CONSERVADURISMO, OUTSIDERS Y EL DEBILITAMIENTO DEL BIPARTIDISMO ESTADOUNIDENSE Por Julián Velázquez1 “No sé si lo has notado, pero la política ya no es sólo teatro. Es una industria del espectáculo”, le dice el presidente Francis Underwood a Bob Birch, el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes. Me estoy refiriendo, por supuesto, a uno de los capítulos de la aclamada serie House of Cards, que acaba de estrenar su cuarta temporada. Uno de los grandes méritos de HoC no es sólo el altísimo nivel actoral de sus protagonistas, especialmente el de Kevin Spacey, o la colección de lecciones atemporales sobre el poder, sino los guiños – algunos explícitos y otros más sutiles- que la historia le hace a la realidad. Y la frase que inicia este artículo es prueba de ello, ya que pocos dudarían en vincularla con el fenómeno conocido como Donald Trump. Es indudable que, si hay una nota distintiva en la actual carrera hacia la Casa Blanca, de cara a los comicios del presente año, es la competencia desplegada por el empresario que busca la nominación del Partido Republicano, el cual se ha vuelto famoso especialmente por toda una batería de excentricidades e improperios que lo tiene como protagonista. Intentar brindar una serie de pistas para comprender la razón de su fama entre los votantes norteamericanos, algo que reflejó su éxito en el “Supermartes” (ganó en siete de los 11 estados que se disputaban los republicanos), será uno de los objetivos del presente trabajo. El punto anterior está íntimamente ligado a una serie de peculiaridades que advierto en el escenario político estadounidense. Primeramente, la participación de candidatos outsiders en las elecciones. El ejemplo paradigmático es, sin lugar a dudas, el de Ross Perot, que analizaré. Entre Perot y Trump, si bien se advierten marcadas diferencias, hay asimismo denominadores comunes. Y el que yo deseo destacar, más allá de las cuantiosas fortunas 1
*Periodista y tesista de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Ha realizado colaboraciones para los diarios Tiempo Argentino y La Razón, para las revistas especializadas Reconciliando Mundos y Acontecer Mundial, entre otros medios, y para el sitio web de la Cátedra de Rusia del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Administra el portal http://www.politicaentrenaciones.com
de ambos, es el conservadurismo recalcitrante de sus programas o plataformas, cuyo extremismo cosechó y cosecha no obstante muchísimos adherentes. Por último, la aparición de ambos candidatos se enmarca en un fenómeno que los abarca: la declinación de los partidos políticos en EEUU, que ha contribuido en consecuencia al debilitamiento del bipartidismo en EEUU. ¿A qué me refiero con ello? A que el aparentemente inconmovible sistema convencional estadounidense, caracterizado por la preeminencia de los demócratas y republicanos, ha sido desafiado –con mayor o menor éxito- por la dinámica de los third parties y una serie de personajes muy distintos a los candidatos “tradicionales” y completamente ajenos a la arena política, que resultó al menos sacudida a causa de dicho fenómeno. Si bien es cierto que Trump descartó ser propiamente un outsider o presidenciable independiente, luego de coquetear con esa posibilidad, lo incluyo aquí de todas formas porque su estilo polémico, a falta de mejor definición, rompe con todos los esquemas preestablecidos. El caso de Ross Perot Ross Perot (1931) es un empresario texano multimillonario, que conmovió el escenario electoral estadounidense cuando se postuló como candidato independiente –o sea, sin el apoyo del aparato de un partido formal- para las elecciones presidenciales de 1992, en la que los principales contrincantes eran el demócrata Bill Clinton y el republicano George H. W. Bush. Si bien, como sabemos, sería finalmente Clinton el ganador de las elecciones, Perot cosechó unos 20 millones de votos (lo que representaba en ese momento un increíble 19 % del electorado). De acuerdo a un muy interesante artículo sobre en tema en cuestión, se trató del mejor resultado de un tercer partido desde que Theodore Roosevelt se postulara por el Partido Progresista en 19122. Según el profesor Julian Zelizer, la candidatura de Perot afectó notablemente el desempeño de Bush, quitándole los votos de los independientes y de los republicanos moderados, simpatizantes del conservadurismo fiscal de Perot. 2
Zelizer, J. (24 de julio de 2015). Un Trump independiente podría hundir a los republicanos. CNN México. Recuperado de http://mexico.cnn.com/opinion/2015/07/24/opinion-un-trump-independientepodria-hundir-a-los-republicanos
La campaña del empresario ultraconservador giró en torno a una serie de ejes: cuestionó duramente a Bush por el crecimiento de la deuda nacional y por los problemas que padecía la economía estadounidense en aquellos años; además, fue muy crítico con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), advirtiendo una inevitable caída en el nivel de empleo. Los ataques a Bush, como no podía ser de otra manera, terminaron beneficiando indirectamente a Clinton. Como Trump, Perot sacó provecho de los medios de comunicación (“hizo la mayor parte de su campaña en programas de televisión”, recuerda Zelizer) y se autofinanció con su enorme fortuna. Si bien Perot tiene en su haber algunas polémicas, como cuando propuso que el ejército protegiera a los ciudadanos de las grandes urbes de la delincuencia, no alcanzó el nivel de megalomanía de Trump, aunque sí “estaba dispuesto a decir lo que pensaba sin la clase de filtros de los que la mayoría de los políticos suele depender”, según el profesor. Cabe recordar asimismo que Perot fundó en 1995 el Partido de la Reforma.
Un showman llamado Donald Trump Donald Trump (1946) es un magnate de bienes raíces que fue creando desde los años 80 un imperio empresarial, especialmente en el sector inmobiliario neoyorquino. Es presidente de la Trump Organization y de Trump Entertainment Resorts. Posee una fortuna estimada en 9 mil millones de dólares. Simpatizante de Ronald Reagan, apoyó a Mitt Romney en las elecciones de 2012 e insinuó la posibilidad de ser él mismo candidato en varias ocasiones, hasta que se metió de lleno en la actual carrera hacia la Casa Blanca, en la que compite contra los aspirantes Hillary Clinton, Marco Rubio y Bernie Sanders, entre otros. Pasémosle revista a los exabruptos más resonantes del empresario, que ha sabido monopolizar el interés de los medios de comunicación con un discurso agresivo y políticamente incorrecto: •
Aseguró que México manda criminales a EEUU: “Cuando México manda a su gente, no manda lo mejor. Envía gente con un montón de problemas y nos traen esos problemas: traen drogas, traen crimen, son violadores”, sostuvo. Asimismo,
en esa línea xenófoba y racista (que le ha enajenado claramente el apoyo del electorado latino) planteó la necesidad de construir un muro entre ambos países para bloquear el ingreso de inmigrantes. •
Propuso una deportación total y masiva de los indocumentados que viven en Estados Unidos. Y sólo permitiría el regreso de aquellos que sean considerados “buenos” en base a un arbitrario sistema meritocrático.
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Puso en duda las credenciales de John McCain como héroe de guerra: “McCain no es un héroe de guerra. Es un héroe de guerra porque fue capturado (durante la guerra de Vietnam). Yo prefiero la gente que no haya sido capturada”, comentó.
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La misoginia demostrada por Trump también fue objeto de filosas críticas. A algunas mujeres las ha tildado de “cerdas gordas” y “animales desagradables”.
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Se burló de un periodista discapacitado de The New York Times. El trato despectivo y grosero que tiene para con la prensa también quedó ejemplificado cuando expulsó de una conferencia al comunicador hispano Jorge Ramos.
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Tras los atentados en París perpetrados por yihadistas de Estado Islámico (EI), declaró que los musulmanes en EEUU deberían registrarse en una base de datos especial, algo que sus detractores vincularon con el registro obligatorio de los judíos durante el nazismo en Alemania.
Ahora bien, todas estas barbaridades, que responden a una estrategia de marketing cuidadosamente planeada, la cual busca captar la atención de los medios y el voto de los sectores más conservadores a fuerza de comentarios desagradables e intervenciones de mal gusto, son casi anecdóticas. Ya que lo fundamental es analizar su plataforma política, dejando de lado toda esa parafernalia grosera que envuelve su mensaje. La pregunta que debemos hacernos es entonces: ¿qué propone específicamente Donald Trump? ¿O qué políticas cuestiona de la administración de Barack Obama? En política exterior, por ejemplo, el millonario criticó el acuerdo alcanzado en materia nuclear entre Estados Unidos e Irán. En cuanto a la amenaza que representa el EI, aseguró que mandaría tropas al terreno, algo que justamente Obama ha rechazado de plano.
Respecto al tema migratorio, ya mencionamos sus dichos sobre la deportación masiva, que son el eje de su reforma migratoria. ¿Y qué dijo sobre la salud? Entre otras cosas, que de ser elegido presidente derogaría el Obama Care. ¿Sobre la economía estadounidense, que hoy es el tema prioritario para la mayoría de los norteamericanos, cómo se ha manifestado? Entre sus declaraciones a veces ambivalentes, hay algunas propuestas claras: imponer aranceles sobre las mercaderías extranjeras, negociar mejores acuerdos comerciales, mantener un salario mínimo pero sin aumentarlo, y recortar impuestos, entre otras cosas. Las razones de su éxito Ahora bien, en base a todo lo dicho, ¿cuáles son entonces las razones del éxito de Trump? Algunos especialistas afirman que su audacia le ha ganado simpatizantes, así como su mensaje no condescendiente y desafiante. Hay otros que opinan que dice lo que muchos conservadores no se atreven a manifestar. La opinión de Teresa Brown, una ciudadana norteamericana de 24 años, es sumamente reveladora: dijo que el magnate era una figura inspiradora para los votantes conservadores ansiosos por un candidato “que diga las cosas como son” y no como los políticos tradicionales, “que siempre están demasiado preocupados de ofender a alguien”3. Además de cosechar votos entre los círculos más conservadores, hay especialistas que advierten que Trump consigue apoyo entre los denominados low information voters. Es decir, ciudadanos que no le prestan atención a la política, y que se dejan embelesar por el carisma del excéntrico candidato. En relación a la indignación que sus exabruptos puedan provocar, el editor para asuntos norteamericanos de la BBC, Jon Sopel, la relativizó al sostener que EEUU ya está acostumbrado a las excentricidades del multimillonario. Y para aquellos que opinan que Trump ridiculiza la política estadounidense, en un artículo de la prestigiosa revista National Review, el analista político David Paul Kuhn opina brillantemente que no es que el magnate haya llevado el “show” a la política
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Recuperado el 12 de marzo de 2016 de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150721_estados_unidos_primarias_partido_republicano_tr ump_estrategia_analisis_aw
norteamericana, sino que expresa cuánto de show actualmente tiene dicha política4. Y sino recordemos la frase de Underwood. Más allá de las opiniones divergentes que explican el buen desempeño del magnate en las encuestas y sondeos de opinión, lo cierto es que tanto su meteórico ascenso, así como el que experimentó Perot en su momento, puede comprenderse mejor en un contexto político caracterizado por lo siguiente: el debilitamiento del bipartidismo estadounidense, que abordaremos más adelante. Antes, sin embargo, quisiera enumerar las diferencias y coincidencias entre Perot y Trump. Perot y Trump: puntos en común y diferencias El periodista John Dickerson sintetiza primero los puntos en común: ambos construyeron sus campañas en oposición a los que consideraron malos tratados comerciales; y criticaron el financiamiento que reciben otros candidatos por considerar que así pueden ser influenciados por grupos de presión, destacando su “autonomía” en lo que respecta a fondos de campaña5. Por otra parte, los dos también se beneficiaron del media environment, que les ha permitido dirigirse libremente a los votantes, y también aseguraron –cada uno a su manera- que el hecho de provenir del mundo de los negocios les representaba un plus para resolver con eficacia y prontitud los problemas del pueblo estadounidense. Respecto a la base electoral de apoyo de ambos, también es similar: población blanca, en su mayoría; más hombres que mujeres; y con estudios en su haber. Ahora bien, Dickerson considera que las diferencias entre Perot y Trump son asimismo notables: el primero ofreció una agenda de reformas que buscaba asegurar una relación más fuerte entre los legisladores y los votantes, y que quería resguardar de la megalomanía de los políticos. Mientras que Trump no tiene una agenda tan clara (piensa
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Kuhn, D. (22 de agosto de 2015). Will the Political Establishment Be Trumped by The Donald? National Review. Recuperado de http://www.nationalreview.com/article/422917/will-politicalestablishment-be-trumped-donald-david-paul-kuhn 5 Dickerson, J. (9 de septiembre de 2015). Donald Trump Isn’t Another Ross Perot. Slate Magazine. Recuperado de http://www.slate.com/articles/news_and_politics/politics/2015/09/donald_trump_isn_t_another_ross _perot_the_two_billionaires_are_actually.html
que el Congreso automáticamente se ajustará a sus designios) y encima estimula el culto a la personalidad. Por otro lado, mientras Trump no para de prometerle el paraíso a los norteamericanos (“I play to people’s fantasies”, expresó en una oportunidad), Perot era un adicto a los hechos concretos. Sus infomerciales, recuerda Dickerson, anoticiaban a los votantes sobre asuntos específicos, como el tamaño del déficit comercial de EEUU. De alguna forma, su plataforma resultaba más “realista”. Un bipartidismo estadounidense debilitado Ahora bien, como adelantamos al principio de este trabajo, el surgimiento de un outsider como Perot y de un showman como Trump (coincidentes en el conservadurismo de sus plataformas políticas) se enmarca en un fenómeno caracterizado por el debilitamiento del bipartidismo estadounidense. De acuerdo a un muy esclarecedor trabajo de Martin Wattenberg6, en las últimas décadas los votantes estadounidenses se han ido alejando tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano. Y es que, siguiendo al autor, es indiferencia lo que una gran parte de la población norteamericana siente hacia ellos. Según Wattenberg, esta pérdida de interés o identificación de los votantes hacia dichos partidos no es consecuencia de sentimientos negativos, sino de la sensación de que los partidos ya no son cruciales para el proceso gubernamental. El autor identifica dos características distintivas que hacen a la declinación de los partidos políticos en EEUU: la declinación del voto partidario (algo que se demuestra en una creciente tendencia al voto dividido) y la erosión de la identificación partidaria. Este último punto, para el profesor Walter Burnham, es decisivo, ya que representa una pérdida de importancia de los partidos tradicionales en tanto actores intermediarios que se ubican entre el gobierno y los ciudadanos. Complementariamente, Wattenberg advierte que el ascenso de una base electoral a favor de los movimientos políticos
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Wattenberg, Martin. “The decline of american political parties, 1952-1996”. Harvard University Press, 1998.
independientes es una de las consecuencias de esta declinación del bipartidismo estadounidense a la que nos referimos. Cabe añadir a todo esto un crecimiento sostenido de los votantes independientes, y de los que no manifiestan una preferencia política, desde mediados de la década de los 60. Y dicho grupo es clave tanto para los políticos que hacen campaña como para los analistas ya que es visto como poseedor de un “balance de poder” que puede contribuir o no a la estabilidad del sistema partidista en EEUU. Con todo lo dicho hasta el momento no quiero decir que el bipartidismo en EEUU está agonizando, sino que su solidez ya no es la que solía ser. A lo que se suma un hecho que destacan Walter Stone y Ronald Rapoport en un trabajo sobre los third parties7: la creciente insatisfacción de los votantes respecto a los candidatos nominados para las elecciones presidenciales, lo que ha contribuido a la emergencia de terceros partidos en la arena política estadounidense. De acuerdo a los autores, los candidatos independientes o de third parties ganan apoyo porque desafían el sistema bipartidista y la política como usualmente se la concibe en EEUU. La atracción que un gran porcentaje del pueblo norteamericano puede sentir hacia los partidos demócrata o republicano no ha evitado sin embargo el desgaste de las lealtades partidarias, hecho que ha coincidido en ocasiones con el ascenso de determinados candidatos outsiders que han llevado adelante exitosas campañas. El caso de Perot lo ilustra perfectamente. Su third party (el Partido de la Reforma) fue el primero de dicha categoría en atraer a más del 5 % del electorado en dos elecciones presidenciales, desde que el Partido Republicano emergiera para suplantar a los Whigs como la mayor alternativa partidaria a los demócratas. Por otra parte, Stone y Rapoport señalan que los terceros partidos son “criaturas” propias del sistema bipartidista estadounidense, ya que emergen y ganan apoyo debido a que los demócratas y republicanos han fallado en algún punto, posibilitando un “realineamiento” –en palabras de Burnham- hacia el interior del sistema político norteamericano. También incentivan el cambio, ya que les demandan a los partidos tradicionales respuestas novedosas y la aplicación de estrategias inéditas a fin de 7
Rapoport, Ronald and Stone, Walter. “Three’s a crowd. The dynamic of third parties, Ross Perot, and republican resurgence”. The University of Michigan Press, 2005.
enfrentarlos. Y si tienen éxito es porque abordan cuestiones o temas que los partidos tradicionales no. Respecto al caso de Trump, si bien es cierto que abandonó la posibilidad de presentarse como un candidato independiente al decidir competir por la nominación republicana, en el presente trabajo quise ocuparme del empresario porque su estilo se diferencia notablemente de los otros aspirantes republicanos a la Casa Blanca. Trump es indudablemente una nota polémica en la actual carrera presidencial que, junto al caso de Perot, demuestra lo siguiente: la política partidaria en EEUU ha sida sometida a cambios que incluyen, entre otras cosas, no sólo el debilitamiento del bipartidismo, sino la transformación de la política en, por momentos, un show en el que se valoran más de los candidatos las polémicas, los disparates y ese “decir lo que la mayoría de la gente no se atreve a expresar”, que valores, usos y cualidades más típicos.