SUPERPOBLACIÓN EN EL ESTADO Por: Ernesto Martínez
NOTA: En la Argentina, se les llama “ñoquis” a aquellos empleados del Sector Público que no trabajan, que ocupan un lugar pero no hacen nada productivo y en algunas ocasiones ni siquiera concurren al trabajo. En cualquier circunstancia, continúan siempre cobrando su habitual salario sin recibir apercibimientos y/o sanciones.
La actualidad política y económica argentina le plantea diferentes dilemas -que poseen complejidades y urgencias diversas- al gobierno que acaba de asumir hace poco más de un mes. Ciertamente, el gobierno que se acaba de ir le ha dejado como obsequio una serie de “herencias” con las que deberá lidiar irremediablemente en el corto y mediano plazo. Algunas de esas herencias son de una envergadura importante, asemejando una suerte de incendios de diversos tamaños ubicados estratégicamente en distintos sectores de la política y la economía. Como siempre dice un gran amigo, frente a toda crisis de gran tamaño, en cualquier orden de la vida, las primeras dos o tres decisiones que se toman son las más trascendentes, esas son las que pueden determinar el éxito o el fracaso al final del camino en la búsqueda de resolver el problema. Si por ejemplo en un incendio uno se equivoca ya desde un principio, la recuperación puede resultar utópica. Uno de los varios dilemas que el gobierno deberá resolver es la superpoblación de empleados en el Sector Público Nacional, cabe recordar que había sido una de sus promesas de campaña. Durante el año 2015, la cantidad de personal que fue contratado en el Estado ha sido alarmante. Si bien durante los últimos años la cantidad de empleados públicos se ha ido incrementando constantemente, durante el pasado año se alcanzaron límites que superaron la media. Más aún, en los días que precedieron a la votación presidencial efectuada en la 1
“primera vuelta” -aquella en donde los primeros guarismos oficiales lo daban ganador a Mauricio Macri a las 12 de la noche y posteriormente terminó ganando Daniel Scioli por poca diferencia-, el Estado vivió una avalancha de personal contratado. Como si hubieran tenido la firme convicción de que la derrota en el ballotage iba a ser inevitable a pesar de haber ganado por mínimo margen, comenzó un verdadero festival de contrataciones de empleados en el Sector Público, ante la mirada de los sindicatos gremiales que guardaron silencio en su inmensa mayoría y donde muchos de esos contratos fueron a manos de militantes del gobierno que se fue. Lo descripto en el párrafo anterior fue tan burdo, que toda la opinión pública en general pudo apreciarlo antes de ir a poner su voto en el ballotage. Existen dos pensamientos que, en líneas generales, abarcan el abanico completo de opiniones del votante del actual gobierno, en cuanto al tema de las contrataciones y despidos. Ahora bien, es justo decir que buena parte de los votantes de Mauricio Macri, opinan favorablemente respecto de efectuar una limpieza de “ñoquis del anterior gobierno”, ya que dan por sentado que toda aquella persona que haya ingresado a trabajar al Estado en los últimos años forma parte de esa agrupación y por ende, se presupone que no trabajan. Este sector sostiene que para llevar a cabo semejante tarea, solo se requiere decisión política y valentía. No obstante, otro sector más moderado de los votantes de Macri, opina que en realidad deberían mantenerse en sus puestos a aquellos empleados que se verifique que trabajan, sin importar la ideología política que posean. Sin embargo una inmensa mayoría de argentinos, desde hace muchísimos años, catalogan casi automáticamente de “ñoquis” a los empleados públicos, poniendo alegremente a todos los trabajadores del Estado dentro de una misma bolsa. De manera tal, que la desfachatada contratación de empleados públicos ocurrida en los días previos al ballotage, vino a recrudecer ese pensamiento. Martín Sabbatella, ex titular de un Organismo llamado AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), confesaba poco tiempo atrás ante las cámaras de televisión sin ningún tipo de complejos y con total naturalidad, que buena parte de los 2
empleados de ese Organismo “donaban” una parte de su sueldo a un partido político llamado Nuevo Encuentro, liderado casualmente por el propio Sabbatella. Posteriormente se confirmó que eran alrededor de 130 los casos de empleados de la AFSCA que aportaban el 8% de su sueldo al partido Nuevo Encuentro, según datos revelados por el actual interventor del Organismo, Agustín Garzón. La situación de Sabbatella, luego de que el nuevo gobierno interviniera el Organismo, ha atravesado diversas instancias judiciales en su búsqueda de volver a asumir al frente del mismo. Quedará en el recuerdo su intento desesperado de impedir que lo desalojen de la sede de la AFSCA en la calle Suipacha, ante las cámaras de televisión de todos de los medios y junto con los militantes que lo apoyaban. Algunos podrán decir que aquel día todo fue un gran circo armado. Otro sector de la sociedad dirá que se estaban defendiendo los derechos de los trabajadores de la AFSCA frente a un atropello del gobierno. La famosa grieta social aparece ante nosotros, majestuosa, en estos casos. Lo último que ocurrió en esta suerte de novela, es que luego de varios vericuetos judiciales el señor Sabbatella logró volver a entrar al edificio de la AFSCA, llegó a la puerta de su antiguo despacho, la cual estaba cerrada con cadenas que procedió a romper, ingresó a su antigua oficina, colgó en la pared un cuadro de Cristina Fernández de Kirchner (esto es estrictamente verídico), 1y luego de dos horas la justicia determinó que Sabbatella tenía que desalojar el lugar y abandonar el edificio una vez más. Dudo que sea el último acto de esta historia tragicómica. Vale la pena mencionar que lo ocurrido en la AFSCA es solo un grano de arena en el desierto. En las últimas semanas, la Vicepresidenta de la Nación Gabriela Michetti comenzó a denunciar públicamente la enorme cantidad de empleados que posee el Senado de la Nación. Empleados que aparentemente habrían entrado a trabajar como quien dice “por la ventana”. Días más tarde, Michetti determinó rescindir sin más trámite los contratos efectuados a más de 2000 empleados por el Vicepresidente saliente Amado Boudou en el Senado. No hay dudas de que 2000 personas contratadas es mucha gente para un lugar como el Senado. Aunque evidentemente, la cantidad de personal contratado durante los últimos años en el 1
http://www.lanacion.com.ar/1862497-finalmente-martin-sabbatella-logro-entrar-al-edificio-de-la-ex-afsca
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Congreso, particularmente durante 2015, ha sido decididamente exorbitante. La propia Michetti explicaba en la televisión días atrás, que había casos de personas que estaban dispuestas a trabajar, y la razón por la que no lo venían haciendo no era por ser “ñoquis”, sino que la realidad era que no había trabajo para darles, ya que las tareas administrativas que se llevan a cabo en el Senado estaban todas ocupadas. Y lamentablemente, continuaba Michetti en su explicación, no se podía seguir manteniendo los contratos de personas que no trabajan, por la sencilla razón de que no hay ninguna tarea para ellos, por estar las oficinas saturadas de empleados. Sorprendentemente para algunos, se supo que en última instancia los despidos en el Senado serán menos de la mitad de los que originalmente se planeaban. Así y todo se ha convertido curiosamente en uno de los temas que terminaron deteriorando los cimientos del grupo de senadores kirchneristas, que poseen mayoría en la Cámara alta, encabezados por el senador Miguel Ángel Pichetto. El propio Pichetto avaló la decisión inicial de la Vicepresidenta comentando que “…los que trabajan se pueden quedar tranquilos”. Esto ha dejado al borde de un virtual e irreversible conflicto al bloque de senadores que conforman uno de los más importantes bastiones políticos estratégicos de la señora de Kirchner. Esta situación es celebrada por el gobierno, a pesar de que el propio Pichetto hace pocos días atrás le pidió al gobierno poner paños fríos a la situación en el Senado, tal vez en un intento de soldar la resquebrajadura ocurrida en el corazón del bloque que preside. Esta última actitud de Pichetto, es un hecho que tiene más sabor a manotazo de ahogado que a otra cosa, porque para los miembros del kirchnerismo “puro”, Pichetto con esta primera actitud condescendiente con la Vicepresidenta demostró debilidad. Otro episodio con ribetes más dramáticos ocurrió en la ciudad de La Plata, donde el intendente Julio Garro tomó la decisión de analizar la situación de nada menos que 4600 empleados de la Municipalidad, cuyos contratos habían vencido el 31 de diciembre. De esa cantidad, se corría el rumor que al menos 2500 empleados serían despedidos mediante la no renovación de sus contratos. Debido a esta situación un sector de esos empleados cortó el tránsito vehicular en forma de protesta. Mientras se desarrollaba esta acción otro sector de supuestos empleados llegó al lugar y comenzó a arrojar piedras contra el edificio de la Municipalidad.
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La policía entonces recibió la orden de reprimir con gases lacrimógenos y balas de goma y como era de esperar las imágenes inundaron inmediatamente los canales de noticias. Los impactos de las balas de goma sobre el torso desnudo de la gente fueron elocuentes, y quedó puesto de manifiesto muy velozmente otro dilema recurrente relacionado en esta oportunidad, con las personas que realizan una protesta cortando el paso del tránsito vehicular en forma parcial o total, una protesta que se transforma además en piedrazos contra un edificio de la Municipalidad y contra la policía. Seguramente los lectores como quien escribe nos preguntamos cuál es la solución ¿Se debe despejar la zona? ¿Qué medidas se deben adoptar si no permiten el paso del tránsito cuando se les explica que no es posible hacerlo? ¿Qué actitud tomar si comienzan las agresiones por parte de los manifestantes? La imagen de una policía en inacción recibiendo piedrazos no es la imagen de una sociedad civilizada y tampoco es muy positiva que digamos. A decir verdad, cuando ocurren estos episodios puntuales en donde todo se desmadra, pocas cosas suelen ser positivas en el desarrollo de los hechos. A fin de cuentas, se supo oficialmente que el intendente Garro se reunió en las últimas horas con los gremios UPCN y ATE para “negociar” la continuidad de los empleados. Lo concreto es que una de las decisiones que ha tomado Mauricio Macri es la de “profesionalizar” el Estado mediante la convocatoria de empresarios para ocupar puestos jerárquicos en los distintos Organismos. El caso de Isela Costantini, ex CEO de General Motors, en Aerolíneas Argentinas es apenas uno de muchos ejemplos. El gobierno ha dispuesto auditorías en prácticamente todo el Estado a fin de conocer con la mayor certeza posible cuantos empleados posee y cuál es el detalle pormenorizado de las tareas que lleva a cabo cada persona. En los próximos 2 meses podrían surgir novedades vinculadas a los resultados de estas auditorías, por lo tanto, nuevos conflictos podrían desatarse. Es necesario remarcar que la oposición se abraza al discutible discurso de la persecución política e ideológica, olvidándose convenientemente del contexto en el cual se encuentran arrojadas las cartas sobre la mesa. Los invito a realizar un ejercicio de memoria para poder recordar el curioso papel que realizaron los sindicatos gremiales del Estado en los últimos años con su estruendoso silencio durante el tiempo en que se plasmó la superpoblación de empleados públicos, que pone al desnudo su incondicional apoyo hacia el gobierno que dejó el poder. Cómo es posible que ahora, todos los gremios parezcan 5
alineados con el objetivo de defender los derechos de “los trabajadores” que podrían llegar a ser despedidos. De un modo u otro, este será sin dudas uno de los grandes temas que deberá resolver el gobierno en los próximos meses. Las últimas fotos no parecen ser del todo convincentes y generan algunas dudas inquietantes, cuando vemos que se toman decisiones que a priori parecen cortar de raíz el problema, para después terminar finalmente dando marcha atrás y/o negociando con los sindicatos. Nadie dice que sea un conflicto simple y sencillo de resolver, ni mucho menos, pero titubear no parece ser lo más saludable. En lo inmediato, el gobierno deberá analizar la factibilidad de un plan político más sólido para ciertos temas específicos. Un plan político que no incorpore ingredientes con aroma a debilidad o falta de coraje. Para decirlo sin rodeos, un plan que defina claramente si el gobierno debe negociar o si debe manejarse a través de algún que otro DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) sin pasar por el Congreso. Es por eso que las primeras decisiones que tome el gobierno en esta materia y en otras de igual o mayor importancia, serán las más trascendentes. Algunas de esas decisiones, tanto en el ámbito político como económico, ya han sido tomadas en el poco tiempo que lleva en el poder, con mayor o menor éxito. Las decisiones que se tomaron comienzan a delinear con precisión la conducta, el carácter y el carisma del nuevo gobierno de aquí a los próximos cuatro años, ante la atenta mirada de los miembros del oficialismo y principalmente, de todas las esferas de la oposición. Será justamente el arco opositor en su conjunto, el que hará de todas y cada una de las decisiones del gobierno la lectura más conveniente y provechosa para sus intereses en el corto plazo, sin perder de vista uno de los principales objetivos, ya que durante el 2017 las elecciones legislativas afectarán inexorablemente el rumbo de los últimos 2 años del actual gobierno. Y la oposición sabe que para cosechar en el 2017 hay que empezar a sembrar en el 2016. Quiero creer que en el oficialismo también lo saben.
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