8 minute read
Baalbek: La Ciudad de los Gigantes
from Revista de Antropología y Tradiciones Populares Nº4
by Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares
Por Miguel Labrador
El autor delante de la piedra de la mujer embarazada y al fondo a la izquierda las 6 colosales columnas del templo de Jupiter.
Advertisement
El lugar del que quiero hablaros en esta ocasión está emplazado en el noreste del Líbano, próximo a la frontera con Siria y equidistante de las capitales de ambas naciones: Beirut y Damasco. Se trata de Baalbek, una pequeña población en el Valle de Bekaa, a resguardo entre las cordilleras libanesas y a poca distancia de los dos caudales fluviales más importantes del país.
Tal es la belleza y los vestigios que podemos contemplar en su visita, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace ya treinta y cinco años. La etimología nos revela que Baalbek significa «El señor de la Bekaa» —esto es: señor de todo el valle—. No obstante, no se debe pasar por alto que Baalbek es también utilizado para designar al dios Baal, dios del sol, y otras deidades.
Si bien es cierto que grandes civilizaciones de la Antigüedad se han asentado en Baalbek a lo largo de los tiempos, son los restos romanos los que destacan y otorgan su grandeza al lugar. La propia Unesco relata que las colosales construcciones de Baalbek figuran entre los vestigios más impresionantes del periodo de apogeo de la arquitectura imperial romana. Ése es el primer enigma de este impresionante lugar, ya que es de extrañar que sea en Baalbek, Líbano, y no en la Península Itálica donde se encuentre el mayor complejo de templos de la Antigua Roma, destacando el Templo de Júpiter sobre los demás.
Los romanos conquistaron Baalbek en el 64 a. de C. y en una práctica habitual, sustituyeron las deidades presentes por las suyas propias. Es así como levantan el Templo de Júpiter, convertido en el edificio de su especie más grande de todo el imperio. Aquí se suscita la incógnita que no hace , sino, que me pregunte por qué el mayor templo dedicado a unos de los dioses principales del panteón romano acabó en el extremo oriental del imperio y no en Roma, capital política, económica y corazón de todo el imperio. Lo cierto es que invita a reflexionar.
Pero el majestuoso Templo de Júpiter no es el único templo del complejo. También podremos contemplar los templos de Venus y Baco. Éste último es, por cierto, el templo romano mejor conservado que existe y además supera al Partenón de Atenas en tamaño.El edificio, está rodeado por cuarenta y dos columnas de tipo corintio de 20 metros de altura, ocho en cada frente y quince en cada flanco.
Respecto al templo de Júpiter, que hace pequeño al templo de Baco, por desgracia sólo quedan ya 6 columnas del total de 54 que llegó a tener. No obstante esa pequeña muestra es más que suficiente para hacerse una idea de la magnitud de la obra. Única en el mundo clásico, guardaba en su interior procedente de Egipto, la estatua de oro de Júpiter Heliopolitano compartiendo elementos grecorromanos. Todo un espectáculo para la vista del afortunado visitante que lo pudiera haber contemplado en su momento.
Templo de Baco
Como sucede en todo el Líbano, uno de los países con mayor riqueza cultural que haya podido visitar, en Baalbek encontramos espacios sagrados para las primeras civilizaciones. Entre ellas, la de los cananeos, que nos sitúa en los tiempos de la Edad de Bronce, hacia el año 2900 a. de C. Cabe recordar que éstos, llamados con posterioridad palestinos por los romanos, poblaron, nada más y nada menos, que el conjunto de ciudades más antiguas de la historia del hombre contínuamente habitadas: Jericó, Jerusalén, Damasco o Gaza y, en el propio Líbano, las ciudades de Tiro y Biblos, otras dos joyas dignas de visitarse.
Se sabe que para los antiguos cananeos fue un sitio sagrado y es en esos primitivos momentos, cuando comienzan las primeras construcciones. Hecho que pone sobre la mesa la primera controversia, puesto que muchos autores sugieren que las edificaciones más grandes y perfectas se hicieron, una vez más, en esta primera época o incluso antes, y no en tiempos de los romanos.
Como sucede con todos aquellos yacimientos arqueológicos enigmáticos que han llegado a nuestros días, podemos encontrarnos construcciones ciclópeas con elementos característicos de los maestros preincas, egipcios, etc. Edificaciones consistentes en muros enormes en íntimo contacto sin argamasa, cemento o algún otro elemento para unir dichos megalitos, y con una precisión envidiable hoy en día.
Si bien fueron los cananeos quienes comenzaran a construir en Balbeek, sus descendientes, los fenicios, y posteriormente los helenos, continuaron con esta labor. De hecho, los antiguos fenicios arrancan su civilización en buena parte de lo que hoy en día es el Líbano. En época ptolemaica, llegarían los helenos bajo el mando de Alejandro Magno, en su camino hacia Damasco, para rebautizar Baalbek como Heliopolis, «La ciudad del Sol».
Será en teoría, en época Romana, cuando se construya sobre los templos cananeos y fenicios, la fase del conocido, y casi imposible, trilithon. Construcción consistente en tres bloques megalíticos, de nada más y nada menos, que algo más de 800 toneladas cada uno. Algo sólo conocido en las civilizaciones más enigmáticas.
Bloques de 25 metros perfectamente encajados a casi 10 metros de altura, que a su vez están por debajo de 9 bloques de 300 toneladas. Ya sólo estos últimos harían palidecer a cualquier ingeniero Romano, pero en este complejo parece que eso eran unas simples “chinas” sin más complicación.
No quiero decir con esto que los romanos no fueran capaces de hacer tales cosas, pero como he podido observar en diversos lugares, las culturas primigenias construían mejor, más grande, con mayor complejidad y con técnicas en muchos casos aún por descifrar. En mi humilde opinión aquí sucedió lo mismo.
También cabe destacar los parecidos razonables con el templo de Jerusalén, cuya base es similar a la plataforma donde reposa el templo de Júpiter. Por lo que me pregunto si pudiera haber alguna conexión entre el origen de estos dos monumentos.
En este sentido, y para añadir más misterio al complejo, a poco más de 800 metros, se encuentra la cantera propiedad de un comerciante local en el que se puede apreciar un monolito único en el mundo. Éste es conocido como «La piedra de la mujer embarazada» o «La piedra del sur», y desafía incluso a las construcciones más modernas de la actualidad. Impresionante, ya que según estimaciones, ¡podría pesar más de 1.200 toneladas!
Con todo, la explicación oficial es que la construyeron y, una vez terminada, se dieron cuenta de que no podían trasladarla. Debo confesar que a mí no me termina de convencer esa explicación, puesto que resulta que no se trata de la única pieza de estas características. Justo al lado, casi a salvo de las miradas de los curiosos, existe otro monolito todavía mayor, del que se intuye un peso aproximado de 1.700 toneladas. Lo que supondría que ya sólo lo superaría a lo largo y ancho del globo el increíble monolito de Yangshan, en Nanjing, China, con una masa calculada de unas 17.000 toneladas. Un asunto que abordaremos en posteriores artículos para la Sociedad Española de Antropología.
La llegada de la cristiandad en los siglos posteriores, a partir del siglo IV, así como los terremotos que asolaron el lugar, terminaron por transformar el emplazamiento borrando muchas huellas y moviendo otras para dejar paso a los periodos árabe, bizantino y mongol. Finalmente Baalbek acabaría integrada en el Imperio otomano, hasta la derrota turca en la primera guerra mundial y, por fin, su integración en el Líbano, tras la constitución de este estado bajo el control de Hezbolá.
“La mujer embarazada” con el otro monolito aún mayor.
Un apunte destacable sobre esta ciudad, reside en el hecho que llevó a los pobladores de la misma, a construir templos con los monolitos más grandes encontrados hasta el momento. Algún lector, al igual que servidor, podría preguntarse cómo es que en una localización tan alejada de mar y puertos, que como mucho era sitio de paso entre la costa libanesa y la capital de Damasco, se construyó un conjunto arquitectónico de tal envergadura e importancia. Otro hecho que aumenta el misterio de este complejo.
Otro gran enigma, es el hecho de que en la terraza del Templo de Júpiter se encuentran piedras vitrificadas como si estuvieran derretidas. Para que se produzca este fenómeno geológico es necesaria una fuente de calor de unos 1.200 grados centígrados, lo que resulta complicado si tenemos en cuenta el momento histórico referido. También podemos admirarlo en otros lugares tan distantes como, el Perú de los incas (o preincas), el Egipto Clásico, etc. Por tanto, soy de la opinión de que aquí las preguntas que cabe hacerse son: ¿cómo?... ¿Por qué?... ¿Para qué necesitaron hacerlo?...
Para finalizar, la hipótesis que barajamos es que no habría que descartar que esa obsesión por el tamaño en Baalbek se deba a una primera construcción megalítica sagrada, que más tarde tratarían de hacer suya las nuevas religiones con sus nuevos dioses y con la llegada de las sucesivas civilizaciones. La hipótesis se sustenta en que, ésto mismo, ya habría pasado en otros enclaves igualmente enigmáticos alrededor del mundo.
Y es que, aunque el Líbano resuene aún hoy a conflicto para muchos occidentales, en parte también debido a su cercanía con Siria, es necesario recordar que se trata de un país moderno, sobre todo en la capital, donde convive una notable variedad religiosa, abierta a los nuevos tiempos, en los que la peligrosidad ha dejado paso a un ambiente más amistoso y en el que el misterio y la belleza de este lugar, nos invita, una vez más, al sueño de conocer una verdad histórica que parece siempre escaparse de las manos, como agua entre los dedos.
Recreación de Baalbek en su esplendor.