MIGRANTES EN TRÁNSITO POR TERRITORIO MEXICANO Por: Laura Santacruz
“Si en México los migrantes flotaran como flotan en el mar Mediterráneo, tendríamos cadáveres por todo México flotando. Los migrantes aquí son invisibles, terminan en las fosas clandestinas o terminan como esclavos sexuales y laborales”. Marta Sánchez Soler
A propósito del Día Internacional del Migrante, el pasado 18 de diciembre, es oportuno hablar sobre un tema que en 2015, como lo señalaba Champa Patel, directora de Amnistía Internacional en el sureste asiático, permaneció prácticamente invisible mientras la atención mundial se centraba en la crisis global de refugiados : las personas migrantes. A lo largo de la historia de la humanidad, la migración ha sido un factor constante en la búsqueda del hombre por un entorno mejor, y sin embargo, no se puede negar que las últimas décadas del siglo pasado, así como este nuevo siglo, se han caracterizado por un aumento en el flujo migratorio consecuencia de la globalización y el neoliberalismo. La importancia del tema propició que en 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptara la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, y que una década después se estableciera el Día Internacional del Migrante. En palabras de la ONU “Los Estados Miembros, así como organizaciones intergubernamentales y no-gubernamentales, celebran este Día Internacional difundiendo información sobre los derechos humanos y libertades fundamentales de los migrantes, el resultado de sus experiencias y nuevas medidas que pueden implementarse para protegerlos”. Sin embargo, la situación de los migrantes apunta al hecho de que aún existe un gran vacío en cuanto a las acciones emprendidas por los Estados Miembros para garantizar y proteger los derechos humanos de este sector. México, como país de tránsito acoge dentro de su territorio a decenas de miles de personas, que cada año traspasan la frontera sur del territorio camino al sueño americano; sin embargo a partir de 2006, el territorio mexicano se ha caracterizado por un aumento en la violación de los derechos humanos de este grupo, contrario por ende, a lo establecido en las convenciones y acuerdos internacionales, así como a las leyes nacionales, en concreto la Ley Nacional de Migración, en vigor desde 2011, y la Constitución Mexicana, en cuya reforma al artículo primero, en el mismo año, garantiza a nacionales y extranjeros el goce de los derechos humanos establecidos en ésta, así como en los acuerdos internacionales de los que el Estado mexicano forma parte. El mayor porcentaje de estos migrantes proviene de territorio centroamericano, y entre las violaciones más frecuentes se encuentran extorsiones, discriminación, palizas, violencia sexual, secuestro y homicidio; en 2014, el Movimiento Migrante Mesoamericano señalaba que estadísticas académicas, ante la inexistencia de oficiales, arrojaban que el número de secuestros y desapariciones iba de 70 mil a 150 mil de 2006 a ese año. Mientras que Human
Rights Watch acusaba la falta de medidas asumidas por las autoridades mexicanas para investigar y castigar a quienes cometen estos abusos. En 2010, se daba a conocer el hallazgo de una fosa con 72 cuerpos correspondientes a personas migrantes en un rancho de San Fernando, Tamaulipas, a manos del grupo delictivo conocido como Los Zetas; en consecuencia también fueron detenidos policías municipales relacionados con el hecho, y que según la Procuraduría General de la República (PGR) participaban en labores de halconeo, intercepción de personas y omisión en su deber en la observancia de los delitos cometidos por la ya mencionada organización. Patrón que sin embargo, se repite a lo largo y ancho de la República. México tiene una gran deuda que cubrir, el Estado se ha visto superado por la violencia y las instituciones gubernamentales se han caracterizado por la pasividad, indiferencia y participación en los delitos; las autoridades omiten para su propio beneficio que los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna. Las Recomendaciones emitidas en la materia por las Comisiones Estatales y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se caracterizan por la intrascendencia en el momento de su aplicación. Inmersos en este contexto miles de migrantes centroamericanos siguen y seguirán atravesando una de las rutas migratorias más peligrosas en un intento por huir de la pobreza y alcanzar una vida digna. Las historias de este grupo se repiten, cruzan la frontera hacia el norte, la mayoría opta por subirse al tren, y si bien en México sólo existen dos trenes de pasajeros, el Chepe en Chihuahua y Tequila Express en Jalisco, hay un tercero que entre sus vagones de carga transporta migrantes, “La Bestia-Ferromex”. Casi ninguno sabe el nombre de la ciudad donde lo ha tomado, van con miedo porque han escuchado que los grupos de crimen organizado detienen el tren, les quitan el poco dinero que llevan, sino tienen los avientan y se llevan a las mujeres para trata de blancas. Algunos más son víctimas de secuestro, se les obliga a contactarse con algún familiar en los Estados Unidos pidiendo un rescate, la mayoría termina muerto; otros son detenidos por tiempo indefinido por las bandas delictivas. -“…Me agarraron, yo digo que eran Zetas” - ¿Cuánto tiempo te tuvieron? -“Mmm, yo no se, como un mes” - ¿Y qué te hacían? -“Nomas me pegaban con palos”. (Migrante Hondureño, 30 años, vías del tren del estado de Puebla)
Otros son extorsionados por elementos policiacos y unos más se enfrentan a detenciones arbitrarias, basta recordar para este punto el caso de Ángel Amílcar Colón, migrante hondureño, declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional, quien permaneció más de cinco años en una prisión federal acusado de delincuencia organizada, víctima de tortura e incongruencias en torno a su caso sin que en ningún momento se le pudiera vincular con armas, drogas ni acciones que demostraran su participación en algún delito. En un clima de impunidad, son muchas las voces que se alzan para urgir al gobierno mexicano a tomar medidas ante la situación imperante; sin embargo, en un país donde las
leyes referentes a la protección de los derechos humanos no han logrado traspasar el papel, han surgido grupos cuya tarea dignifica el camino del migrante. Red Casas del Migrante que brinda refugio en los estados de Tijuana, Ciudad Juárez y Tapachula dentro del territorio mexicano y en Ciudad de Guatemala y Tecún Umán. Las Patronas, un grupo de mujeres que diariamente reparten comida en bolsas de plástico a los migrantes centroamericanos que viajan en la Bestia, en el municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz; Sin Fronteras IAP que brinda apoyo social, legal, educación, difusión y vinculación; Movimiento Migrante Mesoamericano encaminada a apoyar la organización trasnacional de la lucha migrante a través de facilitar contactos con personas, grupos, organizaciones de base y activistas, organizando cada año la Caravana de madres centroamericanas; aclarando sin embargo, que las mencionadas son solamente una pequeña parte de entre las casas de migrantes, asociaciones civiles y organismos no gubernamentales que llevan a cabo dicha labor. Sin embargo estos grupos, al igual que aquellos a quien dedican su trabajo han sido víctimas de abusos por parte de grupos de crimen organizado y autoridades, obligándolos a cerrar sus puertas o limitando sus actividades, tal y como lo exponía Human Rights Watch en un informe de 2014. Es así como el Estado mexicano, una vez más se contrapone a sus principios democráticos, colocándose a nivel mundial como un referente de la violación a los derechos humanos, no sólo de sus connacionales sino también de aquellos que cruzan el corredor que comprende su vasto territorio en su intención de alcanzar los Estados Unidos. Al respecto se habla de la necesidad de nuevas iniciativas y políticas públicas en la materia, y en últimas fechas de contemplar a los migrantes en tránsito dentro de la propuesta de la Ley General sobre Desapariciones Forzadas y Desapariciones por Particulares; y sin embargo, más allá de la necesidad de crear nuevas leyes, el Estado mexicano tiene ante si el reto de hacer cumplir y respetar las ya existentes, al mismo tiempo que se plantea como urgente la necesidad de reivindicar la estrategia de seguridad que ha sumido al país en un contexto de crisis los últimos nueve años. Cada uno de los torturados, asesinados, desaparecidos, detenidos, y cada uno de los que día a día cruza la frontera sur del territorio mexicano es una persona con una historia que abandona su país en la lucha por alcanzar un nivel de vida digno para él y para su familia. Todos los días miles de migrantes, entre mujeres, hombres y niños, emprenden su viaje huyendo de la pobreza y la violencia; y ellos, en tránsito por este corredor se merecen la existencia de un Estado garante de los derechos humanos.