Cabeza hueca

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Cabeza Hueca 路 Francesco Rabbannelli


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A Dolunai con amor …que con sólo recordarla supo aluzar el Desierto.

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Francesco Rabbannelli

Levantó

ambos brazos para estirarse, bostezó, bajó de la cama y miró el espejo haciéndose el despierto como los leones. La barba y el pelo le habían crecido en un sólo sueño. Eran cuatro años de largo, mínimo, lúdico, pero no llegó a sorprenderse. Miró a su vez el cuadro del desierto, seguía allí, holgado, irremediable, inquieto por bajar y darse vueltas por doquier, salitroso y estrellado, casi húmedo. Los cactus, la luna, las colinas, el viento, una gitana a un lado… qué hermosura tan quimera, qué jovialidad tan opaca… tan solar… peristáltica; y después, pensó cómo gustaba de usar sombreros. Así como así. -La mente apela a esos gusanitos distractores, recurre a ellos en un acto de gallarda cobardía, hábilmente, y los puede sentir recorriendo el cuero para evadirse o controlarse en esos segundos asesinos, quizás para poder perderse por días.- Encendió un cigarrillo pronto, se sentó al borde de la cama con el mismo vértigo de siempre, meneó la cabeza al supurar el humo por las narices, y creyó que la vida era tan vacua e impía cuando de lo único que te ves rodeado es de imágenes muertas, ídolos muertos, flores muertas, salpullidos entre estrellas de mar agonizando, botellas y juguetes muertos, amores muertos, etc. ¿Qué podría atormentar más a un hombre que el aferramiento al hastío de los imposibles en el pasado? O aún peor, ¿qué podría atormentar más a ese mismo hombre cuando aquel pasado no viene a su mente ya? Cuando éste se divierte y se suicida antes de 5


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llegar a él por pura cuestión de tradicióntraición. ¿Acaso algún día fui niño?, -se preguntó con la evaporable voz del sonsacador-, sabía que esa era una pregunta estúpida al mismo tiempo que abría las cortinas para desentumir los párpados con la ligera luz del atardecer. Pero, no lo recuerdo. Existen fotos que me lo prueban y me lo restriegan “sinceramente”, existe esa evidencia como protervo, pero por más que lo intento, no me identifico ahí, en ese espacio de tiempo, en esos sitios, no puedo evocar aquellas memorias que me platican de mí mismo. Pareciese que me hablasen de alguien que no conozco. Sí, veo las fotos y veo los rostros, pero miento con todas mis muelas al asentir que sí recuerdo, porque por dentro, ahí en el visceral, justo donde se arrejuntan las curiosidades y las verdades en sus casinos para beber y trufar, yo sé que no recuerdo una mierda de nada. Creo que hasta es posible mentirme, sin roer esfuerzo alguno, decirme cualquier cosa y tragármela. Mi historia es merced del dominio público cercano, de los que me vieron ‘crecer y andar’. No puedo recordar nada. Y me pregunto si será que así quise que fuese; quizás un buen día, mi voz mayor interna mandó a secuestrar y callar a todas esas otras vocecillas por mi propio bien. Quizás no deba recordar nada y así deba ser. No lo sé aún, pero no importa mucho. Nada importa cuando la Luna juega contigo rayuela, sábado, 6


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ayer viernes, y sigues prófugo, pero no eres un soplón. Eso sí que lo recuerdo. Lo único que puedo resonar sin problema son prontas memorias, inmediatas avenidas de pensamientos, luces demenciales, danzas guturales, ustedes saben, estimados Ian, Álvaro, Gerardo, Ramón, Salomón, Godoy, Mario, Oscar, aquí nieva cada 14 años, y yo festejo constante un augurio que no comprenderé jamás. Mi padre me trató de enseñar a tener la sangre fría y ser paciente, aunque ustedes saben que después de dos piensos siempre quiero pelear. Seguro las memorias llegarían, algún día, sentado en el retrete o sirviéndome un vaso de vino barato, mi infancia respondería a mis llamadas, de eso quería estar seguro. Quizás así sería que yo dejase de ofuscar a los demás. Tomó su chaqueta y salió del barco ebrio. Tomó la avenida principal, se detuvo a ver sirenas, navíos perdidos y dentados, marineros ahogados, piratas al acecho, espuma y sal, enigmas de smog. Todo parecía normal, justo como lo había dejado 4 años antes. Aquel surrealismo se respiraba, se vivía, se vomitaba y se bautizaba noche a noche con un nombre distinto, pero daba lo mismo. Entró a comprar una caja de supositorios bucales y al preguntar se dio cuenta que habían subido ridículamente de precio como todo. Pagó sin dejar de mirar los senos de la cajera, eran atractivamente pecosos, como si millones de estrellas marroncitas hubiesen fundado una 7


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galaxia sobre aquellos algodones. La crème de la crème. La mujer hizo como que no lo vio las tres veces que lo vio anclado ahí, y a luego le devolvió su cambio deseándole bien en su camino. Él sonrío, golpeó tres veces la cajetilla frente a ella con esa facha de llevar el fino control de una tela de seda y después se encaminó, dio un soslayo a ella una vez más, salió y volvió a la avenida. Qué clase de mujer, pensó, como cuando se piensa en el bourbon con hielos, sintiéndose muy bien, una sensación acústica-burbujeante. Arrancó la tapa de los cigarrillos, la tiró al suelo y sacó uno, lo encendió, suspiró y se sentó en una banca. La marea comenzaba a ponerse alta, la luna era alta y llena, era una delicia ahogarse sentado. Cerró los ojos y comenzó a recorrer internamente duna tras duna como camello ansioso: -Las alondras son aves que ya nunca he visto, pero las conozco, una vez las hube tenido cerca, muy cerca, hermosas aves… tres alondras sostenidas en una rama de ahuehuete, tranquilas, mirándome sobre aquellas anchas raíces, así, con un ponche de sopor invadiéndome el cuerpo.- Fue ahí que vino una de ellas y le tocó la sien con sus tibias plumas.

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Una infancia al fin, un albor: Recuerdo que pensaba en tantas cosas cada vez que podía. Bueno, por lo general, casi siempre podía, justo al terminar las exuberantes tareitas de la Miss Eustolia, (mujer muy sosa y de carnes grandes, nada amables para la vista del muchacho adolescente; dígase que tenía protuberancias, brutalmente desbordadas por todo el cuerpo), entonces pues, mi conversación se desgajaba del cerro: Diablos, tengo sólo doce años, doce míseros años, estoy justo en el cuenco más insoportable de la vida. Esto de la escuela me está matando, me tiene atrapado, no puedo más, no puedo en serio, estoy harto de la escuela, harto de mi vida, yo no nací para esto de las formulitas y el civismo y las plantitas y esas ondas telúricas que andan en movimiento. La historia del mundo me importa un recondenado filete de perro; y la cosa es que no hay quien me escuche todo lo que tengo por decir al respecto. Sí, al respecto de eso y otros desgajes monumentales que se me vienen de pronto a diario, nadie sabe lo que meneo dentro de mis venas. Sé que se escucha estúpido, de gran idiota, de bastardito indeseable, no sé, pero todos (hablando de los paña-lelos de los adultos) suponen que los pubertillos como lloviznando somos de una laya que se envuelve en papel de muy poca monta, somos la canija suma de un desinterés nacional; y se supone igual que somos ese dizque cosmos futurista que llegará abriendo 9


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punta porque así es la gracia de la justicia en los ciclos de la vida. Esas son las palabras sabias de las letanías inscritas en los forever is this. Mira Bartolo, (frente al espejo monitoreaba las comisuras hendidas de mis labios, siendo por una vez más mi propio auditorio), escuché ciertas cosas de “niños” suicidados por el estrés y esos desganos, chicos de tú edad con tu misma cara de baboso y tus mismas quejitas. Escuché bien que se rajaron el pescuezo o le enroscaron alrededor ese nudo eterno y asfixiante, holgándose de un sujetador no tan alto; y yo sé que tus padres te estresan en demasía, que son como dos drenes altivos que evitan salpicarte con algún comentario, que segurolas, según suponen será incomprensible para tus neófitos sentidos. Ah pero eso sí, siempre quieren que tu foto aparezca en ese puto recuadro que da una especie de aberrante bienvenida en la escuela, con los alumnos poseedores de los mejores promedios: las vaquillas más amaestradas, los cretinos más saca-le-punta. Y ay de ti si no figurabas, pues eras considerado, a sus ojos, como el alumno promediamente pendejo. Bueno, y ese galardón, en casa no era muy bueno, como tampoco lo eran las ‘palabrotas’, o el no quererte comer las asquerosas calabazas que cocinaba mamá con todo su amor. Suicidio latente, esférico. Pero pronto tendré trece, tan sólo cuatro meses más, bueno, cuatro meses y medio. La 10


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cosa es que me gusta engañarme cuando pienso en el tiempo, pero qué son cuatro meses, se van como el agua, así como en casa de mi amigo Pedro que vive allá donde el cerro tiene estacadas dos o tres antenas, por eso casi siempre le huele la cola. De primero me daba así como no sé qué cuando se me arrimaba o me pasaba por un lado, pero ahora comprendo que no es su culpa sino del agua. Por eso cuando llueve todos los del salón lo quieren aventar al patio, incluso la maestra prefiere nomás preguntarle que si trajo la tarea desde su asiento y decirle que se la muestre alzando el cuaderno, así mantiene alejado todo aquel peculiar buqué. Pedro dice cuando platica que él quiere ser pescador de grande, y lo dice como quien sueña despierto, te puedes imaginar el mar saliendo de sus ojales cuando te lo platica. A mí eso se me hace bien, aunque parezca una profesión muy pendeja como lo dice mi Padre cuando le comento, y entonces yo callo, y le veo que de sus ojos brota ceniza aún encendida, que me cae encima, y yo sólo trato de esquivarla. Frunce miles de pliegues en su rostro y vocifera casi pálido, queriendo hacerme comprender la vida en uno de sus discursos, comienza con el: Tú crees que de eso se vive, de pescar, esa gente por eso siempre vive jodida, porque le gusta estar jodida, porque no piensa en crecer o en ser alguien de provecho, alguien importante, piensan que la vida son unas pinches vacaciones en las que se la pasa uno pescando. Cabrones idiotas. No te juntes con ese chiquillo baboso, te lo he dicho miles de 11


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veces, pero no entiendes, no sé cómo te gusta andar oyendo y creyendo sus estupideces, y luego venir a platicarme como si no supieras que eso no está bien. Tú debes pensar en grande, tú no eres como ese pinche jediondo. Después de aquel discursito, yo me quedaba pensando en la historia cuando los volcanes vomitaban sus entrañas. Todo era cubierto por una nueva coraza, una nueva costra cálida; y será el sereno, pero a mí me agradaba el océano y eso de ser pescador me parecía bien, una profesión no tan airada pero respetable. Además, yo ya quería tener barba para parecerme a los marineros que salían en los libros de historia, gente de aventura, tú sabes, gente con historias más interesantes que las de ir trabajar y ganar dinero y mantener una familia. Igual y a Pedro, fuese que en sus adentros, le conmovía el hecho de casi no tener agua y no poder asearse como quisiera, para así dejar de llorar en el recreo por tanto abuso y muele de los demás; igualmente, creo saber que en su faena adulta, él quería estar ahí, en medio de la inmensidad del mundo, pescando sus frutos, y quizás yo le acompañara cuando me largase de casa. Era un buen sueño que me mantenía sin quererme ahorcar o envenenar mientras crecía. Y yo sólo asentía cuando mi Padre decía: -o tú qué crees, dime, no crees que eso es un trabajo mediocre, una profesión sin rumbo, contéstame, te estoy hablando-; y después que yo asentía de nuevo, volaba del tú al usted: -eso, así me gusta, dese cuenta 12


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que lo que le digo es por su bien, no ande de taradito ahí escuchando los sueños mojados de ese pinche mugroso, mejor no se junte con él, al rato lo pueden agarrar de bajada en la escuela también a usted nomás por ser su amigo. Ándele, váyase a su cuarto y termine su tarea, pero toda eh, no quiero que me lo quiten del cuadro de honor.- De horror será, pensaba yo y rechinaba los dientes suavemente, como queriéndomelos destrozar al darle mi último asentimiento de estúpido niño de doce años, -y eso me disgustaba aún más-. Me encaminaba con el hocico piqueando los suelos y subía las escaleras sin volverlo a mirar directo a sus ojos cenicientos. Después de todo, el argumento me fallaba y aquella profesión sí era sin rumbo, eso era lo que más me atraía. ¿Para qué un puto rumbo? ¿Quién dijo que hacía falta tenerlo? Estúpidas brújulas humanas, muchachitos sin quehacer. ¡Ay, le falta rumbo a mi vida! Vayan todos a la mierda. Y a mí me fallaba poder decirle a mi padre que lo odiaba por no dejar en paz a Pedro, y por pensar que en el mundo uno debía ser alguien de bien, de provecho, según sus aprobadas políticas… Parricidio latente, esférico. Cerraba la puerta de mi cuarto, con discreción, pues en casa, toda clase de ruido o efecto estridente en las cosas causaba un gran impacto en los nervios de mis padres, la consecuencia podía ser un grito venido de sus embudos chacales, o un refunfuño monumental, un regaño animoso de castigo, o había veces que hasta un gran disgusto con amenaza de 13


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golpeo. Así que giré la perilla a conciencia de asesino, y puse el seguro sin que hiciera un sólo ruido. Nadie debía saber que yo me encerraba en mi cuarto para platicar, conmigo mismo, con mi voz, mi buena amiga encerrada en mi cabeza. Mis padres no debían sospechar que yo tenía esta voz que desconectaba todas las sandeces que ellos me decían. Entonces yo inventaba tener mucha tarea para no ser molestado. Mis padres eran un par de locos supervisores. De qué te sirven trece años, aquí sólo se te respeta hasta los dieciocho según las normas tradicionales y de protocolo. Bueno, aunque no a todos, porque he visto como tratan a Rubén mi primo y… parece un chamaco menor que yo, sus padres sí que le joden las bolas nomás por nomás. Por qué jodidos no podré crecer más velozmente, quiero hacerme viejo ya, tener barba, timonear mi propio barco, ser pastor en el ancho mar. No puedo esperar a salir corriendo por mi vida, no soy feliz. Bueno, eso poco importa, la cosa es que no quiero andar de ceño fruncido siempre, dice el amigo de mi abuelo José que él quedó así porque de niño siempre estuvo encabronado.

Identidad/bestia enferma Alondra desplumada… El revoloteo sobre mi rostro por las bondades salvajes de tu malicia.

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Identidad/moho aterciopelado Que cuando mucho por ver, menos por creer; Zorra de cola hermosa…

Se levantó de aquella banca un tanto mareado, amodorrado. Sonreía, sí, pero trastabillaba como cuando a uno le mueven el puente y uno cierra los ojos por inercia gravitacional. Prefirió regresar a casa. La marea era alta, más alta, aquella banca ya no le parecía segura. Pasó de lado por aquel recinto y ya no estaba la cajera a cargo. Se lamentó queriendo buscarla en los alrededores, mas sólo picoteó el suelo. Había dejado ir tantas cosas buenas en la vida, tantas aves; quizás la misma Dolunai hoy lo odiase por haber roto la promesa de volverla a buscar y ver, y pasear; sabía que se odiaba por no haber ido a buscarla jamás, y quizás hoy ni siquiera lo recordase. Picoteó más y dejó ir tres gotas de cada lagrimal. Se fue derecho al camarote, subió las escaleras con lentitud, como si de longevidad dieran premios al ascender a un trono olvidado. Encendió aquella lánguida luz del dormitorio y colocó su chaqueta roja en el perchero. Se miró al espejo sin mimarse más y se abofeteó para querer matar aquel letargo, aquella angustia. Necesitaba sus píldoras y por eso las pensaba también, azules, verdes, amarillas, un coctel de ellas. Entonces se abrió los ojos con índice y pulgar de ambas manos, y pronto se molestó por no haberse puesto sombrero al salir. Refunfuñó recapacitando, -qué diablos, parezco un 15


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imbécil sin sombrero; con qué razón aquella princesa no me miró más que con desdén.- Las princesas no se fijan nunca en tarados sin porte. Debía tenderse, hacerse espacio, ventilarse el coco, respirar tranquilo. Vamos, hazlo, recuéstate. Se dice por ahí que un descanso tuyo puede ser un palacio deformado para otros, pero eso nunca importa. Le cruzó en mente salir por el balcón y aullarle al cielo, aclamarle una revolución, pero mejor hizo una mueca entre sonrisa y entendimiento, pues sabía que tuvo una regresión, infortunada, sí, pero al fin había podido esculcar algo en aquel pozo cósmico. Debes ir al hospital mañana temprano, hablar con la enfermera que simpatiza contigo, pedirle de favor una vez más una prescripción milagrosa y salir de ahí sin voltear atrás. Esos lugares sólo te provocan náuseas y pesadillas. Esta vez no olvides tu sombrero antipsicótico, esta vez es crucial llevarlo. Lo que sucede dentro de un hospital es desesperante, alérgico, desgraciado, agotante, rompe-huevos, lamentable, abusivo, insoportable, es como ver un helado siendo derretido con un soplete. Es diciembre y el mundo sigue a cuestas, pero eso será y ha sido siempre camarada. Estaba recostado de panza y con la mente sofocada. De inmediato se transportó. Estaba ahí, sobre su cama atiborrada de almohadas y 16


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cojines. Estaba dentro, en aquella recámara, justo como lo hace un roedor ladino o un bicho que ha empeñado sus pulmones por presenciar un gran evento. Éste era sin duda un acontecimiento que le arruinaba a la noche su encanto tristón. Todo el cuarto de aquella gitana era una mezcla de adornos perfumados con esa clase de sustancias que tanto adoran los recuerdos. Él paseaba su nariz y saboreaba, olvidaba la jaqueca, se escondía debajo de las sábanas, aferrándose al gran banquete. Los sueños sacaban cuchillo y tenedor dispuestos a tragarse los ojos de sus absurdos. “Les visiteurs de la solitude sont en train d’arriver mon frère”. Prepárate, porque serán para soltarse. Es cierto que existe hasta en el más amistoso y amoroso de los casos entre dos personas el posible suceso de brunas intenciones que lo puede cambiar todo, y sea irremediable, imprevisto por completo. Hay cada cual que le guarda al otro su sorpresa adecuada como quien guardase una navaja en el bolsillo. Y cuando el suceso se da, impresiona y paraliza, no se puede actuar, los pensamientos suben de peso y los nervios se hacen moños para regalos. Suicidios pendientes, periféricos y céntricos, la disculpa de la soledad. Sépase que del asco a la alucinación hay dos centímetros de distancia. No te necesitas mover siquiera. El asco se encarga de aventarte por ella con un pequeño impulso. Te da a conocer el paquete ejemplar de una experiencia que además de 17


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disfuncional, resulta ‘meramente espiritual’ e influyente en el siguiente estado de conducta del individuo. La unidad de regulación después se convierte en el método exacto para volver a incurrir en el acto. La unidad de regulación es ese impulso que dictamina esta teoría. El impulso es innato, es la perla que resplandece en el abismo, es la música en el sinfín de una inspiración quebrantada. Puede haber criaturas inconclusas, pero en estos casos, como se trata de un imperio mejorado y en etapa prolongada, no se descarta la participación de algún curioso, de algún patán, de algún inservible, hasta de un serio arrodillado ante la virgen y su esposo. Todo entonces se traduce a una clase de gravedad infiel a la razón que asusta con el recio concepto de la frustración. Hay frases que propongo aquí como: “Hay flores en el cielo tanto como en la tierra; y puede haber tanta estrella como quimeras en los rumbos de cualquiera”. Es prácticamente posible limarse las asperezas de la visión y la percepción para obtener un resultado y una experiencia distinta. Nunca jamás el neurótico y el retraído se podrían ver en un plano más ventajoso que éste que propongo. Sus fuerzas deben de contraer la magia que una alucinación expertamente puede proveer. He de mencionar entonces por la labor de erradicar alguna falta de intención en este reconocimiento, al “pulpo nervioso”, el cual representa al estado anímico del que se abraza continúa 18


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e incesantemente el asco. Lo ha convertido en su amante, peligroso. Ese amante que impone sus lĂ­mites, y que a su vez, le obedece dogmĂĄticamente. Le observo como digno ejemplo de una represiĂłn inconsciente, pero consistente y constante. Es una marca ancha, larga y penetrante, en el campo de su voluntad, de su impulso casi moralizado. Marca como cuando el humo de un fuego sobre la pared, esparcido por el furioso viento en el incendio.

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Alcatraces Blancos Mi encontronazo con la pared fue algo desahuciable, fue algo así como querer regresar el tiempo con margaritas en las manos, todo vinculado a mi paso-estilo cruce de Gibraltar, de brinquitos y al baño. Vomité azul esa vez, azul telúrico, rasposo, indecente, justo como aquella otra que mis fémures soplaban despacio al venirse abajo sobre aquel camino empedrado en el desierto. Libre la sal en el mar y tú, luciérnaga en celo. El dolor cambia cualquier cosa. Es una lástima que no te toque ver esto, pues seguro te causaría más gracia que mis palabras. Recordarás bien que la posición fetal nunca fue lo mío verdad, siempre donde me hube tirado fui tipo de abarcar lugar, de esos que apersonan cualquier sitio expandiendo las aletas y parando el pico a las nubes, aprestado obviamente para aquello que se acercase más pronto. En esta vida, si besuqueas vírgenes te puedes condenar muchacho, o puedes sacar boleto, todo por ponerle más piloncillo al atole de mamá… y también si te enredas con las de moral descuidada para que sostengan el ramo de tus augurios, pues… se te piensa chabacanamente como la súplica enferma de algún sopor azabachado. El son de la broma, lindo son, linda chica, capoteada, de atrás pa’ delante…nada simple se asoma, todo sopesa hernias de oro.

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Busco cabida en mis pensamientos y me encuentro con las tres alondras. Una pierde la concentración muy fácil, olvida mi nombre, se sume en delirios y se enrosca en sí misma, avienta espuma por la boca; otra, es chica de elucubraciones bofas, tiene sueños, y ataduras, y marcas por todo el cuerpo, se enternece cuando me ve venir, pero eso qué resuelve, su aventura no vale la descabezada. -La ternura es un presagio de ataduras que después cobran el alquiler, al triple de cuando lo primero-. Y la tercera, ésta trae un arete de pluma, uno solo, no usa el par, se presume límpida y libre, e inicia por el lóbulo de su oreja izquierda, -es en sí lo que se reconoce como una muy simbólica parsimonia-. Ella se aventaja sobre las demás por decir que ya no lo quiere, y altaneramente recomienda que se pudra, porque no supo cuándo pasó que pasó; y se supone que busca el vino y la libertad entre mohos y diretes de estirpe blanda, de aspiraciones mancebas. Todas ellas, tres plagios, las dos primeras, sentaditas sobre la arena blanca, esperando mareas rojas; la última, revolotea, exige una especie de amistad entre cadenas, las inspeccionas, verdad. ¿¿¿¿Por qué ya no escribes; -se levanta y le confronta, con esos ojos que sólo ella sabe cómo pueden aturdirle al verle-, se te acabó la inspiración???? A ver, dime, qué te inspira; qué te pone; qué te alivia. ¿Puedo hacer algo para que esto sea para siempre? ¿Te puedo ayudar para que siempre calles? Eres un descalzo de mente, un 21


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pobre pelafustán. Creo que al fin lo lograste, so no lo dejes ir. Mírate, tienes azules labios, y tus dientes recobran su auténtica repugnancia; veo que te sienta mal la ‘emancipación’, “querido”. Ese sombrerito de idiota te va bien de este modo, qué alegría poder ver así tu pose dialéctica, en la meca del derrumbe y el seno de su repugnante acervo. A luego que calló, me deshice de los puños, abrí las palmas y estiré los dedos, los moví como queriendo asir arena con ellos… Quise estrellar sus pómulos, lo quise hacer, pero no hube podido, me faltaban tres días de cobarde. *****Las uñas son como mensajes del alma, dice ella... -a tono de zafia sabia, muy mona, con turquesas de filo en sus apetecibles dedos-; yo por eso me las como, contesta él… -haciéndose un espacio entre la luna y ellos para no confundir ningún sentimiento... ****** Son días de sueño ::::::::: la farándula legítima del bostezo; días que uno debe caracolear, pegado a una almohada de ópalo, babeando, delirando, vagando entre el salpullido onírico. Tu imagen hoy es afable y afortunada; venga, sí, usted señor, levántese, no se puede quedar dormido, alce las pestañas y hágase a la idea de que estamos a punto de cerrar este pinche congal. Ohhhh, reviento como un extraño que nadie ve, que nadie espera. Hay una estrella que fornica con el techo. La puedo sentir jadeándome encima. Aquí no se le puede vender nada más, -así persistía la transmisión-. 22


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Vamos, cruza el río, de aquel lado creo te iría mejor. Pero no me hace diferencia, todas esas formas, todos esos rostros me son más ajenos que los de aquí, vuelvo a bostezar. Habrá tantas cosas que jamás haré, que jamás veré, que jamás seré; jamás habrá clemencia en la tierra de los afilados. Es verdad que la vida puede llegar a cabrear hasta al más paciente de sus hijos. Todo mundo se mueve, germina, evacúa, miente, y tú sigues sentado ahí, recargado a dicha pared. ¿Qué habré hecho mal… o qué habré hecho bien????? Éste es el mestizo sentimiento, un hijo de peste e ingenuidad, producto campechano. Creo que lo sabes aunque no lo pienses bastante. Ya sé, quedarme en esta ciudad por largo tiempo. Eso fue. Su ciudad, su gente, su clima, su legado inerte, su prisión, sus tulipanes y sus barcos, y todos los tuyos. Pasarme hundiendo los ojos en veneno, sin verano, sin ventanas, sin reposo, sin balcones en el ánimo, pegado al espejo de una piel que hoy rechaza el más ligero de mis aromas. Dame una mano, sácame de aquí. Este barco lo conduce un demente amigo mío. Vamos, sólo se trata de estribores deliciosos, coartadas con piernas apresuradas. Quiero hablarte, pero no puedo hacerlo de la forma que quiero, digo cosas estúpidas como ::::: Tengo alcatraces blancos para regalarte; la comida está deliciosa; la música aquí es buena; qué bueno que te estés divirtiendo ::::::::::: Haz que se detenga esta mierda Monseñor Ducasse, este barco debe anclar por 23


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uno de estos lares ::::::::: Las ilusiones sostienen lagañas eternas, jamás levantan su culo de tus ojos. Las horas son muy cortas, son como liendres libertinas acampando en tus glándulas pineales… sirviéndose de adrenalina con popotito y todo, estas sinvergüenzas son sabandijas antinaturales :::::::: Los caprichos se encargan de pervertir más a tus venas, siente como fluyen, no tienes nada más para ti, nada más que perder, estás vacío. -Las poesías son tan ridículas y adulteradas en esta parte de mi vida-.

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Resuciten al viejo Alce Desde el inicio de todo, nadie se supuso escuchar a nadie, ni hablarle a nadie. Todos echaron el grito al aire, y la tierra giró, restregó caras con caras, bocas con bocas, sexos con sexos; de igual manera, nadie se supuso amar u odiar a nadie, todos echaron el lazo al viento, la tierra se detuvo, algunos se enlazaron, tomó presos a unos cuantos, y a otros cuantos los hizo nadar hacia la orilla, casi desahuciados, brazada a brazada despavoridamente; y tampoco nadie se supuso sentirse triste o contento, todos echaron la moneda a la fuente, de espaldas y con un gesto de esperanza en la cara, la tierra se ahogó en sí misma, hundió varios buques, millones sucumbieron, millones zozobraron, millones fueron rescatados. Vuelve después, levántate y anda hermano. Ya es hora de que te vayas, ya tenemos que cerrar. Momento, yo que recuerde no tuve hermanos. Mi madre siempre manifestó pedantería en la feria de la maternidad, ella nunca exhibió alguna clase de fanatismo por los niños. A qué se deberá entonces el mote de hermanos entre cocodrilos. Este lugar me olió muy mal desde que entré, la alfombra flaquea, es una suerte de los mil ascos, ha perdido color. Mi cabeza pesa lo que los las muertes en una fiesta. Será mejor que haga caso a las palabras del tuerto y me largue mientras pueda. Es un mandato al parecer, -¡levántate cabrón!-. 25


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Horas inmensas de recuerdo, nostálgicas, fastuosas, se pueden bendecir o intentar asesinar sin conseguirlo, o afianzarse de ellas inútilmente. Con música la luna se descongela, y el sol es un fulano que cobra diario y temprano lastima los párpados fríos de la voluntad. Ya no espero nada, quiero escuchar a José Alfredo, o siquiera algo que cante sincero. Quiero comprar un boleto. Sólo de ida, hasta Perú. Sí señorita. Que a nombre de quién. A nombre de Soledad López. Que la lleven a Machu Pichu y le den todo el tour y por allá la desbarranquen. El asiento que quiera darle. Ella se acomoda bien donde sea, nomás la viera. Que cómo es. Es una mujer alta, bien dada y muy delgada, no habrá pierde o desarreglo. Usted la verá contonearse cuando se acerque, trae la cresta bien peinada. Le dejo el boleto con usted porque no quiero verle más. Es que si no, no se va. Que quién paga, pues yo. Bartolo, soy Bartolo, a secas. Goyo sólo para mi madre. Las lágrimas eran amigas de un amigo. Las invitó dizque pa’compañar el rato. Los otros recuerdos no se dejaron enterrar, flotaron hasta la superficie, se lo dije bien clarito. Sabe usted o se lo explico, queridísimo lector. Las cartas fueron laberintos de noche, las bocas de dicha escena fumaban las salivas de mis memorias. La tuve en mi cuarto una vez, pero se me peló compadre. Me promete usted que no dirá las calumnias que hoy levanto por esquizo-espléndido. Ahora se ríe la ingrata, condenada mujer, así no se 26


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puede masticar los vientos. Las chiripeadas que uno aconseja estando en el suelo no son alardes o… cuentos de pericos. Partiéndose el pecho uno lo relega. Mujer, pégame a tus pechos, déjame hundirme en esos dulces madrigales, en esta noche de encanto, sabes que tus bizarrías son mi abismo, tú sabes que me pertenecen. La semana que viene será cosa de locos y dolores, tus pezones estarán morados por haberme pegado 4 años a ellos. Seguro no estaré sereno de mis antojos. Si me mirases, verás el amor que te tuve. Pero mírame bien. ‘El amor es una enfermedad más pútrida que el cáncer, pero cómo goza uno enfermo cuando acompañado’; y hay gallinas que ponen huevitos cada media hora, y cacarean, y me ven con los ojos más tiernos cuando recojo sus ansias con mis manos. Además de eso, creo que no lo sé. Mis gallinitas, mis chiquitas, no me explico cómo harán las pobres cuando el gallo canta en otro nido, justo en el de enfrente. Mis ojos son tarugos, les encanta andar bobeando, para genios los tuyos, la altanería, el asesinato del color; ellos son rescoldos enloquecidos en un himno que lesiona, se estima purulento. Tengo 27 de años, y soy de por aquí cerca. Yo mando señales de humo con los ojos, el taxi llega y me suben, soy semi-cargado. A Ella, háblenle, a la que no importando su humor de pantera le aprendí a marcar el paso, un paso medio jodido, pero al fin mío. Pos’ márquele jefe, sabe su teléfono. No. No lo 27


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recuerdo. ¿Qué día es hoy; es viernes verdad? No, olvídalo. Le molesta que le hablen los viernes, sobre todo cuando tiene los dientes pegados a los de un buen muchacho. ¿Le parece que vengo lo suficientemente borracho? Será para siempre así de díscola y cínica. El amor revende su cara. Recuerde que el que no ha usado huaraches, las correas le sacan sangre. Mi querida, tu cuerpo, tú, hija de buen tornero, saliste buena aunque tengas calle para cargar mi trompa entre humedades eternas. //// Y suspiro. //// Siempre fuiste tan p… y consentida. //// Qué trabajo cuesta arrejuntar a los que se quieren, -me dice el taxista-. Y me baila danzón el alma señor, -le contestó mi garganta haciendo aquel tono encantador que tienen los ahogados que aspiran a ser salvados-, y con señoritas perversas siempre. Esas que hacen que a uno le rejunten con cucharón a media carretera. Y no crea que soy un cabrón pichicato, no me pongo colorado ni cuando toso. Hoy comunico que no me caso. ¿Cómo que no te casas? Así es. Ella ya no quiso. Hay muchos testigos y conocidos y mequetrefes de por medio. Y que sea guitarra la pócima con mil diablos a caballo, un espanto agridulce, pero fino. Niños y borrachos son verdades, y hay momentos que nos buscan. Parece que soy estúpido por vocación y los rechazos me ven a solas, sin una estrella en la mano sino jadeándome encima. ¿Doónde vives? Abre los ojos compa. Dime qué pedo. Ha de saber usted que ella tiene un collar mío, yo se lo di, se lo honré, con fe y Wirikutas de los chingones. 28


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Por aquí… dé vuelta. Pero esto es lo que pasa cuando se entera uno de que le llevaron serenata al charro. ¿Cómo? No haga caso. Allí en donde ve el pino, deténgase. Unos pinches balazos jefe. ¿Tiene pistola? A huevo. Pos’ de rodillas la debe poner. No, y después que cuente que los quise matar a todos. Me nombrarían como el Indecente, el Loco. Deje ver si traigo pa’ pagarle. ¿Qué? No se apande amigo, fue un decir. Desobedezca la mano de su educación monetaria. Yo desayuno piedras pa’ no recurrir a la plata. ¿Cuánto es? Noventa. Tenga usted cien, gracias. Váyase ya, los minutos son preciosos y me atraganta el aire, qué pinches bochornos. Me van a caer por la espalda un día, pero cuando me volteé… uyyyyy, no saben mi amigo, no saben. ¡¡Soy Goyo, ábranme!!! ¿Goyo? Sí, soy yo y que me registren si no me crees. El troglodita y exaltado de tu hijo. Vaya, qué milagro, y tú qué haces aquí. Qué trabajo da casar a la familia, -piensa en secreto mi madre, pero yo la escucho siempre-. Vengo a decirle nada más que voy a poner mi propia cantina; y por eso vengo a invitarle a saber la noticia. Ya para no andar molestando a nadie. Le nombraré “La Amistad Oculta”. Nomás que no quiero que se pierda en una de mis lagunas o apagones, por eso vengo a mentarle el nombre a usted que tiene memoria para todas las cosas. Mi madre sólo hacía monosílabos de enterada con el refunfuño ceño acompañados. Oiga, ¿qué es esto? No sé. Había un letrero en la entrada, una campaña 29


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publicitaria que sacudió los campings de todas mis liendres adrenalínicas. Éste decía: “Resuciten al viejo Alce”.

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Pusi-lanimería Al mirar esta frase se sintió de pronto aliviado, muy aliviado, había sostenido el timón del barco, pero con sus dudas, -hombre de cinco sienes transportado del portal de su madre al arriesgado exilio de su mente-. Las nubes hacían tres oleadas aquella tarde, hacia el horizonte. Allá habrá resguardo poético para sus vidas de destierro. Se dijo saber que la cantaleta había perdido el hilo, y que él lo había perdido más que adrede; allende, lo hizo con dolo y alevosía; pues esa clase de hilos sabían mudarse, alzar el vuelo, tejer entre opio, comprar máscaras que suponiéndose de marfil, pintaban de ocre la fachada blanda del espectador. Soltó un bofe de aire entre risitas e imaginaba. Se largó de ahí, su madre sólo cerró el portón al verlo partir como parten los idos en este mundo. Así que no podía explicárselo así, por vocación, o con la fe de los riñones en recuperación. Las trampas y los engaños eran un malvavisco que le encantaba guardar para los momentos indicados, pero no por eso los andaba por ahí ofreciendo a todos. El bufón aguarda siempre el momento indicado para asomar el arpón, tan sólo para hacer que las cosas se engulleran de aquel modo, a ese son, con ese sabor a mermelada en medio, y punto, punto de libre cielo, punto malo para contar historias de buen regazo. Ya no 31


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quiero seguir en esta calle, es poco amplia, me siento presa de coyotes, aquí seré fácil de atrapar. Aunque… no creo que por aquí sepan de mí, y recuerda, cuando el búfalo te enfrenta, debes apechugar la embestida. Fue pues que recordó traer puesto el sombrero negro que hubo comprado por 50 pesos, y casi seguro estaba que le hubiera costado más en cualquier otro sitio. Fue una buena compra, soberbia pata de conejo el acto, y tú sabes, -le dijo su voz que adoraba en segunda persona-, todo buen muchacho previo a los treinta debe prepararse para el ascenso. Debe estar listo y con un sombrero puesto, uno que no lo escarnezca sino que le espante a los coyotes. Debe empezar a buscarse una nueva identidad, reventar desde las entrañas a sazón de nuevos vendavales, desmembrarse, parte por parte, pedazo a pedazo y echar el caldo a los zopilotes. -Así es. Los sombreros protegen las ideas de un reptil y lo hacen ver bien, por fuera-. -No sé. De los doce sueños que recuerdo me vienen las ideas. Sobre algún lupanar de mis amores, digo las tres medidas del castigo. Uno: sus medias castañas, apretadas hasta medio chamorro... dos: sus ojos adictivos, pues después de haberlos acariciado fijamente, los andabas pensando noche, día y madrugada... y tres: ella caminando por la habitación, suelta, como prenda al viento, preciosa prenda de la luna... Y uno diciendo, no me priven del cementerio, no me digan que no puedo brincar 32


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en la tumba que más me guste... no sé por qué la guerra toma un baño en cada pestaña que movemos... No sé por qué el amor o la mierda o el azar o la soberbia, no me interesa la promesa, ni el último beso, ni la locura que se retira ni la que sana, mucho menos la trascendencia aunque el corazón se rehúse a creérmelo... No sé por qué las cosas hacen destino hoy, ni por qué la intención dejó de pesar el medio gramo que pesaba... No sé cuál distancia se busca si cerca puede congelarse todo... No me priven pues de este sosiego, aquí las golondrinas socorren a los que hacen agujeros... en los pómulos, en las alas, en las nubes, en el pecho... en la frente. No me digan que rechino los dientes de gusto, hoy se trata de ser amable solamente.Las mañanas, veneno incierto e iluso, la cabeza en un mundo hecho a girones, tallones, excremento germinado, composta de vaivenes cerdos como ellos solos, un silbidito detrás de la nuca... tú sabes, -la vocecilla no para de apuntarte con aquel cañón que le diste el día de su nacimiento-, lo único que falta siempre es merienda, jodienda, reposo y luto, y después de eso… será más de lo mismo, otra cucharadita, qué más da. Podría ser que nunca dejaba estallarse bien, como se debe estallar a esas horas ya de la media noche, él iba como en partes. Pedía reciclajes en distintos lugares, con distintas personas, quería envolver su alma, para hacerla perdidiza y decirle adiós en su cabeza. La familia le sabía que brillaba entre basureros, de esos 33


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anacrónicos, con sus calañas incomprendidas y sus plantíos de pusilánimes. Y la calle ya no era la misma. La calle había mutado de envergadura. Esta parecía como de alguna colonia Napolitana. Y creyó estar de buenas como para pensar en dicho país, aunque jamás hubiese puesto un pie ahí. Pensó: Italia, nunca serías nada sin la letra A, tal como la absenta que guardo aún en mi vejiga. Es algo tonto, pero si lo analizas bien, fuese como ver un bello puente venirse abajo. Cuántas veces no he visto, tantas Italias sin A, sin falda, con sus vellos púbicos en el rostro, respirando su celo, su pantano-paraíso… He visto caer las plumas de sus alas cansadas… Todo lo que había que hacer era quitar la letra A de todas las cosas amadas para que así entregasen el ego que les inflaba.

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Savage Henry and the Purple Legion La atmósfera-se-crea nocturna bajo la superficie… bajo la menor pausa… bajo la verdad de un aplauso invisible… bajo la nada arbolada… tristemente desmembrando con su sombra al hombre libre. La esperanza es típica trama de hidalguía es como una paja en el poniente, o la escalera que finaliza sin piso; es ésta mi guía aunque el corazón sea noble y se coagule bajo un techo ausente además… sé bien que no es prudente aceptar goteras en casa, -pero en soledad forman una exquisita comparsa-. No cargo baladíes de compañía sólo tengo a mis ‘Moiras’, que no me pierden de vista nunca, sus ojos me siguen como en caravana por el laberinto con mis movimientos atónicos… la cordura se hace la bonita, la coqueta se afianza de mis nervios, los pellizca 35


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re-masca chicle, se sube la falda se baja la banqueta zigzaguea, es niña que ahora vende caros sus amores y da roces de superación; el mundo es morralla fatua está loco mas no soy uno de ellos, prefiero ser arrestado o comer arena meada por gatos, y estirar mis párpados bajo la lluvia final un día de octubre sobre el vientre de ópalo que tanto adoro… yo soy Savage Henry y ésta es mi historia: The purple Legion y los viejos tiempos… …aquel que intenta besar la luna segurito le atan las piernas.

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Cómo pensar que nunca fuiste pluma… 1. Cómo saber que ya no flotas cuando te veo; cómo poder estampar en tu alma un recado infinito; cómo mutilar así ese mundo, tan embriagante, tan inefable, tan… tan. Nadie sabe nada en el sentido conveniente, nadie postula su sonrisa para un cuadro a menos que piensen que vendrán adinerados a verle, supongo que las cosas han cambiado y las pinturas son más costosas después de cien años... vuelve a casa, quédate un fin de semana que dure lo que duran las vidas, es difícil decirlo, es endemoniado perseguir colibrís, pero lo vale... mírame, soy amigo de las ranas, soy un gordo que pesca nubes y bosteza las raras veces necesarias, a esas horas en que la luna enseña la pierna y guiña el ojo derecho para provocarme el cuerpo... 2. Saqué la lengua, a consciencia, perfectamente capaz de lo que hacía, a media avenida me detuve, como las hojas secas que recostadas miran el mundo hacia arriba, recordando que nunca jamás entendieron un simulacro; ahí pues, estaba, esperando una gota del cielo, una sola, no de lluvia, no de fe, no de llanto, esperaba una gota ilusa pero sin sabor a meretriz, que encendiera mi tallo, que me hiciera volver al inicio de todo el camino sin silbar un amén... se me estaba por acabar el tiempo, y eso también era parte de mi trabajo.

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3. Todo el mundo se recuesta sobre su ridículo, es lindo, parece sabio, hasta rupestre enmienda, encendida labia vaginal al pendiente, en el balcón, humeante, jaspeada, sacando a chorros la niebla de un escozor único, aroma inigualable, entre la tiniebla de tu gasto y tu hundimiento insurrecto; sabes, la certeza empieza a bostezar cuando metes tu cuerpo al agua querida, y te miro a rajatabla y trochemoche, palpitando y con el ceño fruncido hacia arriba, cual lobo hambriento que pregunta si es en verdad eso lo que espera en su guarida; mujer mojada de seda púrpura, mi Saturnina Fiorentina, cómo arden inquietantes mis pupilas, porque te extraño, y porque escucho tu aleta trasnochar sobre el piso enfermo de mis azulejos... pero esto no prospera, lo culminas, no hay conejo que jale al mundo hasta su agujero esperando recompensas... aquí no venden tranquilidad, o una mordida en la calle para despertar... aquí el veneno es gracia que cuesta un pulmón, el hígado se jacta de poseer para él solo una comezón eterna… 4. Mostré una parte de mi superficie, me hice al andar, broté debajo del hielo, mi mundo fue acuático. Nadie supo bien mi espesor al llegar, nadie me vio llegar, no dije nada, no grité, o lloré, yo era un océano gigante, sin núcleo, sin capas, ave sin trino u hojarasca crujiente. No estoy muerto, mi peso es neutro, no existo en la tierra, no vuelvo a ella, mi fuerza no depende de gravedades, ni de órbitas comprimidas. No soy inyectado ni 38


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calor de movimiento, no soy risco ni grieta, soy razón de danza, de olfato, de tacto, evito ser redondo. Soy eléctrico, me ves, tan diminuto que me alejo y te parezco normal. Jamás pensé desquebrajarme, pero no puede surgir vida de sólo rocas y agua, es un lamento a seiscientos kilómetros, desintegrándose, es una sobra cósmica que forma moléculas, y lunas, y recolecta zanahorias, y se vuelve conejo. Yo no puedo ser otra cosa, es el viaje… estoy frente a ella, molesta, con su pista en las comisuras, temblando, como un gran cimiento queriendo caer, y comerme vivo. Soy sólo uno de esos veinte aminoácidos que pueden crear vida. En todos lados y límites, microscópico, domino la embarcación. No soy previo ni completo, no soy posible ni complejo, me llaman manantial, árbol sulfúrico, ácido hirviente, amante de la alta temperatura. Soy invertebrado y vacío, nadie puede matarme, tengo a mi lado la vida en el verbo, mi mejor hermano me asiste. La vida es simple, no la calcules… el amor es volumen infinito, ni siquiera lo cuestiones. No tengo firmas, se abre el paso, la misión, pero ese secreto no se entrega fácilmente. Si alguien sabe cómo hacerlo, es probable que no haya diseño, eso no es posible. Lancen trescientos kilos al espacio y mi encuentro se estrella, entre desafío, asumiendo una razón emocionante, aterrizaje sin paracaídas, entonces soy cohete, me ves sin método, ves la fase. Soy el crío que penetra el territorio nuevo. Soy una máquina asombrosa 39


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jamás hecha con el hombre, lejos del sol, la respuesta es simple, lo sé, lo he hecho un par de veces. Me perfora el higadillo, él sonríe de gusto, es grueso, no puedes con su equipo, tu diseño prevé a mitad de camino un enredo. No eres libre de mirar aquí, es un obstáculo que invierte un nado sin oportunidad, implacable reactor le empuja sin dejarle entrar. La teoría es contacto, la nave nodriza me rebota en los huevos, es oscura su actividad, volcánica, puede que produzca luminiscencia. Es posible que viva de algo termal, me filtro y absorbo, libero nutriente e impulso prístinamente algo que aún no ha sido infectado, sometido, estudiado, no aterrices aquí, unta un poco de éter en tu nariz, no me vengas con el ojo resfriado y la letanía de que nadie te quiere, es una orden olor a mostaza, el aceite barre y moja, me hace estornudar y ver rinocerontes sin cuernos, domésticos. –Rabbannelli- no hay años de sueño, alguien me trajo hasta aquí, es un origen sin sistema, un bombardeo, un estallar sin carne. 5. Se sostuvo en el marco de la puerta, giró su cabeza, dijo: -nunca te he pedido nada en toda mi puta vida, nada en absoluto, lo sabes, pero... te pido hoy sólo una cosa, no te vayas a volver loco-. Se acercó, inclinó su cuerpo y me dio cuatro besos en la frente. Yo no le pude mover ni un gesto; ella me suspiró largo un sueño de ópalo, lo pude oler, lo sentí volando fuera de su cuerpo... así dio media vuelta, salió del cuarto y 40


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entregó al portero la llave, le dijo: -Señor, jamás le he pedido nada, pero... le pido hoy sólo una cosa, no lo deje salir, aunque diga que va a buscarme o que tiene sed.- El señor sonrió, asintió y me buscó su mirar a través de la ventana, entonces nos vimos, nos parecíamos mucho, nuestro rostro endurecía y perdía expresión viva al hacerle favores a esa dama... pero aun así, adoraba en silencio sus cuatro besos de despedida 6. Ocupo el espacio libre, 2.5 cm2, estoy perdidamente enamorado de la entelequia, dedico el frenesí entre el límite de una opulencia mínima y el pestañeo de un desafío más en la gravedad; pero… ¿cómo lo haces?, me pregunta un araña, -mi hilarante y fiel amiga-. Habrá germen de por medio, habrá secuelas o salvajes píldoras de colores, emergiendo, holísticas, tolerantes involucradas, las fetideces cotidianas como recurso renovable; y temes la extinción de los ovarios en la nada, no por querer ser obsceno u orgiástico, sino porque sigo enamorado, soy desmembrado cuando bufa el corazón por la ley de la arrogancia, y despierto bajo el ropaje de una conspiración, me analizan mis propios sentidos, están evadiendo mis sugerencias, soy culpable, la nada me multa, me dicta sentencia, aun así la admiro, y cauteloso resplandezco condena. Después usurpo a la muerte su única sonrisa, la de colección, es la recompensa de cuando uno tuvo frío sin universo y se arropó entre el mundo de los objetos más vivos... José Revueltas me 41


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cobija, me da asilo en una esquina… Él sabe en qué apando estoy.

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7.

Tener tiempo...

dormirse con ese sentimiento, con los ojos abiertos, a bordo de un camión, en medio de tanta gente, y su emane de calor cínico, sin cartas en las mangas que rueden, que se apresten a ninguna salvación, y poder soplarte la frente para decir: estuve cerca... pero tiempo para qué, sobre qué, a costa de quién, multiplicado por cuánta sangría, entre cuántos vasos, de milésimas de vidas; las artimañas en tus venas, coagulándose, platicando, llevándose un sueño a la boca, en un vaso con cinco hielos, tú sabes que los sueños deben beberse lo más frío que Dios nos lo permita, chusca filosofía, cuando escribes a dios con mayúscula, vaya respeto cuando no conoces qué te puede hacer alguien que no conoces, pero que imaginas paranoica y singularmente que te observa de vez en vez, justo cuando te ajusticias una dependencia y sobretodo la aspiras a cagar de nuevo, chusco, muy chusco. Ten consideración la próxima vez que todo pase de una alucinación a una dizque solución... Tener la solución, pero no en tus manos, jamás estará en tus manos tísicas, o... poderosas, eso es fractalidad popular, tuberculosa, desintoxicación a medias. Líbrame de ésta ohhhh Monsieur Cocteau, y te aseguro refugiarme entre dos cortinas de humo más espesas, esquivando la generosidad de las palabras que de cloaca tienen madre, para siempre, comprometida la pervertida, ahora acepta superfluas admiraciones, y se 43


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pone cool, toda calma y a merced, tú sabes, tenía razón, y bueno, yo te paso y te aso y te repaso, nomás inclínate tantito, es todo lo que necesito para respingarte entre la dulce punta de quien saldrá vida pronta y fugazmente... Por eso, necesito un amigo nuevo, uno que se salga de la tumba, uno que se escape de cualquier horizonte sólo para integrarse al viento y esparcirse como si volviese a preguntarle al polvo... uno que deforme lo que toque, que no me moleste ni me aconseje, alguien que no sepa qué es el tiempo, que no sepa la ecuación ni le preocupe desperdiciar un saco de arena de río sobre la mayor ilusión de una vida... líbrame de ésta Cocteau, apuñala la espalda de quien hoy me quiere borrar del cuadro, de la línea, del payaso ambiente, liquídalo sin piedad y aborda a mi madre, a mi hermana, a mi padre, a cuanta cosa cercana me concierna, evítales saber que de cuando en cuando te invoco, tan sólo encájales una aguja, hazlos volver de delirio, inyéctales de adrenalina su cerebritos lindos, de esa que provoca un infarto si no sales corriendo tras de ti mismo, sombra y un culo apretados... soberbio, implacable, mira el cielo, te estará oyendo, será que no tuvo tiempo????? Mierda. 8. Aquí traigo tres balas, son regalo de hace una semana, y todas vienen cantando, en mi pecho, muerden, empujan, y bostezan, y lastiman, y se acurrucan, son un primor... tres hermanitas de ojo atento, pestaña larga, pupila dilatada, ansiedad crónica, trastorno 44


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de criminal, que no pueden salir, que viven de mi vino, de mi amputación, de mi paso de miel y agachado, de mi fangal aliento, de mis sonrisas plataneras y la fe que se exhala al querer querer y saber saber. Hoy seguro me decido guapa, mujer mercenaria, hoy me compro un bote y lo embriago, y lo caso con el infierno, y hago a bordo todo eso que uno guarda en el bolsillo escondido del corazón, y subo a él con mis tres balitas, y... un verdadero placer. Sabes, hay ciertas personas que agradecen estar sentadas en una estrella, hay algunas otras que se conforman con verlas, recostados en un pedazo de reblandecida tierra. Rica rima ríspida, estás viendo, así son los acordes, desaparece, sacude tus plumas, hazme estornudar, despiértame ahora, necesito un doctor. 9. Sabes lo que es un Blues???? A veces un espejo A veces las vías del tren A veces un pasaje A veces una mujer o... un grito ruin sofocado o… pletórico jamás plagiado Sabes lo que es un Blues???? Ven Veme en la playa Sucumbe 45


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Habla conmigo No te creas tan vengativa Asumo que tu piel será arrancada, a modo de diamante con dientes de óxido Sólo tú y yo sabemos eso y no hay libertad de decirlo, no hay libertad en ninguna parte… Baja el volumen Devuélveme tus besos, tus nalgas Deja que salten tus palabras Deja que coman dulce cunas de esperma Desata la saliva Dime tu nombre una vez más... Todos tenemos un motivo ////de augurio por Neptuno//// para poder matar a alguien Se trata siempre hacer nulos a los detalles. 10. Napoleón, hoy salgo y Napo-léo, soy espiga azul, espiga marina, materia de fe, espero el eco perfecto, el navío estropeado, la letra que acuclillada me guarda la más grotesca y hermosa sorpresa…espero ser pasmado. Recuerda que no hay guerras si no se tiene preparado al héroe.

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Can you be blind and still be blue 11. Sé que en los claustros de resabio ha habido días que uno debió guardar. Debajo de algún sillón, o en los bordes de alguna banca fuera de un afamado mercado de mi ciudad: San Juan de Dios Market and Boulevard Drinks. Dado soy a recordar una que otra cosa al quererme sentir regocijado oliendo el río de mierda que jovialmente ameniza la cuchufleta viva del centro de Guadalajara, perla negra. La Aguada-lajara es una clase de rayuela sin madre, sin perno, sin popa, carne sin hueso, es cara que no recibe golpes sino flemas por ser sus ciudadanos aún más mediocres que en denantes. Hoy que el susodicho final del mundo anda en boga de los nerviecitos de todos mis compatriotas, nadie paga por lo que no ve, todos hacen compras masivas, como si fuese secuela de algún trauma, todos quieren tener de todo. El pueblo ciego, quieto, con menosprecios al alza, y a mí no crean que me incumbe más que los dos pesos que me ha dado un señor con fe en una esquina. Y yo sé también que posiblemente tengo cada vez menos suerte en la calle, -aunque trato de merodear parecido a cuando los ayeres eran mis compañeros-, pero la sigo teniendo. Me suceden impares trueques entre miradas y tercos comentarios de los degollados por el sistema, todos nosotros, amplios belfos con ganas de orina mental ajena. El elenco de la garnacha. La salud de poca monta aderezada de paranoia pura. La espina dorsal de la cuidad 47


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está dañada, y no hay quien pueda sobarle, no se puede sanar. Cena Rusa 12. Era sopa y estaba hermosa, vestida en un plato, con su servilleta al lado, cubiertos de oro y marfil, entonces, -me dijo a voz de brújula-, te puedo esperar un mundo querido, pero dos ya no. La cosa cambia entre diestras y siniestras y después no controlas el trote, eres presa fácil, te ves, aquí de pie, esperando que yo atienda tu feroz y vacilante instinto, ese que seguro has desbocado miles de veces sobre resortes distintos, rechinantes, sofás despostillados y fétidos, con ratitas hambrientas alrededor, de dientecillos peculiares que provocan las alusiones más irónicas. Y recuerdo verte domado por vaginas encendidas como antorchas de abismos infinitos, con el hocico anclado en ellas, atascado tu rostro sin más panorama. Tenías buen juego a los 20, muy buena gambeta al liberar todo tu festival. Eras todo un mono en su capítulo de frenesí adorado, y danzabas atento, y te embriagabas de oportunismo, y supurabas broma por aquí y por allá… pero, hoy cazas cuentos, con una red más rota que mi corazón. Y ante todo aquel pelambre de discurso, bajé la mirada, sin parpadeo, como cuando te hace ojitos alguna damisela en el infierno. Seguí escuchando desde allí abajo, o desde aquí arriba, yo qué sé. 48


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Quieres volar al madrigal, -necesitas arrastrarte-; quieres fomentar libertinaje, -disponte sin piensos o augurios-; deseas insistir en la otredad eclesiástica de tu intranquilidad –pega pues un rezo por aquel becerro flotando-. Bienvenido, mi cuarta monta estupefacta, góndola de vuelos rusos, asquilin angustiado Siberiano, mi añoradísimo Yefímovich Rasputín, dónde había sido que se había metido, de que agujerito viene saliendo. Tome y sírvase usted mismo, sacúdase todo el aserrín al entrar, usted sabe cómo. ¿Quiere que alguien le escriba algo? ¿Cómo? ¿Se siente solo? ¿Dónde quedó aquel palmoteo gorilesco en el pecho? ¿Quiere una cartita de cómo poder abrir una ventana sin levantarse? Perfecto. Pedido y otorgado, en un momentito se la escriben. Me retiro de su lado, me coloco en otra esquina, no tengo monedas, el vino lo tienen del otro lado, acaparado. Quiero pensar en la sopa. La sopa estaba hermosa, la viste. Sí, la vi fijamente. Había dos albóndigas quietas en una orilla, exuberante carne comprimida, como dos testículos enfermos, o dos tumores que se aquietan en su jugo. Sabes dónde estamos. No, y no sé quién me abrió el portón.

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Carne, qué ojazos 13. La carne apesta singularmente, es caldo frito, frijol quemado... si no se mueve se congela, se endurece, se estima muerta; está sujeta al estado más nefasto de toda las existencias, su ciclo es repugnante... por eso la carne pelea, enloquece, quiere ser para siempre, y hasta se exaspera por vivir, por sentir, por bloquear cualquier enferma apariencia, parece que nada puede contra su instinto, pero también la carne no piensa, se mueve simplemente para evitar atraer a la carroña. Y pese a esto, ella, con dos segundos inertes que devore en una tarde de otoño, anhela pronto no despertar duda alguna de que se está pudriendo bajo el manto seco de la ropa, bajo el jugoso optimismo de la moda... entonces habilita sus músculos y se busca esa otra carne que comparta sus ilusiones beodas, empedernidas, estúpidas, ilusiones cocidas a vapor. La carne grita de miedo pero no le dice a nadie que lo que expresa es miedo, presume que se trata de coraje, de osadía, de valor y confrontación al tiempo que le ha castigado. Ella se entrega desafiando la gravedad del instante, es como ver a un gusano en pleno torneo de levantamiento de pesas. La carne ganadora, ejemplar, hermosa y narcisahambrienta de más carne. Carne devorando carne, saciándose de ella misma: ejemplares favoritos, deliciosos, sabor a sirena o 50


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tritón... El día tenía cara de ser repetido, pero Salvatore no cambiaba su paso, sabía que su carne era sorda y siempre andaba de mal humor. Entonces, se sonrío con las esquinas de las paredes y bajó la vista como buscando evitar ver más carnicerías. Él salía de un cuarto extraño, donde la gente se inyectaba furor, y le importaba un carajo la putrefacción inevitable, a esa hora en que los gnomos osan con aventar los orines en las banquetas; venía saliendo con una vaca del brazo, como casi todos los viernes. La cosa era que ese preciso día, él ya no quería que sus asesinos observaran la descomposición de su mugido amante...

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Si quiso la historia, le pasó de lado. 14. El motivo quedó atrás, doblegado, saliendo de aquella vivienda quebrantada con mocos en las narices, y haciendo un puchero eterno cual si tuviese las quijadas desviadas, salía a sabiendas que sus días de motivo drenaban pus y apestaba a leguas de distancia, ya no era motivo para ser suficiente motivo, el mote de motivo, ahora era bulla y condena, era nada… su cosecha tenía las páginas arrancadas; y con el semblante dentro de un envase delgado, grueso, cilíndrico cual tubo de ensayo, se dio el primer golpe contra una gran roca roja, un golpe atestado de verdad, como cobijado por el aplauso de un público inexistente, y se esperó ver sangre esparcida por todos lados, pero no hubo, sólo pus le brotaba como cuando el vómito se coagula en una herida de años. La suerte sacudió tres veces la cabeza, sólo por quererse lamentar cual lo hacen las madres decepcionadas, lo hizo con todo y esa lástima ajena que engendra sumisiones próximas, con lo que salga del polvo, de las brisas… Nada será plano en el monte, ahora nada será brillante, y qué más da, si hoy Venus se pudre sin honestidad, se carcome entre venéreas y plácidas ideas de pancracios y enanos-depene-gigante. Los llantos no levantan vuelo, tan sólo mojan el pan con chocolate caliente, beben tranquilos, caen, se derraman amarillos como si su alma fuese mantequilla derretida, 52


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y así graban epitafios en la tierra de los robles quietos que forman senderos infinitos, mensajes borrosos, jaspeados, envenenados, mal estimados por la levadura del viento. Y no hay cantante, no hay escribano, no hay un sólo puerco que se quiera mover, por ningún motivo, ningún sueño, ningún deseo, si los motivos así perecen en el monasterio intacto de la intención cansada, enloquecida, encerrada, no me permitan vender las pestañas, prefiero dormir un poco. Se raspan las suelas de los zapatos al querer dar empuje a un columpio más pesado que cualquier sentimiento, embadurnado de recuerdos entregados, moribundos. Columpio sujeto a un listón azul, el cual baja de una nube verde, una vez más, lo puedes oler, sigue enmohecido… y con sus ojos tristes, con su vista ahogada dentro de una pupila sin combustible, pupila oceánica, inmensas lluvias sobre petróleo. 15. Alguien comentó a la copla, -segundo de usted compadre-, orina en esa pared, no hay pedo, y si lo hay, espero. Entonces, yo oriné. Todo se vino en mi mente, en ese instante salpicado, como una tregua de esas de buen sentir, a las 2 am, presagio de un corsario en camino. Las cosas que uno más quiere entonadas en La mayor, se le vienen a uno encima con un pendejo Si de frigidez. Y los ejes de mi carreta de Atahualpa, sonando, las cosas nostras de mío mismo, o… los cantares algebraicos de una musa entusiasmada 53


Cabeza hueca

por subir a chuparle al cántaro de uno menos borracho, todo porque ese no se orina. Y todo eso me pintaba los pantalones de verde, de ese verde que uno usa al hablar de Jesucristo y sus aventuras por la espinada vida, de ese verde limonada que parte las aguas al quisquillar una ropa de a tiro morada. Nada es una cosa preciosa, piernas largas, anchas, serviciales, estupefacientes, tímidamente ajenas, y resultaba que siempre soñabas con ella. Una vez más, estando molacho entre manjares de a cien y de a mil…

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Francesco Rabbannelli

16.

Citas rojas

La soledad es mar abierto Y le escuchas deshilvanándose junto a tu cama abrazada a Tchaikovski; y tus encías sangran realidad tu lengua las hurga, las absorbe, las vuelve suyas les hace sentir vergüenza son chicas agitadas por el placer y el derrumbe, menstruando… pronto serán perlas infecciosas, malandrinas; y entonces sales a desahogarte cuando la fantasía hierve a gran velocidad. Son las tres y veintidós No hay cerezas ni formol No hay rumores ni hay sonidos has despertado mojando tu mejilla, pues dizque aprendes a olvidar ¿lo recuerdas??? ¡¡¡Y qué importa el olvido si cena las últimas lágrimas de tu pecho!!! E improvisas fortalezas esa mujer está una vez más ahí, como fotografía en esa esquina con sus piernas encantadoras que hacen sombra de bandidos 55


Cabeza hueca

para desprenderse toda para siempre y elige hablar de sí, es un pastel que sufre de nervios y se despide de la fiesta más hermosa por irse a mirar el peinado al espejo y enchinarse las pestañas… pronto ven, no te vayas, regresa a mis brazos la soledad es mar in-cierto cruza unas cuantas palabras y se propone a recostarse en el techo… es obsesión y plumas en el suelo grazna deformidad y hoy eres nombre falso, no quieres ni pensarlo un ravioli egresado de la sobriedad que emite sonidos descarrilados y todo pasa los cielos caen amables cuando te refugias, te escondes, agosto aplaude y fuma habanos, reposa engaños en tus sillones… yo tengo una moneda de 5 rublos en la mano, Rusia nunca me ha caído mal… 17. dedícame un cobijo bajo este puente uno que sepas dedicar una sonrisa de ave indudable, sin polvo de por medias una que vuele de verdad, que desvista alturas como abismos que embadurne mi coraza ríspida y desinflada; 56


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quiero que te atrevas y lubriques las nubes con ella, y no preguntes mi dirección como si buscases algún extraño vos sabes que eres grande cuando te montas esos pantalones que enanchan tus caderas místicas y unifican mis miradas en sus horizontes… qué más resta ver de ti que yo no sepa qué más se puede decir de mis navíos perdidos mis brazos son sólo chicos avergonzados que nunca aprendieron a tocarte chicos enredados que se valen por sí solos en una carretera desértica pero que son inertes ante tu carne de amazona blanca…

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Cabeza hueca

La princesa y el hombre libre. De qué manera desalojó las avispas de mi cabeza, en qué santiamén les digo que ya no hay nada por hacer ahí. Sé que ésta no es mi sonrisa perfecta, y sé también que puedo ser insoportable, lo sé, pero hoy no sé qué decir. -Así que sólo miró una secuoya, después bajó la mirada, y pronto se supo en algún paraíso, uno de esos que a la vuelta de buenas esquinas se compran entre los vagos, sólo que aquí no había esquinas, había monte, había cerro, y después pradera, y después desierto, seco, árido-espectacular, sempiterno y enmudecido. Belleza la misma que gorjean las aves al pasar, entre sueños y quimeras y otras sustancias envilecidas de ilusiones, el refrigerio de los campeones. Quizá tenga un problema, uno inicial casi apostólico, uno pendenciero y justo, uno que siquiera siempre atente a sonreírme y hablarme entre las sombras. Recuerdo que la palabra ‘atormentarme’ nunca me ha atormentado ni una pestaña. No lo crees, -¿a quién te diriges ahora??????- No lo crees, por qué no, ///repiten los huecos en aquel espacio abierto////, quizá nadie lo crea, pero hoy paseo, con el único disfraz entero que tengo. Mis uniformes y máscaras se quedaron entre brincos, con el olvido botando corchos a juan y a pedro, diestra y siniestra, todos empeñados en salir de la rutina, con algo de sal y limón en los ojos, para rascarse 58


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sabroso, para así chingarse mis prófugos senderos, las desgraciadas tan afables. Alto, te ordeno que te detengas, no seas un payaso soso que no se atiende la memoria. De lo reciente, no me preguntes, el tiempo lo dirá, todo depende si quieres que te despierte cuando me vaya, o te dejo soñar con otro día, con otra especulación sabedora, de torbellino séptimo, dominguito falleciendo, todo es tan extraño, tan obvio, tan estúpido, tan… distraídamente ausente. Parece que has vuelto, y sé que no quisieras, pero qué más da, así… en esta forma de astronauta. Hoy has vuelto, y sos libre, libre como una rebanada de viento, como un ancla que se desprende del buque y sonríe en el fondo del mar. Siente cómo hoy se escurren tus delirios y tus nervios, buscan ese suelo frío, lo buscan lamer entero, se toman de la mano, van a danzar juntos. Es la Polonaise, los sigues con los ojos. Buscan absorber descarriadas aventuras, mieles en las perlas y suculentos manjares de arándano, son especialistas en nidos rubiáceos. Sabes, te extraño, -así empezó la carta, con un cigarro encendido entre los labios y mirando las teclas en la máquina; y así también terminó. No había más ni mucho qué contar, la idea era general, desbordante, y pese a que ínfima, era falo- oceánica.Resultaba incomprensible que haya alguien, corrijo, que haya muchos, que no entiendan que arriesgarse es mejor que lamer los culos del vacío. Lamiditas para un lado, lamiditas 59


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para el otro, afeitando esa mugrecita acumulada, esa mierdita colgante, esperando que de pronto aparezcan los botines pulcros del tiempo para atestar sobre alguna de sus muelas. El escrito es lo de menos, no vuelvas a caer en el regodeo de ese de creerse amado, quémate las pestañas primero entre laberintos y no las postres más en retretes… -y renegó un sinfín de veces, y necio peló los dientes, apretando las palabras muertas como quien mordiese el cuello de una paloma frente a catedral. Sería como fuese desde el desvarío en aquel desván, pero se jactó de todo, y bromeó con la acción de cultivar ignominia, perderse entre cuencas léperas, callejones épicos, y hacer una renovación a la antigua, renovación en los vicios-. Siempre sabiéndose bueno en beber afecto de la ginebra y ponerse al día con las luciérnagas. No sé cuándo se le estuvo oliendo tan cerca, pero no diré que fuese o llegara a lo que suponen una persona normal. Olía a una mezcla de coco en revancha y aderezado con copal prehispánico. Puede que jamás lo hubo sido, lo siento, bueno, quizás sólo un poco, -jamás se habrá que sentir en demasía aquello que a duras penas engrana en la linda perfección de otros-, y no quise decírselo a ninguno por no proyectar el hecho como una búsqueda de crío henchido de imbecilidad; incluso siempre he querido darle tumbo y navegar con bandera de cuete blanco. Ya verás que no se puede ufanar de un quilombo con cuentos-llanos de lágrimas…

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Migas de libertino Qué desesperante es ver a un bicho cuando soporta herido la vista de su verdugo sonriente. Mientras dentro del agujero y a salvo, relucen las sonrisas de los demás bichos ‘hermanos’ que disfrutan la caída y aquel doblez de cada una de sus parlanchinas patitas. Es un peculiar crujido que sólo entre ellos escuchan. En sabidos clamados de auxilio, su voz ronca ahogaba el valle, lo hundía en una mancha de olvido. La razón de aquella muerte era la cual no se podía mencionar a sus demás asistentes. Seguro recuerdas aquel verano en que a todo se lo estaba llevando la mierda y tarará, magia negra a tu alcance. Algo muy parecido a lo que en este invierno sucedió. Chisgueteaba la vida y el mundo extraía coplas fétidas con la sangre del sol, ///// lastimeras tonadas que alegraban las recosidas almas ////. Y para vos, esto eran las migas que un libertino levantaba con la lengua del terregal, un ultraje profundo, como llevar un ramillete de herbaje seco en el puño y una fermentación evidente en los ojos. La sífilis para vos no era el problema, eso era sólo una idea que costaba dos minutos olvidar; pero lo que hacía que la pirueta se complicara era el éxito de la esquizofrenia en ambas piernas desequilibradas. Supuró enfermamente

malditamente, hermosamente, una sopeada tarde estando 61


Cabeza hueca

mirando los grecos de su techo nevado. La idea de todos los domingos, a esas horas de cuando el güero baja pululando menos, buscando placebos entre las colinas más lejanas, seguro de sí, rigiendo su propio aliento y con la lengua escaldada; saltaba las escalerillas cuesta abajo acaneladamente, abría la puerta después de encender el foco del pórtico para persuadir eso de falsificar sus largas ausencias y espejaba ambos lados de la calle. Nadie por lo visto, nadie por lo escuchado, daba dos vueltas al cerrojo con su llave y abrochaba su chaqueta de gamuza café. El camino era aparentemente el mismo, la dirección era distinta. Su sombrero estaba ahí, encima de él, espantando a cualquier coyote. Pesca nocturna… me obsesiona la adrenalina, la fantasía la paranoia práctica el suministro de placer hedonístico inmediato y fraterno, alzado de tono monumental, y… semejo ser trino, y soy un simio en un rincón. Salgo a pasear cazo sombras busco encenderme los ojos con lunas de ceniza y sacudo la cabeza busco que caigan las uvas de mis cabellos después 62


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sostengo racimos tupidos en mis manos y miro al cielo son las heridas de mis huellas las que desmayan desvarían sin entusiasmo sin sentir dormir sin tropezar con espejos acuáticos… y si reinan los ácaros que le piquen al más dormido, que la colonia se vuelva sobre sus pulmones y le hagan escupir su ignominia, que la vea agarrada a cualquier pared, tensa, hecha plasta aderezada de necrohemoglobina... y que si sufres de paranoia, no andes contando que la sufres por dicha propia o secuela de una ‘gran sacudida’, tan sólo vuélvete profesional... Por fin la caña da tirones, chiquitos, más que tirones son señales de querer ir contigo, la encuentras etérea, firme, ella quiere que le pagues por adelantado, y que te hundas en sus pergaminos y le abraces de vez en vez. Lagrimea por dentro, lo puedes oler, lo puedes notar por su tensión en el cruce de avenidas. Su gabardina es azul, va cerrada, y te recuerdas que las gabardinas y tú tienen historia a medias desde aquella segunda ida a San Luis Potosí. La seduces bajo el peso del cielo, al cual maldices de ley por ser tan bello y alto y sentirse infinito. A ella le comentas que las cosas puede que mejoren. 63


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En dónde, no sabes, pero no por eso detienes tu paso de pescador afortunado. ////////////////////////// ambas sombras entre aquelarres ////////////////////

Serpentean cómplices.

Atiendes la voz, la tuya y la de ella, y la del otro que te juzga en una conversación alterna entre tu voz y él, o será otra, ella. Esto hace que parpadees seguidamente con el ojo derecho. Ella se llama Jazmín y el mundo se puede ir a la mierda por pensar que soy muy joven para ella. Es un Jazmín aunque hieda a sexo vil, no te parece ninguna estafa a la nariz. Conoces bien que el sexo puede llevar flores acrimoniosas que embelesen al que envenenan placenteramente. -La vida cambia-, le mencionas queriendo que ella fuese más bonita de la cara, o que sus pestañas tuviesen menos grumos y estuviesen menos pegadas; y estás a punto de contarle sobre tu ‘amistad oculta’, -pulpería popof maestro, de aquellas-; y también que no amarraste ningún cordón de tu cuello aquella noche de re-fill, y que fue por eso que besaste una esquina impregnada de orines para reconocer donde estaba tu casa. Lo bueno fue que recordaste a tu madre y al viejo alce. Desde esa noche cargas con todas aquellas balas en tus bolsillos internos del saco. Aquí es, sube. Un paso al fondo y la cama se vacía, se pone de buenas la cabecera, te ve debajo, sonriendo, aguosa, relajada. Te lo has llevado al fin, el drenaje se libera, tus 64


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dientes galopan solos, a medio oriente, tres cuadritas arriba de su clítoris; cabalgan con la faz de ser tipos inteligentes, buscando porcelana, buscando con quien estrellarse en una de esas vueltas diabólicas... y das gracias que no lo halle, que no lo busque, que no lo pueda conocer... las aventuras de un chimuelo pueden más que las de un entero imbécil. Y piensas, no necesitas medicina, necesitas manipulación... jamás has estado triste, tan sólo te has olvidado, la comida se acaba como el amor, tus dientes deben estar sanos para cuando vuelvan a morder algo delicioso que se acerque... Ella grita, se deshilvana, finge ser buena amante, pero la sífilis le asusta en cuanto la mencionas. Sale de tu hogar como puede, sus chichis chocan entre sí, recoge su gabardina del suelo y se la monta sobre el lomo, y huye, olvida sus bragas sobre tu almohada como si fuesen un obsequio para hacer un delicioso té. La quisieras perseguir para matarla, sí, despedazarla, decirle que te devuelva tu dinero, pero bostezas un riel entero, escuchas tu armónica reír casi sofocada :::::::: son días de sueño, sabedores de lo que tratan las pláticas del formol inteligente. Entras a la cocina, te sirves un vaso de agua, recuerdas Dance me to the moon de Sinatra, y te repites, -duerme y sueña más, lo que sea, pero sueña, y si despiertas como el día de hoy, sigue creyendo que estás soñando, lo que sea, pero no lo que se pueda. Pronto quedarás ciego, vete acostumbrando a ello. 65


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Asimilas sin líos. Todos quieren siempre que eso del toloache acabe en boda o en panteones. No va faltar quien te quiera de verdad. Un día será el día y la mujer vendrá a ti, con su sonrisa y sus manos. Un día será el día, y las apuestas subirán de tono. Aquí en casa tengo mezcal, pero qué bruto, ni me tienta, prefiero más agua y bostezar. Necesito una cancioncita chiquita, Sinatra, sabes que deletreo apurado, dobla la dosis amigo, usted bien que me comprende. Quisiera entender quién fue que me nubló este cielo para hacerlo llover. No te aflijas, recuerda que donde lloran siempre está el muerto, -y así daba gracias sin deberlas, reluciente, como el Jazmín-. Hoy te quiero más que otros años, y que me parta un rayo si me hube desecho para el caldo carroñero; y si una vez te hice sufrir, desde todo el otro lado te contesto :::::::: Todo se debió a mi temperamento tropical. Breve, bueno y sustantivo. Temperamento con ímpetu ::::::::: Esta garnacha se acopla en el resultado leal de los únicos candidatos por la restringida amistad que me pidas que te tenga. Tanto pasar por aquí, por esta cuenca, mis huaraches se han hecho trizas. Sabes que no soy torero para que me traigan cargando en hombros. Menos palabra, ni perdón ni nada. Con esa música han de enterrarnos, siendo un par de desgraciados. Yo siempre salgo por el lado chueco, tan sólo mira ::::::::: El retruécano ensimismado que soy. -Io sono Francesco Salvatore Gambino Rabbannelli-

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grace

is derived from Greek xara, cháris, and means: exhilaration, joy. escuchas eso, lo distingues sus dientes rotan rechinan se hacen polvo ¡qué gran garbo! Preguntan entre el prolapso y el quebranto ¿Qué es esa música? ¿Qué son esos cantos? acaso perlas viven de cloacas La envoltura del corazón repite un crujido tras otro, infinitos todos a su alrededor lo conocen …lo han presenciado; una mano le aprieta, le exprime como cuando se quiere hacer pequeño un desecho antes de lanzarlo… La mañana se va detrás de liebres desérticas y el eco se levanta al fin …hermosas criaturas …diáfanas discrepancias … pistilos saltarines Se ha marchitado su precocidad -Todo por bailar alrededor del fuego, del brazo con linces jaspeados-; 67


Cabeza hueca

su enloquecido capitán miente sobre tempestades y lenocinios cercanos o sobre limbos exactos en altamar; se los dije, ese sujeto acigarrado y miope no es de fiar… Nadita y un sorbo más Y qué Todo mundo quieto cual ateste de robles viejos; el caballo negro apunta las orejas al alba; el ajedrez algún día fue lo suyo pero hoy rechina los dientes, les hace añicos, y luego sonríe.

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Al fin se acabaron los jinetes-genio …él puede perder el tiempo.

Sacude el polvo de tus labios, escupe, lima todo con tu lengua... seguro sabrás a desagüe... y recuerda, si vas a sonreír, lo curioso es que las sonrisas no convencen siendo negras... arañas voladoras, es tan sólo una linda imagen. Narcisa-mente que el buen jodido piensa, pensamos, lo tenemos en jaspeado aviso ::::::: lo bueno que lo jodido es lo mío, soy diamante en bruto; jodido mejor que inseguro de ser el rey de un espacio mancillado y tuerto, la memoria de su propio rostro en la corriente de aquel riachuelo joven, sombra del corazón... jamás supe qué era saberse muerto hasta que supe que una persona podía gobernar a otra o a varias; jamás me supe responsable de alguna vida más que la mía, quizás hube dicho que los hombros se hicieron para cargar las nadas más absurdas y lagrimear sus máscaras reconfortantes... Narcisa-mente, meditación, suspenso, sospechosísimo, y un respeto en exceso por el auto de una sangre que pasea con más aluminio... Saluda, saluda hijo mío, no querrás salir como imbécil en la foto... se sabrá a leguas que funges razón primordial en la coraza de la familia, en jaspeado aviso. Cada vez que los miedos se despluman, rondándome en círculos, bajo la sombra de mi silueta, -nadie puede saber qué violencia depara la nueva recopilación de tus fuerzas... -Tenía tanto que ofrecernos el muchacho, 69


Cabeza hueca

tenía tanta con-tensión en los nervios, nunca quiso probar la yema de los huevos, quiso clara y pimientita, que pa’ que picara la blancura en sus adentros... Hay tentaciones que te vuelven en un fin de año hundido en el descaro; y hay algunas otras, que unen sus propósitos a no saber en dónde es que te podrás beber a dos enanas debajo de una mesa... el fin de la libertad, el poseedor de las bombas de tiempo, las lagunas de las víctimas, las influencias hermosamente “negativas”, puros instintos chico. Esto es como los empleos de comida rápida, pide tres enanas para llevar a tu casa, porque será noche de prisión y suculenta alegría. Las mujeres de tamaño normal tratan de batallas entre limones y tequilas, -preferible decirles que los fines de semana no sales porque perderías todo lo que amas en la vida. Sabes que tienes tu propia caja de arena y tus malvaviscos de fotografía para cuando el hambre saluda encerrado en tu cuarto; se dice que no hay pubertad aburrida sino púberos sin imaginación... interesante. Cuántos letreros veo de futurismo en cada cosa que leo… ¿Quieres ver mis ojos? Te veo pues debajo de aquella mesa, enana ninfa mía, mujer de cabellos sin grasa, plástico de mis antorchas, maniquí que sana las urgencias de mis menesteres... Adivino que no hay gremio, pero ¿¿¿quién dijo que hablé todo el tiempo de cortar cadenas???? A rastras gordito, a rastras canto la oda de una burbuja, mente, 70


Francesco Rabbannelli

lavadora, es lo mismo, todo da vueltas, cuando presionas cualquier botón es tentación. Tenía lo que se dice coloquialmente: ‘el rabo entre las patas’, tal si fuese la Santa Madre de un mollete que jinetea la mantequilla untada a merced de un cuchillo cebolleramente lastimero. Tenía la cara metida entre las manos de la maraña, pero aun así me creía Napoleón. Yo era quien quisiese ser. Entonces creíste la conversación allende de ventanas surrealistas ::::::: Si el héroe de pronto sucumbe a la aterradora tentación de la duda... háganle el favor de no mirarlo, de no buscarlo, de ni siquiera mencionarlo alrededor... no es el momento indicado para dirigirle tanta bala a la cabeza; ya vendrá el día que se levante y se largue por siempre de estos montes. Sabías ya pues que la semilla es tan sólo un ejemplo de un pez enterrado, echando raíces bajo el manto y sombra salitre de un hongo furibundo, y el sol de piquete de abeja reina se ha hinchado por querer robarse una penca de miel a plenas dos de la madrugada... No tomes lo hurtado como concesión anímica, puedes salir embarazado de algún susto en plena Natividad mi querido rompope de loto... Que viva la vid, viva el centeno, y entonces pon tus armas bajo el servicio de un mejor suspiro; y que viva el que no defeca sobre sus amigos, y que además se esconde por sentirse unos minutos más vivo… 71


Cabeza hueca

Fin del sueño. Interrupción momentánea. Sudoración traicionera. La fiebre es perra que intersecta tu voz con sus ladridos. La guitarra te mira, te empuja a seguir soñando. Sé que tengo cuerdas de guitarra para el suicidio de una vela; tengo fe que los patos ajusticien escopetas; pues no comprendo bien el sentido de un par de manecillas que avanzan y avanzan al sin-sentido de la vida. ¿¿Quién será que las detendrá algún día...???? Estos son los elegantes tártaros que por ahora hurtan mis atenciones.

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