El pueblo y la producción discursiva del vacío

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EL PUEBLO Y LA PRODUCCIÓN DISCURSIVA DEL VACÍO. POPULISMO: AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS.

Sobre Laclau,1 Por: Luisa Fernanda Herrera2 La democracia como régimen político es un catalizador del surgimiento del “pueblo”, y así como el “pueblo” es a causa de la democracia, también lo son sus demandas: las demandas que son “democráticas”, siempre han sido y son aún, formuladas de cara al sistema por alguien (o algunos) que han sido excluidos de aquel. El “pueblo” es, a su vez, el resultado de una lógica equivalencial que posibilita su existencia por la siempre insatisfacción de la demanda que, como se dijo anteriormente, se enfrenta y guerrea, un statu quo existente. (Laclau, 2005, págs. 158, 161) No constituye una expresión ideológica, sino una relación real entre agentes sociales. (Laclau, 2005, pág. 97) En el Populismo, es una frontera de exclusión la divisora de la sociedad en dos campos; el pueblo, en ese caso, es algo menos que la totalidad de los miembros de la comunidad: es un componente parcial que aspira ser concebido como la única totalidad legitima. (Laclau, 2005, págs. 107-108) Laclau toma distancia de cualquier conceptualización, teorización y análisis hecho respecto al Populismo hasta el momento en que escribe, y como muy bien lo expresa el autor, la

1 Ernesto Laclau fue un filósofo, teórico político y escritor argentino post-marxista. Era investigador, profesor de la Universidad de Essex, y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Católica de Córdoba, Universidad Nacional de San Juan y Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus libros más mencionados se encuentran Hegemonía y estrategia socialista co-escrito con Chantal Mouffe y La razón populista. Era director de la revista Debates y Combates. Uno de sus libros más importantes es Hegemonía y estrategia socialista, que escribió con Chantal Mouffe y que, junto a otras obras, puede ser considerada una piedra fundacional del postmarxismo. Laclau y Mouffe insertan su teoría en un campo, como ellos mismos definen, postmarxista, el cual busca la deconstrucción del marxismo, cuestionando sus categorías modernas y reactivando el pensamiento político a través de articulaciones teóricas con el psicoanálisis lacaniano y la filosofía contemporánea (sobre todo a través de los aportes de Derrida, Foucault, Wittgenstein, entre otros). 2

Antropóloga y politóloga de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Actualmente, investigadora en la Consultoría Mente Inter-Nazionale (Buenos Aires, Argentina). Maestrando en Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión Social-FLACSO-Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: luluberstein@gmail.com


conceptualización del Populismo pide a gritos un progreso que necesita como condición sine qua non “Rescatarlo de su posición marginal en el discurso de las ciencias sociales, los cuales lo han confinado al dominio de aquello que excede al concepto, a ser el simple opuesto de formas políticas dignificadas con el estatus de una verdadera racionalidad. Esta relegación del populismo solo ha sido posible porque, desde el comienzo, ha habido un fuerte elemento de condena ética en la consideración de los movimientos populistas. El Populismo no solo ha sido degradado, también ha sido denigrado. Su rechazo ha formado parte de una construcción discursiva de cierta normalidad, de un universo político ascético del cual debía excluirse su peligrosa lógica” (Laclau, 2005, pág. 34) El Populismo se constituye a través de una lógica política. Según Laclau existen dos tipos de lógicas en la sociedad, las lógicas sociales que se fundan en el seguimiento de reglas, y las lógicas políticas que están relacionadas con la institución de lo social, institución que surge de las demandas sociales y es, en tal sentido, inherente a cualquier proceso de cambio social. El cambio social tiene lugar mediante la articulación variable de la equivalencia y la diferencia, y el momento equivalencial presupone la constitución de un sujeto político global que reúne una pluralidad de demandas sociales. Esto, a su vez, implica, como hemos visto, la construcción de fronteras internas y la identificación de un “otro” institucionalizado. Siempre que tenemos esa combinación de momentos estructurales cualesquiera que sean los contenidos ideológicos o sociales del movimiento político en cuestión, tenemos Populismo. Su lenguaje, ya sea de izquierda o derecha tiene por características, la imprecisión y la fluctuación, ya que intenta operar performativamente dentro de una realidad social que es heterogénea. La vaguedad y la imprecisión se convierten entonces en componentes esenciales del Populismo, a través de la mirada de esta lógica conceptual. (Laclau, 2005, págs. 150-151) Un elemento indispensable del Populismo es la demanda. La demanda en su momento inicial, no es más que una entre muchas otras, hasta que adquiere una centralidad y se vuelve el nombre de algo que la excede, convirtiéndose en un destino al que no puede escapar, y llegando a transformarse en una demanda “popular”; la demanda X debe sublimarse y adquirir, por decirlo de algún modo, un “valor de pecho”, es, en esta instancia


que el nombre se separa del concepto; una separación que es indispensable para la existencia del Populismo. (Laclau, 2005, pág. 153) “Las peticiones se van convirtiendo en reclamos. A una demanda que, satisfecha o no, permanece aislada, se le denomina demanda democrática3. A la pluralidad de demandas que, a través de su articulación equivalencial, constituyen una subjetividad social más amplia, las denominaremos demandas populares: comienzan así, en un nivel muy incipiente, a constituir al ‘pueblo’ como actor histórico potencial. Aquí tenemos, en estado embrionario, una configuración populista. Ya tenemos dos claras precondiciones del Populismo: la formación de una frontera interna antagónica separando el ‘pueblo’ del poder; y una articulación equivalencial de demandas que hace posible el surgimiento del ‘pueblo’”. (Laclau, 2005, pág. 99) Las demandas democráticas pueden ser incorporadas a una formación hegemónica en expansión; mientras las demandas populares, representan un desafío a la formación hegemónica en curso. (Laclau, 2005, pág. 108) Para Gramsci, uno de los autores retomados por Laclau, existe la posibilidad de una articulación en el momento en que la particularidad –es decir, la plebs- reivindica la constitución hegemónica de un populus, y el populus, a su vez (la universalidad abstracta) solo puede existir en tanto esta encarnado en una plebs, siendo este, el “pueblo” del populismo. Según aquel autor, una fuerza social que se convierte en la representación hegemónica de la sociedad como un todo, alcanza este status a partir del resultado de una lucha contingente; pero una vez que esa fuerza social particular pasa a ser hegemónica, permanecerá como tal por todo un periodo histórico. (Laclau, 2005, págs. 138, 148) El Populismo tiene la necesidad de constituir un “pueblo”, que solo surge cuando la plenitud no es alcanzada y objetos parciales dentro de la sociedad (objetivos, figuras, símbolos) son investidos de tal manera que se convierten en los nombres de su ausencia. (Laclau, 2005, pág. 149) La identidad popular se vuelve cada vez más plena desde un punto de vista extensivo, ya que representa una cadena siempre mayor de demandas; pero se vuelve intensivamente más pobre, porque debe despojarse de contenidos particulares a fin de abarcar demandas

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Ya esbozada de manera somera anteriormente.


sociales que son totalmente heterogéneas entre sí. Una identidad popular funciona como un significante tendencialmente vacío. Las identidades populares constituyen siempre los puntos de tensión/negociación entre universalidad y particularidad. Aquellas [símbolos populares], en tanto son una superficie de inscripción, no expresan pasivamente lo que está inscripto en ella, sino que, de hecho, constituyen lo que expresan a través del proceso mismo de su expresión. La posición del sujeto popular no expresa simplemente una unidad de demandas constituidas fuera y antes de sí mismo, sino que es el momento decisivo en el establecimiento de esa unidad. (Laclau, 2005, págs. 125, 127, 129) El Populismo supone la división del escenario social en dos campos, como ya es sabido; división social en la que se deben diferenciar dos aspectos: el rol ontológico de la construcción discursiva y el contenido óntico que, en ciertas circunstancias, juega ese rol. El punto importante es que, a cierta altura, el contenido óntico puede agotar su capacidad para jugar tal rol, en tanto que permanece, sin embargo, la necesidad del rol como tal y que la función puede ser desempeñada por significantes de signo político completamente opuestos. Esta es la razón por la cual entre el populismo de izquierda y el de derecha existe una nebulosa tierra de nadie que puede ser cruzada en muchas direcciones. (Laclau, 2005, pág. 115)


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