A José Larralde le queda bien una de sus propias frases: “no hablar en balde, por boca de jarro”. Es que desde joven, antes de ponerse a guitarrear y cantar, el folclorista nacido en Huanguelén. Realizó diversas tareas rurales. Fue mecánico, “pión”, y hasta soldador
eléctrico. Y poco antes de cumplir los 30 se vino para Buenos Aires a probar suerte con el arte.
Logró el éxito como músico, y también cierta trascendencia como actor. Sin embargo, fi el a sus letras campestres,
jamás se ha dejado llevar por las “habladurías” de la fama. Ni siquiera lo seducen las entrevistas y las giras
maratónicas. La simpleza y la pasión por la poesía son como una especie de guía espiritual.