BREXIT y la nostalgia de la cooperación internacional. Por: Omar Terrazas El modelo democrático de cooperación más grande en la arena internacional, la prueba eficaz de que el idealismo democrático y social es posible, y lo que podría llamarse el mejor intento económico dentro del capitalismo, se derrumbó. El referéndum donde Gran Bretaña decide salir de la Unión Europea (UE) fue aprobado en medio de incertidumbre social y decepción mundial. Con un porcentaje de diferencia menor del 4%, la población inconforme votó por la salida del conjunto británico. Las reacciones no se hicieron esperar y la comunidad liberal, jóvenes en su mayoría, se opusieron a la decisión. En medio de una población conservadora y de ultraderecha afectada por la reciente crisis económica, y la aún más reciente crisis migratoria, se abrazó un sentimiento nacionalista egoísta, cuyo resultado deja un amplio camino de consecuencias, negativas en su mayoría (a corto plazo, al menos) y positivas, para analizar los años venideros. Amplios factores, como la creciente migración de refugiados, la elección de alcaldes abiertamente musulmanes, la crisis económica, ser sostén de los menos afortunados dentro de la UE, entre otros, influenciaron una identidad antieuropea y antiglobal (ser ciudadano global presupone permanecer en la UE) que presume ser la solución a largo plazo para los múltiples problemas de la región. El problema más grande que se vislumbra no tiene nada que ver con el futuro, sino con el presente. La libra esterlina a caído a uno de sus niveles más bajos en la historia, al menos 50 tratados comerciales serán invalidados, más el hecho de que la salida del mercado único europeo representa un obstáculo económico y político que habrá que revisarse a la brevedad. Los programas europeos se verán frenados (como mínimo) por lo que algunas regiones enfrentarán problemas económicos 1
importantes. Lo más alarmante es que Escocia e Irlanda del Norte votaron permanecer dentro de la UE, situación que crea tención y proclamaciones de independencia, por lo menos de Escocia, donde el votó fue unánime. Lo más alarmante es que la decisión ha creado un ambiente de incertidumbre económica global, donde, si bien la baja cambiaria puede producir el aumento de las inversiones y el turismo en el región, se ha menguado la fortaleza y credibilidad institucional de la UE. En Italia, Francia, entre otros; ha crecido un cuestionamiento, solicitado la revisión de un referéndum que determine la pertenencia oportuna o caso contrario, al organismo europeo. Lo que a su vez provocaría un resquebrajamiento económico, social, y político mayúsculo en cadena. Aunado a todo esto, la renuncia del Primer Ministro, David Cameron, presenta la decepción política y social de aquel que podría ser el único capaz de crear una ruta de transición adecuada y eficiente para el futuro incierto (si, no hay plan B) de Gran Bretaña y de la cooperación regional.
¿Qué sigue? La respuesta a esta pregunta puede vagar entre tentativas austeras de fortalecimiento económico para la región, así como para zonas clave como Asia y Latinoamérica; y lo que pueda hacer Estados Unidos con el fortalecimiento del dólar, cosa también benéfica para algunas regiones. Para todos aquellos idealistas, la caída en seco de lo que figuraba como el mejor modelo de cooperación estatal, deja en tela de duda el compromiso económico y social de los grandes europeos, para el sostenimiento de economías en desarrollo, y si el compromiso, habrá que estar atentos de su capacidad de cubrir el vacío Ingles. Mientras tanto, con sus respectivas acciones, habrá que temer lo peor y esperar lo mejor para el sistema mundial. 2