Plaza Central de Mercado de Bogotá Las variaciones de un paradigma, 1849-1953
ISBN 978-958-781-142-1
9 7895 87 8114 21
Este libro es la historia de la primera plaza de mercado cubierta de Colombia y la historia de una idea de ciudad. Plaza y ciudad se entrelazan para configurar una historia y una teoría como explicación alternativa de la arquitectura y el urbanismo republicanos en Bogotá. Los hallazgos historiográficos sustentan un paradigma teórico fundamentado en los parámetros aseo, salubridad y ornato como ejes conceptuales sobre los que el Gobierno de la ciudad situó tanto los problemas como las soluciones para la urbe de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
william garcía ramírez
Las variaciones de un paradigma, 1849-1953
william garcía ramírez
SESQUICENTENARIO
Pontificia Universidad Javeriana Universidad Nacional de Colombia
Profesor e investigador de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana. Arquitecto y magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad de la Universidad Nacional de Colombia. Su tesis de maestría, Plaza Central de Mercado: las variaciones de un paradigma (2011), fue laureada y obtuvo el premio a la mejor tesis de posgrado en patrimonio del Ministerio de Cultura de Colombia en el 2011. Además, fue ganador de la beca de investigación Patrimonio a la Plaza del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural en el 2014. Fue profesor de cátedra del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia e investigador en varios proyectos de la Facultad de Artes de esta universidad.
Las variaciones de un paradigma
William GarcĂa RamĂrez
Facultad de Arquitectura y Diseño
Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Facultad de Arquitectura y Diseño © Universidad Nacional de Colombia © Facultad de Artes - Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad © William García Ramírez Primera edición Bogotá D. C., diciembre de 2017 ISBN: 978-958-781-142-1 Número de ejemplares: 400 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7. a N.° 37-25, oficina 1301 Edificio Lutaima, Bogotá D. C., Colombia Teléfono (57-1) 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial Editorial Universidad Nacional de Colombia Avenida El Dorado N.° 44A-40, edificio Hemeroteca Nacional Universitaria. Piso 1.° sala oriental Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D. C. Teléfono (57-1) 3165000 ext. 20040 www.editorial.unal.edu.co Claudia Burgos corrección de estilo lacentraldediseno.com Diseño y diagramación Javegraf impresión Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno. Universidad Nacional de Colombia | Vigilada Mineducación. Creación de la Universidad Nacional de Colombia: Ley 66 de 1867. Acreditación institucional de alta calidad: Resolución Ministerial 2513 del 9 de abril del 2010. Régimen orgánico de la Universidad Nacional de Colombia: Decreto 1210 de 1993 inp
31 / 03 / 2017
Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad Nacional de Colombia.
García Ramírez, William, autor Plaza Central de Mercado de Bogotá: las variaciones de un paradigma 1849-1953 / William García Ramírez. -- Primera edición. -- Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2017. 346 páginas: ilustraciones, fotos, y planos; 21 cm Incluye referencias bibliográficas (páginas 334-344) ISBN: 978-958-781-142-1 1. plazas de mercado – historia - bogotá (colombia) – 1849-1953. 2. arquitectura de plazas – historia - bogotá (colombia) – 1849-1953. 3. arquitectura – historia - bogotá (colombia) – 1849-1953. 4. mercados - historia bogotá (colombia) – 1849-1953. 5. plazas de mercado - bogotá (colombia) - diseños y planos. I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Arquitectura y Diseño. II. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes. CDD 711.554 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J. inp
25 / 10 / 2016
A Él, que lo es todo en todos
CONTENIDO
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Reconocimientos
De la calle al edificio Inicios de la plaza, 1846-1861 Terminación de la plaza, 1875-1882 Sistema de abastos de Bogotá, 1882 Higiene y arquitectura para las plazas de mercado, 1886-1890 La concepción de La Concepción
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Prólogo
Salubridad, aseo y ornato
Silvia Arango
Las razones de un paradigma El temor expectante Salubridad Aseo Ornato La tríada conceptual salubridad, aseo y ornato
18 Introducción
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Del edificio a la calle
Conclusiones
La plaza de mercado como factor en la urbanización de la ciudad, 1900 Plaza y burocracia, 1900-1917 La fuga de las musas: el concurso para la Plaza Central de Mercado, 1917 Polémicas alrededor de la nueva plaza, 1919-1924 Finalización de la Plaza Central de Mercado, 1924-1927 La vida de la Plaza Central de Mercado, 1927-1946 Razones para una demolición, 1946-1953
Hacia la construcción de un paradigma Un enfoque historiográfico
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Higiene, elegancia y comodidad
Epílogo. Una plaza caminante
El umbral entre los siglos xix y xx o las variaciones de un paradigma Higiene Comodidad Elegancia La tríada conceptual higiene, elegancia y comodidad
334 Bibliografía
RECONOCIMIENTOS
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a realización de este libro se debe a la confluencia de múltiples factores y actores, sin los cuales no hubiese sido posible este emprendimiento. Por esta razón, quiero reconocer y agradecer, en primera instancia, la inmensa colaboración de los profesores Carlos Niño, Alberto Saldarriaga, Germán Mejía, Jorge Ramírez y Natalia Gutiérrez, de la Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, quienes con sus luces orientaron esta investigación. En especial, quiero manifestar mi agradecimiento a la arquitecta Silvia Arango, quien con perspicacia fue paciente directora y amable confidente de las inquietudes que dieron lugar a este trabajo. Así mismo, resultó fundamental el impulso que le dio a esta publicación la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana, en cabeza de su decano Giovanni Ferroni y su directora Luz Mery Rodelo, quienes me dieron el espacio y el tiempo para decantar las ideas que finalmente dieron origen a este libro. Pero todo me sería nada sin el apoyo de mi familia. Gracias a ellos, a mis padres Jorge Enrique y Maria Elisa, a mis hermanos y, por último, a mi papá Dios, pues su apoyo y confianza hicieron de esta travesía investigativa una aventura feliz.
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PRÓLOGO
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uando se hace una investigación en el marco académico de una maestría o un doctorado, normalmente se parte de un tema, es decir, de algo que se desea indagar; luego se elabora una hipótesis, es decir, una síntesis reducida de lo que se desea decir o probar, y después se aclara la metodología, esto es, el camino que se recorrerá para hacerlo. En ese momento se escogen las fuentes históricas más idóneas para estructurar la metodología y probar —o falsear— la hipótesis que explica el tema. De esta manera, las fuentes históricas (documentos escritos, gráficos o materiales) suelen funcionar como “pruebas” que aporta el investigador para mostrar que lo que busca decir es verdadero o, al menos, verosímil. Dependiendo de su habilidad, sacará más o menos jugo a estas fuentes leyéndolas “entre líneas” y usándolas como indicios. Empiezo por estas consideraciones porque uno de los aspectos principales del trabajo Plaza Central de Mercado de Bogotá. Las variaciones de un paradigma, 1849-1953, de William García, es que subvirtió estas normas aceptadas, invirtiendo el recorrido lógico descrito. El autor procedió de la manera contraria: su punto de partida fueron las fuentes y, específicamente, dos fuentes documentales, los informes Lombana: el de Vicente Lombana de 1849 y el de Julián Lombana de 1903. Es muy curioso empezar así una investigación, pues fue a partir de allí que sucedió lo demás: la lectura cuidadosa de estos dos textos incitó la imaginación, señaló un camino, detonó una sospecha que se convertiría en hipótesis y terminó configurando el tema. Esta relación
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con las fuentes es muy excepcional e implica una doble actitud: de acercamiento al pasado, a la lógica histórica de las palabras que están en los documentos, y, a la vez, de distanciamiento, pues la comparación permitió ver las fuentes como un proceso que solo es discernible desde la larga perspectiva del presente. Este doble juego es indispensable para el verdadero historiador, que es un personaje cuya curiosidad se da de manera superlativa. Por ello, es capaz de practicar la transmigración mental a un pasado que no es el suyo (transmigración, deporte supremo, decía José Ortega y Gasset), sin perder de vista que examina algo que, indefectiblemente, ya pasó. Entonces, en esta tesis, el tema se construye en el camino, se tropieza con él, se descubre y desborda el objeto inicial de indagación —la plaza de mercado—, que termina siendo una excusa para el verdadero tema que pugna por aflorar. La tesis tiene dos componentes: uno descriptivo y uno interpretativo. El autor los define de manera distinta, al decir que hay un componente histórico y otro teórico. Pienso, sin embargo, que es difícil hacer esta distinción: toda teoría nace en un periodo histórico y todo relato del pasado está impregnado de unas teorías que le dan sentido. Los componentes de la tesis son dos niveles históricos que se superponen: la historia material, tangible, y la historia de las ideas, intangible. La historia material es la descripción pormenorizada de la biografía del mercado de La Concepción: su nacimiento, su vida y su muerte. Es, en sentido estricto, como toda biografía, la parte que tiene las fechas limítrofes precisas de 1849 y 1953. El trabajo dispendioso y prolongado del cazador implacable de todas las menciones, fotos y planos de la plaza de mercado en muchas fuentes disímiles habría bastado, por sí mismo, como tesis de maestría. Debe también aclararse que la indagación exhaustiva de la plaza no habría podido hacerse en el marco reducido de los dos años que prevé el programa y que las tesis verdaderamente significativas, como esta, requieren de más tiempo para desarrollarse.
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Prólogo
La historia inmaterial de las ideas es el componente interpretativo de este trabajo, que consiste en el estudio de dos tríadas de conceptos salubridad, aseo y ornato e higiene, comodidad y elegancia. Para estudiarlas, no se pueden tener fechas limítrofes tan precisas. Aunque escribí historia de las ideas al inicio de este párrafo, dudo que sea este el término más adecuado, pues normalmente por ello se entiende la evolución de las elaboraciones intelectuales de los grandes pensadores, plasmadas en libros. Lo que en la tesis y en este libro se aborda son las ideas efectivas que tienen en la cabeza las personas y que cosen el tejido social. Es lo que otros autores denominan creencias, otras ideologías, otros imaginarios y que aquí se llaman horizontes conceptuales o paradigmas. Aquí se trata, en todo caso, de sacar a la luz lo implícito, de explicar las convicciones colectivas que, de tanto saberse, casi nunca se explicitan, pero rigen los comportamientos. Como considero que este componente interpretativo es el verdadero tema de este libro y el más fructífero en términos de su repercusión general, dedicaré a él una mayor atención.
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Las dos tríadas se traban en una compleja relación de continuidad y ruptura: la evolución de cada uno de los términos forma parte de la tradición, pero a la vez indica lo nuevo. Como todas las cosas nuevas están impregnadas de cosas viejas, nada es tan difícil de ver como lo nuevo de lo nuevo. Para explicar la aventura de los términos, el autor hizo el seguimiento de la salubridad hasta convertirse en higiene, del aseo hasta convertirse en comodidad y del ornato hasta convertirse en elegancia. La transformación del sentido de las palabras es también una transformación del horizonte conceptual, en un proceso paulatino que muestra la inercia de ciertos valores generales dentro de una transformación constante. Como señala acertadamente el texto, el paradigma del aseo trasmutado en comodidad es el más elusivo de explicar históricamente, pero es uno de los más representativos del paso del siglo xix al xx. Es insuficiente su cercanía al término inglés de confort, lo que confirma una vez más, sea dicho de paso, la imposibilidad de traducir ciertas palabras. En el contexto colombiano, el
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aseo ya convertido en comodidad me recuerda un término que usaba mucho mi abuelita cuando usaba el adjetivo comedido para calificar un comportamiento adecuado, prudente y mesurado. Lo aplicaba a las personas que sabían cómo comportarse en cada situación, que no solo eran discretas, sino que tenían la capacidad de distribuir los acentos y énfasis para estar presentes, sin ser estridentes. Por otro lado, cabe preguntarse: ¿por qué se escogieron estas dos tríadas de paradigmas y no otras? La respuesta más obvia es porque las encontró reiteradamente en los documentos consultados, pero hay otra respuesta menos evidente: porque están en la base de la idea que se tenía en Colombia de la arquitectura en el cambio de siglos y explica el nacimiento social de la profesión misma. Los tres pares de conceptos no coinciden exactamente con la tríada de Vitruvio: firmeza (firmitas), utilidad (utilitas) y belleza (venustas), aunque tienen que ver con estos conceptos. Lo que aquí encontramos es el eco de una teoría encarnada en un tiempo y lugar, es decir, una historización de la teoría. En el siglo xix, la cultura arquitectónica prácticamente no existía en el país y tampoco había estudios formales de la profesión. Desde 1884, los cursos de arquitectura en la Academia de Bellas Artes introdujeron un saber culto a una minoría muy restringida, pero la capilaridad de estos conocimientos a sectores más amplios de la población fue introduciendo unos valores que identificaron a los arquitectos y los diferenciaron de los otros gremios que tenían que ver con la construcción: los ingenieros, los maestros de obra y los artesanos. El horizonte conceptual que descubrió William García con sus pares de paradigmas proporcionó una versión más verosímil de nuestra historia de la arquitectura, pues demostró que la arquitectura moderna no “llegó” a Colombia en una determinada fecha, sino que “fue llegando” o, mejor, se fue formando en un proceso dilatado, dentro de un contexto social y con unos personajes específicos. No deja de ser enigmática la tríada misma, en el sentido de preguntarse: ¿por qué la arquitectura tiende a definirse con tres conceptos y no dos
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Prólogo
o cuatro? Utilizar solo dos componentes remite a la polarización de contrarios, a la dicotomía dialéctica que supone la confrontación. Utilizar cuatro o más componentes disuelve la definición en un listado de atributos. En cambio, utilizar tres componentes equivalentes posee la virtud del equilibrio; no en vano el número tres ha sido históricamente la representación de la unidad dentro de la diversidad. La butaca de tres patas en que William García sustenta la arquitectura introduce la incertidumbre indispensable para entender una profesión humanística que posee la técnica de los ingenieros, el saber práctico de los maestros de obra y las ambiciones espirituales de los artistas plásticos.
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Es para mí un placer presentar un trabajo que asumió las circunstancias en que se debate la investigación en arquitectura, pues aplicó aspectos derivados de las ciencias humanas —especialmente de la historia— y también los aspectos derivados del cultivo de la sensibilidad creadora, atenta a los matices. Se trata, finalmente, de una investigación en arquitectura: nada más, pero también, nada menos. Es sana e higiénica porque dice lo que tiene que decir, sin mugre que la estorbe o la contamine; es elegante porque se manifiesta formalmente con dignidad y, por respeto con el lector, con la ornamentación gráfica necesaria; y es pulcra y comedida porque sin alardes disonantes despliega discretamente una argumentación sólida difícil de rebatir. Por ello, logra transmitir la pasión exultante que guió la indagación realizada en torno al caso específico de la plaza de mercado, de donde supo extractar todo el horizonte conceptual de una época clave de la historia colombiana.
Silvia Arango Profesora titular de la Escuela de Arquitectura Universidad Nacional de Colombia
INTRODUCCIÓN
La Central de Mercados es un arrecife donde encallan muchas naves aventureras que arribaran en viaje de ilusiones, con sobordo victorioso de esperanzas y manifiesto de inocencias empujadas por brisas locas o desencantos de amor. Vienen los tripulantes piratas, los marinos de agua dulce, los capitanes contrabandistas, y desembarcan en su puerto, que cubre el cuadrilátero de cuatrocientos metros, vociferantes, cada uno de ellos con una distinta manifestación de vida, con una diferencia de latitud, y se empotran en sus cuatro callejones que se prolongan hasta un límite ya demarcado y preciso. A veces la tripulación, que llegara en trance de furrusca y de parranda, pierde la ruta. No oye el sonido de la sirena hogareña que los llama, que los reclama en un grito de absolución. Se pierden allí, en las tabernas y en los comercios, sin pasaportes ni carnet de marineros. No les queda otro recurso que enrolarse en el barco de muertos sin literas, sin ración y sin reglamento.1
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as plazas de mercado son el puerto de los que no tienen mar. Un puerto donde tiene lugar el encuentro de dos mundos: el mundo rural y el mundo urbano, universos siempre dispuestos al encuentro, pero siempre separados por sus diferencias, un lugar donde los individuos confrontan sus diferencias y comparten sus 1 José Joaquín Jiménez, “La Central de Mercados”, Las famosas crónicas de Ximénez
(Bogotá: Planeta, 1996). En adelante, todas las citas conservan la ortografía y la puntuación de las fuentes originales.
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Plaza Central de Mercado de Bogotá
visiones, una constante pugna en la que se traban pactos y acuerdos que se rompen y se renuevan cada día. A lo largo de este libro se alternan dos visiones de la Bogotá que transita el umbral entre el siglo xix y el siglo xx: una visión historiográfica que contextualiza las condiciones sociales, económicas y culturales que dieron lugar a la adopción de una serie de políticas urbano-arquitectónicas, sobre las que se argumentan conceptualmente las decisiones de tipo urbano-arquitectónico que orientaron gran parte del desarrollo físico de Bogotá. Por lo anterior, además de una historia, se presenta un modelo interpretativo de la evolución de las plazas de mercado en Bogotá durante los siglos xix y xx, con el fin de evidenciar variaciones en el paradigma urbano-arquitectónico que las estructura, de manera que se pueda comprender los fundamentos conceptuales de las transformaciones físicas en Bogotá. En este sentido, se propone ver cómo, al considerar la evolución de las plazas de mercado, los horizontes conceptuales específicos variaron de la tríada salubridad, aseo y ornato, propia de la segunda mitad del siglo xix, a la tríada higiene, comodidad y elegancia, en la primera mitad del siglo xx. Estas dos tríadas conformaron un paradigma, es decir, un “conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normalizadas de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación”.2 El concepto de paradigma no se entiende aquí como un concepto estático, sino como un ente dinámico. Su consolidación en el acontecer |20 bogotano implicó la repetición aplicada de estos principios teóricos, consensuados en el tiempo, dando como resultado un horizonte conceptual reconocido por un amplio espectro de actores y entidades de la sociedad. Por otro lado, la adopción y consolidación de un paradigma tiene que ver con la selección razonada y reiterada de una serie de reflexiones, que distintas autoridades, como los gobernadores, alcaldes y 2 Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas (Barcelona: Paidós, 1989).
Introducción
concejales, aplicaron de acuerdo con las necesidades de la ciudad, por lo que sus conclusiones se entienden como la aceptación consensuada de unos principios legisladores por parte de una comunidad política e intelectual. La determinación de estos horizontes conceptuales obedece, inicialmente, a dos hallazgos en la investigación que se han denominado como “los informes Lombana”. El primero de estos documentos fue el informe presentado, en 1849, por Vicente Lombana, gobernador de Bogotá; el texto enmarcó los principales problemas de la ciudad y sus soluciones —incluido lo relacionado con los abastos—, bajo la tríada conceptual salubridad, aseo y ornato. El segundo documento fue el Informe sobre plazas de mercado, de 1903, firmado por el concejal y arquitecto Julián Lombana. Se trata de un manuscrito presentado al Concejo Municipal, en el que se hizo un estudio del problema de las plazas de mercado a la luz de la arquitectura que concluyó que el diseño arquitectónico de las plazas de mercado debía atender de manera indispensable a “la higiene, la elegancia y la comodidad”.3
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En el primer documento se presentó una tríada que hizo referencia a la arquitectura como parte de la ciudad, es decir, que lo que importaba era la ciudad y su estructura urbana. En la segunda tríada (propia del siglo xx) la importancia se focalizó en la arquitectura en sí misma, que no se expresaba en la estructura urbana de la ciudad, sino en la individualización de los edificios. Por lo tanto, esta investigación tuvo como objetivo principal evidenciar las variaciones de la tríada salubridad, aseo y ornato como horizonte conceptual adoptado por las autoridades para orientar las iniciativas urbanas y arquitectónicas de mediados del siglo xix, y su correspondiente transformación en el horizonte conceptual higiene, elegancia y comodidad, para el siglo xx en Bogotá.
3 Julián Lombana, Informe sobre plazas de mercado (Bogotá, 1903).
Plaza Central de Mercado de Bogotá
A partir del análisis de cada una de las tríadas se constató cómo estas instancias se erigieron en argumentos legitimadores de una forma de pensar, concebir y realizar las obras de urbanismo y arquitectura en la ciudad tanto en el siglo xix como en el siglo xx. Con base en estas argumentaciones se propone una teoría alternativa al surgimiento de la arquitectura republicana en nuestro medio, tomando como estudio de caso principal la Plaza Central de Mercado en la ciudad de Bogotá, un edificio que nació llamándose mercado de La Concepción y cuya particularidad consiste en haber sido construido en el siglo xix, demolido posteriormente y vuelto a construir en el mismo lugar, con un nuevo diseño durante el siglo xx. Así, el caso de esta plaza permitió verificar a lo largo del tiempo el desarrollo paulatino de las tríadas conceptuales planteadas. Un análisis historiográfico de la ciudad desde la perspectiva de los abastos y los mercados cubiertos en el siglo xix permitió visibilizar una ciudad plena de carencias y necesidades básicas, por lo que cabe preguntarse: ¿qué relevancia tiene la construcción de una plaza de mercado en la Bogotá de mediados del siglo xix?, ¿cómo la construcción de un gigantesco4 edificio para el mercado podría contribuir en la solución de las necesidades de la Bogotá de esa época?, y más específicamente, ¿por qué priorizar la construcción del mercado público sobre otras muy importantes obras, en medio de una convulsionada situación social, política y económica producto de los desmanes ocurridos a través de varias guerras civiles y golpes de estado? Para contestar estos interrogantes es necesario entender cuáles eran las lógicas de pensamiento de |22 las autoridades municipales y, en algunos casos, cómo la injerencia de ideas nacionales e internacionales alcanzó la esfera de lo local, además
4 Las dimensiones del lote y del edificio en el cual se insertó el proyecto resultaban
equivalentes a la dimensión de la plaza de Bolívar de hoy en día: 100 x 100 m.
Figura 1. Mercado en la plaza de BolĂvar en 1850 Fuente: El GrĂĄfico 431 (1918)
Plaza Central de Mercado de Bogotá volviendo a la ciudad de Bogotá, recordaremos que el servicio municipal era casi nulo en los años de 1840 a 1848. No había enlosado en las aceras, excepto en las tres del comercio; faltaba empedrado en muchas; el agua de los caños, que corría por la mitad de ellas se encargaba de arrastrar a los ríos de San Francisco y San Agustín las basuras de las casas; no había alumbrado sino en las tres del comercio, y eso de tal naturaleza que servía, como en España, para hacer visibles las tinieblas […], centenares de burros recorrían las calles buscando los restos de las cocinas detenidos en los caños, y hacían su mansión principal en la Plaza de Bolívar, que era la del mercado.5
Históricamente es posible distinguir tres periodos en el desarrollo de las plazas de mercado en Bogotá hasta mediados del siglo xx, en los cuales se evidenció el papel de estas construcciones en la evolución de la historia urbana y de la arquitectura. El primer periodo se caracterizó por las plazas de mercado a cielo abierto; la más importante de ellas fue la plaza de las yerbas, ubicada frente a la primera iglesia de Bogotá, la del Humilladero, en el espacio conocido hoy como el parque Santander. Este primer mercado generó un polo de atracción y desarrollo comercial que los días viernes estaba complementado por el mercado en la plaza de Bolívar; la tensión entre estas dos plazas generó un importante desarrollo comercial a lo largo de la carrera 7.a, lo que explica la actividad del mercado como una función primigenia y motora de la ciudad colonial; se entiende así que una ciudad no se origina solamente por un acto de fundación, sino que nace en |24 el momento en que se centralizan diferentes imaginarios en un solo lugar, en este caso, la necesidad y el deseo común de intercambiar y conseguir algo esencial: los alimentos.6
5 Salvador Camacho Roldán, Bogotá en caricatura (Bogotá: Banco de la República, 1985). 6 Fabio Zambrano, Germán Mejía, “La parroquia y el barrio”, Textos, Documentos de
Historia y Teoría 9 (Bogotá: cidar, 2003).
Introducción
El segundo periodo se inició en 1849, cuando el gobernador de Bogotá, Sr. Vicente Lombana, planteó la necesidad de organizar los abastos y las demás infraestructuras urbanas de la ciudad en torno de los criterios de salubridad, aseo y ornato. Este periodo se caracterizó por la finalización de la guerra civil y el inicio de unas políticas progresistas de corte liberal encabezadas por el presidente y general Tomás Cipriano de Mosquera, que permitieron que el mercado dejara de practicarse en lugares “a cielo abierto” para refugiarse en un edificio cubierto. Un tercer periodo en la historia de las plazas de mercado se inició en 1903 con el informe que el concejal y arquitecto Julián Lombana rindió ante el Concejo de Bogotá. Este definió los tres parámetros que debían regir la construcción de las plazas de mercado: higiene, elegancia y comodidad, y se extendió hasta la demolición del edificio de la Plaza Central de Mercado en 1953.
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La iniciativa de construir un edificio para albergar bajo cubierta la plaza de mercado de Bogotá tuvo lugar en la década de 1840, en la cual se emprendieron otras importantes obras para la ciudad: el inicio de la construcción del Capitolio Nacional bajo planos de Thomas Reed, y cuya construcción de cimientos quedó a cargo de Juan Manuel Arrubla; la inauguración del primer centro de comercio y oficinas de la ciudad, las galerías Arrubla, a cargo de los hermanos Manuel Antonio y Juan Manuel Arrubla; la reconstrucción del acueducto de Agua Nueva por el mismo arquitecto Reed; la instalación de la estatua en bronce del Libertador Simón Bolívar donada por José Ignacio París y esculpida por el italiano Pietro Tenerani; y, por supuesto, el proyecto para la construcción de la plaza de mercado de La Concepción.7
7 Es imposible dejar de notar que la figura de Juan Manuel Arrubla aparece como pro-
motor y constructor en tres de los cinco proyectos que caracterizaron el inicio de la transformación física de la ciudad para esa década.
Plaza Central de Mercado de Bogotá
Esta década también se caracterizó por la creación de instituciones sociales paralelas a los emprendimientos de obras públicas, como el Cuerpo de Policía de Bogotá (1846), la Sociedad de Artesanos, la Sociedad Filarmónica y el Colegio Militar (1847). Los esfuerzos de los sucesivos gobiernos y de la comunidad que tuvieron lugar en estos diez años estuvieron enfocados en crear, organizar y estructurar funciones básicas de la sociedad bogotana. En conclusión, la década de los años cuarenta del siglo xix se caracterizó por la definición de obras públicas que regularon aspectos esenciales de la sociedad que, aunque venían funcionando por años, no tenían asiento en un lugar específico ni adecuado en la ciudad: en la política, el Capitolio; en lo judicial, los cuerpos de policía y militares; y en la economía, la Sociedad de Artesanos y la plaza de mercado. En contraste, el siglo xx se caracterizó por la inversión privada. Grandes emprendimientos en la construcción de hoteles, edificios de oficinas, industrias y viviendas, y desarrollos urbanos como los barrios construidos entre Chapinero y Bogotá, complementaron las obras públicas que se siguieron desarrollando por todo el país. Obras que, a pesar de su carácter privado y de contar con la libertad para seguir los lineamientos conceptuales que a bien consideraran, se empeñaron, sin embargo, en seguir argumentando sus planteamientos arquitectónicos y urbanos con los mismos ejes conceptuales ya consolidados en las obras del Estado. Por lo anterior, se puede afirmar que, en términos de reflexión teórica, |26 es en estas nuevas obras donde se alcanza la madurez de la tríada conceptual salubridad, aseo y ornato, propia del siglo xix, adaptándola a las condiciones del nuevo siglo y denominándolas higiene, comodidad y elegancia. Unos principios teóricos cuya vigencia alcanzaría el siglo xx hasta mediados de los años treinta, exactamente en 1935, cuando se rastrea el último documento oficial en el que se apela a estos principios, con motivo del diseño de las obras urbanísticas y arquitectónicas
Introducción
conmemorativas del IV Centenario de la Fundación de Bogotá, y se empiezan a adoptar entonces de manera generalizada los principios que caracterizan al movimiento moderno en arquitectura; todo esto acontece más de un siglo después de que el gobernador Vicente Lombana manifestara, en su informe de 1849, la necesidad de construir no solo una plaza de mercado sino toda una ciudad con la tríada conceptual que daría origen a un paradigma teórico de la arquitectura decimonónica en Colombia.
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BIBLIOGRAFร A
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Pagina opuesta: Memorial firmado por los vivanderos de la Plaza Central de Mercado, dirigi-
do al Concejo de Bogotá en 1906.
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Bibliografía Briceño, Justo. “Informe i proyecto de acuerdo sobre obras públicas”. Registro Municipal 5 [Bogotá] (1874). Guardia Bassols, Manuel et al. “Los mercados públicos en la ciudad contemporánea. El caso de Barcelona”. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales xii.744 (2007). García Márquez, Gabriel. La soledad de América Latina. Discurso de aceptación del Premio Nobel en 1982. Magazín Dominical 140 (1985). Revista Proa 3 (1946). Revista de Higiene: Órgano de la Junta Central de Higiene [Bogotá] (1888-1915). Registro Municipal 5 [Bogotá] (1874). Registro Municipal de Higiene vi.11 (1912-1919). Registro Municipal: periódico oficial del distrito [Bogotá] (1922). Santa Fe y Bogotá, revista mensual ii.11 (1946). Santa Fe y Bogotá, revista mensual iii.12 (1947). Solano, Cenón. Registro municipal de higiene vi.11 (1917).
PERIÓDICOS Colombia Ilustrada [Bogotá] 1889-1892. El Colombiano [Bogotá] 1861-1864. El Constitucional [Bogotá] 1848. El Espectador [Bogotá] 1947, 1948, 1952. El Repertorio: periódico oficial de la provincia de Bogotá [Bogotá] 1857. El Tiempo [Bogotá] 1915, 1917, 1918, 1921, 1922, 1925, 1926, 1927, 1936.
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El Zancudo: periódico cándido, antipolítico, de caricaturas costumbres y avisos [Bogotá] 1890-1891.
TESIS DOCTORAL Quevedo, Emilio. El tránsito desde la higiene hacia la salud pública en Colombia en el contexto de las interacciones internacionales. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Medicina. Bogotá, 1998.
Plaza Central de Mercado de Bogotá
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en los años de 1864 a 1866. Bogotá: Imprenta de Nicolás Gómez, 1866. Fondo Secretaría de Obras Públicas. Fondo de Cédulas Catastrales. Libro 6073480, carpeta 1, libro 607-3490, carpeta 4.
LEGISLACIÓN Acuerdos de la municipalidad de Bogotá espedidos [sic] en los años de 1864 a 1866. Bogotá: Imprenta de Nicolás Gómez, 1866. Acuerdo 2 de 1872, “que provee de medios a la salubridad y ornato de la ciudad”. Acuerdo 14 de 1872.
Plaza Central de Mercado de Bogotá Acuerdo 17 de 1874, “considerando: Que la actual plaza de Mercado no es suficiente para el servicio a que está destinada, por el notable aumento que ha tenido la población”. Acuerdo 47 de 1874. Acuerdo 11 de 1875, “aprobatorio del contrato celebrado por el síndico municipal, sobre compra de una Plaza de Mercado”. Acuerdo 22 de 1877. Acuerdo 1 de 1881, “por el cual se establece una Plaza de Mercado”. Acuerdo 9 de 1882, “sobre administración fiscal de las Plazas de Mercado”. Acuerdo 29 de 1884, “por el cual se establece un mercado de víveres en el caserío de Chapinero”. Acuerdo 15 de 1889, “sobre fomento del barrio Chapinero y aprobatorio de unos convenios”. Acuerdo 29 de 1890, “por el cual se crea una Oficina Municipal encargada de la Inspección de las Carnes y Víveres que den al consumo en la población de Bogotá”. Anales del Concejo. “El Concejo municipal de Bogotá en uso de sus facultades legales, Acuerda: Parte primera. Presupuesto de Rentas” [Bogotá] (1892). Acuerdo 7 de 1895, “sobre organización y administración del mercado de carnes”. Acuerdo 4 de 1900, “por el cual se reglamenta la reconstrucción de la plaza de La Concepción, y se autoriza la construcción de otras plazas de mercado”. Acuerdo 18 de 1902, “por el cual se ordena la construcción del Palacio Municipal y se destinan fondos”. Acuerdo 40 de 1918, “sobre higiene de las construcciones”. Junta Central de Higiene. Acuerdo sobre plazas de mercado [Bogotá] 1903. Acuerdo 10 de 1904, “por el cual se aprueba un contrato sobre construcción de una plaza de mercado en el barrio de las Nieves de esta ciudad, en un lote de propiedad del Municipio”. Acuerdo 34 de 1904. Acuerdo 16 de 1917. Acuerdo 51 de 1920. Acuerdo 55 de 1924, “por el cual se aprueba un contrato con Ulen & Co”.
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Bibliografía Acuerdo 57 de 1924, “por el cual se organiza la administración de las empresas municipales y la intervención del municipio en las obras contratadas con la casa Ulen & Co.”. Acuerdo 6 de 1940, “art. 7. Autorizase al alcalde y al secretario de hacienda para tomar en arrendamiento un predio situado a inmediaciones de la Plaza Central de Mercado con el objeto de establecer una bodega”. Acuerdo 88 de 1944. Acuerdo 84 de 1945, “art. 25. Para facilitar la ejecución de la Avenida del Libertador […], destinase la totalidad o una parte […] del recargo o participación municipal […] a cubrir el setenta por ciento (70 %) del valor de los siguientes edificios […] f) El pabellón oriental de la plaza central de mercado”. Acuerdo 6 de 1949, “sobre autorizaciones al Alcalde para organizar la Central Municipal de Abastecimientos”. Aguilera Miguel et al. Proyecto de Acuerdo 284 de 1927 “por el cual se dispone la construcción de una plaza de mercado en una de las zonas septentrionales de la ciudad”. Artículo 54 de 1949. Concejo de Bogotá. Expediente de proyecto de acuerdo “por el cual se destina una suma para combatir la epidemia de gripa” [Bogotá] (1918). Decreto de 31 de agosto de 1861, “trasladando el mercado público a las plazuelas de San Francisco, San agustín, i San Victorino”. Decreto 185 de 1951, “por el cual se adopta el Plan piloto de la ciudad, y se dictan normas sobre urbanismo y servicios públicos”.
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Decreto 463 de 1953, “por el cual se dispone la clausura de plazas de mercado y propiedad municipal”. Gómez, Rafael Trujillo. Exposición de motivos del proyecto de Acuerdo 255 “por el cual se ordena la construcción de una plaza de mercado en el Barrio de las Aguas” [Bogotá] 1927. Lombana, Julián. Proyecto de acuerdo “por el cual se reglamenta la construcción de varias plazas de mercado” [Bogotá] 1900. Manrique Martín, Alberto et al. Proyecto de acuerdo “por el cual se ordena la construcción de la Plaza de Mercado de La Concepción” [Bogotá] 1920.
Plaza Central de Mercado de Bogotá Ordenanza 64 del 24 de octubre de 1848. Ordenanza 2 de 1861. Ordenanza 1.ª de 1864, “mandando consignar un recuerdo del nombre del General Tomás Cipriano de Mosquera en la Plaza de mercado de Bogotá”. Proyecto de Acuerdo 179 de 1935 “por el cual se adopta el plan de obras públicas para la celebración del IV centenario de la fundación de Bogotá, se atiende a la financiación de las mismas y se dictan otras disposiciones”. Uribe, Antonio Samper. Proyecto de acuerdo “por el cual se crea un premio anual de arquitectura urbana” [Bogotá] 1917. Vargas, Carlos Cortés. Proyecto de Acuerdo 137, “por el cual se fomenta la construcción de edificios apropiados para hoteles” [Bogotá] 1926.
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Plaza Central de Mercado de Bogotรก. Las variaciones de un paradigma 1849-1953, se editรณ en los talleres de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana en el mes de diciembre de 2017. En su composiciรณn se usaron los caracteres de la familia Bodoni.
Plaza Central de Mercado de Bogotá Las variaciones de un paradigma, 1849-1953
ISBN 978-958-781-142-1
9 7895 87 8114 21
Este libro es la historia de la primera plaza de mercado cubierta de Colombia y la historia de una idea de ciudad. Plaza y ciudad se entrelazan para configurar una historia y una teoría como explicación alternativa de la arquitectura y el urbanismo republicanos en Bogotá. Los hallazgos historiográficos sustentan un paradigma teórico fundamentado en los parámetros aseo, salubridad y ornato como ejes conceptuales sobre los que el Gobierno de la ciudad situó tanto los problemas como las soluciones para la urbe de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
william garcía ramírez
Las variaciones de un paradigma, 1849-1953
william garcía ramírez
SESQUICENTENARIO
Pontificia Universidad Javeriana Universidad Nacional de Colombia
Profesor e investigador de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana. Arquitecto y magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad de la Universidad Nacional de Colombia. Su tesis de maestría, Plaza Central de Mercado: las variaciones de un paradigma (2011), fue laureada y obtuvo el premio a la mejor tesis de posgrado en patrimonio del Ministerio de Cultura de Colombia en el 2011. Además, fue ganador de la beca de investigación Patrimonio a la Plaza del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural en el 2014. Fue profesor de cátedra del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia e investigador en varios proyectos de la Facultad de Artes de esta universidad.