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Sumario

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Margarita Merklen

Nací en Flores… viví una infancia feliz. Mis padres, ambos profesores, me enseñaron a compartir la vida. Tenía cinco años cuando nos trasladamos a Durazno. Comencé mi etapa escolar en la Escuela N° 2 y desde entonces empecé a estudiar piano, me recibí de profesora y continué con estudios de perfeccionamiento de piano en Montevideo.

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En la capital di mis primeras audiciones de piano y concurrí a diferentes ciudades como invitada. Continué mis estudios de música en Buenos Aires y regresé a Uruguay iniciando mi trabajo en Salto. Allí me casé y poco después nos mudamos a Durazno, donde nació nuestra primera hija. Comencé mi trabajo en el Instituto de Formación Docente en el año 1967 realizando tareas de investigación de folklore con los alumnos: grabamos a muchos personajes populares de Durazno, revivimos las viejas canciones que se habían ido perdiendo y con ese material iniciamos una audición a la que llamamos “La música de nuestro pueblo”.

Llegó el año 1972: comenzó otra vida. En el mes de mayo irrumpieron en nuestra casa más de 10 soldados que se llevaron a mi esposo, padre de mis tres hijos. Dos camiones de soldados que rodearon la pequeña casa, entraron por el fondo en busca de mi esposo, realizando un allanamiento y dejando el mayor desorden jamás visto, todo ante los ojos de nuestros tres pequeños hijos.

Comenzó la vida difícil… Fueron años dedicados a las dos visitas mensuales al Penal de Libertad, con muchos trastornos, inimaginables ahora. Llevarles ropa, tabaco, yerba, libros y muy poca cosa más. Recuerdo las visitas en el locutorio reja por medio, y los encuentros que una vez por mes hacíamos con los niños menores de 14 años como el único momento en el que podían estar en el jardín y en contacto directo con sus padres. En poco tiempo me destituyeron y me inhabilitaron, prohibiéndome entonces trabajar en cualquier parte.

Estábamos viviendo en Malvín en una casa que nos había prestado una amiga, pero yo no podía trabajar en ningún lado. Hacíamos dulces caseros y vendíamos. Mis hijos me ayudaban. Por aquel entonces me regalaron un piano y la música volvió a acompañarnos, y también los amigos que cantaban con nosotros, como Julio Julián, entre otros. Comencé a tocar el piano nuevamente, sobre todo cuando estaba sola, pero siempre llegaba algún amigo a escucharme y conversar. Fue así que empecé a crear la música de poesías de muchos presos políticos recluidos en la cárcel de Libertad que se convirtieron en canciones: las de niños, (dedicadas a sus hijos) y las de testimonio.

A través de los años, en mi contacto con la escuela y sus niños, con los amigos jóvenes, con las maestras de las escuelas N° 1 y la N° 2 de Durazno que fueron y seguirán siendo tan importantes en mi vida, realicé musicalización de muchísimas poesías para niños.

En el año 1976, a través de amigos en común, Coriúm tomó conocimiento de esas canciones y desde allí se comunicaron conmigo para preguntarme si me interesaba grabar, poniéndome en contacto con Jorge Lazaroff, que es quien armó, con su inigualable talento, especial ternura y amor infinito hacia los niños, lo que llega a ser “El Disco de Pegui”: primer disco para niños en el Uruguay.

Ya sea que viviéramos aquí en Montevideo, en Colonia Valdense, Salto o Panamá, los músicos de nuestro pueblo siempre han ido a nuestra casa, tanto a cantar, como a tocar la guitarra o conversar. Es así que mis hijos se ven jugando y paseando con Aníbal Sampayo en Panamá, con Julio Julián en Montevideo, con Luis Igarzával y tantos otros.

La música me ha ayudado a enfrentar momentos difíciles y a vivir plenamente la alegría.

A través de la creación me ha permitido ser parte de ella y más aún: ser ella misma.

Quizás para otro el motor no sea la música, sino cualquier otra cosa que pueda llegar a amar, a gustarle y a tomar como parte de su ser. Y podrá entonces sentir lo mismo: que necesitamos, como personas, encontrar algo que podamos dar a los demás y que sea también un motivo de vida, una entrega que nos una a otros, que nos permita vivir una vida compartida en alegría y compromiso con la sociedad.

Resumiendo…

Desde niña fui formada académicamente como música para realizar conciertos, componer, dirigir, educar. Sin embargo, esa formación cambió su sentido desde que me aferré a ella para resistir y para luchar contra las injusticias, para sensibilizar a los niños en medio de una sociedad que cada vez pierde más valores.

He tratado de transmitir eso a muchas generaciones, y lo seguiré haciendo mientras la vida me lo permita. Transmitir que uno, desde cualquier ámbito o lugar, desde cualquier espacio en nuestro pueblo, puede hacer cosas buenas por y para la gente ha dado, da y continuará dando sentido a mi formación y a mi vida.

Esa ha sido mi vida, para eso he vivido. Se nace y se crece. Se crea y se vive.

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