UN PROBLEMA INVISIBLE: LA SITUACIÓN DE LAS VIUDAS EN EL MUNDO Por: Laura Tlachi Santacruz1 “Una mujer está bajo la guarda de su padre durante su infancia; bajo la guarda de su marido durante su juventud; bajo la guarda de sus hijos durante su vejez; no debe nunca conducirse a su capricho”. Libro Noveno de las Leyes de Manu
Estas Leyes, según las creencias hinduistas, fueron dictadas por Manu, el antepasado común de toda la humanidad. Según las mismas creencias, cuando una mujer se casa se convierte en la mitad del hombre, y cuando él muere, la mitad de la esposa muere también; a partir de ese momento ella se convierte en un ser sin identidad y se considera que está pagando un castigo divino por algún “crimen” que cometió en esta u en una vida anterior; así desaparece su futuro y es repudiada por su familia y por la sociedad. Debido a los dogmas religiosos que persisten, tras el deceso de su esposo una mujer no puede volver a casarse y en caso de que el acto fuera aprobado por la comunidad, sólo podría hacerlo con el hermano más joven de su marido; otras cometen Sati, es decir se arrojan a la pira funeraria de su esposo en un acto de autoinmolación. Pero la mayoría de las viudas son sometidas a una vida de total abnegación y rechazo que las condena a vestir de blanco, quitarse las joyas, rasurarse el cabello, comer sólo una vez al día, sobrevivir entre la miseria y esperar la muerte. Esta es la situación que en pleno siglo XXI, enfrenta un alto porcentaje de las 40 millones de viudas que se estima existen en India. Sin embargo, esta doble discriminación que supone ser mujer y ser viuda no es exclusiva de esta región; si bien de diferente maneradependiendo de la cultura, religión, nivel de desarrollo y procesos históricos- la discriminación hacia este sector se reproduce a lo ancho y largo del globo.
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Licenciada en Relaciones Internacionales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Según Naciones Unidas en el mundo existen un aproximado de 259 millones de viudas y casi la mitad de ellas viven en la pobreza, estigmatizadas, discriminadas y siendo vulnerables a abusos físicos y sexuales. Sin embargo estas mujeres no son mencionadas en las estadísticas de ningún país, ni siquiera en las de los países más desarrollados y tampoco forman parte de los reportes de pobreza, salud o derechos humanos. Ante tal situación, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 23 de junio de 2011 como el primer Día Internacional de las Viudas, en un esfuerzo por otorgar voz y rostro a un sector prácticamente invisible. En el marco de este día, la Asamblea General exhorta a los Estados Miembros, el Sistema de las Naciones Unidas, así como organizaciones internacionales y nacionales a que presten atención y actúen para enfrentar la problemática que envuelve a las viudas y sus hijos. Sin embargo, el camino por recorrer es largo, ya que no se puede dejar de ignorar que la problemática responde en gran medida a una cultura e instituciones, aún prevalentes en todo el globo, que perciben a la mujer como un ser con valor inferior al del hombre; de tal manera que las viudas, al igual que el común de las mujeres, se enfrentan a la violencia de género, que sin embargo para las primeras suele reproducirse de manera más violenta debido a la vulnerabilidad que les otorga su invisibilidad. En países de África y Asia, las viudas sufren a menudo de marginalización social incrementando su vulnerabilidad a la depresión, enfermedades y violencia. Asimismo se reproducen situaciones comunes en que estas mujeres se ven expuestas a violencia física, mental y sexual relacionada con disputas por la herencia; y como consecuencia de las tradiciones aún prevalentes, son expuestas a ritos que suponen un peligro para su salud y atentan contra su dignidad. En el caso del continente africano, en países como Nigeria, prevalecen ritos en los que las viudas deben de beber el agua con que fue bañado el cadáver de su esposo, como una forma de probar que no estuvo involucrada en su muerte; también se les impone afeitarse la cabeza, sentarse fuera de la casa durante un periodo que va de los siete a los 14 días, y en muchas ocasiones son víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la familia
política, corriendo el riesgo de ser expulsadas de la comunidad en caso de oponerse a la “tradición”. Para el caso del continente asiático, la situación ya mencionada en India, se reproduce también en Sri Lanka y Nepal; mientras que en países como Camboya y Myanmar, la situación de vulnerabilidad en que se encuentran al enviudar las vuelve víctimas de la industria sexual. Sin embargo, complementando el cuadro que se vive en ambos continentes, se encuentra también la situación que deben enfrentar las viudas en los conflictos armados. En países como República Democrática del Congo, Irak y Afganistán, estas mujeres se encuentran expuestas a la violencia propia del conflicto, como las mutilaciones, violaciones y la violencia sexual como táctica de guerra, sin olvidar que muchas de ellas sufren el trauma de ver a sus esposos torturados antes de morir. Al mismo tiempo, miles de viudas luchan por cuidarse a ellas mismas y sus hijos en los campos de refugiados o en los países de asilo, donde su condición los vuelve blanco de la violación constante a sus derechos humanos. Mientras que del otro lado del globo, en América Latina y el Caribe, si bien no se identifican situaciones y tradiciones como las antes expuestas, la problemática a la que se enfrentan las viudas viene acompañada principalmente del machismo que mantiene a las mujeres subordinadas impidiéndoles el acceso a la educación y oportunidades de trabajo, lo que se traduce en pobreza y vulnerabilidad de la mujer y sus hijos cuando se quedan sin el único sustento que podrían conocer. Son estas situaciones, propias de las regiones menos desarrolladas, las que ejemplifican de mejor manera la problemática y evidencian lo apremiante que resulta cambiar esta situación; sin embargo en
países desarrollados el problema también palpable. Según
Naciones Unidas, las viudas en países desarrollados se enfrentan al problema de tener pocos activos económicos, donde sus ingresos y pensiones pueden llegar a ser 40% inferiores a los de los hombres. Mientras que las mujeres más jóvenes deben convertirse en
cabezas de familia responsables del cuidado de sus hijos con oportunidades económicas limitadas. La realidad es por ende evidente: en todo el mundo se niegan los derechos de las viudas, en menor o mayor medida la violación a los derechos humanos de este sector está incrustada en las creencias y prácticas sociales, políticas, económicas, religiosas, culturales y tradicionales; situación que responde de manera directa a la subsistencia del sistema patriarcal en el mundo. La doble discriminación que enfrentan ha relegado la problemática a un plano de completa invisibilidad para la esfera política y social, e incluso los discursos que defienden los derechos humanos y la igualdad de género parecen haberlas olvidado. Es por ello que se hace urgente la toma de conciencia sobre el tema, se debe instar a los movimientos por la igualdad de género a unirse a la cusa y exigir el actuar de la comunidad internacional y los gobiernos, instando a estos últimos a tomar las medidas necesarias para garantizar los derechos de las viudas y sus hijos, tal y como lo establece el derecho internacional2. Asimismo se debe insistir en el empoderamiento de las viudas mediante atención médica, educación, empleo y aumento de su participación en todos los aspectos de toma de decisiones, para poder garantizar su capacidad de independencia.
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Convención sobre la eliminación de totas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), Convención sobre los Derechos del Niño, y otros tratados internacionales.