LOS RIESGOS DEL “MEJOR OFICIO DEL MUNDO” VIOLACIÓN A LOS DERECHOS HUMANOS DE PERIODISTAS Por: Laura Santacruz1 En pleno siglo XXI, la necesidad de mantenerse informado parece ser intrínseca a la naturaleza humana. Para el hombre resulta fundamental conocer lo que ocurre en el mundo en el que se desenvuelve, y es imposible siquiera pensar en la posibilidad de vivir al margen de todo lo que sucede. La función del periodista cubre esta necesidad, y a través de la búsqueda de información y la elaboración de noticias se convierte en el ente que nos conecta con el acontecer nacional e internacional. En octubre de 1996, frente a la 52ª asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en Los Ángeles, California, Gabriel García Márquez tuvo toda la razón cuando calificó al periodismo como el “mejor oficio del mundo”. Sin embargo, éste –ahora una profesión- se ha convertido también en uno de los más peligrosos. En el último decenio se ha registrado un aumento en los ataques contra periodistas, destacando casos en los que su labor ha conllevado a la tortura, desapariciones forzadas, detención arbitraria, intimidación, ataques sexuales, acoso e incluso la muerte. Según datos de Reporteros Sin Fronteras (RSF), de 2005 a la fecha se han registrado 787 asesinatos de periodistas; mientras que el reporte anual correspondiente a 20152, arrojó un total de 110 comunicadores asesinados, probando la muerte de 63 por causas relacionadas con el ejercicio de su profesión, mientras que en más de 40 casos se desconocía el motivo de su muerte, presumiendo sin embargo estar relacionada con sus actividades laborales; a este número se agregan 155 encarcelados, la muerte de 19 internautas y periodistas ciudadanos, y 6 colaboradores de medios. Cabe advertir que en el 64% de los casos las víctimas no se encontraban en países en guerra. Ante estos indicadores, diversas organizaciones han levantado la voz, exigiendo que se garantice y proteja el quehacer periodístico, ya que la libertad de prensa y la libertad de 1 2
Licenciada en Relaciones Internacionales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Reporteros Sin Fronteras. Informe anual 2015. Disponible en: http://www.informeanualrsf.es/
expresión son pilares esenciales para la construcción de sociedades justas. Sin embargo, la realidad nos confronta con el hecho innegable de una situación que parece no encontrar cambios, al menos a corto plazo; ya que en lo que va del 2016, ha habido 13 periodistas asesinados y 151 encarcelados. Al respecto, es importante enumerar los países más peligrosos para ejercer esta profesión: Somalia y Sudán del Sur, en África; México, Brasil, Honduras y Guatemala en América; Bangladesh, Pakistán, Filipinas, India, (China y Vietnam, encabezando la lista de periodistas encarcelados) en Asia; Uzbekistán y Turkmenistán en Asia Central; Rusia y Ucrania en Europa; Irak, Siria, Yemen y Túnez en Oriente Medio. Ante la situación se puede argumentar un abanico de razones en un intento por encontrar una respuesta a los ataques sufridos por periodistas; entre las que cabe mencionar la existencia de grupos radicales y grupos terroristas en contra de la libertad de información, el recrudecimiento de la violencia, la existencia de regímenes que merman libertades y derechos, la necesidad de control de medios de comunicación por parte del Estado (aún en gobiernos presumiblemente democráticos) y la presencia de grupos de crimen organizado. Sin embargo, no son éstas las únicas características y no son tampoco exclusivas de los países antes mencionados, sino que forman parte de un compendio de situaciones que se reproducen en mayor o menor medida en diversas latitudes del planeta. La situación preponderante no es negada por nadie, y a nivel internacional se han emprendido acciones cuyo principal objetivo es salvaguardar la libertad de prensa y por ende la libertad de expresión. En este contexto es que encontramos la Resolución 1738, aprobada en 2006 por el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante la cual se condenaban los ataques deliberados contra periodistas y otros civiles en zonas de conflicto; posteriormente en 2012, surgió el Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad, en el cual se propuso a los organismos, fondos y programas de Naciones Unidas trabajar con los Estados Miembros, para que los periodistas y trabajadores de los
medios de comunicación pudieran desempeñar su función de manera libre y en condiciones de seguridad tanto en territorios en conflicto como en otras situaciones. Como principal consecuencia de este Plan, el 18 de diciembre de 2013, la Asamblea General aprobó la Resolución 68/163 sobre La seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad, y estableció el 2 de noviembre como el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas. Estas acciones son por mucho significativas y sin embargo nos enfrentan a una contradicción propia del funcionamiento del sistema internacional: los Estados miembro aplauden las acciones y reafirman su compromiso, pero encarcelan, intimidan, crean leyes que coartan la libertad de expresión, matan periodistas o disidentes que cuestionan y ponen en evidencia la corrupción o el abuso de poder. Según datos de la UNESCO, sólo uno de cada diez casos cometidos contra los trabajadores de los medios de comunicación en la última década, ha dado lugar a la condena; la pasividad y el desinterés de los Estados se hace cada vez más evidente y la situación alcanza a la sociedad en general. La detención o el asesinato de un periodista se traduce en la negación generalizada al derecho a buscar, recibir y compartir información. El panorama nos coloca ante la necesidad de exigir un accionar inmediato, en primera instancia de las autoridades locales y en segunda de las instituciones internacionales; a lo largo y ancho del planeta son miles los periodistas que alzan la voz ante un hecho atroz, y de la mano con ellos diversas organizaciones se han sumado a la proclama por la libertad y seguridad en el quehacer periodístico, porque no se debe de olvidar que “cada periodista asesinado o neutralizado por el terror es un observador menos de la condición humana. Cada ataque deforma la realidad al crear un clima de miedo y autocensura”3.
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Barry James. Press Freedom: Safety of Journalists and Impunity. Publicaciones de la UNESCO: 2002