UN Periódico No. 141

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Ciudad ¿Qué le espera a la movilidad de Bogotá en el 2011?

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Nación Ley de Víctimas definirá gran parte del futuro del país

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Salud

En el Araracuara descubren arcillas con propiedades antibacterianas

Agro A la polilla guatemalteca la están matando de hambre

http://www.unperiodico.unal.edu.co • un_periodico@unal.edu.co Bogotá D.C. No. 141, domingo 13 de febrero de 2011

Publicación de la Universidad Nacional de Colombia • ISSN 1657-0987

AFP

Colombia se hunde

por algo más que el invierno

La forma desordenada y sin estudios previos de los terrenos en que se construyen las vías, viviendas y demás infraestructura del país, tiene una gran cuota de responsabilidad en la tragedia invernal. El problema es que el verano podría aumentar la crisis. Según los expertos, la recuperación de las comunidades afectadas por las inundaciones y deslizamientos se debe realizar pensando en no reconstruir la vulnerabilidad que existía antes del desastre. Especial crisis invernal Primer catálogo de insectos primitivos La información de 1.673 especies fue compilada por especialistas que hoy le presentan a la comunidad científica el primer inventario de estos “bichos” realizado en el país.

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Ciudad

¿Qué le espera a la movilidad de Bogotá en el 2011? La toma de decisiones importantes como los cambios al pico y placa en medio de grandes obras inconclusas, la entrada en operación de los primeros buses en Usaquén, San Cristóbal, Engativá y Fontibón dentro del Sistema Integrado de Transporte, así como la construcción de un nuevo corredor de Transmilenio por la carrera Séptima, entre otras medidas que desde luego incluyen el delicado y polémico tema del metro. William Castro García,

Profesor Asociado Facultad de Ingeniería Universidad Nacional de Colombia

El 18 de diciembre pasado se cumplieron 10 años del inicio de operación de Transmilenio, noticia que pasó sin grandes bombos, contrario a su inauguración. A la fecha solo hay dos fases construidas y andando; la tercera, compuesta por la Calle 26 y la Carrera 10, debería entrar en funcionamiento a mediados de este año. En total, el diseño completo del sistema contempla ocho fases y faltan corredores importantes como la Avenida 68, la Avenida Boyacá, la Calle 13 y la Avenida Primero de Mayo, entre otros. Por supuesto, la ciudad y su demanda de pasajeros han crecido más rápido que el ritmo de su construcción, por ello en algunos tramos de corredores –en especial los de la fase 1–, en determinadas horas del día, se observan estaciones en las que la cantidad de usuarios supera la capacidad del sistema. ¿Qué hacer? La solución no radica en la adopción de una sola medida. Debe incluir temas que estarán en debate este año: los cambios al pico y placa de los vehículos particulares, la entrada en operación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), la construcción de nuevas troncales como la Carrera Séptima y la decisión de iniciar la construcción de un sistema metro para la ciudad.

Pico y placa Entre el 27 de diciembre y el 14 de enero pasados hubo un buen laboratorio para saber qué le pasa a la ciudad si se levanta la medida de pico y placa para particulares. Las congestiones se concentraron en el horario de la tarde, ya que la dinámica de la ciudad cambia; aunque se esperaba que la gente saliera de Bogotá en este periodo, hay que tener en cuenta que muchos quizá no viajaron debido a la ola invernal. La nueva condición del pico y placa para particulares comenzó a operar el pasado 17 de enero. Quizá la mejor opción, por ahora, es dejarla igual, no cambiar por cambiar, mientras en la ciudad se terminan las grandes obras que se están realizando y se espera sean inauguradas antes de diciembre del 2011.

Víctor Manuel Holguín/Unimedios

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Según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), el próximo 27 de febrero empezará la construcción de la troncal “ligera” de Transmilenio por la carrera Séptima. Sin embargo, aún está en veremos la aprobación del plan de tráfico.

Sistema Integrado de Transporte Público A la expectativa también está que en el mes de junio entren en operación los primeros buses en Usaquén, San Cristóbal, Engativá y Fontibón, dentro del SITP. Este cambio debe ser gradual. Aprendiendo de otras experiencias, es mejor evitar que ocurra lo que vivió Santiago de Chile el 10 de febrero del 2007, cuando, con el inicio de operación de Transantiago, se generaron graves crisis sociales y políticas en el gobierno de Michelle Bachelet. Al inicio, el caos podrá ser mayor, pues se tendrá por un tiempo el actual sistema de rutas compartiendo y compitiendo por la demanda de pasajeros con el nuevo del SITP. La ciudadanía necesita estar informada y tener presente que indiscutiblemente deberá utilizar el nuevo sistema, ya que, como es claro, al final de la implementación, que ojalá no dure más de un año, el sistema tradicional de rutas de transporte público deberá desaparecer. Estas nuevas rutas de transporte del SITP permitirán usar ambos sistemas con una tarifa reducida.

Nuevas troncales Como se mencionó, hasta ahora se está construyendo la tercera de ocho fases que tiene el sistema Transmilenio. Es importante continuarlas y aumentar su cobertura hasta completar todo

el diseño original. Por supuesto, si se va a construir un nuevo corredor como la Carrera Séptima, su obra debe tener una vida útil de por lo menos 20 años y no solo proyectarla mientras llega el metro. Es importante tener todos los diseños completos, aprobados e integrados, y aprender sobre lo que está ocurriendo en otras obras de la ciudad y del país, en las que se contratan construcciones sin tener claro el resultado y mucho menos su tiempo y costo final. Si tener certeza sobre lo que se va a lograr al final implica tomarse los primeros meses del 2011 para analizarlo, hay que hacerlo. De esta manera, la ciudad estaría adquiriendo su mayoría de edad en toma de decisiones.

Construcción del sistema metro Este es el tema más delicado y complejo, por todos los intereses técnicos, políticos, sociales y económicos que puede derivar su aprobación. Ahora bien, hay que tener presente que se ha avanzado en diez años; hoy existe un sistema masivo en construcción, Transmilenio, que aunque en algunos horarios y tramos se satura, constituye una línea base que permite tomar decisiones lógicas, como por ejemplo buscar que un sistema de mayor capacidad, como lo es el metro, lo apoye precisamente en esos lugares en donde se está colapsando. La infraestructura para el transporte masivo es considera-

da flexible, es decir, las estaciones y puentes peatonales son prefabricados y se pueden trasladar a otros puntos de la ciudad donde se requieran. Si el tramo crítico de Transmilenio hoy es la Avenida Caracas entre la Calle 13, en el centro, y la Calle 76 en Los Héroes, ¿por qué no pensar en construir en este tramo la primera parte de una línea de metro, la cual ya nacería integrada tarifariamente al sistema Transmilenio? Esta podría ser subterránea o elevada por la Avenida Caracas, y aprovecharía toda la infraestructura ya construida para entrar y salir de las estaciones, lo que disminuiría sus costos. La velocidad de operación del sistema Transmilenio en la Avenida Caracas es de las más bajas por todas las intersecciones semaforizadas de ese corredor, que además presenta el mayor número de pasajeros, lo cual garantizaría la rentabilidad del sistema metro. El metro debe verse como la evolución de Transmilenio y no como su gran competidor. En un futuro, poner a los pasajeros a escoger entre Transmilenio por la Avenida Caracas y el metro por la Carrera 11 y 13, corredores paralelos a menos de 500 metros, puede no ser rentable para ninguno de los dos sistemas, haciéndolos incompatibles. Es preferible dejar uno solo que cubra toda la demanda y no genere dobles costos de operación. De esta forma, los corredores de Transmilenio que vayan presentando esta situación deben ir migrando a un metro. Este es el gran reto que le espera al diseñador de detalle del metro, el cual proyecta contratarse también a inicios de este año. Todo lo anterior debería revisarse de forma conjunta e integrada entre las diferentes entidades distritales, en cabeza de la Secretaría Distrital de Movilidad, con el apoyo y colaboración de Transmilenio, el Instituto de Desarrollo Urbano y la Secretaría Distrital de Planeación, así como tener la visión de país del Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Transporte. Estas deben trabajar de forma armónica para construir una mejor Bogotá en el 2011, año de grandes retos en los temas de movilidad.

Director: Carlos Alberto Patiño Villa

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Coordinación periodística: Carolina Lancheros Ruiz Coordinación editorial: Nelly Mendivelso Rodríguez Comité editorial: Jorge Echavarría Carvajal � Egberto Bermúdez � Paul Bromberg � Alexis de Greiff � Fabián Sanabria Diagramación: Ricardo González Angulo Corrección de estilo: Verónica Barreto Riveros Gestión administrativa: Jaime Lesmes Fonseca Impresión: CEET, Casa Editorial El Tiempo Las opiniones expresadas por los autores y sus fuentes no comprometen los principios de la Universidad Nacional ni las políticas de UN Periódico

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Nación

Contenido de la propuesta El proyecto se enmarca dentro del concepto de justicia transicional, entendida, según los ponentes del mismo en la Cámara de Representantes, como “aquel amplio rango de procesos y mecanismos asociados con los intentos de una sociedad por ponerle fin a un ciclo de abusos y violaciones masivas de los derechos humanos”, y en el entendido de que “cada país debe confeccionar un modelo transicional que se adapte a la talla de sus necesidades, que no solo deben enfocarse en garantizar la no repetición del conflicto, la reparación efectiva de las víctimas, la impartición de justicia, el reconocimiento de la memoria histórica y el descubrimiento de la verdad sobre los hechos ocurridos, sino que además, y especialmente en el caso colombiano, deben propender por asegurar una reconciliación para facilitar la finalización del conflicto”. El objeto del proyecto de ley es la adopción de una serie de medidas de orden económico, social, administrativo y judicial en beneficio de las víctimas de violaciones a las normas internacionales de Derechos Humanos o de infracciones al Derecho Internacional Humanitario, para hacer efectivo su derecho a la verdad, la justicia y la reparación de manera tal que se reconozca su condición. El proyecto consta de nueve títulos distribuidos en 183 artículos que contienen temas como los derechos de las personas afectadas dentro de los procesos judiciales; la definición legal del concepto de víctima amparando a las que lo hayan sido a partir de 1991 –fecha controvertida, pues algunos consideran la ausencia de un criterio

Ley de Víctimas

definirá gran parte del futuro del país

Según el Gobierno, en el país hay cerca de 3.600.000 víctimas de la violencia. La cifra incluye a la población desplazada, que en sus cuentas son cerca de 3.300.000.

técnico o científico para partir de este año, ya que con anterioridad también se cometieron hechos que les darían tal carácter–; las medidas de asistencia de orden económico, político, social y fiscal para restablecerles de manera efectiva sus derechos y garantizar dignamente su incorporación a la sociedad, y las disposiciones de reparación, constituyéndose en la columna vertebral del proyecto, si tenemos en cuenta que en este marco se regula la restitución de tierras que según estimativos de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación asciende a más de 3,7 millones de hectáreas usurpadas a más de 3.600.000 personas, como informa la Vicepresidencia de la República. El tema de la restitución de tierras será sin duda el punto de quiebre de esta norma, pues el país ha presenciado cómo una serie de políticos inescrupulosos, funcionarios corruptos, sicarios a sueldo, mafiosos, grupos armados al margen de la ley y un entramado oscuro de intereses de todo orden despojaron a millones de individuos de sus terrenos, ganados, cultivos, edificaciones, en fin, de sus propiedades durante largos años. Utilizando fraudulentamente los mecanismos e instituciones creadas por la ley para garantizar la propiedad, lo-

graron “legalizar” el despojo, por lo que desmontar ese complejo entramado implicará una titánica tarea en la que el Estado deberá comprometer todos sus recursos de poder, si quiere reversar estas aberrantes situaciones, reparar efectivamente a las víctimas, realizar la justicia transicional y lograr así la reconciliación entre los colombianos y alcanzar la anhelada paz del país.

Hay que “ponerle el ojo” al debate final Para cumplir las medidas de reparación, el proyecto contempla en el título V una serie de mecanismos: la creación de la Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas, con amplias facultades y atribuciones para hacer efectiva su labor; un detallado procedimiento ante las Salas Agrarias de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial con inversión de la carga de la prueba a favor de la víctima, y cuyo fallo del proceso de restitución deberán hacerlo en el término de cuatro meses; medidas para recuperar las vivienda; una reglamentación para indemnizar por vía administrativa a los afectados cobijados por la ley; medidas de satisfacción y rehabi-

litación de las víctimas, y regulaciones sobre la preservación de la memoria histórica. De igual manera, define la Institucionalidad y crea el Sistema Nacional para la Atención y Reparación de las Víctimas, como una compleja estructura en la que participan más de 30 entidades estatales, entre ellas 11 ministerios. En el capítulo cuarto crea el Fondo de Reparación para las Víctimas de la Violencia. En los siguientes títulos define mecanismos e instrumentos para compensar a las personas que han sufrido desplazamiento forzado; la protección de niños, niñas y adolescentes; los mecanismos de participación de las víctimas, y finalmente contempla unas medidas de satisfacción y reparación simbólica por parte de miembros de organizaciones armadas –como el M–19, el EPL, el PRT, la Corriente de Renovación Socialista del ELN– que en desarrollo de procesos de paz adelantados con el Gobierno nacional se hayan beneficiado de amnistías, indultos, cesaciones de procedimiento, preclusiones o autos inhibitorios, quienes estarán obligados a enaltecer la memoria de sus víctimas a través de actos de reparación simbólica.

Observaciones  El país debe estar atento al debate final que se escenificará en el Senado, pues los sectores cuyos intereses sean contrarios a la ley tratarán de influir en su texto final.  Dados los poderosos intereses económicos, políticos y de todo orden que la ley afectaría, sería conveniente que la Vicepresidencia de la República tuviera poderes y facultades más allá de los de coordinación, promoción y vigilancia en su aplicación, y la dote de las atribuciones necesarias para impedir que sea desvirtuada.

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En cumplimiento de su agenda legislativa, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, presentó personalmente ante el Congreso de la República el proyecto de ley “por el cual se dictan medidas de atención y reparación integral a las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario”. La concurrencia del Presidente al recinto del Congreso, en el periodo de sesiones en curso, tiene una carga simbólica muy importante, pues significa el compromiso absoluto del Gobierno con el contenido del proyecto. Si a ello sumamos sus palabras, en el sentido de que su aprobación y cabal desarrollo y ejecución justificarían el haber sido elegido como primer mandatario, queda presente la enorme importancia política que para la paz, la convivencia, la seguridad y el desarrollo del país tiene el tema de las víctimas. Sin duda, en este escenario se va a definir en buena parte el futuro de las fuerzas políticas y sociales del país y naturalmente el del Presidente y el Gobierno. A lo anterior hay que agregar como elemento importante para el desarrollo del proyecto de ley de víctimas, el consenso logrado con las fuerzas políticas integrantes de la coalición de Gobierno (Partido de la U, Liberal, Conservador, Cambio Radical), de las independientes (Partido Verde) y de oposición (Polo Democrático) para sacarlo adelante en el Congreso.

El monto de la reparación a las víctimas, que la Vicepresidencia estima en 45 billones de pesos, podría ser el “talón de Aquiles” de la ley si no se logran arbitrar los recursos y se maximizan los controles legales sobre el uso de estos dineros. Otra piedra en el zapato es la restitución de las tierras, que toca oscuros intereses.

 El monto de la reparación a las víctimas, que la Vicepresidencia estima en 45 billones de pesos, podría ser el “talón de Aquiles” de la ley si no se logran arbitrar los recursos y se maximizan los controles legales sobre el uso de estos dineros. Los opositores y enemigos de la ley centrarán aquí sus esfuerzos.

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Profesor Asociado Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional de Colombia

AFP

Humberto Vergara,

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Educación César Enrique Herrera De la Hoz,

Unimedios

Para superar los estragos de la recesión económica del 2008 y proyectar con éxito el futuro, los Estados Unidos invertirán cuantiosos recursos en tres áreas fundamentales: educación, innovación e infraestructura. El enfoque lo dio a conocer el presidente Barack Obama durante el discurso del Estado de la Unión del 2011 ante el Congreso Nacional, evento anual en donde el líder presenta un análisis detallado de la situación social, económica y militar de la Nación. Con su plan, Obama busca darle un papel fundamental a la educación superior y promover la investigación en áreas como la biomédica, las tecnologías de la información y la producción de energía limpia (solar, eólica, gas natural). En medio del tenso clima político interno que viven hoy los Estados Unidos, las metas de su presidente parecen desbordar la realidad. Apostar por la educación y la innovación solo dará resultados concretos en el mediano y largo plazo. Sin embargo, Obama hace una apuesta segura. Las tres fórmulas ya han sido utilizadas con éxito en otros momentos de crisis de su país y han fundamentado las transformaciones de Corea del Sur, Japón, China e India. ¿Qué tan cerca está Colombia de contar con un gobierno capaz de asumir con tanta claridad y visión estratégica la importancia de la educación en el mundo contemporáneo? Los retos y la falta de acción gubernamental para asegurar la calidad en educación superior parecen indicar que aún estamos muy lejos.

Colombia corre el riesgo de quedarse en los discursos y las buenas intenciones ante el objetivo de mejorar la calidad de la educación superior. Es necesario que el Ministerio de Educación Nacional se desmarque de los pobres resultados de administraciones anteriores y lidere discusiones aplazadas en el tema.

Gobierno,

estático frente a la calidad de la

educación superior

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En el tema de la educación superior, el Gobierno nacional se ha planteado como una obsesión asegurar la calidad, entendida así: “Aquella que forma mejores seres humanos, ciudadanos con valores éticos y respetuosos de lo público. Además, genera oportunidades legítimas de progreso y prosperidad para ellos y para el país”, según el documento Educación de calidad: el camino para la prosperidad. Un ideal más en un contexto que desde hace varios años muestra avances lentos y discusiones postergadas en la materia. En el Plan Nacional de Desarrollo 2002–2006 se estableció que “el Gobierno, con el fin de dar garantía pública de la calidad de los programas de las instituciones de educación superior, reforzará el Sistema Nacional de Acreditación y el fomento y el ejercicio de la inspección y vigilancia contemplados en el mecanismo de ‘Aseguramiento de la calidad de la educación superior’”. Sin embargo, ocho años después de esta promesa gubernamental, el tema de la calidad deja más inquietudes que certezas. Según datos del Sistema de Aseguramiento de la Calidad para la Educación Superior (Saces), Colombia cuenta con 5.481 programas de pregrado y 3.815 de posgrado con registro calificado. De estos, 724 de pregrado tienen acreditación de alta calidad (el 7,3% del total) y, a su vez, tan solo 20 instituciones (12 privadas y 8 públicas) están acreditadas en su conjunto. A estos limitados resultados de la política de aseguramiento de la calidad entre el 2002 y el 2010 se debe sumar el análisis realizado en el proyecto del Plan Nacional

Archivo Unimedios

Muchos discursos y pocos resultados

Los procesos para acreditar la alta calidad de la educación superior en Colombia aún están retrasados. Para el MEN es fundamental actualizarlos y crear los incentivos adecuados que mejoren los indicadores.

de Desarrollo 2010–2014, acerca de “la baja capacidad del Estado para diseñar, implementar y hacer seguimiento a políticas que permitan fomentar la formación de competencias en la población colombiana, [y] establecer los requerimientos de recurso humano en el corto, mediano y largo plazo”. Estos diagnósticos muestran los grandes desafíos que tiene el actual Ministerio de Educación Nacional (MEN) para diseñar mecanismos de control y medición que no repitan los desaciertos de gobiernos anteriores y permitan avanzar en el proceso de mejoramiento de la calidad.

Vacíos en la política Dichas observaciones ya habían sido validadas durante el 2002 en el documento Estudios de caso sobre acreditación en Colombia, Hungría, India, Filipinas y Estados Unidos: tan similares pero tan diferentes, del Instituto Internacional de Planeación Educativa (IIEP) de la Unesco. Las recomendaciones toman validez en la actualidad y podrían constituir el cimiento para mejorar la calidad de la educación que propone el MEN durante los próximos cuatro años. Los bajos niveles de acreditación en Colombia han sido una

tendencia desde hace varios años, aunque esta no es una característica exclusiva del país. De hecho, India y Filipinas han tenido resultados similares. Para remediar esta situación, el estudio de la IIEP recomienda el diseño de incentivos que fomenten la práctica de la acreditación (por ejemplo, en Filipinas las instituciones reciben subsidios del Fondo de Desarrollo de la Educación Superior, mientras en India las universidades acreditadas reciben un subsidio del Comité Universitario de Becas), sin que esta se convierta en una actividad obligatoria o impuesta desde el Estado. Fabio Jurado Valencia, director del Instituto de Investigación en Educación (IIE) de la Universidad Nacional de Colombia, quien ha liderado y asesorado diversos proyectos de investigación sobre los sistemas nacionales de evaluación en Colombia y América Latina, se muestra interesado en continuar siendo partícipe de los procesos de acreditación, pero afirma que el país debe dar unos cuantos pasos más. En este sentido, afirma que la evaluación de la calidad de los pregrados y posgrados no debe restringirse a la acreditación. Según el investigador, es natural que en toda universidad existan unos programas mejores que otros, y

para ello se requieren evaluaciones permanentes que incluyan, por ejemplo, un contacto directo con estudiantes y egresados, a fin de permitir al Estado y a las universidades acercarse a diversas opiniones sobre la enseñanza, la validez de los conocimientos adquiridos y las formas de evaluación. Otra recomendación se concentra en el énfasis presente entre una u otra forma de evaluación. En Colombia se ha tendido a privilegiar la evaluación de programas por encima de las acreditaciones institucionales, lo que se evidencia en que 20 instituciones están acreditadas en su conjunto. Otros modelos mixtos, como los de Hungría y Filipinas, utilizan una combinación de las dos, e incluso tienen como precondición para la acreditación institucional un número mínimo de programas acreditados. Estas tres recomendaciones, sustentadas en estudios comparativos, son fundamentales para aportar a la discusión sobre la calidad de la educación superior en Colombia. En este contexto, el papel de las universidades es básico y fundamental a la hora de aterrizar el discurso de la calidad presentado por el Gobierno nacional. Además, desafían al MEN a corregir los vacíos heredados de anteriores administraciones.


Agro “con el agua al cuello” Según la Cruz Roja Colombiana, las inundaciones que cubrieron gran parte del territorio nacional durante el fuerte invierno que soportó el país el año pasado dejaron 2 millones 300 mil damnificados, 312 víctimas mortales, 289 heridos y más de 60 personas desaparecidas. La agricultura no fue ajena al intenso fenómeno de La Niña. Un millón y medio de hectáreas de cultivos fueron devastadas y los sectores más afectados son: el arroz, con un total de 5.310 hectáreas destruidas en el segundo semestre del 2010 y pérdidas que superan los 13 mil millones de pesos; la caña de azúcar, con más de 10 mil hectáreas inundadas, y el sector ganadero, con 85 mil reses muertas en todo el país y pérdidas por encima del billón de pesos. La situación es crítica. Los alimentos presentarán altibajos en sus precios afectando notablemente a los consumidores y los centros de abasto, mientras el Gobierno tratará de alivianar las pérdidas con renovaciones de créditos a los agricultores y ganaderos afectados. ¿Cómo se recuperará la agricultura en Colombia?

La voz de los sectores Para la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar (Asocaña), será necesario realizar nuevamente labores de campo en las más de 10 mil hectáreas destruidas, algunas de las cuales se encontraban en proceso de cosecha. Rafael Hernández Lozano, gerente de la Federación Nacional de Arroceros, enfatiza en la importancia de que el Gobierno apoye a los agricultores afectados condo-

nando completamente sus créditos y haciendo apertura de nuevas ayudas económicas a mediano y largo plazo, pero con bajas tasas de interés. Los ganaderos consideran importante pensar en la recuperación para mantener la oferta de carne y leche en el mercado colombiano. “Así no habrá problema de desabastecimiento”, señala José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, quien también plantea la necesidad de construir vías terciarias, pues sin ellas la producción se podría quedar en el campo. La ola invernal golpeó también los precios de los productos de la canasta familiar. Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), en los próximos meses algunos alimentos, particularmente verduras y hortalizas, aumentarán su costo en un promedio del 3%.

Salvavidas Con la expedición del Decreto 4828 del 29 de diciembre de 2010, que pretende reestructurar las deudas de los agricultores y ganaderos y dar acceso a nuevos créditos con bajas tasas de interés y amplios periodos de pago, el Gobierno puso en vigencia un mecanismo de alivio para estos sectores afectados. Sin embargo, para Édgar Bejarano, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, estas medidas resultan insuficientes: “El crédito es una

herramienta clásica de emergencia que siempre se le ha dado al sector agropecuario cuando está en crisis. En el escenario actual resulta limitada”. Asegura que el problema de fondo está en la situación crítica que han vivido las áreas rurales: “Hay baja infraestructura vial, poco capital humano dedicado a las labores de campo debido al desplazamiento forzado y serios problemas en el manejo ambiental de las cuencas de los ríos, tema en el que se debió realizar una labor preventiva y no se hizo”, advierte. Más allá de los créditos, los agricultores en Colombia necesitan que se les garantice su sostenilibildad, dice el profesor Herney Darío Vásquez, director del Grupo de Investigación en Frutas Tropicales de la UN en Palmira: “Además de este alivio, el Gobierno debe ofrecerles seguros de cosechas, asistencia técnica suficiente y, sobre todo, apoyo en la comercialización para que logren un buen mercadeo de los productos y exportaciones productivas”, concluye.

¿Hacia dónde debe ir el sector? Hacia el agricultor, el medioambiente y la investigación, áreas que Héctor Fabio Ramos, ingeniero agrónomo y profesor de la UN en Palmira, considera importantes para que la administración pública establezca políticas de Estado a largo plazo y no temporales de Gobierno.

“Se necesitan políticas claras de seguridad en el área rural para que los campesinos regresen a sus tierras y se reactiven los cultivos en aquellas con vocación agrícola. También es importante que el Gobierno acompañe al sector a través de créditos, recursos de capital y asistencia técnica”, sostiene Ramos. El ingeniero agrónomo hace énfasis en el manejo adecuado de lo ambiental. “En el plan de desarrollo está ausente este tema, ¡grave error! Por ello, hay que crear nuevamente el Ministerio del Medio Ambiente, para que regule a las corporaciones autónomas con juntas directivas transparentes y administradas por expertos”. Ramos asegura que la agricultura debe apostarle fuertemente al tema de la investigación, que estaría a cargo de las universidades y centros no privados que la realizan. “Para ello, el Gobierno debe entregar suficientes recursos que permitan adelantar estudios encaminados a la solución de las problemáticas reales del campo”. “Si bien es cierto que la ola invernal fue un fenómeno natural totalmente inevitable, también es cierto que el Gobierno tiene que asumir su responsabilidad con hechos concretos y medidas de fondo, de modo que se le dé a la agricultura la importancia que merece y, con decretos como el planteado para las Corporaciones Autónomas Regionales, desaparezca la corrupción y la politiquería que tanto daño le han hecho al agro”, finaliza el docente de la UN.

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Un millón y medio de hectáreas de cultivos destruidas y el alza en algunos productos de la canasta familiar son algunos de los resultados que deja la reciente ola invernal, calificada como la peor en la historia del país. “El sector agrícola y ganadero necesita sostenibilidad y políticas de fondo que solucionen la problemática”, coinciden expertos.

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Jeinst Campo Rivera,

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El Tiempo

Especial Crisis invernal


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Especial Crisis invernal

Colombia se hunde

por algo más que el invierno La forma desordenada y sin estudios previos de los terrenos en que se construyen las vías, viviendas y demás infraestructura del país, tiene una gran cuota de responsabilidad en la tragedia invernal. El problema es que el verano podría aumentar la crisis. Según los expertos, la recuperación de las comunidades afectadas por las inundaciones y deslizamientos se debe realizar pensando en no reconstruir la vulnerabilidad que existía antes del desastre. Alejandro Borráez,

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La Sierra, La Mojana, el Bajo Sinú y ahora Gramalote son algunos de los nombres que suelen salir a la superficie a la hora de hablar de invierno, sobre todo cuando el último cuatrimestre del 2010 marcó el año como uno de los más difíciles en cuanto a pérdidas humanas y materiales relacionadas con la ola invernal. Según cifras de la oficina del Socorro Nacional de la Cruz Roja Colombiana, las altas lluvias generadas como consecuencia del enfriamiento del océano Pacífico, conocido como fenómeno de La Niña, han afectado a 28 departamentos del país, 710 municipios, 325 mil viviendas y 220 mil personas, incluyendo un número aproximado de 312 muertos entre avalanchas, inundaciones, deslizamientos, colapsos y hundimientos. Las estadísticas permitieron declarar la crisis nacional por parte del Gobierno colombiano y comparar el invierno con otros fenómenos naturales de gran magnitud como el huracán Katrina. Sin embargo, en contra de su aparición en los medios y en el “voz a voz” de las personas, estos municipios se han hundido en una de las problemáticas que más preocupa a expertos e investigadores: las consecuencias, no solo del invierno, sino de la acción del hombre sobre la naturaleza. La realidad de la crisis en Colombia no es un factor determinado por una represalia de la naturaleza contra la sociedad civil. Es, por el contrario, el resultado de acciones humanas que parecen haber olvidado que la naturaleza no es un enemigo, sino una herramienta para el desarrollo de las sociedades. Esa es una de las principales conclusiones de algunos expertos consultados por UN Periódico para analizar la crisis invernal. Aunque el incremento de las lluvias durante los últimos años es adjudicado a la alteración de variables climatológicas de la Tierra, relacionadas con las consecuencias que genera, principalmente, la emisión de gas carbónico, Gerardo Ardila, director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional y líder de investigaciones sobre la expansión de Bogotá y sus bordes, entre otros estudios, aclara: “Sabemos científicamente que hay una variación climática a lo largo del tiempo con relación al movimiento de precesión o cabeceo de la Tierra, que hace que cambien las zonas de radiación y haya más o menos concentración de calor en determinados periodos, procesos que tienen una

El Tiempo

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En Gramalote, Norte de Santander, 3.000 habitantes fueron desalojados por causa del hundimiento del pueblo.

duración imperceptible para los humanos de entre 15 mil y 20 mil años. Eso es lo que llamamos cambio climático”. Debido a la necesidad de mantener una temperatura promedio de 15 ºC, requerida para la posibilidad de existencia de vida en el planeta, la Tierra genera gases de efecto invernadero que conservan la temperatura de acuerdo con esas características. Sin embargo, la intervención de los seres humanos en el medioambiente no había sido tan notable, pues se constituían relaciones diferentes con la tierra y su manejo. Desde hace 200 años, explica el investigador, basado en su trabajo sobre planes de Ordenamiento y Manejo de la Cuenca del Río Grande de la Magdalena, “la concepción sobre el manejo y la relación del hombre con la tierra ha cambiado. Hay una noción de apropiación individual del territorio, y el agua y la tierra ya no son vistos como un sistema, en gran medida porque se efectúan acciones sobre un terreno propio, sin pensar en los demás”.

“Aún hoy, en el río Bogotá o en el Sinú quedan pedazos de esas construcciones indígenas que conectaban a grandes zonas con las vertientes de modo que facilitaban el acceso al agua y se evitaban fenómenos dolorosos como los que vivimos actualmente. Por ejemplo, la desaparición de Gramalote, un municipio ubicado en la región de Norte de Santander, afectado por el movimiento de la superficie de la Tierra llamado subsidencia o hundimiento”. Sin embargo, este no es el único caso existente.

Construcciones desbordadas El profesor Ardila expone que los hundimientos obedecen a un fenómeno creado por la expansión de los centros urbanos hacia zonas que no son aptas para el desarrollo de infraestructura. “El crecimiento de las ciudades de manera desordenada y las supuestas necesidades de construir (vías, viviendas e infraestructura en general) han hecho que se devasten extensas áreas y se localicen grandes canti-

dades de personas en zonas que de antemano se sabe son inundables o susceptibles a hundimientos”. Ello revela, según él, problemas que van desde intereses económicos hasta de gobierno y factores externos a las necesidades de las personas. “Rellenamos cuerpos de agua como bajos, chucuas y humedales para levantar el nivel del suelo y edificar viviendas, pero el agua no se comporta de acuerdo con este tipo de acciones, sino que busca por donde andar y genera situaciones como la de la Autopista Norte en Bogotá, que vive destruida por estar cimentada sobre una zona de humedal”, explica Ardila. Sumado a las características de orden territorial y de desarrollo urbano, existen otras condiciones que favorecen el deterioro de los suelos y sus hundimientos, generando dificultades para los pobladores. Si bien la lluvia funciona como catalizadora de los procesos, no necesariamente es el factor determinante para que ocurran. El verano que se avecina en los próximos meses también puede generar condiciones para deslizamientos y hundimientos de similar magnitud a los vividos durante el fin de año, advierte el vicepresidente de la Sociedad Colombiana de Geotecnia, Mario Camilo Torres. El directivo y profesor asistente de la Universidad Nacional indica que desconocer el comportamiento de los materiales rocosos existentes en el país ha propiciado la aparición de problemas a mediano plazo que no eran concebidos a la hora de empezar proyectos de infraestructura.

Las rocas lodosas Conocidas en el medio también como lutitas, “las rocas lodosas son materiales impermeables a la lluvia debido a que son arcillas compactadas, pero al secarse se dilatan, se fisuran y empiezan a degradarse”, explica Torres. En su investigación, enfocada al análisis del comportamiento del deterioro de la roca existente a lo largo de la cordillera de los Andes, desde Argentina hasta Canadá, y basado en el seguimiento de la resistencia y rigidez del material, logró determinar que el agua no es el único componente que genera el desmoronamiento del material, sino es el cambio en los ciclos climáticos lo que facilita su deformación. Esto se evidencia en los deslizamientos y hundimientos en vías como Bogotá–Villavicencio, el sector de Puente Nacional–Barbosa, la vía Bogotá–Bucaramanga, La Renta–río Sogamoso, en la carretera Bucaramanga–Barrancabermeja, La Vega–Villeta, Guaduas, Cáque-


te de la Sociedad Colombiana de Geotecnia denuncia la falta de respuesta de las autoridades ante el trabajo que ellos desarrollan: “Desde 1996 se están haciendo estudios y planes para controlar un problema de hundimientos y deslizamientos, precisamente de rocas lodosas en el primer tramo de la Ruta del Sol, que comunicará la costa Caribe con el centro del país en una extensión total de 1.071 km, en los que se invirtieron cerca de 15 millones de dólares. Ahora se invierten otros 30 millones de dólares para construir un falso túnel, que se convertirá en la única opción para atravesar un deslizamiento de 250 metros de longitud. Todo por no hacer los estudios previos detallados en función de la naturaleza geológica y geotécnica de los materiales. Nosotros habíamos enviado una sugerencia (en el 2008), con el estudio de una variante, pero nunca recibimos respuesta”.

Lo que enseña el invierno A pesar de las cifras, los casos dramáticos y la sensibilización frente al tema, que movilizó históricos aportes de colombianos y organismos internacionales, el director del Socorro Nacional de la Cruz Roja, Carlos Iván Márquez, resalta que el invierno ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las poblaciones en cuanto a infraestructura. “La temporada de lluvias nos permite ver cómo se ha hecho, se hace y se hará el tema de la infra-

estructura, porque es el mejor interventor del desarrollo urbano en cuanto a vulnerabilidad”, asegura. El director cuestionó la aplicación de las normas establecidas para la construcción en las regiones, como los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), herramientas concebidas para integrar la planificación física, socioeconómica y ambiental, de la mano con el avance urbanístico de las regiones: “A veces se cree que las acciones están hechas, pero en muchas ocasiones todo queda en la teoría y no en la práctica”. Sin embargo, desde su experiencia en la atención de emergencias, destacó la falta de conciencia como uno de los factores determinantes para que sucedan tragedias en el país: “Durante todo el año, nosotros como encargados de la prevención de las emergencias estamos trabajando para que las poblaciones, los edificios y las casas tengan planes de evacuación que reduzcan la vulnerabilidad ante riesgos que son evidentes, pero no se hacen, hay falta de compromiso y de conciencia con cosas tan sencillas como un plan de emergencias”. “No podemos evitar que los vientos monzones generen lluvias o calor con fenómenos como El Niño y La Niña”, advierte el geotecnista Mario Camilo Torres, “lo que

sí podemos hacer es mitigar ese impacto, y ahí sí hay mucho por hacer”. Para ello, invita a las personas a estar al tanto de los POT, que “si bien pueden tener fallas, son la base para evitar situaciones como las presentadas durante la reciente ola invernal”. En conclusión, el profesor Gerardo Ardila cita uno de los casos más preocupantes de Latinoamérica, para hacer un llamado a la reflexión y a implementar medidas que eviten el crecimiento de la problemática en el país: “Desde 1936, México ha venido experimentando un proceso de subsidencia (o hundimiento) de más de 7 metros, debido a que las fuentes hídricas superficiales se secaron por malas decisiones y entonces hay que traer el agua de otras, entre ellas las subterráneas, con la consecuencia obvia de que esas arcillas expansivas y el desecamiento de los acuíferos ocasionan pérdida de volumen y hundimiento de los valles”. El abuso de dichas aguas en Colombia ha venido aumentando, y precisamente es lo que debemos evitar.

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za y Útica en Cundinamarca, y Landázuri en Santander. “Lo que ocurrió en Gramalote también es ejemplo de esa condición rocosa. Este pueblo, ubicado precisamente en Norte de Santander, fue construido abajo de una montaña de 300 metros de altura. La zona es de antiguos deslizamientos –de hace más de 150 años– y por lo tanto el terreno tiene grandes dificultades de deformación, ya que el suelo, proveniente de los deslizamientos de la roca, no está bien cimentado. Esto, sumado a una cierta cantidad de microsismos, desestabilizó el macizo rocoso y el pueblo se hundió en cuatro días”, indicó Torres. Para el investigador, el problema radica en que no se están haciendo los estudios adecuados para construir, dentro de lo que se considera una etapa completamente normal de los procesos geológicos. “Por desconocimiento, e incluso negligencia, se construye en zonas no aptas. Y va a seguir ocurriendo si continuamos haciendo vías por donde las mulas marcaron los caminos”, recalcó. Los suelos residuales y volcánicos, así como las rocas lodosas, son quizá los tres materiales más complejos y susceptibles a degradarse. Sin embargo, su alta presencia en el país convierte a las diferentes regiones en zonas que pueden presentar problemas para el desarrollo urbano. Por eso, el investigador advierte: “Es posible construir en cualquier lugar si se estudian los suelos y las características de los terrenos de forma adecuada, porque los problemas en zonas tan cercanas como Caldas y Antioquia no son los mismos”. Para eso, entidades como la Sociedad Colombiana de Geotecnia, Ingeominas y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, entre otras, se encargan de adelantar investigaciones relacionadas con el tema, con el propósito de ser guía y asesorar los planes de desarrollo. A pesar de la existencia de estas entidades, el Vicepresiden-

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La mayoría de la formación rocosa del país corresponde a arcillas lodosas que se degradan fácilmente ante los cambios del clima.

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Alejandro Borráez/Unimedios

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Anticiparse al peligro

no es una opción, es una obligación

Cortesía Ómar Darío Cardona

La recuperación de las comunidades afectadas por las inundaciones y deslizamientos, resultado del fenómeno de La Niña durante el 2010 y el 2011, se debe realizar pensando en no reconstruir la vulnerabilidad que existía antes del desastre.

En Colombia hay alrededor de 700 municipios que registran población con viviendas construidas en zonas vulnerables. La tragedia ocurrida en el barrio La Gabriela en el municipio de Bello (Antioquia) lo evidencia.

Ómar Darío Cardona A.,

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Profesor Asociado, Instituto de Estudios Ambientales (IDEA), Universidad Nacional de Colombia en Manizales. Presidente del Grupo de Planificación Científica sobre Riesgo de Desastres en Latinoamérica y el Caribe.

Ante la inevitable realidad que implica la rehabilitación y reconstrucción de una amplia extensión del territorio nacional, debido al desastre causado por las lluvias, el Gobierno tiene la oportunidad histórica de hacer de la gestión del riesgo una estrategia de desarrollo. Esto significa llevar a cabo una restauración que mejore y transforme las condiciones de vida de las comunidades afectadas y siente las bases para que en el futuro se proteja su prosperidad y no se repitan, como ha venido ocurriendo año tras año, innumerables desastres que afecten en forma crónica sus medios de sustento, perpetuando la pobreza. Ello implica reformular el Plan Nacional de Desarrollo y convertir la reconstrucción y la gestión del riesgo en una de sus “locomoto-

ras”, a partir del trabajo concertado entre los sectores de vivienda, infraestructura, agricultura y ciencia y tecnología. El riesgo se construye socialmente. No depende solo de que se presenten inundaciones o deslizamientos –a causa de la variabilidad climática–, sino principalmente de las condiciones de vulnerabilidad de la población localizada en las áreas propensas. Por eso los desastres, o la materialización del riesgo, no son más que la cuenta de cobro por décadas de marginalidad y segregación social, pobreza, degradación ambiental, corrupción y desidia.

Desastres no tan naturales Las catástrofes no son simples hechos de la mala suerte ni de la ira divina. Son el resultado de que existan comunidades en condiciones de susceptibilidad, fragilidad social y falta de resiliencia ante los eventos. Estos factores de vulnerabilidad surgen y se acumulan ante la ausencia de una efectiva

planificación urbana, un deficiente ordenamiento territorial y de las cuencas hidrográficas, la ausencia de obras de protección y control de las amenazas naturales y la insuficiente gestión ambiental, medidas necesarias para un apropiado manejo del riesgo, base de lo que hoy se denomina adaptación al cambio climático. Este fenómeno de La Niña ha sido catalogado como uno de los más fuertes registrados hasta ahora, aunque se recuerdan eventos como el de 1988, cuyas cifras de muertos y efectos en todos los departamentos aún no han sido superadas. Desde entonces, ha habido otros episodios ENSO (El Niño, Oscilación del Sur) no despreciables, aparte de varios desastres de origen sísmico y volcánico que han derivado también en declaraciones de emergencia, a la luz del artículo 215 de la Constitución Política. Polemizar sobre cuál es el peor desastre en el país resulta irrelevante, solo basta señalar que es una justificación útil ante la Corte Constitucional y el Congreso que debe ejercer el control político

sobre los decretos de emergencia expedidos por el Ejecutivo. Lo que resulta pertinente cuestionar es que no es correcto atribuirle totalmente la catástrofe al cambio climático y, de paso, a los países industrializados por sus emisiones a la atmósfera. Más bien, se debería reconocer que así como la mayoría de las ocurridas en Colombia, es una consecuencia de la alta vulnerabilidad que presentan las comunidades más pobres ante la falta de una política apropiada de gestión del riesgo en el marco de la gestión ambiental nacional. No hay duda de que la simultaneidad de las tragedias locales durante el 2010 derivó en que se haya configurado este desastre para el nivel nacional, pero es importante reconocer que cada año, en las temporadas de lluvias, no pocos municipios sufren graves daños y pérdidas debido a su alta indefensión, sin que exista una respuesta efectiva por parte del Gobierno central. Año tras año, los medios de comunicación repiten las mismas


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imágenes de los efectos de inundaciones y deslizamientos sobre las familias ubicadas en las riberas de los ríos y en zonas urbanas subnormales, dejando entrever la idea de que se trata de desastres naturales que en realidad no son tan naturales.

una política de respuesta a emergencias a una de gestión integral del riesgo, como una estrategia de progreso que, sin duda, sería asistida por el BID y el Banco Mundial, que propenden desde hace años por este cambio de paradigma en los países en desarrollo.

Recuperación para el desarrollo La reconstrucción, con la debida gestión integral del riesgo, exige recursos económicos importantes. Se debe partir de una evaluación cuidadosa de los daños con técnicas como la que usa la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), pero con innovaciones que agilicen su ejecución debido a la extensión de los efectos. La cifra preliminar de 12 billones de pesos es muy incierta y aún faltan meses de lluvias que seguramente agravarán la situación en la costa Caribe y en la Región Andina. Para pensar en una recuperación que pueda partir en dos la historia del desarrollo del país, se necesita involucrar a las entidades territoriales como planificadoras y ejecutoras de ese desarrollo con ética ambiental y con el acompa-

ñamiento de organizaciones de la sociedad civil, el padrinazgo del sector privado y de veedurías ciudadanas que eviten el mal manejo de los recursos. Esta labor, sin duda, es altamente compleja desde el punto de vista social y ambiental, pero solo con el concurso concertado de una gobernanza multisectorial e interdisciplinaria y un alto respaldo técnico especializado, proveído en parte por las universidades, puede lograr buenos resultados y sostenibilidad para un nuevo país. No sobra mencionar que hay exitosas y ejemplares experiencias de gestión del riesgo realizadas entre la Universidad Nacional de Colombia y el sector público, siendo notables y replicables casos como los de Manizales (con Corpocaldas y la Alcaldía), Bogotá D.C. (con el Fondo de Prevención y Atención de Emergencias – Fopae) y Medellín (con el Sistema Municipal para la Prevención, Atención y Recuperación de Desastres – Simpad), por mencionar algunas. A todo proceso de recuperación se le debe definir claramente un horizonte y su propósito debe ser que las comunidades puedan continuar su desarrollo, procurando mejorar la calidad de vida. Exis-

Pérdidas por desastre en los últimos periodos presidenciales a partir de: valor acumulado para todos los eventos, valor máximo en un evento y pérdida anual promedio.

ten cuatro periodos más o menos claros: a) La atención a las personas, que incluye soluciones provisionales y desde el punto de vista de la reconstrucción permite realizar el diagnóstico de los daños. Para el efecto se debe sistematizar la información que al respecto han obtenido los Comités Regionales para la Prevención y Atención de Desastres; b) Una etapa que se caracteriza por la formulación inicial de proyectos y la organización de esquemas de coordinación, concertación y financiación de los mismos. Debe ser de máxima atención para el Gobierno, priorizando los proyectos inmediatos y evidentes. En esta se sientan las bases tanto para el trabajo interinstitucional como para el que se realiza con las comunidades: significa una primera instancia de consulta y participación; c) Una etapa caracterizada por actividades de complementación de programas y proyectos, búsqueda de financiación y de ejecutores, y coordinación tanto con comunidades como con autoridades locales. En esta fase se manifiestan problemas típicos: lentitudes administrativas bajo nivel de respuesta de entidades públicas y privadas, trabas en la aprobación de proyectos, etc. Es la menos perceptible para las comunidades y junto con la anterior, frente a las expectativas iniciales, crea mayores niveles de frustración, y d) La iniciación y desarrollo de los proyectos, periodo en el cual, dependiendo de su manejo, se superan los problemas planteados o se profundiza la frustración y el desencanto de los afectados. La reconstrucción actual es la base para la consolidación de la gestión del riesgo como una estrategia de desarrollo sostenible en el país, procurando reducir la vulnerabilidad y evitando reproducir la que existía antes del desastre. Seguramente habrá nuevas catástrofes en Colombia y el reto para el actual Gobierno debe fundamentarse en que gobernar es anticiparse.

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Cada año, en las temporadas de lluvias, muchos municipios sufren graves daños y pérdidas debido a su alta indefensión, sin que exista una respuesta efectiva por parte del Gobierno central.

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Una reflexión inevitable es que anticiparse a estos eventos rutinarios y crónicos, con el fin de intervenir la vulnerabilidad y por lo tanto reducir el peligro, no es una opción sino una obligación del Estado. Que los diques no se rompan, que las obras de estabilidad de taludes no fallen y funcionen debidamente es una responsabilidad institucional que no pueden evadir las entidades territoriales y las corporaciones regionales del medioambiente. Aunque no es el momento de señalar si ha habido negligencia u omisión, no es posible justificar que los daños se presentan debido a las lluvias intensas y frecuentes o porque existen anomalías climáticas. Colombia cuenta con una institucionalidad para la prevención y atención de desastres que ha sido ejemplar para otros países de América Latina, pero se ha debilitado y orientado principalmente hacia la atención de emergencias y la ayuda humanitaria. La creación de entes que propendan por la solidaridad de los ciudadanos frente a los afectados es importante, pero los desastres no deben ser un asunto de simple caridad pública. Es fundamental que la actual coyuntura sea la oportunidad para fortalecer la institucionalidad y la descentralización, y se consolide un verdadero sistema nacional de gestión de riesgo de desastres, que lleve a cabo acciones ex ante (identificar y reducir el riesgo) y ex post (responder y recuperarse eficientemente frente a los desastres). Hay que evitar la creación de entidades paraestatales, como algunos proponen, que son irreales e inapropiadas a la hora de realizar acciones de reconstrucción en cientos de municipios. Entidades como el Fondo de Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec), después del sismo de 1999, y la Tennessee Valley Authority, después de las inundaciones del Mississippi en 1927 en Estados Unidos, si bien se les reconocen ciertas bondades, fueron principalmente aciertos políticos pero errores prácticos que han sido fuertemente cuestionados. La creación de un Fondo de Reconstrucción y Adaptación al Cambio Climático, que más bien debería ser de gestión de riesgos –de todos, incluidos los geofísicos–, podría ser útil si hace parte no de una solución coyuntural para este fenómeno natural, sino de una estrategia financiera integral del Gobierno central para anticiparse y cubrir futuras pérdidas, que incluya fondos de reservas, créditos contingentes, aseguramiento de la responsabilidad fiscal, entre otros instrumentos, después de reconocer que el riesgo de desastre es un pasivo contingente que debe dimensionarse en el marco de la sostenibilidad fiscal del país. Claramente, un Fondo Nacional de Calamidades sin recursos tal como lo encontró esta emergencia, y un crédito contingente (CAT DDO con el Banco Mundial) con solo 150 millones de dólares, es una ilustración de la falta de previsión y de recursos que se ha tenido y que debe ser corregido a partir de ahora. Es necesario pasar de

AFP

Gobernar es prever


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Inundaciones:

¿invertir un peso en prevención o dos en atención? Soluciones para controlar las inundaciones en forma definitiva, como todos lo piden, no existen. Una dosis de humildad frente a la naturaleza no hace daño. Por el contrario, permitirá entender mejor los fenómenos e incluso sacar provecho del agua como recurso natural que da la naturaleza. Eduardo Bravo Gordillo,

Ingeniero civil, especialista en Ingeniería de Ríos Asesor Convenio Universidad Nacional – Cormagdalena, Programa control de inundaciones

Rafael Ortiz Mosquera,

Ingeniero civil, magíster en Recursos Hidráulicos Director Convenio Universidad Nacional – Cormagdalena, Programa control de inundaciones

Nada podemos hacer frente a las lluvias, pero sí frente a un agravante de la amenaza como es el aporte de sedimentos que realiza el ser humano a través de actividades como la deforestación, la contaminación y el uso de la tierra, entre otros. Por tanto, se debe trabajar vigorosamente en la educación y toma de conciencia social frente a procesos de degradación ambiental, acompañados de normas y controles estrictos en la aplicación de medidas verdaderamente coercitivas, que eviten la producción de sedimentos más allá de los que naturalmente necesita y puede transportar un río. El cauce de los ríos está calibrado para llevar los caudales de mayor recurrencia, no para aquellos extraordinarios con menor frecuencia y de grandes magnitudes. En esta oportunidad se presentaron caudales extremos, pero además en tiempos no acostumbrados y con superior duración. Los niveles han sobrepasado los máximos registrados desde 1973 y, en forma permanente, desde el mes de agosto al 24 de diciembre del 2010 completaron casi cinco meses de presencia extrema, como

Frente a la amenaza En relación con la amenaza, lo que se debe hacer es manejar el gran volumen de agua: primero, distribuyéndola por el territorio en forma controlada y, segundo, agilizando su tránsito y salida del mismo. La forma de distribuirla es permitiendo su llegada a reservorios naturales (ciénagas) o construidos (represas), pero una vez estos se llenan son desbordados, al igual que el cauce del río, provocando las inundaciones. Por tanto, en el caso de las ciénagas, se debe procurar aumentar su capacidad o por lo menos mantener la que tienen, pues se van colmatando (rellenando de sedimentación de materiales transportados por el agua) mediante un proceso natural. Adicionalmente, estos ecosistemas tienen un valor importante durante épocas de estiaje (nivel de caudal mínimo), toda vez que se convierten en reservas de agua para peces y riego. En cuanto a agilizar el tránsito del agua a través del territorio, valdría la pena evaluar el impacto que se lograría interviniendo el sistema de drenaje principal dentro del gran embalse que es la Depresión Momposina, cuya eficiencia podría mejorar si se eliminan algunos meandros (curvas descritas por el cauce de un río) para disminuir la longitud y aumentar la pendiente, y así permitir que la evacuación de las aguas sea más rápida. Los meandros considera-

distribución del agua en el territorio es la conformación de un canal, paralelo al cauce principal, definido por diques lo suficientemente alejados de la orilla, pues actualmente se están construyendo muy cerca y ello obliga a que la creciente transite en un espacio reducido con elevaciones de nivel considerables que hacen necesario que la altura de estos también lo sea. Construir los diques retirados de las márgenes de los ríos permitiría una mejor distribución del caudal con un mínimo aumento en los niveles. Eso haría que los diques fueran a cotas más bajas, y, por tanto, serían menos vulnerables e incluso más económicos pues requerirían de menores especificaciones técnicas.

Clave para sacar el agua y abatir sus niveles El sistema hídrico andino de nuestro país y su llegada a la parte baja se puede describir así: existe una represa gigantesca que es la Depresión Momposina, con tres tributarios: los ríos Magdalena,

Cauca y San Jorge, y un vertedero localizado entre Zambrano y Plato, seguido de un canal relativamente encauzado hasta Pedraza. A partir de allí se forma el delta de entrega al mar, que se puede describir como el triángulo Pedraza–Barranquilla–Ciénaga, dentro del cual se fue consolidando un cauce único que hoy corresponde al río Magdalena. Este gran delta tenía una salida hacia el occidente por la bahía de Barbacoas, que con el tiempo se fue colmatando mediante un proceso natural de sedimentación, y quedó convertida en cuerpos de agua aislados (ciénagas), a través de los cuales se construyó el canal del Dique. De esta manera, esa gran entrega que tenía nuestro sistema hídrico se redujo apenas a dos salidas, el río Magdalena y el canal del Dique (ver la figura 2). Así como se construyó ese canal, perfectamente se puede hacer otro de alivio a través del paleocauce (estructura sedimentaria que indica el lugar por el que corrió un río o arroyo) que lleva a la Ciénaga Grande, como se muestra en la figura 3.

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Figura 1. Comportamiento de los niveles de agua en el año 2010, en relación con el comportamiento histórico registrado.

se muestra en la figura 1. El aumento de los niveles en los ríos ocurre porque los cauces no se calibran o amplían –debido a procesos de erosión general del lecho y las orillas– a la misma velocidad que aumentan los caudales. Así, el agua se desborda y aparece la amenaza de inundación.

dos son: el de Pinillos y Barbosa sobre el río Magdalena, uno a la altura de Magangué en el brazo Chicagua, el de San Eduardo sobre el brazo de Mompós, y el de Tacamocho, justo aguas abajo de la confluencia del río Magdalena y el brazo de Mompós. Otra intervención que agiliza el tránsito y permite una mejor

Figura 2. Sistema hídrico general de la parte baja del Magdalena, Cauca y San Jorge con relación a la geología.


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Cortesía Rafael Ortiz Mosquera

No tendría gran profundidad pero sí una gran anchura, con una sección compuesta: un canal central que mantendría un caudal permanente para servir como tributario de distritos de riego en toda la región en épocas de estiaje, y una sección mayor que sería ocupada cuando se presenten crecientes que desborden la capacidad del río y el canal del Dique. Así, se abatirían rápidamente los niveles evitando desbordes y presiones sobre los diques existentes. En la margen derecha del río Magdalena, entre el Piñón y el cerro de San Antonio, se podría ubicar una estructura tipo vertedero con una compuerta para manejar el caudal del canal central. Una vez los niveles superen la cota de la cresta, se produciría el vertimiento del caudal de exceso y se controlaría el aumento del nivel en el río, llevando estas aguas directamente a la ciénaga que tiene conexión con el mar. En ese mismo sentido, se debe mejorar la salida por el caño Correa y las bocas de Matunilla y Lequerica hacia la bahía de Barbacoas, sobre la margen izquierda del canal delw Dique.

Experiencias exitosas

Frente a la vulnerabilidad del territorio Es necesario establecer corredores paralelos a los ríos –lo suficientemente amplios–, que permitan una inundación controlada y, sobre todo, el tránsito de las crecientes cuando se cope la capacidad de las ciénagas. Cuanto más extensos sean, menor será la lámina de inundación. Al establecer este corredor es

muy posible que dentro del área queden involucradas poblaciones de diferente tamaño: caseríos, poblados o ciudades importantes. Los lugares que no cuenten con una infraestructura de servicios adecuada, redes de acueducto y alcantarillado, energía, obras de urbanismo y de servicios básicos, se deben reubicar por fuera del corredor. Si están cerca unos de otros, es necesario unificarlos en un solo nuevo centro urbano, así será más fácil proveerles de infraestructura y servicios, e incluso será más factible la construcción de una vía para facilitar su comunicación con otras poblaciones. En general, no es solamente sacarlos de una zona de amenaza sino mejorar su calidad de vida. En el caso de asentamientos humanos consolidados –como pequeñas ciudades–, podría crearse un canal de alivio por la parte posterior de la población, o sobre la margen opuesta para distribuir el caudal y aliviar los efectos por erosión y aumento de niveles. La Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, a través de un convenio de cooperación con Cormagdalena, viene adelantando estudios en este sentido en el departamento de Bolívar, específicamente en las islas Morales, Margarita (Mompós) y Papayal. Las investigaciones han permitido identificar áreas de reserva para las ciénagas y áreas donde se podría adelantar un programa de adecuación de tierras para hacer más eficiente su aprovechamiento. Con base en estos estudios, ya es posible empezar a establecer dentro de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) un uso más racional del suelo y adelantar programas definidos para cada caso.

En prevención Figura 3. Aspecto general del antiguo delta del río Magdalena, en el que se observa el paleocauce por donde se plantea el canal de alivio.

Uno de los elementos básicos es identificar las áreas de amenaza frente a los diferentes eventos na-

turales, por ejemplo inundaciones, deslizamientos, sismos y avalanchas. Mientras no se conozca el territorio será imposible prevenir los desastres. Con base en mapas que contengan esta información se podrá determinar el uso del suelo, de tal forma que el riesgo sea mínimo. No es lo mismo perder un cultivo de palma a perder viviendas, o peor aún, vidas humanas. En términos sencillos, ¿qué estamos dispuestos a arriesgar en dichas zonas? Definidos estos aspectos (que además deben estar involucrados en los POT), se debe garantizar el cumplimiento de las normas. Permitir un manejo diferente del terreno es verse obligado, en un futuro, a atender emergencias. Por ello, también es necesario adelantar programas de reubicación o construcción de obras para reducir el riesgo y la vulnerabilidad, según cada situación. La realidad muestra casos en los que la comunidad se va con todos sus enseres a un nuevo sitio, seguro y con mejores condiciones de vida, o el río la saca corriendo solamente con lo que lleva puesto, a un cambuche de plástico. En otras ocasiones se han trasladado poblaciones después de un evento natural. ¿Por qué no preverlo y actuar con anterioridad? En relación con los asentamientos que no es posible reubicar, es necesario elevar el suelo de todo el territorio por encima de las cotas de inundación, mediante un programa de renovación urbana. En síntesis, debemos decidir si invertimos una vez un peso en prevención o todos los años dos en atención. Las obras en prevención son una inversión porque sus efectos son perdurables y reducen significativamente el riesgo, mientras que las acciones en atención son un gasto porque su impacto es temporal y solo sirve para mitigar las consecuencias más notorias de una situación desastrosa, pero después no queda nada.

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Cuanto más amplios sean los corredores paralelos a los ríos, menor será la lámina de inundación, tal como lo demuestra la experiencia exitosa en el sector de Playa Alta, Achí.

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La solución que se planteó al problema de inundaciones en la región de Sacramento, estado de California (EE. UU.), nos ilustra mejor. Allí se construyó un canal de alivio de gran anchura, confinando una franja de terreno con diques laterales, para que transitaran los caudales de exceso de las grandes crecientes. Sobre la margen derecha del río se levantó el vertedero de 2,8 km, por donde rebosa el caudal y es conducido por el canal directamente a la desembocadura del río. Un aspecto importante es que el terreno en el que se conformó el canal se ha seguido utilizando y está dedicado al cultivo de arroz, siendo una de las mayores productoras del país. Esta situación podría implementarse en nuestro caso.

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Especial Crisis invernal Lilian Posada,

Profesora Escuela de Geociencias y Medio Ambiente, Facultad de Minas Universidad Nacional de Colombia en Medellín

Aunque La Mojana está sometida a inundaciones periódicas del río Cauca, la ola invernal de finales del 2010 fue también inclemente con esta zona. Sucre, Achí, Nechí, Guaranda, San Jacinto del Cauca, Magangué y Ayapel fueron los municipios principalmente afectados. El desastre pudo haber sido peor, sin embargo, las obras de infraestructura que se construyeron a partir del Conpes 3421 de 2006 y otros recursos del Fondo Nacional de Regalías y del Invías amortiguaron en gran medida los efectos del crudo invierno. Hasta mediados del año 2010 se habían invertido 216 mil millones de pesos (Dirección Nacional de Planeación, 2011) y el Plan Nacional de Desarrollo 2010–2014: Prosperidad para Todos dedica especial atención al programa de crecimiento integral para La Mojana. En consecuencia, el Gobierno nacional constituyó una gerencia público–privada para plantear alternativas de solución integral a los problemas generados por las inundaciones en la región (en el corto plazo), restablecer las condiciones básicas y crear otras para un desarrollo sostenible (mediano y largo plazo). La región de La Mojana es la parte de la Depresión Momposina comprendida entre el río San Jorge (desde Ayapel, Córdoba), el río Cauca (desde Colorado, Antioquia) y el brazo de Loba del río Magdalena; ocupa 604.786 hectáreas (FAO, 2002) y alberga unos 400 mil habitantes, de los cuales el 83% se ubica en los cascos urbanos de 11 municipios de los departamentos de Antioquia, Bolívar, Córdoba y Sucre. El 17% de esta población son productores del sector agropecuario, dedicados fundamentalmente a ganadería, agricultura, caza y pesca.

Si no s obras en La Moja

Un estudio de la Universidad Nacional propuso desde el 2002 construir cinco diques fusibles para proteger de las inundaciones a la región de La Mojana. La misión de las estructuras es dosificar el agua y permitirle llegar hasta los caños que transitan hacia la cuenca del río San Jorge. Hasta hoy solo se ha construido un dique y aún no está funcionando.

Figura 1. La Mojana-Depresión Momposina al norte del país: 1. Río Magdalena, 2. Río Cauca, 3. Río San Jorge y 4. Río Nechí.

Figura 2. Ciclos anuales del río Cauca en la región de La Mojana

Caudal (m³/s)

La Mojana abarca un número considerable de ciénagas y zapales (bosques de pantano), brazos (corrientes de agua) y caños antiguos y recientes, activos y taponados, que conforman una intrincada red de drenaje conocida también como el delta interior del río Cauca. La Depresión Momposina es una de las enormes zonas fluviales inundables del mundo, y encierra una gran planicie aluvial edificada con los sedimentos de los ríos Cauca, San Jorge, Cesar y Magdalena (ver figura 1). El proyecto de control de inundaciones se focaliza en 87 km de orilla del río Cauca, lugar por donde entran descontroladamente las aguas y a su paso afectan grandes extensiones de este territorio, uno de los más fértiles y productivos del país. Por ello, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) tiene instaladas tres estaciones de medición de caudales de ese río en La Mojana: Las Flores, cerca de Nechí; Las Varas, cerca de Guaranda, y Tres Cruces, aguas abajo de Achí. El efecto de almacenamiento en las zonas inundables y el trasvase de caudal hacia el río San Jorge se observa en los valores de la figura 2, muy similares a los de dichas estaciones, espaciadas 60 y 36 km, respectivamente. En otro punto cualquiera, el caudal aumenta con la distancia de recorrido del río (rendimiento hidrológico).

3500 3300 3100 2900 2700 2500 2300 2100 1900 1700 1500 1300 1100 900 700 500 300 100

Margento Las Varas Las Flores Las Cruces La Esperanza (río Nechí)

Ene

Feb

Mar

Abr

May

Jun Jul Meses

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Notimex

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Gran zona inundable del mundo

Los principales centros urbanos, como el municipio de Nechí que quedó totalmente inundado, están a la orilla del río Cauca, prácticamente dentro del canal.


se concluyen ana, el desastre será peor

Especial Crisis invernal

El cúmulo de problemas

La inclinación de la De-

presión Momposina hacia el brazo de Loba, evidente en la distribución desigual del flujo del río Magdalena, que para esta corriente de agua es del 88% mientras para Mompós es del 12%. También hay reducción de la lámina de agua en la ciénaga de Pijiño, al occidente del brazo de Mompós.

La vecindad de la serranía de San Lucas en la margen derecha del río Cauca, que origina una inclinación preferencial de la zona deprimida hacia el río San Jorge, la cual se advierte por los numerosos caños efluentes que se desprenden de la margen izquierda del Cauca y por la concentración de ciénagas en la cuenca baja del río San Jorge. La pérdida de capacidad de transporte de los canales del Cauca y San Jorge, debido al efecto de remanso que le imprime al flujo la cubeta de agua deprimida en el tramo Soluciones ignoradas En esta región no se puede proponer un método cualquiera o tradicional de control de las inundaciones como el que se ha implementado en otras zonas inundables del país. Es necesario restablecer, en la medida de lo posible, las condiciones naturales de funcionamiento del sistema para que las obras sean sostenibles a mediano y largo plazo. El estudio Control de inundaciones en la región de La Mojana, como parte del contrato 073 de 2002 celebrado entre la Universidad Nacional de Colombia en Medellín y el Ministerio de Transporte, permitió el diseño de un dique marginal de 52,2 km entre Colorado (Antioquia) y Las Brisas (Bolívar), y diques de cierre en Colorado, Caimital, Guaranda y Boca del Cura–Achí, para totalizar una protección de 87 km a lo largo del Cauca. De igual manera, se diseñaron cinco diques fusibles para incor-

final, aumentando la frecuencia y los niveles de inundación, retardando o deteniendo el movimiento de los sedimentos y, en ocasiones, presentando flujo en sentido contrario.

La sobrecarga de sedimentos que puede explicarse por el crecimiento poblacional de la cuenca del río Cauca y la actividad minera en el bajo Cauca y el río Nechí. La corriente no puede evacuar ese volumen de material sólido y lo deja regado en numerosas barras que le restan capacidad para albergar el caudal líquido. A lo largo del siglo XX, la ocupación del territorio de La Mojana fue catastrófica para la red de caños, ciénagas y humedales, debido a que la ganadería extensiva se impuso como modelo productivo frente a la producción agrícola tradicional. Así, se inició la construcción de caminos y jarillones artesanales cuyo fin principal era servir como carreteras y caminos y controlar las inundaciones impidiendo la entrada del agua del Cauca porar agua en forma regulada a los caños, aliviando la carga en el canal del río. Dichos caños se debían adecuar para que el flujo entrante, según su capacidad, no causara problemas de erosión ni de inundación. Se proyectó una estación de bombeo para tomar agua del Cauca en épocas de sequía; se diseñaron obras de protección de orillas para reforzar las bancas en los sitios más vulnerables e históricamente atacados por el río; frente a los centros urbanos más frecuentemente inundados se propusieron obras de control del flujo para que la corriente fuera menos implacable (canal de excesos en Nechí, canal piloto en San Jacinto). Posteriormente, el Invías aprobó la construcción de murallas de protección marginal en los principales centros poblados. Los diques fusibles son parte esencial del sistema de protección de La Mojana, ya que permiten el drenaje parcial de las aguas del río Cauca a través de los efluentes naturales que conforman el delta interior del mismo.

por los caños de La Mojana.

Las continuas inundaciones que ocurren cuando se rompe el jarillón representan grandes pérdidas económicas para los productores del sector; los caminos se destruyen y el territorio que es invadido intempestivamente queda modificado física y ambientalmente. Las comunidades biológicas no son capaces de responder a estos cambios, y tanto la flora como la fauna se ven afectadas en alto grado. No obstante, se conoce que las culturas zenúes y malibúes aprendieron a manejar eficientemente las inundaciones; desde épocas coloniales se aprovechaban las vías fluviales de entonces (caño Barro, entre otros) como rutas comerciales.

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urbano de Nechí, Guaranda y Achí. Esta intervención antrópica sobre el sistema, en lugar de resolver el problema de las inundaciones lo que ha hecho es incrementar más el impacto negativo, porque actualmente el río Cauca no evacua sus excedentes en forma ordenada a través de todos los caños y brazos de su delta, sino que se represa hasta que finalmente el jarillón o dique se rompe por la parte más crítica (curvaturas fuertes, caños, comunicación subsuperficial con ciénagas y zonas bajas), para drenar los excesos hacia el río San Jorge.

 Los centros urbanos ubicados a la orilla del río fueron creciendo hacia el canal y la erosión de orillas fue dejando estas poblaciones prácticamente dentro del cauce; se construyeron diques en concreto para protegerse de la erosión, como es el caso del casco

La mayor dificultad en La Mojana se ha dado por la deficiencia marcada de las vías de comunicación, de los caminos rurales y las redes fluviales, y el hecho de que la inundación sea frecuente hace que las actividades de conservación, mejoramiento y construcción de caminos prácticamente desaparezcan en los periodos de aluvión, con intensidades casi impredecibles.

De esta forma, la intervención es más amigable con la dinámica propia del río. Al diseño inicial se le hicieron muchos cambios: se redujo la altura del dique y consecuentemente la sección transversal, se eliminó el enrocado de protección de la cara húmeda (buscando reducir costos) y se modificó el alineamiento horizontal para evitar problemas con los propietarios de predios (Nuevo Mundo, Santa Anita, Guaranda, etc.). Por dificultades presupuestales, solo se contrató la construcción de uno de los cinco diques fusibles programados. Apenas se construyó el de Las Brisas, pero no se hizo la adecuación del canal de evacuación por problemas de predios y falta de socialización del proyecto. Entretanto, se complementó el levantamiento del dique hasta llegar a Achí (aproximadamente 11 km más de lo estimado). La principal falla del proyecto fue la falta de los diques fusibles, desconociendo su vital importancia para el sistema de protección

concebido. Acercar el dique a la orilla, además de representar una amenaza constante, implicaba obras de protección adicionales que no estaban contempladas en el proyecto inicial ni fueron diseñadas por la Universidad. En situaciones de emergencia (erosión de orillas amenazando la destrucción del jarillón existente y retrasos en la construcción del dique) se realizaron obras de protección mediante controles adicionales (cierre de rompederos de Santa Anita, La Tea–Guaranda, Boca de Arelis, Nuevo Mundo– Junín, control de vorticidad en San Jacinto). Asimismo, se ejecutó un dragado en Boca del Cura y en San Jacinto para ayudar al encauzamiento del flujo y retardar el problema de erosión. Sin embargo, no se construyeron los diques de encauzamiento en San Jacinto ni el canal de excesos en Nechí. Tampoco se programó la construcción de la estación de bombeo, ni se contrató la adecuación de caños para evacuar el flujo en los diques fusibles.

En La Mojana se fueron construyendo diques en concreto para protegerse de la erosión, pero en lugar de resolver el problema de las inundaciones incrementó el impacto negativo.

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La construcción de los diques fusibles diseñados por la Universidad Nacional en Medellín y la adecuación de los caños que van a recibir el flujo que entrará por ellos. La evaluación de los efectos de las inundaciones en el municipio de Sucre, para iniciar el diseño de las obras de protección en el casco urbano, dado su valor histórico y preponderante en la región. Reconocer las zonas aledañas a los caños que se van a adecuar para el drenaje de los diques fusibles, con el fin de plantear la reubicación de las comunidades que puedan estar en la zona de influencia de los mismos. Identificar zonas viables para posible amortiguación del flujo en épocas de crecidas y almacenamiento para épocas de sequía. Paralelamente, se debe planificar la nueva ocupación del territorio, analizar los proyectos formulados en el programa de la FAO para La Mojana y proveer un sistema de manejo de tierras, acorde a los hábitos de los ocupantes tradicionales de la región.

Archivo particular

La reconstrucción de La Mojana debe empezar por:


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Agua

El 50% del agua

potable es de mala calidad

Pese a que Colombia es el sexto país con mayor oferta hídrica en el mundo, el Ministerio de Medio Ambiente calcula que la mitad de los recursos hídricos tienen problemas de calidad. Se estima que la industria, el sector agropecuario y las aguas domésticas generan 9 mil toneladas de materia orgánica contaminante. Isis Beleño,

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Unimedios

Tres cordilleras, dos océanos, páramos, bosques tropicales y una ubicación estratégica le permiten al país tener una generosa oferta hídrica que por largo tiempo lo ubicó como el sexto con más agua en el mundo. Con los años el ranking se ha ido decantando, y ahora se analizan aspectos como la calidad y la disponibilidad que la población tiene del recurso. Bajo esta lupa, Colombia ha descendido varios escalones, a tal punto que el año pasado fue ubicado en el puesto 24. Con precipitaciones anuales promedio de 1.800 mililitros –cuando en el resto de naciones del planeta son de 900 mililitros–, cerca de 720 mil cuencas hidrográficas y alrededor de 10 ríos con caudales permanentes, se podría pensar que hay agua ilimitada para todos. Sin embargo, la situación es preocupante. El viceministro de Ambiente, Carlos Castaño, afirma que más del 50% del recurso hídrico en Colombia no se puede utilizar por problemas de calidad. “Estamos frente a una situación que necesariamente debemos enmendar. A ello se suma que la oferta de agua en Colombia no está disponible en forma equitativa”, asegura el alto funcionario. Según el Informe nacional sobre la gestión del agua en Colombia, elaborado con apoyo de la Asociación Mundial del Agua y la Comisión Económica para América Latina (Cepal), las fuentes que contribuyen al deterioro del agua y al incremento constante de la contaminación en el país son diferentes, siendo los sectores agropecuario, industrial y doméstico los principales responsables, ya que

en conjunto generan cerca de 9 mil toneladas de materia orgánica contaminante. El documento, uno de los informes presentados en el Segundo Foro Mundial del Agua realizado en el año 2000 en La Haya, señala que al entorno natural se descargan casi 4.500.000 m3 de aguas residuales domésticas e industriales, y la mayoría de los municipios no cuentan con plantas para su tratamiento. Ciudades del nivel de Barranquilla tan solo tienen a su disposición lagunas de oxidación antes del vertimiento de las aguas, mientras la capital, Bogotá, cuenta con una planta de tratamiento que solo procesa el 20% de lo que producen los habitantes. Según el Estudio Nacional del Agua (2010), que realiza cada cuatro años el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), la mayor parte del sistema hídrico andino colombiano se ha alterado debido al transporte de sedimentos y sustancias tóxicas, con una incidencia marcada de los corredores industriales ubicados en las cuencas de los corredores Bogotá–Soacha, Medellín–Itagüí, Cali–Yumbo, Sogamoso–Duitama– Nobsa, Barranquilla–Soledad y Cartagena–Mamonal, lo que afecta gravemente la calidad del líquido en los ríos Magdalena, Medellín, Bogotá y Cauca.

Abundancia vs. escasez Colombia tiene una oferta natural de agua de 2.200 km3 por año. Nelson Ómar Vargas, profesional especializado de la Subdirección de Hidrología del Ideam, explica que es una gran cantidad para un país que solo demanda 35 km3 anuales, de los cuales nueve se

pierden por ineficiencias en los sistemas de riego, en los procesos industriales y en los acueductos; no obstante, muchas regiones sufren por el acceso limitado al recurso y la mala calidad. En este sentido, Guillermo León Vásquez, profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional en Medellín, señala que el acceso al agua de calidad se ve afectado por problemas de distribución. “A esta situación la llamamos escasez tecnológica para el aprovechamiento del mineral, por eso muchas poblaciones como la costa Pacífica y la llanura del Caribe, a pesar de vivir en zonas con abundante recurso, no lo tienen o es impotable”. En Colombia hay zonas donde la pluviosidad alcanza niveles de 10.000 mm al año, como en el Pacífico, y otras donde apenas llueve en promedio 800 mm, como en La Guajira. Precisamente, en los lugares de mayor oferta no hay una importante concentración demográfica. De hecho, el 70% de la población colombiana vive en el área correspondiente a la cuenca del río Magdalena–Cauca, que aporta tan solo el 11% del recurso hídrico del país, y donde se genera el 85% del Producto Interno Bruto. El resto del territorio nacional, donde se encuentran las importantes vertientes que contribuyen con el 89% del agua como el Orinoco, Amazonas, Pacífico, Atrato, Catatumbo y Sierra Nevada, alberga al 30% de los colombianos. Esta presión demográfica termina afectando negativamente las cuencas hidrográficas. “Hay que hacer gestión para que los inconvenientes de disponibilidad de agua en el ámbito regional y local sean objeto de deci-

siones adecuadas. Así, queda claro que el problema no es la relación oferta–demanda”, explica Vargas, del Ideam.

Más Niñas y Niños Germán Poveda, profesor de la UN en Medellín y experto en el tema, asegura que el cambio climático afecta las cuencas en el país porque se ve sometido a ciclos hidrológicos más intensos y menos espaciados, como El Niño y La Niña: “Se trata de eventos extremos que provocan inundaciones, tal como lo vimos a finales del 2010”. Para Conrado de Jesús Tobón Marín, también profesor de la Facultad de Agronomía de la UN en Medellín y estudioso de páramos y bosques alto–andinos, más que el cambio climático se deberían analizar con prioridad los usos del suelo, la relación del hombre con la naturaleza y tener en cuenta fenómenos como la pobreza. “El ser humano y sus acciones sobre los ecosistemas sí son capaces de modificar el clima en poco tiempo. Por ejemplo, la quema de las cuencas de los páramos muestra efectos clarísimos en el ambiente en menos de un mes”. Colombia posee abundante agua que no está siendo utilizada correctamente y cuya disponibilidad es un problema para muchos municipios. El intenso invierno ha afectado a 28 departamentos con inundaciones, pero aún así hay problemas de abastecimiento y calidad. Contaminación, mal uso del suelo y falta de gestión son algunos de los ingredientes del peligroso coctel de desperdicio del líquido que, tarde o temprano, cobrará factura.

Ricardo González/Unimedios

Chingaza es uno de los páramos más importantes de la Región Andina. Es responsable del nacimiento de los ríos Guatiquía y Frío, que surten de agua a un importante sector de Bogotá.


A. baumannii: agresivo y mortal La mortalidad varía entre el 40% y el 60%, según el paciente y las complicaciones que presente en el transcurso de la enfermedad. “Cuando la bacteria llega al organismo humano conlleva a desarrollar afecciones como neumonía, meningitis, problemas vasculares y abdominales, entre otras, por lo cual la situación es tan traumática”, asegura el investigador. Un informe del Grupo para el Control de la Resistencia Bacteriana de Bogotá, adelantado con 36 instituciones de salud del país (29 de Bogotá y 7 de otras ciudades: Armenia, Ibagué, Manizales, Neiva, Popayán, Tunja y Valledupar), revela que desde el 2001 hasta el

Infecciones

intrahospitalarias cuestan

727 mil millones anuales

En promedio, cada semana en Bogotá se infectan 10 pacientes con bacterias intrahospitalarias, de los cuales 2 ó 3 mueren por la complejidad del problema.

Las instituciones de salud gastan anualmente cerca de 727 mil millones de pesos en el tratamiento de pacientes que contraen infecciones intrahospitalarias. Se trata de un problema de salud pública que requiere mayor atención, pues gran parte de las infecciones y las muertes que ocasionan se podrían evitar si hubiera más control y vigilancia epidemiológica en los hospitales del país. 2009, 323.108 personas adquirieron infecciones intrahospitalarias. En Bogotá, durante el 2009, fueron atendidos por esta causa 34 niños y 346 adultos fuera de la unidad de cuidados intensivos, así como 12 recién nacidos, 28 niños y 411 adultos que sí estaban recluidos en dichas salas especiales. En total, fueron diagnosticados 519 pacientes. El estudio señala que las personas más vulnerables a perecer por la infección son aquellas que demuestran multirresistencia a los antibióticos que la combaten. Lemos asegura que “el microorganismo es difícil de eliminar y esto ocasiona la muerte del paciente”. “En nuestro medio el panorama del mal uso de los antibióticos es el principal factor que genera la resistencia bacteriana. El problema se debe atacar de raíz, como en los países nórdicos donde existen leyes y restricciones serias para la prescripción y suministro de medicamentos. En salud, esta falta de control representa la muerte”, mencionó Lemos. Para la epidemióloga León, no existe un control efectivo de la provisión de medicamentos. “Cuando los antibióticos se utilizan en casos innecesarios, como en infecciones virales, se genera una resistencia

natural que impide que estos actúen cuando realmente se trate de bacterias”.

Una infección costosa La investigación dividió los costos en dos: directos, los que tienen que pagar los hospitales o las aseguradoras cuando el paciente se infecta, y los indirectos, que asumen las familias. “A partir de la técnica de microcosteo, el estudio obtuvo todos los valores asociados a la presencia de la bacteria. El sistema de salud colombiano no realiza con frecuencia este tipo de análisis, por lo cual los resultados demuestran la necesidad de generar políticas públicas, siguiendo los protocolos de la Organización Mundial de la Salud para el control de dichos agentes”, manifestó Liliana Chicaiza, doctora en Economía y Gestión de la Salud. Los 13 ó 15 millones de pesos que las instituciones gastan por paciente incluyen antibióticos, estancia, insumos, etc. En el 2009, el tratamiento de las personas infectadas costó 727 mil millones de pesos, que habrían podido invertirse en prevención, sin que ello implicara pérdidas humanas.

El gasto adicional, por familia, es mayor a 75 mil pesos semanales y puede alcanzar la tercera parte de un salario mínimo cuando el paciente está hospitalizado hasta por un mes. El estudio contempló gastos de transporte, medicamentos, alimentación fuera de casa y pérdida de productividad del enfermo. “Asumir esta carga implica sacrificar otras necesidades básicas para la mayoría de familias colombianas. Cuando hay muerte, se ocasionan otros costos”, dijo el doctor Lemos. Medir el problema sirve para que las instituciones de salud tengan un mayor control de las bacterias, que, aunque siempre existirán, su transmisión debería asociarse a factores endógenos y no exógenos (controlables con medidas rigurosas que eviten la propagación y la alta mortalidad). “La muerte de cada paciente implica la pérdida del consumo de recursos para el sistema. Esto dimensiona, en parte, lo que significa la enfermedad y la disminución de la expectativa de vida para la población del país”, concluyó Liliana Chicaiza, directora del Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional.

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A esta conclusión llegó Elkin Lemos, infectólogo y doctor en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia, luego de investigar desde una perspectiva social los costos y el impacto clínico que tiene sobre las personas contraer la infección con la bacteria Acinetobacter baumannii, un microorganismo que se adquiere principalmente en el entorno hospitalario y es de difícil tratamiento. “Durante cuatro años realizamos un estudio prospectivo con 165 pacientes internados en tres Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de adultos en Bogotá que presentan esta problemática de manera muy marcada: la Clínica de Occidente y los hospitales El Tunal y Kennedy. 42 personas del grupo de seguimiento murieron en este tiempo, es decir, el 26% de los observados”, manifiesta el doctor Lemos. En el ambiente hospitalario existen diez bacterias responsables de las denominadas infecciones nosocomiales que comprometen la vida de quienes las padecen, personas que ingresaron por diferentes patologías y terminaron siendo víctimas de estos microorganismos oportunistas. A. baumannii es uno, y no solo se encuentra en las instituciones de salud colombianas, sino en las de la mayoría de países del mundo, excepto los nórdicos. Una persona adquiere el microorganismo por medio del contacto cruzado personal–paciente, a través de diferentes intervenciones realizadas en las salas de cirugía, cuidados intensivos u otros procedimientos clínicos. La transmisión se clasifica según factores endógenos o exógenos. La primera se produce en pacientes clínicamente enfermos o con algún grado de inmunosupresión, por lo que son más susceptibles a adquirir la bacteria, por ejemplo personas con cáncer o VIH. Entre los factores exógenos están los procedimientos hospitalarios que no cumplen las normas de sanidad, como la desinfección de salas e implementos de cirugía, o la adecuada asepsia del personal médico. “Por medio de cultivos y pruebas microbiológicas (como el antibiograma), podemos determinar cuáles son las bacterias que generan un proceso infeccioso diferente a la causa de hospitalización por la que ingresa el paciente”, comenta Yazmín León, jefe de Epidemiología de la Clínica de Occidente, quien hizo parte de la investigación.

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Unimedios

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Andrés Felipe Castaño/Unimedios

Catalina Ávila Reyes,

Salud


Salud

A ciencia cierta Archivo particular

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En el Hospital La Misericordia, las profesionales de la UN tratan con miel a pacientes que han sufrido quemaduras. Los resultados son exitosos desde las primeras aplicaciones.

Patricia Barrera Silva,

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Unimedios

Al meter los dedos en lo profundo de la herida, Mili se da cuenta de que va mejorando, ya no siente el hueso, y el hoyo que hay bajo la piel de la nalga por la pérdida de tejido es menos grande que la semana anterior. Andrés, su paciente de 13 años, está tranquilo, mira esa enorme úlcera abierta en su glúteo y piensa que es afortunado de no sentirla. Una deformación de nacimiento conocida como mielomelingocele, un tipo común de espina bífida, que impide que la columna vertebral y el conducto raquídeo se cierren antes del nacimiento, lo dejó sin sensibilidad del ombligo para abajo. Si no fuera así, la inspección de la enfermera Mili Moreno sería insoportable. Se trata de una herida crónica, que afectó todas las capas de la piel, el músculo y el hueso. Andrés lleva ocho meses con esta úlcera que alcanzó los 7 cm y se originó al estar sentado y siempre ejerciendo presión sobre esa zona de su cuerpo. Mili está satisfecha, la herida no ha cerrado pero no tiene infección y Andrés está ganando tejido. Tras la inspección procede a aplicarle miel a la herida. ¿Miel? Sí. Ella, junto a otras dos colegas, Carol Serna y Ángela Mariño, iniciaron un estudio de observación que les permitió corroborar en la práctica (evaluando indicadores de infección como olor, enrojecimiento y secreción purulenta o sanguínea) que la miel tiene potencial para tratar heridas crónicas por presión, como la de Andrés, entre otras. No se trata de un experimento incauto, el trabajo minucioso del Grupo de Investigación en Ciencia y Tecnología Apícola (AYNI), de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional, respalda esta práctica de antaño. “Seguramente mucha gente de manera tradicional la usa, pero es necesario que este tipo de conocimientos empíricos se estudien para evidenciar qué efectividad tienen a la luz de la ciencia y la investigación”, afirma la enfermera Carol Serna.

miel

la cicatriza heridas

Análisis antimicrobianos de la miel producida en Colombia demuestran que tiene un alto potencial para inhibir bacterias en heridas y quemaduras y las ayuda a cicatrizar. La sustancia se probó en pacientes y los resultados son promisorios. Más que dulce La zootecnista Viviana Gamboa, quien hace parte del grupo AYNI, confirma que la efectividad antimicrobiana de la miel tiene una explicación científica. Esta sustancia tiene dos compuestos: el peróxido de hidrógeno y otros denominados no peróxidos. El primero es un producto que surge de la mezcla de los azúcares que contiene el néctar que recoge la abeja y unas enzimas que hay dentro de ella. “Es un producto fuerte que se asemeja al agua oxigenada. Su reacción efervescente, una vez actúa, se acaba rápido. Adicionalmente, su poder puede ser inhibido por las catalasas, enzimas que están en algunas bacterias y también se encuentran en la piel de los humanos”, explica Gamboa. El carácter fugaz del peróxido y su susceptibilidad a las catalasas llevó a las investigadoras de la UN a evaluar la capacidad antibacteriana de los compuestos no peróxidos, que son los que permanecen en la miel por largo tiempo. Dentro de estos se analizaron la acidez de la miel –que no es una condición adecuada para ciertas bacterias– y la baja actividad de agua debido a la concentración de azúcares. ”Las bacterias tienen una membrana que les permite de manera constante intercambiar nutrientes y mantener su nivel de agua interior. Al poner un fluido tan viscoso como la miel, ese mecanismo se interrumpe y la bacteria se deshidrata”, afirma Gamboa. También se estudiaron los

compuestos fitoquímicos, que contienen fenoles y absorben radicales libres, tóxicos dentro del tejido. Estos compuestos hacen de la miel un elemento viable para combatir bacterias, pero ¿cuáles y con qué potencia las combate? Las investigaciones de la zootecnista se enfilaron en la búsqueda de estas respuestas.

El terror de las bacterias Un estudio previo realizado por la profesora Judith Figueroa, microbióloga y líder del programa de investigación en Cualificación de Productos de la Colmena, hizo un recuento microbiológico de mieles provenientes de Cundinamarca, Boyacá, Santander y Magdalena, regiones que poseen la miel de mejor calidad en el país, pues tienen una carga de patógenos muy baja o nula. Viviana hizo un segundo análisis, esta vez antimicrobiano, con miras a determinar el potencial de la miel para atacar microorganismos de importancia, es decir, que hubieran sido evaluados internacionalmente frente a antibióticos convencionales. Escogió seis bacterias: E. coli, causante de enfermedades intestinales; Klebsiella pneumoniae, que ataca tejidos blandos y causa enfermedades respiratorias; Salmonella enterica, de fácil adherencia al tejido pulmonar; Bacillus subtilis, contaminante de los alimentos; Micrococcus luteus, que se encuentra en el sudor y tiene una vasta referencia internacional con antibióticos, y Staphylococcus aureus, un dolor de cabeza por causar infecciones intrahospitalarias.

Gamboa procedió a diluir las mieles desde el 80% –pues múltiples análisis reportan que la concentración de azúcares de la miel es en ese porcentaje– hasta alcanzar una acumulación del 2%. “Luego, pusimos en todas las diluciones la misma cantidad de microorganismos y los llevamos a incubar a través de un procedimiento microbiológico llamado Rayado sobre el Lagar”, explicó la investigadora. “Evidenciamos que ningún microorganismo sobrevivió, incluso en los porcentajes de dilución más bajos. Esto demostró que la miel tiene un muy buen potencial para inhibir microorganismos sin importar su concentración”, afirmó la investigadora. Adicionalmente, hizo las mismas pruebas evaluando la efectividad inhibidora de los compuestos no peróxidos. “Si se le quitara el peróxido a la miel, conservaría su actividad antimicrobiana pero diluida hasta el 50%, lo que sigue siendo un potencial amplio”, señaló la zootecnista.

Del laboratorio a las heridas Carol, Mili y Ángela trabajan actualmente con una mezcla de las mieles que demostraron tener la capacidad más fuerte para matar bacterias incluso en bajas concentraciones. El Hospital La Misericordia de Bogotá les dio acceso a cinco pacientes, dos con úlceras crónicas por presión, como la de Andrés, y los otros con quemaduras. “Los resultados fueron exitosos desde las primeras aplicaciones y son promisorios confrontándolos con los indicadores de infección. Para nosotros es una nueva alternativa, porque curar una herida de manera convencional es caro, se necesitan al menos cuatro productos diferentes. En este trabajo encontramos pacientes que no cuentan con recursos suficientes para iniciar un tratamiento costoso. Además, hay hospitales donde los recursos son limitados. Con un paciente hicimos la prueba y concluimos que se puede ahorrar hasta el 50% del costo, cerrando una herida con la miel”, concluyeron las enfermeras.


Salud

En el Araracuara

Elizabeth Vera Martínez, Unimedios

Los Uitoto extraen las arcillas de lo más profundo de la tierra, ya que las superficiales están contaminadas con residuos de la minería.

Andrés Felipe Castaño/Unimedios

Las arcillas, utilizadas durante cientos de años por los indígenas para aliviar inflamaciones, úlceras y problemas de estómago, entre otras dolencias, demostraron su efectividad contra bacterias. Un estudio realizado con cinco de estos minerales, hallados en el Araracuara (Caquetá), evidenció que impiden el crecimiento de microorganismos patógenos, particularmente los que afectan la piel. cuentra, la forma de recolección y el modo de preparación.

Los geomateriales La arcilla se encuentra en la naturaleza y está constituida por silicio y oxígeno, el grupo de minerales más abundante en la corteza terrestre (más del 95%) y más importante en la formación de las rocas. Algunas contienen sales minerales, fosfato, hierro, calcio, magnesio, sodio y potasio, que son absorbidos por el organismo. En las mesetas de arenisca de Chiribiquete–Araracuara, extensas regiones aplanadas y conformadas todavía por rocas del paleozoico, se encuentran las arcillas experimentadas por Ballesteros: Ogüe, una arcilla de color azul que popularmente se emplea para hacer tiestos, actividad exclusiva de las mujeres Uitoto. Egopa+güe, de color rojo, sabor amargo y olor a pescado, utilizada para contrarrestar la intoxicación con Barbasco, planta fuertemente ictiotóxica, usada para pescar en grandes cantidades con tan solo agregar las hojas o la raíz al agua. Nuyochamie o Mierda de Boa, de color blanco, textura rugosa y porosa, usada para dolores estomacales. Dos variedades de Nogora

(Mokorede y Uterede), para la disentería, detoxificación hepática, fiebre y anemia. El tipo de patología señala su preparación.

Resultados promisorios Las diferentes arcillas fueron analizadas en los laboratorios de Física y de Espectrometría de Rayos X del Departamento de Física de la UN. Allí se les aplicaron pruebas de difracción de rayos X (DRX) y fluorescencia de rayos X (FRX), técnicas que permiten detectar la presencia de compuestos en las muestras y cuantificarlos. Para los análisis microbiológicos se utilizaron cepas, es decir, muestras contaminadas de bacterias proporcionadas por el Laboratorio de Microbiología del Instituto de Biotecnología, las cuales se sometieron a 37 ºC de temperatura. De las cinco muestras, cuatro impidieron totalmente el crecimiento de las bacterias S. aureus, que afectan la piel ocasionando eritema, descamación, orzuelos y otras heridas; E. coli, presente en infecciones intestinales graves como diarrea con sangre, dermatitis, foliculitis e infección de heridas, y B. subtilis, que no representa patogenicidad para humanos, pero contamina algunos alimentos.

“En el caso de la piel, la bacteria muere cuando la arcilla se aplica directamente. En caso de infección del aparato digestivo, la infusión de la arcilla debe tomarse”. Los resultados mostraron una completa actividad sobre las cepas bacterianas, acotó Ballesteros, quien dijo que “otros usos no deben ser descartados”.

Peloterapia La arcilla es la base de la terapia con tierra y agua (peloterapia), una alternativa de salud y belleza que puede emplearse si se conoce su composición y la ausencia de contaminantes. Ballesteros señala que el empleo de la arcilla es recomendado en casos de inflamación de articulaciones, reumatismo y en gota. Sin embargo, los estudios científicos deben seguir para determinar su actividad y mecanismo de acción. Aunque para el profesor José Julián López la medicina homeopática, la fitoterapia, la acupuntura y otras medicinas alternativas también pueden tener efectos adversos, Ballesteros manifiesta que con estos geomateriales se podrán desarrollar nuevos fármacos de bajo costo sin los molestos efectos secundarios.

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Ballesteros, junto a las profesoras Nivea Cristina Garzón, del Departamento de Geología, y Dolly Montoya, del Instituto de Biotecnología de la UN, estudió cinco especies de arcillas o silicicatos originarias de la región de Araracuara, en el departamento del Caquetá, con el fin de identificar y cuantificar los grupos minerales presentes en las muestras (caracterización geoquímica) y comprobar otras aplicaciones en enfermedades bacterianas. Por dos semanas convivió con los indígenas Uitoto, comunidad del Guacamayo en Araracuara, una extensa selva entre Amazonas y Caquetá, habitada por cerca de 182 indígenas que integran 37 familias, quienes con su saber empírico le enseñaron cómo y en qué lugar recoger los minerales. “No todos los que se encuentran en el camino se pueden recoger. Hay sitios especiales como las orillas de los ríos, en donde es posible que los minerales de arcilla estén contaminados”, aprendió de los nativos el investigador. “El objetivo principal era ampliar el uso adoptado por los Uitoto (contra problemas digestivos) a la capacidad de inhibir el crecimiento bacteriano, aunque ese no es el único uso que ellos les dan a estos materiales”, dijo Ballesteros. Durante su experiencia aprendió del abuelo del resguardo, Vicente Makuritofe, a distinguir las arcillas y la preparación de las infusiones para otros malestares como cólicos, diarrea con sangre, intoxicaciones con plantas, hígado graso, entre otras patologías. Antes de llevar el material a los laboratorios de Geociencias y de Biotecnología de la Universidad Nacional, el químico farmacéutico aprendió a utilizar el protocolo de exploración indígena que incluye la percepción del olor, color y sabor de los minerales, así como identificar el paisaje donde se en-

con propiedades antibacterianas

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Conocimiento empírico

descubren arcillas

Ricardo Andrés Ballesteros Ramírez

Las bacterias son los organismos más abundantes del planeta. Se encuentran en el suelo, en manantiales calientes y ácidos, en desechos radiactivos, en las profundidades del mar y hasta en el cuerpo humano, donde se alojan particularmente en la piel y en el sistema digestivo causando enfermedades infecciosas como lepra, tifus y difteria, o por el contrario pueden ser inofensivas. Desde la antigüedad, el farmacéutico ha elaborado medicamentos para tratar estas afecciones a partir de principios activos que se encuentran en los diferentes elementos de la naturaleza. Sin embargo, hoy se fabrican de manera sintética o biotecnológica, pues “hay escepticismo frente al uso de sustancias que provee el entorno”, señala el químico farmacéutico de la Universidad Nacional Ricardo Andrés Ballesteros. Tal es el caso del caolín (arcilla o filosilicato), usado en Colombia desde hace muchos años en medicamentos alopáticos (caolín– pectina) que controlan la diarrea, explicó José Julián López, director del Centro de Información de Medicamentos de la UN (Cimún). Agrega también que hay otras como la bentonita o la atapulguita, caracterizadas por contener abundante hierro. Se usan en la elaboración de fármacos por su adecuación y asimilación dentro del organismo.

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Sociedad

Andrés Felipe Castaño/Unimedios

En un estudio realizado con 482 jóvenes entre 14 y 17 años de seis localidades de la capital, 94 admitieron haber tenido una idea suicida y 69 intentaron quitarse la vida, algunos más de una vez. En la mayoría de casos, los adolescentes manifestaron sentir soledad a pesar de convivir con su madre, padre y hermanos. Falta de comunicación, confianza y tiempo para compartir caracterizan a las denominadas “familias poco saludables”, que según la investigación son más comunes de lo que se cree.

Familia poco saludable,

una causa de intento de suicidio en Bogotá Giovanni Clavijo Figueroa, la Enfermería, busca profundizar

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Unimedios

Cada 40 segundos alguien se suicida en el mundo, señala un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, 3.000 personas se quitan la vida, seis de ellas en Colombia según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal (INML). El año pasado en Bogotá se presentaron 1.670 casos de ideación e intento de suicidio, explica la psicóloga de la Secretaría de Salud del Distrito, Gloria del Pilar Cardona. “Los casos reportados por la red pública de hospitales de la capital son en su mayoría de jóvenes entre los 15 y 24 años”. Estas cifras revelan la necesidad que hay de canalizar a los adolescentes escolarizados en esta situación y hacerles un abordaje desde la escuela y la familia para prevenir una expresión desesperada de mayor complejidad, señala la doctora en Enfermería de la Universidad Nacional Gloria Carvajal, autora de la investigación Ideación suicida en la adolescencia: soledad, desesperanza y salud familiar. Según Carvajal, las iniciativas que el Estado ha planteado sobre el tema son interesantes, por ejemplo, contemplar la conducta suicida como problema nacional de salud pública, implementar acciones para su prevención y, a nivel de la Secretaría de Salud del Distrito, darles prioridad dentro de su política escolar a los casos de ideación e intento de quitarse la vida. Sin embargo, considera necesario revisar la cobertura y la efectividad de dichas acciones. Por eso, desde la disciplina de

en el conocimiento del fenómeno y plantear opciones de promoción y prevención en Bogotá. El estudio se realizó entre julio del 2008 y diciembre del 2009, en seis localidades de la capital: Usaquén, Chapinero, Puente Aranda, La Candelaria, Bosa y San Cristóbal, entrevistando a 482 jóvenes, 251 hombres y 231 mujeres, entre los 14 y 17 años de edad. De ellos, 94 manifestaron tener ideas suicidas y 69 aseguraron haberlo intentado, algunos más de una vez. “Frente a la respuesta, no encontramos distinción en el nivel socioeconómico de los jóvenes, ni en el hecho de estudiar en colegio público o privado. Fue mayor el número de casos de idea e intento de suicidio en mujeres que en hombres”, asegura la investigadora Carvajal. Entre las formas más comunes que emplearon para atentar contra su vida estuvo el consumo de medicamentos (intoxicación) y el uso de objetos cortopunzantes. Las causas que argumentan los jóvenes para cometer el acto son variadas. Prevalecen la depresión y haber tenido un intento de suicidio anterior, pero el factor de riesgo principal es pertenecer a lo que Carvajal llama una “familia poco saludable”. Según la doctora en Enfermería, esta se caracteriza por la falta de supervisión y acompañamiento a los hijos: “Los jóvenes no sienten que en su casa haya una base de apoyo segura, y la relación con sus padres no es la mejor ni en términos de cantidad (tiempo) ni de calidad (comunicación y confianza)”, explica la profesional.

Advierte que “de poco sirve vivir con papá, mamá y hermanos si no tejemos vínculos afectivos reales”. Para el ex presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, Carlos López, el deterioro de la familia es un factor de riesgo importante, pero hay otros. “La ideación suicida corresponde en un 95% a perturbaciones psiquiátricas como la depresión, el trastorno de sentido bipolar (cambios bruscos de ánimo) y la esquizofrenia. De igual manera, al abuso de sustancias como el alcohol y los tóxicos”, puntualiza.

Ayuda o estigma Ni los adolescentes ni sus familias buscan ayuda para resolver esta problemática, precisa López. “En nuestra sociedad, una persona es estigmatizada si consulta a un psiquiatra y le confiesa su deseo de morir. Al suicida se le ve como un enfermo mental”. Sobre el tratamiento, la psicóloga de la Secretaría de Salud Gloria del Pilar Cardona asegura: “Lo primero que se hace es identificar la ideación de morir en la población estudiantil y visitar a las familias de los adolescentes que la padecen, para generar una red de apoyo. También se hace un seguimiento a los casos y se realizan campañas de promoción de la salud mental y prevención, tanto en las localidades como en los colegios. Esto, conjuntamente con el proyecto Salud al Colegio, programa de articulación intersectorial entre las Secretarías de Salud y Educación”. El suicidio es un problema de salud pública de gran preocupa-

ción no solo en Colombia sino en el mundo. “El Ministerio de la Protección Social ha tenido dificultades en la prestación de los servicios de psicología y psiquiatría a través del Plan Obligatorio de Salud (POS), pero se ha logrado establecer mediante el Acuerdo 08, Decreto de Emergencia, un Plan Obligatorio de Salud Mental. De igual manera, están habilitadas las líneas 123 y 106 para brindar orientación que permita canalizar un paciente ansioso con una amenaza suicida”, concluye Cardona. La tasa de suicidio en Colombia es de 4 por cada 1.000 personas. La OMS asegura que los accidentes de tránsito, el suicidio y las afecciones maternas figuran entre las principales causas de muerte de los jóvenes. Es tal la preocupación mundial por este comportamiento, que existe una Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, y el 10 de septiembre fue declarado como Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Ante el tema, Gloria Carvajal concluye: “Cualquier situación puede ser un factor de riesgo mientras no se maneje de forma adecuada. A veces los intentos fallidos de suicidio en la adolescencia se consuman en la adultez”. La tesis doctoral de esta profesional de la Universidad Nacional fue aceptada como ponencia para concursar por el premio Maricel Manfredi, en el XII Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería, que organizó la Asociación Latinoamericana de Facultades de Enfermería en Florianópolis, Santa Caterina (Brasil), el 31 de agosto del 2010.


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Medioambiente

catálogo colombiano de insectos primitivos Primer

Elizabeth Vera Martínez,

Cerca de 1.673 especies, pertenecientes a 80 familias y 18 órdenes, hacen parte del primer y más completo catálogo de insectos primitivos puesto a disposición de la comunidad científica. El inventario fue realizado por los entomólogos Germán Amat y Fernando Fernández, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Los insectos son el grupo de animales más grande que habita el planeta (entre el 60% y el 75% de todos los seres vivos). La mayoría aparecieron hace miles de millones de años, y a lo largo de su evolución han presentado cambios en su forma externa (morfológicos) y en sus órganos internos (fisiológicos), así como en su estilo de vida y adaptaciones al medio.

Cortesía Hannier Pulido

Hace más de 400 millones de años aparecieron sobre el planeta unos “bichos” poco desarrollados, que así como los mamíferos fueron evolucionando. La información de 1.673 de estas especies fue compilada por especialistas que hoy le presentan a la comunidad científica el primer catálogo de insectos primitivos realizado en el país.

Unimedios

Las libélulas son depredadores, viven cerca de los lagos, los charcos, los ríos y los pantanos. Se alimentan de mosquitos, abejas, polillas y mariposas, limpiando el ecosistema de moscas transmisoras de enfermedades como el dengue y la gastroenteritis.

Cucarachas (Dictyoptera)

Taringa.net

abejas y avispas se destacan por su sociabilidad. Tienen una hembra reina que se reproduce sola, todas sus hijas son estériles y tienen la función de proteger la colonia y buscar alimento para las crías. “Es una novedad evolutiva reciente, y por ello no se pueden ver sus fósiles como ocurre con los insectos primitivos”. “Los insectos están ligados al funcionamiento de la tierra, pues una buena fracción son desintegradores; si no existieran, la materia se acumularía, no habría reciclaje y la energía no fluiría”, señala el profesor Amat.

Pescadito de plata (Zygentoma) Esta especie, una de las más antiguas, es fácil encontrarla en

baños y cocinas. Su hábitat son las grietas, los huecos, el sótano y las alfombras por el cúmulo de hongos, moho y celulosa. Su forma es plana y alargada, mide entre 1,2 y 2,5 cm y su color es plateado o gris brillante. Hace parte de un antiguo linaje de insectos que no poseen alas y viven entre uno y seis años.

Libélulas (Odonata) Son conocidas como caballitos del diablo y tienen ojos grandes y compuestos, es decir, con miles de unidades receptivas llamadas omatidios, formadas por células capaces de distinguir la presencia y ausencia de luz y diferenciar colores. Este insecto, contrario a sus contemporáneos, posee dos pares de alas transparentes y fuertes y abdomen alargado.

Herederos El inventario de la diversidad de insectos empezó en el país con la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, en cabeza de José Celestino Mutis, trabajo que continuaron en Cundinamarca Jorge Tadeo Lozano y Fray Diego García, quien lideró el tema entomológico durante el siglo XVIII. “La tarea es consolidar información y acercarnos a un catálogo real de la biodiversidad de insectos del país, viable en la medida de la capacidad investigativa del recurso humano y de las voluntades institucionales y del Gobierno”, anunció Amat.

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Entre los grupos de insectos primitivos que han tenido variaciones evolutivas se encuentran las termitas, derivadas de la fusión de cucarachas con microbios. Se caracterizan por digerir la celulosa de la madera cuando se descompone. Otro ejemplo son los escarabajos estercoleros, que se alimentan del excremento de las vacas, ayudando así a que la tierra no se inunde de esta materia. El profesor Fernández explica que todas las hormigas, algunas

Se estima que en una hectárea de bosque tropical, por cada kilo de animal vertebrado hay 14 de insectos, lo que revela el impacto de estas especies en términos de biomasa.

Son insectos oscuros, rojizos, de antenas cortas, fáciles de identificar por un tipo de tijeras al final de la punta del abdomen llamadas fórceps, con las que pueden intimidar al enemigo. Son totalmente inofensivas para el ser humano. La tijereta excava unos centímetros debajo del suelo, de una piedra o pedazo de madera para depositar los huevos mientras la hembra permanece con ellos hasta su desarrollo. Se alimentan de materia orgánica en descomposición y ocasionalmente de vegetales u otros insectos. El primer catálogo de insectos primitivos también contiene la descripción del cola de resorte (Collembola), los insectos saltadores de roca (Archaeognatha), las moscas de mayo (Ephemeroptera), las moscas de la piedra (Plecoptera), los insectos palo (Phasmida), los tejedores de redes (Embioptera) y los insectos ángel (Zoraptera).

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Novedades evolutivas

Tijeretas (Dermaptera)

Cortesía Hannier Pulido

Los insectos primitivos se diferencian del resto porque su registro geológico los ubica en periodos como el Carbonífero de la Era Primaria, caracterizado por sus grandes extensiones de bosque que quedaron sepultadas dando origen al carbón. En esta etapa abundaban los anfibios pero aún no existían los dinosaurios, y los continentes estaban a punto de unirse en el megacontinente conocido como Pangea. El profesor y especialista en hormigas Fernando Fernández explica que los animales que se conocen hoy en día como los escarabajos, las moscas, los zancudos, abejas y cigarras, tuvieron como ancestro insectos sin alas, solo que cada uno tuvo diferentes formas de evolución. También se ha podido determinar que no tenían cópula o sexo directo. El apareamiento entre macho y hembra no ocurría a través de la penetración del órgano masculino en el femenino para asegurar la fecundación, sino que se daba de manera indirecta, es decir, el macho ponía el esperma en el suelo o en una especie de tejido como tela de araña y obligaba a la hembra a acercarse y tomarlo. Hoy este proceso natural se observa en los escorpiones –cuyos fósiles más antiguos datan de hace 410 millones de años–, que realizan una danza en la que el macho toma de las pinzas a la hembra y la invita a caminar por su estera de esperma.

Esacademic.com

Los más antiguos

Son repulsivas para muchas personas y algunas especies de este orden transportan bacterias patógenas, microorganismos causantes de enfermedades y alergias, que las convierten en amenaza para la salud. De las más de 4.000 especies que existen, son unas pocas las consideradas plagas o molestias para el humano, pues viven en las cocinas, basuras e inodoros. En la naturaleza son importantes como procesadores de la materia orgánica que se acumula, garantizando así, paradójicamente, la salud de los ecosistemas.


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Agro Etanol, empaques, artesanías, papel, jarabes medicinales, harinas, dulces, mazamorra y hasta envueltos podrían elaborarse a partir de los residuos de cosecha del plátano. El aprovechamiento eficiente de estos “desechos”, que en su totalidad se arrojan al suelo, promete dejarles a las familias cultivadoras unos pesos extra.

Residuos del plátano, renta para productores

Ángela María Betancurt Jaramillo,

conlleva a que los nuevos artículos sean amigables con los ecosistemas y todo lo que se fabrique sea biodegradable. Por ejemplo, el Grupo de Investigación en Aplicación de Nuevas Tecnologías (Giant), del profesor de la UN Javier Fontalvo Alzate, proyecta extraer a partir de membranas etanol y butanol, sin generar residuos contaminantes”, aseguró Suárez Moreno. Si las familias llegaran a utilizar eficientemente todas las partes del plátano, tan solo con la venta de la fibra y dependiendo de su condición de mayoristas o minoristas, podrían ganar 26 y 16 dólares respectivamente. Este valor podría variar si además se adelantan desarrollos industriales como los empaques biodegradables, que encuentran en el mercado una demanda total y permanente.

Unimedios

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Quince subproductos más Infortunadamente, cerca del 95% de los residuos que se generan del plátano no son aprovechados eficientemente por el cultivador, ya que su producción la enfoca en la comercialización o como opción alimenticia para el hogar, por lo que después de usar el fruto destina lo restante a abono para la cosecha, por medio de su descomposición. Según el PhD en Química y docente de la UN en Manizales Carlos Ariel Cardona Alzate, estos

Hojuelas de raquis

El 95% de los residuos del plátano son usados como abono, desconociendo su valor agregado.

residuos no ayudan a la nutrición del suelo, sino que por el contrario impactan negativamente el medioambiente: “Al generar el crecimiento de diversos microorganismos en zonas donde no deberían crecer, se pueden afectar otros cultivos, obstruir cañadas, acumular agua y formar hongos en lugares inadecuados”. Con cada uno de los elementos presentes en la siembra, desde la primera hasta la última etapa, con el tallo, el seudotallo o calceta, el vástago (de donde se cuelga la fruta), la cáscara de la fruta, la fruta, la batata (flor morada que se desarrolla en la etapa inicial del cultivo) y la mancha (líquido que afloja la planta al ser corta-

Notimex

El Triángulo del Café (Caldas, Quindío y Risaralda), el norte del Valle y el sur de Antioquia son las principales regiones colombianas que se destacan en la producción de plátano, y ubican al país como el tercer exportador del fruto en el mundo. Según estadísticas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, de enero a septiembre del 2010 se exportaron 78.874 toneladas. En lo que respecta a Caldas, y tal como se expresa en la Evaluación Agropecuaria del 2009, emitida por la Secretaría de Agricultura Departamental, se cosecharon 16.631 hectáreas, con una obtención de 189.452 toneladas, siendo Anserma el municipio líder del cultivo. Aunque al comparar las cifras de exportación se presenta una leve caída del 12,8% con respecto al mismo periodo, este sigue siendo un renglón importante en la economía del país, situación que no es igual para las familias campesinas que derivan su sustento de este fruto: “La mayoría de cultivos no son rentables para los productores debido al paradigma del conocimiento, ya que en estas comunidades no se transfiere, y cuando se ofrece, tiene focos mezquinos que no construyen la necesidad ni las opciones de recibirlo”, afirma el docente Óscar Eduardo Suárez Moreno, director del grupo Biorremediación de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales. Para el investigador, las siembras podrían ser más beneficiosas, solo que hay que saber usar los recursos en cada cosecha. Esta afirmación la basa en el estudio La cadena de valor del plátano en Manizales. Diseño de alternativas, con el cual el grupo caracterizó el nivel de desarrollo socioeconómico de dichas familias. Su objetivo es fomentar el aprovechamiento óptimo a partir de la identificación y formulación de alternativas de producción en su cadena de valor.

da), se pueden obtener hasta 15 subproductos que impactan positivamente diferentes áreas. En el ámbito industrial, estos residuos sirven para la fabricación de etanol y butanol, fibras (empaques, embalajes y artesanías), pectinas, compostados (abono natural), papel, jarabes medicinales y opciones alimenticias como dulce de plátano verde, mazamorra, envueltos de plátano maduro, plátanos conservados por frío, harina de plátano para mezclar con concentrado animal, hojuelas secas o fritas y tintes naturales. “Además, estos bienes fueron caracterizados bajo la metodología de producción más limpia y buenas prácticas agrícolas, lo cual

El grupo Biorremediación no solo identificó opciones para aprovechar los residuos del plátano, sino que además formuló tres alternativas de desarrollo industrial con estándares definidos que hacen referencia al proceso de elaboración de hojuelas a partir del raquis (eje principal de las hojas), la fabricación de harina de la cáscara del plátano y cuatro formas diferentes de extraer fibras. La idea es iniciar una etapa de capacitación sobre el tema y de socialización con la comunidad de ambas regiones, para que comprendan la importancia de trabajar con los subproductos, vean su rentabilidad económica, aprendan a elaborarlos y adquieran bases en torno al emprendimiento. Para ello se publicará un libro que muestra todos los procedimientos diagramados y un texto que explica la manera de extraer la fibra. Este proyecto fue replicado en la Sede Orinoquia de la UN, a través del Instituto de Estudios de la Orinoquia. Allí se han logrado acercamientos con los agricultores y se conformó un sistema cooperado, integrado por más de 70 personas, gracias a la intervención de Jorge Molano y Mónica Valenzuela, de la Unidad de Emprendimiento de la UN en Bogotá. Según explicó el docente, “se eligieron estas alternativas porque su mercado es tangible e inmediato, y los procesos de producción fueron propuestos bajo estándares de fácil acceso –según el nivel educativo y económico de los beneficiarios–, pues nuestro foco principal es mejorar su calidad de vida, por lo que es muy importante que para su fabricación no se requiera de un capital muy elevado”, concluyó Suárez Moreno.


Agro

El químico César Sierra, director del Grupo de Investigación en Macromoléculas de la UN, indica que el principal inconveniente que presenta esta especie de Passiflora durante la etapa de comercialización es su rápida sobremaduración. Por ello, cerca del 20% de la gulupa que llega a los puntos de distribución en el viejo continente sufre de mala apariencia y problemas fitosanitarios. “Los empaques tradicionales acrecientan esta dificultad, ya que propician la maduración del fruto y hacen que se produzca condensación de agua, fuente de proliferación de hongos”, señala Sierra. La mayoría de comercializadores colombianos utilizan empaques importados de alto costo para transportar los frutos fuera del país. Según estudios del Departamento de Química y Biología de la UN, estas envolturas no solucionan el conjunto de problemas –como los asociados a los hongos– que se presentan durante el trayecto de exportación, lo cual genera rechazo en el mercado internacional. Se estima que desde la salida de la fruta del cultivo hasta su llegada a los anaqueles de los micromercados europeos, pueden pasar 35 días. Desde la década anterior y en términos de exportación, el Ministerio de Agricultura había denominado a algunas frutas tropicales

de la gulupa

Cerca del 20% de la gulupa que llega a los puntos de distribución en el viejo continente sufre de mala apariencia y problemas fitosanitarios. El empaque creado en la UN alarga la vida del fruto.

La gulupa, fruto de la pasión púrpura, como se le conoce mundialmente, ahora contará con un periodo de vida más largo. Después de identificar los problemas que presenta durante su proceso de maduración en poscosecha, químicos diseñaron un empaque que la preserva por casi 50 días. como fortalezas para la economía nacional, entre estas la pitahaya, el arazá y la gulupa. Asimismo, había identificado debilidades en la cadena productiva, particularmente en los empaques de transporte y algunos problemas fitosanitarios. Por esa razón, en los últimos años abrió convocatorias de apoyo a investigaciones, como la de la UN, que busquen soluciones a dichos inconvenientes. Para mejorar el manejo poscosecha de gulupa tipo exportación, el Grupo de Investigación en Macromoléculas, con gran experticia en materiales plásticos, desarrolló un empaque con poder antimaduración y antiempañante; esta última particularidad con el objetivo de librar al fruto del caldo de cultivo que lo invade de microorganismos.

Empaque polimérico Se trata básicamente de una envoltura plástica (poliolefina). Para llegar al prototipo, los científicos Sugey Martínez y Alejandro Gutiérrez ensayaron alrededor de 50 formulaciones distintas teniendo en cuenta el tipo de polímero, la variabilidad en su espesor y proporción, así como la naturaleza química de algunos aditivos que, al aplicarse al plástico, son los agentes encargados de conferir a la “bolsa” propiedades antimaduración y antiempañamiento para proteger no solo la vida sino la calidad del apetecido fruto, cuyo peso promedio es de 60 gramos. Para obtener el empaque final, de apariencia similar a las bolsas de supermercado, fue ne-

cesario utilizar métodos de mezcla muy precisos en una máquina llamada “extrusora”, que se encargó de combinar la poliolefina con cantidades relativamente bajas de aditivo. El resultado fue una película delgada y casi transparente –actualmente en trámite a patente nacional–, que se convierte fácilmente en un empaque efectivo para asegurar una mejor poscosecha de la fruta tropical. Con el novedoso empaque, la gulupa permanece fresca durante 50 días, luego de salir del cultivo. Ello significa que la fruta resiste sin inconvenientes el transporte de 35 días hasta Europa, y quince días de vida en el anaquel de los comerciantes, conservando una excelente apariencia externa e interna, sin perder peso por deshidratación. Los ensayos para probar la efectividad del producto diseñado en la UN se hicieron comparativamente, midiendo el comportamiento de frutas en empaques de marca comercial, sin

empacar, y finalmente en el nuevo prototipo del Departamento de Química. Durante un mes y medio (en múltiples ensayos del mismo tipo realizados paralelamente) se monitorearon variables como pérdida de peso, índice de maduración y textura. De igual manera, un entrenado grupo de catadores hicieron seguimiento a su olor, color y sabor. El análisis demostró que el periodo de vida de las gulupas sin empacar es de 8 a 10 días, las empacadas en bolsas de marca comercial se mantienen intactas alrededor de 30 días, mientras las protegidas por el nuevo empaque permanecen sin daños durante casi 50 días. Según el investigador César Sierra, el conocimiento obtenido en este estudio, realizado durante dos años, permite inferir qué técnicas similares de creación de empaques podrían ser aplicadas a otras frutas tropicales, inclusive más delicadas como la uchuva.

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Demasiado madura

Nuevo empaque alarga vida

Gulupa (Passiflora edulis)

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Las frutas tropicales se encuentran tanto en clima templado como en cálido, y además de caracterizarse por su colorido y agradable olor, poseen alto contenido de vitaminas y componentes importantes para el organismo humano como los carotenos y los antioxidantes. Luego de cultivarse en países como Ecuador, Brasil y Colombia, los frutos son enviados a centros de acopio en diferentes ciudades donde se limpian, seleccionan y empacan para ser distribuidos por tierra a diversos puntos del territorio nacional y a puertos marítimos para su exportación por barco hacia Europa y Estados Unidos. La gulupa, Passiflora edulis, de pulpa ácida similar en sabor y forma a la del maracuyá, pero con cáscara más resistente y lisa, se ha convertido en el producto preferido de importantes empresas exportadoras como Ocati, Colombian Exotic Fruits and Vegetables, que en promedio saca anualmente del país ochenta toneladas del fruto, según Sergio Lloreda, representante de la compañía. Con base en datos del DANE y la DIAN, Proexport Colombia indica que en el 2007 la exportación de gulupa tuvo un valor cercano a los US$ 2 millones, y en el 2008 fue de US$ 5,5 millones. En el 2009 alcanzó los US$ 6,5 millones, cifra que la convirtió en la segunda fruta exótica de mayor exportación en el país, después de la uchuva, según el estudio El mercadeo de frutas exóticas de la docente de la Universidad de La Salle Claudia Álvarez. Y es que a la hora de comprar, el consumidor nacional e internacional exige que el producto mantenga intactas sus características organolépticas como buen olor e hidratación, variables que dependen en gran medida de la tecnología que se use en el empaque que las transporta.

Víctor Manuel Holguín/Unimedios

Unimedios

Archivo particular

Luis Miguel Palacio,

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Agro

A la polilla guatemalteca la están matando de hambre

Fotos archivo particular

Con ingeniería genética, investigadores desarrollaron un gen sintético que al ser introducido en la planta de la papa, le genera daños intestinales a su principal depredador: la polilla guatemalteca, cuya muerte se produce por pura inanición. El desarrollo ya fue probado con éxito en las variedades diacol capira y parda pastusa.

La polilla guatemalteca está en los campos en los que se siembra y cosecha la papa, entre los 1.600 y 3.000 metros de altura, pero también en las bodegas de almacenamiento.

David Calle,

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Unimedios

La arrolladora polilla guatemalteca, causante de grandes pérdidas en el gremio papero del país, verá limitada su capacidad de hacer estragos durante el periodo de cosecha del tubérculo, y, literalmente, estará sentenciada a morir de hambre. Tecia solanivora, nombre científico de este insecto, daña anualmente entre el 20% y el 30% de los cultivos. Su acción comienza cuando se introduce en la papa para desarrollar las larvas, y mientras la consume, va haciendo túneles y eliminando excrementos que atraen microorganismos descomponedores, encargados de podrir y dejar inservible el tubérculo como alimento humano, animal y semilla en campo. “Los ciclos de reproducción del insecto son menores a 45 días, y el periodo de cultivo de la papa es de aproximadamente 6 meses, tiempo en el cual el parásito se desarrolla varias veces. De ahí que los daños económicos sean tan graves”, explica Alejandro Estévez Ochoa, presidente de la junta directiva de Fedepapa Nacional. Según Estévez, las zonas paperas se ven menos amenazadas en periodos de precipitaciones altas o cuando se utilizan sistemas de riego. Sin embargo, aclaró que solo el 3% de los cultivos en el país utilizan riego por aspersión. Frente a este panorama, estudios liderados por la Universidad Nacional de Colombia en Medellín y la Corporación para Investigacio-

nes Biológicas (CIB) vislumbraron una solución: de la bacteria Bacillus thuringiensis, utilizada en técnicas de control biológico porque produce cristales con alto contenido de proteínas tóxicas para insectos, desarrollaron sintéticamente un gen que al ser introducido en el tubérculo evita que la polilla crezca. “Lo que hacemos es insertar el gen en el genoma de las plantas para que se exprese en la papa, es decir, se convierta en una proteína que desencadene una función tóxica”, puntualiza Diego Fernando Villanueva Mejía, biólogo magíster en Biotecnología de la UN en Medellín e investigador del Grupo Biotecnología Vegetal. Al ser consumida por la larva, dicha proteína llega a su intestino medio y desencadena un rompimiento de las células, forma poros o espacios en este órgano del parásito y lo paraliza, impidiendo la asimilación del alimento. Así, en menos de 36 horas muere de hambre, de pura inanición, y no alcanza a hacerle daño al tubérculo, pues no se desarrolla. Este avance genético, afirma Villanueva, “hace que, desde el primer día de siembra hasta la cosecha, la planta produzca la proteína y permanezca protegida, independientemente si es invierno o verano”. En pruebas de laboratorio y en invernadero, los tratamientos han mejorado, en casi el 100%, la resistencia de las variedades diacol capiro, parda pastusa, puracé, neva y caicedonia. Los investigadores realizarán ensayos directamente en campo confinado para comprobar si hay o no variaciones en el color y el

sabor del tubérculo debido a la manipulación genética. El producto final será una semilla con una característica adicional que le conferirá resistencia al ataque de la plaga. Por eso, según el biólogo, las expectativas son claras: “Esperamos que el productor ahorre costos de producción por hectárea, reduzca el uso de insecticidas químicos y así haya un menor impacto ambiental”. La investigación no ha pasado inadvertida para el gremio papero. El presidente de la junta directiva de Fedepapa la califica como una buena medida que podría acabar con esta pesadilla para los agricultores. “El paquete para controlar polilla puede costar el 30% del total de insumos, y si no se hace un manejo técnico del tema, el sobrecosto puede ser de un 100%”, argumenta Alejandro Estévez.

Una plaga veraniega La polilla de la papa se descubrió en Guatemala en 1956, y llegó al país en 1983 a través de una importación de tubérculos que venían de Venezuela. Desde entonces empezó a diseminarse por todos los departamentos paperos del país, particularmente en Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Nariño, Santander, Tolima y Cauca. Está presente entre los 1.600 y 3.000 metros de altura, predominando más en los pisos altos. Leonardo Avellaneda, agricultor con más de 15 años dedicados a la papa, ha sufrido los estragos de esta plaga. Actualmente cultiva en la Sabana de Bogotá, y su mayor dolor de cabeza es en verano, cuan-

do el bicho alcanza a diseminarse hasta en el 50% de su cultivo. “Para controlar la polilla gasto entre $ 250 mil y $ 300 mil en insecticidas por hectárea. Hacemos fumigaciones permanentes y labores culturales como no sembrar sobre rastrojos de papa, cubrir con tierra ciertas plantas para que se pongan más consistentes y tiernos sus frutos (aporcar), entre otras cosas”, dice. Diego Fernando Villanueva explica que la acción de la polilla conlleva a que la papa sea uno de los cultivos más consumidores de químicos en el país. “El principal método de control son los insecticidas artificiales, costosos y perjudiciales para la salud del agricultor y para el medioambiente, pues son residuos tóxicos que además de quedarse en el suelo, van a parar a fuentes de agua. Entretanto, son inespecíficos, es decir que matan las plagas pero eliminan a su paso insectos benéficos para los ecosistemas”, asegura.

Buenas prácticas Para que la polilla no acabe con todo un cultivo, el presidente de la junta directiva de Fedepapa Nacional recomienda: no cultivar donde haya residuos de cosecha porque sirven como criaderos para la plaga; usar semillas certificadas; sembrarlas aisladas y en surcos profundos para que las plagas no puedan entrar hasta el tubérculo; aplicar agroquímicos en momentos indicados y así evitar que los cultivos se contaminen con los parásitos, y, por último, realizar a tiempo la cosecha.


Reseñas

Autor: Jaime Eduardo Jaramillo Sociólogo Universidad Nacional de Colombia

Presenta una selección de escritos del sociólogo colombiano y pensador social y político latinoamericano, Orlando Fals Borda. Hace parte de la colección Antología del pensamiento social, económico y político de América Latina, impulsada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid). El antologista, por más de 30 años investigador en sociología rural y de la cultura y en historia de las ciencias sociales en Colombia, realiza en la presentación un análisis de los principales hitos de la vida y la obra del fundador de la sociología profesional en Colombia.

El texto se divide en cinco partes: I. Campesinos andinos y campesinos caribes: sociedad, cultura y personalidad. II. La violencia política en Colombia: el conflicto bipartidista. III. El resurgir de las regiones y el ordenamiento territorial. IV. Historia y política en América Latina. V. La Investigación–Acción Participativa: ciencias sociales y praxis política. En estas se han seleccionado capítulos de libros o artículos de Fals Borda, que registran más de medio siglo de su actividad investigativa. En los primeros escritos se expresa una clara influencia de la sociología rural y de comunidad y de los estudios antropológicos, desarrollados entonces por la universidad norteamericana. Igualmente, textos en los que Fals va gestando las ideas centrales de la Investigación-Acción Participativa, metodología de investigación e intervención social que ha contado con adeptos en los cinco continentes. También se presentan escritos en donde se exponen los lineamientos de una sociología crítica, que tuvo amplia recepción en Latinoamérica desde los años setenta. Finalmente, reflexiones e innovadoras propuestas sobre el ordenamiento territorial colombiano, que implicó su destacada participación en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

Carrileras y locomotoras.

El colombiano detrás del genoma neandertal Matices. Historias detrás de la investigación Autor: Unidad de Medios de Comunicación, Unimedios Universidad Nacional de Colombia qué? Un científico de la Universidad Nacional de Colombia está involucrado en este descubrimiento, catalogado como uno de los más importantes de los últimos diez años. Se trata del genetista Hernán Burbano, integrante de los más de 50 invesbiano El colom ma no ge tigadores –la mayoría norl de detrás L a t teamericanos y europeos– r e d n Nea que hicieron realidad lo que para muchos no era más que un cuento de ciencia ficción: Si eran peludos, robus- la secuenciación del primer borrador tos, con nariz grande, pelirrojos y un del genoma neandertal, a partir de gran cerebro, todavía es una especu- huesos con 38 mil y 49 mil años de lación. Lo cierto es que los neander- antigüedad. tales, que vivieron en Europa y Asia Al comparar el ADN ancestral con Occidental hasta hace cerca de 30.000 el de humanos actuales provenienaños, son los parientes extintos más tes de Europa, China, África y Nueva cercanos al hombre moderno y se se- Guinea, se descubrió que entre el 1% pararon de un ancestro común hace y el 4% del genoma de las poblaciones medio millón de años. fuera de África (europeas y asiáticas) Pero eso no es todo, por primera es de origen neandertal. vez hay evidencia de un entrecruzaDesde Alemania, Hernán Burbamiento genético entre estas dos es- no habla sobre este desafío que está pecies y probablemente ocurrió en ayudando a dilucidar la manera como el Medio Oriente, antes de que las las poblaciones humanas le tomaron poblaciones humanas que salían de ventaja evolutiva a otros homínidos África se dispersaran por el planeta. como el chimpancé, el gorila y el oranEsta hipótesis, controvertida durante gután. años, fue dilucidada por el Instituto La crónica completa en http:// Max Planck de Antropología Evoluti- historico.agenciadenoticias.unal.edu. va de Leipzig (Alemania). ¿Y adivinen co/matices/ Hist oria s

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AFP

Antología de Orlando Fals Borda

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Historia de los ferrocarriles en Colombia

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El libro es una sólida denuncia y un bello homenaje a los trabajadores e ingenieros colombianos y extranjeros, especialmente a ese pionero que desbrozó el camino del progreso de los ferrocarriles entre nosotros, Francisco Javier Cisneros, quien lideró revueltas independistas en Cuba, peleó varias guerras, construyó ferrocarriles en su país y Perú y le alcanzó la vida para lidiar con financistas y obtener dinero para su desarrollo en un país pobre como el nuestro, a un coste inmenso en sacrificios humanos. En ese esfuerzo alentó también el desarrollo científico y técnico, la navegación por el Magdalena y el Cauca y el sistema postal nacional. Haber desmontado el siste-

ma ferroviario nacional construido entre 1869 y 1995 es el peor desacierto de la dirigencia colombiana en el siglo XX, inexcusable porque este se propició para facilitar el auge automotor por disposiciones del Banco Mundial y de las multinacionales del sector. En Colombia se empezaron a construir ferrocarriles en 1869 (Barranquilla–Sabanilla), proceso que solo detuvo las guerras civiles. La última traviesa y el último riel de los ferrocarriles colombianos se puso en Santa Marta en 1961. En 1988 se decretó oficialmente su desaparición y los últimos trenes comerciales pararon en 1995. El triunfo del transporte por carretera se dio en detrimento del tren y del transporte fluvial, con lo cual perdió Colombia y el planeta. A la costa Caribe colombiana, el abandono del río le costó la pérdida de todo el siglo XX. Hoy, cuando en palabras del Ministro de Transporte las carreteras se deshacen al paso del fenómeno de La Niña, exacerbada por los efectos del cambio climático que padecemos en este invierno apocalíptico, la denuncia de Gabriel Poveda adquiere ribetes dramáticos. Mientras el mundo empezó a desarrollar ferrocarriles desde 1830, a nosotros solo nos quedan líneas marginales para exportar materias primas productoras de CO2, en la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo.

13 de febrero de 2011

Autor: Gabriel Poveda Ramos Eafit, Medellín Reseña: Fernando Guerra Rincón


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Cultura

Laura Lozano recibió clases magistrales con la arpista argentina María Luisa Rayán.

Gabriel Ahumada se desempeña desde 1994 como flautista coprincipal de la Südwestdeutsche Philharmonie de Konstanz (Alemania).

UN, imponente en festival de música más importante de Latinoamérica Fueron más de 24.000 los asistentes que vibraron con la programación del Cartagena V Festival Internacional de Música. Este año Bach reemplazó a Mozart como invitado de honor y el Conservatorio de la Universidad Nacional aportó el virtuosismo y experiencia de sus músicos en el corazón del que muchos consideran el “festival más mágico del mundo”.

Unimedios

Entre los 22 elegantes músicos que tocaron en la velada de los Conciertos de Brandenburgo en la Iglesia Santo Domingo, el pasado 11 de enero, y en otras cinco presentaciones más, estuvo un flautista catalogado por el festival como uno de los mejores de su generación. Se trata de Gabriel Ahumada, quien obtuvo parte de su formación en el Conservatorio de la UN entre 1982 y 1985. Ahumada, flautista coprincipal de la Südwestdeutsche Philharmonie de Konstanz (Alemania) desde 1994 y maestro del Conservatorio de Feldkirch (Austria), recordó con nostalgia, en Cartagena, su época de estudiante aludiendo a “una particular época de racionamiento eléctrico en la capital que muchas veces me obligó a recibir clases de solfeo iluminado por una vela”. En la misma línea, experimentados egresados y docentes del Conservatorio hicieron parte de la nómina que acompañó en el festival a la City of London Sinfonia, una de las orquestas profesionales más prestigiosas del Reino Unido. Fue así como los músicos Mario Sarmiento (primer premio en Percusión en los Concursos Centralizados de Percusión Tercer Ciclo en París, 1998), Amilkar Vi-

llanueva (oboísta integrante de la Orquesta Filarmónica de Bogotá), Roberto Milanés (contrabajista integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional), Leonardo Guevara (primer fagot de la Orquesta Sinfónica Nacional) y Aníbal Dos Santos (violista principal de la Orquesta Filarmónica de Bogotá) le pusieron color, volumen y temperamento a la City. Dos Santos viajó a Cartagena con su viola Peresson que heredó desde el 2001 del icónico Joseph de Pasquale, y dijo que la presencia de egresados, docentes y alumnos del Conservatorio en este festival posiciona a los músicos de la Universidad Nacional, ya que es una oportunidad como pocas de compartir escenario con algunos de los artistas más importantes del planeta.

Becas para la UN Entre los invitados internacionales que mantuvieron al público siempre expectante se destacaron el chelista canadiense Gary Hoffman, acompañado de su Nicolo Amati de 1662, la soprano ruso–americana Yulia Van Doren, el director inglés Stephen Layton y la arpista argentina María Luisa Rayán. Por otra parte, las clases magistrales se hicieron sentir en ‘La Heroica’. Alrededor de 50 músicos del festival dictaron más de 85 se-

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Quienes lo afirman no se equivocan, pues presenciar las iglesias y plazas de la ciudad amurallada invadidas por artistas depositarios de valiosos instrumentos musicales, entre el 5 y el 15 de enero, no puede ser calificado sino de ¡mágico! Fundado por Víctor y Julia Salvi, el Cartagena Festival Internacional de Música, que hizo su debut en el 2007, presentó en este 2011 y por tercer año consecutivo a la City of London Sinfonia como orquesta base, e invitó a 33 artistas internacionales y 14 nacionales, para desplegar más de una treintena de conciertos, incluidos la Cantata del Café y los Brandenburgueses, con los que el compositor alemán Johann Sebastian Bach consagró su inmortalidad en Cartagena junto a este festival que, con solo cuatro años de historia, se consolida como el más importante de su género en Latinoamérica. En la extensa programación que se desarrolló durante más de diez días, artistas del Conservatorio de Música de la Universidad Nacional de Colombia dejaron su huella en los programas orquestales, como solistas, en la música de cámara y en el programa académico.

Los que brillaron

Después de tres años, la City of London Sinfonia cerró su ciclo como orquesta base del Festival.

siones; tres estudiantes de la UN fueron becados por la Fundación Salvi, entre ellos el flautista Juan Arias, quien expresó que la importancia de esta beca radica en que ayuda a perfeccionar la técnica de la nueva generación de músicos colombianos. A propósito de Rayán, se refirió a Laura Lozano, arpista clásica de la UN, como una joven con una versatilidad excepcional. En el 2010, ella recibió una de estas clases con la argentina, ganó la serie de Jóvenes Intérpretes del Banco de la República y el Ciclo de Jóvenes Talentos de la Música 2010 de la Alianza Francesa, ambos en la categoría Solista en Arpa. Finalizando el festival, dos egresados hicieron lo suyo en diferentes escenarios: por un lado, la joven oboísta Bibiana Salcedo, como solista en el concierto Jóvenes Talentos, interpretó Tres romanzas de Robert Schumann, y, por otro, el experimentado contrabajista Mario Criales, como miembro de la aplaudida agrupación Guafa Trío en los conciertos Colombia Mágica. El talento de la UN, aunado a músicos colombianos y extranjeros, se podrá escuchar a principios del próximo año, cuando las brisas que golpean el Caribe anuncien en los confines de la ciudad amurallada el retorno de la batuta… Habrá comenzado entonces el Cartagena Festival 2012.

Fotos Andrés Felipe Castaño/Unimedios

Luis Miguel Palacio,


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