Nomastique #45 - Agua

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agua

#45


Ciudad de México enero 2019

nomastique.org info.nomastique@gmail.com

Nomastique # 45, Nueva Temporada, enero de 2019, es una revista digital en línea, de periodicidad trimestral. Es una plataforma de creación artística. Los textos e imágenes son propiedad de sus autores, los contenidos de textos e imágenes son responsabilidad de sus autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de esta revista, siempre y cuando se cite la fuente y sea sin fines de lucro. Nomastique es editada por: Pilar Morales Lara, Susana T. Santoyo y Pablo Martínez Zárate

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Editorial Agua

Si bien el agua en muchas culturas simboliza la vida y la fertilidad, en la tradición literaria mexicana Rulfo nos hizo presenciar la unión del agua con la fatalidad y la desolación. Y desde entonces estos elementos están ligados a la destrucción y la catástrofe. Nomastique Agua atestigua ese legado rulfiano; en estas páginas el agua es empeñosa, pule lajas, seca ojos y esclaviza sentimientos; también se muestra como opuesta al tiempo heracliteano, dinámico, pues simboliza los miedos que se anticipan al presente como presagios, o lo que se posterga y atesora en la memoria.

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El Agua de las Lajas

Julio C. Villagómez

¿Cómo hemos de morir con los ojos secos, cuarteados de ausencia y encajados en lajas agrietadas? No lo entiendo; lo siento y no entiendo. Por eso ruego al cielo su llanto claro y alegre sobre mis huesos blanqueados de falta, calcinados de impotencia; estos huesos donde ya no hierven más que la rabia y la mugre. Y así, aun así, me levanto de la palabra estéril, en vuelo de nubarrones urbanos, y, escurrido por las formas oblicuas del mundo, tragado por el aliento agrio de las alcantarillas, me pierdo en versos sucios y sedientos para beber vida de una botella. Me pregunto, entonces, cuando volverá el agua a estar en las corolas de piedra; si algún día el mal del olvido, pandemia de los tiempos modernos, será este u otro mal sueño del que todavía espero despertar, y escucho que tocan a la puerta. ¡Soy yo! Grita ella, violenta, fatal, luminosa y viva, cayendo del cielo, salpicando Y brotando de la tierra misma, en donde mis pies se plantan como semillas, la misma tierra que me habrá de tragar. Lloran el cielo, la tierra; y yo.

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Formas y tamaños

Ricardo Stock

Condenada por Quienes dadores de lo tangible hemos visto la inexistencia alejados de todo arriba recorres todos los senderos a tu semejanza hechos por la magnificencia de tu cuerpo. Sangre invisible ayer terminaste de lubricar la tierra desciendes toda permeada de calor que al caer cargada de ti te rocablanqueas. ¿Quién te ha robado el sabor y el color, Belleza? Desesperados por saberlo te moldeamos en la fragua hasta que adoptas todas las formas aguaginables. ¿Qué te hallas en todas partes? Saboreamos tus propiedades tus inquietudes, tus sensualidades y a todo respondes con una tormenta a mitad de un reino más allá de la tierra con feroces manos que atragantan el aire. Contigo, Auga, vemos formas y tamaños que nos ahogan.

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Carcelera

Juan Pablo Goñi Capurro

El agua me tiene encerrado, condenándome a pensar. Pienso que no tengo un auto para andar bajo la lluvia, escuchando canciones tristes, contemplando el paisaje borroneado por el chaparrón, bajoneándome como se debe. Basta echar una mirada para comprender que sería suicida encarar la calle con la impotente defensa de un paraguas; el viento lo haría trizas en cinco segundos. Mi carcelera ha planeado bien las cosas, no tengo escapatoria. La electricidad se ha cortado una hora atrás, separándome del resto de mis iguales, privándome de las baladas de otoño, hasta de la fuga a través de las páginas de una novela. El agua me ha dejado solo. Poca compañía es más desagradable que mi cerebro lúcido, y, como consecuencia, pesimista, negativo, angustiante. Me digo que los de la esquina están peor, se han obstruido los desagües y se ha formado un río de bordillo a bordillo. Mentira, no están peor, no están conmigo. Me pregunto cuándo se ha transformado en un castigo el murmullo de las gotas —por momentos el fragor— chocando contra las chapas del techo. La música que acariciaba la molicie de un día feriado, instalándome en un estado de

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beatitud, se ha tornado la mejor banda sonora para una pesadilla, para una tarde de terror. Estoy acosado por fantasmas que aprovechan mi prisión para desprenderse de los esquineros, para salir de los zócalos, para mover las sábanas de mi lecho pretendiendo ser el viento que pasa por las rendijas de la persiana de madera. Enchufo y desenchufo la computadora, el televisor, pruebo con los interruptores, en vano; necesito que una cortina de fantasía disfrazada de realidad me defienda de los monstruos que crecen alimentándose de los recuerdos escondidos en el lado oscuro de mi cerebro. El agua continúa cayendo, poniendo más trabas a las posibles salidas. El agua me tiene prisionero, forzándome a mensurar estas paredes sin contenido, este cerebro atrapado en las mismas circunvoluciones asfixiantes. Me ahogo en la sala, en la cocina, en el dormitorio, en el baño, en el sinsentido de esta casa que no es hogar, sino mera edificación sin atractivos. El agua ha puesto rejas en mis vías de escape, sentenciándome a ver que no estás, obligándome a asumir que te has ido.

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Testigo de entierro Ingrid Jardines Los abuelos de mis abuelos vivían en el ombligo de la luna Mis padres me cuentan que vieron el ojo del agua Yo, ¿a quien contaré que pasé por encima de la lápida del río y no escuché ni siquiera susurros de sus lamentos asfixiados?

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Eugenia Naborski

El mar siempre regresa como fantasma bajo una sábana de silencio. De distancia. De noche. Las respiraciones de papá dormido. Los libros de texto. La olla de los frijoles. Los días. Las cobijas de invierno. Mi sombra. El espacio entre las camas. Los tamales de rajas. El camisón de mi abuela. La montaña de ropa limpia. El dóblenme esto de mamá. Antes el mar me visitaba a diario disfrazado de cosas enormes.

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Ojinaga Eugenia Naborski La gente del desierto es generosa porque sabe de milagros. Sin posible escondite guarda los secretos del sol. La sombra y la sandĂ­a las comparte. El horizonte lo guarda en la hospitalidad de sus ojos. Y todos los dĂ­as aunque no haya nubes el agua la espera.

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Al cuerno con lo pulcro

Armando Gutiérrez

Es casi de madrugada. Aquí en el cerro, el olor a leña humeando invoca a los fantasmas de mi juventud. Mejor siéntate aquí, junto a mí, saca el termo con café y dame la mano para ahuyentar a este frío que nos hace sentir como si trajéramos ropa mojada. Mira, el cielo está claro, se ven muchas estrellas, todas las estrellas. Cuéntalas conmigo, ¿sí? Primero las más brillantes, Betelgeuse, y Vega, y Sirio… Cuando se hundió el Titanic, había tanta gente en él como estrellas en el firmamento. Dos mil quinientas almas, más o menos. Unas eran brillantes, otras apenas comenzaban a relumbrar. Había entre ellas un solo pasajero mexicano, un abogado en primera clase que venía de visitar a generales exiliados, a gente que menguaba como la luna. No se te olvide ese detalle, que viajaba en primera clase, porque es importante. Imagínate al abogado, esa noche, con los ojos bien abiertos y la boca bien cerrada, en un charco de luz eléctrica que ilumina madera y algodón y cuerda; le rodea un horizonte obscuro como hocico de lobo. Figúratelo tiritando como nosotros, dejando nubecitas de vapor al respirar el aire frío del Atlántico. De los veinte barcos salvavidas del Titanic, muchos ya se han ido y no se han llevado más que a unos cientos de pasajeros. Están reservados para mujeres y niños. Y, por supuesto, para gente de primera clase. El abogado tiene suerte. Mala, por estar hundiéndose; buena, por valer más que la plebe. Podría volver a su Hermosillo caliente y a su mujer que tanto extrañaba. Podría hablar acerca de las cortes españolas y de don Porfirio Díaz durante el almuerzo, como de costumbre, en lugar de caer al agua gélida y sentir 18


sus dedos entumir, y sus pies, y sus piernas; en lugar de que se le empapara la ropa hasta el cuello y los ojos le ardieran de sal y no pudiera controlar las convulsiones de su cuerpo al expirar. Me lo imagino en el barco salvavidas, en ese momento, viendo a la tripulación repartir vida y muerte con narices dilatadas y puños cerrados, con la adrenalina helándoles el entendimiento. Y ahí, ocupando el lugar que otro pudiera tomar, al mexicano diluido entre la muchedumbre, invisible como remedio homeopático. Pero el abogado del Titanic nunca regresó. No ocupó su lugar en el barco salvavidas. Me pregunto si le habrá cedido el asiento a alguien más, nomás porque sí. Los héroes no piensan. Eso lo aprendí un día que vi a una mujer morir afuera de un hotel. Yacía en el suelo, en un charco de sangre. Un joven le susurraba mientras ella convulsionaba. ¿Qué pasó? preguntó el gerente del hotel, ¿quién es? No sé, repuso el joven, solo oí el trancazo. Yo miré y ví un balcón abierto en el sexto piso. Tú me conoces, sabes que no soy ni cobarde ni desgraciado, pero fue como si me hubieran envuelto en un lienzo. No me pude mover. Quería ayudar, ¿sabes?, pero pensé que la sangre no se lava de la ropa, y que tenía puesta mi camisa fina. Babosadas así. Hallé una razón para no meterme: mucho ayuda el que no estorba. Y a fin de cuentas ya le habían llamado a la Cruz Roja. Pero me quedé enojado. Aquel joven no se había detenido a pensar, no había buscado un pretexto. Así quiero ser, pensé yo. Porque quiero ser más héroe para tí, ¿sabes? Porque la ropa limpia ahora me da náuseas, porque quiero ser el que está embarrado de sangre, tomando la mano de un extraño. Al cuerno con lo pulcro. 19


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Texto

Julio C. Villagómez página 7

Ricardo Stock

twitter.com/H_L_Angel página 8

Juan Pablo Goñi Capurro

juanpablogoicapurro.blogspot.com páginas 10-11

Ingrid Jardines página 13

Eugenia Naborski páginas 15 y 17

Armando Gutiérrez

instagram.com/ fool.on.some.hill páginas 18-19

Imagen

Paulina Cortés Salgado

instagram.com/paulinacortessalgado portada, páginas 4 y 20

Lucía Prudencio páginas 6 y 9

Brenda Spíndolah página 12

Alejandra Venegas

instagram.com/vengeff páginas 14 y 16

Gabriela Vilchis Marín

instagram.com/gabby_madness página 22

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Nomastique es una publicación sin fines de lucro que busca

ser una plataforma de creación

Siguiente número:

artística donde imagen y texto

convivan de manera inteligente.

Nomastique es trimestral, virtual, en blanco y negro.

abril 2019 - perro

Cada número propone trabajar

bajo un tema abierto sugerido por una palabra.

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