Cuentos…que pudieran no serlo…
a levantar, me echó sobre mis hombros una manta blanca, limpia, pura, como nuestro amor. Era El, aquel que un día arrebataron de mi lado, ¿que habían hecho con él? Con su juventud, con su alegría, con sus ojos, su sonrisa, sus manos, ¡su vida! Nos abrazamos, fue un abrazo tan profundo, que sin palabras me contó la historia de nuestro amor. Porque ahí estábamos, juntos, amándonos, cumpliendo con nuestra promesa de amor.
V 63