Pautas para el diseño de una arquitectura sostenible

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Lluís Àngel Domínguez Francisco Javier Soria

Pautas de diseño para una arquitectura sostenible

Khôra 19


El Arq. Francisco Javier Soria López, es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco en México D.F.; Doctorando en el Programa de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAB de la Universitat Politècnica de Catalunya en Barcelona, programa cursado con el apoyo de CONACYT

Primera edición: Junio 2004 Diseño de la cubierta: Edicions UPC ©

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CPET (Centre de Publicacions del Campus Nord) La Cup. Gran Capità s/n, 08034 Barcelona

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Índice general

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INDICE GENERAL

Introducción ........................................................................................................................5 La calidad ambiental desde la arquitectura ...................................................................7 Factores biofísicos en el proceso de diseño..................................................................8 La naturaleza como estrategia proyectual .....................................................................9 Capítulo 1: La calidad ambiental desde la arquitectura ..................................................11 1.1. La calidad arquitectónica, un fenómeno multidimensional ....................................13 1.2. El medio ambiente sociofísico ..............................................................................15 1.3. El ambiente cultural..............................................................................................18 1.4. El deterioro del ambiente natural..........................................................................20 1.5. La dimensión humana del ambiente .....................................................................24 Capítulo 2: Los factores biofísicos en el proceso de diseño ..........................................27 2.1. Arquitectura medioambiental ...............................................................................21 2.2. La tradición bioclimática en la arquitectura. ..........................................................29 2.3. Factores biofísicos del entorno natural .................................................................33 2.4. Criterios de diseño biofísicos................................................................................35 2.4.1. Factores geológicos y geográficos ...............................................................35 2.4.2. Factores atmosféricos..................................................................................36 2.4.3. Factores orgánicos.......................................................................................37 2.5. Diseño climático en arquitectura ..........................................................................38 2.6. Diseño solar .........................................................................................................41 2.7. Materiales y sistemas constructivos ecológicos....................................................44 2.8. El ahorro energético .............................................................................................47 Capítulo 3: La naturaleza como estrategia proyectual ....................................................51 3.1. Antecedentes medioambientales en arquitectura .................................................53 3.2. Estrategias de diseño en la arquitectura medioambiental.....................................58 3.2.1. La orientación tecnocientífica.......................................................................59 3.2.2. La ética ecológica ........................................................................................61 3.2.3. El tamiz cultural............................................................................................64 3.2.4. La visión integral ..........................................................................................67 3.3. La naturaleza en la arquitectura ..........................................................................68 3.4. La tecnología medioambiental..............................................................................70 3.5. Arquitectura en la naturaleza................................................................................72 Bibliografía ......................................................................................................................75 Créditos fotográficos ...................................................................................................80

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INTRODUCCIÓN En las últimas décadas del siglo XX la preocupación y atención por el deterioro progresivo que las diversas actividades humanas están inflingiendo al medio ambiente natural han ido en franco aumento, al grado de colocarse en el centro del debate a nivel internacional, tanto en la esfera especializada como en la actuación gubernamental, con el objetivo de reducir y revertir este impacto negativo en el corto y mediano plazo. A pesar del aumento de conciencia (colectiva) por el problema, las diversas actividades sociales, así como los diferentes campos del conocimiento, no terminan de implementar e integrar estos temas como parte de su materia de acción cotidiana y permanente. Sin embargo, lo que sí parece claro es que la única manera de incorporar prácticas encaminadas a respetar el medio ambiente en la sociedad es a través de la educación. Por un lado se requiere un proceso de enseñanza dirigido a la infancia y la juventud en sus etapas formativas, y simultáneamente otro de reeducación, o mejor dicho de actualización, de las generaciones ya formadas. En el caso de la arquitectura, y en concreto el de la enseñanza de la arquitectura, esta implementación no está exenta de obstáculos. Algunos de los más importantes se advierten por ejemplo en la Guía de Ambientalización docente de la Escuela de Arquitectura de Barcelona1 elaborada en el año 2000: Por un lado el carácter polivalente de la arquitectura que implica procesos técnicos, cuantificables, mesurables y controlables, pero al mismo tiempo su naturaleza sociocultural que refleja aspectos de uso, valores estéticos, de significado etc., muchos de ellos de carácter intangible y subjetivo. Esto deriva en que “...la incorporació de criteris ambientals a l’arquitectura no és tan fàcil de sistematitzar com en d’altres camps. Això és per la pròpia naturalesa dels projectes arquitectònics, que encara no s’ha pogut formular mai des d’un sistema algorítmic. Aquesta “manca de mètode” ha ocasionat que l’ensenyament de com projectar l’arquitectura estigui fonamentat, no tant en el desenvolupament i exposició d’unes teories, sinó en l’aplicació de procediments de crítica de projectes reals”. Por otro lado está el enfoque docente que tiene la “Escuela” y su percepción de la problemática ambiental: un diagnóstico desarrollado en la ETSAB (que incluye encuestas al profesorado), se revela como poco favorable a esta incorporación: “Aquests grups intentaran incrementar el temps dedicat a les seves matèries i no estan d’acord en reduir-lo per incloure noves iniciatives de caràcter mediambiental (...). La majoria de responsables d’assignatures no pretenen incorporar l’educació ambiental als seus programes especialitzats (...) l’ensenyament de conceptes mediambientals no és prioritàri (...) les consideracions mediambientals no es consideren bàsiques en l’activitat de l’arquitecte, sinó més aviat un afegit (...). És a dir, tothom entén que és un problema a nivell general, però no reconeix que afecti específicament la seva activitat i que li obligui a un replanteig de la seva actuació docent”. 1 De Botton, Jocelyne M., Guía de Ambientalización docente de la Escuela de Arquitectura de Barcelona,

ETSAB-UPC: http://bibliotecnica.upc.es/e-ambit/info/documents/GAD/ETSAB/21presentaci.htm. En esta guía se presenta una introducción general sobre el tema de la ambientalización que vale la pena consultar para conceptos relacionados con la sostenibilidad, así como un resumen de la normativa vigente.

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Cada vez más se está viendo la necesidad de que la arquitectura adopte criterios de diseño y construcción más sensibles y respetuosos con el medio ambiente natural, no sólo como postura ética “apropiada” para reducir los impactos negativos en el entorno, sino incluso como una necesidad de actualizar sus competencias para estar en condiciones de responder a las normativas ambientales ya establecidas legalmente, o para participar en concursos nacionales o internacionales donde la atención a los temas ambientales resulta obligatoria, o simplemente para atender a otro segmento creciente que demanda el mercado laboral. Considerando los aspectos descritos, las directrices generales para elaborar este breve ensayo sobre la implementación de criterios medioambientales en el proceso de diseño arquitectónico, con especial énfasis en la etapa de prefiguración que implica el proyecto, son las siguientes: 1) Partiendo del enfoque sociofísico de la arquitectura, analizar la incorporación de criterios ambientales considerando todas sus dimensiones, sean éticas, estéticas o técnicas, que implica el desarrollo proyectual. 2) Enfatizar la importancia de incorporar la temática ambiental como parte integral del proceso de diseño y no como un “agregado” legal, normativo, propa-gandístico o de moda. 3) Recalcar el papel fundamental que tienen las etapas de formación para desarrollar una conciencia ambiental tanto a nivel individual como colectivo. El material que se presenta aquí pretende servir de referencia, tanto para docentes como para el alumno, al incorporar criterios ambientales en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las asignaturas de Proyectos Arquitectónicos. Por esto mismo es de suma importancia mencionar que se describen conceptos, se analizan procesos o se evalúan estrategias de proyecto, pero no se proponen “problemas resueltos” (como sucede en áreas exclusivamente técnicas o de ciencias exactas) como material de apoyo didáctico. Cabe mencionar que este documento es sólo una pieza de un conjunto mayor de material pedagógico, que reúne información de diversas áreas de la propia carrera de arquitectura como construcción, instalaciones o estructuras, todas complementarias e interdependientes. Por esto mismo es importante enfatizar el papel que juega el propio proyecto en la consecución de una arquitectura más sostenible y no repetir información o incluso invadir áreas y competencias específicas. No por esto se considera que la documentación recabada (teórica, normativa, descriptiva, etc.) y los ejemplos analizados en cada uno de los capítulos sean menos objetivos o útiles. Por el contrario, el material se adecua a las características específicas que la enseñanza del proceso de diseño arquitectónico requiere en un acercamiento crítico y detallado de procesos realizados. Así mismo se exploran proyectos y obras que, siendo paradigmáticos en su aportación a la problemática medioambiental actual, reúnen una calidad arquitectónica reconocida. Se pretende, pues, contribuir a la tarea de concienciación ambiental que tanto se requiere en el campo arquitectónico para fomentar prácticas más sostenibles, pero simultáneamente defender el papel de la arquitectura como un producto cultural multidimensional. El trabajo se presenta en tres secciones que se describen a continuación.

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1. La calidad ambiental en arquitectura El análisis se abre definiendo, o al menos intentando explicar, el concepto de ambiente, de aquello que transformamos o impactamos con la arquitectura. Es importante ser muy preciso con el concepto ya que ambiente, medio ambiente, entorno y contexto son términos tan similares que se usan incluso como sinónimos, pero, al mismo tiempo, pueden tener definiciones específicas: por ejemplo medio ambiente normalmente se relaciona con la envolvente natural, pero también se puede hablar de un medio ambiente cultural o artificial. La precisión no es superflua. Por el contrario, es indispensable señalar que cuando se habla de entorno, ambiente, medio ambiente o contexto de manera genérica se considera todo lo que rodea a la arquitectura, es decir tanto lo físico y tangible, sea natural o artificial, como lo no físico, lo intangible que caracteriza cualquier cultura humana, sean valores, sensaciones, usos, costumbres, significados o relaciones. El concepto de medio ambiente lo incluye todo. De esta manera es preciso hablar de medio, o entorno natural cuando queremos referirnos específicamente al marco de las cosas creadas por la naturaleza, que incluye todos los procesos biológicos, químicos, geológicos, cósmicos, sean orgánicos o inorgánicos y sus diversas interacciones e interrelaciones, simples o complejas, que conforman el universo en general y la Tierra en particular. El contexto o entorno cultural, por su lado, incluye todos los objetos o procesos, sean tangibles o no, creados por el hombre en tanto que ser social. Es decir, esto implica considerar todas las creaciones físicas del hombre, desde una simple herramienta hasta los edificios o ciudades mas grandes, pero también incluye los productos no físicos (que según Mumford son las creaciones más importantes del ser humano), como las costumbres, los ritos, los valores, el lenguaje o relaciones y todo aquello que caracteriza al hombre como especie autoconsciente, que genera, mediante dichas manifestaciones, cultura. Así, cuando hablamos del impacto de la arquitectura sobre el entorno es necesario considerar sus impactos físico y sociocultural simultáneamente. El proceso de diseño ha de considerar este impacto integral, que se pueden dividir y especificar durante el proceso para detallar ciertos aspectos, pero al final el objeto arquitectónico ya construido impactará al mismo tiempo en el entorno natural y humano, los que a su vez impactarán en la propia construcción, uno con el desgaste, el otro con el uso. Así, arquitectura y medioambiente se interrelacionan permanentemente. Este juego entre impactos lleva necesariamente a considerar una primera dimensión básica de la arquitectura: el uso social. Entran aquí los aspectos éticos, de valores, de comportamientos, de formas de ver y usar la naturaleza, de significados etc., desde la arquitectura. Para las sociedades contemporáneas, y más específicamente en los países desarrollados (porque el grado de desarrollo les “permite” pensar en ello, a diferencia de los países en vías de desarrollo, que en ocasiones sólo pueden pensar en sobrevivir) la conservación del entorno natural es urgente por los niveles de destrucción que ha alcanzado, debida sobre todo a los procesos y modelos de producción que sostienen la economía y la forma de vida actual, la cual está en serio riesgo de ser inviable a corto plazo si se mantiene el ritmo de consumo y degradación de los recursos naturales. La escala del problema rebasa el ámbito local, regional e incluso nacional. La contaminación atmosférica, por citar un caso, no respeta fronteras políticas, afecta todo el sistema atmosférico de la Tierra, lo que significa que su control y eventual erradicación involucra la escala mundial. La arquitectura obedece a esas mismas reglas culturalmente establecidas: materiales y tecnologías se comercializan en todo el mundo, su producción y su utilización

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con los efectos positivos y negativos de imagen, forma, contaminación, ganancia económica, y toda la serie de consecuencias que su sola elección implica, deben considerarse desde la etapa de proyecto. Poco a poco se están construyendo normas, tecnologías, leyes y asociaciones encaminadas a encauzar este imperativo ya no sólo moral, sino incluso a mediano y ya no tan largo plazo (del tiempo histórico humano) para la supervivencia. Pero, ¿cómo ha de ser esta supervivencia? No se trata solamente de una supervivencia biológica, sino también de una supervivencia de la cultura humana, donde nuestra anatomía biofísica y nuestra esencia autoconsciente puedan desarrollarse con plenitud, es decir alcanzar un bienestar, una buena calidad de vida. Esto implica que el desarrollo humano ha de ser sostenible, la economía, el comercio, el arte, el ocio, la salud, todo debe tener un equilibrio con lo natural y con lo cultural. La arquitectura, por lo tanto, si realmente ha de ser sostenible, tiene que responder no sólo a contaminar poco la atmósfera, sino también a crear un ambiente donde el usuario pueda tener una buena calidad de vida: funcional, accesible, amplia, higiénica, saludable, confortable, estéticamente satisfactoria... En pocas palabras, y parafraseando a Aalto, se debe “humanizar” la arquitectura. 2. Factores biofísicos en el proceso de diseño El hábitat humano, con todos sus componentes ambientales, debe materializarse necesariamente (sin entrar a discutir por ahora el problema de la virtualidad en arquitectura). Esta materialización depende (es decir viene de y se incorpora a) totalmente de la naturaleza. En el primer caso, sea con la utilización de materiales absolutamente naturales o a partir de la transformación de la materia prima en materiales de construcción, los recursos naturales son utilizados para materializar la arquitectura. Por otro lado una vez en uso, y a causa del mantenimiento durante su vida útil y su eventual degradación, destrucción y disposición, los materiales continúan impactando en el entorno natural y cultural. Entramos en la dimensión más tangible de la arquitectura, su parte técnica. Se trata de cómo utilizar, colocar, disponer, orientar, combinar y transformar los materiales y componentes, mediante las herramientas y tecnologías seleccionadas, en relación con las condiciones y características del entorno natural (topografía, asoleamiento, vientos, actividad sísmica, etc.) y cultural (vistas, edificios, accesos) del sitio donde se coloca el edificio, para lograr el uso o funcionamiento deseado, el efecto visual estético prefigurado o la sensación térmica recomendada. La arquitectura, para colmar adecuadamente estas pretensiones, ha de responder lógicamente al lugar con una orientación apropiada, una tecnología adecuada, etc. Sin embargo, la arquitectura y la construcción en general, desde que se inventaron, implican en esa lógica dos vertientes: por un lado el aprovechamiento al máximo de las condiciones naturales y culturales del sitio, es decir sol para calentar e iluminar, captación de agua de lluvia para funcionar, localización de los árboles etc., cercanía a vías de comunicación, valor recreativo... por otro está la idea de contrarrestar los efectos naturales del sitio, por incómodos, por inapropiados o peligrosos: control artificial del clima, resistencia sísmica, nivelación de terrenos, etc.

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La ventaja de la primera es que se aprovechan: inercia, disposición, forma, nivel, fuerza, etc., del lugar (sol, viento, tierra, agua) modificando lo menos posible las condiciones originales del sitio y, aunque se rompe el equilibrio original, su recomposición requiere de menos eslabones por reparar. Implica en cierto modo una actitud de adaptación al sitio. La desventaja de la segunda es que es necesario crear alternativas artificiales que modifiquen, en el edificio, las condiciones del lugar, lo que normalmente conlleva la incorporación de energía, materiales y tecnologías no siempre provenientes del sitio; pero, además, al trasformar de manera más importante las condiciones originales del lugar, rompe más su equilibrio ecológico. Implica normalmente una actitud de oposición al sitio. En la historia de la arquitectura podemos encontrar ejemplos de ambas tendencias: los baños romanos eran lugares que incorporaban las más avanzadas tecnologías de la época para crear un ambiente artificial que implicaba un alto gasto energético en su momento: construcción de bóvedas que requerían una gran cantidad de madera para el andamiaje, acueductos para transportar el agua desde distancias considerables, corte masivo de árboles para calentar el agua y el ambiente, etc. A pesar de ello, la tecnología seguía siendo más dependiente de la naturaleza y su capacidad de dañar el equilibrio ecológico normalmente se limitaba a las escalas local y regional, situación que nada tiene que ver con el potencial de destrucción de hoy día. Buena parte de la arquitectura tradicional aprovechaba las condiciones naturales del sitio, tanto por la tecnología disponible como por cuestiones de economía. Esta capacidad de conocer, diseñar y construir tomando la máxima ventaja de las condiciones del lugar se dio a través de un largo proceso de ensayo y error, en el que se transmitía de generación en generación el conocimiento acumulado, para lograr en la mayoría de los casos tipologías arquitectónicas bien integradas y adaptadas a la región, sin olvidar nunca la expresión del entorno cultural: aspectos estéticos, simbólicos o de uso casi siempre estaban perfectamente incorporados en el espacio construido. Con el desarrollo tecnológico que la era industrial hizo posible, en especial durante el siglo XX, la arquitectura se ha ido haciendo cada vez más “independiente” del entorno específico. La capacidad de controlar a placer las condiciones de clima, traer agua de distancias enormes o comercializar materiales a nivel mundial permite hacer casi cualquier tipo de edificio en cualquier parte del mundo, pero a un costo de construcción y de mantenimiento que hoy en día comienza a ser más que considerable. Los factores bioclimáticos son fundamentales en el proceso de diseño para lograr un equilibrio con el entorno. No es una práctica nueva, ni siquiera en la arquitectura contemporánea y, si bien no está tan extendida como debería, es una práctica que se ha mantenido y probablemente por eso es en la actualidad la tendencia de arquitectura natural más importante. 3. La naturaleza como estrategia proyectual Cuando se trata el problema ambiental en arquitectura, sea arquitectura ecológica, bioclimática, verde, de ahorro de energía o sostenible, una de las críticas más recurrentes en el campo arquitectónico es el resultado plástico de la obra en cuestión. Abordar la dimensión estética de la arquitectura no es fácil, ya que regresamos al eterno problema de definir, por ejemplo, qué es (o no) bello, lo cual depende de diversos factores sociales: de la cultura a la que se pertenece, del nivel socio-económico, del nivel de

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educación y, en especial, de la experiencia individual. Así el término de lo bello, de lo que tiene valor artístico, no es igual en Europa que en Asia, ni siquiera en España que en Francia (aunque hay valores comunes); o si se trata de un joven o un anciano, si es un campesino o un médico, su definición de lo estéticamente apropiado varía, aunque todas sean, por derecho, válidas. Hay quienes han defendido que existen valores o proporciones universalmente bellas: “el número de oro”, por ejemplo, que al provenir de la propia naturaleza, encuentra justificación y debe aplicarse sistemáticamente. Sin embargo, la naturaleza misma nos ha revelado lo relativo de las proporciones y que paradójicamente el orden puede estar en el caos. Lo cierto es que la humanidad se ha inspirado siempre en la naturaleza, ya que es la única preexistencia conocida, a partir de la cual hemos construido nuestro universo, una segunda naturaleza. Pero no sólo hemos reproducido las formas naturales: el hombre ha desarrollado técnicas inspiradas en los procesos biológicos, químicos, geológicos o cósmicos, al extremo que hoy en día se comienza a cuestionar la frontera entre lo natural y lo artificial. La referencia a la naturaleza, su implementación como “modelo”, se aplica de diversas maneras: La analogía: a partir de las formas naturales, se construye el objeto arquitectónico con claras referencias a su fuente de inspiración, sea el caracol, el esqueleto, la topografía, la vegetación... La abstracción: si bien la inspiración está en la forma natural, no se pretende imitarla, se pretende representarla de manera más o menos abstracta, jugando entre el ser y a la vez no ser como la pieza original. La analogía funcional reproduce procesos más que formas, que en ocasiones están asociadas. Reproducir energía, principios estructurales, etc. La alta tecnología tiene su expresión en este filón.

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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS Fotos 1,2 y 3: Francisco Javier Soria López Fotos 4 y 5: Generalitat de Catalunya – Departament de Sanitat i Seguretat Social. Supressió de Barreres Arquitectòniques Fotos 6,10,12 y 26: Behling, Sophia y Stefan. Sol Power. La evolución de la arquitectura sostenible. Gustavo Gili, Barcelona, 2002 Foto 7: Castells, Kim. Casas de los Pirineos. Ed. Juventud, Barcelona, 1996 Foto 8: Wines, James. Green architecture. Taschen, Milan, 2000 Foto 9: en: Sanchez Suarez, Aurelio. Arquitectura vernácula en Camino Real del norte de Campeche en Anuario de estudios de arquitectura 2001, historia, crítica, conservación. UAM-Azcapotzalco, México, 2001 Foto 11: Steele, James. Hassan Fathy. Academy Editions/St. Martín’s Press, London, 1988 Fotos 13,14,15,16,27,28,29 y 30: Gauzin-Muller, Dominique. Arquitectura ecológica. 29 ejemplos europeos. Gustavo Gili, Barcelona, 2002 Foto 17: Cantarell Lara, Jorge. Geometría, energía solar y arquitectura. Editorial Trillas, México, 1990 Fotos 18,19,20 y 21: Foster, Wayne y Hawkes, Dean. Arquitectura, ingeniería y medioambiente. CISSPRAXIS, Valencia, 2002 Fotos 22,23,24 y 25: Zeiher C., Laura. The Ecology of Architecture. The complete guide to creating the Environmentally conscious building. Watson-Guptill Publications, New York, 1996 Foto 31 y 41: Ascencio, Paco. Ecológical architecture, tendencias bioclimáticas y arquitectura del paisaje en el año 2000. Loft Publication, Barcelona, 1999 Fotos 32, 45, 46, 47, 48, 49, 50: Jones, David Lloyd. Arquitectura y entorno. El diseño de la arquitectura bioclimática. Blume, Barcelona, 2002 Fotos 34, 34 y 39: Mostaedi, Arian. Arquitectura sostenible. Instituto Monsa de Ediciones, Barcelona, 2002 Fotos 35 y 36: Ray-Jones, Anna (editor). Sustainable Architecture in Japan. The Green Buildings of Nikken Sekkei. Wiley-Academy, London, 2000 Fotos 37 y 38: Behling, Sophia y Stefan. Sol Power. La evolución de la arquitectura sostenible. Gustavo Gili, Barcelona, 2002 Foto 40: Engler, Mira. The garden in the machine. The Duisburg-Nord Landscape Park en la revista Land Forum 05, Spacemaker Press, Berkeley, 1999 Fotos 42,43 y 44: Wang, Wilfried. Jacques Herzog & Pierre de Meuron. Gustavo Gili, Barcelona, 2000

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CAPÍTULO 1 LA CALIDAD AMBIENTAL EN ARQUITECTURA El objetivo de este primer capítulo es el de mostrar, estabilizar y definir un primer nivel de contenidos que nutra el proceso proyectual de arquitectura. Tratar de elaborar las bases conceptuales necesarias en torno a la problemática ambiental, a través de una perspectiva sociofísica que posibilite desarrollar una arquitectura comprometida con los nuevos paradigmas medioambientales emergentes, al mismo tiempo que con su vinculación a las ciencias sociales y a las teorías del mundo del arte. Por otra parte hay que manifestar que todo ello solo tendrá sentido si se observa y actúa simultáneamente a través de una dialogía arquitectónica, la plataforma desde la cual se podrán reformular estos primeros cimientos teóricos imprescindibles para cualquier tipo de actividad proyectual. Los arquitectos como proyectistas y responsables de la construcción, en las diferentes obras de arquitectura, y la sociedad en general como usuaria debemos ser conscientes de la importancia y trascendencia de nuestras actuaciones urbanístico-constructivas. El impacto en el medio natural y su modificación deben ser evaluados en los primeros estadios de la práctica proyectual arquitectónica. La importancia y la magnitud de la transformación del medio natural debe condicionar cualquier actuación urbanística y ser uno de los factores esenciales en cuanto a su determinación. Sólo actuando de una forma responsable ante los proyectos de arquitectura (implicando y evaluando todos y cada uno de los factores y actores relacionados), estaremos dando una respuesta arquitectónicamente válida y adecuada a aquella solicitud. Es decir, el proyecto se convierte, en manos del arquitecto, en una herramienta muy potente (y en algunos casos hasta peligrosa) al servicio de un doble cliente socio-físico, capaz de transformar diferentes escalas de entornos o contextos. Cualquier decisión construida o programada (planes urbanísticos, proyecto, normativa urbana) es responsabilidad del arquitecto (proyectista) que debe ser consciente de los cambios físicos y sociales que comportará y que a su vez repercutirá en otros ecosistemas (animales, vegetales, hídricos, atmosféricos, etc. ) de difícil evaluación y programación temporal. De manera que en primera instancia la difícil tarea de proyectar la arquitectura no es solamente estar dotado de conocimientos estéticos (artísticos) y científicos (constructivos), sino que es mucho más amplia: hay que estar capacitado y educado moralmente frente a las delicadas y complejas decisiones implicadas en el proyecto de arquitectura, capaces de transformar, modificar y en ocasiones degradar el planeta. Porque, ¿en qué consiste la labor del arquitecto sino es la de construir? (que no la de destruir). Como decía Heidegger, al habitar sólo podemos llegar desde el construir, que no es más que instalar lugares en un instituir y ensamblar de espacios. Para construir sabemos que es necesario diseñar nuevos límites espaciales que conformen espacios menos hostiles para el hábitat humano. Para ello nos ayudaremos de la técnica y la ciencia como soporte a sus solicitudes constructivas, y de las teorías estéticas y las vanguardias artísticas para dotar a la obra de contenido poético, necesario también para el habitar humano.

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Esta envolvente, pensada en sí misma, puede estar aparentemente completa y bien diseñada con los requisitos anteriores, aunque en un verdadero análisis profundo, y como hemos venido diciendo más arriba, faltarían unos prerrequisitos esenciales: su evaluación del impacto ambiental y social. La valoración del entorno se debe efectuar desde el yo (mi obra) hacia el otro (el contexto) y viceversa, es decir desde el otro (el contexto) hacia el yo (mi obra). Recordemos aquí que la configuración del yo sólo tendrá sentido si existe otro, será precisamente el otro el que dotará de sentido y significado al yo. Por tanto, el otro, el medio ambiente (contexto físico y social, entorno, etc.), y el otro, el habitante (el ser humano que utilizará la obra construida), serán los que activarán el motivo de la existencia de mi obra y la previa creación de la misma por el arquitecto. Pongamos un ejemplo para que se entienda mejor. Si construyéramos en un medio con ausencia de atmósfera, y por tanto sin vientos ni lluvias, no tendríamos la necesidad física de protegernos de esos factores climáticos, y si además no hubiese necesidad de aumentar o disminuir la temperatura de nuestro hábitat no necesitaríamos aislarnos del exterior. Excluyendo en el extremo la posibilidad de ser contemplados por otros seres (y esto fuese objeto de molestia), podríamos pensar en un espacio habitable sin límites físicos (sin paredes ni techos) donde nuestros enseres estarían ubicados siguiendo un orden espacial adaptado a cada una de nuestras funciones biológicas y psíquicas. Entonces es fácil deducir cómo la propia construcción se justifica y responde en gran medida a circunstancias ambientales. Cometido del arquitecto en primer lugar y del habitante en segundo, será hacer que esos “artefactos” artificiales construidos (edificios) sean lo más adaptados al ser humano y naturales posibles, tanto para el usuario hombre como para el depositario contexto (ciudad, campo, etc.). Aunque parezca ciencia ficción lo mencionado más arriba, también es cierto que hoy hay ya algunos arquitectos vanguardistas (la mayoría conocidos internacionalmente) que están trabajando con varios de los conceptos descritos. Es decir, la necesidad o no de límites físicos entre el hábitat y la ciudad, la desmaterialización o transparencia de la arquitectura, etc. Nosotros, por el contrario, creemos firmemente que hay que seguir defendiendo una actitud atenta y respetuosa hacia el contexto y proponer el diseño de una arquitectura desde y para la sociedad con el medio ambiente como interlocutor. El objetivo, pues, de nuestra responsabilidad como arquitectos es proporcionar calidad ambiental desde la arquitectura: - Calidad en el interior de la nueva delimitación espacial hábitat, que permita la confortabilidad física y psíquica del usuario. - Calidad en la nueva configuración del entorno próximo modificado, que facilite una nueva lectura de la arquitectura implantada. - Calidad en la definición del nuevo contexto social, aumentado y por consiguiente transformado. - Calidad en la minimización del impacto que se efectúa en los ecosistemas naturales alterados. - Calidad en el equilibrio entre los sistemas de nueva creación y los existentes.

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1.1. La calidad arquitectónica, un fenómeno multidimensional Las calidades enunciadas en el apartado anterior no son más que el compromiso responsable en forma de obra de arquitectura que los arquitectos tenemos para con la sociedad y el medio natural. Estos compromisos pasan por profundos estudios: geográficos, culturales, meteorológicos, históricos, sociales, económicos, constructivos (científicos), artísticos, etc., que el proyectista-arquitecto debe tener en cuenta en los primeros momentos de plantear la solución al problema de resolver una nueva arquitectura. El trabajo interdisciplinario, que es una realidad en otras muchas materias, debe ser también en el campo del proyecto de arquitectura una práctica habitual. La psicología del espacio, las ciencias del medioambiente, la antropología del espacio, la geografía humana o física, la historia y las ingenierías aplicadas a la construcción e infraestructuras, son algunas de las disciplinas también implicadas de una forma u otra en los procesos de diseño. El arquitecto como responsable tendrá que ser precisamente el que las evalúe y utilice (en colaboración), en el momento y proporción precisos, de forma que el resultado sea un todo armónico que conforme la obra de arquitectura o urbanismo. La interdisciplinariedad dirigida y coordinada por el arquitecto en los procesos de diseño y construcción de la obra deberá ser un garante para que el resultado final minimice su impacto negativo en el medio y, por el contrario, contribuya a aumentar sus valores positivos en esa nueva huella cultural que supone el ser agregada a un contexto preexistente. Desde la universidad debemos profundizar, si cabe aún más, en estos procesos multidisciplinares para mostrar su capacidad enriquecedora al proyecto desde sus primeros momentos de elaboración. La complejidad de los elementos de estudio y la trascendencia en la toma de decisiones recomendará una dedicación muy prolongada y una cautela extrema con la presentación de las conclusiones. Es necesario tomar entonces conciencia de la importancia de los proyectos de arquitectura, que tanto por su elevado coste económico como de impacto ambiental (social y físico) merecen unos estudios muchísimo más detallados y dotados de medios de los que esta modesta introducción a tan compleja problemática puede aspirar. A nivel internacional ya tenemos constancia de que se ha tomado conciencia de la importancia de la arquitectura en la sociedad y el medioambiente, diversas comisiones de la Unión Europea han sido sensibles a esta cuestión y algunos de los conceptos básicos aque tiene en cuenta este ensayo sobre la calidad ambiental de la arquitectura fueron ya enunciados el 12 de febrero del 2001 en la resolución del Consejo de la Unión Europea sobre la calidad arquitectónica en el entorno urbano y rural. En un intento de aproximación a esta importante tarea didáctica, sería oportuno volver a destacar algunas de las significativas sentencias de dicha resolución, en la que se afirma que: “la arquitectura es un elemento fundamental de la historia, de la cultura y del entorno de nuestros países, constituye una de las formas de expresión artística fundamentales en la vida cotidiana de los ciudadanos y representa el patrimonio del mañana; la calidad arquitectónica es un elemento constitutivo del entorno, tanto urbano como rural;

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en las políticas regionales y de cohesión comunitarias deben tomarse en cuenta la dimensión cultural y la calidad del tratamiento físico de los espacios; la arquitectura supone una presentación intelectual, cultural y artística profesional. El servicio arquitectónico es, por consiguiente, un servicio, tanto cultural como económico.” La resolución alienta a los estados miembros a que: “intensifiquen sus esfuerzos en pro de un mejor conocimiento de la arquitectura y del diseño urbanístico y de su fomento, así como a favor de una mayor sensibilización y formación de los promotores y de los ciudadanos respecto de la cultura arquitectónica urbana y paisajística; tengan en cuenta, en las decisiones y acciones que lo requieran, el carácter específico del servicio arquitectónico.” No quisiéramos concluir esta referencia sin mencionar también el recuerdo explícito que el Consejo hace de la Directiva Europea 85/384/CEE: “la creación arquitectónica, la calidad de las construcciones, su inserción armoniosa en el entorno, el respeto de los paisajes naturales y urbanos, así como del patrimonio colectivo y privado, revisten un interés público”. Queda claro, pues, el énfasis en considerar a la arquitectura como conformadora cultural de espacios; cometido el cual debe ser considerado como de interés público. La sociedad, que tiene que ser consciente de esta importancia, es corresponsable también en su solicitud de calidad arquitectónica para una configuración medioambiental coherente. Las universidades y en especial sus profesores estarán a su vez comprometidos en la misión de proporcionar las vías de aprendizaje necesarias para que esto sea posible. Siendo, de no hacerlo así, corresponsables indirectos de algunos de los desastres urbanos que venimos sufriendo. Aunque bien es cierto (en descarga del cuerpo docente) que en la mayoría de los procesos urbano-especulativos hay fuerzas políticas y económicas muy potentes que inclinan la balanza hacia determinadas soluciones no precisamente arquitectónicas ni equilibradas con el medio, en las que nada o poco puede hacer el arquitecto, y mucho menos el profesor educador de aquel arquitecto. La misión, pues, del profesor de proyectos arquitectónicos será enfatizar los aspectos preexistentes ambientales y culturales antes y/o durante el desarrollo del proyecto. Insistir en su importancia y dotar al alumno de una capacidad crítica adecuada que priorice aspectos de calidad ambiental desde una doble vertiente socio-física, para posibilitar un buen proyecto de arquitectura que devenga en una adecuada obra en el futuro. La piedra angular en este proceso será el tener conciencia, el darse cuenta, de que la profesión de arquitecto es primordialmente un servicio público y no únicamente un acto artístico. Es decir, nos tenemos que dar cuenta de la enorme importancia que para la colectividad (sociedad) implica cualquiera de nuestras decisiones individuales. En este aspecto hay que concienciar al alumno, estudiante de arquitectura, y a los profesionales mismos, para que evalúen desde todos los parámetros a su alcance cualquier decisión de proyecto antes de ser ejecutada. La incidencia de lo individual frente a lo colectivo en pocos casos es tan importante.

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Aunque pocos, hay que reconocer que sí ha habido en la historia arquitectos comprometidos a tal efecto. Arquitectos que han defendido un uso social de la arquitectura y un papel de inalterable servicio público del arquitecto. La “humanización de la arquitectura” sería, en homenaje al arquitecto finlandés Alvar Aalto, una vez más la sentencia que mejor englobaría este pensamiento.

1.2. El medio ambiente sociofísico En la importante cuestión de la calidad ambiental en arquitectura debemos definir en primer término lo que podemos entender conceptualmente por ambiente, medio ambiente o ambiental: Ambiente haría referencia al entorno que nos rodea. Entorno en el que encontramos factores de tipo espacial, climático y social, condicionantes que envuelven al individuo y que por consiguiente afectan a su capacidad de comprensión (influencia mental), su confortabilidad (influencia fisiológica), su estabilidad psicológica y su capacidad de relación social con otros individuos. De lo que fácilmente se deduce que una mala o buena calidad en ese ambiente (en el diseño y la construcción del ambiente) puede producir grandes beneficios o graves trastornos en el propio individuo. Pero vayamos por partes: Como describen en un estupendo trabajo Serra y Coch, “el proceso de la percepción es muy importante en la relación del hombre con el entorno. En esta percepción intervendrán tres niveles: el nivel físico, el nivel fisiológico y el nivel psicológico, que se corresponderán respectivamente con el estímulo-sensación, el transporte de la misma y finalmente la interpretación”. El conocimiento de este complejo proceso perceptivo es fundamental para el propio diseño arquitectónico ya que es precisamente a través de éste por el que nosotros podemos entender el mundo que nos rodea. Hay en este sentido abundantes estudios que analizan los diferentes fenómenos que intervienen en la emisión de estímulos y como éstos son interpretados por el ser humano. Los fenómenos térmicos, lumínicos y acústicos son, a buen seguro, los más y mejor analizados, se conoce a través de la física clásica su funcionamiento y por ello son más fácilmente controlables. En este punto es importante señalar que la forma como se controlan puede ser un arma de doble filo, es decir que no podemos darnos por satisfechos controlando un determinado fenómeno que provoca disconfort, sino que será fundamental diseñar desde la arquitectura esos controles. Y decimos diseñar porque la propia geometría del volumen edificado, su orientación y la elección de los materiales y procesos constructivos que se emplearán, son determinantes en un buen o mal control de aquellos fenómenos. En este punto hay que desmitificar los procesos hipertecnológicos que proponen la utilización solamente de medios hig-tech para controlar esos fenómenos. Hay que decir que el empleo de alta tecnología como único recurso va en contra de las leyes de un adecuado diseño que pretende enfocar la problemática desde una perspectiva humanístico-ambiental, con el agravante añadido del encarecimiento desproporcionado de la obra y una más que dudosa sostenibilidad, ecológicamente hablando, de la utilización de esos medios (ejemplos: las células fotoeléctricas para controlar membranas de control lumínico, el uso abusivo de sistemas de calefacción-refrigeración que consuman energías no naturales, etc.). Mucho más difíciles de estudiar y demostrar su influencia y efectos sobre el individuo son los fenómenos de índole cultural y/o social derivados de una u otra respuesta arquitectónica. Es decir, que ahora, en un proceso inverso, deberíamos saber en primer lugar cómo estos

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factores pueden ser modificados por una determinada obra arquitectónica y analizar cómo revierten en una influencia positiva o negativa sobre el individuo. Aquí entraríamos en un terreno mucho más complejo, que ha sido objeto de varios estudios por parte del profesor Josep Muntañola y que recientemente ha sido definido por el prestigioso filósofo Paul Ricœur; nos referimos a los procesos de prefiguración, configuración y refiguración en la arquitectura (entendida ampliamente como diseño y construcción). La prefiguración, que se gestiona en la mente del arquitecto, recurre a la memoria como archivo de recursos proyectuales, una memoria enriquecida por una adecuada comprensión de la realidad cultural y social. La configuración, por su parte, intervendrá en la generación del proyecto y la obra en cuestión, con la mediación de la técnica y la ciencia teórica. Finalmente, con la refiguración se establecerá una nueva lectura de la obra y se evaluará su impacto contextual, retroactivando una nueva configuración, de manera que cerraremos el ciclo de arquitecto-obra-contexto. De este complejo proceso anterior en el que intervienen múltiples actores podemos deducir que para que, el proceso tenga sentido y la obra realizada esté dotada de significado cultural, social y estético (poético), debe estar generada simultáneamente por una prefiguración y una refiguración; es decir, los mecanismos de memoria y de evaluación de impacto ambiental, social y cultural deben ser activados a loa vez y en primera instancia en la configuración del propio proyecto arquitectónico. Sólo de esta manera el resultado tendrá garantías de contener los atributos necesarios que garantizarán que una obra sea sostenible cultural y naturalmente hablando. Si durante siglos toda la teoría de la estética y la poética se ha encargado de dotar al arquitecto de los contenidos necesarios para que la arquitectura sea considerada una obra de arte, todavía queda camino por recorrer en la importante labor de la interdisciplinariedad en la evaluación medioambiental como garante de la aportación del fondo de datos necesario para complementar el proceso de diseño. Las ciencias sociales tienen mucho que decir en este terreno y la conexión con la arquitectura pasa a ser una necesidad que debe ser valorada y dirigida por el arquitecto proyectista de manera única y específica en cada situación. Atención especial debemos dedicar a las escalas de evaluación; nos estamos refiriendo a la escala local y a la escala global (las subescalas intermedias posibles las obviamos para evitar complejidad). El término local debe implicar una consideración cercana a los factores intervinientes: local en referencia a una cultura específica que tiene reflejo en la obra y el pensamiento arquitectónico que hay detrás, local en cuanto a una influencia próxima y directa hacia personas y lugares. En correspondiente oposición a lo local nos encontraríamos con lo global; una dimensión del pensamiento universal que actúa bajo nuevos parámetros conceptuales que deberían tratar de enfrentar pacíficamente, y para un enriquecimiento mutuo, a todas las realidades locales. Una dimensión aglutinadora de culturas que obtenga resultados positivos de esta adición y que valore y respete cada especificidad. De ser así la arquitectura también se vería enriquecida por aspectos relacionados con la sostenibilidad del planeta y de este modo cada impacto parcial o local repercutiría sobre la totalidad del globo terrestre entendido éste como un único organismo vivo. Si hasta ahora hemos analizado de manera conceptual qué factores físicos del planeta intervienen en la configuración arquitectónica, deberíamos ahora profundizar en algunos conceptos relacionados directamente con el hombre y su postura mental en el propio papel hegemónico que desempeña en la Tierra.

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Como casi siempre sucede en estas cuestiones, cada disciplina estudia y progresa por su cuenta sin contar a veces con los avances de las otras. La arquitectura siempre se ha vinculado más hacia cuestiones artísticas (y disciplinas asociadas) y técnico constructivas, pero parece que desde mediados del siglo XX, gracias a algunos arquitectos y teóricos de la arquitectura, se han intentado establecer relaciones entre las ciencias sociales y naturales y el proyecto arquitectónico. En este cometido nos deberemos sumergir en este nuevo milenio en pos de una arquitectura sostenible. Deberíamos ir por partes en esta importante cuestión, y definir en sus diferentes vertientes qué se ha querido decir con “humanización de la arquitectura”. La sentencia trata de posicionar al arquitecto frente a una tendencia (desde los procesos racionalistas y funcionalistas de finales del primer tercio del siglo XX) arquitectónica que maneja conceptos, caracteres y componentes ajenos en muchos casos a las necesidades y las configuraciones de origen orgánico, natural o antropológico. El enunciado predispone a todos a tomar conciencia ante una realidad deshumanizada, una realidad desprovista de aquellos atributos humanamente necesarios que garanticen un desarrollo social y medioambiental sostenible. Alguna parte de esta responsabilidad recae en el carácter que debe tener la construcción de obras arquitectónicas. El aludido Aalto, uno de los principales arquitectos del llamado movimiento moderno del pasado siglo XX, supo responder a esta problemática y responsabilidad. Además, fue también él quien valoró en su grado máximo a la naturaleza como generadora de la creatividad más sublime, siendo un temprano ecologista, que tanto a través de su palabra y escritos como de sus obras supo dejar bien claras estas ideas y enunciar y demostrar los equívocos de aquellos que han pensado en la arquitectura únicamente como una estandarización más o menos tecnificada de la obligada funcionalidad exigible a cualquier obra de arquitectura. El exquisito respeto por el medio natural y las atentas cuestiones que atienden a la dimensión humana componen los condicionantes principales en la configuración de una rica arquitectura dotada además, y precisamente por ello, de una altísima capacidad poética y formal, paradigma del movimiento moderno, y una nueva manera de entender esta arquitectura de relaciones que puede mirar optimista al siglo XXI. Debiéramos analizar ahora una de las cuestiones principales en esta sentencia: la humanización y algunas posturas novedosas como la transhumanización. El filosofo e investigador Jos de Mul ha realizado desde Rotterdam numerosos estudios sobre el transhumanismo y sus consecuencias. Los transhumanistas, como el propio de Mul define, creen que pueden perfeccionarse social, física y mentalmente mediante el uso de la razón, la ciencia y la tecnología, además del respeto por los derechos del individuo y la confianza en el poder del ingenio humano. Los tanshumanistas comparten con los humanistas la creencia en que la humanidad es parte de la naturaleza y, al igual que todas las criaturas vivas, está sujeta a las fuerzas naturales. Pero mientras los humanistas se manifiestan partidarios de un control sobre las tecnologías, biotecnologías e ingenierías genéticas, los transhumanistas las apoyan. Una postura similar podría estar aconteciendo en la arquitectura. Una gran parte de la crítica mundial, respaldada por muchas de las grandes estrellas actuales, se encuentra inmersa en una transarquitectura, donde la sociedad de la información definida por Castells marca de forma decisiva los nuevos rumbos de la práctica arquitectónica de este inicio de tercer milenio. Conceptos como los de arquitectura líquida, arquitectura borrosa, mutación, prótesis y todo tipo de términos provenientes de disciplinas científicas son usados para embaucar a la opinión pública, que acaba siendo presa de una red de términos ininteligibles e inaplicables a conceptos tan claros como el construir, habitar o pensar el espacio humano.

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Esta confusión, esbozada brevísimamente, provoca también una desatención por los verdaderos mecanismos de interrelación social y medioambiental, que son compensados con una nueva definición en estos campos: aparece el hombre biónico, mutante o clónico, en una naturaleza nueva, una naturaleza digital enmarcada en un espacio virtual donde ya no es necesaria la presencia física. La condición humana se reduce a mapas web de actividades cuyo principal protagonista es el PC, con más megas y mejor resolución de tarjeta gráfica o la optimización de servidores y líneas ADSL de alto rendimiento. Internet toma el mando, pero en lugar de servir de complemento y propulsión de paradigmas clásicos de conocimiento se extiende como un virus contaminando, haciendo mutar (transformar), todos aquellos campos del conocimiento que puede invadir. También sucede así en la epistemología arquitectónica, que progresivamente va siendo desprovista de sus invariantes más sólidas (como el papel del ser humano y el medio ambiente en la configuración arquitectónica) para convertirse progresivamente en moneda de cambio al mejor postor, atendiendo al capital y a unos intereses políticamente globalizantes, incompatibles por definición con una visión humanista de la misma. Como decía Pos, el humanismo no es otra cosa que la confianza depositada en los poderes intelectuales (las personas) necesarios para llevar la vida a su nivel más alto, inspirados por la asociación con las personas del presente y del futuro. Hay que insistir aquí también en la importancia de la relación presente-futuro como la clave que debe articular la conciencia necesaria para tomar las decisiones adecuadas en materia urbanística y arquitectónica, sin pensar en un rendimiento electoralista inmediato y sí en un legado culturalmente rico, que sea valorado por las generaciones venideras. La sostenibilidad propone el compromiso inter o transgeneracional, probablemente desde una visión de gerencia ambiental; es decir controlar y hacer eficientes los procesos de desarrollo para mantener los modelos actuales. Mejor tecnología, mejor administración, mayor producción para heredar las mismas posibilidades. Pero cada vez más se regresa al problema básico: el entorno es una construcción sociocultural, nuestras actitudes, nuestra concepción del entorno, están íntimamente ligadas a nuestras creencias, nuestras costumbres; en otras palabras, a nuestra conciencia individual y colectiva de la realidad. Para terminar esta breve exposición de ideas básicas para el desarrollo de una postura proyectual medioambiental coherente, debemos enfatizar la importancia de adquirir una visión holística e integral del proceso de diseño: dispuestos al diálogo, donde el entorno físico y el contexto cultural se relacionen simultáneamente en la arquitectura y se haga factible estar en una mejor posición para hablar de una sostenibilidad real.

1.3. El ambiente cultural Tener una conciencia clara y los conocimientos precisos sobre el ambiente cultural es una de las primeras labores que debe abordar el arquitecto, pero vayamos primero a definir lo que entendemos por ambiente cultural: entendemos la atribución de toda una serie de valores contenidos en los procesos de índole cultural y que son directamente asimilables por el medio ambiente. Es decir, aceptar que nuestro medio ambiente puede y debe ser visto e interpretado desde el prisma culturalista que reactive sus significados a diferentes escalas sociales.

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Será fundamental, en esta visión global de la problemática, el abordaje de la cuestión desde una perspectiva hermenéutica que permita profundizar en la revisión e interpretación de textos históricos sobre el tema, para descubrir las capacidades que hoy tiene el medio ambiente como dinamizador de una nueva sociedad que está generando a su vez, y en parte gracias e esta componente ambientalista, una nueva cultura de las relaciones entre los humanos y sobre todo entre los humanos y su medio natural. El medio natural forma parte indisociable de las culturas locales de cada comunidad y, dentro de una visión global, es garante físico y mental de la vida humana en la Tierra. Precisamente por esta razón la aproximación a este medio natural debe contar con el apoyo y la perspectiva adecuadas para posibilitar dotar de medios necesarios a los investigadores en su importante proceso de investigación hermenéutica. Mediante la investigación hermenéutica debemos descifrar las relaciones y las componentes culturales propias de cada medio. Componentes que se deben convertir en las herramientas necesarias que permitan el buen desarrollo del proyecto de arquitectura. De no ser así, se está despreciando un enorme potencial redescriptivo e interpretativo que no lleva si no un empobrecimiento del proyecto, banalizando en muchos caso el resultado final. El medio ambiente nunca podemos limitarnos a considerarlo sólo marco físico y natural; es sobre todo el contexto cultural el que da significado y trascendencia a cualquier arquitectura. A partir de asimilar y conocer lo propio es posible intentar construir nuevas formas culturales. Uno de los ejemplos paradigmáticos en esta apropiación y reinterpretación cultural hermenéutica canalizada o sintetizada a través de la obra de la arquitectura sería el arquitecto catalán Enric Miralles.

Fotos 1, 2 Vistas del parque Diagonal Mar en Barcelona (2002)

Mediante sus obras Miralles ha sabido transmitir al espectador o usuario aquellos componentes culturales presentes en el contexto (en un amplio sentido de la palabra) en el que se inscribe la obra. El proceso de creación e invención ha utilizado de una forma extraordinaria la doble

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memoria: la memoria redescriptiva de aquellos componentes históricos presentes en la cultura del sitio, y la memoria imaginativa que se nutre de una capacidad creativa innata del individuo (educada también con el enorme conocimiento del arquitecto).

Foto 3 Vista del parque Diagonal Mar en Barcelona (2002)

En el parque Diagonal Mar de Barcelona, Miralles activa unos mecanismos de reconfiguración del propio lugar para hacer brotar una nueva capacidad redescriptiva del mismo, que catalizados en la artisticidad propia del arquitecto consiguen plasmarse en una obra pluridimensional con referencias culturales al entorno físico y social. En la obra conviven, por ejemplo, el trencadis catalán de principios del XX y la tecnología en acero del tercer milenio, que lo sostiene. El símbolo se activa a partir del objeto.

1.4. El deterioro del ambiente natural La sociedad contemporánea ha incrementado su bienestar y calidad de vida en general, entre otras cosas gracias a los avances en el conocimiento científico y su aplicación a la tecnología cada vez más innovadora. Sin embargo, esta gran especialización y acumulación de logros aparentemente extraordinarios para la humanidad vistos aisladamente, como la producción de energía muy barata al alcance de más población, vehículos para transportar más y mejor a personas y mercancías, edificios a gran escala capaces de albergar una multitud de funciones, etc., resultan menos convincentes cuando se ponen en contexto. El grave deterioro que sufre el entorno natural y que se ha hecho especialmente evidente en las últimas décadas del siglo XX (agujero en la capa de ozono, calentamiento global, contaminación atmosférica, etc.) nos ha obligado a reflexionar con mayor cuidado sobre el efecto real de nuestras acciones. Es indispensable visualizar todas las actividades que desarrolla el ser humano desde un punto de vista general (global) y específico (local) simultáneamente, y aún más importante entender las relaciones y la interdependencia que existen entre hombre y naturaleza. El entorno construido, que los arquitectos y urbanistas contribuimos de manera importante a diseñar, planear, edificar y mantener, ya no puede dejar de vincularse al impacto que genera sobre el medio, sea natural o cultural. En años recientes se han generado una serie de herramientas y normativas para evaluar el impacto ambiental que producen los edificios, en algunos casos antes de ser construidos, en otros a partir de la experiencia que su uso y presencia genera. Se pueden mencionar entre otros: - Evaluación de impacto ambiental: enfocada a evaluar los efectos que un determinado proyecto puede generar sobre el entorno donde se propone, para valorar la conveniencia o no de su construcción o de las medidas preventivas que puede adoptar.

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- Análisis integral del ciclo de vida de los edificios: metodología de diseño que pretende evaluar todo el proceso de desarrollo para cualquier edificio, desde su prefiguración, hasta cómo se desmantelará y qué pasará con los materiales, sin olvidar su construcción y uso. - Evaluación postocupacional de edificios: enfocada sobre todo a la opinión de los usuarios sobre el funcionamiento, aspecto, habitabilidad del espacio. Se está incorporando cada vez más al seguimiento de los efectos sobre el ambiente natural. En Europa se han generado recientemente varios métodos que ayudan en la evaluación y establecimiento de procesos de diseño medioambientales, entre otros: - Building Research Establishment Environmental Assessment Method (BREEAM) (Inglaterra): http://www.ecde.co.uk/breeam/breeam_index.html. - Building Environmental Assessment Tool (BEAT 2000) (Escandinavia). - Procedimiento para la Alta Calidad Medioambiental - ACM (Francia): http://www.ademe.fr. El método de alta calidad medioambiental, propuesto por varias entidades francesas (asociaciones profesionales, ministerios oficiales, instituciones políticas), es un interesantísimo ejemplo de la importancia que tiene el abordar el medio ambiente desde la arquitectura y la construcción con una vocación holista, que trate de abarcar la compleja red de interrelaciones que implica. El ACM fue adoptado a partir de 1996 y su aplicación en el proceso de diseño puede reducir sensiblemente el consumo de energía y las emisiones de CO2, al ser aplicable tanto en obra nueva como en rehabilitación. Establece tres objetivos generales: - Crear un entorno sano y confortable en el interior para los usuarios. - Controlar el impacto físico sobre el contexto exterior del edificio. - Conservar los recursos naturales, optimizando su uso. Es fundamental recalcar que una arquitectura de excelente calidad ambiental no se logra automáticamente mediante la aplicación de recetas, o de cumplir con un listado de buenas intenciones, nada más alejado de la realidad. La arquitectura es un complejo juego entre arte y ciencia, entre lo físico y tangible, que se puede medir o controlar, y lo intangible, donde sensaciones, costumbres, ritos, percepciones del usuario... son variables o relativas, sin olvidar la propia cultura, preparación y sensibilidad del diseñador. Con esto siempre en mente es posible revisar la siguiente tabla perteneciente al ACM, que resume de manera muy precisa los objetivos y exigencias mínimas que el arquitecto debe intentar analizar para posteriormente sintetizar en un proyecto medioambientalmente sensible:

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Tabla 1 Listado de los objetivos del procedimiento de Alta Calidad Ambiental (ACM) Fuente: Dominique Gauzin-Muller, Arquitectura ecológica. 29 ejemplos europeos

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1.5. La dimensión humana del ambiente

La dimensión humana del ambiente hace referencia a todos aquellos condicionantes del proyecto que tienen como protagonista al usuario (hombre). Condicionantes que no deben ser entendidos como elementos restrictivos o coercitivos, sino todo lo contrario, atributos positivos que elevarán el valor de la obra de arquitectura y que harán posible su justificación ante la sociedad depositaria de la misma. Esta atención hacia las características antropológicas del espacio habitable y de la configuración simbólica del mismo, comprende simultaneamente aspectos de confortabilidad física (orgánico-individual) y de confortabilidad psicológica (mental-social). La escala humana como configuradora del proyecto arquitectónico integra una serie de variables técnica, materiales, formales, estética y conceptuales como medios para obtener ese ambiente apropiado a las necesidades humanas y a la vez respetuoso del entorno natural. En la confortabilidad psíquica intervienen factores menos fáciles de controlar y evaluar, y se juega con una característica que la hace todavía más variable: la especificidad de cada individuo, a pesar de lo cual podemos aventurarnos a citar algunos como: proporciones físicas (alto, ancho, largo) de los espacios, relación uso-proporción espacial, los colores y el espacio en función del uso de los mismos, la relación exterior-interior (ventanas, puertas, porches, etc.) proporciones e impacto emocional, tipos de materiales a emplear según usos de las estancias, etc. La confortabilidad física, a su vez, se subdivide en: acústica, térmica, lumínica y especialmente la supresión de barreras arquitectónicas para discapacitados. En su mayoría son factores con una larguísima tradición experimental y cuyos resultados permiten, hoy en día, responder con soluciones óptimas a cada problemática concreta. La supresión de barreras arquitectónicas es un tema más reciente y aunque hay ya una directiva estatal y autonómica a tal efecto, es todavía un campo que debe desarrollarse más profundamente ya que se da en él un doble factor de incidencia, por un lado la aplicación de la normativa en el diseño de la nueva edificación, y por otra parte la reconversión o adaptación de edificios antiguos a las nuevas directivas. Precisamente este es un tema que ejemplifica de forma muy clara la relación causa-efecto en la práctica profesional; es decir, si construimos obras de arquitectura con barreras infranqueables para los discapacitados, éstos no podrán usar dicha arquitectura, luego la justificación social de la misma queda deslegitimada, lo que influye de manera retroactiva en el propio diseño de la obra, que por consiguiente está mal resuelta. Así, sólo será justificable aquel objeto diseñado (proyectado por el arquitecto) que cumpla con su función de bien útil y necesario para la sociedad; de no ser así no tiene ninguna justificación de ser. Las barreras arquitectónicas pueden definirse como todas aquellas trabas, impedimentos u obstáculos físicos que limitan la libertad de movimiento en especial de los minusválidos, pero bien visto afecta a un grupo mayor de población que incluye a los niños, los ancianos o los padres con hijos pequeños. Las barreras arquitectónicas no sólo deben eliminarse para evitar incomodidad o imposibilidad física de acceso, circulación y uso de un espacio determinado; se debe intentar comprender en primera instancia el impacto psicológico que tienen para las personas que, por su edad o su minusvalía, se ven impedidas de hacer un uso cotidiano y normal de los edificios y calles de su entorno.

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La normatividad establecida para garantizar la accesibilidad mediante la supresión de barreras arquitectónicas se remonta a la década de los 70, cuando esta problemática comenzó a tomarse en cuenta de manera más sistemática. Sin embargo, las normas generalmente establecen sólo los mínimos que se deben cumplir, cuando en realidad la dimensión humana, la percepción y confortabilidad psicológica de un ambiente son difíciles de establecer. De allí la importancia de que el arquitecto haga un esfuerzo adicional por colocarse en la piel del otro, de intentar sensibilizarse no sólo con regulaciones mínimas, sino con experiencias reales para producir el mejor ambiente posible. Se pueden mencionar cuatro áreas básicas en las que habría que pensar: -

Supresión de barreras urbanísticas. Supresión de barreras en la vivienda. Supresión de barreras en los edificios públicos. Supresión de barreras al transporte.

Probablemente valdría la pena que los diseñadores intentáramos circular por la ciudad y los edificios públicos por ejemplo en silla de ruedas durante un par de días, como parte de una mejor educación medioambiental, tan necesaria hoy día. Colocarse en el lugar del otro, para intentar, mediante el proyecto, anticipar los efectos sobre quien usará cotidianamente el espacio que diseñamos es un ejercicio indispensable para intentar humanizar la arquitectura.

Fotos 4 y 5 El acceso a la vivienda o edificios públicos se resuelve muchas veces sin considerar las condiciones que requieren ciertos usuarios y que afecta a un gran grupo de la población. La vía publica debe poder ser utilizada con comodidad por todos, incluidos los servicios (como ejemplo el teléfono público)

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CAPÍTULO 3 LA NATURALEZA COMO ESTRATEGIA PROYECTUAL El interés de este módulo se centra en revisar con mayor detenimiento la interacción entre la naturaleza y la arquitectura, cuando esta relación es la guía principal del proceso de diseño, materialización y determinación del espacio construido. Es decir, qué papel juega el entorno natural en el proceso creativo del proyecto en la práctica profesional, concretamente la de los últimos años, cuando la preocupación por la conservación de la naturaleza está arraigando cada vez más en la conciencia social. La naturaleza es la referencia primordial del hombre como ser social: su dependencia no solamente es física, sino psíquica. La arquitectura y la ciudad se consideran la “segunda naturaleza” por excelencia, al recrear una naturaleza alternativa, inspirada en la original pero moldeada según las necesidades propiamente humanas, que se verifica en lo tangible que le da cobijo, pero que también es el vehículo que relaciona al hombre con su entorno en lo intangible. Con la creciente preocupación por el impacto físico que la arquitectura tiene sobre el entorno natural, vale la pena preguntarse cómo se está atacando este problema desde el punto de vista conceptual del proyecto. Una de las críticas más importantes a la arquitectura sostenible es su excesivo carácter técnico, su aceptación de formas predeterminadas, dejando en segundo plano aspectos estéticos, simbólicos o expresivos. Por el contrario, los que defienden esta tipo de acercamiento a la arquitectura abogan por las grandes posibilidades creativas que tanto la naturaleza, de la cual se puede aprender un sin número de procesos, como la propia experiencia cultural de las diversas sociedades presentes y pasadas en su forma de relacionarse con el entorno natural circundante pueden aportar. El objetivo principal de este tercer capítulo es el de explorar, desde la problemática ambiental actual, diversas conceptualizaciones que los arquitectos utilizan para abordar el diseño que busca relacionarse adecuadamente con su entorno circundante. Evidentemente las tendencias son muchas, las estrategias diversas y los resultados interesantes, y todo ello manifiesta con claridad un crecimiento de la conciencia profesional, responsable de conservar el medio ambiente al concebir y materializar la arquitectura. Vale la pena enfatizar la revisión o el análisis crítico de maneras o procedimientos posibles para abordar el diseño, nunca como métodos para seguir al pie de la letra para “garantizar” un resultado preestablecido, sino más bien como referencias que pueden ayudar a explorar diversas formas de diseñar arquitectura. En concreto se pretenden los siguientes objetivos: - Reseñar los antecedentes inmediatos que dan cuerpo a las principales tendencias del diseño medioambiental actual. - Documentar las principales bases conceptuales y estrategias proyectuales que utilizan el entorno natural como guía del proceso de diseño arquitectónico.

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- Documentar las posibilidades creativas que tiene el medioambiental en arquitectura mediante ejemplos concretos.

diseño

El debate sobre la necesidad de cambiar ciertas prácticas en el diseño arquitectónico para que los edificios sean más respetuosos de su entorno circundante no es nuevo, aunque sí se puede hablar de un reciente incremento de interés por el tema a raíz de los evidentes signos de deterioro ambiental y la llamada a intentar corregir esta problemática. Se pueden señalar, de manera esquemática, dos posiciones al respecto. Por un lado hay quienes defienden que concentrar tanta atención en los factores naturales como guía del proceso de diseño implica una predeterminación que sesga los resultados y coarta la creatividad del arquitecto. El argumento es que el contexto natural no es una nueva categoría de atención para el arquitecto; por el contrario, siempre ha sido parte de cualquier proyecto de arquitectura. De esta manera la arquitectura de calidad, la buena arquitectura, siempre ha integrado los factores naturales, lo que significa que habría que hablar simplemente de arquitectura, y eso depende en buena medida de la habilidad del diseñador. Por otro lado se alega que la práctica y la enseñanza de la arquitectura han centrado su interés en destacar, en hacer sobresalir la obra como pieza única. El éxito, por lo tanto, está vinculado a la creación de espacios, formas o expresiones aparentemente inéditas, lo que implica la mayoría de las veces la descalificación de las condiciones contextuales, sean naturales o culturales. De esta manera se hace necesaria, vía la enseñanza, la implementación de regulaciones y de la difusión del impacto ambiental que genera el entorno construido, para concentrar acciones concretas de cara a salvaguardar el medio ambiente. Ambas posturas tienen parte de razón y ambas pretenden, con distintos medios, producir al final del camino una buena arquitectura, pero establecer la forma o el método seguro para ello resulta hasta ahora imposible, precisamente por tratarse de una compleja y variable amalgama entre arte y ciencia. De esta manera deviene importante retomar una postura más abierta, incluyente y dispuesta a escuchar otras versiones, lo que implica considerar todas las dimensiones de la arquitectura, que Vitrubio sintetizaba a través de los conceptos de firmitas, utilitas y venustas, y que Muntañola retoma para explicar el “saber hacer” arquitectura como un conjunto indisoluble entre el construir, entendido como la transformación del “medio natural en un medio artificial mas adaptado a nuestras necesidades sociales”, el habitar, en tanto “un uso (o ritual) como una significación simbólico-cultural” y el diseñar, que “empieza cuando nos damos cuenta de que cualquier forma de construir y/o de habitar está siempre sujeta a la crítica, al cambio, al perfeccionamiento”, actividad en la que se especializa el arquitecto con el “fin de aprender a prever y a controlar las necesidades de la arquitectura y el urbanismo”.1 Se pretende hacer énfasis en aspectos de la expresión arquitectónica, en tanto que posibilidad artística, estética o simbólica, que buscan aportar también al bienestar humano a través de un ambiente más creativo. Es decir, se trata de una de las necesidades que la arquitectura y el urbanismo también han de atender en lugar de producir simplemente una eficiente “ingeniería ambiental”. Con lo anterior en mente se ha preparado el contenido de esta última parte, no como una lectura definitiva, sino como una información inicial para un debate mucho más amplio entre alumnos y profesionales interesados en el tema.

1 Muntañola Thornberg, Josep. Arquitectura, modernidad y conocimiento. Arquitectonics, Edicions UPC,

Barcelona, 2002.

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3.1. Antecedentes medioambientales en arquitectura La preocupación por la degradación que la cultura humana provoca a su entorno natural no es un fenómeno exclusivo de nuestros tiempos. Podemos detectar en culturas tan antiguas como Grecia o Roma claras posturas de conservación del entorno natural ante el impacto ambiental negativo de la sociedad. En otras palabras, el problema de implementar un diseño sostenible no es nuevo. Vázquez describe este retorno cíclico a la naturaleza mediante el análisis de las distintas prácticas de diseño solar que algunas culturas (de Grecia a nuestros días) han realizado, al agotar las fuentes de energía no renovables de su entorno, comportamiento que parece olvidarse en cuanto surge un sustituto barato y aparentemente abundante (sucesivamente: carbón vegetal - carbón mineral / gas / petróleo - energía nuclear).2 Sin embargo, los antecedentes más inmediatos a las modernas conceptualizaciones de movimientos ecologistas, de sostenibilidad medioambiental, los podemos situar a finales del siglo XVIII cuando la ilustración consolida en la cultura occidental una visión racionalista del mundo, y principios del XIX con la revolución industrial. Aparecen algunas de las primeras ideas ecológicas basadas en la observación y admiración del orden contenido en la naturaleza, profesadas por Rousseau, Diderot y especialmente por el movimiento romántico alemán de la Naturforschung, influenciado por Kant y Schelling, y personajes como Goethe, como reacción al cientificismo que ganaba más y más poder desde el renacimiento, “…cuando ideas como la armonía con la naturaleza, la preocupación por los derechos y el bienestar del individuo y la eficacia de los avances tecnológicos empezaron a tener éxito. Con principios como estos, parece claro que las semillas del movimiento ecologista, tal como lo conocemos en la actualidad, se sembraron en esta época. Sin embargo, muy pocos personas se dieron cuenta en ese momento de que los avances tecnológicos ocasionarían los problemas [...] la contaminación y el deterioro”.3 Pero aquí está parte importante del debate sobre la concepción ideológica de la naturaleza: para unos la ilustración consolida la separación entre hombre y naturaleza, entre lo objetivo y lo subjetivo; para otros el conocimiento más profundo de la naturaleza, de sus procesos antes invisibles, implica una manera de diálogo, de acercamiento a lo natural. En relación a la primera postura Jones defiende a arquitectos como Ledoux y Boullé, al expresar el espíritu de la ilustración intentaban reflejar las nuevas ideas científicas del cosmos concebidas por Newton y que a su manera desempeñaron un papel importante en la aparición de una sensibilidad ecológica4. En el otro extremo, estos mismos arquitectos representan la aparición del conocimiento científico que, en combinación con la técnica, se aplica a la arquitectura y la ingeniería precisamente parar “arrancar los secretos” a la naturaleza y poder dominarla. Durante el siglo XIX la revolución industrial marcará un cambio importante en los avances tecnológicos de la humanidad, pero también se verá un cambio determinante en la biología con las ideas evolutivas de Darwin y Spencer o de la geología con Lyell, cuya influencia recaerá en el campo del diseño, donde “la concepción evolucionista acentuaba la actividad cooperativa en el diseño, la importancia de la tradición y la herencia del pasado; era una filosofía más gradualista y reformadora que revolucionaria, sin lugar para el protagonismo

2 Vázquez Espí, Mariano. Una brevísima historia de la arquitectura solar, en Ciudades para un futuro más sostenible. Boletín CF+S, Número 9, abril de 1999, Http://habitat.aq.upm.es/boletin/n9/afcel.html 3 Jones, David Lloyd. Arquitectura y entorno. El diseño de la arquitectura bioclimática. Blume, Barcelona, 2002, pp. 11-31. 4

Ibidem; pp.11-31.

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que concediera el concepto romántico de la función del artista a la originalidad, novedad e individualidad”.5 Por otro lado, el crecimiento urbano desordenado y el hacinamiento de la población trabajadora, provocados por el proceso de industrialización, son los primeros efectos negativos visibles que implicaba el cambio de era (de agraria a industrial); puede verse como ejemplo representativo la Inglaterra de esta época. Las condiciones adversas que la acumulación de población implicó desembocarían entre otras cosas en el nacimiento del urbanismo moderno, precisamente como una herramienta de planeación para mejorar la calidad de vida de los habitantes, pero también enfocado a “sostener” en condiciones adecuadas la fuerza productiva de los obreros. La arquitectura contemporánea, desde sus raíces en el siglo XIX, inicia el debate aún no resuelto con respecto a su postura frente a la naturaleza, que en su momento el movimiento romántico intentó reivindicar, en contra tanto de los estilos arquitectónicos clásicos como de los procesos de estandarización que la industrialización imponía a pasos agigantados. Esta dicotomía entre una visión idealizada del mundo, más sensible a necesidades culturales y espirituales del hombre en armonía con la naturaleza, y la postura positivista, basada en necesidades materiales concretas, cuantificables, y conocimientos objetivos que permiten dominar y beneficiarse de la naturaleza, prevalece hoy en día como extremos opuestos de nuestra forma de abordar el tema medioambiental. Ruskin representa para muchos el fundador de una sensibilidad verde. Sin duda fue de los primeros que sí vio, con toda claridad, los efectos y peligros que la industrialización implicaba. La siguiente cita de Ruskin ofrece una idea de sostenibilidad como compromiso ético, similar a como la entendemos ahora: Yet those are not the less our duties; nor is our part fitly sustained upon the earth, unless the range of our intended and deliberate usefulness include, not only the companions but the successors of our pilgrimage. God has lent us the earth for our life…6 La idea de compromiso con las generaciones futuras es patente y lo que el informe Brundtland (1987) denomina “compromiso” inter e intrageneracional, compromiso ético y moral con las generaciones futuras, fue visto por Ruskin hace casi 150 años. Sin embargo fue Morris y el movimiento artístico de Arts and Crafts quienes intentaron llevar sus razonamientos a un terreno más práctico. Esta arquitectura, dedicada especialmente a la vivienda en el campo, en armonía con el entorno, subsistiendo el hombre de la tierra en combinación con su esfuerzo, representó “…una tranquila revolución contra la concepción de que los productos de la industrialización eran mejores que los artesanos y de que la tecnología ofrecía el único camino posible hacia el progreso”.7 Para finales del siglo XIX movimientos bien conocidos por inspirarse en la naturaleza como el Art Nouveau concentrarían su atención en la analogía biológica vegetal y animal (Horta, Guimard), geológica (Bruno Taut), no sólo con fines decorativos sino incluso para concebir edificios enteros. En el caso americano serán arquitectos como Sullivan quienes harán una arquitectura más decorativa con motivos naturalistas. 5 Steadman, Philip. Arquitectura y Naturaleza. Las analogías biológicas en el diseño. H. Blume Ediciones, Madrid, 1982, p. 105. 6 Citado en: Farmer, John. Green Shift. Towards a Green Sensibility en Architecture. Butterworth-Heinemann, Londres, 1996. 7 Jones, op. cit., p. 11-31.

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Mención aparte merece Gaudí, que recurre a la naturaleza como referente para su arquitectura, y logra probablemente una de las mejores y más potentes expresiones poéticas en la arquitectura de inspiración naturalista. Pero Gaudí no sólo debe entenderse como un artista que explota las formas o procesos naturales como meras metáforas (el caracol, las vértebras, las olas, etc.). Su obra es producto de su tiempo, es técnica y espacialmente avanzada, está localmente construida y representa una de las maneras más completas de concebir la arquitectura. Se integra en el paisaje, como en el Park Güell, por citar sólo un ejemplo, donde aprovecha el desnivel del terreno existente, para crear nuevas líneas en la topografía, que se confunden y mimetizan con la original, potenciando las vistas interiores del lugar y también hacia la misma ciudad; usa la piedra local como material de construcción, sacándole el máximo provecho a su capacidad de carga y sus características tectónicas aparentes, que por otro lado evitan el mantenimiento continuo; por descontado el espacio que crea, tiene un impacto estético que lleva a confundir las fronteras entre el arte puro, la naturaleza y la arquitectura: Este inmenso conjunto [en referencia al Park Güel] es un auténtico universo de formas e iconologías que se refieren al peculiar mundo de Gaudí: la naturaleza, el cristianismo, Cataluña y el Mediterráneo. Se trata de una exuberante síntesis tras la cual aparecen reinterpretados los sistemas clásicos - como la columna dórica. Al mismo tiempo se manifiesta la lógica de la producción industrial y en serie, como en los bancos curvos sobre dicha sala hipóstila recubierta de fragmentos de cerámica. En consonancia con la plasticidad biológica de Victor Horta y Hector Guimard, Gaudí realizó un parque naturalista neorromántico cuyos espacios, arquitecturas y arbolados evocan la música de Richard Wagner y el universo de fábulas de Gulliver.8 Con la entrada del siglo XX se dan los pasos definitivos para el surgimiento del movimiento moderno, en reacción frente a las posturas académicas que predeterminaban el proceso de diseño mediante la imposición de los estilos considerados clásicos o adecuados. Mucho se ha dicho de la “tabla rasa” que el movimiento moderno hace de la historia, y más se ha escrito sobre lo relativo de esta afirmación al releer la obra de los arquitectos más importantes y la constatación de su profundo conocimiento de la historia de la arquitectura, que subyace en su obras más vanguardistas. El movimiento moderno, considerado generalmente “… contrario a la naturaleza, el entorno natural y las distinciones regionales, en su intento de ofrecer una respuesta más purista y de alcance universal a través de los avances tecnológicos y las ideas socialistas...”9 está siendo releído en años recientes bajo la óptica del paradigma ambiental por diversos autores10 y se están descubriendo nuevas virtudes en las obras de varios maestros, al ofrecer visiones diferentes de un movimiento que se creía estático y cerrado. Un buen ejemplo es la arquitectura nórdica, reconocida actualmente como una de las más avanzadas en cuanto a características sostenibles ya que se ha logrado un “equilibrio estético con el entorno natural, integración constructivamente coherente en el contexto, utilización sostenible de los recursos naturales propios, preservación del medio natural y

8 Muntaner, Josep Maria. Barcelona. Ciudad y arquitectura. Taschen, Barcelona, 1997, p. 98. 9 Jones, op. cit, p. 11-31. 10

Ver en bibliografía los autores siguientes: Jones, Porteous, Wines y Farmer

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desarrollo tecnológico en la adaptación bioclimática del hábitat”11, herencia derivada en buena medida de arquitectos como Asplund, Saarinen y Aalto. Mucho se ha escrito en especial sobre este último, sobre el cambio o, si se quiere, la actitud diferente que el arquitecto finlandés dará a su práctica proyectual con respecto a los postulados del movimiento moderno. Este giro evidente y definitivo tiene lugar a principios de los años 30. Frampton ha ubicado este “cambio organicista” a partir de la casa estudio de Munkkiniemi, hecha entre 1935 y 193612, pero digamos que más bien consolida una forma particular de concebir la arquitectura, moderna, específica y muy de vanguardia, donde su entorno sobre todo sociocultural apunta en una dirección precisa: la dimensión humana y su relación con la naturaleza. Para Aalto la naturaleza era el verdadero estilo de la arquitectura, que él mismo describe en una conferencia dictada en Oslo al afirmar: “…the purpose of everything I have said so far is to understand that variety and growth reminiscent of natural organic life are the very essence of architecture. I would like to say that this is ultimately the only true style in architecture”. Sin duda el arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright es referencia obligada cuando hablamos de una arquitectura íntimamente ligada a su entorno natural. Para algunos representa uno de los precursores de la arquitectura bioclimática contemporánea, al colocar el entendimiento preciso de las condiciones naturales, paisajistas, materiales y climáticas como parte fundamental del diseño. La intención manifiesta de Wright no es sólo de responder físicamente al entorno natural sino de potenciar al máximo la dimensión estética de los materiales, sus texturas, del paisaje, las vistas, de la articulación del espacio interior y exterior, para crear un organismo arquitectónico inseparable de su entorno; esto es lo que distingue su obra. En este sentido Wright “…definía un edificio como apropiado al lugar en la medida en que armonizara con su entorno natural, con el paisaje y, en lo posible, explotara para su configuración las características de la naturaleza circundante. Con el cambio de siglo, esto le colocó a la vanguardia de la llamada planificación medioambiental”.13 La obra de Buckminister Fuller, inventor americano, está siendo reevaluada en estos últimos años al reconocerse sus aportaciones en la experimentación e innovación tecnológica inspirada en la naturaleza: “To Fuller, a great technology had already been at work for millions of years - Nature. To look at the way "she" designs the universe was to unlock the most useful direction one could take in designing the artifacts that would make the world work for humanity. Nature's design was fluid, ephemeral, beautifully patterned. Nature's technology was dynamic, lightweight, and driven by a functional imperative - optimum efficiency”.14 Con obras como la Dyamaxion House, y sus cúpulas geodésicas, la más conocida construida para el pabellón americano en la Expo Montreal en 1967, se aprecia claramente la reproducción de sistemas y formas naturales como principios de diseño para las estructuras artificiales de alta tecnología, que comulgaban a la perfección con sus ideas de la habitación como “una máquina para vivir”. El polo opuesto a Fuller lo representa el arquitecto egipcio Hassan Fathy, cuya filosofía arquitectónica giraba alrededor de la tradición y las condiciones naturales de su entorno. Describe con toda claridad la diferencia entre la construcción tecnológica (ingeniero) y la arquitectónica, que además de las leyes matemáticas y mecánicas debe considerar “…a 11

Domínguez Moreno, Luis Angel. Arquitectura nórdica; “otra” sostenibilidad. En Estudios de arquitectura bioclimática, Anuario 2002, vol. IV, Uam-Azcapotzalco/LIMUSA, México 2002.

12 Frampton, Kenneth. The Legacy of Alvar Aalto: evolution and influence, en Alvar Aalto between humanism and

materialism. The Museum of Modern Art, New York, 1998, p. 121 13 Brooks Pfeiffer, Bruce. Frank Lloyd Wright. Gustavo Gili, Barcelona, 1998, p. 7 14 Goldstein de Varco, Bionie. Invisible Architecture. The NanoWorld of Buckminster Fuller. 1997.

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whole collection of other sciences whose provinces are less well defined: the sciences that concern man in his environment and society. These sciences-sociology, economics, climatology, theory of architecture, aesthetics, and the study of culture in general-are no less important to the architect than are the mechanical sciences, for they are directly concerned with man, and it is for man that architecture exists”.15 Fathy cuestionaba fuertemente la implementación acrítica de innovaciones tecnológicas sin detenerse en considerar que la forma sóolo tiene contenido dentro de su contexto. Su interés se centra en las condiciones climatológicas y su relación con la arquitectura, es decir, el viento, el asoleamiento, la humedad, etc., como generadores de la forma arquitectónica más apropiada, aprendida y transmitida a través de la tradición de la propia comunidad. Existe una cantidad enorme de ejemplos de arquitectos que durante el siglo XX, dentro del contexto histórico del movimiento moderno, utilizaron la naturaleza en general o la existente en un sitio específico como relación determinante para diseñar su arquitectura, y eso entre los arquitectos más conocidos y publicados, dejando fuera toda una serie de autores anónimos. Así a los Gaudí, Aalto, Wright, Fathy, Fuller podemos agregar los Barragán, Utzon, Fehn, sin olvidar toda la historia de la arquitectura tradicional, de la que se pueden obtener lecciones importantes. Lo relevante es destacar la importancia que el respeto y conocimiento del entorno natural tenía en el proceso creativo en varios maestros de la arquitectura moderna, cuya experiencia en imaginar, transformar e impactar en el entorno natural preexistente de una manera positiva, buscando responder a condiciones físicas, bioclimáticas y energéticas, pero al mismo tiempo a las dimensiones estéticas, éticas, y a valores y emociones intangibles que conforman el hábitat humano, puede y debe aprovecharse. Si consideramos en su conjunto los arquitectos citados, además de los aspectos biofísicos que resuelven adecuadamente, es la parte creativa, que toca la dimensión humana de valores y emociones intangibles, la que les da su trascendencia arquitectónica. Más recientemente la práctica de la arquitectura se ha visto influenciada de manera importante por factores externos a la profesión. Los movimientos denominados ambientalistas o ecologistas de los años 60, que derivaron en experimentos de comunidades y casas autosuficientes, son un antecedente importante. En los 70 surgen varios hitos en la conciencia ambiental: por un lado la crisis energética del petróleo, que evidenció la dependencia tecnológica de los combustibles fósiles y sus consecuencias políticas, sociales y económicas a nivel mundial. Al mismo tiempo los efectos que este modelo tenía para el ambiente se manifestaron, entre otras cosas, por el daño de la capa de ozono (y más tarde el problema con el calentamiento global), sin olvidar el aspecto central que implica el crecimiento demográfico, el cual agrega mayor complejidad a la búsqueda del bienestar social y la conservación natural. Estos factores, entre muchos otros desde luego, contribuyeron de manera importante a centrar la atención en los límites de la naturaleza para sostener el desarrollo humano. En los años 80 se consolida una visión global del problema ambiental y la necesaria participación de la comunidad internacional para abordarlo. En esta década se acuña el término tan extendido del desarrollo sostenible (informe Brundtland, 1987), que si bien se ha criticado por su ambigüedad ya que permite las más diversas interpretaciones, intenta apelar a un cambio en la forma de abordar el problema ambiental. Será sin duda en la Conferencia de Rio de Janeiro de 199216 cuando se consolide el denominado paradigma ambiental, que 15 Fathy, Hassan. Natural energy and vernacular architecture. Principles and examples with reference to hot arid

climates. United Nations University/University of Chicago Press; http:// www.unu.edu/unupress/unupbooks 16 UNCED Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo

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no sólo confirmó lo indispensable de la participación de la comunidad internacional (independientemente de los resultados reales alcanzados hasta ahora), sino también que el problema y la solución ambiental dependen y se relacionan simultáneamente con aspectos sociales, económicos, políticos, tecnológicos dentro de la variedad de culturas, cada una con tradiciones, intereses y aspiraciones específicos. Vale la pena enfatizar este contexto actual en la práctica arquitectónica medioambiental, que bebe de tres fuentes primordiales: - La arquitectura tradicional con su adaptación lógica al contexto (que se describe en el módulo 2). - La tradición del movimiento moderno que sigue siendo referencia obligada, en especial desde la relectura que se está llevando a cabo actualmente. - El paradigma ambiental, entendido como el trabajo desde diversas áreas del conocimiento, así como el incremento de la actividad social, política y económica mundial para conservar el medio natural reflejado en acuerdos, recomendaciones, legislaciones, financiación, difusión a nivel local, regional y global. La arquitectura se ha involucrado en el problema con diversas propuestas y resultados que sólo el tiempo permitirá evaluar en su justa dimensión; sin embargo, esto no significa que no debamos intentar realizar análisis y emitir opiniones, aunque sean parciales, para contribuir a desarrollar un cuerpo de conocimiento para mejorar nuestra participación en los problemas medioambientales comunes. Por otro lado la arquitectura, como se ha intentado mostrar, tiene una gran experiencia en la relación del hombre con la naturaleza, que puede y debe aprovecharse.

3.2. Estrategias de diseño en la arquitectura medioambiental Hablar de tendencias arquitectónicas, o intentar clasificar por grupos característicos una serie de edificios, no resulta tarea fácil. Existen diversos matices, diferencias sutiles que no siempre se pueden separar. Por otro lado hay una gran cantidad de estrategias por revisar: arquitectura natural o naturalista, verde, bioclimática, solar, eólica, ecológica, paisajística, geomórfica, biomórfica, ambiental, de ahorro de energía, bioarquitectura o arquitectura sostenible. Por esta razón se describen las bases conceptuales generales que caracterizan una tendencia o estrategia con el objetivo de la búsqueda de una arquitectura más sensible y respetuosa con el medio natural. La clasificación propuesta debe verse como un esquema que intenta ordenar la información generada y, por lo tanto, como un esquema abierto y flexible a interpretaciones diversas, ya que una misma tendencia, aunque utiliza más constantemente ciertas herramientas para el proyecto, puede retomar o mezclar distintas estrategias. Es importante también aclarar que los procesos y estrategias varían en relación a la escala del contexto: es decir, un mismo proyecto tendrá una serie de objetivos a escala mayor, a nivel global o macroregional, combinados simultáneamente con aquellos que sólo consideran respectivamente el contexto regional y local. En este mismo sentido los entornos

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más específicos consideran desde uno que es mayoritariamente natural hasta contextos plenamente urbanos (artificiales), que implican estrategias específicas. Se trata de enfatizar que las posibilidades creativas del proyecto no están peleadas con el firme compromiso de incorporar criterios medioambientales; por el contrario, la labor de los arquitectos se está orientando en este sentido, ya que diseñar una arquitectura de calidad no puede dejar fuera la preservación del entorno natural que la sociedad contemporánea exige cada vez más. 3.2.1. La orientación tecnocientífica Sin duda alguna la tendencia dominante actualmente son los procesos de diseño que a partir de un análisis objetivo del entorno (medido, analizado y descrito física y funcionalmente con precisión) responden a éste mediante la incorporación al proyecto de la tecnología que puede aprovechar o contrarrestar los efectos naturales adecuados o inadecuados, según sea el caso, para la confortabilidad humana. La imagen técnica de la sostenibilidad propone la innovación tecnológica para la solución de los problemas sociales, económicos y ambientales. En esta visión, la sostenibilidad es una cuestión de desarrollar dispositivos técnicos que neutralicen o se beneficien de lo que temporalmente parecen ser problemas, colocando al frente los “datos duros”, particularmente los datos cuantificables del entorno.17 Centran su atención en el ambiente natural del sitio, donde se da prioridad a los factores biofísicos, el suelo, la topografía, el clima, el asoleamiento, los vientos, etc., manejados con precisión matemática, para su incorporación controlada al proceso de diseño. El objetivo principal es el de minimizar el impacto ambiental, que se puede resumir en dos tipos, ambos físicos: por un lado el impacto que producen las emisiones (químicas y físicas) en el entorno vía la contaminación que la construcción, uso y desmantelamiento del edificio pueda tener sobre el sitio en específico, así como a escala global; por otro se intenta minimizar la extracción o consumo materiales naturales; sin embargo, la utilización de productos industrializados “efectivos” puede justificar su inclusión en el edificio. A partir de esta lectura “objetiva” del entorno, el diseño adopta diferentes estrategias que se distinguen básicamente en la utilización de alta tecnología, normalmente activa (high-tech), pero también de tecnología pasiva (low-tech): - Alta tecnología: la respuesta proyectual incorpora toda la tecnología disponible para lograr el objetivo de bajo impacto que se pretende. Se aprovechan la luz y energía solar a través de colectores solares, celdas fotovoltaicas, fachadas de doble piel, cristales inteligentes, etc. Forma: la forma del edificio está sólo parcialmente condicionada por los factores naturales, ya que los dispositivos tecnológicos son capaces de adaptarse o colocarse a conveniencia. Construcción: utilización de la tecnología más avanzada disponible, mayoritariamente técnicas activas, combinadas en ocasiones con alguna pasiva. 17 Benet, Helen; Radford, Antony y Williamson, Terry. Understanding sustainable architecture. SPON Press,

Londres, 2003.

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Cristales inteligentes, celdas fotovoltaicas, equipos computerizados para el control automatizado de los elementos tecnológicos. Se usan materiales contemporáneos, como aluminio, acero inoxidable, cristales, etc., que enfatizan su aspecto de máquina. Tanto en contextos urbanos como en paisajes naturales, los edificios de alta tecnología mantienen su expresión como dispositivo tecnológico especializado. Se trata de una corriente habitual en grandes edificios, privados o públicos, por su potente “imagen de alta eficiencia ambiental”. Denominaciones comunes: arquitectura de alta tecnología (high-tech), arquitectura de ahorro de energía. Arquitectos como N. Foster , Rogers o Renzo Piano entre otros, son buenos representantes de esta línea, donde la alta tecnología se exprime al máximo para mejorar el rendimiento ambiental de edificios de grandes dimensiones, que de otra manera tendrían un impacto inaceptable hoy en día. Foto 31 Commerzbank, en Frankfurt

- Tecnología pasiva: la respuesta proyectual busca sacar el máximo provecho a las condiciones naturales del sitio a partir de tecnología pasiva, lo que implica un conocimiento detallado del comportamiento ambiental de las formas arquitectónicas, la inercia térmica de los materiales, etc. La orientación, disposición, y forma general del edificio estan condicionadas por el mejor aprovechamiento de los factores naturales. Construcción: se incorporan dispositivos para captar energías naturales de sol, viento; se incorporan el efecto invernadero, la ventilación cruzada, dispositivos de alta eficiencia como ventanas térmicas, cristales inteligentes, aislantes artificiales. Se combina la utilización de materiales tradicionales como la cerámica, adobe, madera, con hormigón y acero. Tanto en contextos urbanos como en paisajes naturales, la arquitectura low-tech mantiene su expresión como dispositivo tecnológico especializado, aunque normalmente se utiliza para edificios más pequeños, que permiten que las formas adoptadas pueden aprovechar la energía natural: viviendas unifamiliares, centros comunitarios, oficinas locales etc. Denominaciones comunes: arquitectura bioclimática; low-tech.

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Foto 32 La forma del edificio está estrechamente ligada a su función climática

3.2.2. La ética ecológica La ecología estudia la interacción entre los seres vivos y su ambiente orgánico e inorgánico. Esta postura arquitectónica toma buena parte de sus principios de la ecología y la biología, para determinar los patrones conceptuales de sus propuestas. Se trata, pues, de respetar al máximo los ecosistemas naturales, sea vía los mismos procedimientos naturales o vía la reproducción de sistemas artificiales paralelos, que el avance científico y tecnológico hacen posibles. Los arquitectos orientados hacia la ética ecológica comparten con la orientación tecnológica la utilización del método científico objetivo para conocer y analizar el ambiente natural del sitio, el cual visualizan como un ecosistema, procesos naturales que no deben ser alterados, en lo posible, por la acción humana. El impacto en el medioambiente, por lo tanto, debe evaluarse en todas las escalas, desde la local hasta la global. El objetivo se centra en minimizar dos tipos de impacto, ambos físicos: tanto las emisiones como las extracciones, para no alterar el funcionamiento de los ecosistemas naturales. La visión ecológica se desarrolla menos en contextos más urbanos, donde los ecosistemas naturales han sido modificados. Por el contrario, encontramos más ejemplos en contextos rurales o mayoritariamente naturales, probablemente por esta idea de la “no interferencia” humana. La premisa de no alterar el medio natural en que la obra se incorpora lleva a dos estrategias: tocar mínimamente el sitio, como una posición de observación temporal, o, por el contrario, integrarse físicamente al sitio lo más posible.

- Preservar el ecosistema: la propuesta proyectual intenta colocar el edificio de tal manera que interrumpa lo menos posible los ecosistemas del lugar.

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Foto 33 La estructura se coloca en el entrono natural, sin interrumpir su continuidad. 6 árboles atraviesan el edificio.

Forma: la forma del edificio está sólo parcialmente condicionada por los factores naturales, ya que los dispositivos tecnológicos son capaces de adaptarse o colocarse a conveniencia. Cimentación mínima, estructura ligera, columnas que soportan sobre una plataforma el edificio, dejando el suelo “intacto”. Construcción: utilización tanto de tecnologías avanzadas como de técnicas tradicionales activas, combinadas en ocasiones con alguna pasiva. Cristales inteligentes, celdas fotovoltaicas, equipos computarizados para el control automatizado de los elementos tecnológicos. Denominaciones comunes: eco-tech, arquitectura ecológica; light-tech. - Integración al ecosistema: la respuesta proyectual pretende incorporar el edificio al sitio para convertirse en parte del mismo, para dar continuidad al ecosistema, pero también al paisaje.

Foto 34 La edificación se convierte en parte del paisaje natural

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El edificio adopta la forma del entorno natural, de la topografía, de la vegetación, buscando el menor contraste físico y visual posible y aprovechando al máximo las características de los materiales naturales. Construcción: se combinan la utilización de tecnología avanzada con la de materiales naturales. Se utilizan mayoritariamente técnicas pasivas: aislantes e impermeabilizaciones artificiales, bermas de tierra/piedra, vegetación en elementos estructurales, de fachada y techos. Denominaciones comunes: arquitectura geomórfica, arquitectura verde o arquitectura ecológica. - Creación de ecosistemas: la respuesta proyectual pretende incorporar al propio edificio elementos naturales para generar espacios verdes, sobre todo en zonas urbanas ante la escasez de áreas verdes, y crear nuevos paisajes. Forma: el edificio incorpora elementos naturales, en especial vegetación, como material de fachadas y techos, creando una especie de ‘topografía’ alternativa. Construcción: se combinan la utilización de la tecnología avanzada con la utilización de materiales naturales. Se utilizan mayoritariamente técnicas pasivas: aislantes e impermeabilizaciones artificiales, bermas de tierra/piedra, vegetación en elementos estructurales, de fachada y techos. Denominaciones comunes: arquitectura verde o arquitectura ecológica.

Fotos 35 y 36 En entornos urbanos, el edificio crea áreas verdes para contribuir a su mejora

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3.2.3. El tamiz cultural La visión culturalista gira alrededor de una postura antropológica (antropocéntrica, de acuerdo con los ecólogos más radicales) donde todos los procesos, incluso los naturales, pasan por el filtro del ser humano. Existe una interacción entre cultura y naturaleza tanto en lo físico y tangible como en el nivel metafísico e intangible, y la arquitectura es un producto cultural que sintetiza ambos aspectos. Considera el medio ambiente tanto los procesos naturales del sitio como los procesos sociales que se dan al habitar el sitio. La interacción entre cultura y naturaleza es siempre variable y específica, de acuerdo con factores espaciales y temporales. El impacto en el medio ambiente, por lo tanto, va en dos sentidos, es decir ambos ambientes, natural y cultural, se impactan mutuamente, si bien en términos humanos es el hombre el que transforma y se apropia de su entorno, en tiempo cosmológico, la especie humana es uno de tantos fenómenos naturales efímeros que se han dado en el universo. El impacto del hombre en el entorno se da en términos físicos, pues transforma los elementos geológicos y orgánicos de un lugar específico, y no físicos: propiedad privada, fronteras políticas, asignación simbólica. Simultáneamente el impacto de la naturaleza en el hombre es de dos tipos: físico, en tanto que sus diversas manifestaciones geológicas (sismos, volcanes, energía térmica) orgánicas (animales, microorganismos, vegetación) o atmosféricas (oxígeno, lluvia, viento, radiación solar) afectan y condicionan al hombre como ser biológico que requiere agua, aire, siente frío y calor, peligra ante movimientos sísmicos o animales en estado salvaje; pero al mismo tiempo mental, psíquico, y variable en cada ser humano, es decir subjetivo, y puede abarcar desde la “belleza” de un paisaje, la curiosidad por la estructura atómica del universo, o la capacidad de “control” de elementos naturales como el fuego, todo filtrado por el grupo humano al que pertenece el individuo. Esta amplitud de posibilidades puede, en el sentido estricto, abrir un número infinito de posibilidades, pero colocando el punto de vista en del paradigma ambiental como hemos descrito brevemente, podemos hablar de que esta postura busca encontrar un equilibrio en la relación arquitectura - naturaleza, en donde ambas existan con mutuo respeto. -

La lógica natural: la propuesta proyectual coloca el conocimiento detallado de las condiciones naturales del sitio en estrecha relación con la forma tradicional de habitar ese sitio por parte de una sociedad determinada. El conocimiento de las condiciones específicas del sitio resuelve en la arquitectura simultáneamente problemas de confortabilidad climática, disponibilidad de materiales de la región, técnicas constructivas apropiadas para el aprovechamiento de dichos materiales, con formas de organizar el espacio de acuerdo con ritos y costumbres, y expresión y significado del lugar mismo. Forma: la forma del edificio está condicionada por los factores naturales y sociales del lugar, y se recurre a la lógica adquirida por la tradición para reinterpretarlos en nuevas formas de construir. Construcción: utilización de la tecnología tradicional, mayoritariamente pasiva, combinada en ocasiones con algún dispositivo activo. Piedra, adobe, madera, combinados con técnicas y materiales avanzados, compatibles con los anteriores: selladores, impermeabilizantes, cristales. Denominaciones comunes: arquitectura tradicional o arquitectura bioclimática (tradicional).

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Fotos 37 y 38 La lógica ancestral se reinterpreta en nuevas formas arquitectónicas, sea de manera más tradicional o menos ortodoxa

- La composición naturalista: la propuesta proyectual se inspira en uno o varios elementos naturales, orgánicos o inorgánicos, que pueden ser tomados del mismo sitio pero también pueden ser referencias descontextualizadas, para conceptualizar la propuesta arquitectónica, sea de manera figurativa o abstracta. Se cuestiona el carácter ambiental de esta postura, por retomar formas y estructuras naturales más que sus procesos y sistemas. Aunque nos estamos referíamos a movimientos como el Art Nouveau, las propuestas actuales se diferencian al incorporar el minimizar el impacto sobre el medio ambiente como objetivo fundamental, pero intentando expresiones, formas arquitectónicas, más flexibles. Se pueden distinguir dos líneas generales: La analogía natural: la propuesta proyectual busca representar un modelo proveniente de la naturaleza, no necesariamente en ese contexto. Las analogías más comunes son la biológica y geológica, aunque también se pueden utilizar el cosmos o cualquier parte del universo en tanto que parte de la naturaleza. La forma está condicionada por el elemento que intenta representar, aunque las variaciones pueden ir de lo más figurativo a lo más abstracto. Construcción: se incorporan materiales, sistemas constructivos y dispositivos reconocidos o especificados como ecológicos, de ahorro de energía, etc., para cumplir con el objetivo de bajo impacto. Se combinan la tecnología activa y pasiva. Denominaciones comunes: bioarquitectura o arquitectura evolucionista. La composición ecológica: la propuesta proyectual plantea una conceptualización formal y expresiva bastante libre, condicionada sólo por el compromiso de bajo impacto ambiental y la utilización de material ecológico. Forma: la orientación, disposición y forma estan parcialmente condicionada por los factores naturales, ya que se prevé la incorporación de técnicas avanzadas para mejorar el rendimiento ambiental o reproducir funciones del ecosistema. Construcción: se incorporan materiales, sistemas constructivos y dispositivos reconocidos o especificados como ecológicos, de ahorro de energía, etc., para cumplir con el objetivo de bajo impacto. Se combinan la tecnología activa y pasiva. Denominaciones comunes: arquitectura ecológica, minimalismo ecológico.

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Foto 39 Materiales naturales como la madera o el adobe utilizados en composiciones modernistas

- El reciclaje: la propuesta parte de la idea de reutilizar materiales, sistemas constructivos e incluso edificios enteros preexistentes como una forma de minimizar el impacto ambiental al usar elementos ya fabricados. Este es un nuevo argumento para defender la conservación de edificios de carácter histórico, pero también puede referirse a estructuras más contemporáneas o cotidianas, que son desechadas pero cuya vida útil puede prolongarse. Forma: el proyecto retoma la forma preexistente como punto de partida, pero no está condicionado por ella. Dependiendo del tipo de preexistencia, el proyecto puede derivar en composiciones diversas. Construcción: se busca aprovechar al máximo los elementos existentes, que ya no implican un nuevo impacto en el ambiente, e incorporar los materiales y dispositivos para adecuar las partes o el edificio a su nueva función. En contextos urbanos normalmente se trata de edificios preexistentes que se reutilizan, manteniendo buena parte de su fisonomía original. Denominaciones comunes: restauración, rehabilitación o reciclado de arquitectura. Foto 40 Una antigua fábrica alemana reconvertida en parque urbano

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3.2.4. La visión integral Esta última propuesta de conceptualización, en realidad, intenta conjugar las tres anteriores, pero no debe interpretarse como el “ideal” que los conceptos de sostenibilidad intentan modelar, ya que cada problema tiene varias posibilidades de solución y que cada situación espacio-temporal es específica y única, por lo que lo “ideal” no es necesariamente generalizable. La postura del proyecto es intentar abarcar todo el espectro de variables y tratarlas de manera equilibrada en el edificio: así, los aspectos tecnológicos se incorporan no sólo funcionalmente, sino que adoptan formas o posiciones específicas para reinterpretar una tipología constructiva tradicional pero altamente efectiva en las condiciones naturales del sitio. Forma: la orientación, disposición, forma y expresión arquitectónica derivan de la interacción de factores tecnológicos con intenciones culturales (estéticas, simbólicas etc.) y condiciones naturales. Construcción: se incorporan materiales, sistemas constructivos y dispositivos naturales así como de alta tecnología para minimizar el impacto en el medio ambiente local y global. Se combinan tecnología activa y pasiva. Denominaciones comunes: arquitectura sostenible o arquitectura medioambiental.

Foto 41 Este proyecto de Renzo Piano en Nueva Caledonia ha sido muy comentado por el esfuerzo de combinar tecnología y ecología con la tradición constructiva local, en una visión integral y holista de la arquitectura sostenible

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3.3. La naturaleza en la arquitectura La naturaleza ha sido siempre una referencia indispensable para la arquitectura, pues la idea de representar formas, estructuras, texturas, colores o fenómenos del universo ha dado cabida a múltiples posibilidades creativas en el proceso de diseño. No es extraño entonces encontrar diferentes estrategias proyectuales basadas en la diversos elementos y fenómenos naturales, sea el número de oro en la figura de la espiral como base para las proporciones, transferir la estructura del tronco del árbol a la columna para soportar una cubierta, o la tela de araña para inspirar la elaboración de estructuras ligeras. La analogía natural, sea biológica, geológica, cósmica o de otra índole, ha dado pie a la conceptualización de los edificios desde la era clásica, el Art Nouveau, o más recientemente la arquitectura ecológica. Sin embargo, la analogía natural, más figurativa o más abstracta, debe ir más allá de la simple reproducción, y a partir de una visión mucho más amplia, considerar los efectos que el edificio puede tener en el medio físico. La crisis ambiental que afronta la sociedad contemporánea es un factor cultural que impone nuevas variables que el arquitecto debe sintetizar en el proyecto. Manejar la naturaleza no sólo como un material o elemento arquitectónico que se incorpora por su belleza, forma, textura o efecto, sino como una forma de relación entre ambos, es decir, creando una segunda naturaleza adaptada a las necesidades humanas, pero también construida para garantizar la preservación y continuidad del medio físico en condiciones similares a las actuales. De los objetivos principales de una arquitectura más sensible y respetuosa con el medio ambiente podemos señalar los siguientes: - Reducir el impacto ambiental que producen la construcción, uso y demolición de la arquitectura en su conjunto. - Relacionar al hombre física y metafísicamente con su entorno natural. - Aprovechar mediante el diseño y conformación del edificio las energías de fuentes renovables. Algunas estrategias utilizadas por diferentes arquitectos en la construcción de arquitectura más sostenible se pueden ver en: - La composición a partir tipologías tradicionales por su alto conocimiento del entorno natural. - La utilización y exposición sincera de materiales de fuentes renovables ecológicas. - El reciclado de edificios y materiales. - Analogía de elementos naturales. Los arquitectos Herzog y de Meuron18 manejan de manera excelente la naturaleza como parte fundamental de su lenguaje arquitectónico en varios de sus proyectos, de entre ellos las bodegas vinícolas del valle de Napa al norte del estado de California. Se trata de un edificio que alberga las bodegas para almacenar el vino que allí se produce. Esta región se caracteriza por tener un clima templado con inviernos muy suaves y veranos muy calurosos, lo que permite controlar las temperaturas internas de los edificios casi exclusivamente

18

Wang; Wilfried. Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Gustavo Gili, Barcelona, 2000. Edificio: Bodegas Dominus. Ubicación: Yountville, California; EEUU. Autores: Herzog y de Meuron.

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mediante técnicas pasivas. Colocado en medio de los viñedos como paisaje inmediato y los cerros como envolvente de fondo, un marcado carácter rural prevalece en el lugar.

Foto 42 Vista del conjunto

Estrategias de diseño: el edificio pretende integrarse visualmente en el paisaje para no alterarlo, para lo cual utiliza la exposición de materiales naturales cromáticamente afines al contexto. La analogía geológica tiene un claro carácter abstracto. Incorpora gran cantidad de masa inerte para controlar pasivamente la temperatura; Soluciones técnicas: se utiliza una estructura de acero muy ligera que soporta una fachada o piel de piedra, la cual hace las veces de amortiguador térmico que mantiene fuera el calor, y permite la ventilación interior necesaria para la bodega. Impacto ambiental: el edificio usa poca energía para mantener el interior a la temperatura adecuada. Por otro lado, una proporción importante del edifico se reincorpora al medio natural por ser piedra, y así disminuye también por este lado el impacto en el largo plazo.

Fotos 43 y 44 La piel de piedra funciona como amortiguador térmico, y simultáneamente en la expresión plástica dominante del edificio.

El conjunto arquitectónico: el edificio, de líneas sencillas y puristas, pretende armonizar con el paisaje pero alejándose de la analogía figurativa. Es la textura y la cromática, junto con el

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desarrollo horizontal, lo que permite su integración en el paisaje, a pesar de ser de un volumen considerable. La envolvente de piedra no sólo filtra y equilibra las condiciones térmicas, sino también la luz, que se escabulle irregularmente entre el caótico acomodo de las piedras. Esta doble intención en el muro, por un lado colocar la piedra al “natural”, pero por otro los gaviones metálicos que la contienen, ordena la fachada como si fueran sillares y resulta muy acertada para marcar su presencia como entorno construido, diferente del natural, pero simultáneamente respetuoso con el mismo.

3.4. La tecnología medioambiental El movimiento moderno utilizó la figura de la máquina, creación del ingenio humano, para transferir su significado, expresión y formas a la arquitectura, como una de sus estrategias más importantes para guiar el proceso de diseño. Esta idea de la máquina tuvo, sin embargo, un efecto negativo desde el punto de vista medioambiental: estas “máquinas para vivir”, si bien podían garantizar unas condiciones adecuadas de confortabilidad para el hombre y la sociedad nuevos y cumplir así con una de sus funciones básicas, implicaban al mismo tiempo la necesaria incorporación de grandes fuentes de combustible (energía) para hacerlas funcionar. El impacto ambiental generado por el uso y mantenimiento de edificios contemporáneos, tan evidente hoy día, demuestra la importancia que tiene la sola conceptualización de la arquitectura para desarrollar su relación con el entorno natural. Ante el nuevo contexto que presenta el problema ambiental, la arquitectura está reconceptualizando muchas de sus actuaciones, encaminadas a compatibilizar la satisfacción de necesidades humanas con las capacidades reales de la naturaleza. Uno de los puntos de partida es la observación precisa y objetiva de la naturaleza y sus diferentes procesos como una serie de sistemas que incorporan energía y que al utilizarla la transforman en productos de desecho, los cuales son simultáneamente formas de energía para otros sistemas o subsistemas. La tecnología puede reproducir algunos de estos fenómenos y su adecuada incorporación a la arquitectura puede producir edificios, por el momento, que disminuyen considerablemente su impacto físico en el medio ambiente. Los objetivos primordiales de la tecnología medioambiental son: - Reducir la contaminación (sólida o química) que genera la construcción, utilización y desmantelamiento de los edificios (ciclo vital). - Aprovechar al máximo las energías naturales disponibles. - Utilizar la tecnología más avanzada para producir fuentes de energía renovable. Algunas de las estrategias utilizadas para conformar los edificios son: - La maquina ambiental: el conjunto muestra, vía los materiales y sistemas constructivos de alta tecnología, su “eficiencia” para aprovechar al máximo las condiciones climáticas y energéticas naturales del lugar. - La expresión sincera de los dispositivos ambientales: elementos como celdas solares o fachadas de doble piel se convierten en protagonistas de la expresión arquitectónica. - La exageración o transposición de formas o elementos ambientales: utilización a diferentes escalas o posiciones de atrios, jardines o chimeneas de ventilación.

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Uno de los edificios más reconocidos como sostenibles es el rascacielos de 60 pisos diseñado por Norman Foster19 que se levanta en el centro de la ciudad de Frankfurt, donde el tejido alberga tanto construcciones bajas de 6 a 8 plantas como varios edificios en altura que han conformado un nuevo paisaje urbano. Esta ciudad alemana se localiza en una región de clima continental, con inviernos fríos y veranos calurosos. Estrategias de diseño: se utiliza la transposición de elementos; en este caso el invernadero se repite en varias posiciones y alturas para conformar la composición general del edificio. Los invernaderos seccionan la fachada para reducir visualmente su verticalidad. También se da la utilización y expresión de materiales de alta tecnología como acabados de fachada. Se utiliza un partido triangular con las aristas redondeadas, dejando el centro hueco, para generar una gran chimenea de cara al control de ventilación natural y también garantizar luz natural en todo el edificio. Técnicas constructivas: el edificio utiliza el acero como estructura portante, a la cual se le sobreponen todos los elementos de acabados e instalaciones. La fachada de doble piel incorpora cristal sensible a la luz. Se combinan apertura manual y mecánica de ventanas y persianas. Se incorporan dispositivos automatizados como temporizadores y detectores de movimiento, para ahorro de energía en espacios sin utilizar. Se intenta incorporar materiales de última generación, como aluminio, acero inoxidable, tabiques de cristal, cristal templado, etc.

Fotos 45 y 46 El edificio presenta los avances tecnológicos como medio para solucionar los problemas medioambientales.

Impacto ambiental: el impacto ambiental de un rascacielos es difícil de determinar. Sin duda la concentración de personas en un espacio urbano tan pequeño genera problemas de abastecimiento de servicios, tráfico, desechos, etc. Este edificio, considerado por su autor como el primer rascacielos ecológico del mundo, si bien minimiza su consumo de energía y crea ambientes para la confortabilidad térmica y otros logros interesantes, no deja, por su misma escala, de impactar física y visualmente el medio ambiente. Una de las críticas a la utilización de los materiales de alta tecnología es 19 Jones, David Lloyd. Arquitectura y entorno. El diseño de la arquitectura bioclimática. Blume, Barcelona, 2002.

Edificio: oficinas del Commerzbank, en Frankfurt, Alemania. Autor: Norman Foster.

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que no son biodegradables y parece un contrasentido colocarle la etiqueta de ecológico a un edificio con estas características; sin embargo, sus defensores lo justifican por la durabilidad y el ahorro energético que logran durante la vida útil del edificio. Conjunto arquitectónico: existe una clara intención de marcar en la volumetría y composición del edificio sus características como máquina ambiental, eficiente y funcional, imagen que logra proyectar. A pesar de ello y de su esfuerzo por reducir el consumo energético, la enorme escala, la reconfiguración del tejido urbano y el impacto real sobre el habitante parece menos atendido.

Foto 47 Los conceptos bioclimáticos son incorporados a la gran escala del rascacielos en la busca de la confortabilidad térmica y psicológica de los usuarios

3.5. Arquitectura en la naturaleza La ecología estudia la relación entre los seres vivos y su entorno orgánico e inorgánico, lo que se traduce en la existencia de sistemas ecológico o ecosistemas. Se basa en la consideración de que el planeta en su conjunto es un solo gran ecosistema que contiene, a su vez, una serie de ecosistemas menores, todos interrelacionados y, muy importante, equilibrados entre sí, para hacer posible la subsistencia de todos. Romper este equilibrio implica necesariamente una transformación importante e inmediata (y no de manera gradual y evolutiva) que tenderá a reequilibrarse pero sólo en largos periodos de tiempo. El hombre, si bien es parte de la naturaleza, por su propia condición humana tiene la capacidad de transformar su entorno de manera consciente, por intereses que no siempre están de acuerdo con las características del o los ecosistemas donde emprende sus diversas acciones. La idea central de esta postura parte de respetar al máximo el funcionamiento de los ecosistemas, de modo que la incorporación del hombre, que genera un nuevo sistema, propio, sea compatible con el existente, y sea viable alcanzar, en el corto plazo, un nuevo equilibrio para ambos. La arquitectura se incorpora a un ecosistema natural y debe adoptar y adaptar su funcionamiento para respetar el ecosistema local al máximo, así como colaborar en la preservación global.

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Los objetivos principales que se buscan son: - Minimizar el impacto biofísico que pueda producir el edificio en los diferentes ecosistemas. - Utilizar materiales y energías naturales y desechar productos que puedan regresar al ecosistema natural (biodegradables). - Crear nuevos ecosistemas, equilibrados con los existentes. Algunas estrategias proyectuales son: - La exposición sincera de materiales ecológicos: del adobe, de la madera. - La analogía entre ecosistema y edificio: se incorpora la arquitectura al sitio, casi siempre bajo tierra, par dar continuidad física y visual al paisaje. - La colocación superficial: la arquitectura es muy ligera, casi con carácter temporal o reversible y puntual. - La creación de ecosistemas naturales en entornos artificiales: en especial en entornos urbanos, los edificios incorporan elementos naturales en fachadas, techos e interiores, precisamente para contrarrestar la poca presencia de la naturaleza. El arquitecto Tadao Ando20 está interesado en reconectar el hombre con la naturaleza a través de la arquitectura, en una comunicación profunda y espiritual. Su diseño para el museo de la madera es un excelente ejemplo de esta búsqueda fenomenológica en arquitectura. Está localizado en una zona densamente arbolada, en el extremo noroeste de la prefectura de Hyogo, que se caracteriza por tener un clima extremoso que incluye nevadas de cierta importancia en invierno. Como en buena parte de las zonas boscosas del mundo, en años recientes la industria del ocio ha deteriorado el sitio. Con el fin de promover a través de la educación un cambio en la conciencia de la comunidad se levanta este edificio como espacio no sólo de información, sino de convivencia con la naturaleza. El edificio está inspirado en el pabellón que Japón instalo en la Exposición Universal de Sevilla en 1992. Estrategias de proyecto: sin duda la abstracción juega un papel muy importante en la arquitectura de Ando, quien busca a través del un orden geométrico el contraste. Simultáneamente utiliza la expresión sincera

Foto 48 El largo acceso al museo de la madera

20 Jones, David Lloyd. Arquitectura y entorno. El diseño de la arquitectura bioclimática. Blume, Barcelona, 2002.

Edificio: Museo de la madera, Mikata-gun; Ubicación: Hyogo, Japón. Autor: Tadao Ando.

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Pautas de diseño para una arquitectura sostenible

de materiales ecológicos para conformar la forma geométrica. Técnicas constructivas: el edificio utiliza la madera como material de construcción predominante, montada sobre una base de hormigón y un puente también de hormigón que atraviesa el edificio. Así mismo, utiliza luz natural para iluminar el interior. Impacto ambiental: desde el punto de vista biofísico el edificio utiliza un material biodegradable, la madera, lo que ayudará a reducir su impacto final. Sin embargo, el impacto que tiene el lugar sobre el visitante vale la pena mencionarlo ya que intenta despertar una fuerte experiencia del bosque, de una convivencia espiritual (cada día más deteriorada) con la naturaleza. Conjunto arquitectónico: el contraste entre la volumetría claramente artificial y el entorno natural imprime un fuerte carácter al edificio, que sin embargo no agrede al sitio, sino que más bien pretende enfatizar la belleza de la naturaleza. En el espacio interior las columnas y vigas de madera reproducen metafóricamente un bosque, como intención de diálogo y continuidad entre exterior e interior.

Fotos 49 y 50 La belleza de la naturaleza del lugar se experimenta al recorrer el edificio, tanto en el exterior como al entrar al “bosque artificial”. Ando habla de la necesidad de enfatizar una relación “espiritual” con el entorno, y la arquitectura es una opción excelente para ello

©© Los autores, 2004; ©© Edicions UPC, 2004 Los autores, 2004; Edicions UPC, 2004


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