Revista Innombrable NO.6

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REVISTA INNOMBRABLE -ETERNO FEMENINO“CUERPO Y EROTISMO” 6ta Edición 2014

-POESÍA, CUENTO Y FOTOGRAFÍA-


DIRECCIÓN Mauricio Arcila Arango CO-DIRECCIÓN Daniel José Acevedo EQUIPO EDITORIAL Ana María Bustamante Dante Vázquez Daniel José Acevedo Mauricio Arcila Arango DIAGRAMACIÓN Camilo Álvarez Restrepo VISITA: Blog: http://revista-innombrable.blogspot.mx/ Facebook: https://www.facebook.com/RevistaInnombrable

ESCRIBENOS A: lo-innombrable@hotmail.com


ÍNDICE Ana María Bustamante (Colombia) La Feminidad Innombrable (Prólogo) Adriana Carpio Quintos (México) Cuando Llueve Aleqs Garrigóz (México) La Gitana y el Mar Andrés Vásquez (Colombia) Kali (o, Las llamas del tiempo) Ligia Espera Antonio Acevedo Linares (Colombia) La Poesía, El Amor Y El Erotismo Betzabeth W. Pagán (Puerto Rico) Antesala Camila Cano V (Colombia) Día Decimocuarto Candela Robles Abalos (Argentina) Criaturas Mágicas No Convencionales Carlos Londoño Giraldo (Colombia) Plenilunio Daniel Acevedo (Colombia) Confusión Palomar Parmenio Foronda (Colombia) Dios es una Mujer Dante Vázquez (México) Sueño de una Tarde de Verano Elizabeth Velásquez (Colombia) Útero La Llorona 7:00 a.m.


Emiliano Robles (México) La Seductora Flor Fernando Cuartas (Colombia) La Ciega Luz Solar Hernán Oquendo (Colombia) Historia de Amor Ingrid Bringas (México) Designio No es Anti Poesía El Bisonte Astral John LeFou (México) Vaivén Lemuel Luna (México) Introspección Hacer el Amor Un Orgasmo en la Palabra Lohengrin Jaramillo (Colombia) El Suplicio de Psique Manuel Felipe Álvarez (Colombia) Carnaval del Cuerpo Manuela Valencia (Colombia) No Golondrina María Teresa Bravo (España) Orgía Hijo de Onán Tu Súcubo Martin Petrozza (México) La Belleza Física es un Cuento de Hadas Mauricio Arcila Arango (Colombia) En Todo Poema hay una Mujer


Mauricio Puerta (Colombia) Desesperación Michel Benitez (Colombia) Recuerdos Nocturnos Oscar Barrera (México) Consigna Mnemósine Patricia K. Oliveira (Uruguay) Profesionales Raphael Dómine (México) La Mort Eternelle Roxana Rosado (México) Amanacer Desnudez Orgasmos Fingidos Teresa Díaz Sánchez (Uruguay) La Aspiradora Yuly Johanna Gutiérrez (Colombia) Duermes… Mujer al Agua Animal Acuático


Ana María Bustamante - Poeta Innombrable PRÓLOGO “LA FEMINIDAD INNOMBRABLE” “La idea de que las mujeres carecían de motivaciones carnales representaba la piedra angular de su superioridad moral, empleada para mejorar el estatus femenino y multiplicar sus oportunidades”. Eva Illouz, “La sexualidad era una bestia que había que encadenar, según los primeros cristianos; ahora es un animal fabuloso al que hay que liberar”. Pascal Bruckner El arte es lo que le da vida a lo innombrable. De él vive y a él se debe. Se entrega a él, como va el sediento a la fuente, en un peregrinaje infinito. Entiende que el arte vive y se alimenta de lo femenino, se sumerge en ello, se alimenta de ello, se embriaga de ello. De ahí que en esta edición de la Revista Innombrable, la idea es la de nombrar precisamente la invisibilidad de las pasiones que subyacen la piel y los instintos, con la maravillosa figura de la feminidad como ápice del arte y la creación artística. Aquí las letras salen a batallar como espadas, a defender su intimidad y las pasiones que las motivaron. Es esta la hora de construir ese mundo innombrable para hacer con el arte que es la espada, un puente que ilumine, no como lo haría una deidad, sino como el brillo de las cosas forjadas por el hombre y que se sumerge en lo femenino. En cierto sentido, la temática de escribir sobre el erotismo, el cuerpo y la feminidad, ha corrido durante siglos la lamentable sanción de la censura y de la omisión. Se ha querido mostrar una imagen casi divinizada de la feminidad y se ha hecho bajo el deseo de que así fuere. Basta con mirar el ejemplo de la Santa Inquisición, donde las mujeres que trasgredían las fronteras sociales que las encasillaba y las obligaba a vivir bajo ciertos estándares, eran tachadas de brujas, en una sociedad que las oprimía. Por lo anterior, se quiso con esta edición de la revista, “Eterno femenino. Cuerpo y erotismo”, reconocer en la piel de las letras, cuán valiosa es la figura femenina no sólo simbólica, sino también 1


corpórea, para dar como resultado el arte. Y como idea central se quiso hablar de mujeres que cerca de la palabra son realmente grandes, realmente libres. Y no hay nada en el mundo que supere en belleza a la libertad, y en nombre de la libertad esas mujeres aman y sueñan, y es en este sentido que las letras e imágenes aquí condensadas, traducen la intimidad de hombres y mujeres que se basan en la feminidad para dar a luz al arte, no sólo a través de la palabra, sino también a través de la imagen. Se habla de lo femenino, de mujeres que llevan escrita en la piel la luz del cosmos y navegan guaridas secretas. Y aunque no tengan voz, ellas hablan con la suavidad de su naturaleza. Mujeres que si son llamadas putas están salvadas. ¿Qué mujer no ha sido una puta aún teniendo los ojos constelados y soñadores… por el simple hecho de ser mujer? Se visten de diosas y crean vida en medio de miles de muertes. Escriben, aman, sueñan, gritan y mueren muriendo la muerte, y viven viviendo la vida. Mujeres espejo y sombra y cuerda y abismo y cicatriz forjada en la calidez del viento herido donde nadie entiende la magia de haber nacido con femeninas formas. Mujeres que dicen, mujeres que son dichas; mujeres que nombran, mujeres innombrables.

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Adriana Carpio Quintos (México) “CUANDO LLUEVE” ¿Has visto acaso cómo se enciende el cielo en la plena oscuridad cuando llueve? Siente, y siente cómo la lluvia te moja el alma la despeina, la desdibuja. Las gotas trascienden hasta el espíritu mojando la pseudocordura inepta, convirtiéndola en locura candente cuando compartes la demencia de la lluvia: lluvia ácida, mojada y fuerte; que humedece las ideas de la mente, que traspira conceptos hilarantes (claros y a veces oscuros), que matan. No sanan, no curan: llaman a la verdad mentira, nacen en la profundidad de un charco, donde corren los insectos y dan un brinco. Se sumergen en tu piscina de recuerdos para escupirlos y carcomerlos y pudrirlos. ¿Has sentido acaso cómo el cielo se burla y te escupe cuando llueve? También llueven tus ojos, y toda tu piel caliente y húmeda: llueves cuando lloras, llueves cuando sangras; cuando callas también llueves. Y al hablar cae una tormenta de palabras, mientras fulano y zutano se ríen; 3


no entienden tus verbos ni tu poesía, ni tu filosofía que se hace palabras cuando llueve. Si piensas y piensas (y vuelves a pensar) tus recuerdos llueven sobre tu memoria, mojando de sal tu mirada y tus ojos; y una mariposa al aire moría. ¿Has observado acaso cómo se hunde el cielo en tus labios besando, cuando llueve? Y si necesitas llover y mojar: haz la tormenta en tus sentidos, llueve mientras sientes y me sientes. ¿Has acariciado acaso cómo el cielo de mi vientre llueve dulce lluvia tibia? Llueve cuando mi piel y mi cuerpo se incendian, es un incendio de calor (y de ganas) sofocante. Y entre mis piernas llueve y llueve y llueve… Dejas tu lluvia encerrada, guardada, aislada, en un artefacto que recubre el arte, y despelleja tu falo, para confundir tu lluvia. Llueve y siente llover la lluvia que ésta cesa. Saldrá de nuevo el sol, para secarte.

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Aleqs Garrigóz (México) “LA GITANA Y EL MAR” Cabello negro que intenta volar atado a un cuerpo perfección de la belleza. Un viento grosero se enreda a ella y la olfatea, ante una luna celosa que mengua. Hacia un mar helado y bárbaro, casta ella desliza su porte intruso, gitano. Entera va pintando un cuadro salvaje, una marca trashumante en el paisaje de la nórdica ribera. Collares de concha, plata y ópalo caen haciendo sonora cascada sobre sus senos de proporción exacta. Y el viento que sobaba su espalda desciende para anidar en sus faldas. Y después de sumergirse... ¡ningún ojo ya la vio! Un mar en brama, excitado, su engañosa cintura de junco, su fino talle engulló.

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Andrés Vásquez (Colombia) “KALI” (O, Las llamas del tiempo) Oṃ jayantī mangala kālī bhadrakālī kapālinī . durgā kṣamā śivā dhātrī svāhā svadhā namō'stu‍tē DEVI ARGALA STOTRAM La negrura del abismo del tiempo se llama Kali; Encarnación de Parvati, esposa de Shiva. Las llamas de la mortalidad se consagran a Kali; Encarnación de Parvati y esposa de Shiva. La gracia en la misericordia de la muerte es la dulzura de Kali, negra marea del devenir; Encarnación de Durga y hermana de Shiva, pues Shiva también es Mahākāla; pues Shiva también es Kālam. Cuando Durga-Parvati se percata de que es tiempo comienza a ser Kali, esposa de Shiva; fiereza de Chandi y esencia del Kāla. Cuando Kali no requiera del tiempo devolverá todo al inicio, que es ella misma; devorando el mundo de vuelta a las sombras de su matriarcado original. Señora del final y del principio, apaciguadora de Shiva, que es kālam. En cada uno de sus brazos majestuosos aguarda un ocaso para la existencia. —En cada uno de tus brazos majestuosos veré las almas de cien— mil condenados que osaron creer en ti. 7


Pues las llamas de la extinción que llueven a cantaros sobre la tierra brotan sólo de Kali, y sólo a ella volverán; ¡ira de Durga; consorte de Shiva-Mahadeva! ... “LIGIA ESPERA” A la más “peculiar” de todas Gruñe la oquedad de esta ciudad tan hermosa; la ausencia de los habitantes, el sonido de los pasos que jamás se pisaron; lloran olores inexistentes los pasantes misteriosos, mientras Ligia mira a través del cristal húmedo, empañado —enlutado por la neblina—, y es como si sólo viera un espejo, acuoso por un lado y, turbiamente húmedo por el otro. Espera atisbar —y nada se ve tras el cristal— al hombre al que ha esperado por horas; por días; por lustros; por eones de minutos como toneladas de un peso decapitador. La ansiedad de ligia es mucha menos cuando espera desnuda, pues siente que el apartamento, mugroso y apolillado, no es más que una caja de fósforos llena de grillos. Un grillo chilla por la tetera, otro canta el Be-bop desde el gramófono (“¡don’t be a fool…, be-bop!”); un grillo hace adherir los minutos a la espera con su trino monocorde y panteísta, y otro pisa las telas que Ligia quitó de encima de sus carnes; esas herencias de exhibidor, contenedor de bellezas blancuzcas y atoradas en un lóbrego aguardar. Ruje la oquedad primitiva de esta ciudad tan hermosa, y la lluvia descorazonadora pare brumas con malicia; el sopor tropical se alza, expiado de las calles por la frescura de las aguas; iones cortados que erizan te erizan los pelos hirsutos del cuello, mientras buscan con rabia la ansiada antonimia. Así busca Ligia, busca lo que bien esperaría; el hendimiento intrusivo, la gloria en la vendimia de los sentidos, o busca para sí sola aquella misma antonimia. Esta ciudad tan hermosa exhala antonimia, y así hermosa, así liviana y, aparentemente tranquila, anónima y antónima divaga; cauteriza los restos, aplana los rezos seglares, impide la flama que borra la vida; pero Ligia siempre le apuesta a la culminación de la vida. Reseteada y compasiva espera en la ventana; armazón de madera, madera y arena quemada; sucia ventana de arena y de ceniza, a través de la cual ningún muchacho se oye respirar… y cambia la tonalidad de sus cabellos… en la espera del

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visitante adecuado se vuelven opacos los cabellos negros —otrora lustrosos— de la Ligia incandescente. Cae somnífera Ligia-Amelia; Ligia-Amelia la aligera; aligera Ligia o Amelia-Ifigenia. Ifigenia, de prolongado esperar y penas nutritivas. Se cae sobre esta hermosa ciudad un celestial enigma que ya nunca llovería; y Ligia espera, y en lúbrica espera es aligera; Ligia paciente y compasiva, mientras los cielos lloran para las alcantarillas dilatadas y expectantes. Llueve sobre las sienes como cuando se escurre esta astrosa fatiga; y veo desde dentro —que es el afuera de la fatiga—, como Ligia-Ifigenia se lamenta otro poco, porque mientras hubiera esperanzas de que aquel hombre volviera, la ciudad hermosa le había prometido que las lluvias no cesarían.

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Antonio Acevedo Linares (Colombia) “LA POESÍA, EL AMOR Y EL EROTISMO” Le poème est l, amour réalise du désir demeure désir. René Char El erotismo es el encuentro de los cuerpos como es el encuentro de las palabras en la poesía, donde se crea una comunicación bajo el deseo de los cuerpos y el significado de las palabras. La poesía erótica es una erotización del deseo y la palabra deseada. El encantamiento del lenguaje frente a los cuerpos desnudos es el encantamiento de los cuerpos frente a la palabra erotizada. A través del lenguaje se erotiza el deseo de los cuerpos como transfiguración de la libido. La poesía canta el deseo de los cuerpos amorosos que se aman también en las palabras. El oficio de la poesía asume el oficio de los cuerpos como materia prima para su maravillosa creación poética. Allí está contenida su ética y su estética literaria. Un nuevo humanismo para hacer de la sexualidad un hecho transcendental. La recrea y lo trasciende mediante el lenguaje para hacerlo más sublime porque el encuentro sexual de los cuerpos se trasciende mediante el encuentro erótico de las palabras. La palabra recobra el cuerpo de los deseos como el cuerpo recobra a la palabra que la canta. Poesía y erotismo son dos expresiones de la sexualidad y la literatura que reivindica el cuerpo y la palabra. En una sociedad reprimida y de doble moral como la nuestra, la reivindicación del cuerpo y la palabra es un arte poética y un arte erótica, que se hace necesario humanizar esa creación porque la poesía como el erotismo es un arte, y la función social del arte, es la reivindicación de la belleza, la libertad y la realización humana. El hombre escribe o hace el amor porque quiere alcanzar la inmortalidad en tanto que también tiene derecho a esa « ración de paraíso » como lo manifestara algún poeta. El derecho al placer y no a la reproducción, a través del erotismo, y a la comunicación, a través de la escritura, es de las primeras necesidades del hombre que realizan la condición humana .El nuevo humanismo en torno a la sexualidad radica en el tratamiento que desde la poesía y el arte podemos redefinir lo sexual como una expresión simbólica de los cuerpos, que los cuerpos desnudos son también objeto del arte y de la poesía porque el hombre es un animal simbólico y erótico que lo expresa a través de su escritura y su práctica cotidiana del deseo, que es la que lo impulsa a escribir y a amar, y que no es sólo como una expresión propia para la satisfacción de una necesidad o una reacción fisiológica o bioquímica. 10


Mi patria Tu cuerpo es mi patria rodeado de dos océanos y un hermoso horizonte y su paisaje son dos colinas y un valle fértil como su monte de Venus en donde ondea una bandera como su pelo del viento. Tu cuerpo es mi patria con sus preciosos yacimientos y agrestes desembocaduras como con su parque natural de los nevados y sus cascadas su jardín de orquídeas y corales sus ciénagas y arrecifes desiertos y santuarios de flora y estoraques. Tu cuerpo es mi patria que escribo y amo y sueño en esta página. La poesía, como el amor, es un encantamiento. La poesía amorosa es el deseo realizado en la palabra. El hombre es el único animal que ama y recrea en la palabra la emoción, la vivencia y la ternura del amor. En la poesía de amor hay una erótica del lenguaje porque donde hay amor, hay deseo, y donde hay deseo, hay erotismo. El hombre erotiza el deseo y ese deseo erotizado es lo que la cultura ha denominado amor. El amor es una invención de la cultura, es lo que hemos inventado para sentirnos menos solos, trasciende la animalidad del deseo embelleciendo o ennobleciéndolo a través de la palabra poética, esto es, la poesía. El amor es deseo, que nace con el hombre, y luego a través de la cultura, es espiritualizado. El amor es el deseo espiritualizado. Cuando un hombre le dice a una mujer, te amo, en realidad lo que está diciendo es, te deseo. El deseo se ha espiritualizado. En la poesía amorosa, el amor 11


no es sólo un estado del corazón, es también un estado de la palabra. El poeta enamora la palabra y en ese proceso de seducción, crea la poesía. Epigrama Bajo la especie de una biblioteca un hombre que moró por los libros se figuró el paraíso y una mitología en la forma de un jardín con manzanas prohibidas y hubo quienes como suntuosos palacios de oro. En la forma de tu cuerpo yo me imagino el paraíso. El poeta recupera el deseo que eterniza en la palabra. En la vida, “el amor es eterno mientras dura”, decía Vinicius de Moraes. En la poesía, el amor es eterno mientras conmueva a los amantes. El amor en la poesía, funda una estética de la palabra. Una sensibilización del lenguaje porque la poesía es la ternura de todas las cosas. La relación entre amor y poesía es una relación tan íntima como la relación entre un hombre y una mujer. Es su evocación. El poeta evoca en la palabra la mujer de sus sueños o el ideal del amor: “Si una mujer comparte mi amor/ mi verso rozara la décima esfera de los cielos concéntricos / Si una mujer desdeña mi amor/ haré de mi tristeza una música/ un alto río que siga resonando en el tiempo/” escribió amorosamente Borges. La poesía de amor es la prolongación del cuerpo en la palabra. El cuerpo como extensión de la palabra y la palabra como extensión del cuerpo. El cuerpo y la palabra recreados por la poesía y el deseo, para una poética del cuerpo que haga memoria en la palabra en intento de una poética de la palabra que haga memoria en el cuerpo. Una poética del cuerpo y la palabra como la expresión más genuina de una poesía amorosa y erótica. La poesía del deseo y el deseo de la palabra. El poeta tiene una utopía, que un día el amor sea como la esencia de su palabra mágica y esplendorosa. El poeta cree en el poder de la palabra porque cree en el poder del amor. En el reino de la poesía, el amor da existencia a la palabra. 12


En el reino del amor, la palabra da existencia al deseo. Poética La poesía se escribe con la propia vida de quien la sueña es de quien la trabaja como la tierra que se siembra a veces no es de quien la escribe sino de quien la enamora la poesía nace desde el fondo de sí mismo como desde el fondo de los ojos de una muchacha no tiene partido pero a veces se adhiere a causas perdidas y se escribe con ternura como la que tienes cuando ella te abraza desnuda. En el amor, la palabra endulza el oído del amor amado. En la poesía, el amor endulza la palabra del poeta alucinado. El amor en la poesía, es la prolongación del amor por la palabra. Un encantamiento de la palabra porque el amor es la poesía de todas las cosas. En el amor, hay una consagración de la palabra, por la vía del deseo. En la poesía, hay una consagración del amor, por la vía de la palabra. En la palabra hay un espíritu. En el amor hay un deseo. El amor es el espíritu de la palabra como la poesía es el espíritu del deseo. El poeta se realiza en la poesía, por la palabra. El que ama se realiza en el amor, por el deseo. En la conjugación de poesía y amor, el amor es el deseo que se realiza en la poesía como la poesía es la palabra que se realiza en el amor. La palabra es un órgano de seducción en el amor. El deseo es la excitación de la palabra en la poesía. Epigrama 13


Amo tu deseo cuando deseas mi cuerpo como amas mi deseo cuando deseo tu cuerpo. Escribir un poema de amor es vivir el amor doblemente. En la mujer que se ama y en la palabra que la sueña. En su espíritu y en su carne. El amor no es sólo una metáfora en la poesía. En la poesía el amor se hace sublime. Labios Tus bellos labios como la sonrisa de la Gioconda. Alabados sean en tu cuerpo como los girasoles de Van Gogh. Tus bellos labios rojos como los de tu boca que palpitan bajo tu falda como tu corazón maravillosos como la torre Eiffel. El poeta escribe por amor, porque el amor, como la poesía, recordando a Luis Cardoza y Aragón, es la única prueba concreta de la existencia del hombre. El mundo que te habita Al abrir la puerta de la jaula no es un pájaro el que vuela es la libertad que se recobra como no es el viento el que se entra cuando abres las ventanas sino los fragores de la ciudad nocturna

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y no son las páginas que sientes cuando abres un libro dulcemente sino es el olor de los árboles de la que están hechas sus hojas y donde moran felices las palabras como cuando abres un cuerpo es el mundo el que te habita.

Betzabeth W. Pagán - Puerto Rico “ANTESALA” Te invito a ser huésped de este micromundo que se entreteje en mi vientre fecundo, predio de mi cuerpo que sirve de antesala a misteriosas y alucinantes recámaras. Tras mis ventanas no hay otro panorama que el de la mueca errátil de mil alboradas. Si te permites ser pasajero incógnito infiltrado entre mis sinuosas veredas, yo te prometo, a cambio, historias fértiles en las inmediaciones de mi piel multiforme.

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Ven, tiende tus hilos de huésped inerme y entrelacemos un universo mágico, ingrávido.

Camila Cano V (Colombia) “DÍA DECIMOCUARTO” No comprendo cómo, pero me incrusté aun despierta a uno de esos sueños donde te encuentras húmedo. Llevaba un ligero, fino y costoso traje de cuero color melón que hacía juego con unos zapatos altos de fondo entero. Vi ante ti el caballete y en tu mano derecha la paleta con colores pastel: —Serás mi musa —dijiste—. Ven, acuéstate aquí. Estaba temerosa, pero la ansiedad de ver tu cuerpo desnudo me podía más. Esperé en promedio una hora para tomar una posición diferente que estar hacia arriba 16


formando un puente con la espalda, puente por donde anhelo pase tu lengua haciendo figuras como el pincel (en aquel lienzo). Mi piel. Mi piel atestigua que necesita de la pasión de tus manos acariciando cada parte de mí. Mi piel. Mi piel atestigua que necesita de la suavidad de tus labios recorriéndome el pecho con sólo besos de miel. Mi piel. Mi piel atestigua la necesidad de entrelazar mis piernas a tu cadera también. Y es por ti (¡por ti!) que llego a momentos de ensueño, a muy altos lugares, lugares sin oscuridad encaminados a una eternidad de fantasías, de donde no se puede regresar. En fin. En aquel sueño tuyo que se convirtió de los dos (entre gemidos de satisfacción y gritos por algo de dolor), entre tus prendas

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que toman una siesta, nuestros cuerpos fatigados de placer, un cuarto irrumpido sĂşbitamente para saciar la sed y un retrato de lo que yo solĂ­a ser, nos vieron abandonar el edificio nuestra castidad.

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Candela Robles Abalos (Argentina) “CRIATURAS MÁGICAS NO CONVENCIONALES” De niña no se imaginaba con una pareja así. Aunque mientras sus amigas juntaban los labios plásticos de sus Barbies con los de su Ken, ella presionaba los propios sobre los de la muñeca. Y acariciaba sus formas irreales con un íntimo deleite que todavía no sabía cómo interpretar. Pero, a la edad de 13 años, cuando se encaprichó con una de sus compañeras (una sonriente y que siempre estaba rodeada de amigas) asumió que le gustaban las mujeres. Sin embargo, su primera novia (oficial) la tuvo hasta los 18 años de edad. Fue una relación cuya novedad pasó a la historia en menos de dos meses. Ella no creía en el "uno para cada uno" y así lo demostrarían ante cualquiera sus variadas compañeras de cama. Nadie duraba demasiado para plantearle un conflicto que perdurara en el recuerdo. Representaban una serie de experiencias agradables que en conjunto no parecían muy diferentes entre sí. Nombres y rostros podían confundirse con facilidad, no así el de Verónica. Verónica fue la excepción a todas las reglas. Descarriada por donde se le mirara: era baja, regordeta y con pinta de rockera. Tenía el cabello verde y cortado al estilo pixie, con un gel con olor a fresas que le hacía las puntas enloquecidas. Y una cara infantil que provocaba una ternura irresistible a pesar del piercing en el puente de la nariz, los labiales oscuros y las orejas perforadas. Tocaba el ukulele eléctrico y tenía los pezones perforados porque decía que le ayudaba a tocar mejor al aumentar su sensibilidad. Se balanceaba al ritmo de las melodías aprendidas en línea. La forma de su enorme trasero blanco era como una manzana prohibida llamando a ser mordida. Y ella no era diferente a su madre Eva para hacer oídos sordos a la tentación, a la cual Verónica reaccionaba con una risita de niña traviesa. Sabía que uno o dos de sus amigos se preguntaban qué estaban haciendo juntas, qué podía haber en común entre dos almas tan distintas, pero no perdía tiempo con explicaciones. Después de una vida en busca de violas, le fascinaba abrazarse al contrabajo. Luego de lienzos en blanco y alguna azúcar morena esparcida, quería reseguir los rostros demoniacos de sus hombros y lamer las flores primaverales en sus antebrazos. Había un trébol de cuatro hojas fosforescente en los pliegues de su ancha espalda, recuerdo de una noche de borrachera. Mínima señal de luz que buscaba en medio de la noche y le hacía sentir reconfortada al expandirse en cada respiración. 19


Yacer así, en la noche, dando o recibiendo un abrazo digno de un oso. Era imposible confundir las formas bajo sus manos. Nadie podría ser Verónica, nunca. —Cásate conmigo. Ahora es legal. Aprovechemos antes de que se arrepientan. —Si me dejas dormir, ¿por qué no?

Carlos Londoño Giraldo (Colombia) “PLENILUNIO” Un evo ha pasado desde el inicio de tu prístino destino. Hoy vuelves a entrar en tu sempiterno ciclo; ése, el que cada mes llega a tu encuentro. Usando su prolífica singularidad como una simiente, estalla dentro de ti y te envuelve en un caos engendrando una nueva historia. Virtud mundana supeditada por la sidérea fuerza empírea, que hace parte de tu vida, de tu Todo, indeleble de tu espíritu, esfinge de la razón: tácito en su reposo… pero al anunciar su llegada ¡Sibila!, has de ser nombrada. Así, al llegar el momento, 20


el ojo abierto en los cielos, absorta la lóbrega exánime obscuridad, la pálida reina de la noche, la hace sucumbir por su presencia. Explotando por su incoercible energía se explayaba por todo tu interior procreando tu intususcepción particular ese: "mujer bicho no hermoso". Colija tu ígneo espíritu tu cuerpo telúrico. Y, el hado, que todo lo penetra; quedé avasallado por la diafanidad de tu cuerpo sublunar. Vehemente quedas sumergida bajo tu propio artífice congénito e inexorablemente, provocas un devaneo a tu rededor. ¡Y a mí! Me impeles a formar parte de tus aposentos.

Daniel Acevedo (Colombia) “CONFUSIÓN PALOMAR” Nos confundimos como palomas en vuelo circular nos estrellamos nos resbalamos nos liberamos y caímos igual

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Fue ese aleteo perpendicular de tus labios magnos que me abraza que me llena que me disloca la frente la mano y el cuerpo aquel sueño de amor ígneo zarzo Un olimpo intacto bordeado por un ejército de plumas de tus alas de mis alas de aquel pequeño nido donde nuestra conjunción cayó donde Eros se ríe donde Thanatos se esconde taciturno y distraído con mucho temor Donde una estrella se estrella donde un sol suena a sol una melodía boreal creada con notas celestes re fa mi do Desear nido de plumas de pasiones, intensidades y besos

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motores de calor agitar plumas, agitar cuerpos palomear gritando palomear nadando y nadar para volar para volar lejos de tu yo de mi yo Sumergirme en tu piel de grulla sumergirte en mi piel de cuervo en el océano nebular que se extiende sin fin en nuestra cama reino del silencio que expulso al tiempo a su urbe gris Recorrer las vías del tren que se entrecruzan en tu espalda llegar al templo del valle sagrado ubicado en el centro de tus nalgas ¿a dónde más me llevará el tren? en aquellos fuegos que se expanden en aquellos territorios profanos donde las noches se cierran donde los las piernas se abren ¡Devórame altivo y venusto plumífero! antes que la última ala

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sea llevada por el viento antes de que un último beso me sea dado por una latitud de vuelto errónea y aterrice en los senderos del No en el más álgido desierto.

Parmenio Foronda1 (Colombia) “DIOS ES UNA MUJER” Dios se encuentra aprisionado en las dos sonrisas de una mujer. Ruega por ser encontrado. Grita cuando alguna mujer sonríe; /cuando su mirada induce al tacto; /cuando sus labios se entreabren, y sus ojos se entrecierran. Dios está escondido en el aliento de una mujer. Y se manifiesta cuando una mujer es besada en el cuello /cuando es abrigada en la espalda por un beso de fuego /cuando sus poros son volcanes que emanan gemidos. En síntesis...Dios es una mujer. Prueba de ello, es que la mujer es un misterio tan bello que no se puede dejar de escribirle poesía. Ni a Dios mismo se le han escrito tantos versos en la historia 1 - personaje ficticio creado por Diego Fernando Aristizábal

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como a una mujer. Dios es una mujer porque se entra a un estado de divinidad al ver a una mujer sonreír, al ver a una mujer bailar desnuda al ver a una mujer llegar al clímax.

Dante Vázquez (México) “SUEÑO DE UNA TARDE DE VERANO” De tu cuello a tus senos hay una distancia de diecisiete besos; de tus pezones a tu boca uno alado. Suspiras cuando, sigilosa, mi mano se desliza de tu cintura a tu pubis hasta perderse en la húmeda calidez entre tus piernas. Me empapas de los oídos al alma con tus cándidos gemidos y pronto me tienes endulzándome la lengua y el paladar con tu almíbar vaginal. ¡Qué fácil es descalzarnos del Tiempo! ¡Qué fácil es despojarnos del Sistema! Imitando el pestañeo de una mariposa 25


libando licores veraniegos, me invitas a penetrarte. Nuestros cuerpos deseosos vestidos de sudor se anhelan . Arde mi pene cubierto de látex dentro de tu vagina. Me atenazas. Te liberas. Y somos más que complicidad y menos que carne, huesos y sangre. En cada vaivén de tu pelvis, al estar arriba mío, te vuelves etérea, hermosa, divina; y, valiente, me aferro a tus nalgas ligeras. Tu ritmo aumenta. Tus pupilas se dilatan. Tus mejillas se ruborizan. ¡Estallas! Y caes y caes y caes desmoronada sobre mi pecho. ¡Qué sencillo es perdernos de la muchedumbre! ¡Qué sencillo es olvidarnos de la insignificancia! Te arrodillas y yo, detrás tuyo, veo la planicie desnuda de tu espalda. Mis brazos sostienen tus caderas. Tu cabello se balancea acariciándote. De la calma al frenesí. Te inclinas hacia adelante.

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Y Todo acaba, y Nada empieza, para mĂ­, fuera de ti. Desarmados, en un espacio Ă­ntimo, nos abrazamos mientras la tarde se desvanece.

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Elizabeth Velásquez (Colombia) “ÚTERO” El tiempo danza inclemente, azotando a todo aquel que se revele. Aún no he nacido, tengo veintitrés años de gestación en un útero enfermo y estéril. Tengo los mismos ojos, ahora con una mirada trémula y profunda, con más fantasmas que ocultar. Mi cuerpo es el mismo, hoy más fuerte y profano. Conservo mis hábitos, aunque ahora son señalados por mis semejantes como vicios letales e inmorales. También guardo con celo mis miedos, aunque gratamente ahora son mordaces placeres. Aún no he nacido ... “LA LLORONA“ Se siente un llanto en el ambiente, la calamidad y el amor se han despertado de mal humor. Osaron en despertarlas unos gemidos que golpeaban agujerando la piel con un 28


afiebrado dolor y se ignora de dónde provienen. Se murmura que la luna ha perdido un juguete que custodiaba desde su infancia, alguien se lo arrancó de los brazos y ha salido para buscarlo. Otros dicen que es una niña dulce y caprichosa, que se ha extraviado en los bosques buscando al conejo blanco que la llevará a casa y no callará hasta encontrarlo. Desde entonces, su fantasmagórica figura se pronuncia en la noche vigilante, llenando con nuestros vacíos una gran casa de muñecas. ... “7:00 a.m.” Regresé a casa con el cabello mojado, unos ojos laicos, glaciales, y unos labios pétreos e inmóviles formaban un paisaje gélido, armoniosamente espantoso. Este paisaje aparentemente desahuciado, parecía disonar con la melodía de un cuerpo pérfido, azotado por lúbricas palabras, que no salieron de la garganta de Ese, que la escrutaba como a un mapa. Ese, tumbado en una cama inválida, cobijado por una sombra cenicienta

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y frente a Él… Ese rostro, que desautorizaba a ese cuerpo sin custodio, sin posibilidad de indulgencia, pues cada vez que su pecho sudoso se hinchaba, salía de allí, como un señuelo, una bocanada parlante, y con ella, un ajeno olor a babas y miel, que planeaba por la habitación como ave mensajera. Ese olor de aquella ilícita noche, que dejó tatuado entre sus piernas.

Emiliano Robles (México) “LA SEDUCTORA FLOR” Menea sus pétalos rojos y sensuales carnosos y seductores. Como no queriendo se dobla y contonea al suave roce del viento. Abre y cierra sus pétalos cual labios sedientos emitiendo al viento su aroma dulce y certero. Con rápido aleteo llega presuroso y sin rodeos el amante selecto. 30


Se detiene cauteloso y paciente la contempla. Se posa suavemente entre cáliz que la rodea. La lengua pasa por la corola y estremeciéndola hace fluir el néctar que la sazona. Lame la miel con pasión y su lengua introduce al interior de la lubricada flor. La mueve de arriba a bajo y de un lado al otro terminando con un profundo impulso hasta el fondo. La cabeza saca mojada cansada y con polen extasiada y adornada. La flor se estremece mientras su amante delicadamente se desprende. El amante volando aletea y a otra roja flor llega y con pasión seducir se deja.

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Fernando Cuartas (Colombia) “LA CIEGA LUZ SOLAR” El año pone su bandera incendiada de sol y de tardes azules sobre una bóveda celeste impetuosa; ese astro, el que preside el nacimiento de luz y de energía prístina, lucidez de inicio, apolínea conjura de creadores en conjunto. Es la aurora del tiempo distinto, aún en un amanecer en sombras, con la titilante luz de las luciérnagas, los caminos apenas esbozados sobre el tapete verde que aún queda sobre la rugosa piel terráquea. Es una manera de concebir un inicio de diferentes apuestas sobre el destino mismo de nuestra condición humana. La extraña tarea solar y esa aurora de los nuevos tiempos no es algo mesiánico, ni es profecía de vendedores de las crisis, ni se trata de un manual de entendimientos como los libros de superación personal ni superchería pasional. Algo más sereno, ahora que hay un tiempo breve del pensar, una rendija para ver en un estado abierto para una mente más audaz. El ojo solar con sus dardos de luz, hieren y sacan chispas entre la pradera seca, es el ojo advertencia, es un llamado casi erótico, una llamada natural de instintos y de estéticas, el ojo ve lágrima que se seca hasta hacerse diamante y se cristaliza en el arenal. Sol y agua se reclaman ahora, se buscan y se desean orgánicos y en un fluir necesario. La aurora de los nuevos tiempos nos pide conservar el agua, extendernos como bosques, convertirnos en el árbol interior que somos, raíces y sueños, ramas y aire de nubes que conversan con la amabilidad de un diálogo de mundos cercanos. Somos todo eso: ese fuego arrebatador, esas aguas dulces y bravías, esas raíces hincadas sobre cristales y esferas, ese aire que salpica aún el rostro de aromas y de humos sacros, junto a la pesadilla de la contaminación y el desorden de un mundo cortado en trozos de pavimentos y abruptas rejillas del límite. Este año es un año para sentir no la roca como un lugar para escarbar su corazón y extraerle su llama, ni un año para pasar por el mundo dejando en un basural el sitio que nos fue entregado como la gran aldea mundo donde nos es digno vivir. Aire y suelo, se reclaman, son las masas sólidas y las gaseosas que se hacen sus trajes de viento y de montaña, juego de lugares, donde no somos ni reyes ni administradores del cielo ni gobernantes de la Mama Pacha. La orquídea se desviste sola y el arbusto sabe mecerse sin pedirnos permiso. Somos todo eso: átomos vivos que se mueven y configuran existencias posibles. 33


Hernán Oquendo (Colombia) “HISTORIA DE AMOR” Se desnudó como por arte de magia. Hubiera querido hacerlo yo, pero no esperó a que pusiera condiciones. Tenía los senos rectos. Pequeños frutos prohibidos ¡como para perderse! Grifos sagrados donde saciar la sed. Olí su piel, curtida por la experiencia. Toqué sus labios rojos como manchados de sangre. Besé su cuello. Su ombligo. Su sexo. Retrocedí. La observe entera. ¡Perfecta! ¡Se estremeció mi todo! y enhiesto se dejó llevar por las apariencias. Vi la inmensidad del mundo resumida en cuatro letras. Y mis dedos tímidos se hundieron en su monte sagrado hasta que un gemido húmedo rompió el silencio. Sumamos nuestros cuerpos y ¡le hicimos trampa a la aritmética! Fuimos más allá del infinito y volvimos convertidos en dioses. Unidos geométricamente ¡volvimos a crear el paraíso! Acaricié sus nalgas obtusamente y en un ángulo escaleno cabalgamos hasta el éxtasis. Después me observó jadeante y me dijo: Debo irme. Le pagué. Y jamás volví a verla.

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Ingrid Bringas (México) “DESIGNIO” Yo no puedo rasurarme a diario la vida la que se detiene jadeante con sus nostalgias de países lejanos al cielo raso de la noche le cuelgan aves sus cantos de mujer que anestesian la ciudad la duermen, la envuelven en el humo de cigarros levanto las pupilas a la noche con las axilas desnudas el amor terco del todo lepra del tiempo el oleaje de tu entrega dame el viento de tu aroma y su epilepsia. ... “NO ES ANTI POESÍA” No es que me esté volviendo loco la musa me susurra, casi me ahoga en su grito casi me cruje el alma rabia de felicidad de graznidos correr tras el propio corazón tras el propio sombrero ¡No quiten las golondrinas! ¡No las toquen¡ que permanezca el murmullo de la canción, la oquedad de la nada. ... “EL BISONTE ASTRAL“ Esta noche que no es mía la envuelvo entre mis manos estoy viva con el candor de la metralla 36


con la fiesta de las mexicanas de la falda subnormal de este barrio Beso seco ja ja ja. Recordaré a la fresca noche a través de nuestros ojos Leer a Ferlinghetti no basta en una noche de aullidos y bayonetas. Hablaré de tus nalgas, de la guerra que son un mejor profeta.

John LeFou (México) “VAIVÉN”

Lemuel Luna (México) “INTROSPECCIÓN” Tus ojos diestros amantes, verdugos que penetran en cada comisura de mi cuerpo,

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máquinas que desentierran los espectros del ayer y rectifican cada fracción inexacta. Tus ojos exploran mi excitación, desnudan mi pensamiento, por ellos soy flor de piel introspección que me da calma. Tus ojos masturban mi sentir, desatan las palabras que amordazan mi poesía.

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“HACER EL AMOR” Esta noche cataré el vino de tus labios. Te seduciré como todo un Casanova. Estamparé mis labios en tu cuello, tu pecho, tu ombligo, tus piernas, y el resto de tu cuerpo, mientras tú me penetras el deseo en un suspiro. Cortéjame con la cadencia de tu vientre, ese vaivén que acelera mi pulsión. Quiero fluir en ti, que fluyas en mí y que fluya por doquier el orgón de la noche. Y que el mundo sea voyerista del suceso. Haré el amor al pronunciarte: Poesía. “UN ORGASMO EN LA PALABRA” Anoche descubrí que Adán y Eva eran una quimera, que el Big Bang jamás detonó y que mi nacimiento

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estĂĄ en tu boca. Anoche descubrĂ­ el evangelio en tus ojos y un orgasmo en la palabra.

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Lohengrin Jaramillo (Colombia) “EL SUPLICIO DE PSIQUE” Ella trató de cruzar las praderas y elevar sus raíces fuera del tiempo. La memoria se vuelve brisa con sus vestidos, donde la colina marfil esparce los ecos enardecidos... Atropelló barcos en las costas de oro, volviendo delfines marineros decapitados; buscadores sedientos entre olas esmeraldas. Ella trataba mantenerse de pie frente al árbol de otoño, firme e indiferente ante el desafiante abismo. Y olvidando los amantes, los esparció tiernamente sobre los tonos sangrantes y los suplicios de psique. Y ahora, quiero atravesar el borde donde yacen purpureas redenciones, lejos de los sórdidos encuentros. Y ahora, el viaje sólo sabe devolverme la eterna soledad de una indecible noche… Lejos, hondamente, sigues muy callada, tirando de los pies de algún lamento. Semillas esparcidas en la marea y el viento… Semillas esparcidas en los arcanos del tiempo. En la mañana ella intenta dar tres pasos y mantenerse de pie ante su ventana. En la mañana… ¿Qué harías con el dolor abismal, alma mía?

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Si en el silencio, encuentro el mudo agonizar de tu cabello en el viento. Si en el silencio siento al hielo de un sol ardiente invadiendo tus venas. Pero lejos, hondamente, ella sigue sin decir nada, y me arroja al frio de las pieles árticas. Tratando de tocar el entendimiento y desarmar el artificio de las palabras. Ahora quiero atravesar el borde, donde yacen infinitas estaciones, lejos de los lobos y la dureza del camino interminable… Y ahora, ¿qué es lo que trae la marea del recuerdo? Lejos, Hundes mi voluntad en la sangre del otoño, en el recuerdo del prematuro holocausto de nuestras almas. Lejos, Hundes mi voluntad en la sangre del otoño y me dejas desnudo en la oscuridad, muriendo entre los mundos. Parajes opacos, enmudecidos, donde clama el latir oculto. Desde los árboles secos las hojas tambaleantes flotan sobre la frontera indiferente; sin pretensión… Regresas de las antiguas formas con tu frágil caricia, me arrojas a la tormenta de arena en los desiertos de esquelética anatomía, sin pretensión… Tu silencio se arrastra con la marcha fúnebre de viejas caravanas; pobre loca, mi alma dislocada en los delirios de hueso y seda. Pobre loca, mi alma como Ofelia flotando en la profunda inmensidad húmeda del espacio. Y ahora, sólo quiero cruzar el borde lejos del otoño y el suplicio de psique.

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Yo que he navegado en el misterio, he atravesado los valles, las montañas y los Océanos de fuego, yo que he padecido tantas locuras para llegar a ti, creando nuevas vidas sólo para encontrarte, suprema en mi alma, Tú, mi amor y mi cosmos… Quisiera asistir contigo al devenir del tiempo. Regresa a la suavidad de las noches, regresa a mis brazos, aunque el silencio sucumba en mi universo de lágrimas; que al fin las galaxias dancen en el ardor de nuestros ojos y podamos volver para crear el más hermoso de los recuerdos.

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Manuel Felipe Álvarez (Colombia) “CARNAVAL DEL CUERPO” Sus nalgas heredaron todo el color y cicatrices de la cumbia son el grito aguado y rojo que se escapó de los montes mientras dormían el día cuando los mayos

murieron de sed

mis labios tienen el ritmo de la sal por eso muerdo las nalgas de ella cuando tengo frío y la suerte me escupe los cristales rotos del mar a mi morena se le quiebra su boca de mojarro cuando aspira el olvido en la subienda sus pechos son chinchorros donde ancianos dioses expulsados por las balas en los Montes de María vienen a dormir son los riscos donde viejas sirenas se divorcian de las olas para renacer en aquel vientre de arena ella es madre de las tormentas que han desnudado el silencio en la luna allí los mochuelos tienen su cielo ofrendan las alas al viejo arcángel del viento mi frente es la nostálgica atarraya que pesca los ojos de ella cada noche de ausencia tengo los cantos del desierto guajiro los acordeones quemados por la aurora de las palabras mi morena es la selva 44


de mis azules años.

Manuela Valencia (Colombia) “NO GOLONDRINA” Las piernas en vertical, la mirada en sus ojos. Soy el delirio de los primeros intercambios soy en el tacto y me dejo ir. Retorno ante el pequeño brote de la duda, la adormezco en la curiosidad y concedo que aquello entre o no. —Las piernas en vertical— sigo la instrucción. Acompasando la respiración y la voluntad dejo ir el brote por entre la ranura que me sirve de ventana. Él expande sus cables para verter el sudor en mi cara, -no sólo el sudor-. Las piernas siempre verticales -las mías o las suyas-. Un ritual que torna mis miembros en palancas movidas aquí y allá según los ritmos del ajeno para devenir recipiente metálico. Me cuestiono pero continúo inmóvil: una arandela, una pieza, un autómata. El otro desea vertical menos la sonrisa.

María Teresa Bravo (España) “ORGÍA” Piel, muslo, labio, lengua en agilidad de reptil, 45


sinuosos dedos exploradores abriendo el deseo de hibisco en erección. Parodia de promiscuidad del caracol hermafrodita y las hijas de Lesbos buscándose los pezones con los dientes; mientras luchan con sus clítoris como pequeños duelos de puñales. Descaro, evisceración de la conciencia, mas cuando llegue el día, volverán a sus epitalamios santificados, con anillos y contratos de pertenencia y a sus pactos hipócritas del amor escupido.

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“HIJO DE ONÁN” ¡Qué imperfecto fue tu amor! Resguardaste tu virginidad incorrupta, avaro de ti, no quisiste regalarme ni tu primera derrota ni tu primera muerte. Yo te hubiera dado el hilo de Ariadna de la caricia lenta, para que conocieses todos los laberintos del placer y cómo domar los potros del apremio. Iniciática y sublime sacerdotisa, te habría convertido en guerrero de honor en los campos de batallas de almohadas de pluma. Ahora vagas fantasma de ti mismo, hijo de Onán, sólo tu mano conoce el calor de tu sexo. ... “TU SÚCUBO” El súcubo (del latín succŭbus, de succubare, «reposar debajo»), según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer atractiva para seducir a los varones, sobre todo a los sensibles, a los adolescentes y a los monjes, introduciéndose en sus sueños y fantasías, para tener relaciones sexuales con ellos. Eras ángel andrógino y te ofrecí la turbación de mis dedos entre el roce furtivo del pantalón

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—prieto dique que aprisionaba tu sexo—. Y quise encenderte la sangre, deslizándote al oído mil presagios del naufragio que te esperaba entre el abrazo de mis muslos. O corromperte en la tentación, de la manzana y su dulce hendidura palpitante. Arrancarte la mácula, el estigma de pureza -impropio de un hombre-. Conducirte hasta la lenta agonía de tu primer estertor, mientras te recitaba el “Ars Amandi “ de Ovidio , siendo yo , tu súcubo, tu meretriz de Astarté, en los Jardines colgantes de Babilonia. Y descubrirte el caracol lascivo de mi lengua dibujando un laberinto de plata, en cada recodo de tus secretas virginidades. Pero tú me apartaste —cáliz agrio—. Mañana, nadie se extrañará si Salomé pide tu cabeza en bandeja de plata, para besar tu fría boca, con sus labios de infierno y de despecho.

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Martin Petrozza (México) “LA BELLEZA FÍSICA ES UN CUENTO DE HADAS” Debo estar borracho para decir lo que digo. Estoy con Sandra, en un bar, y he perdido el conteo de las copas. Es igual, pienso, ella paga. No puedo dejar de mirar su nariz. Es una nariz grande en medio de dos ojos. Ella pregunta qué miro y se lo digo: miro tu nariz. Se avergüenza; debe saber las medidas de sus proporciones. Para calmarla, agrego que es bella. Una nariz griega, o algo. Sin embargo, no se lo traga. Probablemente le causó traumas en la adolescencia. Debió ser el blanco de burlas crueles. No es difícil imaginarlo. Alzo la mano y ordeno otra ronda. Sandra no ha terminado pero bebe al hilo y el mesero se lleva los vasos. Luego trae otros (muy probablemente los mismos), con whisky. Dejo el tema de la nariz. No deseo hacerla enfadar. Hacerlo puede jodernos el sexo. No quiero jodernos el sexo porque de algún modo el sexo es lo mejor que puede pasarnos a dos como nosotros. No nos amamos, lo sabemos, pero hacemos el amor. Fuera de ello nos odiamos. Yo odio a Sandra y su nariz. Ella me odia a mí y a mis libros. Sandra propone un brindis, por nosotros, y brindo. Luego hace conversación. Dice que le gusta mi sonrisa. Entonces sonrió, pero después dice que yo a veces le doy miedo. Sobre todo cuando la miro como la miro en este momento. Respondo que uno siempre teme a lo que desconoce. Yo te conozco, exclama. Sí, miento. Sandra no entiende. No se lo digo, no quiero joderla con filosofía. Eso también puede jodernos el sexo. Para follar a una mujer hay que atravesar un campo minado. Una palabra puede ser una mina. En cambio, le digo que es una mujer muy bella. No lo cree (lo que significa que sí lo cree, que ella lo cree de sí misma). Para probarlo le tomo la mano y la llevo hasta mi entrepierna. Estoy empalmado. Me pones a tope con sólo mirarte, le digo. Sonríe y dice que ahora sí lo cree. No es verdad, estaría empalmado incluso sin ella. En adelante bebemos en silencio. Hay música, hay gente, Sandra está enfrente de mí. Aún así me siento solo. ¿Qué piensas?, pregunta. No contesto. Enciendo un cigarrillo. Dentro no se permite fumar, lo sé. Sandra me lo recuerda pero me alzo de hombros. Acto seguido, se acerca un mesero. Me pide que 50


apague el cigarrillo. Lo miro a los ojos sin decir algo. Insiste. Dice que la ley, etc. Sandra interviene, le ruega que me permita fumar tan sólo éste. El mesero se niega, dice que es la ley, y está a punto de decir algo más… Está bien, digo, de todos modos ya nos vamos. Echo el cigarrillo a mi vaso con whisky. El mesero me echa una mirada y se va. Sandra enloquece. Lo siento, digo, un trago más y no podré hacerlo. Meneo la pelvis para que lo entienda. Sandra asiente y se levanta; da alcance al mesero y ordena la cuenta. Cuando la cuenta está pagada me lleva a su apartamento. 2 El apartamento de Sandra está en Las Águilas. Es un apartamento pequeño. En él viven Sandra y su madre, pero su madre no está. Ha salido de viaje así que podemos ir allí y hacerlo. Sandra prepara café. Opino que lo deje pero insiste. Te sentará bien, dice. Quiere asegurarse que su hombre la follará. Ha pagado las copas y me ha dado hospedaje, lo menos que puedo hacer es follarla. Se acerca a mí con una taza llena de café. Me lo estira y me acaricia el cuello. Bebo el café. Es un café bueno, exclamo. Yo misma lo he comprado, anuncia ella orgullosamente, en Veracruz. Se lo aplaudo y sonríe. Es bueno hacerla reír antes de llevarla a la cama. La risa segrega sustancias y cosas así. Mientras bebemos el café dice que hoy será difícil. Ha adoptado un tono serio para decirlo, pero no tanto; como si no quisiera darle tanta importancia a algo importante. La cosa es que está reglando. Alzo los hombros y digo que está bien. Me besa en la mejilla y ríe. Ella debe saberlo también, lo de la risa. Me hace cosquillas en el cuello. Ahora hemos bebido y reído suficiente, así que vamos a la habitación. Una vez en la habitación me descalzo y me echó en cama. Entro a las cobijas sin ocultar el cansancio. Sandra sonríe al tiempo que se desnuda para mí. La miro hacerlo. Lo hace bastante bien para no dedicarse a ello. Que no cobre no significa que no se dedique a ello, pienso. Sin embargo, no puedo dejar de ver su maldita nariz. Vaya que es grande. Es más grande cada que la miro. Proporcionalmente hablando, podría decirse que es más grande que sus tetas. Incluso más grande que su cabeza. No puedo evitar pensar en su nariz y pienso que este asunto está jodido. A estas alturas para follar a Sandra debo concentrarme. Al principio fue fácil, pero ahora es un polvo más. Y con esa nariz… Desnuda, Sandra se sube a mí y comienza a besarme. Siento su nariz chocar con la mía. Tiene la punta fría. Después me besa el cuello y no puedo evitar sentirlo. Allí esta, pienso. Entonces río. Sandra es

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una nariz con culo y tetas, pienso. Si tuviese la mitad de cerebro que tiene de… Me reprimo el pensamiento. No deseo ser cruel, Sandra es una buena chica y me ofrece su sexo. No soy un desalmado, pero… joder… Sandra se detiene. ¿Todo bien?, pregunta. Sí, miento y le ayudo a desnudarme. Me siento absurdo, allí, con Sandra que me desnuda como a un bebé y todo esto. Estoy siendo injusto, pienso, hay mujeres espectaculares con narices grandes. Sandra tiene la nariz grande, ya lo sabía; como no saberlo si la he mirado desde el principio; pero hasta ahora lo he descubierto. Es como un mosquito que me ronda el pensamiento. Finalmente la monto y la penetro. No he perdido la erección a pesar de todo. Se opone al principio pero luego cede. La vagina, quiero decir. Cuando nos entendemos le doy un polvo suave. No quiero correrme pronto. Sandra gime. Echa la cabeza atrás y gime. Todo lo que veo es un par de fosas... me detengo. No estoy haciendo un buen papel, lo sé. Me concentro. Pienso en otra mujer. Cualquiera. Cualquiera que no tenga esa… ¡Joder!, exclama Sandra. Abro los ojos. Pienso: he estado haciendo lo mío, ¿qué es lo que pasa? Sandra mira nuestros sexos. Yo miro también. Es la menstruación, ha salido y luce como un filme gore. Parece que me has acuchillado, exclama y ríe. Eso es casi lo que he hecho, digo y no le doy importancia. Continúo con el jaleo y ella se deja llevar. Esto es lo que la gente llama hacer el amor. Huele a menstruación. 3 Antes del amanecer despierto. Sandra está a mi lado. Me levanto para ir al sanitario. Entro al sanitario y meo. Al salir, Sandra sigue allí. Duerme. La miro largo rato. La nariz de Sandra sigue allí. Me siento sobre el borde de la cama. Ya no podré dormir. Me tomo la cabeza; no me duele, pero tampoco me deja estar en paz. Es complicado, pienso, eso de la belleza física. La belleza física reside en el cuerpo, pero sólo reside. La belleza nunca es física realmente. En los ojos de una mujer están los ojos, pero también la mirada. Está la carne y está el espíritu. ¿Es verdad que sus ojos son bellos?, ¿o es su mirada? Esa boca tierna… ¿Puede ser tierna una boca?, ¿puede una boca ser? La belleza no es de naturaleza física, su ámbito, más que al cuerpo, pertenece al plano

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abstracto. Pero para ser poéticos, digamos que al alma. Alma, en todo caso, alude al conjunto de aspectos psíquicos que residen en el cuerpo y que continuarán allí hasta que la muerte los separe, como en una de esas caricaturas donde el alma abandona el cuerpo que la aprisionó. Cuando uno habla de belleza, no hay errores, aparentemente. Un buen culo, un par de tetas buenas. Una nariz respingada. Pero para mí, está claro que hasta el aspecto de un culo responde a las órdenes que el cuerpo recibe desde ese lugar al que llamamos personalidad. Dos culos grandes y bien firmes, uno que se mueve al ritmo de una música suave, y otro que no sabe moverse aunque pertenece a una gemela. Este último nunca será tan bello como el primero. Dos muchachas de ojos verdes podrían competir por el triunfo de Miss Universo, dependiendo éste, de un parpadeo, de una palabra, de una actitud. La belleza es cultural; nos han enseñado a identificarla. Se nos ha dicho: las tetas grandes son mejores. Pero probablemente es mentira. Las tetas grandes son dos bolas de sebo. Y también se nos ha dicho que la grasa es horrenda. No hay nada peor que una mujer gorda. En esto no hay duda, la obesidad es insana… pero la belleza, vamos… No hay belleza realmente física. Una morena, una rubia… todo depende de la geografía. Las que son feas no deberían sentirse mal. Deberían irse del país, a uno donde su fealdad sea venerada. Al menos, es mejor que esconderse bajo el maquillaje. La nariz de Sandra es una nariz bella, pienso. Sandra es una buena chica, sencillamente, no estoy acostumbrado a verla tan fijamente. Con ese culo, nadie le mira la nariz. Yo lo he hecho y ya ves. Volteo a mirarla. Allí está Sandra y allí está su nariz. Ahora que duerme me parece bella. Luce como un alma en paz. Es lo que necesita, pienso: un hombre que la folle a pesar de la regla. Para ello no hay que ser más hombre; hay que ser más animal. Olvidarse de los modales y de la estética. Hacer el amor reglando podría ser un acto santo en alguna cultura de algún lugar, y ella y yo habíamos hecho lo que está reservado a los santos. Otra vez siento ganas de orinar. Me levanto, pero cuando estoy de pie se han ido. Entonces me digo que debo dormir y me acuesto. Sandra me siente llegar y me abraza. No estoy cómodo pero no se lo digo. Me dejó atrapar. Soy prisionero de sus brazos, y al final, me duermo. 4 Al amanecer Sandra prepara café. Como anoche dije que es bueno… Pienso que debo ser más franco:

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no me gusta el café, ni éste ni ninguno. Lo bebo, como castigo a mi hipocresía. Estoy sentado en una silla, en el comedor. Sandra se sube a mis piernas y dice que estuvo muy bien. Se refiere al sexo. Sé que miente, lo hemos hecho mejor. Si continúa mintiendo respecto a ello llegará el día en que lo hagamos tan mal… y ella tendrá que aceptarlo como castigo a su hipocresía. Es cierto que pocos lo hubiesen hecho con la regla, pero también es cierto que pocos lo hubiesen hecho peor. Hicimos el amor un par de veces y en ninguna pudo correrse. Yo era demasiado suave y demasiado rápido en eyacular. Sin embargo, insiste. Dice que el segundo polvo estuvo muy decente. Decente no es lo mismo que maravilloso, digo yo, tratando de ser honesto. Lo he hecho mal, no importa, podemos hacerlo de nuevo. Siempre podremos hacerlo de nuevo. Si no entre nosotros, con alguien más. No es un asunto tan importante ser bueno en el sexo. Se es bueno cuando se quiere. Y uno siempre quiere, incluso sin desearlo realmente. ¿A cuántas mujeres puede querer un hombre sin que por ello le quieran? ¿A cuántas mujeres puede querer un hombre sin que haya salido de sus cojones quererlas? Se quiere, se quiere y nada más. Sandra se baja de mí, dice que tomará una ducha y me invita. Le digo que empiece, lo que es yo deseo fumar un cigarrillo antes. Le parece bien, irá calentando el agua. Cuando Sandra se va me asomo a la ventana. Desde allí enciendo y fumo un cigarrillo. Me sorprende que las cosas sean reales. Que Sandra esté en la ducha poniendo el agua y que ayer hayamos bebido. Que follemos con regularidad. No me lo creo. A veces quisiera despertar de este sueño, pero otras no. Otras me gustaría estar aquí siempre. Fumando este cigarrillo y pensando eternamente. Todo lo que podría descubrir. Newton, Einstein, Hawking... cuántas cosas supieron sin siquiera mirar al cielo. Dentro de nosotros está el universo, pero pasamos el tiempo viendo afuera. Afuera no hay nada… está Sandra, está el sexo, ¿pero qué es eso comparado con el Universo? Sandra grita que ya es tiempo, que el agua está caliente y debo ir. Justo he terminado el cigarrillo. Aviento la colilla por la ventana, la miro caer hasta el suelo. ¿Cómo es que no se rompe en mil pedazos?, pienso. Si me aventara yo, joder. Entro al cuarto de baño y allí está Sandra. Está dentro de la ducha. El agua moja su cuerpo. ¿Es verdad que este cuerpo, que el agua moja, es más bello que su cuerpo seco? Al menos, despierta en mí mayor

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deseo. Quizá lo he aprendido en algún lado, en la pornografía, por ejemplo. Una mujer se ducha y un hombre la espía. Cuando el hombre es descubierto, hacen el amor. El agua recorre el cuerpo de ella y uno está que se corre. Debe ser eso, la belleza física es eso. Algo que aprendemos con el tiempo. No importa, me desnudo y entro. La tomo por el cuello y la beso. Ella me besa también. Sabe que lo haremos y lo hacemos. Esta vez, por encima de lo decente. Soy bueno porque la quiero. De algún modo la quiero. Ha despertado en mi cerebro el sentimiento del deseo. Daría mi vida por ella en este momento. No dudo un segundo de su belleza. Estoy follando a la mujer más bella de este mundo. Es así siempre que se quiere. No importa si se quiere únicamente por un momento. El amor no es eterno. Además de eso, puede durar muy poco. Un instante, un momento. Al salir, Sandra bufa. Dice que este sí fue bueno. Asiento con la cabeza y le digo: te lo dije, no tienes que ser comprensiva conmigo. Cuando algo no está bien, no lo está. No importa cuánto empeño pongas en lo contrario. Está de acuerdo, dice que en adelante así será. Por cierto, agrego, tu café es una mierda. 5 Sandra debe salir, su madre ha llamado desde Guadalajara. Sandra prometió enviarle dinero para su manutención pero hasta ahora no ha cumplido su palabra. La madre ha llamado para reclamar. Sandra se excusa, dice que en seguida le enviará algo de pasta. Sandra y su madre son así, la madre viaja y Sandra corre con los gastos. Desde muy pequeña ha aprendido a ganarse el pan. Ha tenido que ver por ella y por su madre que no sabe hacer nada. No es buena ni para conseguir un amante, me confesó Sandra en alguna ocasión. Uno con plata, que la mantenga, dijo. No tardará, según la misma Sandra, pero yo pienso que sí. Ha ido al Banco a depositar. Una cosa así siempre es tardada. Me pide que la acompañe pero me niego, prefiero estar en casa y descansar. Cuando sale, siento la necesidad de escribir. Estoy solo, y cuando estoy solo, escribo. Llevo tanto tiempo haciéndolo que no lo puedo evitar: Sandra sale, y ya pienso en la primera frase. Doy vueltas por el apartamento en busca de papel y lápiz. No es difícil de encontrar. En un cajón de la cómoda lo encuentro. Es un cuaderno a raya y una pluma de tinta negra. No necesito más. Abro el cuaderno y leo. Hay algo escrito. Son anotaciones de Sandra. Nada personal, se trata del cuaderno que

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llevó a la secundaria. Miro la portada y lo confirmo. Está escrito en una etiqueta: Sandra Mejía Barón. Asignatura: Civismo. Profesor: José Ángel Pacheco Rascón. Es increíble que lo haya conservado todo este tiempo, pienso. Me acomodo en la mesa del comedor. Enciendo un cigarrillo antes de empezar. Es un doble vicio: el vicio de fumar y encima, el de fumar mientras escribo. 6 Sandra vuelve en lo que me parece el instante siguiente al que se fue. Sin embargo, se queja. Dice que ha tardado demasiado porque en el Banco hay cinco ventanillas pero sólo dos en servicio. Ya, le digo, siempre es así. La cosa es que ha logrado depositar el dinero a su madre. Eso la complace porque así sabe que no vendrá en un par de días más. Quiere estar en casa sola y pensar. Eso dice, pero yo nunca la he mirado pensar. ¿Qué haces?, pregunta cuando se percata de que hago algo. Escribo, contesto y ella frunce la boca. Nunca le ha gustado que yo escriba delante de ella. Dice que eso debo dejarlo para cuando no estemos juntos. Cuando estamos juntos debemos beber y follar. Así lo ha dicho y así lo ha hecho. Me defiendo diciendo que no estábamos juntos cuando empecé con esto. Bueno, dice, pues ya llegué y es hora de que vayas terminando. Eso dice, y se va a la cocina de donde regresa con un par de birras. Es tiempo de recomenzar. Sandra está allí parada, con las cervezas en las manos y yo la miro. Ella exclama: si vuelves a mirarme la nariz de ese modo, te vas. Asiento con la cabeza y le miro los ojos. Tiene un ligero estrabismo, Dios.

Mauricio Arcila (Colombia) “EN TODO POEMA HAY UNA MUJER” en todo poema hay una mujer luz en el cielo beso seguro 56


palabra viva resguardo - protege calma inspira ofrece retorno en todo poema hay una mujer no de otra forma escribiendo (nos) leyendo (nos) amando (nos) locamente luminosa fantasĂ­a en todo poema hay una mujer que se va yendo dejando algo entre los ojos fuegos corazĂłn inolvidable pura amada en todo poema hay una mujer presentimiento de futuro destinos buscan cuando al verte - suspiro luna segura mĂĄgica total

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oculta en todo poema hay una mujer que al amarla odiando (nos) entre las huellas cuerpo de letras inscribe marca enamora en todo poema hay una mujer ausencia de mil llantos idos - los ojos mudos - los labios muerte precoz profunda frĂ­a silencia en todo poema hay una mujer decir de hĂşmedos versos ojos - que he visto oĂ­dos - escuchado placeres verbosos abierta letra adversa en todo poema hay una mujer suspiro antes de inicio

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al recital de labios que tus pecho buscan cuando al oĂ­rte - gemido bulbosa lĂĄctea fresca

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Mauricio Puerta (Colombia) “DESESPERACIÓN” Como se tiñe esta carne en ríos carmesí. Como desea ser devorada por incoloros e insípidos gusanos, hambrientos de roer hasta la última angustia de su despreciable vida. Como se manchan los recuerdos en interminables ausencias. Como llora la luna al ausentarse su brillo. Como revive su nombre En esa fría y húmeda tumba. Como se inclinan las miradas En desbordantes llantos de Amargura... Y en un silencioso Tormento lloro, lloro muy adentro.

Michel Benitez (Colombia) “RECUERDOS NOCTURNOS”

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El olor de tu nombre En mi almohada Tu calor explotó la luna entre mis brazos Mil cigarrillos como luciérnagas artificiales Y tu sombra tatuada en mis parpados. Secreto nocturno. Las lagrimas Brotan de sus dientes en mi sexo de palo. No sólo de palo. Sexo con olor a ti: A un nombre Que no recuerdo. Ya no me baño. *** El beso duerme en el fondo de una copa de vino Agotada.

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Oscar Barrera (México) “CONSIGNA “ Me importaría más ser un concepto de esos que movilizan el aliento por el que todos luchan desde dentro a los que todos aman, a los que dan sustento. Ser mujer, gay u obrero disidente, indígena o pordiosero enfermo, joven o ratero para que me sientas en tu cuerpo. Que me tengas en tu boca. Que me grites en consigna. Que me lleves en tu aliento. Que recorras mi cuerpo. Que lo hagas tuyo. Que lo dejes muerto. Y quedarme en tu centro Buscándote… ... “MNEMÓSINE “ Aún recuerdo ese temor infundado del vaivén de tus muslos encantados el derroche de mi sueño rebasado de tus pechos los gemidos despiadados.

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Cuento los días para recordarte mis noches sólo espero para amarte poseerte entre mi libido calante de tus labios, mi memoria abastante. Huella impura entre tus piernas remembranza insana de tus bragas nostalgia de tus melancólicas miradas evoco mi cuerpo entre tus piernas ambas. Te sueño. Reminiscencias de quimera admiración de que ya no seas mi amada repaso tu boca con la mía dentellada de algo que fue y que ahora ya no es nada.

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Patricia K. Oliveira (Uruguay) “PROFESIONALES” Le tiembla la mano cada vez que la retrata. Desde el primer momento en que pisó su estudio, de eso hace casi seis meses, ya no pudo controlar los caprichos de sus dedos. Sólo de verla entrar vistiendo sus acostumbrados pantalones de jeans, una blusa ceñida al cuerpo y ese bolsito tan coqueto bajo el brazo, le late descontrolado el corazón. Ella ni siquiera necesita colocarse tras un biombo para desnudarse, él es el profesional que la retrata y que le paga; se supone que no se le mueve un pelo, ya debería estar acostumbrado. Sin embargo, cada prenda que cae de su cuerpo y deja al descubierto un centímetro de su blanca piel provoca que sus hormonas se descontrolen y que un calor infernal lo recorra de los pies a la cabeza. Ese estremecimiento, producto del deseo y no del estrés laboral, es lo que le provoca esas sudoraciones frías que se instalan en su espalda y le erizan los vellos de la nuca. No puede evitar humedecerse los labios cuando contempla sus pezones, imaginando que los recorre con la lengua y les deja rastro de su saliva provocando que se pongan duros, aunque sea el frío la real causa de esa reacción natural en tan bellos senos. Su sexo da tirones de placer, hasta el dolor mismo, cada vez que su mirada se posa en la curva de su cintura, donde dejaría deslizar sus manos una y mil veces hasta llegar a ese Monte de Venus que ya conocen sus lienzos y en donde él ha rogado cada noche poder hundir su rostro y humedecerlo con su lengua hasta la saciedad. Y cuando mira su boca tan roja y sensual, imagina sus gemidos y sus jadeos al ritmo de sus caderas. La imagina amoldándose a su miembro, henchido para ella, duro y dolorido para poseerla. Y sus manos tan bellas, lo que daría porque lo recorrieran entero y se aferraran a su sexo con desesperación y lascivia. Le tiembla la mano cada vez que sus ojos la recorren entera e imagina que la toma a la fuerza, que al 64


principio se resiste pero al final el forcejeo termina en resuellos de deseo puro. Y ahora, viendo su espalda, lo embarga el deseo de recorrerla con la punta de los dedos. El pincel se detiene un instante en el aire antes de llegar al lienzo, necesita recuperar la cordura y esperar a que ellos dejen de moverse involuntariamente. La observa con los ojos entornados y no le escapa el solapado estremecimiento de los hombros femeninos. Piensa que tiene frío, no puede ver que se muerde el labio inferior y que sus ojos se humedecen. Siente lo mismo desde que la contrató como modelo, se ha conformado con la caricia de sus ojos sobre ella cada vez que la mira. En su fuero interno, guarda la esperanza de un acercamiento de su parte. Sabe, presiente, que no le es del todo indiferente por el brillo que ha llegado a ver en sus ojos, pero la desconcierta. A veces no sabe qué pensar, pero cada noche aguarda con ansiedad el nuevo día para verlo y volver a imaginar sus manos sobre ella y su cálido aliento en la piel. Sólo le queda el consuelo de imaginar que se desinhibe para el hombre, no para el pintor, cuando abre sus piernas y deja que él hunda sus ojos en los rizos castaños de su pubis para inmortalizarla en posición tan osada. Si él supiera que se va humedeciendo poco a poco, como si fuera su pincel pintando los pliegues de su sexo; que tiene que tragarse los gemidos que se atascan en su garganta cuando lo imagina pronto a satisfacer sus deseos más oscuros… Ambos son profesionales, habrá que ver quién dará el primer paso para entregarse a esa pasión desenfrenada que los está consumiendo desde la primera vez que comenzaron a trabajar juntos.

Raphael Dómine (México) “LA MORT ETERNELLE” Apenas apuntan las tres con quince y se presenta a mí como la única virgen de un país conquistado, llega hasta el tímpano 65


de un solo suspiro y se estremece al pronunciar mi nombre. Puedo verla recostada sobre mi cuerpo con sus cuencas robando el brillo de mis ojos, suspirando cual colegiala enamorada de las barbas de su abuelo. Me mira inmóvil e inmóvil juega con mi vida, lenta y cautelosa detiene con modestia mis palpitaciones hasta ahogar un seco grito de mi alma implorando que se detenga. La lluvia cae sobre mi cara, pero ella sonríe como si se viera vestida de negro y con un sombrero que sobrepasa el ancho de sus hombros, como si este fuese un chiste que cuenta a diario. Y después se acerca de nuevo a mis oídos y con el mismo aire de un tirano enternecido por la niña antes de ser quemada pregunta: "¿Por qué si tanto me deseas no vienes conmigo, en vez de quedarte aquí lamentando el hecho de no tenerme?" Es mejor agotar las formas en las que te presentas, a veces tan débil como un silbido que arranca los latidos mientras uno duerme, y otras veces tan violenta detrás de horas de inmensa tortura. A veces cuando tú te vas mi placer comienza, mis ojos alucinan el color de la flor de carne, surge un paraíso que cualquier creyente juraría hace llorar a Dios, y sólo de pensarlo, aunque su existencia no cambie nada, me pone en un tremendo frenetismo. A veces creo que tú crees que soy un cobarde al mudar mi apartamento justo un paso del precipicio. Existen los que deciden saltar,

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sin más, tirar el brinco hacia el vacío evaporarse de un sólo tiro, representar aquel poema de Rimbaud y también los que somos cobardes los que miramos el barranco y nos da miedo quedar vivos pero no por eso somos insensibles a todas tus insinuaciones, te hacemos nuestra en una noche con el afán de que al despertar nos abandones, y sencillamente nos dejes allí tumbados sobre la cama con la respiración ausente haciendo nuestro cuerpo un paraíso para los gusanos. Tan sólo tenía trece años cuando te mire por primera vez estabas debajo de aquel tráiler, secando las lágrimas de un pequeño, te pregunté: ¿por qué a él? y con una sonrisa coqueta dijiste: esto no fue cosa mía, también te recuerdo junto a la tumba de mi abuelo consolando aquellos rostros dramáticos que tenían años de no verle, y la primera vez en mis sueños que con el mismo tacto de una ametralladora me preguntaste por el padre que mi niñez adoptó. Nunca fuiste tan hermosa hasta aquel momento mis lágrimas eran tantas que el mar las hacía suyas, Necesito un corazón sólo de adorno para no llorar tu ausencia cada noche

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entonces tomaste mi mano acariciándome ligeramente como la niebla yo soy tuya porque tu destino se encuentra a mi lado te esperaré siempre en un eterno resplandor grisáceo y en el momento en que seas valiente estaré yo para llevar tu alma a nuestro abismo. Tú, cuerpo, glorificante misterio núbil orgasmo pretencioso y negro la luz me atrapa en tus adentros mi alma queda inmóvil en tus labios, eres deseo y eres tortura eres la sangre en pro de la guerra en voz de lo invaluable. Surges de la más pura nada desgastas mis caricias y mis besos con aquellos días de las cruzadas, eres amor y miedo, eres dulzura y crueldad triste todo sumergido en nada en tus brazos quiero quedarme que el suspiro de mi nombre nunca deje de sonar. En ese momento tu rostro se desvanece y aquel fulgor que había tejido con sueños comienza a deshacerse, como si el viento volará la pólvora antes de explotar. Paredes surgen lentamente mi cuerpo vuelve a aquella cama guardada en aquel gris rincón de la casa, tú ya no estas

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mujer o muerte no me importa lleva mi cuerpo a tu abandono, y si me pides que deje por piedad de escribir dejare todas mis letras entre tus muslos y en tu pecho la insignia: “aquí fue donde un poeta murió y un amor se volvió eterno…”

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Roxana Rosado (México) “AMANACER” Y tus labios anhelantes y sedientos se abrieron como botón en flor al sentir el rocío que emanaba de mi cuerpo, tus manos buscaron con premura mi piel para ver con las yemas de tus dedos que no era un sueño, que éramos un solo aliento en este breve y anhelado amanecer. “DESNUDEZ” Así, sin cubiertas ni tapujos mostrando cada poro de mi piel, tapando mis deseos con el manto de la luna te espero acariciada por la lluvia para que llegues sigiloso, apenas pisando el aire rozando su sombra con tu mirada y entres, abriendo despacio, apartes los cabellos de mi almohada lamas con tu deseo mi piel que se humedece al contacto de tus labios y se mezcla desnuda con tu pasión extrema, con tu desenfreno con tu éxtasis exhausto para dejar tan solo un rastro de tu propia desnudez 70


en mi interior expuesto a través de la ventana. ... “ORGASMOS FINGIDOS”

Orgasmos fingidos que se van con la aurora huracanes sin tiempo, lluvia seca que languidece con el pasar de los minutos sobre un cuerpo cubierto por su piel, una piel que añora, que desea, que espera y vive en la eterna juventud de un alma envejecida.

Teresa Díaz Sánchez (Uruguay) “LA ASPIRADORA” Mientras pasaba la aspiradora por los muebles, el piso, los rincones de las paredes y todos los recovecos, como hacía ya dos décadas, todos los días, reflexionaba sobre mi vida. ¡Pensar el hambre que he pasado estos años!, porque mi marido me hacía notar de forma sutil, cuando me pasaba de la línea, diciéndole a alguien, «así como la ven, ella era súper flaca». Y hambre he pasado de varios tipos. Bueno, la única culpable en esta historia soy yo. Nunca fui feliz del todo, porque he vivido en función a sus gustos y preferencias. El amor puede jugar en contra a veces. Embelesada es cuando una no ve los defectos del otro. Al aflorar la verdad ya es tarde, la casa, los hijos, la vida organizada y no se presenta ni un miserable incidente que justifique una separación. Ahí detuve la tarea y me senté con la aspiradora en la mano y la mirada perdida en recuerdos lejanos. Antes de casarnos el sexo me sabía a poco, porque no disponíamos de dinero para ir a hoteles decentes. 71


Las despedidas eran largas y humedecían las noches y los días, aunque estuviera realizando las labores más insólitas. Ahora es distinto, los chicos entran a la casa y dicen «¡Hola!» y pasan directo al dormitorio y a una ni se le ocurre golpear la puerta. Soñaba con el sexo después de casada. Me imaginaba haciendo el amor en la alfombra, en el baño, en una silla a la mañana, mientras desayunábamos o en la mesa de la cocina después que mi ardiente marido con un gesto violento, (¡tan visto en las películas y no teníamos escritorio!…) tirara el mantel con los utensilios de la cena. Lo vislumbraba despertándome con besos, por lugares que me daba vergüenza decirlos en voz alta. La realidad no colmó las expectativas de mis venturosas aspiraciones. Esos imaginarios despliegues amatorios, no se concretaron ni en la rutina de la cama de matrimonio. A pesar que yo no contaba con otras experiencias sexuales, las hormonas y mi carácter fogoso lo guiaban por aquí, por allá, porque el hombre rumbeaba mal y no era dedicado en esas cuestiones. Además resultaba propenso a distracciones varias y padecía un cansancio crónico. Sí, en plena juventud llegaba a casa un pingajo de marido, agotado, después de ocho horas de trabajo y cuatro o cinco horas de frontón, tenis o futbol. Se anotaba en cuanto campeonato circulaba, «Vas a terminar jugando a la rayuela» le decía yo. Y sus actividades no terminaban ahí. Además el desgraciado era adicto a la caza y la pesca. Así que, desaparecía los días libres y todos los de vientos propicios; las licencias completas, sin importar el estado del tiempo. Y yo recitaba con verdadero dramatismo, los versos de Juana Ibarbourou « ¡Tómame ahora que aún es temprano!». Pero pensaba en el amor y que no tenía ningún vicio… ningún vicio peligroso. Con los años, me empezó a tirar indirectas, «Si me cambiaran la montura». «Todos los días puchero». «Las mujeres no se dan cuenta cuando se vuelven frígidas». Mi abuela decía que no existían mujeres frígidas, sino hombres inexpertos y de pocas ideas. ¡Y yo tenía el mismo menú que él! En resumidas cuentas más de mitad de mi vida he pasado excitada, en una palabra, caliente. En eso, la

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aspiradora comenzó a dirigirse hacia mi cuello con un aire tibio, tibio. Me abandoné a esa tibieza, que me obligó a acostarme sobre la alfombra. Ella continuó con su calidez pasando su boca por los senos ya erectos, por los brazos, por las piernas hasta llegar a los pies. Allí se detuvo un momento para embestir despacio, pero más fogosa por la parte interna de los muslos humedecidos y palpitantes, fogatas que les marcaban el camino a seguir y siguió. Se entretuvo unos segundos en el frondoso pubis, un volcán a esas alturas, para luego enfocarse en el clítoris, también erguido, a punto de estallar, con sus fibras sensitivas latiendo, latiendo… De pronto, como por encanto, se me aparecieron varias imágenes de hombres. Esos hombres perfectos, soñados, pero que no existen, igual que los príncipes azules de la niñez. Primero llegó Elvis, el responsable de despertar mis deseos de mujer. Después Sandro, en su plena juventud, con aquel meneo de caderas y los labios carnosos, diciendo «Así, así» y yo en mis catorce años. También intervino el único novio que tuve sin ser mi marido, mezclado con algunos de los dioses y semidioses que pintaba Homero, en la secundaria, que aunque eran rubios, bruñidos de sol, yo me los imaginaba morenos, de ojos negros; ¡total, en la imaginación es dónde siempre he mandado yo! Y más ahora que estaba totalmente excitada, desprejuiciada, desenfrenada y en plena rebeldía. Después vinieron unos galanes más recientes como George Clone y Denzel Washington…maldita sea, hasta él, hasta mi marido apareció. Aquello se había transformado en una orgía; además la que provocaba todo ese placer era un ser femenino, no había dudas, era una verdadera orgía. Mi cabeza mantenía aquello de «Así, así», hasta que empecé a gritar, sí… así, así… Estaba viva, viva y no había pasado el tiempo por mi cuerpo. Me dejé inundar por esa pasión, hasta que estallé cual fruta madura; apenas me reponía, comenzaba el ciclo de nuevo. Mi vientre se movía al ritmo de la danza febril, que el ardiente aparato provocaba. Esa máquina montada sobre mí, jinete encendido, amante incansable, parecía un pulpo de mil bocas y no dejaba ni un pedazo de piel sin tocar, sin lamer con su lengua incendiaria y su cadencia vibratoria. El corazón a puro galope, acompañaba los suspiros que se escapaban de mi pecho. La verdad, abandoné por cansancio, nunca me había cansado de amar, era mi primera vez de satisfacción completa. Salí de esa dulce somnolencia, esa calma que produce hacer el amor con intensidad, cuando golpearon, con insistencia, en la puerta del frente. No era consciente del tiempo transcurrido. Fui corriendo al baño, me miré al espejo. Me eché abundante agua fría en la cara enrojecida, peiné los cabellos

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revueltos, me vestí. Había sido infiel por primera vez, en pensamiento y en acción. Completamente. Y me sentía bien. Me miré de nuevo, me gustó lo que vi, me sentía bien, maravillosamente bien. Mi marido me dijo, «Uf, ¿por qué demoraste tanto en abrir? ¿Y esa cara de felicidad? Hace mucho que no te veía así. ¿Qué hay de comer?»

Yuly Johanna Gutiérrez (Colombia) “DUERMES…” De mañana se abren tus mil doscientas cincuenta flores moradas, tengo tiempo para besar una por una antes que venga el sol y te cubra de versos cálidos. Me salen lágrimas de los dedos cuando te acaricio, como si te lloviera: Campo sembrado; vida sobre la vida. Mi rocío te inunda el pecho y mis dedos nadan por tus aguas… Vuelo sobre tus algas. Cubre un beso la superficie, se sella un lago celeste y mi lengua alcanza tus pies haciendo surcos con la niebla… ... “MUJER AL AGUA” Vaciándome de sed busco con fiebre algo que se me perdió en tus labios. 74


Me hago blanda y caigo en vos, mis pedazos caen de sed entre el jugo de la Luna, mis manos acarician pantanos, siguiendo el ritmo de las siluetas dulces. Nos roza, nos mira la perversión, traigo todos mis sueños a reposar entre el fuego, en los amplios bosques agitados de tu vientre. ... “ANIMAL ACUÁTICO” Beso blandas medusas, trepo por las ropas, nado en tus labios que también son agua. Toco plantas como manos, voy la deriva en tus olas efervescentes.

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Índice de Autores - Contactos Ana María Bustamante (Colombia) aniscree@hotmail.com Adriana Carpio Quintos (México) adria_vv@hotmail.com Aleqs Garrigóz (México) regresoalestadodegracia@hotmail.com Andrés Vásquez (Colombia) justiciaramera@hotmail.com Antonio Acevedo Linares (Colombia) antonioacevedolinares@msn.com Betzabeth W. Pagán (Puerto Rico) betzabethw@yahoo.com Camila Cano V (Colombia) kmily.147@gmail.com Candela Robles Abalos (Argentina) cande_roblesabalos@hotmail.com Carlos Londoño Giraldo (Colombia) carmarlg@misena.edu.co Daniel Acevedo (Colombia) danieljoseacevedo@gmail.com Parmenio Foronda (Colombia) super-alma@hotmail.com Dante Vázquez (México) durante_v@hotmail.com Elizabeth Velásquez (Colombia) elivelasquez22@gmail.com Emiliano Robles (México) miliano_@hotmail.com

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Fernando Cuartas (Colombia) ferrangato@gmail.com Hernán Oquendo (Colombia) nanoquendo@gmail.com Ingrid Bringas (México) ingrid.bringas1@gmail.com John LeFou (México) john.poesiaytrayecto@gmail.com Lemuel Luna (México) lemuelluna0@gmail.com Lohengrin Jaramillo (Colombia) lohengrin-60@hotmail.com Manuel Felipe Álvarez (Colombia) mafilgismo.687@gmail.com Manuela Valencia (Colombia) manu.valenciat@gmail.com María Teresa Bravo (España) euridice77@gmail.com Martin Petrozza (México) gerardo.aguilar@finca.com.mx Mauricio Arcila Arango (Colombia) nocturnalpulse@msn.com Mauricio Puerta (Colombia) iceborn1@hotmail.com Michel Benitez (Colombia) heavymetalove@hotmail.com Oscar Barrera (México) oscarbs78@yahoo.com.mx Patricia K. Oliveira (Uruguay) karinitapatri@gmail.com

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Raphael Dómine (México) rockosmechan@hotmail.com Roxana Rosado (México) grosado@xxi-banorte.com Teresa Díaz Sánchez (Uruguay) Teresad56@hotmail.com Yuly Johanna Gutiérrez (Colombia) julysita@gmail.com

Indice de Imagenes Ana María Bustamante: Portada, Índice, Paginas 5, 9, 38 & 63 Agustina Orujo: Página 2 Alkaharim Osram Medina: Páginas 18 & 32 Luis Eduardo Loaiza: Página 27 Sebastián Rúa: Páginas 35, 40 Oscar Zamora: Contraportada, Paginas 43, 46, 59, 69, 75 & 76 Manuela Valencia Tamayo: Página 49 Ricardo Baigorria: Página 61

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