desordenada polifonía

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Seguramente ya estarás “en esta” de abrazar al caos. Lo surfeás, lo abrazas, le discutís, dialogás, te peleás y te amigás con el caos en un ciclo constante; pero en medio de toda la vorágine aparece el anhelo de una cotidianidad estructurada, rutinaria, sin margen para la procrastinación y con la posibilidad de disfrutar de los momentos de ocio sin culpas ni tapujos. Ésta nueva búsqueda/meta que emerge como un adware pop-up en nuestros sistemas operativos delimitados por el gabinete del cuerpo, suele representar un desafío para nuestras existencias nómades (no por elección, me refiero a ser nómade para garantizar la supervivencia en tiempos de alquileres complicados, garantías que no existen, familias disfuncionales, hacinamiento, violencia, falta de sostenes económicos o acceso a la información, etc.)



Deseo y hacer vs obligaciones y deber. Lo espacio/temporal condiciona al deseo de estirar las patas o ponerse a pensar una nueva cosa para comer/actividad/changa/hobbie/ fantasía/curso/carrera/workshop. Primero lo urgente, después lo importante: satisfacer las necesidades básicas, mientras se habita el rancho como venga, obviando a la televisión prendida 24/7 y a los conductores de canales de aire que colman la atmósfera de mi comedor y de otros miles con ideas meritocráticas y aspiraciones prefabricadas (que también existen y resisten en nuestros dispositivos electrónicos portátiles). Hoy por hoy lo que no se oversharea en HD no existe, día a día nos enfrentamos con los molinos de viento hechos a la propia medida con ayuda del algoritmo. La vida del locatario y del laburante es todo un tema.


La posibilidad de elegir se ve condicionada aunque muchas voces en simultáneo griten en varios soportes multimedia que todo depende de tus ganas, depende de a(r)marse, de sentir, de romper esquemas, etc. Sí, es válido, pero también ocurre que el tiempo para elegir una familia o sumar experiencias riquísimas junto a lxs afectos (viajes a dedo, convivencias, jodas que duran días enteros donde andamos montadisimxs, etc.) escasean o no existen cuando el sostén en el aquí y ahora es la fuerza de trabajo, ya sea freelance 24/7, relación de dependencia, changas, etc. No hay tiempo, ni ganas, ni energía para armar la propia manada ¡Ni hablar si estás maternando! Recurrentemente decimos: “no puedo ir, te abrazo a la distancia”, “este finde, imposible”. Todo se complica.



El sostén individual del propio cuerpo y dentro del mundo social/jungla de cemento tiembla como una hoja cuando el contexto es frágil, precario, coercitivo y violento. De repente, en tu interior aparecen mil instituciones, sumadas a las externas que andan por ahi vigilando y castigando: mil instituciones que impiden el registro de lo propio de lo ajeno, de lo que querés perpetuar o querés destruir. En efecto, ya no sabés que es lo que querés o lo que no queres.






Cuando el modo de encarar el día a día está basado en la sobreadaptación, los procesos aterran. Cualquier chance de crear y/o modificar aquello que sí esta dentro del propio alcance directo y accesible, representa una encrucijada. La resolución suele ser procastinar hacia el infinito o sentirse culpable por la inacción, muteando a la voz interior, potencial brújula y gps. Desconfiás de tus sentidos y de todo lo que está disponible en el corto y mediano plazo porque no conocés otra forma de vivir que no sea estando a la defensiva: pensarlo todo, una y otra vez, porque el golpe puede llegar desde cualquier lado.


La estética presentada como ética, aburre y distancia, al igual que el esencialismo. Contingencia y vulnerabilidad son dimensiones de nuestras vidas que, aunque se minimicen, están ahí. Pueden ser bases para un nuevo apuntalamiento, accesible, novedoso, colectivo y tangible. Nuestra existencia es contingente, como todo cuando existe.




Muchxs nómades encontramos en los medios de transporte y en las largas caminatas al silencio, que llega a los sentidos en forma de bullicio, un código amigable para las situaciones donde la quietud no representa un lugar habitable. Hacerle espacio al deseo, estando solxs o acompañadxs, es tan necesario como tomar bocanadas profundas de aire limpio o largos tragos de agua fresca: desear y hacer como estrategia, construyendo una afinidad opositiva a la culpa, trazando una cartografía caleidoscópica, cíclica y constante. La polifonía es inentendible pero clarísima, paradójicamente.





Mientras escribía éstas lineas noté que abrí un vinculo con la palabra, buscando construir cierta narrativa, un puntapié para empezar a pensar otra realidad, una revuelta, una resistencia: es urgente, es necesario, ya que muchxs habitamos la intedeterminación a priori. Y existe mucho más por ahí, disponible.

Todas las imágenes de éste zine fueron tomadas en soporte 35mm con diferentes rollos, posteriormente revelados y digitalizados por manos propias y amigas. Buenos Aires, julio de 2020.





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