Letras y letras 3

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México. Año 1. Agosto 2014


Letras y letras. Revista de Arte y Poesía. Año 1 Número 3 México. Agosto 2014 Revista independiente y sin fines de lucro. Coordinación editorial: Laura Elisa Leyva y Juan Ramírez Rivas. Diseño Editorial: Miguel Ángel Hernández Rascón Puebla, México. El único fin de la revista es dar a conocer artículos, reseñas, críticas y análisis de arte de las personas que deseen participar en ella. La revista no se hace responsable por el contenido de los artículos, pues son totalmente responsabilidad del autor. El único fin de la revista es ejercer la libertad de expresión de una forma crítica. Todos los derechos reservados.


Este número de Letras y Letras tiene como tema principal el desierto. Gracias a los colaboradores de este número que usaron este tema árido para demostrarnos las posibilidades estéticas de un referente cultural tan importante en el pensamiento colectivo. El desierto tiene aún mucho que decir, este número sólo presenta una parte de su infinito caudal de símbolos e ideas que integran al hombre en este mundo. El resto del contenido es una obra colectiva de entusiastas lectores que se decidieron a participar… muchas gracias. Sigan mandando, la revista es de todos aquellos que tengan algo que decir. Editorial


Los desiertos de Atacama son azules lo que quieras

El desierto de Atacama

Los desiertos de Atacama no son azules ya ya dime por allá no voló el espíritu de J. Cristo que era un perdido Y si los desiertos de Atacama fueran azules todavía podrían ser el Oasis Chileno para que desde todos los rincones de Chile contentos viesen flamear por el aire las azules pampas del Desierto de Atacama Miremos entonces el Desierto de Atacama Miremos entonces nuestra soledad en el desierto Para que desolado frente a estas fachas el paisaje devenga una cruz extendida sobre Chile y la soledad de mi facha vea entonces el redimirse de las otras fachas: Mi propia Redención en el Desierto Quién diría entonces el redimirse de mi facha Los desiertos de atacama no son azules porque Para que mi facha comience a tocar tu facha y tu facha a esa otra facha y así hasta que todo Chile no sea sino una sola facha con los brazos abiertos: una larga facha coronada de espinas Quién hablaría de la soledad del desierto de mi facha Entonces la Cruz no será sino el abrirse de brazos del Desierto Nosotros seremos entonces la Corona de espinas Entonces clavados facha con facha como una Cruz extendida sobre Chile habremos visto para siempre el Solitario Expirar del Desierto de Atacama


Raúl Zurita

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CUATRO POEMAS DE PERTURBACIÓN DE LA MENTE

EN EL PAIS DE LOS BUITRES I En el país de los buitres las esperanzas mueren desgarradas; y el último y agónico suspiro mengua en los caminos de la nada. En el país de los buitres tus pasos chocan con huesos y miembros y puedes oler al aire la esencia del fin pues ésta por los vientos cruza... Algunos sólo sienten lástima de ti, pero la mayoría de ellos te abusa. II No pude soportar la forma en la que El Buitre me miraba. Sus ojos fríos, humanos, penetrantes como estaca, recordaban que yo era sólo un despojo. No pude soportar la forma con la que apretaba el duro peñasco con sus garras. Lo supe, sus ojos lo dijeron: me deseaba. Lo mire tal cual, fuerte, seguro, rapaz, y mire también al futuro y lo encontré vacío. Entonces lo vi venir mientras me recostaba sobre el desierto.


TODO CUANTO COMO HUMANO QUIERO Ni dejar un legado de textos decadentes, ni un corazón destrozado detrás. No necesita ser de forma aparatosa; a nadie le importaría además. Desaparecer. Tan sólo desaparecer. Ni una colección de cintas que heredar ni una sucia foto mía en un muro: desaparecer, tan solo desaparecer y dejar de jugar al poeta oscuro.

Aleqs Garrigóz 6


SIN DUDA ALGUNA, cuando se hace una relación simbiótica entre el desierto y el rock, lo primero en saltar a la mente son The Doors, en especial su carismático líder Jim Morrison, mientras éste camina bajo el sol, enfundando negros pantalones de piel. Esta serie de correspondencias, obviamente forzadas, tuvieron realmente poca inmanencia durante los años sesentas; fue la película de Oliver Stone la que empujó la idea de que The Doors vivían sus “viajes” en el desierto, entre serpientes y escorpiones. Morrison era, entonces, un chamán que recitaba poemas en pleno trance místico. Un poeta siempre “colocado”, en medio de visiones pielesrojeras y hablando como si tuviera orgasmos continuos e interminables. “¿Es necesario verle el trasero al Indio?” le preguntó Wayne al fantasma de Jim. Una imagen de los años noventas; un cliché. Ray Manzarek dijo muchas veces que aquella sátira (no hay otra descripción para lo que hizo Stone) del Rey Lagarto le había disgustado bastante. Los cuatro músicos, en efecto, solían visitar el desierto para “elevarse” de vez en cuando, pero el fallecido tecladista reconoció que generalmente esas visitas eran un desastre. Su entorno verdadero era Venice Beach y el centro de Los Ángeles; en general la vida nocturna en el Sunset Boulevard y en el Whiskey A go go. John Densmore declaró, en 2002 para una revista española, que la sola idea de querer manejar hasta el desierto en plena resaca y desvelo es una locura. Oliver Stone le vendió al mundo una farsa. De hecho todas las imágenes concernientes a Las Puertas en el desierto, salvo la portada de Waiting for the Sun, pertenecen a la película de Stone y son imágenes donde ni siquiera se ve el desierto norteaméricano; pareciera que Jim y compañía tomaron un vuelo al Sahára para reventarse un “ajo”. 7


No obstante, hay algo de cierto en la atracción que Morrison sentía con el desierto y con los indios navajos. En su poemario An American Prayer pone el desierto como referente de la soledad interna del estadounidense, Wild Child tiene todo el espíritu navajo que un sajón puede proyectar, The End tiene imágenes que podrían evocar una sensación calurosa, llena de arena, y los últimos trabajos de la banda, Morrison Hotel y L.A. Woman, tienen mucho espíritu campirano; espíritu casi western que nos hace pensar en una bola de hojarasca dando vueltas al sonido de ¡Fhhhhh! en la carretera. Porque los de California llevaban el desierto de la misma forma que los noruegos llevan un bosque con nieve en sus referentes artísticos. Los clichés son una constante, en especial cuando de estrellas de rock se habla, el cliché de The Doors en el desierto es de los más socorridos cuando, en las charlas de borrachos, se hace mención a estos californianos. De la misma forma se le ha vinculado a Hendrix con el vudú y a Carlos Santana con la magia negra y la santería, por aquello de los títulos afrocaribeños de algunas canciones.The Doors fue una banda de rock and roll y cabaret, de pseudo blues y A go go; de poesía en movimiento, performance e improvisaciones jazzies si se desea, pero jamás fue una banda mística viajando entre serpientes ni comulgando un esoterismo pueril. Ni siquiera eran psicodélicos y no les interesaba serlo. El Rey Lagarto no era un chamán, era un joven adicto que tuvo la suerte de volverse una estrella de rock (y porque sí le quedaba el papel), y tuvo una mayor fortuna al encontrarse con músicos tan progresistas e innovadores como Manzarek, Kriegger y Densmore. Cuando se habla de esta banda se habla de clichés e historias descabelladas sacadas del colectivo rocanrolero, que gusta de mitificar con superficialidades a sus ídolos.

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Y porque la leyenda se hace mito, no dudo que se seguirán agregando serpientes, escorpiones, chamanes y kilos y kilos de arena y sol a la historia de estos músicos. Puede ser también que la personalidad explosiva del Rey Lagarto termine por opacar la música del conjunto. Es muy común que cuando de The Doors se habla se digan cosas como: “ese wey se metía hasta los dedos”, “ese Jim era bien loco”, “él era un poeta místico, tenía una conexión con los espíritus navajos…” es decir, nunca se habla de The Doors sino de leyendas urbanas alrededor de su vocalista: que si éste desayunaba whiskey, que si se cogió a un chingo de viejas, que si lo metieron al tambo, que si ya no se le paraba, etcétera. Para los fans de la banda muchas veces es molesto que no existan siquiera playeras decentes del conjunto; solamente hay Morrisons con seis brazos o enormes jetas coloreadas de la tan famosa foto donde el líder de Las Puertas parece un león. Es raro que alguien hable de la técnica de Kriegger en las seis cuerdas, del virtuosismo de Manzarek y el vanguardista estilo de Densmore; sólo hablan de Jim Morrison. Las leyendas se hacen mitos casi siempre, y los mitos son mentiras. O puede pasar lo contrario, que el mito desaparezca y sólo quede la música, que es lo que realmente debería interesar.


Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-­‐Exupery


Desierto Mexicano La imagen del desierto en México es multivalente. Nos evoca muchas cosas, muchas épocas y muchas circunstancias. Pareciera que lo sentimos, bajo todos sus aspectos, en nuestro pensamiento colectivo y lo evocamos, los mexicanos, como si lo conociéramos en plenitud, como si hubiésemos estado en él, aun cuando de la ciudad no hayamos salido jamás. Cuando escuchamos Sinaloa, Durango o Chihuahua evocamos larguísimas carreteras, camionetas y sombreros; también mucho calor y cervezas frías. En los últimos treinta años, o más, el desierto ha sido escenario de la lucha de los cáteles de la droga, a tal modo que esta visión de ha apoderado de la gente: películas, noticieros; anécdotas y leyendas urbanas citan el desierto mexicano, atravesado por largas y casi eternas carreteras, como el escenario de la narcocultura por excelencia. Pero antes de que los capos legendarios hicieran sacudir el polvo del desierto con sus AK 47 y sus trocas, el desierto mexicano ha sido escenario de los exabruptos más violentos y convulsos de la historia nacional. La Revolución mexicana fue uno de estos periodos históricos. Basta recordar el enorme catálogo de fotografías que existe de las tropas revolucionarias, llámense constitucionalista o convencionistas; villistas u obregonistas; huertistas o carrancistas. Aquellos hombres montados en polvosos caballos, con carabina en mano, o trepados en una locomotora en medio

la nada desértica de Chihuahua o Coahuila, hacen apreciar el desierto mexicano bajo otra lupa; con otros colores y sabores que van de lo dulce a lo amargo. La Revolución que se peleó en el norte de México fue totalmente distinta a la que se peleó en el sur y el centro del país . Contrario a la Revolución en el norte, la Revolución Zapatista tenía otros modos de hacerse y para las tropas de General Zapata, las líneas férreas no eran indispensables para el mantenimiento de su posición en Morelos y las zonas controladas por el Ejercito del Sur; tampoco la capital: “Hasta siento que me caigo con tantas banquetas” dijo Zapata a Villa en 1915. Las batallas libradas en el desierto mexicano son las que peleó la División de Norte, primero contra los “pelones” de Díaz; después contra los “pelones” de Huerta y finalmente contra los “cabrones” de Obregón. Pero decir esto último es parcialista y sólo refleja lo que la cultura cinematográfica nacional nos quiso inculcar: Villa, el macho, contra todos los demás. El Cine Nacional se encargó de mostrar una


revolución obregonista. ¿Contra quién pelea Pedro Armendáriz en su papel de Doroteo Arango?: ¿pelones?, ¿Federales?, ¿Carrancistas? ¿Obregonistas? No se sabe, sólo sabemos que reparte balazos, justicia social y agraria a diestra y siniestra, mientras anda en líos de faldas con las bellezas del celuloide mexicano. El desierto mexicano, los trenes; las coronelas y las adelitas entre nopales y cactus hacen, entonces, la delicia de los directores que gustan del cliché revolucionario. El desierto mexicano se vuelve un ícono de identidad nacional, aun cuando las batallas que decidieron esta confusa guerra y los tratados pactados estuvieron lejos de este idílico paraíso del peyote. Tal es la relevancia de este “símbolo nacional” que tras la Revolución Mexicana, con la entrada de la Revolución Constitucionalista y de la Revolución Institucionalizada, de la mano del nuevo Nacionalismo Mexicano, quedamos atados, los mexicanos todos, al desierto de manera permanente. Y fueron de Estados Unidos los primeros en tomar la iniciativa para

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hacer una caricatura del mexicano a nivel mundial, con el sombrero zapatista (¿?) y el zarape jalisciense (¿?) dormido bajo la sombra de un cactus y diciendo ¡Viva Pancho Villa! ¡Viva México Camiones! Tal vez una revancha contra la supuesta invasión a manos del Centauro del Norte en la frontera texana (cosa que nadie “haría” hasta que Osama Bin Laden, otro hombre del desierto, les estrellara un par de aviones auspiciados por la CIA en su propio autosabotaje). Los mexicanos nos apropiamos del desierto y su iconografía porque nos dejemos fascinar por las leyendas vueltas mito de la Revolución Mexicana; queremos reconocer como La Adelita original a la chica que se asoma por el barandal del tren en esa famosa foto. Entonces acudimos a la leyenda del corrido, a las historias de transmisión oral y las damos por hechas. Vemos las fotos de la Revolución y hasta sentimos que nos quemamos de tanto sol; en la escuela nos dicen que la Revolución


triunfó y el 20 de noviembre nos tomamos el día libre para ver Transformers 6 o Terminator 4. No comprendemos la lucha desde su origen, no comprendemos a los caudillos y sus causas; los aceptamos por lo que se nos dice y ya. Zapata es bueno, Villa es Robin Hood, Carranza es el patriarca, Obregón… ese qué. Zapata es mártir, Villa era un bandolero, Carranza un genocida, Obregón… ese qué. Después de eso nos sentimos satisfechos y pensamos que fue una guerra de dos bandos, los buenos contra los malos… Osea, los héroes de la Revolución, las adelitas, las cucarachas; el tequila, las guitarras y el pueblo campesino contra… contra alguien, que era malo. ¿Don Porfirio? El chiste es que ganamos. ¿no? Cien años después, entramos a otra guerra que, aunque con causas y razones diametralmente opuestas, provoca las mismas reacciones en el grueso del pueblo: la guerra de los mitos. Esta guerra también tiene como escenario el desierto mexicano y evoca las mismas sensaciones quiméricas, mezcla de miedo y fascinación. El eterno retorno en el signo, en el significado. Los mexicanos siguen sin entender las guerras que

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se pelean en su territorio. Siguen sin entender que ni siquiera se están peleando en las arenas calientes del norte mexicano y que los caudillos son también asesinos; que los héroes los hace la historia institucional y no los hechos. Villa son héroes por conveniencia estatal y no por demanda popular. Ahora mismo se dice que “El Chapo” Guzmán es el nuevo Pancho Villa y el “Dr, Mireles” es el nuevo Zapata (Marcos por su parte, está muerto). Pero no se entiende que la guerra no son imágenes y corridos; que ésta no se explica con el “me dijeron”. La guerra es la lucha de intereses entre las diversas facciones con poder. La historia designa a los héroes y los pone en el parnaso; éste es edificado por los ganadores. “El Chapo” podrá héroe baja la misma primicia que podría serlo el Z 40. Habría que hacer conciencia de lo que es la guerra en México y qué significan sus signos para el mexicano, o de plano, vivir en la ignorancia y el eterno retorno. ¡Viva la Revolución Mexicana! ¡Viva el PRI! Alejandro Viveros. Colegio de Historia BUAP.



Los artistas del desierto del Sáhara.

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En la zona que comprende lo que denominamos el desierto del Sáhara está dividida por las fronteras de Marruecos, Argelia, Egipto y Libia se encuentra un pueblo sin patría: el pueblo Saharauí. Ellos vienen en, quizá, el desierto por excelencia, y del que más referencias se tiene: Egipto desde el Antiguo Testamento, la fundación de Cártago, siglos después; hay referentes de él en las expediciones griegas de Alejandro Magno y las romanas de Marco Antonio y Julio César; las guerras medievales de moros y españoles; Napoleón Bonaparte en las Pirámides, Franco y la Guerra en Marruecos, Hitler y los Afrika Korps; finalmente las guerras de la segunda década del siglo XXI tras la “Primavera Árabe”, que aún continúan. Un desierto mágico y romántico de tormentas de arena; dromedarios y musulmanes envueltos en espesas pashminas; tierra de bereberes y moros, de mamelucos y conscriptos de La legión Extranjera. El desierto del Sáhara ha cautivado al mundo desde el inicio de los tiempos. Pero ha sido una tierra de olvido también. El desierto puede desaparecer todo vestigio de vida y cultura; el calor del norte de África y su aridez es tal que poco queda de los pocos pueblos que alguna vez, salvo lo egipcios, se establecieron en sus zonas limítrofes. Tampoco quedan vestigios de sus pobladores iniciales, como, por ejemplo, la raza misma egipcia y cartaginesa. Lo que actualmente sabemos del Sáhara es que es una zona musulmana, al menos desde hace mil años. Esta tierra inhóspita ha sido el hogar de un sin fin de tribus árabes que se han mantenido resistentes a los embates culturales de Occidente. Lo que no pudo Egipto ni Cártago, lo han logrado con éxito los árabes, en especial los saharauí; no sólo conquistaron la tierra y el desierto, supieron domar a esta enorme bestia y, conservando su cultura, han hecho frente a sus enemigos europeos durante siglos. La lucha de estos pueblos en este territorio ha sido de una tenacidad increíble.


¿Cuál es la respuesta del arte moderno en esta parte del mundo?, ¿cómo ven los artista saharuís esta resistencia que sus ancestros han resuelto durante siglos?, ¿qué repercusión han tenido todas estas invasiones y guerras en su forma de ver el mundo?, ¿qué clase de pensamiento moderno se desarrolla en esos países? Definitivamente estamos ante una forma de expresión plástica que apela al orgullo ancestral, étnico y tribal. El Arte Saharauí, es una estilo que puede parecernos viejo a los “occidentales”, mezcla de un expresionismo gastado y al arte abstracto de principios de siglo XX, pero si recordamos que para la religión musulmana, la representación del cuerpo humano es una aberración contra el Corán, podremos apreciar una verdadera revolución artística que en muchos de los casos no comprendemos nosotros, “los occidentales”. Porque tampoco podemos comprender lo que significa el hostigamiento bélico durante siglos y siglos, y sin embargo, resistir y conservar la esencia ancestral con orgullo. El Arte Saharauí, es un arte de resistencia, determinación y el reflejo de una lucha eterna del hombre con su entorno. Para estos artistas, su enemigo no es el desierto, él es su inspiración; el monstruo está cruzando el mar mediterráneo.


El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío.

Salvador Dalí


Poesía ¿Vamos ya? ¿Vamos ya? La pregunta golpea las paredes buscando una salida, una fractura pérdida donde pueda florecer repitiendo la duda en miles de oídos extraños al pasar por ese lugar. ¿Vamos ya? Es lo único que dice, no hay más oraciones adecuadas para lo que desea. El tiempo trascurre evaporándose, sin prisas nos alejamos de la aglomeración del mundo, nos sustraemos de todas las sociedades y salimos de la calle. Un santuario escondido nos resguarda. Tu paso vibra en las escaleras, llenando el espacio con movimientos eternos frente al espejo ahorcado en la pared. El cielo cerrado respira agónico, dando los últimos gritos de luz frente a nosotros. No perdemos en un laberinto sanguíneo y numérico. Las bocas abiertas de madera susurran eventos perdidos del camino lineal del tiempo, nos invitan a dormirnos en el ombligo del universo y olvidar la pesada carga del cuerpo.

Satélite La tierra ante los ojos de los que vinieron antes de nosotros sigue su imperecedera carrera en el vacío. Los cuerpos eternos que nacen de partículas danzantes se arremolinan formando círculos metálicos de luz. Crecen sistemas y soles sonoros en charcos perpetuos de historias que truenan las piedras y voces internas talladas por infinitas manos de antiguos señores cansados. El sueño del mundo empieza a surgir de las nubes corpóreas de la realidad. Un hombre convierte el sonido de pasos 19


Un hombre convierte el sonido de pasos en firmes momentos de iluminación callada, perdido en la calle sin nombre ni rostro. Una montaña manchada de tristeza reseca se muere al atardecer cubriendo el cielo con gritos ahogados de guerra. Los guardianes marchitos de las puertas del cielo dormitan sobre vapores de agua que tiemblan de silencio. La piedra llora sonriendo y el agua revela los olvidados contornos que saltan llenando las manos con visiones demenciales. La playa: no hay ruido, hay música que marca el compás de las olas (ir y venir, ir y venir, ir y venir) la dorada espuma de la tarde entra a la casa del cangrejo. Te sientas en la arena, te abraza, te rodea la cintura y tú ríes (ir y venir). El sol da sus últimos gritos de luz sobre nosotros, se mete dentro de tu canica blanca y se tatúa en tu recuerdo. Las nubes sonrojadas se galopan contra el horizonte y empujan el mar (ir y venir). Los niños lloran porque han perdido el tiempo buscando su infancia, se van con la tarde, haciéndose adultos a fuerza de costumbre. La noche cae sobre nosotros, nos pesa sobre la espalda una la luna y todas las estrellas. El mar se despide de nosotros (ir y venir), pero no está triste, sabe que regresaremos como polvo, cenizas o lluvia. Ángel Martín Cabrera Reyes. 20


Angelito Descending angel, stand by my side The Misfits

Muslos radiantes y sonrisa luminosa que le borraba las facciones. Sólo adivinaba uno los ojos. Se agachaba a mi orden para espiar bajo la cama, con su faldita de gasa. Tela de nube, la llamaba el muy puto. Y nada más que un bultito de carne lisa le convergía en el pulcro pubis. Se perdía sin alejarse. Sonreía, guiñaba el ojo, explotaba en estrellitas. No dejaba de observarme. Mi dulce puta compañía. Llegaba el Angelito, labios sexys de mercurio, a acusarme con mis tías: Jorgito está bajo la mesa, viéndoles las piernas, ensuciándose el alma otra vez. Un cinturón de hombre en casa de mujeres está nada más para madrearse al cabrón escuincle. Reliquia o fetiche, lo guardaban tras la puerta; cuero rancio que habrá ceñido el cuero rancio de algún abuelo, padre o amante lejano. Al final se hincaba a agonizar junto a mí, extático con mi dolor, hecho un mártir, con lágrimas de hielo. Plañía como si mil trompetas destellaran lejos en el éter. Le brotaban estigmas sanguinolentos. Y yo me retorcía y lo odiaba pero me preguntaba a qué olería, si oliera. 21


Abajo todo lo de piedra color tarde se nublada; niños ojones, consumidos. Por encima de la escuela volaban de colores y se acariciaban, desafiante inocencia, una nalga o un muslo, en lo que musitaban secretos nuestros a risitas. Que si Pablito se tallaba ahí, o se cogía al piso o al mueble o a la pared; incluso que si Pablito se hacía caca en la cama. Que si Pablito la escondía o se la comía o qué chingados hacía con ella. Íbamos en el autobús. Aquél muy feliz en la ventanilla, lánguido, iridiscente. Bañado de luz y coqueteándole al Sol, comiéndose una paleta helada. Le pedí. – No se puede, Jorgito. No te puedo recompensar, vas muy mal en la escuela. – ¿Y por eso hablas como vieja? – Así menos te doy. – Ándale, namás una chupada… Mi sonrisa le puso a temblar los labios rojos de grosella. Le escurrió una gota sobre el muslo, se deslizó para adentro. Se la limpié con un dedo y lo chupé. – Te voy a acusar –tembló su voz. – Eres un aborto. Por eso andas con alitas y asexuado. Pregúntale a Dios, si no me crees, córrele. De paso que te enseñe a tu mamá, que se fue al Infierno por tu culpa.

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– ¡Jorge, qué horror! Grité como desaforado el resto del camino. Sigue así, gritaba en alarido quebrado mi madre; estás haciendo muy feliz al Demonio. Y se te va a aparecer en persona. Un buen día dije que me cagaba en Dios y en el licuado de chocolate con huevo. Mis tías momias horrorizadas porque retumbaron las paredes. Los cascos golpearon secos. Carraspeos tuberculosos; oh gran Señor del Trueno, oh gran Señor del Mal. Pelos, piel roja. Cadenas, azufre y mugre. La abuela le dio con el crucifijo en las pelotas. El Infame Leonardo, eterna su resaca, gruñó. La vieja tomó del suelo su bacín y se lo vació en la cara. El Macho Cabrío rió, sacó la lengua y se relamió los orines de las barbas. Y el Angelito horrorizado en un rincón, deformada su carita de porcelana en un rictus de parturienta. Al Chamuco no lo querían en la casa. Se escondió en mi cuarto; lo encontré a los pocos días en el cajón de mis juguetes. –Tráeme una cerveza, muchacho, y te enseño mi culo. –Acomódale una chinga al angelito y te enseño yo el mío.

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Lo hacíamos rezar el Padre Nuestro al revés. Yo apagaba y prendía la luz y Belcebú se tiraba pedos con fuego rojo, rojo. El Ángel lloraba un llanto de mil gaitas atroces que fenecen. Lo desnudamos a patadas, lo tocamos. A palos expusimos sangrientos los huesos de sus nobles alas. Las maculamos. El Demonio le hizo un ano y una vagina. Luego un pene, huevos y otro ano. Nos lo cogimos. Fue deshaciéndose poco a poco, como sudando una especie de leche. Se derritió. Juan Rivas

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Laura Leyva



En el número anterior hablamos de las Pin Ups como una revolución estética que cambió la forma de ver a la mujer, al menos de este lado del mundo. Pero, ¿cómo fue su influencia en México y en el resto del mundo? y ¿cómo es que logró sobrevivir y, más aún colocarse como una visión estética relevante para la moda en pleno siglo XXI? Al menos en México esto es fácil de explicar. El principal causante de esto fue George Petty, quien introdujo en el mundo las imágenes más representativas del genero Pin Up. El le quitó toda la carga erótica del Arte del Morro, que los soldados estadounidenses usaban en sus aviones en el Pacífico, y suavizó a las chicas para que pudieran salir en las principales propagandas de Coca-cola o cualquier otra marca que viera permisible tener una chica en traje de baño, por ejemplo, Coopertone. Las imágenes de Petty simplemente son históricas. Es este punto, en que este estilo de ilustración comienza a tener un auge tanto en publicaciones como en calendarios. Contrario a lo que muchos podemos pensar, la sociedad estadounidense de los años cincuentas, veía con mejor ojos los calendarios con Pin Ups, que los que tenían gatitos y paisajes. Esta forma de ilustración, de suaves tintes eróticos, llegó a los hogares sin la mayor censura. México por su parte, vivía el “Milagro mexicano”, con el crecimiento económico suficiente para permitirse un sin fin de manifestaciones artísticas. Pero contrario a nuestro vecino del norte, la moral mexicana no vio con buenos ojos a las Pin Ups. Aquí sí fue pornografía; y hasta la famosa imagen del perrito quitándole el chon a la niña, o la de los niños mirándole las bragas a una suerte de Monroe que sube las escaleras, fue tomado como algo para adultos. Fue el maestro Jesús Helguera, quien tomó el estilo de la ilustración y sus principios visuales y los aplicó a la cerrada sociedad mexicana; mexicanizando a las Pin Ups. Usando como modelos a María Félix, Dolores del Río o Elsa Aguirre, el maestro Helguera le dio aires nacionales a las chicas sexys y las mostró con serias connotaciones nacionalistas. Este estilo de ilustración, que emplea una técnica mixta de materiales, fue usado en México en casi todas las publicaciones noveleras, carteles de cine nacional, calendarios y portadas de revistas. En México, la ilustración para publicaciones tuvo un auge que no se apagaría hasta los años noventas y se creó un estilo propio y único en el mundo. Finalmente, el erotismo ilustrado en México si llegó a al pornografía; cosa que atestiguan un sin fin de publicaciones de bolsillo. 27


En el resto del mundo, las chicas Pin Up tomaron, a principios del siglo XXI, una nueva fuerza gracias a las representaciones de cabaret de la película Mouline Rouge (2001) y su video promocional. Pero aunque el burlesque y el cabaret poco tenían que ver con las Pin Ups, fue el pretexto perfecto para revivirlas, no sólo en ilustración, sino en la vida real. Dita Von Teese, fue la nueva Betty Page, y no dudó en mezclar los elementos eróticos del cabaret y la sensualidad de las ilustraciones de los años cuarenta y cincuenta. A partir de este punto, las Pin Ups se volvieron reales y un sin fin de chicas y modelos alrededor del mundo dejaron los shorts a la cadera y se los subieron hasta el ombligo; regresaron las pelucas y las pestañas postizas. El glamour se reinventó en la segunda década del siglo y regresó a unos de sus principios básicos: nada como un clásico. Esta moda y forma estética de concebir la belleza femenina tal parece que se rehúsa a morir. Cuando le digan que se vaya seguro contestará: I said no, no, no… 28



Pintura

Diana Gabriela Castillo.

La autora de el presente material, Diana Gabriela Castillo, es una estudiante de Historia del Arte y nos comparte una visión muy intimista de lo que para ella representa la luz; en sí misma y como plasticidad.

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Moonlight. Técnica Mixta 2014


The Violet Hour. Acrílico y acuarela 2014 Las obras aquí presentadas son parte de una serie de 12 obras que buscan explorar la luz como elemento plástico en la pintura, por medio de diferentes técnicas y materiales. La primera obras Moonligth, yuxtapone la luz natural de la luna y la luz artificial de un foco en un mismo dibujo, sobre un fondo negro, para resaltar las propiedades de la luz misma. La segunda obra The Violet Hour juega con los colores de la luz en tonos lilas, siendo los fuegos artificiales el origen de luz, explorando la forma en que el reflejo se hace presente para los cuerpos que están debajo, ya sea como claridad o penumbra.


n r o P

r r o te

o m s ori

para impresionables…

EL PASADO 4 DE JUNIO caminaba por las calles de Puebla con muchas ganas de orinar, así que me introduje a cierto lugarcito donde venden cervezas y hacen presentaciones de libros para que los mamilas, como yo, nos sintamos intelectuales. ¿Por qué no pague un baño público? Pues porque ahí suelo empedarme y los meseros me dejan echar una firma aunque no esté consumiendo; son mis cuates. Pero ¡oh! fue grande mi sorpresa cuando vi el recinto lleno, a tal punto que no pude pasar a la oficina de inmediato. Se presentaba el libro Pornoterrorismo de la performacera y escritora española Diana J. Torres. Me causó curiosidad y me quedé (a huevo, pedí unas chelas y fui a mear a la primera oportunidad); días antes había conversado con unas amigas sobre esta obra en cuestión y leí parcialmente el libro en unos descansos durante la chamba. Debo confesar que el estilo autobiográfico cautiva y resulta estimulante. Realmente me seduce cuando abordan la estética de la pornografía, o la porno misma como manifiesto artístico. El libro Pornografía. Obsesión sexual y tecnológica de Naief Yheya, me pareció muy interesante, sin contar los ensayos, donde abordan el tema desde lo freudiano, y que son bastantitos. Pensé que el evento estaría coqueto, pero ¡oh! sorpresa… cuando escuché a esta maja decir tantas mamadas en menos de cinco minutos, se me quitaron las ganas de comprar el libro. Escuché tantas veces la palabra Puta que se me quitaron las ganas de ir a la peluquería el fin de semana. 33


Se soltó, de pronto, un aguacero cabrón y aunque la española se estuvo mojando, siguió hablando de su trabajo. Es una mujer de decisión y eso es de admirar; pinche frio y chupando cerveza helada mientras le caía agua puerca estuvo cabrón; pero no entendí eso de que ella es terrorista, anarquista, puta y cabrona; que sus experiencias de vida son tan extremas que vuelven loco a cualquiera que las escuche y que va a ar-reglar el mundo con el coño. No obstante, dice que está en contra de la violencia y le asusta México porque hay muchos Zetas, y que éstos son mucho peores que los Etas, y quesque le emputan los terroristas por culeros. ¿Y el pornoterrorismo qué pedo? Jamás logró explicar (¿?¿?) el concepto Pornoterrorismo como postura y el contradecirse hablando de Bin Laden, como héroe por chingarse a los gringos, pero como mierda por matar gente fue fútil. Tras una semblanza histórica del terrorismo se remitió a hablar de España (¡Olé!), lugar donde sí se entiende dicho título porque ahí viven el terrorismo y la violencia verdadera, no esas chingaderas de los Zetas, que son narcos (nacos), no terroristas como los Etas, que luchan por una causa. O sea, que ya los Zetas que tanto la atemorizan están pendejos en comparación de sus paisanos (porque son paisanos) y la pinche violencia que odia está chida si es violencia española (¡Olé!).


Después de darle unos tragos a su Indio, argumentó que ella sí era Puta Puta Puta, y no mamadas, pero le encabrona que haiga tanto teibol en México, porque degrada la sexualidá de la mujeres. La pornografía no es (según la artista) una degradación a la sexualidad femenina, pero el teibol sí (que explique qué es degradación). Es que, según la artista, la pornografía es consensuada y a las teiboleras mexicanas las obligan a degradarse (y las pornstar no…) y vivir en condiciones de sumisión. Porque esas sí son prostitutas que venden una imagen… ¿Pues no que ellas es Puta? Después aclaró que ella sólo se prostituyó un par de veces y con mujeres. ¿Pues no que venía a darnos una lección y sorprendernos? ¿Será que conoce el problema de la prostitución y la trata de blancas en México? ¿Sabrá que significa “Mesa que más aplauda”? El argumento recalcitrante fue el del pinchi patriarcado. Porque el patriarcado le rompe la bolas a las mujeres, las pone hasta la verga, en el coño de la puta y los cojones de Cristo tío. Me cago en la hostia y en la Cruz y en la Santa de la Cruz de Veracruz… ájáaa (determinismo lingüístico, by the way y ¿por qué pone “X” en su libro para no hablar de géneros? Todxs, putxs, ellxs… etcétera).

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No obstante debo reconocer que cuando habló de la libertad sexual me pareció muy acertada en momentos. Pero la volvió a regar; su crítica a las mujeres que no cogen contradice el discurso; porque las que no cogen tienen derecho a no querer coger (y que lástima). Sin embargo, debo decir que la performacera española, Diana Torres, resulta ser una persona bastante agradable; no dudo que el libro es entretenido y debe tener una excelente propuesta. Estoy seguro que sus seguidores la aman. Una postura discursiva para la estética de la pornografía nunca está de más. Hay que decir mucho sobre el tema y resulta apasionante (fap, fap, fap). Así que lo leeré; sólo espero que no me decepcione y se quede sólo en el anecdotario personal y su revolución vaginal utópica. No dudo de su talento y su capacidad creadora. Diana Torres, es una mujer sin complejos y su sinceridad para ver al mundo se le agradece, como artista de performance tiene gran fuerza y reconozco que es impresionante, pero su gran error en la presentación en Puebla fue llegar a improvisar; no concretar conceptos, no


revisar fuentes, salirse por la tangente con las preguntas del público. Su error fue pensar que somos mexicanos pendejos que no conocen nada; creer que nos venía a enseñar el mundo y sus demonios. Pero eso es culpa de los malinches que la trajeron para alzarse a ellos mismos (en especial el tarado que estaba de panelista). Diana habló de prostitución desde su óptica europea de niña consentida, sin respetar la problemática mexicana (Tlaxcala, by the way). Habló de la pornografía como lo hace un quinceañero (fap, fap, fap). Su grave error es tratar de vender un término que sólo impresiona a los impresionables. El “Pornoterrorismo” es como el “Neobarroco” o el “Psychoprotopunk”, una palabra hecha a lo pendejo. El Diablito.

Al cierre de esta edición terminé el libro y no me retracto en lo absoluto sobre mi crítica a la presentación y el libro de Diana Torres. Sigo pensando que el libro es falto de todo, sobre todo de una postura clara. Habrá que hacer una reflexión de lo que puede alcanzar un discurso que exhorta pensamientos controversiales. Le dejo al lector que investigue, lea y se forme un criterio sea cual fuere, yo sólo expongo el mío.

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Y ante esa censura mi almeja se abre como una criatura de las profundidades, monstruosa, mastodóntica, terrorífica. Les doy motivos para temer. Es la respuesta instintiva a un animal al que se ataca. Mi respuesta no podría ser de otra forma, la experiencia me ha enseñado a anteponer mi animalidad a mi humanidad, porque en el fondo odio profundamente a la especie humana y sus normas, sus estrategias, su estructura. (…) Por eso me erijo en todo lo que dicen que soy para serlo con razón, para serlo más y mejor cada día, para construir con todo ello esta identidad bastarda hija de mil pecados que finalmente es lo que me hace ser quien soy y lo que me acerca a otrxs montruxs para establecer alianzas. Pornoterrorismo (2014)


Letras y Letras. Revista de Arte y poesía. Año 1. Número 3 México. Agosto 2014-­‐08-­‐01 Revista independiente y sin fines de lucro. Coordinación Editorial: Laura Elisa Leyva Y Juan Ramírez Rivas. Diseño Editorial. Miguel Ángel Hernández Rascón. Puebla, México. El único fin de la revista es dar a conocer artículos, reseñas, críticas y análisis de arte de las personas que deseen participar en ella. La revista no se hace responsable por el contenido de los artículos, pues son totalmente responsabilidad del autor. El único fin de la revista es ejercer la libertad de expresión de una forma crítica. Todos los derechos reservados.


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