstruye el supuesto orden silencioso que debe tener la fe. Sigamos con la trama: es muy probable que los Carabineros de la Comisaría de Licantén tuvieran que hacer efectiva la decisión del sacerdote, no creo que con violencia, pero sí en una actitud de vigilante fiscalización. Es de suponer, que en los mayores y los jóvenes de Lora, germinó un sordo rencor contra estos funcionarios. Ahí entramos en el terreno de las 63
hipótesis palpables: después de esta prohibición viene la dictadura y luego una administración que recién el 2011, apoyada por la UNESCO, reconoce esta fiesta como Tesoro Humano Vivo. Con esto, me basta decir, que el Baile de los Negros ya es muy reconocido en Chile y que las nuevas generaciones de lorinos, apoyadas por las más antiguas, sienten que su fiesta ha superado las barreras de la autoridad terrenal, pues lo celestial no tiene detractores, no hay enemigos reales que la puedan derribar. Entonces el imaginario colectivo le da vida al fantasma de un carabinero retro que se lamenta todas las noches previas a la celebración, por haber cometido el error de haberle negado a la virgen la veneración de su pueblo. La culpa, acompaña al uniformado, aún después de la muerte y quizás el castigo será penar por siempre. La fábula ha ido en desarrollo, estos últimos años varios habitantes de Lora dicen haber escuchado el llanto de un hombre viejo en la calle principal, otros afirman haber visto una mancha con forma humana de color verde que hace sonar algo así como una porra contra las rejas de la iglesia. No me parecería raro que en un par de años, en la misma fiesta, los lorinos incorporen como símbolo a este paco arrepentido, personificado en un actor que es azotado por los empellejados durante toda la procesión y que al llegar al altar pida perdón por el pecado cometido en los sesenta. También se podría dar que los mismos fieles elaboren un mono de aserrín pintado de verde y lo quemen, a manera de purga, una vez terminado el baile en la iglesia. Las posibilidades son variadas, la Virgen del Rosario permite muchas cosas, menos que le opaquen su luz. 64
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TESTIMONIO Nombre: Adriano Jara Caro. Edad: 86 años. Domicilio: Lora. Ocupación: campesino.
Esto fue hace más de cincuenta años ya, con mi compadre, el finao Arsenio Labra, tuvimo una reunión con el cura gringo. Se llamaba Tomás. Dijo que no podíamos bailar en la iglesia, porque no tenía ná de religioso, y que la gente se curaba hasta quedar botá. Ahí nosotros le alegamos, si la iglesia era de la gente de Lora ¿por qué la iba a prohibir si el cura era de Licantén?, lo único que se hacía es que a los pitos se le echa chicha o vino. Había un comerciante reintruso, el pelao Rufino, ese le iba con cuento al cura, que poco menos la gente llegaba en carreta a vender vino y chicha a la iglesia, ya era mucha la lesera. Tuvimos otra reunión con el cura y ahí llegó con un Sargento de allá de Licantén, me acuerdo que era un colorín cogote corto, bien pecoso, peinado a la gomina el roto, no era tan joven, tenía como la edad mía, poquito más que el finao Arsenio, unos cuarenta años. El cura presentó al carabinero, Rolando Araya Molina se llamaba. Como éramos del comité de bienestar de Lora había que aclarar el problema, mi compadre, que en paz descanse, le preguntó muy respetuoso cuál era el motivo de su visita y el paco le hizo una musaraña al cura pa’ que contestara.
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Ahí el padre nos dijo que lo único que podía hacer es que nuestro baile lo hiciéramo ajuera de la iglesia y era algo que tenía que respetarse porque era una cosa de autoridad. Mal nos pareció pue´, cómo bailar en la calle si la casa de la Virgen era la iglesia, le volvimo a decir que eso de la borrachera era pura mentira, pero no hubo caso, ahí el gringo se puso de pie, se despidió muy sonriente, salió de la sacristía, nos dejó con el paco colorín. Mi compadre Arsenio tenía más desplante, le preguntó cuál era su opinión. Dijo que no tenía ninguna opinión, que Carabineros de Chile tenía que hacer cumplir la ley. “Yo no le estoy na’ preguntando como carabinero yo le estoy preguntando como cristiano”, le dijo mi compadre. Me acuerdo que el paco se puso colorao y perdió la compostura “yo no estoy na aquí como cristiano, eñor, si la gente quiere andar aquí con bailoteo y tomatera que lo haga en otro lao, no en la iglesia”. Por muchos años no se pudo celebrar a la virgen, como siempre se había hecho. Por harto tiempo el colorín se pegó sus vueltas por acá, andaba vigilando, se metía a la iglesia, hacía una ronda, poca bola le dimos, ni el Pelao Rufino le hacía fiesta, lo teníamo bien multado por sapo. La virgen sufrió por harto tiempo y se cuenta que tampoco se le podía hacer mandas. La señora de Rubilar, le pidió hasta el último que le salvara a un hijo medio tísico que tenía, esto otros, los Penecos que eran peones en el fundo, se les murió una guagüita recién nacida, también le pidieron a la virgen, pero no pasó ná. A la hija de Morales se le ocurrió poner cerca de la iglesia una animita de un primo atropellao que tampoco lo pudo salvar la virgencita. El caso es que después había la montonera de animitas con velas y fotos de todos los que se habían ido 67
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por la lesera de prohibir el baile. Cuentan que pa’ un 18 la hija de Morales pilló al cura conversando con el colorín y medía cañoneá les dijo que pararan de ofender a la virgencita, que ya no iba a quedar solera pa’ tanto muerto que poner ahí. Duró harto tiempo la burrá, un profesor de la universidá habló con el Obispo de Talca pa’ que volviera la tradición, se habían perdío los pitos, la bandera creo que anduvo hasta por Cuba paseando, pero ahí nos arreglamos hasta la fecha. Al paco colorín no lo vimos más, parece que era de Curicó y lo trasladaron a Teno, no sé cómo era el asunto, nadie hubiera sabido más de él, si no es por esa vez que vino, hace como diez años ya, el año dos mil cuatro o dos mil cinco. Mi compadre Arsenio, que en paz descanse, estaba vivo todavía y era el abanderado del baile, ese fue el que lo reconoció. Me acuerdo que ya había terminado la procesión y estaba toda la gente aentro la iglesia, empezamos a bailar con las negritas, los empellejaos también, unos de los pifaneros, ese año, era uno de mis nietos, estaba lleno de gente sacando fotos, de Curepto, Licantén, Curicó hasta de Linares había gente, cuando de repente el compadre Arsenio me dice: “Mire Chuminato, ¿qué no es el paco colorín ese que está ahí?” Sabe que no me costó ná reconocerlo y eso que estaba viejo igual que uno y medio pelao, bien terneao de celeste, el hombre andaba acompañao de un cabro flaco, un chascón crespo con lentes. Entre todo el barullo que había mi compradre, que tenía harto desplante, se le acercó pa´ saludarlo. “¿No se acuerda na’ de mí? ¿viene a rezarle a la virgen?” El paco le estiró la mano muy serio, muy caballero, se notó que poco se acordaba de mi compadre. “Sí, vengo a arreglar una cuentas por estos lados”.
“Hay que arrepentirse antes de morirse”, le dijo mi compadre. Y ahí el paco uso la mismita cara de ese día en la sacristía, se puso como jaiba y traspiró como diablo y con un ojo nos miraba y con el otro miraba a la virgencita. Ahí entre dientes habló: “Aquí recién vengo arreglar cuenta no más, oiga, no sé quién irá a salir pagando, si la virgencita o yo”.
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Eso contestó ese paco diablo y dio vuelta la espalda. El cabro joven poco nos miró y al ratito se lo llevó del brazo y no lo vimos más. Esa fue la segunda vez que lo vi, la tercera fue el año pasao, pero ya estaba bien muerto el hombre. Resulta que mi compadre cuando se fue me dejó a mí con el honor de ser el abanderado. Esa tarde noche fui a la iglesia a buscar unas correas de cuero que me habían lustrado las nietas de los Velázquez, entré a la sacristía a saludar al padre y no estaba, en eso que voy saliendo por la puerta y me da una cosa como un frío en la nuca, me doy vuelta y veo al paco sentado en el mismo lugar en que lo vi hace como sesenta años, estaba con el mismo uniforme de carabinero, pero viejo, más arrugao que cuando lo vimos en la iglesia. ¡Ándate de aquí paco rabioso!, le grité al cristiano y me quedó mirando lloroso.
“Ya pagué la culpa, ya pagué la culpa entera”. Eso le alcancé a escuchar porque pa’ que dármelas de tan valiente, si esa cosa no era de este mundo. A la semana le conté al padre, me dijo que rezara, que la Virgen del Rosario todo lo cuidaba, incluso a los fantasmas. 69
MITO
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QUEBRADO No fue fácil dar con Miguel Gutiérrez Araya, el nieto de don Rolando Araya, el ya famoso Paco de Lora. Tampoco fue fácil que accediera a darme una entrevista, su mayor temor era, que la presente investigación, pudiera afectar a su abuela. El argumento, que en cierta medida convenció a nuestro entrevistado, fue que con su visión de los hechos podría aclarar ciertos aspectos de la personalidad de su abuelo, que en los testimonios lo perfilan como un ser con mucha culpa, con una rebeldía tenaz y sobre todo como una presencia fantasmal, que si bien no provoca un daño, no deja de producir un imaginario de terror clásico que puede seguir repercutiendo, por muchos años, en la memoria familiar.
¿Cómo te enteraste del viaje que quería hacer tu abuelo a Lora? Fue bien extraño, yo hace mucho tiempo vivo en Mulchén, tengo un negocio de comida rápida ahí. Pasó que un día me llamó una de mis tías y me cuenta que el tata está muy enfermo. No me pareció tan raro, sufría de esa cuestión al corazón, le habían sacado líquido del pulmón incluso y ese achaque lumbar que le tenía gastado los discos de la espalda. Pero esa vez mi tía me dijo que 70
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estaba mal de la cabeza. Ahí me asusté y me dio pena, se nos estaba muriendo el viejo. Así que tomé un bus y llegué a Curicó.
¿Cuál era el ambiente que había en la casa cuando llegaste? Estaba la escoba, mi abuela estaba con ataque de nervios, apenas llegué mi mamá se puso a llorar y me contó que mi tata ya no estaba durmiendo, que lo único que quería era ir a Lora, que lo llevaran a Lora y que tenía que ser luego, porque tenía que resolver un asunto en Lora. El día anterior le había tirado la carbonada lejos a mi tía Laura. Nadie entendía nada, mi tío Alfonso me contó que todo había empezado ese día cuando se subió al techo a limpiar las canaletas, porfiado el hombre. Mi abuela no lo pudo atajar. El tema es que después no se pudo bajar y ahí le dio la rabia, le subió la presión y no había nadie más en la casa. Tanto sería que el hijo del Chocolo, uno de los vecinos, lo rescató. Ahí, según mi tío, empezó todo. Cuando yo llegué a Curicó no quería que nadie entrara a su pieza.
¿En qué estado se encontraba tu abuelo cuando lo viste? Cuando llegué lo estaba viendo un médico. Dijo que mi abuelo pasaba por un cuadro de delirio senil, que era totalmente reversible, pero que había que estar atento porque podría ser el inicio del deterioro de las funciones cerebrales. Le recetó un calmante suave, porque algo más era peligroso por su corazón. Al final había que cuidarlo hasta que se le pasara la fiebre por Lora, sobre todo por mi abuela que era la que más sufría. Fue raro, pero cuando 71
le avisaron que yo había llegado se alegró, aproveché de meterme a la pieza y lo saludé con harto cariño. Antes que me preguntara por mi pega y otras cosas le dije altiro: “¿Tata, por qué quiere ir a Lora?
¿Cuéntame cómo fue ese primer acercamiento en la pieza? Nunca fui el nieto más regalón, de hecho siempre fui el que más le falló en todo, me pagó una carrera que nunca terminé, salí piticiego desde chico y no pude ser carabinero o gendarme como él quería. Pero era el mayor de los nietos y eso hacía que lo conociera más, que supiera cosas de él, cuestiones que ni él se imaginó hasta ese día que lo fui a ver. Cuando le pregunté por qué quería ir a Lora al principio se cerró, me dijo que eran cosas de él. Ahí le pregunté si tenía alguna cosa pendiente en ese pueblo. Me quedó mirando, puso los ojos brillosos y me dijo que sí, que tenía que arreglar unas cuentas con la virgen. Le pregunté cuándo quería ir y me dijo que para el día de la procesión de la Virgen del Rosario. El viejo estaba más lúcido que todos en la casa, tenía todo muy pensado.
¿Cómo terminó esa conversación? El miedo más grande que tenía mi abuelo es que no le diera el cuerpo para ir, y que mi abuela, mi mamá y mis tíos sufrieran y no lo dejaran ir por loco. Ahí fue cuando le dije que no se complicara, que les hablara con la verdad, que no se cerrara, que les dijera que tenía que ir a hacer una manda a la virgen y listo. Mi tío Alfonso tenía la media camioneta, demás que lo podía llevar sin problemas.
¿Y porque en Lora, Tata? ¿Usted conoció el pueblo en su juventud? Le hice hartas preguntas hasta que se me anduvo enojando y me tiró un pachotazo, que si yo tuviera un auto lo podría llevar, que no sabía ni manejar, o sea que al final yo era un pobre hueón que no tenía plata. Cuando salí de la pieza le dije a mi abuela que al final lo único que quería el viejo era ir a Lora a pedirle un favor a la virgen, que lo llevaran la última semana de octubre, que no era tan grave la cosa, que lo llevara el tío Alfonso, que el único que no estaba loco en la casa era él. Algo de caso me hicieron. Yo al otro día me volvía a Mulchén y la cosa en la casa estaba más tranquila, convencí a mi tío Alfonso que le ofreciera llevarlo, que le hablara bien amable y le dijera que no había problema. Mi tío Alfonso, que es de los mismos cortos de genio, dijo que lo iba a pensar, que dependía como se sintiera el viejo de salud y que esto y que lo otro y lo demás allá. Alojé ahí y al otro día entré a la pieza a despedirme.
¿Cuál fue el momento o el acto que hizo que tu abuelo se diera cuenta que sabías algo sobre su deseo de ir a Lora? Yo nunca había tenido la confianza con él, cuando chico le tenía respeto y miedo, después un poco de rabia porque siempre decía que yo poco menos era un gañán. Pero ese día le dije no más, le volví a preguntar qué había pasado en Lora y me volvió a mirar feo, pero yo seguí, le dije que yo me acordaba cuando íbamos a Iloca en los veranos, ese Chevrolet gigante que tenía, con toda la familia y con la parrilla llena de colchones, cajas de tomate, balón de gas. 72
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Enero y febrero mi tata le arrendaba la casa al loco Latorre. Le dije que me acordaba cuando pasábamos por Lora, que le daba rabia parar ahí y tener que comprar mantequilla, que le subía la presión y que yo siempre me ponía a vomitar, justo en Lora, poquito antes de llegar al veraneo, algo le pasaba al radiador, o alguien tenía que bajarse a hacer pichí y siempre justo en Lora, se ponía furioso, y al ratito se le pasaba y volvía a poner esos tangos: “ Yo que viví mil amores que me van hablar de amor”. Le dije que me acordaba cuando una vez a mi tía Fresia se le ocurrió comprar un queso ahí en el fundo y cuando llegamos a la casa del loco Latorre nos dimos cuenta que la cuestión tenía un pájaro muerto adentro, yo me acuerdo la cara que puso, le dije, que algo siempre le pasaba con Lora y que yo siempre me había dado cuenta. Ahí me hizo callar y me pidió que por favor me fuera, no estaba llorando, pero le temblaba la pera al pobre viejo, me dijo que me cuidara y me dio las gracias por la visita, era raro, pero se puso alegre, como si alguien por fin lo hubiera escuchado en la vida.
¿Cómo llegas a ser tú el que lo acompaña y no alguien más cercano como tu tío Alfonso? Era viernes, yo estaba atendiendo el local, cuando me llama mi mamá, me dice: “tu tata quiere que vayas con él a la procesión en Lora”. Yo ahí le pregunté cómo estaba de salud y mi mamá me dijo que andaba como avión, que hace días que se levantaba. Igual, medio picado le dije a mi mamá que yo no tenía auto, que nos llevara mi tío Alfonso, pero ahí mi mamá me tiró por el desvío. Me dijo que llegara no más y ahí veíamos. Claro pues, al otro día llegué y estaba 73
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mi abuelo viendo tele en el living, me saludó muy amable y me dijo que íbamos a tomar un minibús, que se sentía bien del cuerpo. Mi abuela no estaba muy convencida, pero al final igual nos preparó unos sánguches. Mi tío Alfonso nos dejó en el Terminal. Cuando ya estábamos sentados le pregunté qué había hecho en Lora en esos años, antes que me dijera cualquier cosa me aclaró que él no iba a pedirle perdón a nadie, que iba a aclarar unas cuentas pendientes, que él iba a cumplir con su deber, que por harto tiempo había sufrido por Lora y no se iría de este mundo sin que la virgen lo entendiera.
fernando may
EL DIEZMO ALCANCES FINALES Presentados los antecedentes históricos, los testimonios y la versión desmitificadora de uno de los cercanos, sólo queda esperar que la gran posibilidad de lecturas, en torno a esta figura del Paco Rabioso de Lora, siga enriqueciendo esta fiesta en honor a la Virgen del Rosario y al importante imaginario de todas las fiestas religiosas del país. Parafraseando a Violeta Parra: ¿qué podríamos hacer con tanta plegaria sobre nosotros, con tantos infiernos, con tantos limbos y purgatorios, milagros y apariciones? ¿Qué hacer con tanta maravilla creada entre los sueños? Quizás hacer lo de nuestro querido paco llorón, volcarse a ellos, a sabiendas que algún día llegará la hora en que dejaremos de latir junto al rebaño.
Que la fruta es dulce todo el año, y siempre hay viento para el volantín. Ignorábamos la trampa en el jardín, inocencia que retarda el desengaño. pero de a poco lo fuimos sabiendo; caen las hojas del árbol sin medida, es nuestro sólo un diezmo en la partida que jugamos sin opción desde el comienzo. de diez bocas besadas en el intento, sólo una te recuerda para siempre, las demás te olvidaron sin saberlo. los latidos viejos de cualquier corazón, saben bien de esta vida inclemente, diezmados nos sorprende la ley del panteón 74
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IMITANDO A UN FANTASISTA
por Jorge Teillier
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LA MARCHA DE LOS SUMISOS
Este otoño, como siempre amarillando, nos pilló para colmo sin tus pasos en la terraza. Te hemos visto partir como el árbol pierde sus frutos, sin lágrimas visibles sin gritos destemplados, pero nuestra raíz se desgarra silenciosa. ¡ ay hija ! como aun eres eterna, no sabes que el fruto desprendido cae a la tierra, mas la cría del hombre se estrella contra la vida. Tu madre sigue cuidando el jardín y Dios la bendice, no puede arroparte cada día, tu padre camina bajo la llovizna con una bolsa de pan
Tiene mandolinas y tiene violas la marcha de los sumisos. Tiene niños vestidos de adultos. Se canta, se invoca, se elevan plegarias. Se adora en la marcha de los sumisos. Se dice amén muchas veces, se aprende a doblar la cerviz en el cielo y en la tierra, a ser buenos ciudadanos, dicen algunos. Viene de tiempos inmemoriales, como de piedra bien enterrada, esta marcha de gentes cantando. Partieron en viejas ciudades, bajaron a las aldeas, serpentean ahora caminos rurales, y siempre, siempre en sus oídos, tañidos que sienten divinos, porque creen de campanas, cuando son en verdad, de cencerros.
Elle m’aime et je porte un veston de alpaga Tristán Deréme
I ¿Para qué buscar la gloria, tonta etiqueta o publicar versos en absurdas revistas? Las estrofas que un día dejó fluir mi mente las comprarán por nada los libreros de viejo y cual vuelo de becasinas se irán mis dedicatorias. Pero, por lo menos, alguna hoja servirá para que un niño fabrique débiles barquitos o una pareja de amantes antes de subir a un hotel lea un poema mío comprado en liquidación.
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