DE LOS PANAMÁ PAPERS Y EL COMBATE A LA POBREZA
Por: Jacob Mendoza1
A más de un mes de la publicación de los llamados Panamá Papers, la discusión en torno a los paraísos fiscales no deja de resonar en los escándalos de corrupción de los distintos países implicados. A partir de ello, ha empezado a circular la polémica aseveración de que la firma de abogados Mossak Fonseca, relacionada con la venta de empresas offshore, o compañías fantasmas, es únicamente la punta del iceberg de la enorme evasión de impuestos, lavado de dinero, fraudes y demás crímenes que ocultan los conflictos de interés de los agentes económicos. La opinión de los distintos líderes mundiales respecto al tema, ha sido de indignación y compromiso por implementar mayores controles fiscales. Según estos, la evasión de impuestos es una traba al propio desarrollo económico de los países, en especial los países en vías de desarrollo. Una de las opiniones más difundidas, es la del presidente del Banco Mundial (BM) Jim Yong Kim, quien en el marco de la apertura de la Reuniones de Primavera entre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), argumentó que la evasión fiscal a través de los paraísos, significa una pérdida importante de recursos en la lucha global contra la pobreza y el impulso de la prosperidad2. Sin embargo, dicha aseveración es una crítica limitada al propio fenómeno de la desigualdad y la pobreza de estos tiempos. En el caso de México, las recientes modificaciones a la política fiscal consideran incrementos en impuestos al consumo, especialmente en alimentos, así como erogaciones tributarias para la educación privada. El primero de ellos es un impuesto regresivo, pues pagan más los que menos tienen, no de manera absoluta sino de manera relativa, ya que los pobres utilizan la mayor parte de su ingreso en la satisfacción de las necesidades más elementales, como es la alimentación de sus integrantes. Mientras que el segundo se trata de un deducible que prácticamente subsidia la educación de los más ricos, 1 Mg. En Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México 2http://www.forbes.com.mx/los-panama-papers-debilitan-lucha-pobreza-bm/
devolviéndoles gran parte del costo en que incurren por mandar a los hijos a escuelas privadas. Ambos mecanismos fiscales incrementan la disparidad distributiva en el ingreso de los hogares, pues le quita más a los que menos tienen, y le devuelve más a los que menos necesitan. Los efectos de la reforma fiscal en el cobro del IVA y el incremento en el precio internacional de los alimentos, aunado a la pérdida de ingresos de los hogares por el desempleo y la caída del poder adquisitivo de los salarios, provocan un incremento alarmante de la desigualdad que se ve reflejado en los niveles de pobreza monetaria. Actualmente la política fiscal es regresiva y favorece a quien más tiene, puesto que los hogares pobres terminan pagando relativamente más impuestos que los hogares ricos, esto a pesar de las exenciones, la focalización de los programas sociales, o los propios paraísos fiscales revelados por los Panamá Papers. Es un hecho que la ineficacia del Estado para redistribuir el ingreso podría ser incluso mayor si se ajustaran las mediciones. Diversos estudios sostienen que la distribución del ingreso utilizada en los análisis carece de información completa, sobre todo en los registros de las encuestas para los hogares más ricos del país, por lo que dicha medición no corresponde a la realidad. En el caso de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh), se presenta la dificultad de encuestar a los personajes más ricos del país, limitando así sus alcances metodológicos. En este sentido, la desigualdad, y por tanto la pobreza relativa, podrían incrementarse si se captaran en su totalidad los ingresos del 1% más rico de la distribución. Por ejemplo, Gerardo Esquivel en su informe realizado para Oxfam en 2015, demuestra que la cantidad de millonarios en México creció en 32% entre 2007 y 2012, cuando en el resto del mundo y en ese mismo periodo, esa cantidad disminuyó un 0.3%. De acuerdo al reporte, las cifras del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) junto con el Banco Mundial, y la Income Distribution Database de la OCDE, muestran que entre la década de los noventa y 2006 la desigualdad del ingreso en el país disminuye; sin embargo, para 2012 la magnitud de la desigualdad es mayor de lo que era a principios de los ochenta. En tanto, WealthInsight (2013) revela que, en 2012, 145,000 individuos, es decir menos del 1% de la población total, concentraron cerca del 43% de la riqueza total del país (sin incluir el valor de su residencia habitual)3.
3Cfr. Esquivel Gerardo, (2015), “Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político”, OXFAM México
Una de las explicaciones más acertadas, dice Esquivel, radica en que las encuestas no toman en cuenta los aspectos fiscales que benefician a ese pequeño grupo de hogares. Esto se debe a la falta de acceso a la información que prevalece en México, por el principio de “no violación al anonimato fiscal”; siendo este el único país de la OCDE donde semejante restricción sucede. A pesar de ello, la explicación más importante del incremento de la desigualdad, reside en que en los últimos 30 años se ha modificado la distribución funcional del ingreso, es decir: el pago al factor capital y lo que corresponde al pago del factor trabajo. De 1981 a 2012, la parte correspondiente a la Remuneración de asalariados disminuyó del 38 por ciento al 27 por ciento, en tanto que el excedente o pago al factor capital, aumentó de 62 a 73 por ciento4. En este sentido, el reclamo de combatir la desigualdad en los ingresos que genera la política económica, especialmente a través de la política fiscal que no cobra los impuestos suficientes a la riqueza (ya sea por medios legales o ilegales), también posee serias limitaciones. Dichas conclusiones se equipararan a las soluciones presentadas por Thomas Piketty en su libro “El Capital en el Siglo XXI”, en las que una vertiginosa concentración de la riqueza producto de un mayor aumento del capital (acciones, bonos, herencias, propiedades) en relación con el ingreso laboral, y del crecimiento de la economía en general, se revierte imponiendo impuestos progresivos al Capital e impulsando la competencia en los mercados y la productividad. Sin embargo, hay que entender que la desigualdad en los ingresos no se combate dentro de la misma política económica, ya que, en un contexto de reproducción del capital en su forma neoliberal, la deslocalización de la producción se beneficia de las facilidades fiscales que los países ofrecen a la inversión extranjera directa, por lo que imponer restricciones al capital implica atentar contra la propia búsqueda de ganancia del capital transnacional. Análisis como el de Piketty, pasan más por cuestiones técnicas (como la productividad marginal, precios de factores, o la tecnología), que por la participación relativa del capital y el trabajo en el ingreso. Por lo que pretender cambiar la política económica, sin considerar las necesidades del capital, es otorgar una solución limitada. En este sentido, pretender mayores controles al movimiento de los capitales, significa desvincular las variables que operan como tendencias necesarias. Es equivalente a incurrir en el mismo 4 Ibíd.
error de Piketty de ofrecer una soluci贸n despolitizada de la econom铆a, que no entiende que el objetivo del Estado es garantizar los intereses de la clase propietaria de los medios de producci贸n, independientemente del margen de desigualdad y pobreza existente.