Casa de baños de Puertollano

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LA CASA DE BAÑOS DE PUERTOLLANO

Los manantiales de aguas termales de la comarca de Puertollano son conocidos y utilizados desde época romana. En las Relaciones Topográficas de Felipe II (año 1575) se mencionan las fuentes agrias de Bolaños, Puertollano y Valenzuela de Calatrava. En cuanto a la de Puertollano se dice:

... esta villa tiene agua dentro della, la que ha menester para su gasto y beber, en moderada cantidad de pozos y que tiene junto a la dicha villa una fuente que se llama la fuente aceda porque el agua della es agria y sale la dicha agua encima de tierra hirviendo hacia arriba ordinariamente sin cesar, como si fuese una caldera de agua hirviendo por todas partes...

Existen referencias desde el siglo XVII del consumo de esta agua por los vecinos de Puertollano, si bien es a partir del XVIII cuando se valora su carácter terapéutico y se realizan algunas obras para su preservación. Pero es en la centuria siguiente cuando se construyen varios edificios para albergar un balneario, que goza de gran estima en la segunda mitad del XIX y la primera del XX. Además, el agua se embotella y se vende en diversas ciudades, entre otras la capital de España. Las modas pasan y poco a poco el balneario cae en el olvido, si bien los habitantes de Puertollano siguen bebiendo el agua agria de su fuente. Después, la Casa de Baños se usa como conservatorio de música, hasta que éste último es trasladado a un nuevo edificio.

Recientemente, en 2002, el Ayuntamiento ha rehabilitado la Casa de Baños para utilizarla como oficina de atención al ciudadano y punto de información turística. En los folletos editados con este motivo no se hace referencia en ningún caso a que en su construcción participaron operarios de las minas de Almadén. En cambio, en el Archivo Histórico Nacional, Sección de Fondos


Contemporáneos-Minas de Almadén, se demuestra de forma fehaciente este hecho.

Los caminos que salían de Almadén estaban en muy mal estado a finales del XVIII para el tráfico de mercancías que soportaban. Además del camino de Sevilla, por el que se enviaba el mercurio a las minas de plata de la América Colonial, existían otros dos que habían de mejorarse de manera urgente: el de Madrid y el de la Mancha. El camino de Madrid salía en dirección noreste hacia el pueblo de Saceruela, para después llegar a Ciudad Real por Abenójar. El camino de la Mancha iba en dirección este, pasando por las minas de mercurio de Almadenejos, las aldeas de Fontanosas y Navacerrada, para alcanzar posteriormente la villa de Almodóvar. Las Minas de Almadén eran las encargadas del arreglo de estos caminos, utilizando para ello trabajadores propios o contratando los operarios necesarios. Además, los maestros de obras del establecimiento minero realizaban el trazado de los nuevos caminos, determinaban las indemnizaciones correspondientes a los propietarios de los terrenos y supervisaban que las obras se hicieran de forma adecuada.

Los fondos necesarios para la construcción y reparación de los caminos de Almadén provinieron de la Real Hacienda, que aplicó a partir de 1778 ciento veinte mil reales anuales del arbitrio sobre la sal. Los fondos llegaban mensualmente a la Superintendencia de las Minas, a razón de diez mil reales, de la Tesorería de Rentas de Córdoba.

El 10 de octubre de 1849, la reina Isabel II mandó en virtud de una Real Orden, que los operarios de Almadén repararan el camino de Puertollano y la casa de baños de dicha localidad. Al parecer, el edificio se rehabilitó para dar satisfacción al general Narváez, por entonces presidente del Gobierno, que venía a tomar las aguas a Puertollano. Constaba de dos plantas, la baja dotada de dos piscinas de baño colectivo, una masculina y otra femenina, y cuatro piletas individuales. Además, en dicha planta estaban los vestuarios y los despachos del director y del encargado del edificio. En la planta alta había un salón de baile.


El mandato regio es ejecutado, tal y como demuestran los documentos existentes en el citado archivo: en mayo de 1850 se emplean diversos alarifes y peones de las Minas de Almadén en la construcción de la nueva Casa de Baños de Puertollano. En dicho mes se dieron 184 jornales de albañil y 528 de peonaje; los peones, además de asistir a aquellos, abrieron zanjas en el terreno para construir pilas y murallas; también se dedicaron 757 jornales a desmontar tierras para sacar piedra de cantería, habiéndose excavado 633 varas cúbicas y extraído 162 varas cúbicas de cantería; la piedra fue arrastrada hasta el cargadero y colocada en los carros para su transporte. El informe mensual lo firma el maestro de obras Alejandro López Muñoz en Puertollano a 10 de junio de 1850.

El 20 de marzo de 1851, el superintendente Antonio de la Escosura y Hevia comunica que la reina gobernadora se ha servido resolver que los operarios de Almadén cesen de ocuparse en estos trabajos ajenos al Establecimiento indicado. Hasta ese momento, unos 20.000 reales procedentes de las arcas de las minas de azogue habían sido gastados en la construcción de la Casa de Baños.

Una vez terminado de construir el edificio, los baños de Puertollano adquirieron una importancia creciente. Cientos de personas acudían anualmente a tomar las aguas desde el 18 de junio hasta finales de agosto y la casa de baños tenía su propio médico director. En 1861 asistieron 553 personas a tomar los baños, de los que hubo 116 curados, 299 aliviados y 138 que no obtuvieron mejoría. Con la puesta en explotación del ferrocarril Madrid-Badajoz, con estación en Puertollano, la concurrencia a los baños aumentó sin cesar cada año. Son numerosas sus indicaciones terapéuticas, tal como indica José de Hosta en 1865:

Las

aguas

y

baños

de

Puertollano

dan

prodigiosos resultados en las afecciones del estómago, vómitos pertinaces, particularmente en

las

dispepsias

y

cardialgias,

en

le

hipocondría, en las obstrucciones de las vísceras


abdominales,

en

la

diarrea,

disentería

y

afecciones verminosas…

Están

contraindicadas

en

todas

las

enfermedades el que el síntoma predominante sea una irritación y, por consiguiente, perjudica a las enfermedades dichas cuando son activas.

© Ángel Hernández Sobrino


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