Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas

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Goberna l y multinive alismo birregion

Editores Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring Autores Mario Arroyave Quintero Ricardo Betancourt Vélez Dirceo Córdoba Guzmán Claudia Dangond Gibsone Jennifer Duarte García Daniel Flemes Angélica Guerra Barón Benjamín Herrera Chaves Marco Antonio Macana Ana Milena Molina Beltrán Edwin Murillo Amaris, S. J. Michael Radseck Ángel Sánchez Mendioroz Oscar Simmonds Pachón Mayden Solano Jiménez Ana María Trujillo Currea Andrés Mauricio Valdivieso Maik Zarandi

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de la gobernanza global y regional

Eduardo Pastrana Buelvas Abogado de la Universidad Santiago de CaliColombia (usc). Doctor en Derecho de la Universidad de Leipzig-Alemania. Fue rector y director de investigaciones de la usc. Es profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (pujb), en donde se desempeña actualmente como director del Departamento de Relaciones Internacionales y editor de la revista Papel Político de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Es director del Grupo de Investigación en Relaciones Internacionales, América Latina e Integración (griali). Es consultor de la Konrad-Adenauer-Stiftung de Colombia. Es Profesor Invitado del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Leipzig-Alemania. Es miembro de la International Studies Association y de la Latin American Studies Association. Ha sido profesor en las Universidades de Castilla la Mancha-España y usc. Ha publicado numerosos libros y artículos sobre temas de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales.

Eduardo Pastrana Buelvas

Problemas y desafíos contemporáneos de la gobernanza global y regional

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ÍTICA EXTERIOR OMBIANA

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S: Mauricio Valdivieso Defelipe Villa Cepeda Pedroso Dangond ernández era o Pastrana Buelvas o Velosa urillo S.J. o Víctor Jiménez S.J. Prieto ancelado Gehring pe Vega owe ntonio Macana a Cuervo Souza royave Quintero LucÍa Márquez Gomis onzález rle astro Betancourt García

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ISBN 978-958-781-087-5

978-958-781-087-5

9 789587 810875

LA PROYECCIÓN DE CHINA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Eduardo Pastrana Buelvas

e la Universidad Santiago de CaliDoctor en Derecho de la Universidad lemania. Fue rector y director de investila usc. Es profesor titular de la Pontificia Javeriana de Bogotá (pujb), en donde ña actualmente como director del Dede Relaciones Internacionales y editor Papel Político de la Facultad de Ciencia laciones Internacionales. Es director del vestigación en Relaciones InternacionaLatina e Integración (griali). Es consultor ad-Adenauer-Stiftung de Colombia. Es vitado del Instituto de Ciencia Política sidad de Leipzig-Alemania. Es miembro ational Studies Association y de la Latin udies Association. Ha sido profesor en dades de Castilla la Mancha-España y cado numerosos libros y artículos sobre erecho Internacional y Relaciones Inter-

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En el marco de la transición del orden unipolar a uno multipolar, Asia Pacífico ha surgido como un actor de peso creciente en la economía mundial. En este contexto, China viene emergiendo paulatinamente como una gran potencia, un importante inversionista, prestamista y, después de Estados Unidos, como el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe. La región se ha convertido en un actor geoeconómicamente y geopolíticamente clave para China, por su atractivo como mercado para los productos manufacturados y por su importancia como fuente de productos primarios para la economía china. Además, existe la posibilidad de que Latinoamérica se convierta en un aliado político para brindarle legitimidad y apoyo en la aspiración de ser una gran potencia y de fortalecer su política de una sola China, ya que más de la mitad de los países que reconocen a Taiwán están en América Latina. El interés de China en la región tiene la intención de ejercerles contrapeso a Estados Unidos en su tradicional zona de influencia, a fin de mejorar su capacidad negociadora en los asuntos que tiene por resolver con la superpotencia en Asia del Este. Teniendo en cuenta los anteriores factores, la presente obra colectiva da cuenta de las relaciones entre China y América Latina y el Caribe en las dinámicas hemisféricas y en nueva distribución global de poder.

Eduardo Pastrana Buelvas y Hubert Gehring, eds.

Eduardo Pastrana Buelvas

LA PROYECCIÓN DE CHINA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Editores: Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring

Autores: Mario Arroyave Raúl Bernal Meza Rafael Castro Horacio Coral Camilo Defelipe Villa Alejandra Figueredo Miguel Gomis Paula Alejandra González Thomas Legler Ralf J. Leiteritz Louise Lowe Martha Lucía Márquez Haibin Niu Eduardo Pastrana Buelvas Germán Camilo Prieto Laura Lucía Rodríguez Andrés Serbin Jiang Shixue Danielly Ramos Eduardo Tzili Apango Andrés Valdivieso Eduardo Velosa Diego Vera Piñeros

Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring Editores

La proyección de China

ISBN 978-958-781-135-3

en América Latina y el Caribe Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring

978-958-781-135-3

-editores-

9 789587 811353

Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes, eds

PROBLEMAS Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS

Brasil y Colombia son los dos Estados que tienen el mayor potencial para influir en el futuro político, económico y social de Sudamérica. La crisis en varios ámbitos por la que atraviesa Brasil y la superación del conflicto por parte de Colombia han generado una relación más simétrica entre los dos actores estatales. En este contexto, el libro examina el estado y las perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas. Presenta los resultados de un proyecto de investigación que adelantaron académicos colombianos de la Pontificia Universidad Javeriana (puj) de Bogotá, alemanes del German Institute of Global and Area Studies (giga) de Hamburgo y brasileños de la Escola de Comando e Estado Maior do Exército (eceme) de Río de Janeiro. Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas da cuenta de la forma en que la proyección del poder regional de Brasil, a partir de los años noventa, ha incidido en la construcción de las relaciones con Colombia. A lo largo de los capítulos de esta obra colectiva, se explicitan los factores cooperativos y competitivos de las relaciones colombo-brasileñas en las últimas décadas y se presentan posibles escenarios futuros.

ESTADO Y PERSPECTIVAS DE LAS RELACIONES COLOMBO-BRASILEÑAS

Editora Martha Lucía Gutiérrez Bonilla Autores Martha Lucía Gutiérrez Bonilla Donny Meertens July Fajardo Farfán Eliana Pinto Velásquez Luz María Londoño Fernández Patricia Ramírez Parra Luz Claribe Rincón Rodríguez Mónica Londoño Martínez Viviana Osorio Pérez Judith Erazo Amanda Carrera Olga Alicia Paz Guillermo Padilla Carlos Paredes

La obra recoge una serie de trabajos realizados en la última década sobre los desafíos de la gobernanza regional y global. Dichas problemáticas desarrolladas a lo largo del texto se abordan desde una perspectiva interdisciplinaria, cuyos pilares fundamentales son las teorías de las relaciones internacionales, el análisis de política exterior y el derecho internacional. Adicionalmente, en la obra se lleva cabo un diálogo con disciplinas sociales como la ciencia política y la sociología, con cuyos conceptos y herramientas se interpretan los desafíos que enfrenta el derecho internacional público en un orden mundial en transición. Así mismo, se explican los retos de la Unión Europea de cara a su gobernanza interna y a la gestión de asuntos de la agenda global; la tensión entre los procesos globales y los procesos de regionalización; las luces y sombras de los procesos de regionalización en América Latina; la proyección de Colombia en el escenario regional y el global y, por último —pero no menos importante—, la proyección del liderazgo regional de Brasil y su búsqueda de un rol como jugador global.

PROBLEMAS Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS DE LA GOBERNANZA GLOBAL Y REGIONAL

cción:

Eduardo Pastrana Buelvas

Otros títulos de esta colección:

ESTADO Y PERSPECTIVAS DE LAS RELACIONES COLOMBO-BRASILEÑAS

Editores: Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes

Autores: Klaus Bodemer Mariana Carpes Rafael Castro Daniel Flemes Alexandre Fuccille Jorge F. Garzón Benjamín Herrera Chaves Adriana Aparecida Marques Eduardo Pastrana Buelvas German C. Prieto Michael Radseck Sören Scholvin Eduardo Velosa Diego Vera Piñeros

Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes Editores



Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileĂąas



Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileĂąas

Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes Editores


Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Escola de Comando e Estado-Maior do Exército © Germán Institute of Global and Area Sudies © Konrad Adenauer Center for International Relations and Security Studies © Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes editores © Klaus Bodemer, Mariana Carpes, Rafael Castro, Daniel Flemes, Alexandre Fuccille, Jorge F. Garzón, Benjamín Herrera Chaves, Adriana Aparecida Marques, Eduardo Pastrana Buelvas, Germán C. Prieto, Michael Radseck, Sören Scholvin, Eduardo Velosa, Diego Vera Piñeros

Asistente académico: Rafael Castro

Primera edición: diciembre de 2017 isbn: 978-958-781-135-3 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

Impresión: Javegraf

Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7.ª n.° 37-25, oficina 13-01 Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial editorialpuj@javeriana.edu.co Bogotá, D. C.

Asistente editorial: Paula Alejandra González Corrección de estilo: Eduardo Franco Diagramación: Diego Quintero Montaje de cubierta: Kilka Diseño Gráfico SAS

Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Pastrana Buelvas, Eduardo Fidel, 1961-, autor, editor Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas / Eduardo Pastrana Buelvas [y otros trece]; editores Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes. -- Primera edición. -- Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2017.

370 páginas: ilustraciones, mapas y tablas; 24 cm Incluye referencias bibliográficas. ISBN: 978-958-781-135-3

1. COLOMBIA - RELACIONES EXTERIORES - BRASIL. 2. BRASIL - RELACIONES EXTERIORES - COLOMBIA. 3. COLOMBIA - POLÍTICA Y GOBIERNO. 4. BRASIL – POLÍTICA Y GOBIERNO. 5. COLOMBIA - POLÍTICA EXTERIOR. 6. BRASIL - POLÍTICA EXTERIOR. 7. COOPERACIÓN INTERNACIONAL. 8. SEGURIDAD INTERNACIONAL. 9. GEOPOLÍTICA. I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales CDD 327.861081 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J. inp.

12 / 10 / 2017

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.


Contenido Introducción........................................................................ 11 Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes

Relaciones colombo-brasileñas en la esfera de la seguridad

Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional....................................................................... 29 Eduardo Pastrana Buelvas y Diego Vera Piñeros

Las relaciones colombo-brasileñas de defensa: panorama actual................................................ 57 Michael Radseck

Relaciones económicas entre Brasil y Colombia

Contestación institucional: Colombia en la Alianza del Pacífico..................................................... 95 Daniel Flemes y Rafael Castro

Estrategias de inserción económica internacional de Colombia y Brasil: regionalismo cruzado y estrategia de tamaño......... 119 Jorge F. Garzón y Germán C. Prieto

Conflicto colombiano

El papel de Brasil en la era del posconflicto de Colombia..... 149 Mariana Carpes

El efecto del conflicto armado interno sobre la política exterior colombiana: las repercusiones en las relaciones colombo-brasileñas............................................................. 167 Diego Vera Piñeros


Parámetros geográficos

Separados por la geografía: las relaciones de Colombia y América del Sur desde la óptica de la geopolítica realista................... 199 Sören Scholvin y Benjamín Herrera Chaves

Gramática del comercio, lógica del conflicto: el poder geoeconómico de Colombia y Brasil.......................................................... 229 Sören Scholvin

El efecto de las potencias extranjeras en las relaciones colombo-brasileñas

La dinámica de las relaciones entre Estados Unidos, Colombia y Brasil: cooperación, competición y conflicto...................... 251 Alexandre Fuccille y Adriana Aparecida Marques

China en Suramérica: los roles de Brasil y Colombia........... 271 Eduardo Velosa

El efecto de la Unión Europea en las relaciones colombo-brasileñas............................................................. 297 Klaus Bodemer

Conclusiones: relaciones colombo-brasileñas y opciones estratégicas......................................................... 343 Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes

Autores.............................................................................. 365



Introducción Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes Brasil es una potencia emergente y, como tal, es un actor cada vez más influyente en el sistema global. Debido a sus fuerzas económica, militar y política, se ha convertido en una voz importante en el tratamiento de muchos temas de la agenda global. En la administración de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), Brasil asumió una política exterior más abierta y dinámica, que más tarde se mantuvo a través de la dirección de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y continúa hoy con Dilma Rousseff. Con este cambio en la política exterior, Brasil pasó de un aislamiento relativo a desempeñar un papel clave en la búsqueda de reformar la arquitectura de la economía, de la política y de la seguridad del sistema internacional. Por tanto, Brasil se ha convertido en un líder importante en el contexto internacional de anarquía interestatal. Brasil también ha logrado un equilibrio moderado con los poderes hegemónicos tradicionales de la posguerra (China, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos). Mientras que compite con estos poderes como resultado de ser un nuevo jugador global, también se acerca a ellos de forma cooperativa y constructiva y produce un patrón de comportamiento paradójico en la política exterior. A nivel regional, Brasil ha ganado prestigio como líder en América del Sur y ha promovido activamente la integración económica, política y física de la región. Ha utilizado estratégicamente organizaciones como la Unión de Naciones Suramericanas, el Mercado Común del Sur, la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, con el propósito de aumentar su prestigio regional y como trampolín desde el que lograr un estatus global. Brasil posee ventajas importantes en comparación con otros Estados de la región, y tiene definidas, en gran medida, las oportunidades y las limitaciones políticas en las relaciones internacionales de América del Sur. Entre los ejemplos recientes que ilustran el poder regional de Brasil están la caída del 11


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Área de Libre Comercio de las Américas en 2005— en la que Argentina, Brasil y Venezuela construyeron un ambiente hostil a las perspectivas comerciales de los Estados Unidos— el decisivo apoyo de Brasil y su papel en la transformación de la estancada Comunidad Sudamericana de Naciones en 2004 en la Unión de Naciones Suramericanas en 2007 y el liderazgo de Brasil en la creación e institucionalización del Consejo Sudamericano de Defensa en 2008, como el proveedor de los mecanismos de creación de confianza para el desarrollo de la seguridad regional colectiva. Brasil también ha sido capaz de consolidar su poderío regional y llenar el vacío que han dejado los Estados Unidos con vistas a la región. Los Estados Unidos en los últimos años han prestado más atención a otras regiones del mundo, como parte de su guerra contra el terrorismo. En este proceso de limitar la influencia de los Estados Unidos en América del Sur, Brasil también ha hecho un esfuerzo concertado para mostrar que es un socio fiable tanto a los otros Estados de América del Sur, así como a los propios Estados Unidos. No obstante, la política exterior de Brasil aún tiene un largo camino por recorrer, en especial teniendo en cuenta el hecho de que, desde un punto de vista regional e internacional, sus Estados vecinos aún no lo han reconocido plenamente como una potencia hegemónica regional legítima. Varios factores contribuyen a esta falta de consenso acerca de la posición de liderazgo de Brasil: la insuficiente distribución de sus recursos a fin de facilitar la integración regional, el fracaso de Brasil de incluir ciertos Estados en sus planes para la región, así como la poca participación de los demás, y, sobre todo, la ausencia de un consenso regional sobre la visión, la forma y el contenido específico de lo que una América del Sur integrada sería o debería ser. A poderes secundarios sudamericanos como Colombia les gustaría ver a Brasil asumir mayores costos, desarrollar alianzas estratégicas dentro de la región y construir un marco para la interacción plural y participativa, en el que sería viable compartir el poder y los beneficios con otros Estados de la región (Flemes y Wehner 2011). Desde la perspectiva de Brasil, las potencias secundarias con una capacidad de cohesión, como Colombia, podrían ser capaces de desempeñar un papel clave en el establecimiento de un estilo más cooperativo de liderazgo, que generaría un mayor apoyo regional para su rol hegemónico. En la administración Santos, Colombia ha comenzado a construirse como un actor clave en la región. Antes de la era Santos, la política exterior de Colombia estaba dominada por las prioridades de seguridad (la política de Seguridad Democrática) y por un alineamiento incondicional con la po-


Introducción

lítica exterior de los Estados Unidos. Estas dos prioridades eclipsaron todas las demás consideraciones de política exterior durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010). Colombia parece estar tratando de “volver al vecindario”, mientras también mantiene sus intereses estratégicos con los Estados Unidos bajo el nuevo Gobierno de Santos (Plan Colombia, tratado de libre comercio y la inversión de los Estados Unidos). Colombia está tomando medidas para proyectarse en el ámbito liderando o apoyando activamente a las organizaciones multilaterales, como la Organización de los Estados Americanos, la Comunidad Andina de Naciones, la Unión de Naciones Suramericanas, el Consejo Sudamericano de Defensa, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo y el Banco Mundial. Los ministerios de Comercio Exterior y de Relaciones Exteriores también han diversificado sus intereses y estrategias comerciales y políticas, y han comenzado a construir nuevas alianzas bilaterales con el fin de fomentar la internacionalización de la economía y el desarrollo sostenible. Un amplio espectro de temas nuevos se ha integrado en la política exterior del país, tales como la energía, la educación, las telecomunicaciones, la innovación, la ciencia y la tecnología, la biodiversidad y el cambio climático, el desarrollo agrícola, la infraestructura, el comercio y la inversión. Estas nuevas dimensiones de una política exterior diversificada ahora van más allá de las preocupaciones exclusivas con solo una estrecha comprensión de la seguridad, a la vez que no descuidarla, lo cual aumenta así el potencial de Colombia para participar como un actor regional correspondiente. Colombia puede, de esta manera, crear y desarrollar alianzas políticas institucionales que fomenten la transferencia de información y tecnología, el fomento de la promoción compartida de buena política, la productividad y las prácticas ambientales, y prestar apoyo al desarrollo regional cooperativo. Dentro de la región, Brasil es el socio más influyente de Colombia y ha demostrado una disposición a cooperar mediante la firma de varios acuerdos con Colombia en 2010 y 2011. Esto se ha hecho en diferentes esferas de las relaciones binacionales (seguridad, defensa, medio ambiente, educación, transferencia de tecnología, biocombustibles, etc.). A pesar de las buenas perspectivas bilaterales que existen con Brasil, Colombia también ha mantenido su propia agenda para la región, que no siempre converge con las ideas y los intereses propios de Brasil. En ciertas áreas de la política de América del Sur, Colombia, en lugar de simplemente seguir las opciones de Brasil, ha tratado de proponer un camino intermedio, que inevitablemente entra en

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conflicto con las estrategias de Brasil u otros actores regionales influyentes, como Argentina o Venezuela. Por ejemplo, el apoyo de Colombia al Área de Integración Profunda o la Alianza del Pacífico con Perú, Chile, México creó una nueva apertura económica regional a los Estados Unidos y una salida comercial hacia la región de Asia-Pacífico. Esta Alianza, formada a través de los acuerdos de libre comercio existentes entre los países líderes y la coordinación de los mercados de capitales, ha propuesto un bloque que competiría directamente con varios otros objetivos colectivos y organizaciones, tales como el Mercado Común del Sur y la Unión de Naciones Suramericanas. De hecho, la Alianza del Pacífico, aunque de carácter económico, excluye a Brasil. Esta exclusión ha tenido consecuencias políticas no solo para la relación bilateral entre Brasil y Colombia, sino también para la región como un todo, debido a que la Alianza del Pacífico ha traído la influencia de México en la región de América del Sur, en la que Brasil ejerce el papel de potencia regional. Dentro de esta compleja situación, una que abarca tanto las oportunidades y los desafíos bilaterales, surgen dos preguntas generales de investigación. Para empezar, hay que preguntarse: ¿cómo la proyección de poder de Brasil en la región ha afectado la forma en que Colombia y Brasil han construido mutuamente sus relaciones bilaterales en diferentes ámbitos de la política? Un supuesto de partida en este libro es que la proyección del poder de Brasil puede generar uno o una mezcla de los tres resultados posibles (la cooperación, la competencia, el conflicto). Estos emanan del juego de dos niveles que se está reproduciendo en el contexto de la naturaleza cambiante de los entornos regionales y globales, y los significados que cada Estado da tanto a él como a sus definiciones de política exterior, que se basan en las ideas y los intereses que se han construido en el entorno interno. La naturaleza precisa de la segunda pregunta dependerá de los resultados obtenidos a partir de la parte inicial de esta investigación, pero, en general, cabe preguntarse: ¿cuáles podrían ser las opciones estratégicas sobre temas específicos para la política exterior de Colombia con el fin de fomentar su propio desarrollo y su posición internacional ante las oportunidades y los riesgos que la proyección del poder de Brasil representa? La siguiente propuesta describe los términos de la colaboración bilateral, el intercambio y la cooperación en varias esferas y distintos ámbitos de actuación. Nuestro objetivo es evaluar el potencial de una alianza bilateral y, al mismo tiempo, sugerir procesos internos que puedan promover la noción de una asociación entre los responsables de la política exterior colombiana.


Introducción

Para analizar las formas en que la proyección del poder de Brasil en la región ha afectado la construcción de las relaciones bilaterales de Brasil y Colombia desde la década de 1990 en adelante, sobre la base de un marco teórico plural, desde la perspectiva del realismo neoclásico, el constructivismo y el institucionalismo liberal, nos esforzamos por cumplir los siguientes objetivos: 1. Analizar el desarrollo de las relaciones colombo-brasileñas en la seguridad fronteriza y la lucha contra la delincuencia transnacional, así como en sus políticas de armamento y defensa. Las relaciones de defensa y seguridad entre Brasil y Colombia se han desarrollado de manera ejemplar en los últimos tiempos. Ambos países han tratado de hacer que su cooperación estratégica sea un modelo en la región y que otros países puedan seguir. Según las operaciones conjuntas entre las fuerzas armadas de los dos países, las unidades de información y los departamentos de policía, así como en un plan de seguridad fronteriza binacional y la comisión, Bogotá y Brasilia están luchando cada vez más juntas contra el crimen organizado transnacional, la minería ilegal, el cultivo de coca y cultivos de amapola, así como contra el comercio ilegal de armas y el tráfico de personas a lo largo de su frontera común de 1645 kilómetros (Fortuna, 2012). Por otra parte, la defensa bilateral y la cooperación de armamento sin precedentes (la producción conjunta de aviones militares de transporte, barcos de patrulla y vehículos en la zona no tripulados) tienen el potencial para irradiar a la región como un todo, ya sea para multilateralizar la agenda de seguridad de la Unión de Naciones Suramericanas (Ardila, 2012) o para establecer una amplia industria de la defensa de América del Sur. Por lo menos, lo que hace que el eje entre Bogotá y Brasilia sea muy especial es que ambos países son, por diferentes razones, socios estratégicos de la Administración de Obama (Red de Seguridad y Defensa de América Latina, 2010). Teniendo en cuenta estas implicaciones más amplias para los sistemas de defensa y seguridad de la región (Pastrana, 2011), vamos a analizar la sociedad en tres niveles sistémicos (bilateral, regional y hemisférico). 2. Identificar las convergencias y divergencias en las negociaciones económicas dentro de las organizaciones multilaterales, así como en sus relaciones comerciales y de inversión bilaterales. Las instituciones multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, son los escenarios en los que diferentes negociaciones bilaterales se llevan a cabo por los principales actores, así como por sus seguidores esperados. Brasil y

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Colombia interactúan en esas instituciones, con el fin de acordar posiciones comunes, enfrentar problemas comerciales bilaterales existentes o para hacer frente a los intereses disímiles, como miembros de diferentes coaliciones, para que puedan dar forma a la estructura de gobernanza económica existente. Los intereses colombianos se expresan en las citas importantes que se deben hacer en los organismos mencionados. Sin embargo, en la actualidad no existe mucha investigación acerca de las posiciones que Colombia adopta en este tipo de instituciones. Tampoco, hasta la fecha, ha habido mucha investigación sobre las consecuencias de los intereses económicos multilaterales de Colombia para su relación con Brasil. Además, la política exterior económica de Colombia también debe definir la naturaleza de sus relaciones comerciales con los países de América Latina y el mundo en general, respecto de importaciones-exportaciones, los patrones de las inversiones directas extranjeras y la política de tratados de libre comercio de Colombia. Como resultado, esta sección buscará, en primer lugar, divulgar los intereses económicos de Colombia en las instituciones multilaterales, así como sus posiciones de negociación; en segundo lugar, llevar a cabo investigaciones para establecer quiénes son los principales socios de Colombia en los entornos económicos multilaterales; en tercer lugar, vincular posiciones multilaterales y comerciales de Colombia con sus patrones de relaciones comerciales y de inversión bilaterales; y, por último, establecer la naturaleza y el efecto de la relación económica y comercial de Brasil y Colombia, es decir, las convergencias y divergencias a nivel multilateral y bilateral. 3. Identificar el efecto del conflicto interno de Colombia sobre las relaciones bilaterales con Brasil, así como el papel que Brasil podría desempeñar como un posible mediador en la búsqueda de una solución negociada políticamente. Brasil tiene una larga tradición de utilizar la negociación como el mecanismo para resolver problemas, y desde la perspectiva brasileña, Colombia es un país estratégico en la región andina, no solo política sino, sobre todo, geográficamente. En cuanto Brasil ya comparte algunas de las consecuencias del conflicto de Colombia, tales como las drogas y el tráfico de armas en las fronteras, la migración legal e ilegal, la búsqueda de una solución coordinada al problema parece necesario, y como tal es un tema incluido en la política exterior actual de ambos países. Mirando hacia atrás, las relaciones bilaterales entre Brasil y Colombia pasaron a través de dos puntos de inflexión en la primera década del siglo xxi. Hasta hace poco, la política exterior brasileña dio prioridad a las relaciones con las economías occidentales desarrolladas,


Introducción

mientras que la agenda de Colombia estaba completamente preocupada con la lucha contra los carteles de la droga. El primer punto de inflexión en la agenda bilateral fue la elección de Luiz Inácio Lula da Silva en 2002, y su posterior reelección en 2006. Una de las principales premisas de la política exterior de Lula era profundizar las relaciones con los países vecinos de América del Sur. Sin embargo, Brasil no logró establecerse como un mediador permanente en el conflicto interno entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc). Dos factores contribuyeron en gran medida a esta situación: a) la negativa de Brasil para caracterizar la guerrilla colombiana como un grupo terrorista y b) el hecho de que la política exterior de Colombia, encabezada por el entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010), fue profundamente entrelazada y dependiente de los Estados Unidos. El segundo punto de inflexión en las relaciones bilaterales entre Brasil y Colombia fue la elección del actual presidente de Colombia, Manuel Santos. Sus esfuerzos para fortalecer las relaciones con los vecinos y el énfasis en la búsqueda de una solución negociada al conflicto armado interno anunciaron una nueva era de la política interior y exterior de Colombia. Dado que la actual presidente de Brasil, Dilma Rousseff, está siguiendo el camino de su predecesor con respecto a la centralidad de América del Sur a la política exterior de Brasil, se puede sugerir que Brasil y Colombia tienen ahora una verdadera oportunidad para profundizar la agenda bilateral, a fin de incluir, luego del inicio de la implementación de los acuerdo suscritos entre el Gobierno colombiano y las farc en 2016, la construcción de una paz estable y duradera en Colombia como un área nuclear de la cooperación. 4. Establecer la influencia que los aspectos geopolíticos de ambos países tienen en el desarrollo de proyectos interconectados de infraestructura, como carreteras y energía, igual que la influencia que los factores geoeconómicos y energéticos tienen en la estructuración de sus relaciones bilaterales. La geopolítica es el análisis de la política con el fin de descubrir su contenido geográfico (Kristof, 1960, pp. 34, 36). Por tanto, examinamos cómo y en qué medida los factores geográficos influyen en las relaciones entre Brasil y Colombia. La geografía aparentemente no favorece estrechos vínculos entre los dos países que se ven separados por una vasta, casi insuperable, Amazonia escasamente poblada. Las principales ciudades de Brasil están situadas a varios miles de kilómetros de distancia, en el Atlántico sur. Bogotá está a casi 1800 kilómetros de Manaos, la primera ciudad brasileña importante que está a lo largo de la frontera. Ni las líneas ferroviarias ni las carreteras principales entrelazan a Brasil y Colombia. Menos del 2 % de las exportaciones

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de Colombia a Brasil se transportan por carretera en la actualidad. Brasil y Colombia han puesto en marcha varios proyectos destinados a superar la barrera geográfica que los separa: el más importante es un corredor de transporte que se está construyendo desde Tumaco a Belém. Será parte del eje del Amazonas dentro de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana. Si un día Brasil está bien conectado con Colombia por una infraestructura de transporte, se verá beneficiado por el acceso de este último hacia el Caribe y el Pacífico, con lo cual se facilitarían las exportaciones a las principales economías del mundo: China y los Estados Unidos. Al mismo tiempo, Colombia se ha vuelto muy atractiva para los inversores brasileños (Zibechi, 2011). Estos acontecimientos pueden ser capturados con el concepto geoeconomía de Edward Luttwak (1990, p. 18). Luttwak argumenta que los Estados compiten por los beneficios resultantes de las actividades económicas transnacionales. Lo que importa no es la potencia de fuego sino el capital disponible, no guarniciones sino la penetración del mercado. Por tanto, el poderío regional brasileño, tanto en su extensión y en sus características, se revelará más examinando el papel de las empresas brasileñas en Colombia. 5. Determinar el efecto que los poderes externos, tales como China y los Estados Unidos tienen (y han tenido) sobre el desarrollo de las relaciones entre Brasil y Colombia. Como resultado de la lucha contra el tráfico de drogas, existe una cooperación militar y política estrecha entre Colombia y los Estados Unidos. Los dos países también han firmado y ratificado un acuerdo de libre comercio. Durante la presidencia de Uribe, el Gobierno de Colombia era el aliado más cercano de los Estados Unidos en América del Sur. Al mismo tiempo, la creciente influencia de Brasil en América del Sur y la posición independiente del país en la política internacional es vista con recelo desde los Estados Unidos. El Gobierno brasileño es crítico con respecto a la presencia de los militares de los Estados Unidos en América del Sur (incluso en suelo colombiano), y también hay diferencias de opinión entre Brasil y el Gobierno de los Estados Unidos sobre la estrategia necesaria para tratar el tráfico de drogas. Desde la perspectiva de los Estados Unidos, Colombia podría ser un socio ideal para equilibrar la influencia de Brasil en América del Sur. Al mismo tiempo, el Gobierno brasileño está interesado en atraer a Colombia para que se distancie de tener una relación demasiado estrecha con el Gobierno de los Estados Unidos. En este proyecto, vamos a analizar las estrategias de Brasil y del Gobierno de los Estados Unidos respecto de


Introducción

Colombia, así como las interacciones entre estas estrategias. El segundo jugador externo relevante que se tomará en consideración es China. Los Estados suramericanos no solo han salvaguardado el crecimiento económico de China, proporcionando materias primas y salidas en el mercado, sino que, en algunas ocasiones, también le han otorgado un apoyo fundamental para los intereses chinos en la política internacional. Por tanto, queremos explorar las dimensiones económicas y políticas del efecto de China sobre la relación entre Brasil y Colombia. Con este fin, vamos a investigar las consecuencias de la estrategia regional de China en América Latina sobre la naturaleza de la relación bilateral que existe entre Brasil y Colombia. En este sentido, identificaremos las herramientas diplomáticas que China utiliza para fortalecer la cooperación política, particularmente con Brasil.

Marco teórico El marco teórico que se utilizará para examinar la naturaleza y la expresión de las relaciones bilaterales entre Brasil y Colombia se forma a partir de una combinación de posiciones cognitivas y metodológicas, que van a ser utilizadas para analizar tanto el sistema internacional como la política exterior en general. Es decir, vamos a tratar la política exterior como política pública que se formula en el intersticio entre los determinantes estructurales construidos socialmente. Por otra parte, lo entendemos como la interrelación de las ideas, los intereses y las posiciones que los actores nacionales tienen en conjunto con sus respuestas estratégicas a un entorno competitivo, incierto y un ambiente cambiante (sistema internacional). Esto existe en un contexto en el que otros Estados y actores internacionales desarrollan diversos alineamientos de poder, con el fin de hacer frente a un contexto anárquico (o la ausencia de un poder central que se oponga a la política internacional), mientras que al mismo tiempo se adhieren al derecho internacional público, las instituciones y los regímenes. Proponemos el realismo neoclásico como un marco apropiado de análisis en el que la identificación de los factores sistémicos o el medio ambiente, y las estructuras externas y variables, que afectan tanto la creación (forma y contenido) de la política exterior como la comprensión y las expectativas de los agentes que formulan y la ejecutan. Los Estados se relacionan entre sí en un entorno internacional de competencia, cooperación y rivalidad (o conflicto). Un aspecto clave del realismo neoclásico es examinar cómo la política se construye de afuera hacia dentro como respuesta a las características an-

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tes mencionadas del sistema internacional. Zakaria (1992, p. 482) afirma que la cuestión esencial es esta: ¿cuál es el efecto del sistema internacional sobre la conducta nacional en cuanto a la posición de un Estado específico en relación con los demás? En otras palabras, el poder de un Estado, su influencia internacional y la eficacia de sus estrategias de política exterior afectan en gran medida su lugar en el sistema internacional, por tanto, también la determinación de cuánta independencia política (y económica) tiene. La posición internacional de un Estado, a su vez, afecta las creencias y las opciones de su ejecutivo de política exterior (fpe), que son responsables de la formulación y realización de la política exterior. Las posiciones relativas de poder de los Estados determinan, en parte, los tipos de interacciones estratégicas que tienen entre sí; aun así, no existe una causa única que determina las interacciones entre Estados. Por un lado, las explicaciones realistas tradicionales sugieren que la distribución internacional del poder no garantiza una estructura jerárquica en la que todos cooperan o se subordinan incondicionalmente; sin embargo, esta condición estructural tiende a definir el comportamiento predecible para los Estados (Waltz, 1979). Por otro lado, los realistas neoclásicos creen que los incentivos internacionales se perciben de diferentes maneras por diferentes países, ya que tales percepciones también son influenciadas por factores internos, como la historia, la cultura política y las presiones que emanan de los grupos domésticos que buscan influir en el proceso de toma de decisión. El realismo neoclásico mantiene los supuestos realistas tradicionales relacionados con el papel desempeñado por las variables internacionales, mientras que incluye el plano interno como variable interviniente clave para explicar las variaciones entre las políticas exteriores de los distintos países. Por tanto, si el sistema internacional por sí solo no desempeña un papel decisivo en el diseño de la política exterior, es posible suponer que los países con posiciones de poder similares en realidad podrían participar en diferentes estrategias internacionales, mientras que los países con capacidades diferentes a veces pueden actuar de una manera similar. Por otra parte, la evidencia empírica sugiere que las potencias secundarias tienden a buscar y desarrollar su propio grado de autonomía frente a las potencias mundiales o regionales. Por ende, las acciones de las potencias secundarias caen dentro de un espectro entre balanceo (como un equilibrio de poder o un contrapeso a las grandes potencias) y bandwagoning (ser arrastrado por o seguir los líderes internacionales), en función de las ventajas relativas o ganancias que se tenían en ese momento en particular (Flemes,


Introducción

2012a, p. 1). En este sentido, América Latina es una región que ha sido lanzada a la agitación política por la influencia de potencias mundiales, como China, Rusia y los Estados Unidos; en el siglo xxi Brasil ha emergido un nuevo poder regional y global con su propia agenda y con su propia búsqueda de la hegemonía (aunque sea más consensual y cooperativo). También hay numerosos secundarios que están explorando su propio espacio y ámbitos de liderazgo, tales como Argentina, México, Chile, Colombia y Venezuela, que se están alineando, compitiendo o entrando en conflicto con los otros poderes de acuerdo con sus intereses, afinidades y conflictos con cada uno de ellos. Esto es fundamental para entender los riesgos potenciales y los obstáculos que existen para el crecimiento de las relaciones económicas, políticas, militares, tecnológicas, educativas y sociales entre Brasil y Colombia. Además, vamos a aplicar un marco híbrido: constructivismo neoinstitucional. Este enfoque constituye un puente conceptual, cuya principal ventaja es que permite que examinemos cómo la política exterior se forma de adentro hacia fuera, es decir, como el resultado de medidas políticas, económicas y sociales internas o dinámicas internas. Este “rompecabezas” interior es esencial para explicar la conducta internacional. Gyngell y Wesley (2003, p. 23) han demostrado que la formación de la política exterior se entrelaza con tres esferas internas: 1) la burocracia de la política exterior o aquellos tomadores de decisiones que se centran en los intereses del Estado, 2) la sociedad doméstica o una variedad de otros agentes nacionales que se concentran en sus propias necesidades (que se ven afectados por los flujos transnacionales ) y 3) el Gobierno (de el presidente y los partidos políticos), con su propio interés primordial en el mantenimiento y haciendo hincapié en su legitimidad y autoridad. En el constructivismo, las realidades sociales y políticas se interpretan como un proceso intersubjetivo, en el que el Estado no es una entidad monolítica, sino un espacio donde diferentes significados, identidades, creencias y objetivos convergen y chocan entre sí, tal como lo hacen en el sistema internacional. Por tanto, mientras que las identidades y los intereses de los actores afectan la construcción de las instituciones y los patrones de interacción, las instituciones y la retroalimentación de los procesos de interacción también pueden modificar sustancialmente los intereses e incluso las identidades de los involucrados (ya sea positiva, ya sea negativamente). En este sentido, la política exterior no es solo el resultado de una decisión tomada por los actores que trabajan en diferentes instituciones; más bien, sus propias acciones crean instituciones (de las costumbres políticas, rutinas y patrones estandarizados),

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que, a su vez, definen y moldean la política exterior (Velosa, 2012, p. 3). Los significados políticos específicos que se convierten en estables en el tiempo crean órdenes sociales o estructuras de las relaciones (instituciones); estos significados se convierten en reglas y normas que establecen las expectativas, definen qué tipos de conducta son legítimos o ilegítimos y cuáles son los intereses y las identidades viables (Klotz y Lynch, 2007, p. 8). De un modo similar, las identidades y las interacciones de los actores contribuyen a la construcción de los roles de los diferentes agentes políticos en las instituciones y en el propio Estado respecto del sistema internacional. En el neoinstitucionalismo, las instituciones nacionales e internacionales se convierten en una lente a través de la cual analizar cómo los agentes y las estructuras influyen entre sí. La naturaleza de las instituciones (formales e informales), cómo funcionan, cómo interactúan con otras instituciones, cómo se agrupan los intereses y preferencias, qué incentivos generan (positivos y negativos) y cómo afectan los costos (de la información, transacción, coordinación, etc.) contribuye a nuestra comprensión de las influencias mutuas y recíprocas que existen entre agentes y estructuras. Keohane y Nye señalan que el sistema internacional, al igual que todos los sistemas sociales, implica procesos políticos que repercuten en las reglas formales y costumbres o convenciones que proporcionan el contexto para las interacciones entre entidades informales; agregan que los jugadores modifican sus cálculos, las posiciones y las “cartas bajo la manga” a causa de lo que aprenden a través de la experiencia (Nye, 1988, p. 249; Vera y Pastrana, 2012, p. 6). Es importante señalar que las instituciones pueden ser formales (como la constitución política y las leyes o decretos que rigen la política interna y externa) o informales (como las normas morales y convenciones sociales). Las instituciones también deben distinguirse de las organizaciones: las primeras son restricciones o reglas de juego, mientras que las segundas son los propios jugadores, que son grupos de personas que actúan en pos de un objetivo común (Mantzavinos, Norte y Shariq, 2004, p. 77; Velosa, 2012, p. 10). Tanto el constructivismo como el neoinstitucionalismo contribuye a nuestra explicación y la comprensión de los complejos procesos internos de formulación (normativa, comunicativa, agencial y estructural) de la política exterior en Brasil y Colombia. El marco teórico propuesto por el presente proyecto es innovador, ya que analiza los mecanismos causales externos e internos de la política exterior. Se examinan estos mecanismos desde diferentes enfoques teóricos al mismo tiempo que se incorporan los pensamientos tradicionales académico y político, que, por lo general, compiten entre sí. Este marco es necesario


Introducción

considerando: 1) la debilidad teórica de las publicaciones o estudios más conocidos sobre la política exterior de Colombia, que tienden a ser provisionales o descriptivos más que rigurosos académicamente; 2) la ausencia de un corpus teórico común dentro de la disciplina de relaciones internacionales en Colombia; y 3) la complejidad del debate ontológico y epistemológico entre las escuelas racionalistas (como los distintos enfoques de realismo y neoinstitucionalismo) y las escuelas reflexivistas o aquellos que han sido influenciados por el posmodernismo y la teoría crítica (por ejemplo, información social/constructivismo).

Metodología El escrutinio de las potencias regionales emergentes y las reacciones de las potencias secundarias a los desafíos de este fenómeno pueden plantearse de mejor manera a través de un enfoque teórico conjunto en relaciones internacionales (en otras palabras, realismo, institucionalismo y constructivismo), en el que los estudios de área tendrían que desempeñar un papel importante. Como resultado, la pluralidad teórica como marco de interpretación implica necesariamente el uso de una metodología plural. El primer paso para todos los estudios previstos fue el análisis de la literatura existente junto con la recopilación de datos (cuantitativos y cualitativos) a través de las bibliotecas e internet. Aquellos autores que han llevado a cabo una investigación de campo también recopilaron datos de los documentos no publicados que pudiesen ser relevantes para sus estudios, por ejemplo, documentos de política y reportes de empresas. En una segunda etapa, se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas a expertos. Los entrevistados relevantes incluyeron funcionarios gubernamentales, expertos en política exterior y los funcionarios de las empresas brasileñas que operan en Colombia. La principal ventaja del método de la entrevista semiestructurada es su flexibilidad, ya que permite nuevas preguntas para ser formuladas durante ella, como resultado de las respuestas del entrevistado. La entrevista semiestructurada es la herramienta más adecuada para capturar pensamientos de una persona sobre un tema en particular. Los datos obtenidos de esta manera serán evaluados utilizando los métodos de análisis de contenido cualitativo (Mayring, 2008). La estrecha colaboración prevista entre los investigadores brasileños, colombianos y alemanes aliados se realizó adicionalmente a través de dos talleres realizados en Bogotá en febrero de 2015 y en Cali en noviembre de

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2015; estos eran el medio fundamental para garantizar la calidad de cada estudio individual. Los talleres dieron no solo la oportunidad de discutir los enfoques teóricos y los resultados empíricos, sino que también permitieron a todos los participantes involucrados beneficiarse de la amplia gama de conocimientos metodológicos que hemos reunido para este libro.

Referencias Ardila, M. (2012). Seguridad andina y política exterior colombiana. Foreign Affairs Latinoamérica, 12(1), 10-18. Biato, M. F. (2012). Brasil en la cooperación regional para la lucha contra la violencia y el crimen organizado. Revista Cidob d’Afers Internacionals, 97 y 98, 117-133. Flemes, D. y Wehner, L. (2011, diciembre). Drivers of strategic contestation in South America. Reacciones Estratégicas de Potencias Secundarias en Sudamérica. Taller llevado a cabo por en giga-ildi Caracas (Venezuela). George, A. L. y McKeown, T. (1985). Case studies and theories of organizational decision making. En R. F. Coulam y R. Smith (eds.), Advances in information processing in organizations (Vol. 2; pp. 21-58). Londres: jai Press. Gyngell, A. y Wesley, M. (2003). Making australian foreign policy. Port Melbourne: Cambridge University Press. Keohane, R. O. y Nye, J. S. (1977). Power and interdependence: World politics in transition. Nueva York: Little, Brown and Company. Klotz, A. y Lynch, C. M. (2007). Strategies for research in constructivist international relations. Nueva York: M. E. Sharpe. Kristof, L. K. (1960). The Origins and evolution of geopolitics. Journal of Conflict Resolution, 4(1), 15-51. Lafer, C. (2000). Brazilian international identity and foreign policy: Past, present and future. Daedalus, 129(2), 207-238. Luttwak, E. N. (1990). From Geopolitics to geo-economics: Logic of conflict, grammar of commerce. The National Interest, 20, 17-23. Mantzavinos, C., Douglass, C. N. y Shariq, S. (2004). Learning, institutions, and economic performance. Perspectives on Politics, 2(1), 75-84. Mayring, P. (2008). Qualitative Inhaltsanalyse-Grundlagen und Techniken. Basel: Beltz Verlag. Nye, J. S. (1988). Neorealism and neoliberalism. World Politics, 40(2), 235-251. Pastrana Buelvas, E. (2011). Evolución y perspectivas de las relaciones entre Colombia y Brasil. En B. Sorj y S. Fausto (comps.), Brasil y América del Sur: miradas cruzadas (pp. 75-116). Buenos Aires: Catálogos.


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Relaciones colombo-brasileĂąas en la esfera de la seguridad


Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional Eduardo Pastrana Buelvas Diego Vera Piñeros

Introducción Este capítulo analiza la manera en la que el ascenso regional de Brasil y el contexto de las fronteras han afectado la manera en que Colombia y este país han desarrollado sus prácticas de cooperación en seguridad fronteriza en 2010-2014. Brasil, como potencia regional en América del Sur, y Colombia, como potencia secundaria o de capacidades intermedias, vienen desarrollando estrategias de seguridad nacional más autónomas e incluso ambiciosas. Esto es evidente en los proyectos de adecuación interna de sus industrias de defensa, fuerzas armadas y policiales y entornos de seguridad, pero también en cuanto a su papel como oferentes de cooperación. En política exterior, han ampliado sus portafolios, diversificado socios y zonas de inserción y mejorado su imagen ante el mundo. Ambos han experimentado en la última década mejoras internas que les han facilitado consolidarse más en sus territorios, respecto de la gobernabilidad democrática y el monopolio de la violencia por parte del Estado y sobre expansión de las políticas sociales. Brasil se plantea a sí mismo como global player con proyectos de cooperación Sur-Sur, y se ofrece también a ayudar a las economías endeudadas de la Unión Europea y aumentar sus aportes al Fondo Monetario Internacional o a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, mientras se acentúa su papel articulador en el Mercosur y la Unión de Naciones Suramericanas. Con más modestia, Colombia adelanta reformas para ingresar en la Organización 29


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de Cooperación y Desarrollo Económico mientras traza estrategias para ofrecer conocimiento, buenas prácticas y servicios en diversos sectores a Centroamérica y el Caribe, mientras procura destacarse en la Organización de Estados Americanos y contribuir a la concreción de la Alianza del Pacífico. En Brasil se refleja con Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2006, 2007-2010) y Dilma Rousseff (2010-2014) y en Colombia con los gobiernos de Juan Manuel Santos (2010-2014) y parte del de Álvaro Uribe (2002-2006, 2006-2010). No implica que hayan superado contradicciones internas, propias de los Estados “en vías de desarrollo”, pero sí contaron con mayores recursos económicos y políticos para hacer reformas internas y proyectarse con mayor intensidad.

Antecedentes: de lo hemisférico a lo regional En la década de 1990, apareció una serie de nuevas amenazas a la seguridad (delincuencia organizada, narcotráfico, insurgencia, revueltas populares), que fueron respondidas con mayor involucramiento de los militares (Tibiletti, 2001). Los Estados Unidos definieron al narcotráfico como amenaza a su seguridad nacional y diluyeron las barreras entre su seguridad nacional y la seguridad de otros (Da Silva, 2012, p. 124). Hubo una nueva fase de intervención hemisférica de los Estados Unidos, porque se dispersó la producción y el tráfico de drogas ilegales en América Latina que convirtió el problema en transnacional. Se revitalizó el papel de los Estados Unidos, especialmente en Colombia (Da Silva, 2012, pp. 124-125). Entretanto, Brasil percibió esa intervención como una potencial amenaza (p. 125). Con Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), Brasil empezó a construir una idea, aún primaria, de América del Sur, en oposición a una idea difusa de América Latina (Flemes, 2010, p. 100), reinante en el contexto interamericano. Entretanto, los Estados Unidos intentaron reforzar el interamericanismo en las nuevas discusiones hemisféricas sobre seguridad. Y aunque continuó recibiendo alguna asistencia de los Estados Unidos y cooperando bilateralmente, la óptica de Brasil fue de nacionalización y regionalización de las opciones para enfrentar temas como el narcotráfico. La Organización de Estados Americanos ha promovido instrumentos como la Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales,1 la Estrategia Hemisférica sobre Drogas2   Adoptada en 1999 (http://www.oas.org/es/ssm/citaac/).

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Adoptada en 2010 (http://www.cicad.oas.org/).

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Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional

y un Plan de Acción Hemisférico sobre Drogas3 y el programa Fortaleciendo Estrategias sobre Amenazas Terroristas Emergentes.4 Pero hay debilidades. En particular, la falta de consenso respecto de varias amenazas y temas prioritarios, las débiles estructuras de Organización de Estados Americanos y su influencia muy limitada, además de que varios países suramericanos (p. ej. Brasil) están poco interesados en un sistema interamericano de defensa o seguridad (Flemes y Radseck, 2012, p. 220). Las distintas prioridades geográficas, ideológicas y de seguridad han fracturado el sistema interamericano (Klepak, 2012, p. 51). Aunque en el Mercosur se levanta una comunidad de seguridad autónoma pero incipiente, en el norte (los Andes) parece incrementarse la desconfianza entre los países (Stuenkel, 2010, p. 108). Máxime con la fracturación de la Comunidad Andina de Naciones. Pero en toda América Latina los desafíos a la seguridad han desbordado la capacidad de la Policía por problemas como la carencia de recursos, los bajos salarios, la corrupción y la pobre investigación (Benítez, 2012, pp. 47-48). Parte de los roles de seguridad de Brasil en América del Sur podría explicarse por el temor de que los Estados Unidos utilizaran a Colombia, usando el Plan Colombia, para entrar en la Amazonia, aunque eso no impide que se den muestras de cooperación en la frontera (Da Silva, 2012, p. 125). Es una oferta de cooperación creciente, pero con cierta distancia. Brasil demarca su zona de influencia (América del Sur) por razones geopolíticas y para hacer valer sus propias convicciones frente a los principios que guían a potencias externas como los Estados Unidos (Grabendorff, 2010, p. 159). Además, una proyección sostenida en seguridad regional (no a la sombra de los Estados Unidos) le permitiría a Brasil aproximarse al asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Costa, 2004, p. 153). Los líderes de Brasil buscan que la Unión de Naciones Suramericanas contribuya al tránsito hacia un mundo multipolar (Amorim, 2013, p. 5). Sin embargo, la conexión entre las estrategias regional vía Unión de Naciones Suramericanas y global y la capacidad de coordinar la seguridad fronteriza y la lucha contra el crimen transnacional aún no es clara. En 2012, Colombia propuso el Consejo Suramericano sobre Seguridad Ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra la Delincuencia   Adoptado en 2011 (http://www.cicad.oas.org/).

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Se ha aplicado en más de treinta Estados miembros (http://www.oas.org/es/sms/cicte/documentos.asp). 4

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Organizada Trasnacional en la Unión de Naciones Suramericanas. Aunque recibiría un estatuto de principios, estructura y funciones, se dificulta la coordinación por el mecanismo de decisión por consenso (unanimidad) y la flexibilidad que permite que cualquier Estado miembro se exima de aplicar total o parcialmente una política de aquel (Unión de Naciones Suramericanas, 2008, 2012), además de las discrepancias en cuanto a lo que entienden por seguridad o justicia. Se observa en las divisiones que produjo la propuesta de Ecuador para crear una Corte Penal de Unión de Naciones Suramericanas para el crimen organizado transnacional (Tarapués, 2014) y en las grandes diferencias de punibilidad y tipificación de las conductas delictivas (Naranjo, 2015). Pero respecto de las distancias entre los Estados Unidos y Brasil, la cooperación en múltiples temas entre ambos no ha cesado, como muestran el acuerdo bilateral en defensa suscrito en 2010 o las visitas recientes de personal militar y burocrático a Brasil (U. S. Department of Defense, 2014). Obama le dio un lugar como socio estratégico a Brasil en la Estrategia de Seguridad Nacional (2010) y buscó reforzar los vínculos militares (U. S. Department of Defense, 2012). Aunque la contracción relativa de Brasil puede verse en los resultados de las investigaciones por corrupción contra el Partido dos Trabalhadores y la recesión económica (2014-2015), la Casa Blanca lo sigue estimando un socio que puede seguir contribuyendo a reducir la pobreza y mejorar los estándares de servicios públicos (The White House, 2015, p. 27).

Brasil y Colombia: las fronteras y la seguridad La frontera de Brasil con sus diez vecinos tiene una extensión de casi 16 886 km, lo cual desafía el control territorial, porque ahí cuenta apenas con unos 13 000 agentes de Policía Federal y 30 000 hombres de apoyo entre Marina, Ejército y Fuerza Aérea (Ministerio da Defesa, s. f.) (Color abc, 2014). En la frontera amazónica oriental, con Colombia, hay unos 1645 km y sus límites apenas se han definido mediante el Tratado de Bogotá entre Colombia y el Brasil (1907) y el Tratado de Límites y Navegación Fluvial entre Colombia y el Brasil (1928). Además, al vivir por décadas “de espaldas uno al otro” y por sus condiciones selváticas, la frontera es ardua de monitorear. Las variables políticas (p. ej. la voluntad de cooperación de los mandatarios) y las constantes geográficas han truncado un entendimiento compartido de la frontera como una zona de desarrollo binacional, que ha facilitado el arraigo de una zona de soberanías por resguardar frente a lo que se genera desde el vecino.


Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional

Extremar las categorías tradicionales de la seguridad nacional ha dificultado desarrollar un enfoque de seguridad ciudadana afín a las necesidades y los valores de las poblaciones limítrofes, sobre todo en la frontera viva de la conexión Leticia-Tabatinga. En lugar de instrumentos represivos, la lucha contra el crimen organizado transnacional o cualquier otro fenómeno de inseguridad en la frontera, no asociado a una agresión estatal, debería buscar primero la cohesión social y reforzar los mutuos derechos y deberes de los Estados y los ciudadanos (Muggah y Szabo de Carvalho, 2014, p. 6). No todo lo que se mueve en la frontera obedece al “desbordamiento” del conflicto armado colombiano, pero sí a muchas decisiones de Colombia con respecto a su política antidroga, a las lógicas de reacomodamiento transnacional del narcotráfico andino y a las conexiones entre carteles brasileños y peruanos con estructuras criminales colombianas. No todo el crimen organizado de ambos países se transnacionaliza. No es clara la ubicación en el territorio fronterizo de esas cadenas, que tienen su foco en el interior. Del lado colombiano, han tenido presencia los frentes 1, 16 y amazónico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), traficantes de narcóticos y armas, además de cultivadores, taladores y mineros que actúan fuera de la ley, mientras del lado brasileño se presume una mayor presencia estatal (Restrepo, 2003, pp. 374-375). Empero, algunos informes afirman que en el estado brasileño de Amazonas hay “puntos calientes” (hotspots) o de inseguridad, porque registró un alto número de casos de trata de personas (explotación sexual) en 2012 (Cawley, 2014a) y porque Manaos (a 1106 km de Leticia u hora y media en avión) es una de las ciudades con mayor tasa de homicidios en el mundo y en Brasil, y centro de operaciones narcotraficantes. La Policía de Manaos argumenta que una estructura similar al cartel de Cali (Colombia) busca el dominio del sistema de prisiones, el monopolio del tráfico de drogas en el estado de Amazonas, penetrar los gobiernos municipales y el Legislativo y construir un “Estado paralelo” en la región norte (Nacion.com, 2015). La frontera entre Perú, Colombia y Brasil se ha convertido en nodo de rutas aéreas, fluviales y terrestres ilegales. Para la autoridad antinarcóticos de Perú, el Primer Grupo Catarinense de origen brasileño administra el 60 % de la droga que se produce en Perú y que va con destino a Bolivia y Brasil, que llega a desplazar a algunos grupos mexicanos como el cartel de Sinaloa (Cawley, 2014b). Dado lo complejo y cambiante del crimen organizado transnacional, no hay consenso sobre su definición, causas o soluciones, pero su adjetivo

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transnacional indica la capacidad de operar a través de dos o más fronteras en modo permanente. El móvil esencialmente material lo diferencia de grupos armados con móviles prioritariamente políticos, como guerrillas o paramilitares, aunque hay zonas grises creadas por la complejización de sus formas de financiación para hacer la guerra. El crimen organizado transnacional podría entenderse como un arreglo complejo de redes, entidades, intereses, actividades, canales y resultados, que pueden darse en diversas formas y tamaños, con capacidad de adaptarse e innovar para insertarse en múltiples mercados ilegales (Muggah y Diniz, 2013, p. 3). La Amazonia brasileña y los tres departamentos colombianos que limitan con Brasil, Vaupés, Guainía y Amazonas, tienen rutas fluviales y aéreas aptas para el contrabando de armas, municiones y explosivos, sobre todo en las vertientes del río Amazonas: Manaos, San Antonio de Isa, Benjamin Constant, Leticia, Pedrera, El Encanto y Puerto Asís (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2006, pp. 39-40). Es frecuente la aparición de aeropistas clandestinas en Guainía, Vaupés, Vichada y Amazonas (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2006, pp. 39-40). Aun así, la frontera presenta una baja intensidad en la confrontación armada entre fuerzas armadas colombianas y grupos armados ilegales, lo cual daría cuenta de una priorización de las estrategias militares del Estado y de las farc hacia otras zonas (Cabrera, 2012, p. 12). La frontera de Colombia con Ecuador es igualmente despoblada y porosa y es la mayor receptora de desplazamiento forzado por el conflicto de Colombia. Aunque colinda con los dos departamentos colombianos con más cultivos ilegales —un 25 % del total nacional para Nariño y un 20 % para Putumayo (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2014, p. 18)— que se transforman en narcóticos con destino a los Estados Unidos, Ecuador mantiene una baja densidad histórica de cultivos ilícitos. El caso de Colombia con Venezuela es más complejo, ya que se trata de una frontera poblada, dinámica y viva desde el punto de vista de la imbricación de las poblaciones limítrofes en varios puntos. Venezuela colinda con seis departamentos colombianos, que en conjunto representan menos del 12 % de cultivos ilegales del país (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2014, p. 18). Su producto es destinado principalmente a Centroamérica y una baja proporción se desvía a Venezuela, y predomina la marihuana (Laopinion.com.co, 2015). No obstante, el contrabando de gasolina y productos subsidiados desde Venezuela, además del traspaso de organizaciones criminales colombianas, la han vuelto una frontera crítica.


Shadowxfox - Trabajo propio

Figura 1. Mapa de Colombia por departamentos y paĂ­ses limĂ­trofes Fuente: Shadowxfox - Trabajo propio


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Entre Colombia y Brasil los departamentos limítrofes tienen baja densidad poblacional, escasa conexión terrestre con la capital, poca presencia estatal y baja cobertura en servicios públicos, lo cual los hace proclives a grupos ilegales (Cabrera, 2012, p. 11). Examinando cifras de 2013, se deduciría que estos tres departamentos no resultan muy problemáticos. Primero, porque además de que el homicidio se redujo ese año en un 6 % a nivel nacional, los departamentos más afectados no hacen parte de esta zona (Barco-Pérez y Arana-Cosme, 2014, p. 14). La cifra de 2014 señala que la tasa nacional de homicidios fue la más baja en treinta y cuatro años y se dio una reducción, respecto de 2013, del 14 % (Posada, 2015). Segundo, en cuanto al robo, ninguno de los tres departamentos o sus ciudades centrales son áreas urgidas de intervención (Barco-Pérez y Arana-Cosme, 2014, p. 15). Tercero, respecto al secuestro, no se reporta nada acerca de los tres departamentos (p. 16). Cuarto, en extorsión y terrorismo, aunque se reportan aumentos nacionales, los tres departamentos no hacen parte del fenómeno (pp. 16-17). Eso no significa que la frontera con Brasil deba ser pensada automáticamente como segura. En 2013, Brasil concedió el estatus de refugiado a 93 colombianos y quedó pendiente de definir la situación de 110 más (unhcr, 2015). Pero el crimen organizado transnacional y el conflicto armado no tienen el efecto que en otras áreas. En el balance de 2014, Amazonas registró el índice más bajo de percepción ciudadana de inseguridad con un 18 % (Leticiahoy.com, 2015), aunque no implica la ausencia de actividades delictivas y violentas. La situación de los tres departamentos ha venido mejorando porque en 2007 reportaban homicidios y desplazamiento forzado de importancia para su baja densidad poblacional (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [pnud], 2007), pero a mediados de 2014, Amazonas y Vaupés se encontraban entre los departamentos con cero y un homicidio por cada cien mil habitantes, respectivamente (El Tiempo, 2014). En Guainía la situación es similar (Colombia, Departamento Nacional de Planeación, 2012, p. 3). En 2013, los tres departamentos reportaron cero acciones de las guerrillas (Barco-Pérez y Arana-Cosme, 2014, p. 24). Al mirar la situación de esos departamentos en cultivos ilícitos, en uno aumentaron y en dos han disminuido. Amazonas subió 63 ha frente a 2013, pero representó apenas el 0,3 % del cultivo nacional, en Vaupés se redujeron 75 ha, que representó el 0,2 % nacional, y en Guainía disminuyeron 15 ha, que pone al departamento en el 0,1 % nacional (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2014, p. 18).


Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional

Paradójicamente, hay una mejora general de la situación de Leticia, pero al mismo tiempo un deterioro de la de Tabatinga por la relocalización e incremento del negocio del narcotráfico de una ciudad a la otra. El país origen de la mayor parte de los cargamentos es Perú, ya que la conexión Iquitos (Perú), Leticia (Colombia) y Manaos (Brasil), a través del río Amazonas, se ha convertido en un corredor significativo para los cultivadores y productores de Perú (Parkinson, 2014). Aunque se desmanteló el cartel de Leticia por parte de las Fuerzas Armadas colombianas y los Estados Unidos hacia 1997, las autoridades de Tabatinga creen que la elevada tasa de homicidios de su ciudad obedece al ajuste de cuentas entre organizaciones traficantes que tienen entre sus miembros a colombianos (Parkinson, 2014). A finales de 2013, los efectivos colombianos acabaron con un grupo conocido como los Amaringos (Parkinson, 2014). Hace poco, se desató una competencia violenta entre tres bandas con control en la triple frontera: los hombres del peruano Jesús Ardela Michue, con presuntos nexos con el Frente 63 de las farc, la banda del colombiano Carlos Alberto Ramos y la banda del colombiano Alonso Mavesol, líder de Los Caqueteños y que se presume tiene nexos con las farc y traficantes brasileños (Larepublica.pe, 2011). Los ríos de los Llanos Orientales de Colombia son utilizados como rutas de microtráfico y tráfico de armamento procedente de Venezuela y Brasil por parte de las farc y el Ejército de Liberación Nacional (El Tiempo, 2015). Esto obligó al Gobierno de Dilma a lanzar la operación Fronteira Segura, dentro de la cual el Gobierno del estado de Amazonas creó en 2012 el Centro Integrado de Operações de Segurança Regional, el Gabinete de Gestão Integrada Municipal y la Câmara Temática de Segurança Pública, que incluye dos líneas de emergencia para reportar criminales y un cuerpo de buzos para mejorar los controles a las embarcaciones (Governo do Estado do Amazonas, 2012). Se invirtió cerca de 3,5 millones de reales, con un adicional de 11 millones para llegar a otros municipios, como São Gabriel da Cachoeira (Governo Amazonas, 2012). Hay riesgo para Brasil, considerando su papel junto a Venezuela como una de las principales plataformas suramericanas de cocaína colombiana, peruana y boliviana hacia África y Europa, aunque la producción colombiana se destina principalmente a los Estados Unidos (U. S. Department of Defense, 2014, p. 131). Para los casos de Perú y Bolivia, se estima que la mitad de la cocaína que usa Brasil, principal consumidor latinoamericano y segundo mundial (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2015, p. 53; U. S. Department of Defense, 2015, p. 117), pasa por Bolivia, aunque dos tercios de ello se cultivan en Perú (Muggah y Diniz, 2013, p. 6).

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Asimismo, el apoyo brasileño es más intenso recientemente con Bolivia (cultivo y tránsito), Ecuador (tránsito) y Perú (cultivo) (Muggah y Diniz, 2013, p. 6). Al respecto, se destaca que en Brasil en 2013 se crearon 19 puestos de control de frontera nuevos para la Policía Federal con ayuda informática de los Estados Unidos, usados en dos operaciones de 2013: Ágata VII (Brasil, Colombia, Perú) y Trapézio III (Brasil y Perú) (U. S. Department of Defense, 2014, pp. 113-114). No obstante, las capacidades institucionales de Brasil no alcanzan para detener los flujos ilegales a través de sus fronteras (U. S. Department of Defense, 2015, p. 117). Además, el uso de rutas fluviales (río Amazonas) para cargamentos desde Colombia y Perú hacia los puertos de Manaos y Belém podría estar disminuyendo mientras crece el uso de cargamentos aéreos desde Bolivia y Perú (U. S. Department of Defense, 2014, p. 114), lo cual daría cuenta de una readaptación geográfica del fenómeno. El aumento de Venezuela como país de tránsito de cargamentos andinos hacia Caribe, América Central, los Estados Unidos, África y Europa podría estar relacionado con la presencia activa de carteles y bandas armadas criminales colombianas (U. S. Department of Defense, 2015, pp. 318-319), que hace puente también con Brasil. Se les ha detectado en los estados de Zulia, Apure y Táchira y enlazan con los departamentos colombianos de La Guajira, Norte de Santander, Arauca y Vichada (Prieto, 2013, pp. 187-188). En Venezuela, Los Rastrojos tendrían tratos con el cartel mexicano de Sinaloa y Los Zetas, mientras Los Urabeños se relacionan con los de Sinaloa, los de Michoacán, el cartel del Golfo y algunos traficantes dominicanos (Prieto, 2013, pp. 187-188). Bandas como Los Paisas, Las Águilas Negras y Los Gaitanistas estarían intimidando poblaciones venezolanas (El Universal, 2012). Entretanto, el Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista Colombiano, que oscila entre una banda criminal emergente y un reducto del paramilitarismo, tendría presencia en el Meta, Guaviare, Vichada y Casanare, y aunque no son departamentos limítrofes con Brasil, opera dentro de las redes que conectan a Casanare, el Meta y Guaviare con Guainía y luego con Brasil (Insight Crime, 2014). El grupo controlaría parte de la producción de base de coca y cocaína procesada, que la vende a exportadores a través de redes en Venezuela y Brasil y opera en dos facciones rivales en su nombre: el Bloque Meta y el Libertadores de Vichada (Insight Crime, 2014). No es casualidad que en 2014 Brasil haya lanzado la Operación Veraneo, la cual contó con el apoyo de la Agencia Antidroga de los Estados Unidos, la Fuerza Aérea Colombiana y la Policía de Honduras para desmantelar una red de narcotráfico y lavado entre Brasil, Venezuela y Honduras. Brasil emitió 48


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órdenes judiciales dentro de cuatro estados (Mato Grosso, São Paulo, Minas Gerais y Amazonas) y pudo tener participación las farc en la frontera colombiana con Apure (Globovision.com, 2014). Además de usar a Colombia y Venezuela como puentes a Brasil, Los Rastrojos y Los Urabeños usan a Ecuador para contactar carteles de Brasil y Perú (El Comercio, 2015). En Paraguay, se presume la conexión entre las farc, el Ejército del Pueblo Paraguayo y traficantes brasileños. Además, en 2012, fueron capturados allí los colombianos Ulises Peñalosa, Carlos Rodríguez y Walter León, quienes tenían nexos con laboratorios en Brasil (El Tiempo, 2012). En Bolivia, se reporta con frecuencia la captura de colombianos y la destrucción de laboratorios, algunos de ellos atribuidos a hombres de las farc como en Cochabamba, cuyos cargamentos terminan de ser transformados en Brasil (Prieto, 2013, p. 192). Los cultivos ilícitos despejados en Colombia y algunos de sus “empresarios” parecen trasladarse parcialmente a países vecinos, como Perú. En 2013, Perú ocupó el primer lugar en cuanto a presencia de cultivos ilícitos en la región con 49 800 ha en 2013 (U. S. Department of Defense, 2013). Dado este diagnóstico como oportunidad para la injerencia de Washington, no es sorprendente el énfasis de Brasilia en la Operación Centinela (control fronterizo de la Policía Federal) y la Estrategia Nacional de Fronteras desde 2011, como pilares de la seguridad fronteriza del lado brasileño (Costa y Cortinhas, 2013, pp. 32-33). Las operaciones Ágata son encabezadas por el Ministerio de Defensa y el mando del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y hacen parte del Plan Estratégico de Fronteras de 2011, que busca prevenir, controlar y reprimir el crimen organizado transnacional y dar prioridad a la integración suramericana con políticas socioeconómicas y de seguridad para las poblaciones de las fronteras (Muggah y Diniz, 2013, p. 16). La frontera colombo-brasileña ha sido objeto de monitoreo en las versiones i, vi, vii y viii de Ágata (Ministerio da Defesa, s. f.) (Resdal, 2014, p. 156).

La competencia y las distancias entre Colombia y Brasil La cooperación entre ambos países no es nueva (p. ej., la compra de los 25 aviones Super Tucano en 2008), y se ha venido reforzando. En ambas concepciones de la frontera, hay un predominio de proyectos de integración nacional de los territorios y poblaciones, lo cual dificulta la integración binacional por planes de desarrollo y de seguridad pública no siempre compatibles. Dichos proyectos han tendido a competir con concepciones locales que no recono-

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cen la delimitación fronteriza ni la autoridad de los centros administrativos, como sucede con la población indígena ticuna en el alto Amazonas/Solimões entre Perú, Colombia y Brasil (López, 2002). La potencia regional requiere para consolidar su liderazgo una mayor aproximación a las inestabilidades y preocupaciones colombianas, que trata de complementar o sustituir los bienes y servicios estadounidenses en el campo de la seguridad fronteriza y la seguridad interior. Necesita demostrar que su proyección global es congruente con una mayor proyección y responsabilidad regional. Y aunque no hay cifras claras, al tiempo que aumenta sus gastos en instituciones subregionales y tratados bilaterales y trilaterales también los incrementa internamente (Muggah y Diniz, 2013, p. 2). El Gobierno de Colombia también busca el desarrollo de afinidades en medio de las diferencias geopolíticas, pero dentro de matrices de cooperación que no le impidan alcanzar sus objetivos trazados con los Estados Unidos y una especie de liderazgo compartido en la Alianza del Pacífico y en espacios subregionales como Centroamérica y el Caribe, tanto en el campo comercial como de seguridad, vía cooperación Sur-Sur y cooperación triangular (con recursos de países como los Estados Unidos, Canadá y España). La potencia regional y la secundaria aspiran a intensificar sus vínculos y darles tratamiento conjunto, bilateral, subregional y regional a problemas percibidos como factores de inestabilidad y “contagio”, pero atendiendo también a concepciones de la región, de la seguridad y de la defensa no siempre compatibles. Encarnan aspectos de competencia en los roles que aspiran a construir con los actores gubernamentales de su entorno e ideas que se refieren al lugar que deben ocupar los Estados Unidos en las interacciones hemisféricas y regionales, al orden de importancia de los regímenes multilaterales para la seguridad y la defensa y al lugar que debe ocupar Brasil en la seguridad global y regional. En el Gobierno Uribe, se multiplicaron los acuerdos con Brasil, ya que entre 2002 y 2008 se firmaron siete instrumentos, dos de los cuales entraron en vigor en 2014. No obstante, las posturas alineadas de Bogotá con Washington en la era de la Seguridad Democrática, el hostigamiento diplomático y de la inteligencia colombiana (Departamento Administrativo de Seguridad) a los Gobiernos vecinos presuntamente colaboradores de las farc (Caracas y Quito) y la insistencia de que todos los países de la región calificaran a las farc como terroristas terminaron generando un desgaste del entendimiento Brasilia-Bogotá. Por iniciativa de Santos, como cabeza del Ejecutivo, se renovaron o reafirmaron los marcos de cooperación. Al realizar la primera visita oficial a Brasil, habiéndose antes reconciliado con Hugo Chávez, Santos


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estaba desarrollando una medida de construcción de confianza hacia mejores articulaciones en seguridad fronteriza y, eventualmente, hacia un apoyo de la región respecto de lo que después sería el proceso de paz con las farc. Al comprender que la cooperación regional contra los grupos armados ilegales y el crimen organizado transnacional debía alcanzarla en un escenario de relaciones bilaterales más dialógicas, Santos mostró resultados más amplios en cooperación en seguridad que su antecesor. Por ejemplo, extradiciones de narcotraficantes y guerrilleros por parte de los Gobiernos de Quito y Caracas e incluso anuncios de esos Gobiernos respecto de la ubicación y destrucción de campamentos insurgentes o de minería ilegal del lado de sus fronteras. Fue algo positivo sin desconocer que Santos era el ministro de Defensa de Uribe y fue ácido en sus cuestionamientos a los Gobiernos de Venezuela (Hugo Chávez) y Ecuador (Rafael Correa). Las coincidencias bilaterales aumentan desde el retorno de Brasil a la democracia en 1988, pero es hasta la primera década del siglo xxi que ambos países logran una verdadera coordinación interpolicial (Saint-Pierre, 2012, p. 24). El papel de la cooperación de la Policía Nacional con cuerpos homólogos en la región y con la Interpol (International Criminal Police Organization) aumentó desde principios de los 2000 y resalta la creación y dirección de la Ameripol (Comunidad de Policías de América) desde 2007 en Colombia, organización que integra a la Policía Federal de Brasil y a otros 25 cuerpos más del hemisferio, incluyendo a la Agencia Antidroga de los Estados Unidos y a la Policía de Cuba, pero denotando la ausencia de Venezuela. Antes Brasil se enfocó sobre todo en blindarse militarmente de los problemas de seguridad de sus vecinos y ubicó puntos de vigilancia y tropas cerca de los puntos fronterizos neurálgicos desde 1921, sobre todo en los límites con Colombia. Brasil se miró a sí mismo durante décadas haciendo hincapié en la soberanía sobre su territorio, sobre todo en su dictadura (1965-1985) (Muggah y Diniz, 2013, p. 16). Existen de 24 a 28 pelotones fijos para proteger sus fronteras con sus países vecinos del estado de Amazonas, y destaca el número en los límites con Perú (7) y con Colombia (8), donde los puntos de Leticia, Vila Bittencourt, Pari Cachoeira, Yauretê, Querari y Cucuí son activos en los límites con Colombia, con efectivos de entre 20 y 80 soldados cada uno. No obstante, tienen precariedad de vías de acceso y de comunicaciones y limitación del abastecimiento de alimentos, medicinas y otros insumos (G1.globo. com, 2013). Brasil ha venido estableciendo comisiones mixtas antidroga y operativos bilaterales en la frontera no solo con Colombia sino con Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela (Flemes y Radseck, 2012, p. 218).

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El conflicto armado colombiano preocupa a Brasil por sus posibles efectos de desbordamiento, lo cual no implicó que los Gobiernos Da Silva y Rousseff se identificaran con las élites colombianas, que privilegiaron la óptica militar desde que fracasaran los diálogos farc-Gobierno Pastrana en el Caguán y hasta que Santos en 2011 se atreviera a reconocer la existencia del conflicto armado y no solo del terrorismo. No obstante los señalamientos del gabinete Uribe y de algunos sectores de oposición nacional al Gobierno del Partido dos Trabalhadores, como José Serra (Gazetadopovo.com.br, 2010),5 la penetración en Brasil por parte de las farc no ha sido significativa ni demostrada. Y por parte del Ejército y la Policía Federal brasileños, no hay indicios de tal presencia y dependen de la emisión de una circular roja por parte de la Interpol para actuar (entrevista con el coronel Eustaquio da Costa, 2014). A pesar de la sospecha sobre la incidencia de las farc en movimientos sociales brasileños, en 2002, en el Foro Social Mundial en Porto Alegre, los responsables del evento vetaron a personas presuntamente implicadas en el grupo separatista eta (Euskadi Ta Askatasuna) y a otras asociadas a las farc (El Tiempo, 2010). Las coincidencias Santos-Lula y Santos-Rousseff han implicado relaciones más constructivas y que han beneficiado la cooperación en múltiples temas, lo cual no significa que para ambos sea el nivel que buscan. Las prioridades geográficas divergentes y la forma distinta de concebir los asuntos de seguridad regional dejan la sensación de que la potencia regional no ha logrado articular del todo a la potencia secundaria sobre doctrina de seguridad y defensa y no ha logrado sustituir lo que representa los Estados Unidos para Bogotá en cuanto a equipamiento, entrenamiento y transferencia de recursos. En la diplomacia colombiana, las élites han procurado una internacionalización de sus problemas internos de seguridad para captar recursos del Senado estadounidense, recuperar asimetría interna y legitimidad en su favor e identificarse con valores y prácticas de los Estados Unidos (Borda, 2007, pp. 75-77), a veces esperando recibir un trato de aliado estratégico. En Brasil, sus pensadores de geopolítica (Travassos, Backheuser, Golbery, Lanni, entre otros) han determinado mucho de la concepción autonomista de la seguridad nacional, y de la Amazonia, como espacio vacío que debía defenderse de ambiciones exteriores, controlarse y desarrollarse, hasta llegar a la 5   El candidato del Partido da Social Democracia Brasileira, de São Paulo, que competía contra Dilma del Partido dos Trabalhadores por la presidencia en 2010, aseguró en Belo Horizonte que este tenía vínculos con las farc y con el narcotráfico.


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actualidad, en su Estratégia Nacional de Defesa (2008), a concebirse como zona vital para consolidarse como potencia ambiental y potencia regional suramericana (Ranucci, 2014, pp. 4-5). Aun así, el crimen organizado transnacional y el narcotráfico (no el terrorismo, por su ambigüedad conceptual) son estimados por ambos como graves factores de inestabilidad. Pero la potencia secundaria, a través de sus élites políticas y militares, tiene una agenda de proyección, alianzas y negocios en los campos de la seguridad y la defensa donde una hegemonía brasileña no tiene cabida, que se desmarca de ese liderazgo y pone en un lugar secundario algunas ofertas de cooperación y prefiere las relaciones con países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico o de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, como los Estados Unidos, Canadá, España, el Reino Unido o Israel. Se puede ver en el despliegue como oferente de seguridad hacia Centroamérica y en los proyectos que tiene en el sector comercial de la defensa. Colombia busca su propio perfil como país cooperante. Entre 2010 y 2012, apoyó más de 60 actividades de outsourcing en seguridad a más de 220 instituciones y 50 socios nacionales y locales, estableció algunas alianzas con organismos regionales y multilaterales (Sistema de la Integración Centroamericana, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Unión Europea-Proyecto Regional para América Latina y el Caribe y otras) y participó de algunos arreglos triangulares con Australia, los Estados Unidos y el Banco de Desarrollo de América Latina dirigidos hacia Centroamérica (Muggah y Szabo de Carvalho, 2014, p. 49). Donde más quiere destacarse como jugador regional es en la lucha contra el crimen organizado transnacional y el terrorismo, apelando a la diplomacia policial y donde ministerios de Defensa y de Exteriores vienen diseñando una estrategia internacional para promover aspectos tanto “duros” (militares) como “blandos” (política preventiva y social) de la seguridad ciudadana (p. 49). Por otro lado, se han dado dos factores externos que también los han favorecido en su búsqueda de mayor relevancia internacional: la bonanza de los bienes primarios (2003-2013) y el repliegue relativo de los Estados Unidos (2008). El primero es el llamado boom de los commodities, que produjo un alza en los precios internacionales que favoreció a los exportadores primarios, incluso a Brasil, Colombia y otros latinoamericanos. Pudieron pagar toda (Brasil) o gran parte (Colombia) de su deuda externa, acumular reservas internacionales y mantener robustos presupuestos de seguridad y defensa, sumar algunas adquisiciones policiales y militares e incrementar

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el personal, también en las fronteras. En cuanto a personal militar y policial, Brasil contaba en 2003 con un estimado de 673 200 hombres y en 2013 pasó a contar con 713 480 en cálculos del Banco Mundial, la tropa más grande de América Latina. Colombia en 2003 contaba con unos 304 600 efectivos y pasó en 2013 a tener 455 750 hombres, la segunda tropa más grande de la región. Entre 2008 y 2014, en Brasil el gasto en personal aumentó un 14 % y el presupuesto de defensa un 21 %, mientras crecieron el pib un 37 % y el presupuesto general del Estado un 27 % (Resdal, 2014a, pp. 148-157). En el mismo periodo, Colombia aumentó un 59 % el gasto en personal y el presupuesto de defensa un 40 %, mientras crecieron el pib un 92 % y el presupuesto general del Estado un 57 % (Resdal, 2014b, pp. 166-173). Empero, sus planes de consolidación en las fronteras y de proyección podrían verse muy afectados con una coyuntura 2015-2016 de contracción regional del crecimiento, desplome de los precios de los commodities y turbulencia política internacional. Además de un posible ensimismamiento por el debate político interno, que en Colombia se refiere a la refrendación popular del acuerdo con las farc y en Brasil a los esfuerzos de la oposición por destituir a Rousseff e implantar medidas de austeridad. Respecto del declive relativo de la presencia de los Estados Unidos (era Obama) en América del Sur, les ha permitido a ambos hacerse más visibles en varios campos. Los Estados Unidos se han concentrado en América Latina en ciertas zonas de seguridad y de prioridad comercial, particularmente en México, Centroamérica y una porción de los Andes (Chile, Perú y Colombia), mientras su presencia diplomática, financiera y militar parece retroceder en otras (países del Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y Mercosur menos Paraguay). Colombia tuvo que asumir una disminución progresiva del Plan Colombia. Esta condición, además de una mejora en el panorama de la seguridad interna desde Uribe, permitió que se fuera construyendo un discurso de Colombia como país de oportunidades en lugar de país-problema, con capacidad de dar cooperación y con posibilidades de relacionarse de forma más simétrica con los Estados Unidos (como socios).

Hitos y actualidad de la cooperación Hay hitos entre Colombia y Brasil que han abierto canales de cooperación. Brasil en 1978 convocó a los otros siete países amazónicos a firmar el Tratado de Cooperación Amazónica, que en 1998 se convertiría en la


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Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y que se propuso promover la soberanía ambiental, el desarrollo sustentable y el bienestar poblacional. El escaso avance de esta condujo a su relanzamiento en 2010. Frente al conflicto armado colombiano y el narcotráfico, en 1985, Brasil formuló el Programa Calha Norte para colonizar esa periferia con proyectos sociales, de infraestructura y presencia de fuerzas armadas. En 1991, desplegó la Operação Traíra como reacción al asesinato de tres militares brasileños por parte de las farc. Entre 1981 y 1997, Colombia y Brasil firmaron cuatro acuerdos para enfrentar el tráfico de drogas ilegales y prevenir su consumo, lo cual muestra su preocupación mutua. En 1997, Brasil inició la construcción de radares del Sistema de Vigilância da Amazônia e invitó a Colombia y a otros socios amazónicos a participar. En 1999, adelantó la Operação Querari para frenar el traspaso de grupos armados ilegales. En 2000, inicia el Plan Nacional de Seguridad Pública y se ejecutan la Operação Cobra y la Operação Tabatinga de disuasión a grupos ilegales (Calderón, 2014, p. 7). Durante el mandato de Luiz Inácio Lula Da Silva se intensificó la acción estatal y la cooperación binacional. En cuanto a la acción estatal, se destaca la realización de veintidós operaciones conjuntas entre los distintos cuerpos de las fuerzas armadas brasileñas, en 2000-2010 (p. 8). En cuanto a la cooperación bilateral con Colombia, se enuncia la creación del Comité de Frontera en 2002. Para 2003 se da el Memorándum de Entendimiento sobre Cooperación en Defensa, la preparación de un grupo de trabajo bilateral para la represión del crimen y el terrorismo y la primera reunión entre las cabezas de las fuerzas armadas de ambos Estados contra el crimen organizado transnacional. En 2004, se da la primera reunión de inteligencia entre Fuerzas Aéreas y la firma de un segundo Memorándum de Entendimiento para Combatir Actividades Ilegales en los ríos comunes de Brasil, Colombia y Perú. En 2005, se firmó un tercer Memorándum sobre Cooperación Policial Bilateral. En 2008, se firmó un acuerdo de intercambio en defensa, pero se especificó en los memorandos de entendimiento en la era Santos. Ese año se convocó la primera Reunión Tripartita (Colombia, Brasil, Perú) para cooperar en la vigilancia de la frontera y se firmaron un cuarto memorándum para combatir la fabricación y el tráfico ilegales de armas, municiones y explosivos y un acuerdo para crear una zona de régimen territorial especial para Leticia y Tabatinga. La Comisión Bilateral Colombia-Brasil fue creada en 2009 por Lula y Uribe para incentivar el diálogo político y la coordinación de alto nivel, amplificada en otro memorándum. En 2010, la Policía Nacional de

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Colombia y la Policía Federal de Brasil firmaron un acuerdo de cooperación para el intercambio de experiencias y cooperación técnica en el combate al crimen organizado transnacional. La Comisión de Vecindad e Integración fue creada en 1983 pero actualizada en 2003 y reestructurada en 2012 para impulsar el desarrollo socioeconómico de las poblaciones vecinas (Leticia y Tabatinga). Ese mismo año, se acuerda formalizar anualmente la Reunión de Seguridad Tripartita. En 2011, se llevó a cabo la IX Reunión de la Comisión Mixta sobre Drogas para conjuntar esfuerzos contra el narcotráfico. La Comisión Binacional Fronteriza se creó en 2011 e incluyó el Plan Binacional de Seguridad Fronteriza. En 2012, se celebró la XXIV Conferencia de la Comisión Mixta de Inspección de los Hitos Fronterizos con el fin de demarcar mejor la frontera compartida. En esos marcos, los dos países se reconocieron 1) megabiodiversos, deseosos de proteger mutuamente sus recursos naturales, 2) golpeados por el crimen organizado transnacional y fenómenos comunes (narcotráfico, secuestro, extorsión, contrabando, migración ilegal, lavado de activos, diversos tráficos) y 3) comprometidos en la Unión de Naciones Suramericanas para impulsar una identidad suramericana en defensa y llevar a cabo políticas en ese sector de manera transparente respetando la soberanía e integridad territorial de otros (Candeas, 2012). Esto último considerando el rechazo regional a las bases estadounidenses en Colombia y a una guerra entre Colombia y Venezuela en 2008 o la reacción negativa mayoritaria suramericana de 2013 (p. ej. Brasil) al acuerdo de Colombia para iniciar cooperación en buenas prácticas en defensa con la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Pero saliendo del marco político de la cooperación, no hay un balance claro (oficial) de resultados y ajustes, sobre todo considerando los tres ejercicios bilaterales realizados en la Amazonia en la Operação Cobra I (2005), II (2007) y III (2009), y en las operaciones Ágata. En la cooperación interpolicial, se destaca la captura de capos del narcotráfico de redes que operan entre ambos países. Por ejemplo, la detención de alias Fernandinho en Guainía en 2001, de alias el Cura de las farc en 2005 en São Paulo, de Chupeta en Manaus en 2008, de Felipe en Río en 2010 o de Marquitos en Boa Vista en 2014. También hay personal brasileño que atiende los cursos de Comando Jungla (antinarcóticos) alojados en instalaciones colombianas. Asimismo, las agencias de inteligencia policial de ambos países analizan las conexiones entre las guerrillas y bandas armadas colombianas


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y los cuatro principales grupos criminales de Brasil: el Comando Vermelho, Amigos dos Amigos, Primeiro Comando da Capital y Tercer Comando Puro. Finalmente, Brasil ha apoyado la salida negociada al conflicto armado interno facilitando, por ejemplo, la logística de varias liberaciones unilaterales de secuestrados por parte de las farc en los Gobiernos Uribe y Santos. Y aunque no ha aparecido con un rol central en el actual proceso de negociación Gobierno-farc en Oslo o La Habana, Brasil tendrá un papel significativo para apoyar el posconflicto asesorando reformas cívico-militares, agrarias y sociales. Hoy es el principal contribuyente en la capacitación para el desminado humanitario.

Conclusiones Hay un potencial para aumentar la cooperación bilateral tanto en seguridad como en defensa. Pero también hay un desplazamiento y relocalización de cultivos y la presencia de traficantes, guerrilla y bandas armadas criminales colombianas en vecinos de Brasil, que operan en redes de crimen organizado transnacional. Algunas instituciones para el desarrollo integral y binacional de la frontera deben implementarse con más notoriedad pensando en construir algo más amplio que los programas existentes entre Leticia y Tabatinga. Las ideas que vinculan un posconflicto exitoso en Colombia con la redistribución de la tierra, la modernización de la producción rural, la gestión pacífica de los conflictos y el monitoreo preventivo de la frontera tienden a aproximar a los dos vecinos. Empero, vale la pena exponer algunas dificultades: 1. La cooperación aún es débil en directrices políticas, encuadramientos institucionales y resultados (Costa y Medeiros, 2012, p. 61). 2. Las experiencias Ágata son los mayores esfuerzos de coordinación, pero Brasil lleva casi todo el peso financiero, militar y logístico. 3. Existen varias diferencias de coordinación institucional contra el crimen organizado transnacional. Del lado de Brasil, la dificultad de sincronizar las policías estatal y federal por el alto grado de autonomía de cada una. La Policía Federal, que se encarga de la vigilancia fronteriza permanente en el Plan de Fronteras, no cuenta con el personal ni presupuesto suficiente. Como muestra, en 2011, 2012 y mediados de 2014, se produjeron protestas de miembros de la Policía Federal en ciudades como Río, Fortaleza, Maceió, Aracajú y Natal, en Belém do Pará y Porto Alegre.

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4. El hecho de que la coordinación de la vigilancia brasileña la lleve la Policía Federal, encabezada por el Ministerio de Justicia, mientras que del lado colombiano el peso de la coordinación de Policía y fuerzas armadas lo lleva el Ministerio de Defensa, hace que el grado de empalme institucional sea más exigente. 5. Aunque hay más convergencias que hace dos décadas, la doctrina, la estrategia y las políticas colombianas aún no diferencian conceptual y operativamente entre seguridad y defensa, lo que ocasiona una inclinación a las soluciones militaristas para los problemas internos, lo cual es reforzado por la doctrina militar de Washington y el papel predominante del Ministerio de Defensa sobre la Policía Nacional. Es arduo tender puentes entre concepciones geopolíticas tan distintas, alojadas no solo en las doctrinas del Partido dos Trabalhadores (Brasil) o de la Unidad Nacional (Colombia), sino también en sus fuerzas armadas, en sus élites y, en particular, en una vertiente autonomista del Palácio Itamaraty. Contrastan la predilección de Colombia por el sistema interamericano (Organización de Estados Americanos) y la preferencia brasileña por regímenes suramericanos (Mercosur, Unión de Naciones Suramericanas), y la percepción positiva de Bogotá respecto del papel de los Estados Unidos en América del Sur (Central Intelligence Agency, National Security Agency, Agencia Antidroga de los Estados Unidos, United States Agency for International Development, U. S. Southern Command) frente a la percepción negativa de Brasilia y su idea de que debe ser una cooperación temporal para avanzar hacia acuerdos más soberanos, simétricos e interdependientes entre vecinos. 6. Ambos han tendido a privilegiar enfoques represivos, de mano dura y criminalización contra el narcotráfico y otras formas de crimen y han ignorado las necesidades de intervención en cada nodo de las cadenas ilegales (que no implica necesariamente legalizar producción o consumo de sustancias psicoactivas) y generado altos costos sobre el tejido social y la confianza ciudadana. 7. Ambos, y sobre todo Colombia, deben hacer más por crear entornos seguros para la ciudadanía local y transnacional más vulnerable. Significa construir capacidades institucionales para gestionar conflictos, administrar justicia, brindar educación, servicios públicos y vías de acceso de calidad, atraer y localizar inversión acorde con la demanda de empleo, elecciones socioculturales de las poblaciones y participación democrática. El clima institucional para la convivencia normal no puede ser suplantado por el papel ampliado de las fuerzas armadas en funciones médicas, educativas, sociales y de ingeniería, que pugna por convertirse en la nueva tendencia de seguridad en América Latina.


Colombia y Brasil: seguridad, fronteras y crimen organizado transnacional

Recomendaciones 1. Al presidente, ministro de Defensa, ministro de Justicia y Congreso colombianos: revivir el proyecto de separación de la Policía Nacional del Ministerio de Defensa y hacer hincapié en las reformas que acentúen el carácter civil, preventivo y pedagógico de esta fuerza y la desmilitarice. Esto incluye disminuir el personal militar y aumentar el policial, sobre todo para las fronteras. 2. Al presidente, ministro de Defensa, ministro de Justicia y Congreso de Brasil: nivelar los salarios de la Policía Federal e incorporar nuevos funcionarios, sobre todo para los cuerpos encargados del control fronterizo y la cooperación internacional. 3. A la Comisión Binacional Fronteriza y la Comisión Mixta Antidroga: construir y divulgar públicamente una cartografía detallada de los desbordamientos del conflicto colombiano hacia Brasil y la presencia en ese país de guerrillas, bandas criminales emergentes y carteles colombianos, señalando alertas tempranas y factores de riesgo. 4. A los Gobiernos de Colombia y Brasil, departamental de Amazonas, Vaupés, Casanare y Guainía y estatal de Amazonas en Brasil: coordinar encuentros permanentes donde se planeen e intercambien políticas de incidencia social para el desarrollo de las capacidades cívicas y productivas ciudadanas, políticas de prevención de consumo de sustancias psicoactivas y políticas de prevención de reclutamiento ilegal de jóvenes. 5. A los Gobiernos de Colombia y Brasil, departamental de Amazonas, estatal de Amazonas en Brasil y a los Gobiernos locales de Leticia y Tabatinga: presentar públicamente un avance de implementación de los acuerdos sobre integración lingüística, educativa y social de las poblaciones vecinas e incorporar ajustes al control migratorio. 6. A los Gobiernos, fuerzas armadas y policías de Colombia, Perú y Brasil: hacer más frecuentes los operativos, entrenamientos y patrullajes entre las tres fuerzas en la triple frontera y acompañar este trabajo de contención con un trabajo de construcción de capacidades institucionales y mercados legales. 7. Revitalizar el papel de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y acentuar la participación de sus países en el Sistema de Vigilância da Amazônia. 8. A los Gobiernos de Colombia, Venezuela y Brasil y sus agencias de inteligencia: mejorar el intercambio de información sobre carteles, bandas armadas y guerrillas colombianas entre los tres países y hacer diagnósticos

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conjuntos sobre el comportamiento de estos actores y diseñar medidas de choque pero también de prevención/educación y de denuncia ciudadana.

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Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileĂąas Se terminĂł de imprimir en diciembre de 2017, en los talleres de Javegraf, BogotĂĄ, D. C., Colombia. Compuesto con tipos Minion e impreso sobre papel bond beige.


nsicionalidad, y Guatemala

nilla

rica en Suramé rio el escena global nza

Goberna l y multinive alismo birregion

Editores Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring Autores Mario Arroyave Quintero Ricardo Betancourt Vélez Dirceo Córdoba Guzmán Claudia Dangond Gibsone Jennifer Duarte García Daniel Flemes Angélica Guerra Barón Benjamín Herrera Chaves Marco Antonio Macana Ana Milena Molina Beltrán Edwin Murillo Amaris, S. J. Michael Radseck Ángel Sánchez Mendioroz Oscar Simmonds Pachón Mayden Solano Jiménez Ana María Trujillo Currea Andrés Mauricio Valdivieso Maik Zarandi

lobal: onalismo

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de la gobernanza global y regional

Eduardo Pastrana Buelvas Abogado de la Universidad Santiago de CaliColombia (usc). Doctor en Derecho de la Universidad de Leipzig-Alemania. Fue rector y director de investigaciones de la usc. Es profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (pujb), en donde se desempeña actualmente como director del Departamento de Relaciones Internacionales y editor de la revista Papel Político de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Es director del Grupo de Investigación en Relaciones Internacionales, América Latina e Integración (griali). Es consultor de la Konrad-Adenauer-Stiftung de Colombia. Es Profesor Invitado del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Leipzig-Alemania. Es miembro de la International Studies Association y de la Latin American Studies Association. Ha sido profesor en las Universidades de Castilla la Mancha-España y usc. Ha publicado numerosos libros y artículos sobre temas de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales.

Eduardo Pastrana Buelvas

Problemas y desafíos contemporáneos de la gobernanza global y regional

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ÍTICA EXTERIOR OMBIANA

narios y desafíos posconflicto

S: Mauricio Valdivieso Defelipe Villa Cepeda Pedroso Dangond ernández era o Pastrana Buelvas o Velosa urillo S.J. o Víctor Jiménez S.J. Prieto ancelado Gehring pe Vega owe ntonio Macana a Cuervo Souza royave Quintero LucÍa Márquez Gomis onzález rle astro Betancourt García

icto

ISBN 978-958-781-087-5

978-958-781-087-5

9 789587 810875

LA PROYECCIÓN DE CHINA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Eduardo Pastrana Buelvas

e la Universidad Santiago de CaliDoctor en Derecho de la Universidad lemania. Fue rector y director de investila usc. Es profesor titular de la Pontificia Javeriana de Bogotá (pujb), en donde ña actualmente como director del Dede Relaciones Internacionales y editor Papel Político de la Facultad de Ciencia laciones Internacionales. Es director del vestigación en Relaciones InternacionaLatina e Integración (griali). Es consultor ad-Adenauer-Stiftung de Colombia. Es vitado del Instituto de Ciencia Política sidad de Leipzig-Alemania. Es miembro ational Studies Association y de la Latin udies Association. Ha sido profesor en dades de Castilla la Mancha-España y cado numerosos libros y artículos sobre erecho Internacional y Relaciones Inter-

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En el marco de la transición del orden unipolar a uno multipolar, Asia Pacífico ha surgido como un actor de peso creciente en la economía mundial. En este contexto, China viene emergiendo paulatinamente como una gran potencia, un importante inversionista, prestamista y, después de Estados Unidos, como el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe. La región se ha convertido en un actor geoeconómicamente y geopolíticamente clave para China, por su atractivo como mercado para los productos manufacturados y por su importancia como fuente de productos primarios para la economía china. Además, existe la posibilidad de que Latinoamérica se convierta en un aliado político para brindarle legitimidad y apoyo en la aspiración de ser una gran potencia y de fortalecer su política de una sola China, ya que más de la mitad de los países que reconocen a Taiwán están en América Latina. El interés de China en la región tiene la intención de ejercerles contrapeso a Estados Unidos en su tradicional zona de influencia, a fin de mejorar su capacidad negociadora en los asuntos que tiene por resolver con la superpotencia en Asia del Este. Teniendo en cuenta los anteriores factores, la presente obra colectiva da cuenta de las relaciones entre China y América Latina y el Caribe en las dinámicas hemisféricas y en nueva distribución global de poder.

Eduardo Pastrana Buelvas y Hubert Gehring, eds.

Eduardo Pastrana Buelvas

LA PROYECCIÓN DE CHINA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Editores: Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring

Autores: Mario Arroyave Raúl Bernal Meza Rafael Castro Horacio Coral Camilo Defelipe Villa Alejandra Figueredo Miguel Gomis Paula Alejandra González Thomas Legler Ralf J. Leiteritz Louise Lowe Martha Lucía Márquez Haibin Niu Eduardo Pastrana Buelvas Germán Camilo Prieto Laura Lucía Rodríguez Andrés Serbin Jiang Shixue Danielly Ramos Eduardo Tzili Apango Andrés Valdivieso Eduardo Velosa Diego Vera Piñeros

Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring Editores

La proyección de China

ISBN 978-958-781-135-3

en América Latina y el Caribe Eduardo Pastrana Buelvas Hubert Gehring

978-958-781-135-3

-editores-

9 789587 811353

Daniel Flemes, Eduardo Pastrana Buelvas y Mariana Carpes, eds

PROBLEMAS Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS

Brasil y Colombia son los dos Estados que tienen el mayor potencial para influir en el futuro político, económico y social de Sudamérica. La crisis en varios ámbitos por la que atraviesa Brasil y la superación del conflicto por parte de Colombia han generado una relación más simétrica entre los dos actores estatales. En este contexto, el libro examina el estado y las perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas. Presenta los resultados de un proyecto de investigación que adelantaron académicos colombianos de la Pontificia Universidad Javeriana (puj) de Bogotá, alemanes del German Institute of Global and Area Studies (giga) de Hamburgo y brasileños de la Escola de Comando e Estado Maior do Exército (eceme) de Río de Janeiro. Estado y perspectivas de las relaciones colombo-brasileñas da cuenta de la forma en que la proyección del poder regional de Brasil, a partir de los años noventa, ha incidido en la construcción de las relaciones con Colombia. A lo largo de los capítulos de esta obra colectiva, se explicitan los factores cooperativos y competitivos de las relaciones colombo-brasileñas en las últimas décadas y se presentan posibles escenarios futuros.

ESTADO Y PERSPECTIVAS DE LAS RELACIONES COLOMBO-BRASILEÑAS

Editora Martha Lucía Gutiérrez Bonilla Autores Martha Lucía Gutiérrez Bonilla Donny Meertens July Fajardo Farfán Eliana Pinto Velásquez Luz María Londoño Fernández Patricia Ramírez Parra Luz Claribe Rincón Rodríguez Mónica Londoño Martínez Viviana Osorio Pérez Judith Erazo Amanda Carrera Olga Alicia Paz Guillermo Padilla Carlos Paredes

La obra recoge una serie de trabajos realizados en la última década sobre los desafíos de la gobernanza regional y global. Dichas problemáticas desarrolladas a lo largo del texto se abordan desde una perspectiva interdisciplinaria, cuyos pilares fundamentales son las teorías de las relaciones internacionales, el análisis de política exterior y el derecho internacional. Adicionalmente, en la obra se lleva cabo un diálogo con disciplinas sociales como la ciencia política y la sociología, con cuyos conceptos y herramientas se interpretan los desafíos que enfrenta el derecho internacional público en un orden mundial en transición. Así mismo, se explican los retos de la Unión Europea de cara a su gobernanza interna y a la gestión de asuntos de la agenda global; la tensión entre los procesos globales y los procesos de regionalización; las luces y sombras de los procesos de regionalización en América Latina; la proyección de Colombia en el escenario regional y el global y, por último —pero no menos importante—, la proyección del liderazgo regional de Brasil y su búsqueda de un rol como jugador global.

PROBLEMAS Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS DE LA GOBERNANZA GLOBAL Y REGIONAL

cción:

Eduardo Pastrana Buelvas

Otros títulos de esta colección:

ESTADO Y PERSPECTIVAS DE LAS RELACIONES COLOMBO-BRASILEÑAS

Editores: Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes

Autores: Klaus Bodemer Mariana Carpes Rafael Castro Daniel Flemes Alexandre Fuccille Jorge F. Garzón Benjamín Herrera Chaves Adriana Aparecida Marques Eduardo Pastrana Buelvas German C. Prieto Michael Radseck Sören Scholvin Eduardo Velosa Diego Vera Piñeros

Daniel Flemes Eduardo Pastrana Buelvas Mariana Carpes Editores


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