EL ÁGUILA VUELVE A LA ARGENTINA Lara A. Chiavarini.1 Los días 23 y 24 de marzo nuestro país asistirá a un hecho de gran importancia. Luego de once años, un presidente estadounidense visitará suelo argentino. La fecha elegida para la visita del primer mandatario ya ha causado repercusión en diversas organizaciones de Derechos Humanos, ya que el 24 de marzo es feriado en la República Argentina al conmemorarse la fecha del golpe de Estado que dio origen a la última dictadura militar. Haciendo un breve recorrido histórico veremos la relevancia de esta visita dado que hay una inmensa expectativa ante los posibles resultados de la misma. La década de los ’90 se caracterizó por lo que se conoce como “relaciones carnales” entre Argentina y Estados Unidos. Argentina era el mejor alumno regional de las políticas del Consenso de Washington, cuyas medidas incluían la liberalización económica, la reducción del Estado, privatizaciones, entre otras. La política exterior argentina estaba basada en la teoría del realismo periférico que consideraba que un país vulnerable y poco estratégico (como era Argentina), debía alinearse con el hegemón, y lo hizo a la perfección. A raíz de las crisis que comenzaron a sucederse desde 1997 en adelante y que tuvieron graves efectos en nuestro país en 2001 y 2002, Argentina dejó de tener valor político y estratégico para Estados Unidos. Aun así, esto no significó que América Latina dejara de ser la esfera de influencia estadounidense sino que simplemente Argentina había dejado de tener una importancia de primer orden para Washington. En el período 2001-2003, la relación bilateral transcurrió con lo que se conoce como “agenda mínima” ya que lo único que motivaba dicha relación era la negociación para la salida del default argentino. Argentina no tuvo, hasta 2005 con motivo de la reunión de la Cumbre de las Américas, ninguna estrategia de confrontación con Estados Unidos. Sin ir más lejos, en 2005 Argentina ratifica finalmente una serie de acuerdos de gran importancia para el gobierno de Washington: el Convenio internacional para la financiación del terrorismo de la Asamblea General de Naciones Unidas de 1999 y la Convención interamericana contra el terrorismo del consejo 1
Lara Agostina Chiavarini es una estudiante avanzada en la licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Rosario.
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permanente de la OEA de 2001.Todo esto para satisfacer al gigante del norte, ya que la agenda internacional del momento estaba securitizada. En aquel momento Argentina tampoco denunció ninguno de los cincuenta y nueve tratados bilaterales de inversiones, a pesar de ser desventajosos para nuestro país. Para Estados Unidos, Argentina ya no era un país líder en la región y por lo tanto pasó a ser una prioridad de segundo orden dentro de América Latina. El gran problema se desató durante la celebración en Mar del Plata de la Cumbre de las Américas. Néstor Kirchner, junto a Hugo Chávez, levantaron la voz en rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El desaire de Néstor Kirchner a Bush provocó nuevas tensiones en las relaciones entre ambos países. Esta situación se vio agravada por la convocatoria de actos anti ALCA y anti Bush al mismo tiempo que se realizaba la Cumbre. Las relaciones bilaterales no mejorarían con la asunción de Cristina Fernández de Kirchner en diciembre del 2007. La tensión continuaría y la relación sería más bien inmadura. Hubo múltiples declaraciones públicas de ambas administraciones repudiando declaraciones de la contraparte, como las efectuadas por el entonces Director de la CIA, León Panetta en febrero del 2009. El único atisbo de mejoras en las relaciones se vio con la visita de la Secretaria de Estado estadounidense Hilary Clinton a la Argentina en marzo del 2010. Durante las reuniones celebradas con el gobierno hubo coincidencias en temas como la ayuda humanitaria (en enero de 2010 Haití había sufrido un terrible terremoto), la lucha contra el terrorismo, diversos proyectos de estímulo para hacer frente a las consecuencias de la crisis de 2008 y programas relativos a la seguridad nuclear. La tensión aumentaría a partir de 2010 debido a la reestructuración de la deuda argentina y a la aparición de los conocidos holdouts. Esta situación ha bloqueado el acceso de la Argentina a los mercados de capitales globales en los últimos tiempos. La tensión alcanzaría su punto máximo durante 2015 con el fallo del juez Griesa a favor de los holdouts. ¿Qué escenario abre la visita de Obama? La asunción de Mauricio Macri a la presidencia de la República Argentina llegó acompañada de grandes expectativas en el marco del sistema internacional. Se esperaba un giro en la política exterior del país y con ello un cambio favorable en la relación con el hegemón 2
continental. Estos dos meses de gobierno ya marcaron los lineamientos básicos de la política exterior argentina: desideologización de las relaciones exteriores, búsqueda de una mayor apertura e inserción internacional, presencia activa en organismos internacionales, la construcción de una relación madura con Estados Unidos, etc. Tanto el presidente Macri como la canciller Malcorra han expresado en diversas ocasiones el deseo de distanciarse de aquellos países que falten al compromiso con la democracia. Ésta ha sido la forma indirecta, o no tanto, de expresar su rechazo frente a la actual situación de Venezuela. Dicha postura no pasó desapercibida por el gigante del norte. Obama realizó una declaración pública destacando la contribución del nuevo presidente argentino en materia de defensa de los derechos humanos regionales. Las expectativas que ha suscitado este encuentro son elevadas. El temario a tratar fue comunicado en el mismo momento en el que se anunció la visita del primer mandatario estadounidense: comercio e inversión, energías renovables, cambio climático y seguridad ciudadana, entre otros. El gobierno argentino está apostando a incrementar la cooperación entre los países en diversas áreas, buscando principalmente financiación externa y atracción de capitales. Macri es consciente de lo que está en juego en este encuentro. Obtener el visto bueno y la cooperación con Estados Unidos implica mejorar su posición en el sistema internacional y con ello, probablemente, promover la afluencia de capitales extranjeros para invertir en nuestro país. El gobierno de Washington, por su parte, tiene un claro interés en el tipo de apoyo que le puede brindar la nueva administración argentina con miras a las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Recordemos, asimismo, que la democracia ha sido uno de los pilares de la administración de Obama tanto en política interna como externa. Cuba y Venezuela han sido dos focos de tensión dentro del patio trasero estadounidense en materia de democracia. La reanudación de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba fue un hecho emblemático que marcó la segunda presidencia de Obama, consiguiendo incluso el supuesto compromiso de Castro de dejar el poder en 2018. La actual visita de Obama a la isla caribeña es la primera que realiza un presidente estadounidense a Cuba en ochenta y ocho años. Este nuevo giro en la política exterior de Estados Unidos le ha costado a Obama numerosas críticas. Por lo tanto, el apoyo que pueda conseguir de la nueva administración argentina no será menor. Por último, a partir de 2003 hemos visto cómo los gobiernos de Sudamérica han asumido un giro a la izquierda, un hecho que ha contribuido a elevar la tensión en las relaciones con el 3
hegemón. La instauración de un gobierno con una clara tendencia de derecha en el gobierno argentino, y con ello el establecimiento de relaciones más estables, es de vital importancia para los intereses regionales estadounidenses. Las cartas ya están repartidas, ahora es cuestión de esperar a ver cómo se juegan.
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