Oda a John Wayne

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OTROS TÍTULOS DE LA COLECCIÓN

El don de la renuncia Juan Felipe Robledo Prólogo de William Ospina

ÓSCAR TORRES DUQUE

otros poetas latinoamericanos, había cantado a figuras de la cultura massmediada de nuestro tiempo (su poema al rey del rock and roll es cabal ejemplo de esa tentativa crítica de la mitología moderna). Mas lo suyo ahora, sin ser asunto nuevo, es poco usual en la poesía colombiana. El azar de ese encuentro y su diálogo, que desencadena tantas preguntas como silencios, nos lleva a estimar en la factura rigurosa del poema de largo aliento la renovación de la prosodia y la imaginería habituales del verso medianero, en tantos lados, desasido o recargado, que algunos escribimos. Extracto del prólogo de este libro escrito por Felipe García Quintero

Óscar Torres Duque

A Óscar Torres Duque, como antes

Bogotá, 1963

ODA A JOHN WAYNE

La Colección Poesía de la Universidad Javeriana se propone explorar las nuevas rutas estéticas de la más reciente lírica nacional e internacional. Así mismo, quiere divulgar las voces más reconocidas y promocionar a los nuevos creadores del género. El Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana y la Editorial de la misma Universidad buscan posicionarse en el ámbito nacional con una colección caracterizada por su riguroso cuidado editorial y su selección de lo mejor de la actual poesía, al alcance de todos.

ODA A JOHN WAYNE (HISTORIA PERSONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS)

Óscar Torres Duque

Heráclito inasible Prólogo de Eduardo Jaramillo-Zuluaga Facultad de Ciencias Sociales

Cubierta_Torres.indd 1

COLECCIÓN POESÍA

Jorge Cadavid

Poeta, ensayista y profesor universitario. Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Iowa. Ha publicado los siguientes libros: La poesía como idilio. La poesía clásica en Colombia (crítica literaria, 1992); Manual de cultura general (poesía, 1994); El mausoleo iluminado. Antología del ensayo en Colombia (1997 y 1998); Visitación del hoy (poesía, 1998); El Divino Niño (ensayo de cultura popular e iconografía, 1999); Otro (poesía, 1999) y En la carpeta de “Oda a John Wayne” (poesía, 2004). Ha sido editor, coeditor y colaborador de varios volúmenes de ediciones críticas y colecciones de crítica literaria y cultural, entre otros la edición crítica de la Obra poética de Aurelio Arturo (2004) y los volúmenes colectivos Crítica y ficción. Crítica literaria y ensayo en Colombia (2000) y Literatura y otras artes en América Latina (2004). Ha obtenido dos premios nacionales de literatura (en ensayo y poesía), una beca en investigación individual del antiguo Instituto Colombiano de Cultura (para una historia del ensayo en Colombia) y la beca internacional Anne Cleary para la investigación otorgada por la Universidad de Iowa en USA. Autor de numerosos ensayos y reseñas en revistas culturales del país y el exterior, y conferencista en Colombia y los Estados Unidos.

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ODA A JOHN WAYNE (HISTORIA PERSONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS)

Óscar Torres Duque



ODA A JOHN WAYNE (HISTORIA PERSONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS)

Óscar Torres Duque


Facultad de Ciencias Sociales

Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Óscar Torres Duque Miembros del comité editorial: Giovanni Quessep Ramón Cote Baraibar Federico Díaz-Granados Cristo Rafael Figueroa Sánchez

Cuidado de texto: Jineth Ardila Diseño de pauta gráfica: Ignacio Martínez-Villalba Diagramación: María Victoria Mora Diseño de carátula: Ignacio Martínez-Villalba

Primera edición: diciembre de 2010 Bogotá, D.C. isbn: 978-958-???-???-? Número de ejemplares: 400 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

Impresión: Javegraf

Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7ª núm. 37-25, oficina 13-01 Edificio Lutaima Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial Bogotá, D.C.

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana

MIEMBRO DE LA

RED DE EDITORIALES UNIVERSITARIAS DE AUSJAL ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA

www.ausjal.org


CONTENIDO

Pr贸logo

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I

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II

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III

29

IV

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V

43

VI

53

VII

63

VIII

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IX

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X

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Para Pablo Ariza y Gabriela Morales, en la tierra y el cielo de Colombia



P RÓ L O G O

Felipe García Quintero Universidad del Cauca

Vacilé, por ser inútil a un prólogo, en confirmar quién era John Wayne. Saberlo o no poco importa. Todo porque la poesía transfigura lo llamado real y lo hace más real, le da otra existencia: un nombre nuevo a una vida vieja, de voz y conciencia ciertas, como de memoria y lenguaje palpables, emerge, nace de la muerte misma, esa vida incierta de celuloide que la imaginación y la experiencia perpetúan en imágenes distintas, en vocablos de introspección diferente, tal y como se nos antoja imaginar fuera el encuentro del poeta con John Wayne en una parada de bus en Iowa City. Ya Óscar Torres Duque, como antes otros poetas latinoamericanos, había cantado a figuras de la cultura massmediada de nuestro tiempo (su poema al rey del rock and roll es cabal ejemplo de esa tentativa crítica de la mitología moderna). Mas lo suyo ahora, sin ser asunto nuevo, es poco usual en la poesía

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colombiana. El azar de ese encuentro y su diálogo, que desencadena tantas preguntas como silencios, nos lleva a estimar en la factura rigurosa del poema de largo aliento la renovación de la prosodia y la imaginería habituales del verso medianero, en tantos lados, desasido o recargado, que algunos escribimos. Se impone en este poema el rigor de un verso que se expande y contrae sin perder intensidad, porque cuando el pensamiento deja de iluminar los ámbitos de la memoria —sus naturales contradicciones entre ese decir y ese hacer poco supuesto de un diálogo con el aire grave de las palabras—, acude al deslumbramiento verbal la descripción razonada de la oportuna frase corriente, serena, de la calle misma, que resguarda el equilibrio difícil y alcanzado, con sobriedad expresiva, entre reflexión y descripción, entre historia y anécdota. Quiero decir que esta Oda a John Wayne (si acaso lo es, porque la ironía no deja palabra en su lugar) se constituye en un poema ejemplar del éxodo, dicho incluso en el sentido más conservador del término, puesto que lo testimonial lo es de una lección de vida; más que de una enseñanza se trata de un aprendizaje por movimiento, que igual se aleja de un modelo a seguir, ya que no busca moralizar ni sólo testificar la dura y edificante experiencia de ser nadie, un migrante más de la diáspora de aquí y de allá, global, como bien anotarían los expertos; Ian Chambers, por ejemplo. Para decir con Ulises, entonces, mi nombre es nadie, se escribe un largo poema acerca de la identidad, cuya escisión interior la escritura sutura línea a línea. Aunque esta palabra —identidad— jamás sea dicha, por opaca y estar atada al peso mismo de no saber en verdad qué significa o define, el poema fluye y navega para nosotros en la voz segura de la incertidumbre que indaga por lo que somos, por aquello mismo que al leer estamos siendo en el poema. Al cabo del relato tenemos la imagen total del viaje, ahíto de pedazos, hecho con fragmentos de vida completa; esa suma incesante de silencios, de pregun-


tas y razones que tanto le sirven al poema para decir como para callar, cuando amplía y contrae su vital fuerza expresiva. Tenemos en esa figura afín a la mítica del viajero imaginado, y no a la cruda de nuestros desplazados, al poeta y al poema pródigos que expresan el doble exilio, pues irse y regresar son dos caminos distintos dentro de eso que llamamos el viaje, y que construye una fábula diferente de la migración; porque de lo que se trata en esta historia personal de los Estados Unidos no es sólo de la fascinación consumista que repele y atrae por igual al extranjero sino de la experiencia de una prueba mayor que es el exilio de la lengua, asunto para nada fácil si recordamos la aspiración de Elytis cuando sentenció: “[…] mi único cuidado mi lengua en los arenales de Homero”. Por eso tal vez este libro sea la historia de una resurrección, ya no del Odiseo aquel, o de ese tal Lázaro, menos de un fulano llamado Orfeo, tan conocidos ya porque cada cual vuelve a su patria, a la vida, al amor; quiero decir ahora que ésta es la historia de un hombre como tantos que un día se va de casa y años después vuelve siendo otro, por supuesto, mirando atrás, a los lados, arriba y abajo, con voz y mirada inquietas porque camina dentro de la tradición remozada de sus recuerdos, y lo hace así porque algo afuera también ha cambiado, las cosas y el mundo no lo reconocen, han dejado quizá de ser suyos, y lo suyo es ya de otros como ahora su palabra es nuestra. En cualquiera de los casos, el viajero regresa y trae un libro, todo su equipaje. Un libro hondo y templado, esforzado, como hizo de los héroes la tragedia griega, escrito en exilio, digo, con la lengua del exilio, a veces como extranjero de acá, otras nativo de allá, siendo por igual desarraigo el viaje de la escritura que recuerda el viaje físico, el vivido, que brota con otra vida al contarlo y que nosotros complacidos leemos sin esa distancia impuesta y restituida, porque el poeta lo dice bellamente de forma distinta, sin al cabo saber quién es ese John Wayne encontrado en la estación de buses.

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Y quizá porque el poeta duda, no sabe bien decir ¿cómo fue?, ¿qué paso?, ¿dónde?, ¿cuándo?, pues un ritmo nuevo modula el antiguo asombro, doma el cotidiano terror, apacigua la ira de no ser visto, enluce la tristeza de sólo escuchar, de comprender sin entender. Por eso acaso la memoria habla de sus extravíos como encuentros, de las rutas de nombres perdidos como caminos propios. Aunque no sepa decirlo, reiteramos, el poeta dice, canta a ese poco y hondo saber de remover la tierra del tiempo que cubre su largo y sostenido respirar, los latidos del irse, del llegar, desde la primera línea de ese viaje suyo escrito en el cielo extraño, por cómodo, de fechas y lugares indelebles, seductores todos, donde las cosas del mundo cotidiano resultan objetos exóticos, incluso tesoros del capitalismo metropolitano con su prosa destellante de mercancías, lleno de miradas y voces, como cuando se está en un supermercado o en un cine mirando un film de vaqueros. Porque dos orillas tiene el viaje, de voces y escrituras, el poema parece sufrir de diglosia y no ser un caso de bilingüismo poético. ¿Cómo saberlo? Lo cierto es que lejos está el poeta de la lengua docta, toma distancia de esta pulsión tan arraigada en el gremio, todo porque renuncia a ser de nuevo el Pound nuevo (como anheló aquel émulo peruano); en cambio su lugar habitado ahora es la calle, mejor, la intemperie de la cultura migrante, corrijo de nuevo, de la imaginación migrante que consiente la lengua imperial y potencia lo castizo porque estalla en la incomprensión, ese nudo pleno que Óscar Torres Duque desata bien cuando encuentra en el nombre del famoso pistolero otra voz, otro cuerpo, y nos habla de él porque dialoga con su espectro, nos conversa. Me maravillo de sentir la certeza de ser también, por un momento, parte de esa charla, de su alegato, de ver antes una película que para el lector apenas empieza.


ODA A JOHN WAYNE (HISTORIA PERSONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS)



Ganado tengo el pan: hágase el verso JOSÉ MARTÍ

Me levanto del butacón, que ha vuelto a ser reading chair GUSTAVO PÉREZ FIRMAT

Contempla bien, meteco, huésped arisco de uno u otro arraigo, a los claros nativos de algún Orden pesar abiertamente en los surcos del tiempo. TOMÁS SEGOVIA

Tengo a un país atravesado en la garganta MARTA GÓMEZ



I



Celebrad la primera línea, entre el silencio y el silencio, los nombres nuevos con forastera pronunciación, y a este hombre nuevo, de viejo nombre, a quien la fatalidad de tanta y tan ilusa historia ha imaginado /como un vaquero de rostro adusto, inconfundible. Primera línea: qué más da, la undécima o casi la última, el poeta ignora todo de su oficio: no sabe cuándo empezó, no /sabe cuándo termina. Pero yo sé que hubo líneas escritas por mi mano, allá en Co/lombia, o lo sabía, y un día quise leerlas, y no pude. Volver a escribirlas, volver a escribirla, una sola, la línea, poder, como Dante en el infierno, poder, decir y poder escribir la línea y hacerlo en el infierno, en tierra ajena, sin /tierra. De eso se trata, en eso consiste contar una historia y cantar la gloria, sospechosa gloria humana. Las líneas de la tumba, una con un nombre, otra con dos fechas, acaso una inscripción llamada epitafio en que vanamente un /hombre, una mujer recuerda o desea contra la muerte que /otro hombre, otra mujer perviva. En la memoria tal vez, y en la piel de las palabras que no es más que la lisa, áspera, húmeda o aliquenada superficie de una piedra, una lápida. Tres líneas, tal vez cuatro. Para decir: llegué a Cincinnati el 26 de agosto del año 2000; /para decir: un día de verano de 1997 vi desde la orilla de un /lago las tupidas montañas de Pennsylvania, o en la primavera /de 1998 reconocí los rododendros en flor que amurallaban /casas y edificios bajo el frío cielo de Seattle. Pero no sé cuándo empezó, esta historia.

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Ni dónde me esperaba John Wayne con su español escolar y su /lúcida y trilingüe conversación de superviviente.

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Creo saberlo ahora, pero no lo sabré mañana: fue en un bus stop de Iowa City, era el fin del otoño y estábamos /los dos solos, en espera del mismo bus frente al lote inmenso de trailers de /Forest View Park, en uno de los cuales vivía John, el sonriente y algo obeso y mal vestido y poco típico “americano” que creyó reconocerme con su “¿ha/blas español?”. En efecto me reconocía. Tiempos atrás fui yo el experto en reconocer al mundo entero. Re conocer, no tan sólo aceptar, tolerar, escuchar. Re-conocer, no tan sólo entender, apreciar, comprender. “¿Hablas español?”. “¿Te gusta la noche?”. “¿Escribes poesía?”. /“¿Vives con tus abuelos?”. “¿Hablas polaco?” “¿Te gusta por /detrás?”. Preguntas las hay en español. Otros preguntan en polaco, en /espanglish y en swagili. John Wayne preguntaba en español, /me preguntaba en un español nítido, de taller, de conversation /workshop. John Wayne no preguntaba en inglés. Nunca lo oí /preguntar. Pero tal vez nunca lo oí. Nunca lo reconocí. Que hay una grandeza posible en cada mínima y vil criatura /social, que hay una grandeza. Y mucho silencio, mucha muerte, y la miseria interminable.


Oda a John Wayne se compuso con tipograf铆a de la fuente Granjon. Se termin贸 de imprimir en los talleres de Javegraf en el mes de diciembre de 2010.


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otros poetas latinoamericanos, había cantado a figuras de la cultura massmediada de nuestro tiempo (su poema al rey del rock and roll es cabal ejemplo de esa tentativa crítica de la mitología moderna). Mas lo suyo ahora, sin ser asunto nuevo, es poco usual en la poesía colombiana. El azar de ese encuentro y su diálogo, que desencadena tantas preguntas como silencios, nos lleva a estimar en la factura rigurosa del poema de largo aliento la renovación de la prosodia y la imaginería habituales del verso medianero, en tantos lados, desasido o recargado, que algunos escribimos. Extracto del prólogo de este libro escrito por Felipe García Quintero

Óscar Torres Duque

A Óscar Torres Duque, como antes

Bogotá, 1963

ODA A JOHN WAYNE

La Colección Poesía de la Universidad Javeriana se propone explorar las nuevas rutas estéticas de la más reciente lírica nacional e internacional. Así mismo, quiere divulgar las voces más reconocidas y promocionar a los nuevos creadores del género. El Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana y la Editorial de la misma Universidad buscan posicionarse en el ámbito nacional con una colección caracterizada por su riguroso cuidado editorial y su selección de lo mejor de la actual poesía, al alcance de todos.

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Heráclito inasible Prólogo de Eduardo Jaramillo-Zuluaga Facultad de Ciencias Sociales

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Jorge Cadavid

Poeta, ensayista y profesor universitario. Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Iowa. Ha publicado los siguientes libros: La poesía como idilio. La poesía clásica en Colombia (crítica literaria, 1992); Manual de cultura general (poesía, 1994); El mausoleo iluminado. Antología del ensayo en Colombia (1997 y 1998); Visitación del hoy (poesía, 1998); El Divino Niño (ensayo de cultura popular e iconografía, 1999); Otro (poesía, 1999) y En la carpeta de “Oda a John Wayne” (poesía, 2004). Ha sido editor, coeditor y colaborador de varios volúmenes de ediciones críticas y colecciones de crítica literaria y cultural, entre otros la edición crítica de la Obra poética de Aurelio Arturo (2004) y los volúmenes colectivos Crítica y ficción. Crítica literaria y ensayo en Colombia (2000) y Literatura y otras artes en América Latina (2004). Ha obtenido dos premios nacionales de literatura (en ensayo y poesía), una beca en investigación individual del antiguo Instituto Colombiano de Cultura (para una historia del ensayo en Colombia) y la beca internacional Anne Cleary para la investigación otorgada por la Universidad de Iowa en USA. Autor de numerosos ensayos y reseñas en revistas culturales del país y el exterior, y conferencista en Colombia y los Estados Unidos.

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