ALMADÉN-ALMAGRO
En homenaje a Antonio Matilla Tascón, archivero-bibliotecario del Ministerio de Hacienda y de Minas de Almadén.
Casi todo el mundo conoce la relación existente entre Almadén y Almagro en la época de los Fúcares y de cómo en 1593 el Consejo de Órdenes comisionó a Mateo Alemán para realizar una vista de inspección a las Minas de Almadén. La auditoría duró cincuenta días y encontró la oposición de los Fúcares y de su agente en el Campo de Calatrava, Juan Jedler, cuya casa de Almagro fue registrada al oponerse a entregar la documentación que obraba en su poder. Pero lo cierto es que la relación entre ambos territorios empezó cuatro siglos antes, pues ya en 1158 la Corona confió a la recién fundada Orden religioso-militar de Calatrava la defensa de los territorios conquistados al sur de Toledo, uno de cuyos linderos era el collado de Almadeneros, el sitio en el que los ríos Alcudia y Gargantiel1 se unían al río Guadalmez. Diez años después, el 27 de marzo de 1168, el rey Alfonso VIII dona por mitad a la Orden de Calatrava y al conde Don Nuño el castro de Chillón con su Almadén. Con la victoria musulmana en Alarcos, año 1195, todo el reino de Toledo, excepto la capital, cae en sus manos y no es hasta el gran triunfo cristiano de las Navas de Tolosa, año 1212, cuando se recuperará el terreno perdido. En agradecimiento por la reconquista de todos estos territorios, Fernando III otorga en Sevilla el 18 de febrero de 1249 la mitad de la mina de azogue de Chillón, llamada vulgarmente Almadén, reservándose la autoridad regia la propiedad de la otra mitad.
La Orden se hace con la totalidad de las minas de Almadén en 1282, cuando el infante Don Sancho se rebela contra su padre y prodiga privilegios a nobles, obispos y Órdenes Militares para atraerlos a su causa. Cuatro años después, el 22 de marzo de 1286, Sancho IV, ya rey, autoriza a la Orden a fabricar bermellón2 y a su venta. Aunque parece que al principio fue la propia Orden la que laboreó las minas, pronto 1
Durante mucho tiempo el Valdeazogues fue considerado un afluente del Gargantiel y no al revés como sucede ahora. 2 Tengo por bien que puedan fazer bermeion del argen bib (mercurio) de las sus mineras en los sus mismos logares et que lo puedan sacar fuera de mis Regnos, et fazer dello su pro.
optó por arrendarla a particulares, pues los frailes no entendían de estos negocios. De dinero sí sabían, como lo prueba la queja del maestre de la Orden de Calatrava al rey Alfonso XI en 1316, en la que alude a que hay muchos mercaderes que venden azogue que no procede de las minas de Almadén y que por ello la renta de la Orden se menoscaba y no pueden cumplir con la defensa de los castillos que mantienen en la frontera con los moros. Como luego ocurrirá con los Fugger, Almagro fue la villa elegida como cabeza del señorío de la Orden, desempeñando así durante la Edad Media un importante papel no solo desde el punto de vista político, sino también económico, administrativo y militar. Su situación próxima al Sacro Convento de Calatrava la Nueva3 contribuyó sin duda a su elección como residencia de los maestres de la Orden, para desde allí controlar todo el territorio de su dominio. De esta manera, Almagro se convirtió en el núcleo urbano más importante del Campo de Calatrava. En cambio, la población de Almadén se estanca e incluso retrocede, pues ningún forastero desea asentarse y trabajar en las minas, así es que no es de extrañar que los mercaderes genoveses que tienen en arriendo la mina a principios del siglo XV soliciten al maestre de la Orden que les proporcione treinta moros en invierno y quince en verano para trabajar en las labores subterráneas. Como esta medida es insuficiente, el maestre concede a Almadén fuero de lugar exento de su jurisdicción4 a ver si así se consigue su repoblación. A finales del siglo XV los Reyes Católicos creen llegado el momento de acabar con el feudalismo medieval y maniobran cerca del papa Inocencio VIII y de la propia Orden de Calatrava para que sean nombrados administradores apostólicos vitalicios de sus bienes y rentas. De este modo, al fallecer en 1487 el último maestre de la Orden, Garci López de Padilla, Fernando es elegido su sucesor. En 1523, cuando ya reina Carlos I, una bula papal concederá a la Corona de España la administración perpetua de los maestrazgos de las Órdenes. Este cambio supuso para Almagro una pérdida considerable del poder político, pero, a cambio, incrementó su poderío económico, pues quedó vinculado a la hacienda de Carlos V a través de los banqueros alemanes Fugger. La elección de Carlos como emperador fue posible gracias a la fuerte suma de dinero prestado por aquellos, que a
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Situado en la cima de un monte cercano a Aldea del Rey bien merece una visita. Dámosles y otorgámosles para población el dicho lugar del Almadén, con todos sus términos y pastos, y ríos y fuentes, y montes con todas sus entradas y salidas, cuantas hoy día ha y debe haber, así de hecho como de derecho, …
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cambio recibieron el arriendo de los Maestrazgos, incluyendo en ellos la explotación del mercurio de Almadén. Los asientos de los Fúcares se sucedieron a lo largo de diversos períodos entre 1525 y 1645, pues no fueron los únicos banqueros interesados en los bienes de la Orden de Calatrava. Aunque al principio de estos arriendos Almadén no tenía una gran importancia, todo cambió en la segunda mitad del siglo XVI, cuando se industrializó en las minas de plata americanas el método de amalgamación. Almadén pasó a ser así de ser un modesto establecimiento minero, donde se fabricaba azogue, bermellón y solimán en pequeñas cantidades, a convertirse en un gran centro minero-metalúrgico. Lamentablemente ello no va a repercutir favorablemente en sus habitantes, que se dedican mayoritariamente al trabajo de las minas, como se deduce de las descripciones geográficas de Felipe II, año 15755. Los Fugger crean en España tres factorías: una en la Corte, otra en Sevilla y una tercera en Almagro. En esta última centran la administración de los bienes de los Maestrazgos, lo que se va a dejar notar en su arquitectura. En Almagro los factores de los Fugger, y también de los Welser, construirán casas y almacenes, e incluso se casarán en algunos casos con mujeres de la tierra. A estos edificios hay que añadir la capilla de San Salvador, reconstruida y ampliada por los Fúcares y conocida posteriormente como la ermita de San Blas. En Almagro se superpone así a la estructura urbana del medievo una arquitectura renacentista que cambia la imagen de la ciudad. La centuria de presencia de los Fúcares dejó en Almagro una profunda huella, todavía visible en la actualidad. En palabras del profesor Enrique Herrera: La llegada a Almagro del todopoderoso Jakob Fugger y
su
séquito
de
funcionarios
contribuyó
a
la
transformación de la ciudad mediante la construcción de novedosos edificios civiles y religiosos. De esta manera, la antigua corte Calatrava, de trazado medieval y predominio de la arquitectura mudéjar, se convierte en una nueva ciudad renacentista…. Ahora la calle deja de ser un lugar de tránsito para transformarse en escaparate en que es preciso mirar y donde se hace pública demostración del poder económico y social de quienes la habitan. 5
Las casas de la villa y edificios son malos y pequeños; son de piedra y barro, y de encina de esta sierra, y hay algunos de cal y de ladrillo, que también se hace en esta villa.
A diferencia de Almagro, Almadén es para los Fugger solo un centro productivo y aquí no reside ningún factor, sino el administrador de las minas y algunos capataces, dedicados a obtener las cantidades de azogue estipuladas en los sucesivos asientos con la Corona. Como excepción a la regla, el alemán Juan Jedler, factor de los Fúcares, se vio obligado a vivir en Almadén durante el segundo semestre de 1561, pues el gobernador Ambrosio Rotulo habría sido depuesto de su cargo. Restituido Rótulo, Jedler volvió a Almagro. Para incrementar la producción de Almadén los Fugger hubieron de recurrir a mano de obra forzada, pues los forasteros seguían mostrándose remisos a convertirse en operarios de las minas. No obstante, las producciones iniciales de azogue de menos de mil quintales anuales de media fueron aumentando y a finales del XVI y comienzos del XVII se alcanzaban los tres mil. La mayor parte de las construcciones realizadas por los Fúcares en Almadén son industriales y muchas de ellas han desaparecido, no tanto por desidia, sino por haber sido sustituidas por otras nuevas de mayor rendimiento. Tal es el caso de los hornos de reverberación, de los que había treinta en el año 1613. Al estar construidos en lo que hoy es el cerco de Buitrones, sus edificios fueron derruidos para edificar en su lugar los hornos de aludeles a partir de 1644. En el interior de la mina resultan todavía visibles algunas galerías de esa época y alguna otra se podría recuperar cuando haya fondos disponibles, como es el caso del socavón de la Contramina, construido al parecer en 1631. Bien es cierto que en el exterior de los socavones del Pozo y la Contramina no se conserva ningún edificio como los que aparecen en la entrada del socavón del Castillo, de modo que sus herrerías, almijaras, almacenes de maderas y de hierro, y viviendas de los mayordomos6 han desaparecido. Fuera de los cercos mineros solo hay dos edificios que merezca la pena resaltar y ambos son religiosos; se trata de las capillas de San Miguel y de San Juan, la primera de ellas edificada en el recinto de la antigua cárcel de forzados y esclavos. Ambas capillas fueron construidas en los últimos años de estancia de los Fugger en Almadén y de la primera de ellas tuvo que dar explicaciones a la Hacienda el administrador Mateo Naguelio, pues se acabó de construir en 1645, año en que los Fugger concluyeron su último asiento. Este edificio se mantiene en pie a duras penas, por lo que es muy urgente su rehabilitación. La capilla de San Juan, al estar construida en el centro de la villa, se halla en buen estado de conservación, pues ha sido restaurada en varias ocasiones. Edificada por los Fúcares, tenía su propio capellán, cuyo sueldo era abonado por los banqueros de Augsburgo. 6
Operarios de las minas que tenían a su cargo todos los pertrechos, por lo que vivían al pie de las entradas de los socavones principales.
Mateo Naguelio justifica así la construcción de la capilla de San Miguel (año 1648). Como los forzados y esclavos iban a misa a la iglesia parroquial
que
estaba
distante
de
la
cárcel,
ordinariamente hacían fugas y para prevenirlas se hizo en la misma cárcel una capilla donde oyesen misa, así los sanos como los enfermos. La capilla cayó en desuso cuando se comenzó a utilizar la nueva cárcel en 1756, trasladándose a la capilla de esta, también dedicada al arcángel San Miguel, todas las imágenes y enseres. En la de la vieja cárcel sabemos que había a la entrada una pila de piedra para el agua bendita y en el altar principal un nicho con la imagen de San Miguel; en otro altar, a la derecha de aquel, una imagen de la Virgen del Carmen; y la bóveda, toda ella ornamentada con pinturas de diferentes santos. La capilla de San juan era en la época de su construcción una ermita situada en las afueras de la población, pues Almadén se circunscribía por entonces a lo que hoy se conoce como casco antiguo, es decir el entorno del cerco minero y la pequeña fortaleza de origen árabe construida en lo más alto del cerro que conforma la villa. San Juan es un edificio modesto con planta de cruz griega, construido de piedra y ladrillo. En Almagro fueron los Fúcares mucho más generosos y levantaron la capilla de San Salvador en agradecimiento al Señor por los beneficios recibidos. De mucho mayor tamaño que San Juan, los Fugger dedicaron importantes sumas de dinero desde 1550 a su construcción y ampliación. Recurrimos de nuevo al profesor Herrera para su descripción: La iglesia se alza con una sólida técnica de mampostería; se concibió en estilo gótico, empleando un
repertorio
decorativo
renacentista
de
raíz
plateresca; el interior se cubre con espléndidas bóvedas de terceletes que descansan sobre bóvedas decoradas con las armas policromadas de su familia. En la magnífica portada del mediodía con decoración plateresca hay una inscripción en latín que contiene la ofrenda al Salvador.
Cuando Almagro declina, asciende Almadén, y lo hará de manos de un almagreño, el superintendente Francisco Javier de Villegas, que dirige el destino de la población y de las minas entre 1749 y 1757. Con la marcha de los Fugger, Almagro, la ciudad carolina, donde se conserva el espléndido escudo imperial de Carlos V en el ábside de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, decae en importancia política y económica. Mientras, Almadén está en pleno auge y durante el mandato de Villegas se construye la plaza de toros y la Real cárcel de forzados y esclavos, y comienzan las obras del Real hospital de mineros. La producción de azogue crece un año tras otro, pues es la llave de la plata americana, lo que conlleva la necesidad de aumentar la mano de obra, tanto forzada y esclava, como libre. Para albergar a los primeros se edifica un gran recinto carcelario capaz de alojar hasta 600 presos, edificio lamentablemente derruido en 1969 sin ningún motivo aparente. Para hospedar dignamente a los forasteros que vienen a trabajar a las minas se construye la plaza de toros, un coso taurino delimitado por 24 viviendas dispuestas en forma de hexágono. El alquiler de las casas y los beneficios de las corridas de toros, junto con otras ganancias obtenidas en Castilseras y Almadenejos, permitirán la construcción y mantenimiento del Real hospital, que comenzará a edificarse en tiempo de Villegas y se concluirá en 1774 bajo el mandato de su sucesor, Gijón y Pacheco. A mediados del XVIII comienzan a llegar a Almadén técnicos expertos, entre ellos los maestros mineros alemanes, cuya misión no es solo incrementar la producción de azogue, sino también enseñar las técnicas mineras a los jóvenes cadetes españoles. La casaacademia de Minas se construirá por fin entre 1782 y 1785; un sólido edificio del que destaca sobremanera la fachada principal, en el que se formarán brillantes alumnos que dirigirán las minas españolas y de la América Colonial.
Epílogo Ahora, a comienzos del siglo XXI, Almadén y Almagro han entrecruzado sus caminos de nuevo. En nuestra localidad no quedan vestigios de la época en que perteneció a la Orden de Calatrava (siglos XII al XV), pero sí del período en que la administración de la Orden pasa a la Corona y esta arrienda la mina a los Fugger. Las capillas de San Miguel y San Juan, y algunas labores subterráneas del Parque Minero, así como una de las salas de exposición de Museo del Mercurio, muestran bien a las claras las actividades de los banqueros alemanes en Almadén. En Almagro los Fúcares construyen una factoría-almacén, las casas de sus administradores y la capilla de San Salvador. En el primero de los edificios hay una sala dedicada a exponer la relación secular de Almagro con Almadén. En palabras del regidor almagreño durante el acto de su inauguración: Tenemos una historia común y hemos vivido de espaldas; ahora debemos darnos la mano y comenzar a andar juntos; vamos a retomar el camino que en el siglo XVI marcaron los Fugger entre Almagro y Almadén. Estas buenas palabras no deben quedar en una mera noticia periodística de principios de junio de 2012, sino que tienen que ser el principio de una acción coordinada para conseguir una colaboración más estrecha entre ambas ciudades. La visita a Almagro se potenciaría y completaría con la de Almadén, y viceversa, de modo que los gestores de turismo deberían fomentar esta sinergia con los instrumentos que poseen a su servicio.
© Ángel Hernández Sobrino