EL IMPACTO EN ISRAEL TRAS LA ABSTENCIÓN NORTEAMERICANA EN LA RESOLUCIÓN DE LA ONU CONTRA LOS ASENTAMIENTOS. Autor: Guido Feld La Resolución 2334 supone un duro golpe para Israel a nivel internacional y pone de manifiesto la pésima relación entre el Primer ministro Israelí y la administración Demócrata saliente. El viernes 23/12, el Consejo de Seguridad de la ONU voto la resolución 2334, que declara ilegales los asentamientos Judíos en territorios palestinos por violar el derecho internacional. La resolución mencionada recibió 14 votos a favor, excepto el de Estados Unidos, que en esta ocasión decidió no utilizar (como históricamente había hecho) su derecho a veto y se abstuvo, por lo tanto la resolución fue aprobada y esto representa un duro golpe a la actual gobierno Israelí cuya reacción se ha plasmado en congelar las relaciones diplomáticas con Nueva Zelanda y Senegal por haber promovido la votación y de retirar la financiación a órganos de la ONU, así como convocar a los embajadores de los Estados que respaldaron la resolución para expresarles una protestar y recibir explicaciones. El gobierno de Israel ha culpado a EEUU por el éxito de la resolución ya que no aplico el veto correspondiente tal cual venía siendo la política norteamericana en los últimos años respecto a este tema y con el que además Israel mantiene una aceitada relación de amistad. Con la actual resolución, la posición de Israel se debilita aún más a nivel internacional y los palestinos reciben un caudal político que les permitirá continuar presionando a Israel de mala fe y no negociar de manera sincera para solucionar el conflicto. Lo sucedido termina siendo el último capítulo del largo antagonismo que han mantenido el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu y el presidente saliente de EEUU, Barack Obama. Dos líderes que no han podido colaborar juntos en la búsqueda de una solución al conflicto de medio oriente por sus visiones opuestas del mundo. Netanyahu considera que para Israel lo más importante es la seguridad y la protección del país frente a sus enemigos, en ese marco se ha mostrado poco colaborativo a la hora de negociar exitosamente con los palestinos ya que considera que de la otra parte no hay “un socio para la paz” y por lo tanto el dialogo no termina de ir a ningún lado. Israel es
para EEUU un socio estratégico en Medio Oriente y es la llave de los intereses de este último país en la región. Durante muchos años se consideró que la alianza entre los dos países nunca iba a llevar a que EEUU adoptara políticas y/o estrategias que perjudicaran los intereses israelíes. La ultima movida de Obama refleja la equivocación de esta visión tan simplista. Durante la presidencia del presidente demócrata, EEUU se fue apartando progresivamente de la tradicional postura proisraelí en un intento por acercarse a los países árabes y contrarrestar lo que había sido la política de su antecesor George Bush en Medio Oriente. En uno de sus primeros discursos que dio en el 2009 en El Cairo, Obama dejaba en claro su oposición a la política de construcción de asentamientos judíos en Cisjordania ya que según sus propias palabras “dicha construcción viola acuerdos previos y menoscaba los esfuerzos por lograr la paz”. Era la primera vez que un presidente de EEUU se mostraba crítico de la política Israelí en la región y comenzaba así el cortocircuito entre la administración demócrata y el gobierno de Israel liderado por el Likud. A partir de acá la rivalidad entre Obama y Bibi Netanyahu y sus diferencias respecto a cómo encarar la seguridad de Medio Oriente solo iba a acrecentarse. A pesar de ser el mayor aliado en la región, la política que adopto la administración demócrata termino por perjudicar a Israel ya que Obama opto por una estrategia de contención a Irán en lo que respectaba a la cuestión nuclear. Israel en cambio mantenía una dura política hacia la República Islámica, país que por su apoyo al terrorismo y las constantes amenazas del anterior jefe de Estado Iraní, Mahmud Ahmanidejad en la cual según sus propias palabras, había que “borrar a Israel del mapa” y sumado a la búsqueda de Irán de obtener armas nucleares, dieron paso a que desde Israel se considere a este país, la principal amenaza a su existencia en la región. A la larga este asunto también enfrento a Netanyahu con Obama ya que el primero abogaba por una solución de carácter militar mientras que el segundo opto más por una estrategia de contención y diplomática. Aun así la mala relación entre ambos líderes quedaba plasmada y tras la reelección de Obama en el 2012, el presidente de EEUU busco una forma de contener la amenaza iraní sin la ayuda de Israel. Es ahí donde surge el pacto con Irán en 2015 tras años de negociaciones diplomáticas en el cual básicamente Irán se comprometía a suspender su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones
económicas y vuelta al mercado internacional algo necesario para la debilitada economía persa. El oficialismo Israelí se opuso de manera vehemente al tratado ya que consideraba que el acuerdo solo postergaba la posibilidad de un Irán nuclear. Lo que vino a continuación fue el intento de Netanyahu de evitar a toda costa que el tratado se aprobara al punto de intervenir en la política doméstica norteamericana al ir a dar un discurso en el Congreso de EEUU sin autorización del Poder Ejecutivo de este país con el objetivo que el Congreso no aprobara el acuerdo. Su estrategia fracasó y el tratado entre Irán y EEUU fue aprobado. A pesar de lo tensos de las relaciones entre Israel y los Estados Unidos, durante el gobierno de Obama se aprobó un paquete de ayuda económica de 38000 millones de dólares por los próximos 10 años en lo que es considerado a la fecha el mayor paquete de ayuda económica que EEUU haya brindado a algún país aliado. Sin embargo con el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Noviembre el panorama ha cambiado ya que el futuro presidente ha demostrado en más de una ocasión su postura proisraelí y su deseo de mover la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén en lo que sería una movida simbólica muy poderosa y que podría desencadenar consecuencias inimaginables. El nuevo presidente y su política de combatir el terrorismo sería un regalo inesperado a Netanyahu, debido a que a partir de ahora tendría a en Trump a una figura con el que tendría mayor sintonía ya sea porque el nuevo presidente estadounidense se alinearía automáticamente con los intereses Israelíes y además según lo que se ha escuchado a Trump acerca de su postura por Irán estaría más cerca de la visión Israelí que la de la actual administración demócrata. Netanyahu casi estaría dando por descontado que dejaría de recibir presiones norteamericanas sobre la construcción asentamientos en los territorios en disputa. Con la resolución aprobada recientemente en el Consejo de Seguridad se nos abre otra interrogante ¿Por qué ahora? ¿Porque Obama se apartó de la política tradicional norteamericana de siempre a apoyar a nivel internacional a su mayor aliado en Oriente Medio? Lo que ocurrió demuestra la frustración y enojo del Presidente norteamericano cono su homologo Israelí. Demuestra como la personalidad de los lideres determina también el resultado de procesos políticos y cuando se analice a posterioridad porque estos dos líderes no pudieron trabajar bien juntos, deberá uno considerar que a pesar de las
relaciones diplomáticas e institucionales entre ambos países, la dependencia de Israel del apoyo norteamericano es extrema y al estar durante mucho tiempo acostumbrada la dirigencia Israelí a gobiernos Norteamericanos que se alineaban directamente con sus intereses geopolíticos no consideraron que podría ocurrir en un escenario en el cual quien ocupara la Casa Blanca tal vez tuviera otra visión del mundo alejada de la clásica visión de Seguridad Internacional. Esa persona resulto ser Barack Obama, el cual al querer construir un nuevo orden en medio oriente, intento acercarse y generar acuerdos con Irán, país históricamente estaba enfrentado a EEUU por su política y retórica antinorteamericana (cuyo origen se remonta a la toma de la embajada de EE.UU en 1979), el apoyo iraní al terrorismo internacional y también por la preocupación de EEUU, Israel y el resto de los países árabes por la existencia de un Irán con capacidad nuclear. La nueva coyuntura internacional y la amenaza que sugirió el ascenso de ISIS en Siria e Irak genero aún más desde la visión de Obama la necesidad de buscar la colaboración Iraní en la estabilización de la región. El proyecto del presidente saliente choco con un primer ministro Israelí para el cual era más prioritario la seguridad de su país en la región y la desconfianza respecto a los países árabes y en especial Irán, en ese aspecto Netanyahu termino siendo la mayor traba a la política de Obama en Medio Oriente. Lo sucedido demuestra también el límite que Israel y la población judía puede tener en la política norteamericana ya que constantemente se mantiene la falsa creencia de que el llamado “Lobby Judío” domina absolutamente la política exterior de EEUU. La reacción de la clase política de Israel no se hará esperar y probablemente el actual oficialismo proponga construir más asentamientos y lo que es peor es que probablemente ya no se vuelva a confiar en EEUU como antes. En ese sentido las acciones que tome Donald Trump deberán ser determinantes para lograr nuevamente a unir en una negociación a palestinos e Israelíes. Quedará la incógnita sobre qué elementos del legado de Obama en política exterior mantendrá Donald Trump a partir de su asunción.