#44
plaza
Ciudad de México octubre 2018
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Nomastique #44, Nueva Temporada, octubre de 2018, es una revista digital en línea, de periodicidad trimestral. Es una plataforma de creación artística. Los textos e imágenes son propiedad de sus autores. Los contenidos de textos e imágenes son responsabilidad de sus autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de esta revista, siempre y cuando se cite la fuente y sea sin fines de lucro. Nomastique es editada por: Pilar Morales Lara, Susana T. Santoyo y Pablo Martínez Zárate
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Editorial Plaza
En 1968 las calles y las plazas de la ciudad de México fueron espacio de movilización, libertad, disidencia y transformación, pero también atestiguaron la violencia ejercida sobre muchos seres humanos. “Plaza” es una palabra que posee alcances de gran poder para motivar la reflexión y la creación, es por ello que la hemos elegido como tema para nuestro número 44. Los textos que les presentamos aquí son una cinta que avanza en las páginas; hay en ellos vistas desde dentro de las plazas, desde la orilla, desde fuera y desde otros espacios y batallas. Los cuerpos hacen practicables los espacios físicos y al hacerlo activan la memoria y dan forma a las representaciones de nuestro mundo en el espacio textual.
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Cinta Alberto Manuel Martínez Sánchez
En un recoveco de la ciudad, los balbuceos de los niños desconciertan a sus padres. Se les amenaza con encerrarlos en una cuna alambrada, se les dan palmadas en la cabeza, en la espalda y en las nalgas, les jalan las orejas o el cabello, pero se rehúsan a llorar. Ya no toman las crayolas para pintar sus cuadernos, ahora rayan los muros, pegan pancartas, se escucha el rumor de un Golpe de Estado con pistolas de madera. 4
Si osare un extraño mocoso profanar
gatea, gatea, duerme en posición
con sus marchas tu suelo, se piensa
fetal y ya no te muevas. Retiemble
en darles paz. Encaminarlos por las
en sus centros la plaza al sonoro
calles y perderlos en un espacio
chiflar del fusil. Los gritos tocan el
cuatro por cuatro, cárcel improvisada
cielo. Costales de hojas se desploman
con centinelas en las azoteas.
y derraman tinta. No se preocupen
Una película en blanco y negro se
madres, los conserjes limpiarán con
proyecta: un último juego artificial
jabón, cloro y olvido.
ilumina el rostro de los niños, luciérnaga traicionera. Los guantes blancos se ensucian de tierra y sangre. Señor militar, llévese a su hijo, no lo deje tirado. Corre, corre, corre, 5
Fotografías José Luna Foto 1 Mi padre creció en una colonia contigua a Tlatelolco. Su domicilio se encontraba a 10 o 13 calles en línea recta hacia esos edificios que acercaban el futuro. La construcción de la Unidad habitacional Nonoalco que comenzó en 1960 remarcaba la austeridad de las colonias aledañas. Del lado norte, la Ex- Hipódromo de Peralvillo era una colonia llena de casas charrapas. Algunas con techos de vigas. Vecindades con baños y lavaderos comunitarios. Y, entre ambas, corría la avenida Eje 2 Norte; Manuel González. Así, Nonoalco y la Ex-hipódromo se encontraban separadas por tiempo, estilo y arquitectura. Sin embargo, un puente peatonal vinculaba las dos zonas. Desde el puente se aprecia diferente Tlatelolco que a ras de suelo. Mi padre y yo conocemos este mismo puente, pero en contextos diferentes. De niño, mientras jugaba en la calle, escuchó explosiones, creyó que eran juegos artificiales. Él y otro amigo recorrieron la colonia hasta el puente. Vieron tanques y camiones militares en Manuel González. Subió al puente y observó a gente que corría por todas partes mientras se escuchaban disparos. Nadie podía cruzar. Nadie podía entrar y salir. A veces, cuando camino por el puente, imagino tanques verdes. 6
Foto 2 No recuerdo cuando fue la primera vez que entré a Tlatelolco. Pero sí recuerdo cuando la percibí distinta. Sucedió después de ver la película Rojo amanecer. Nonoalco se transformó en algo oscuro lleno de espanto. Asistí a una secundaria que se encuentra dentro de la tercera sección. Eso me obligó a convivir con los colegas que habitaban los edificios. Mientras entraba en ellos, mi mente me llenaba de imágenes de cuerpos llenos de sangre que se tendían por las escaleras. Llegué a sentirme como en la última escena cuando el niño sale del departamento y encuentra a su familia asesinada. Caminar por los pasillos de los edificios me daba escozor, pensaba en los militares disparando hacia la plaza, hacia los pasillos, a todos lados. Hombres vestidos de verde derrumbando puertas. La matanza del 68 desprestigió la zona; el sismo del 85 la transformó en parca y desnutrida. Después, ese miedo y el recuerdo disminuyó cuando terminé la secundaria y dejé de frecuentar “Tlate”.
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En la plaza de la ciudadela Ricardo Stock
¡Ya no hay música!, dice el hombre sobre la botella.
la plaza está silenciosa, los músicos se callan y mi viejita no viene a bailar conmigo.
Es viernes y el cielo ya está abriendo sus ojos. 8
Ayer vino todavía
¡Es viernes!,
mi viejita
Jilabalá luvá-lú
a bailar conmigo.
tiracatá dachunadá, y no viene mi viejita.
Oh maestros, canten una canción
La plaza está silenciosa
desde sus tumbas,
y no viene mi viejita.
quiero bailar con los muertos un danzón antes de marcharme. 9
Crónica de un sábado, hace cincuenta años Virginia Meade
Caminamos con entusiasmo hacia
azules, como los que se usan para
la plaza. Mi madre, mis hermanos
el transporte público, estaban
y yo nos dirigíamos al cine, que era
estaciones en la avenida; nos llamó la
un lujo para nuestra economía; al
atención que carecían de los paneles
llegar nos recibió el silencio, ninguna
exteriores; desde donde estábamos,
persona. Era irreal. Se detuvo el
veíamos los asientos, algunos
tiempo.
hombres uniformados estaban
sentados, otros, parecían vigilar el
A pesar de que éramos
unos escuincles de doce, once y
lugar. Usaban cascos con careta,
siete años, nuestro instinto nos
fusiles. Silencio. Listos.
dio la señal de alerta. Esto no está
como siempre, no debe ser así. Nos
motociclistas, quizá treinta; el que iba
atrevimos a caminar. Varios camiones
dirigiendo al grupo levantó la mano 10
Apareció un cuerpo de
y todos los uniformados —después
siluetas de gente corriendo, gritando
supimos que eran los granaderos—,
no sabíamos qué. La angustia se nos
se subieron a los camiones; los
atoró en la garganta. Esto no debería
choferes encendieron los motores. Mi
ser así. Sólo queríamos ir al cine.
madre fue a preguntar qué ocurría,
Nos sudaban las manos, pero no nos
por qué no hay nadie. El hombre le
soltamos.
replicó que no deberíamos estar ahí.
Entonces llegaron las
recuerda los eventos de hace
tanquetas, el ruido que hacían sobre
cincuenta años con algunas
el pavimento hizo que el corazón
diferencias, pero no se nos olvida. A
se acelerara. Los cañones parecían
mí, aún se me paralizan los brazos y
apuntarnos. Existíamos ellos y
aprieto las mandíbulas.
nosotros. Mi madre nos tomó de la mano y nos ordenó irnos, caminar rápido. Correr. Detrás de las masas de hierro, muy lejos todavía, veíamos las 11
Cada uno de nosotros
Entre la nube de cigarrillos, todavĂa te duele la lluvia Jessica RendĂłn
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Desde hace mucho tiempo, flota, entre la nube de cigarrillos y la llovizna, la idea de redactar un manifiesto en la Plaza1. Primero sucedió la captura de fotos, seguida de movimientos para encontrar el mejor ángulo, uno que capturara la esencia de las Tres Culturas. La toma estaba casi lista, pero no focalizaba 1. Hoy es usual llamar ‘plaza’ a cualquier sitio estilo luxury: marcas de re-nombre a precios de reventa. Otrora, el lugar por excelencia para el intercambio fue Tlatelolco. No sé ustedes, pero los mercados son, aun en el caso de Tlate, pese a su suelo cinabrio (s. XVI), un legado. De cualquier modo, la fusión tripartita alberga historias relacionadas con la historia (oficial y no oficial, de las cuales, mi interés parte de la primera y se dirige a la segunda). En fin, por guardar más que historia, cultura y arquitectura, la mayúscula en ‘Plaza’ no se debe sólo al nombre propio. 13
el suelo adoquinado. Que cuál es el
y chava joven e ideológicamente
significado de las baldosas…
comprometida.|| Dormías, mas no
Que no recuerdas ese día, que te dicen
lo ignorabas, como decía Beckett,
que los putazos se oían hasta la Río
pero de otra manera.|| Sabes que te
Blanco, ahí cerca de la peluquería
haces pendejo cada que te preguntas
del Sheggis, por la Inguarán; que los
si despertaste, ya despierto, porque
hoyos tras el redoble sostenido de las
hay cosas que preferimos no
percutidas sin melodía ni armonía
nombrar, porque ahí es justo donde
taladraron la mente, el Chihuahua y
duele.|| Que la mancha escarlata
el 2 de abril.|| No tenías idea de que
de tu camisa te la hizo uno del
irías a parar al quinto piso ni que tu
Olimpia, pasadas las seis: el mesero,
vida fue por mucho tiempo como la
de huevos, derramó la copa de vino
del protagonista de El bulto, con todo
sobre tu solapa porque al dueño del 14
bar no le pareció que reclamaras lo
Como a Lauro, te llevaron, pero
que, por derecho, es propio y porque
antes miraste el suelo adoquinado
se sentía protegido con la disposición
y granate de llovizna oscura y tibia.
145 del Código.|| Otra cosa: no te
Despertaste y significaste aquellas
fuiste, te llevaron.
baldosas de la Plaza... Te llevaron y, aunque después de muchos años la libraste, sigues sin redactar el
desaparición 1. f. Acción y efecto de desaparecer.
manifiesto y crees que vives en el
forzada, do Del part. de forzar. 1. adj. Ocupado o retenido por fuerza.
quinto piso del 2 de abril, pero, entre la nube de cigarrillos, todavía te duele la lluvia.
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Texto
Alberto Manuel Martínez Sánchez páginas 4-5
José Luna www.flickr.com/photos/j0sluna páginas 6-7
Ricardo Stock t. @H_L_Angel páginas 8-9
Virginia Meade páginas 10-11
Jessica Rendón t. @JessicMarR páginas 12-15
Imagen
Retomada de: Rogelio Cuéllar
En: Castillo, Heberto et al [eds.]. 1968 El principio del poder. México: Proceso, 1980, p.15.
portada, página 16
Retomadas de: Revista independiente Por Qué?
Números: 19, p.44 y 45; extraordinario, p. 55; s/n, p. 23. México, 1968.
páginas 4-15
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bajo un tema abierto sugerido por una palabra.
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