Observar al oeste - Esteban Covelli

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OBSERVAR AL OESTE Por: Lic. Esteban Covelli La participación argentina en la Alianza del Pacífico Durante el mes de junio la República Argentina fue aceptada en el proceso de integración de los Estados occidentales del continente, conocido como la Alianza del Pacífico. Este hecho no marcaría, como muchos consideran, un cambio de rumbo en la política exterior esperada por el presidente Macri, pero si sigue la línea de quiebre con las decisiones tomadas por el gobierno anterior. Es decir, la administración actual busca diversificar sus relaciones, profundizando aquellas que siguen un camino alternativo al modelo bolivariano o, si se quiere llamar, más de derecha o pro Estados Unidos. Dime con quien te juntas y te diré quién eres En línea con lo anteriormente dicho, se pueden observar los esfuerzos realizados por el presidente Macri para recomponer las relaciones con los llamados “países centrales”, a partir de las visitas al país por los presidentes de Francia, Francois Hollande y, sobre todo, de Estados Unidos, Barack Obama. Este último también puede ser visto como otro quiebre en las relaciones de Argentina para con el mundo, relaciones que se iban contrayendo desde la Cumbre de las Américas del 2005. Este último punto viene a mencionarse al analizarse los miembros de la Alianza del Pacífico, compuesta por Chile, Colombia, México y Perú. Estos cuatro países, si bien también son miembros del proceso de concertación política UNASUR, no siempre acompañaron las políticas de los principales referentes del proceso (Brasil, Venezuela y Argentina) que terminaban por organizar la agenda regional. Más aún la República de Colombia se vio en varias situaciones de tensión con sus vecinos, Ecuador y Venezuela. Go West En contraposición, estos cuatro Estados siempre tendieron a llevar excelentes con Estados Unidos, empezando con México, que comparte el vecindario inmediato y es parte del NAFTA/ TLCAN, sin mencionar las relaciones que se ven obligados a tener por ser países limítrofes -tanto positivas como negativas. Colombia prácticamente lleva una relación carnal desde hace décadas a partir de la participación del gobierno


norteamericano tanto en su economía y comercio como también en la lucha contra el narcoterrorismo que asola el territorio colombiano. Chile y Perú, por su parte, poseen tratados de libre comercio con el país del norte. Por otro lado, exceptuando a Colombia, los otros tres Estados son parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, que integra a los varios países de la costa occidental de América, incluyendo a Canada, y Estados Unidos, varios países del sudeste asiático, como también Australia y Nueva Zelanda. La participación argentina en la Alianza del Pacífico, aunque en calidad de observador, puede ser también tomada como la antesala para adquirir el apoyo de los aliados para ingresar al Acuerdo Transpacífico (TPP). Esta puede ser una estrategia para poder diversificar y profundizar las relaciones con las potencias de extremo oriente. Si bien la nueva administración no manifestó sus intenciones de enfriar las relaciones con China, revisa con cautela todos los tratados realizados con este país durante los gobiernos anteriores y muestra cierta desconfianza hacia el gigante asiático. El TPP también es considerada una herramienta de Japón y de Estados Unidos de contrapeso al gigante chino. La relación argentina con este bloque puede servir, entonces, como palanca para futuras negociaciones. Pero, en definitiva, unas mejores relaciones con los países americanos del occidente le pueden servir a la Argentina como un puente para llegar y recibir a los países de la cuenca del pacífico. De observador a miembro La Argentina es actualmente un país observador dentro de lo que es el proceso de integración. Es decir, no es un miembro pleno, y su participación se limita a observar y tener cierto derecho de voz, o comentar, en las reuniones presidenciales y ministeriales a las que esté invitado, previo consenso de los Estados parte. De querer participar de lleno en el proceso, la Argentina deberá tener acuerdos de Libre Comercio con al menos la mitad de los miembros plenos actuales para presentar su intención. Actualmente, se cuentan con Tratados de Libre Comercio tanto con Chile como con Perú, pero dentro del marco del MERCOSUR. Por otro lado, la incorporación a esta instancia también entraría en conflicto con el MERCOSUR. Por lo tanto, la opción de proponerse como candidato debe desecharse, al menos en el largo


plazo, dependiendo cómo se sigan desarrollando las relaciones con sus principales socios de bloque (Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela), relaciones, tanto políticas como comerciales, sólidas pero que llaman a la reflexión hoy en día. En los últimos años, el bloque comercial de la argentina ha fracasado en la profundización de la integración económico-comercial. En contraste, los gobiernos del bloque prefirieron la profundización política, impulsando organismos como el Parlasur, que aún hoy no logra institucionalizarse. A modo de conclusión, se puede afirmar que la incorporación de la Argentina como observador en la Alianza del Pacífico no marca un giro brusco en la política exterior del frente Cambiemos, pero sí continúa con las modificaciones que viene manifestando el nuevo gobierno con respecto a las que se venían llevando. El no acercamiento a este bloque en tiempos anteriores se puede interpretar más por el hecho de las diferencias ideológicas que por lo que se podría denominar una competencia comercial. Como se ha mencionado, los países de la Alianza del Pacífico contrastaban políticamente con los miembros del MERCOSUR por su aparente alineación con el capitalismo norteamericano, mientras que los “atlánticos” comulgaban más con ideas de izquierda, o el “socialismo del siglo XXI”. Superada esta brecha, puede entrar el debate por las políticas comerciales. La incorporación como observador no obliga a un Estado a adoptar las medidas de intercambio vigentes. Aún más, la vinculación entre los dos bloques económicos comerciales (MERCOSUR y AP) no debe considerarse necesariamente perjudicial para las economías del Atlántico. Muchos testimonios aseguran que la incorporación de la Argentina a la AP, por ejemplo, inundaría al país de productos norteamericanos y atentaría contra su industria nacional. Es decir, se observan sólo los riesgos que pueden traer los nuevos orígenes de productos importados. Pero los argentinos ya hemos pecado con este error en el pasado, tanto lejano como inmediato, como fue el caso de los acuerdos con China. Lo que se debe observar, en cambio, son las nuevas oportunidades y acceso a mercados que puede ganar la Argentina para insertar sus productos, y es


también importante lograr que su mayor socio comercial, Brasil, la acompañe, ya que ambas se beneficiarían a partir de su integración económica.


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