1 DE DICIEMBRE DE 2013
多Realmente necesitamos a Dios?
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Vol. 134, No. 23
Tirada media: 44.978.000 EN 210 IDIOMAS
DECEMBER 1, 2013
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Semimonthly SPANISH
LA ATALAYA es una revista que tiene ´ ´ como proposito honrar a Jehova, el Dios Soberano del universo. Consuela a la gente anunciando que el Reino de Dios —un gobierno que se halla en los cielos— pronto ´ acabara con la maldad y transfor´ ´ mara la Tierra en un paraıso. ´ Ademas, promueve la fe en el Rey reinante de dicho gobierno, ´ Jesucristo, quien murio para ´ que pudieramos alcanzar la vida ´ eterna. Esta publicacion, editada ´ sin interrupcion desde 1879, ´ es polıticamente neutral y reconoce ´ la Biblia como maxima autoridad.
TEMA DE PORTADA
¿Realmente necesitamos a Dios? ¿Por qué hay que preguntarlo? 3 Por qué necesitamos a Dios 4 ․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․
Y TAMBIÉN El ministerio es mi verdadera vocación 8 Acérquese a Dios: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas” 11
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“De [las] montañas extraerás cobre” 12 De padres a hijos: ¿Sigue siendo Jesucristo un bebé? 14 Preguntas sobre la Biblia 16
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MÁS INFORMACIÓN EN LÍNEA | www.jw.org/es PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ ¿Por qué se llaman testigos de Jehová?
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´ Esta publicacion se distribuye como parte de una ´ ´ obra mundial de educacion bıblica que se sostiene con donativos. Prohibida su venta. A menos ´ que se indique lo contrario, las citas bıblicas se ´ han tomado de la version en lenguaje moderno ´ Traduccion del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias). The Watchtower (ISSN 0043-1087) is published semimonthly by Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.; L. Weaver, Jr., President; G. F. Simonis, Secretary-Treasurer; 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483, and by Watch Tower Bible and Tract Society of Canada, PO Box 4100, Georgetown, ON L7G 4Y4. Periodicals Postage Paid at Brooklyn, NY, and at additional mailing offices. POSTMASTER: Send address changes to Watchtower, 1000 Red Mills Road, Wallkill, NY 12589-3299. 5 2013 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Todos los derechos reservados. Printed in Canada.
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¿Realmente necesitamos a Dios?
TEMA DE PORTADA
¿Por qué hay que preguntarlo? “¿Le va bien sin Dios? A millones de personas sí.” Este mensaje apareció en un cartel publicitario patrocinado por una agrupación de ateos. Está claro que para ellos, Dios ni existe ni hace falta. Por otro lado, hay mucha gente que dice creer en Dios pero actúa como si no existiera. Salvatore Fisichella, arzobispo católico, dijo lo siguiente sobre los miembros de su religión: “Quien nos viera, difícilmente diría que somos cristianos, pues vivimos igual que los no creyentes”. Algunos están tan ocupados que no tienen tiempo para pensar en Dios. Les parece que está demasiado lejos como para formar parte de sus vidas. Si acaso, lo buscan en momentos de necesidad; lo ven casi como un sirviente que estuviera a su entera disposición. Otros no creen que las doctrinas religiosas sirvan de mucho o no ponen en práctica lo que les enseña su iglesia. Por ejemplo, el 76% de los católicos alemanes no ven nada de malo en que un hombre y una mujer vivan juntos sin casarse, costumbre que va en contra de los principios de su iglesia y de la Biblia (1 Corintios 6:18; Hebreos 13:4). Sobra decir que los católicos no son los únicos que observan una gran diferencia entre lo que sus compañeros aprenden y lo que hacen. Los dirigentes de otras religiones también se lamentan al ver que sus feligreses “son [ateos] en la práctica”. Lógicamente, surge la siguiente pregunta: ¿de verdad necesitamos a Dios? Esta pregunta no es nueva, ni mucho menos. La primera vez que surgió fue al principio de la historia. A fin de descubrir la respuesta, analicemos una serie de cuestiones que se tratan en el libro bíblico de Génesis. 1 DE DICIEMBRE DE 2013
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Por qué necesitamos a Dios Los especialistas en salud mental afirman que si una persona quiere ser verdaderamente feliz, debe reconocer que tiene necesidad espiritual. Y prueba de ello la observamos en la gente que desea apoyar una causa superior. Otros dedican su tiempo libre a la naturaleza, el arte o la música a fin de satisfacer dicha necesidad. Pero la mayoría no consigue el sentido de logro que busca. A los lectores de la Biblia no les sorprende que el ser humano tenga una necesidad espiritual innata. Los primeros capítulos de Génesis muestran que Dios creó a los primeros seres humanos, que les hablaba constantemente y que les permitió tener una relación con él (Génesis 3:810). El hombre no fue diseñado para vivir independiente de su Creador; tiene la necesidad de mantenerse en comunicación con él. Y la Biblia habla de ello vez tras vez. Por ejemplo, Jesús dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Estas palabras demuestran que el ingrediente indispensable para llevar una vida feliz es satisfacer nuestro apetito espiritual. ¿Pero cómo podemos hacerlo? Jesús mismo dio la respuesta: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová” (Mateo 4:4). Así es, las expresiones de Jehová —es decir, sus pensamientos y mandatos, que se encuentran en la Biblia— pueden ayudarnos a ser felices en la vida. Veamos tres maneras.
Necesitamos guía Hoy día abundan los expertos dispuestos a dar consejos sobre temas como las relaciones personales, el amor, la familia, la solución de conflictos, la felicidad e incluso el propósito de la vida. Pero ¿quién podría dar mejores consejos en estos campos que Jehová, el Creador del ser humano? Digamos que usted compra una cámara o una computadora. Lo que espera es que el fabrican-
La Biblia es como un manual para la vida
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“Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar.” (Isaías 48:17, 18)
te incluya un manual de instrucciones que muestre la mejor manera de usar el equipo y sacarle provecho, ¿verdad? La Biblia es como ese manual; es el manual que Dios, el “fabricante”, nos ha dado para enseñarnos a vivir. Este “manual” explica para qué fue diseñado el “producto” y cómo se ha de usar para obtener los mejores resultados. Tal como un manual bien redactado, la Biblia nos advierte sobre las acciones que podrían arruinar o entorpecer el buen funcionamiento del “producto”: nuestra vida. Los consejos de otras personas podrían parecer más fáciles de seguir. Pero ¿no es lógico pensar que la mejor manera de evitar problemas y obtener buenos resultados es seguir las instrucciones del “fabricante”? Ahora bien, aunque Jehová nos da guía e instrucciones, no nos obliga a seguirlas. Más bien, porque nos ama y quiere ayudarnos, nos dice con cariño: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar” (Isaías 48:17, 18). En resumen, si seguimos la guía de Dios, tendremos una vida feliz. Por eso es que lo necesitamos.
Necesitamos soluciones Hay quienes dicen que no necesitan a Dios o ni siquiera creen en él. Piensan que si hubiera un Dios que nos quisiera, no habría tantas cosas malas. Se preguntan, por ejemplo: “¿Por qué sufre la gente buena? ¿Por qué nacen con deformidades tantos bebés inocentes? ¿Por qué es tan injusta la vida?”. Esas son preguntas válidas, y encontrarles una respuesta satisfactoria podría tener un profundo efecto en nosotros. Pero en vez de culpar a Dios por todo lo malo que pasa, veamos si su Palabra, la Biblia, aclara un poco el asunto. En el tercer capítulo de Génesis leemos que Satanás, valiéndose de una serpiente, tentó a la primera pareja humana para que desobedeciera la orden de Dios. Él les había dicho que si comían del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, morirían. “Positivamente no morirán —le dijo Satanás a Eva—. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo.” (Génesis 2:16, 17; 3: 4, 5.) Con esa afirmación, Satanás no solo acusó a Dios de mentir, sino que también dio a entender que su forma de gobernar era injusta. Afirmó que a la humanidad le iría mejor si lo escuchaba a él en vez de a Dios. ¿Cómo se podría demostrar si esas acusaciones eran ciertas o falsas? Jehová permitió que las cosas siguieran su curso.
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En otras palabras, les dio tiempo a Satanás y a todos los que se pusieron de su parte para que demostraran si el ser humano puede vivir mejor sin él. ¿Qué opina usted? ¿Realmente puede vivir y gobernarse mejor el hombre sin la ayuda de Dios? Piense en el sufrimiento, las injusticias, las enfermedades y la muerte; en la delincuencia y la pérdida de la moralidad; en las guerras y los genocidios... Estas y otras dificultades que han afligido a la humanidad a lo largo de los siglos han demostrado más allá de toda duda que los intentos del hombre por vivir separado de Dios han sido un total y completo fracaso. Lejos de señalar a Dios como el culpable de los sufrimientos del ser humano, la Biblia apunta a una de las verdaderas causas al decir: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). En vista de lo anterior, ¿no queda claro que necesitamos buscar a Dios para conseguir no solo respuestas a las preguntas que tanto nos atormentan, sino también verdaderas soluciones?
Necesitamos ayuda Desde hace mucho tiempo, la gente ansía vivir libre de las enfermedades, la vejez y la muerte. Se han invertido incontables cantidades de tiempo, energía y recursos para lograrlo, pero todo ha sido en vano. Hay quienes esperaban obtener dicha libertad descubriendo el elixir de la vida o la fuente de la eterna juventud, o recurriendo a la ciencia, pero vez tras vez los sueños resultaron frustrados. Dios quiere que el ser humano sea feliz. Ese era su propósito al crearlo, y no lo ha cambiado (Génesis 1:27, 28; Isaías 45:18). Tenemos la garantía de que todo lo que Jehová se ha propuesto se hará realidad (Isaías 55:10, 11). La Biblia habla sobre su promesa de convertir la Tierra en un paraíso como el que perdieron Adán y Eva.
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En la Biblia encontramos la guía y la ayuda que necesitamos
Revelación, o Apocalipsis, 21:4 dice que él “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores [habrán] pasado”. ¿Qué hará Dios para realizar este extraordinario cambio? ¿Y cómo podemos beneficiarnos del cumplimiento de esta promesa? El hijo de Dios, Jesucristo, enseñó a sus discípulos a orar por que se cumpliera la voluntad de su Padre. Mucha gente conoce e incluso repite esa oración, conocida popularmente como el padrenuestro. Dice así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). Ese Reino es el instrumento que Jehová utilizará para limpiar los desastres causados por los gobiernos humanos y establecer el nuevo mundo de justicia que ha prometido (Daniel 2:44; 2 Pedro
3:13). Pero nosotros también tenemos que hacer algo. ¿De qué se trata? Jesucristo mostró el sencillo paso que debemos dar: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). En efecto, gracias a Jehová es posible vivir para siempre en un mundo nuevo. Entonces, ¿necesitamos a Dios? De nuevo, la respuesta es sí.
Es tiempo de buscar a Dios Hace dos mil años, en el Areópago, o colina de Marte, en Atenas, el apóstol Pablo les dijo a los intelectuales griegos lo siguiente sobre Dios: “Él mismo da a toda persona vida y aliento y todas las cosas”. Luego añadió: “Por él tenemos vida y Si desea conocer más sobre lo que hará el Reino para que se efectúe la voluntad de Dios en la Tierra, lea el capítulo 8 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová y disponible para su lectura y descarga en www.jw.org/es.
nos movemos y existimos, aun como ciertos poetas de entre ustedes han dicho: ‘Porque también somos [hijos] de él’” (Hechos 17:25, 28). Estas palabras de Pablo a los atenienses siguen siendo ciertas. El Creador nos suministra el aire que respiramos, el alimento que ingerimos y el agua que bebemos. Sin estas cosas buenas no podríamos vivir. Pero ¿por qué ha seguido ayudando a la humanidad si la mayoría ni siquiera piensa en él? Pablo responde: “Para que busquen a Dios, por si buscaban a tientas y verdaderamente lo hallaban, aunque, de hecho, no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). ¿Le gustaría conocer mejor a Dios? ¿Quisiera aprender más sobre sus propósitos y sus consejos para vivir feliz ahora y por la eternidad? Entonces lo animamos a hablar con la persona que le entregó esta revista o a ponerse en contacto con los editores. Con mucho gusto lo ayudarán.
Dios quiere que seamos felices ahora y por la eternidad
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BIOGRAFÍA
El ministerio es mi verdadera vocación RELATADA POR BILL WALDEN
En 1937 ingresé en la Universidad Estatal de Iowa, cerca de donde vivíamos, en la zona central de Estados Unidos. Desde siempre mi vocación fue la ingeniería. Me fascinaban los rascacielos y los puentes colgantes. Como estudiaba y trabajaba a fin de pagarme las clases, no me quedaba tiempo para nada más. A principios de 1942, poco después de que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial, estaba en mi quinto año de universidad y solo me faltaban unos meses para convertirme en ingeniero estructural. Por esa época estaba viviendo con dos muchachos, y uno de ellos me dijo que hablara con la persona que visitaba “a los de abajo”. Esa persona era testigo de Jehová y se llamaba John (Johnny) Brehmer. Me impresionó mucho ver cómo podía encontrar en la Biblia la respuesta a casi cualquier pregunta. Empecé a estudiar la Biblia con él, y andando el tiempo comencé a acompañarlo a predicar siempre que podía. El padre de Johnny, Otto, se había hecho Testigo mientras era presidente de un banco en Walnut (Iowa), pero había dejado ese empleo para dedicar la mayor parte de su tiempo a la evangelización. Su ejemplo y el de su familia me animaron a tomar una decisión crucial. LLEGÓ EL MOMENTO DE DECIDIRME
Un día, el director de la facultad me dijo que mis notas habían bajado y que aunque las anteriores eran muy buenas, no serían suficientes
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para graduarme. Oré a Jehová con todo el corazón para que me guiara en este asunto. Poco después de graduarme, uno de mis profesores me llamó para decirme que le habían pedido un ingeniero para un puesto de trabajo y él se había tomado la libertad de decir que yo lo aceptaría. Le di las gracias, pero le expliqué que mi intención era dedicar mi vida a servir a Jehová. Me bauticé el 17 de junio de 1942, y casi de inmediato me hice precursor, como llaman los testigos de Jehová a sus evangelizadores de tiempo completo. Ese mismo año, el ejército me llamó a filas. Cuando me presenté en la oficina de reclutamiento, expliqué que mi conciencia no me permitía ir a la guerra. Además, mostré unas declaraciones firmadas por mis profesores en las que hablaban muy bien de mí y de mis excepcionales aptitudes como ingeniero. Pero de todos modos me multaron con 10.000 dólares y me sentenciaron a cumplir cinco años en la prisión federal de Leavenworth (Kansas). MI VIDA EN PRISIÓN
En la prisión había una granja en la que trabajábamos más de 230 Testigos vigilados por guar-
dias. Varios de ellos conocían nuestra postura neutral y estaban de acuerdo con ella. Algunos guardias nos ayudaban a celebrar reuniones bíblicas y hasta a introducir nuestras publicaciones en prisión. Incluso, el director del centro se suscribió a la revista Consolación (ahora llamada ¡Despertad!). ME LIBERAN Y ME HAGO MISIONERO
Salí de prisión poco después de que terminara la guerra, el 16 de febrero de 1946, así que solo cumplí tres de los cinco años de condena. Enseguida volví a ser precursor. ¿Y a dónde me enviaron? A Leavenworth. La verdad, me aterroricé: allí había muchos prejuicios contra los testigos de Jehová. Si de por sí era difícil encontrar empleo, peor era encontrar casa. Recuerdo que una vez, mientras estaba predicando, me encontré con uno de mis anteriores guardias. “¡Sal de mi propiedad!”, me gritó con un bate de béisbol en la mano. Me puse nervioso y me fui de inmediato. En otra casa, una mujer me dijo: “Espere aquí un momento”, y cerró la puerta. De pronto se abrió la ventana de arriba y me tiraron encima un cubo de agua sucia. Pero a pesar de todo tuve muchas bendiciones. De hecho, tiempo después me enteré de que algunos de los que aceptaron las publicaciones que les ofrecí se habían hecho testigos de Jehová.
En 1943 se inauguró una escuela de misioneros en el estado de Nueva York, que llegó a llamarse Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Me invitaron a la décima clase y me gradué el 8 de febrero de 1948. Entonces me enviaron a mi nuevo destino: Costa de Oro, ahora conocida como Ghana. Cuando llegué, mi labor consistía en predicarles a los europeos y a los oficiales del gobierno. Los fines de semana colaboraba con una congregación y ayudaba a sus miembros en el ministerio de casa en casa. También visitaba a los
Con un jefe local en Costa de Oro, la actual Ghana
Foto actual de la prisión de Leavenworth, donde fuimos encarcelados unos 230 Testigos
Testigos que vivían en zonas aisladas y les enseñaba a predicar. Además, fui superintendente viajante en la vecina Costa de Marfil. Aprendí a vivir como los nativos: dormía en una choza de adobe, comía con las manos e incluso iba al baño “fuera del campamento”, como los israelitas en el desierto (Deuteronomio 23:12-14). De ese modo, tanto mis compañeros misioneros como yo nos ganamos la confianza de la gente del lugar. Las esposas de algunos funcionarios locales comenzaron a estudiar la Biblia; así que 1 DE DICIEMBRE DE 2013
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cuando nuestros adversarios conseguían que el gobierno nos invalidara el visado, ellas presionaban a sus esposos y la orden era cancelada. Tal como muchos otros misioneros en África, contraje paludismo. Me daban unos escalofríos horribles y la fiebre me hacía delirar. A veces tenía que sujetarme la mandíbula para que dejara de temblarme. Pero nunca perdí la alegría. Durante los primeros cuatro años que pasé allí estuve escribiéndome con Eva Hallquist, a quien había conocido antes de dejar Estados Unidos. Me enteré de que se graduaría de la clase 21 de la Escuela de Galaad el 19 de julio de 1953, en la asamblea internacional que se celebraría en el Estadio de los Yankees de Nueva York. Así que hablé con un capitán de barco y llegamos a un acuerdo: él me llevaría a Estados Unidos y a cambio yo trabajaría a bordo. Tras veintidós días surcando mares a veces agitados, llegué a mi destino. Fui directo a las oficinas centrales de los testigos de Jehová, en Brooklyn, a buscar a Eva. La llevé al último piso del edificio y allí, con la impresionante vista del puerto y los rascacielos de la ciudad, le pedí matrimonio. Después de casarnos, Eva fue a servir conmigo a Costa de Oro. EL CUIDADO DE LA FAMILIA
Servimos varios años en África hasta que recibí una carta de mi madre en la que me decía que
Con Betty
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mi padre se estaba muriendo de cáncer. Obtuvimos permiso para ausentarnos de nuestra asignación y fuimos a Estados Unidos. La salud de mi padre se deterioró tan rápido que murió poco después de nuestra llegada. Volvimos a Ghana y estuvimos allí casi cuatro años más. Pero la salud de mi madre se debilitó mucho. Algunos amigos nos sugirieron que regresáramos para cuidarla. Fue la decisión más difícil de nuestra vida. Yo llevaba quince años como misionero y mi esposa, once. Pero al final optamos por mudarnos a Estados Unidos. Pasamos años turnándonos para cuidar a mi madre y llevándola a las reuniones cuando le era posible, hasta que murió el 17 de enero de 1976, a los 86 años. Pero lo peor estaba por llegar. Nueve años más tarde, Eva enfermó de cáncer. Aunque luchamos contra la enfermedad de toda manera posible, perdimos la batalla. Mi esposa murió el 4 de junio de 1985. Tenía 70 años. MÁS CAMBIOS EN UNA VIDA PLENA
En 1988 me invitaron a la dedicación de las nuevas instalaciones de la sucursal de Ghana. ¡Qué ocasión tan memorable! Cuando llegué a África, cuarenta años atrás, solo había unos cientos de Testigos en el país. En 1988 ya eran más de 34.000, y ahora son casi 114.000. El 6 de agosto de 1990, dos años después de mi visita a Ghana, me casé con la mejor amiga de Eva, Betty Miller. Juntos seguimos dedicados de lleno al servicio de Jehová. Ambos deseamos volver a ver a nuestros abuelos, a nuestros padres y a Eva cuando resuciten en la Tierra convertida en un paraíso (Hechos 24:15). Los ojos se me llenan de lágrimas cuando pienso en el honor de haber sido utilizado por Jehová durante más de setenta años. A menudo le doy las gracias por haberme permitido hacer de su servicio el centro de mi vida. Aunque ya tengo más de 90 años, Jehová, el Gran Ingeniero, sigue dándome fuerzas y valor para servirle.
ACÉRQUESE A DIOS
“¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas” ¿Le gustaría vivir para siempre con su familia en un mundo sin enfermedades? ¿Quisiera que algún día desaparecieran el sufrimiento, el dolor y la muerte? Eso no es soñar; Dios lo ha prometido y se realizará. Veamos lo que se dice sobre el cumplimiento de esta promesa en Revelación (Apocalipsis) 21:3-5 (léalo). “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos.” (Revelación 21:4.) ¿Qué tipo de lágrimas limpiará? No las de alegría ni las que protegen nuestros ojos; serán las lágrimas de tristeza. Dios no solo secará esas lágrimas sino que eliminará el dolor y el sufrimiento que las producen. “La muerte no será más.” (Revelación 21:4.) No hay nada que provoque más lágrimas que la muerte. Pero Jehová librará de sus garras a las personas obedientes. ¿Cómo? Eliminando lo que la causa: el pecado que heredamos de Adán (Romanos 5:12). Jehová usará el sacrificio de Jesús para hacer que las personas alcancen la perfección. Entonces, la muerte —el último enemigo del hombre— será “reducida a nada” (1 Corintios 15:26). Todos vivirán como Dios siempre quiso que vivieran: sin enfermedades y por toda la eternidad. “Ni existirá ya más [...] dolor.” (Revelación 21:4.) ¿Qué clase de dolor es el que dejará de existir? El dolor mental, emocional y físico que es producto de la imperfección y le hace la vida imposible a millones de personas. Pronto será posible vivir sin lágrimas, sin muerte y sin dolor. “Pero ¿dónde? —quizás se pregunte—. ¿En el cielo?” No. Para empezar, la promesa
comienza con las palabras “la tienda de Dios está con la humanidad”, y la humanidad vive en la Tierra (Revelación 21:3). Segundo, la promesa habla de un mundo en el que “la muerte no será más”, es decir, un mundo en el que había muerte pero desapareció. En el cielo nunca ha habido muerte, pero en la Tierra sí, y casi desde el principio. Está claro, entonces, que la promesa divina de una vida mejor se cumplirá aquí en la Tierra.
Para aprender más sobre el sacrificio de Jesús, consulte el capítulo 5 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová.
LECTURA BÍBLICA RECOMENDADA PARA ESTE MES:
Dios secará los mares de lágrimas que se derraman por culpa del sufrimiento y la tristeza Jehová desea que confiemos en lo que ha prometido. Después de enumerar estas bendiciones futuras, nos da la siguiente garantía: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. Y remata diciendo: “Estas palabras son fieles y verdaderas” (Revelación 21:5). Lo invitamos a descubrir cómo usted y sus seres queridos pueden estar entre las felices personas que presenciarán el glorioso cumplimiento de las promesas de Dios.
1 Pedro 1 a Revelación 22
“De [las] montañas
extraerás cobre” Un equipo de arqueólogos exploraba los desfiladeros y cuevas del desierto de Judea cuando, de pronto, vieron una cueva en lo alto de un acantilado. ¿Encontrarían algo valioso, quizás objetos antiguos o manuscritos como los Rollos del mar Muerto? El equipo descubrió algo muchísimo más preciado de lo que se imaginaba: el tesoro de Nahal Mishmar. Fotografía © Israel Museum (Jerusalén); por gentileza de la Autoridad de Antigüedades de Israel
A COLECCIÓN, descubierta en marzo de 1961, contenía más de cuatrocientos objetos, la mayoría de cobre. Estaba escondida en una enorme grieta, envuelta en una estera de caña. Había coronas, cetros, herramientas, armas y otros artículos. El hallazgo es de especial interés para los lectores de la Biblia, pues Génesis 4:22 habla de Tubal-caín, “forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro”. Aunque hay muchas interrogantes sobre el origen y la historia del tesoro de Nahal Mishmar, su descubrimiento demuestra que ya desde épocas muy antiguas se practicaba la extracción, el fundido y el vaciado de cobre en tierras bíblicas.
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YACIMIENTOS DE COBRE EN LA TIERRA PROMETIDA
Cuando los israelitas se preparaban para entrar en la Tierra Prometida, Moisés les dijo: “De [sus] montañas extraerás cobre” (Deuteronomio 8:7-9). Los arqueólogos han descubierto varias minas y fundiciones en Israel y Jordania, como las de Timna, Khirbat en-Nahas y Feinan. ¿Qué revelan estos sitios?
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En Feinan y Timna, el terreno está salpicado de minas poco profundas, de donde los mineros extrajeron cobre por lo menos durante dos mil años. Incluso hoy día, los visitantes pueden ver rocas moteadas de verde —señal de que contienen cobre— esparcidas por doquier. En un principio, los mineros extrajeron cobre de las vetas más superficiales con herramientas de piedra. Pero al agotarse este cobre, cavaron pozos y túneles más profundos usando herramientas de metal. El libro bíblico de Job describe las labores de minería (Job 28:2-11). Se trataba de un trabajo muy duro. Tanto es así que entre los siglos III y V las autoridades romanas sentenciaban a los peores criminales a trabajar en las minas de cobre de Feinan. Las enormes pilas de escoria localizadas en Khirbat en-Nahas (que significa “ruinas de cobre”) son señal de que allí se practicaba la fundición a gran escala. Los arqueólogos creen que la roca se traía de las minas cercanas, como Feinan y Timna. El cobre se separaba de la roca en hornos de carbón que se calentaban con sopladores
hasta alcanzar 1.200°C (2.200°F), temperatura que se mantenía entre ocho y diez horas. Por lo general se necesitaban 5 kilos (11 libras) de roca para producir 1 kilo (2,2 libras) de lingotes de cobre, que se usaban para fabricar diversos objetos. EL COBRE Y SUS USOS EN EL ANTIGUO ISRAEL
En el monte Sinaí, Jehová dio instrucciones específicas de que el cobre de la zona se usara para la fabricación del tabernáculo; más tarde, se siguió el mismo patrón en la construcción del templo (Éxodo, capítulo 27). Es posible que los israelitas tuvieran conocimientos de metalurgia antes de llegar a Egipto o que los adquirieran allí. Fuera como fuera, al inicio del éxodo fueron capaces de fabricar un becerro de metal fundido y los muchos utensilios de cobre para el servicio del tabernáculo, como la fuente, las ollas, las sartenes, las palas y los tenedores (Éxodo 32:4). Durante su viaje por el desierto, tal vez cerca de Punón —una región rica en cobre que al parecer corresponde a la actual Feinan—, los israelitas se quejaron del maná y de la escasez de agua. Como castigo, Jehová les envió serpientes venenosas, y muchos de ellos murieron. Cuando se arrepintieron de su pecado, Moisés intercedió por ellos, de modo que Jehová le ordenó fabricar una serpiente de cobre y colocarla en lo alto de un poste. El relato dice: “Si una serpiente había mordido a un hombre, y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo” (Números 21:4-10; 33:43). LAS MINAS DEL REY SALOMÓN
El rey Salomón usó enormes cantidades de cobre para la construcción del templo de Jerusalén. Gran parte del material lo había conseguido su padre, el rey David, tras conquistar Siria (1 Crónicas 18:6-8). El mar, la enorme fuente que usaban los sacerdotes para lavarse, podía contener unos 66.000 litros (17.500 galones) de agua y debió de haber pesado 30 toneladas (1 Reyes 7:23-26, 44-46). También estaban los dos pilares monumentales que flanqueaban la entrada del santuario del templo. Medían 8 metros (26 pies) de altura y 1,7 metros (5,6 pies)
Muchos elementos del templo de Jerusalén estaban hechos de cobre
de diámetro; terminaban en capiteles de unos 2 metros (6,5 pies) de altura, eran huecos y tenían paredes de 7,5 centímetros (3 pulgadas) de espesor (1 Reyes 7:15, 16; 2 Crónicas 4:17). Sorprende pensar en la gran cantidad de cobre que se requirió tan solo para estos artefactos. También la gente común usaba artículos de cobre. La Biblia habla de armas, grilletes, puertas e instrumentos musicales hechos de este material (1 Samuel 17:5, 6; 2 Reyes 25:7; 1 Crónicas 15:19; Salmo 107:16). Jesús habló de llevar monedas de cobre en la bolsa, y el apóstol Pablo mencionó a “Alejandro el calderero en cobre” (Mateo 10:9; 2 Timoteo 4:14). A los arqueólogos e historiadores les quedan muchas preguntas por contestar sobre los objetos de cobre de tiempos bíblicos y, en particular, sobre el misterioso tesoro de Nahal Mishmar. Sin embargo, las Escrituras confirman este hecho: la tierra que heredaron los israelitas era realmente “una buena tierra”, y de sus montañas se extrajo mucho cobre (Deuteronomio 8:7-9).
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DE PADRES A HIJOS
¿SIGUE SIENDO
Jesucristo UN BEBÉ? En el mes de diciembre se ven por todo el mundo dibujos y muñequitos de Jesús recién nacido en un pesebre, es decir, la caja donde se pone la comida de los animales. Pero ¿deberíamos pensar que Jesús sigue siendo un bebé?... Es importante que lo veamos de una manera distinta. ¿Cuál? Recordemos lo que les sucedió cierta noche a unos pastores que estaban en el campo cerca de Belén. Un ángel se apareció de repente a los pastores y les anunció: “Ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor”. Entonces les dijo que encontrarían a Jesús “envuelto en bandas de tela y acostado en un pesebre”. Enseguida aparecieron muchos otros ángeles y comenzaron a alabar a Dios. ¿Cómo te sentirías si escucharas a los ángeles alabar a Dios?... Los pastores estaban felices. “Vamos sin falta directamente a Belén —dijeron— y veamos esta cosa que ha sucedido.” Allí encontraron a “María así como a José, y al nene acostado en el pesebre”. Poco después comenzaron a llegar a Belén otras personas. Cuando los pastores les dijeron lo que había pasado, se asombraron mucho. ¿Te gusta aprender cosas maravillosas como estas sobre Jesús?... Todos los que queremos a Dios nos sentimos igual. Ahora veamos por qué les dio tanta alegría enterarse de que Jesús había nacido. Pero para hacerlo, necesitamos regresar al tiempo en que María era soltera. Cierto día, un ángel llamado Gabriel visitó a María para decirle que tendría un bebé. Le dijo que su bebé llegaría a ser importante y que sería llamado “Hijo del Altísimo”. Luego añadió que sería rey y que su reino nunca acabaría. Si le está leyendo el artículo a un niño, haga una pausa tras los puntos suspensivos y permita que responda.
María quería saber cómo era posible que quedara embarazada si nunca se había acostado con un hombre. Gabriel le explicó: “Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” y “lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”. Jehová iba a realizar un gran milagro: iba a tomar la vida de su Hijo, que estaba en el cielo, y la iba a mandar a la matriz de María para que creciera como crecen todos los bebés. ¿Has visto que en los dibujos y en los nacimientos que ponen en Navidad hay tres “reyes magos” visitando a Jesús?... Pues eso no es exactamente lo que pasó. Los “reyes magos” eran en realidad astrólogos, y a Jehová no le gusta lo que hacen los astrólogos. Veamos qué pasó cuando llegaron. La Biblia relata: “Cuando entraron en la casa vieron al niñito con María su madre”. Así que Jesús ya no era un recién nacido ni estaba en un pesebre; era un niño y vivía en una casa con José y María. ¿Sabes cómo encontraron los astrólogos a Jesús?... Siguiendo algo que parecía una estrella. Pero antes de llevarlos a Belén, esa “estrella” los llevó a Jerusalén, donde estaba el rey Herodes. Y la Biblia dice que el rey Herodes quería encontrar a Jesús para matarlo. ¿Quién habrá puesto esa “estrella” allí?... No fue Dios; fue su enemigo, Satanás. Satanás quiere que las personas crean que Jesús es un bebé indefenso. Pero recuerda que el ángel Gabriel le dijo a María: “[Jesús] reinará [...], y de su reino no habrá fin”. Jesús es rey en el cielo, y pronto destruirá a todos los enemigos de Dios. Así es como debemos verlo, y eso es lo que debemos enseñar a la gente.
LECTURA BÍBLICA
Lucas 1:26-35; 2:8-18 Mateo 2:7-12; 1 Pedro 5:8 Revelación (Apocalipsis) 19:19-21; 1 Juan 2:17
1 DE DICIEMBRE DE 2013
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PREGUNTAS SOBRE LA BIBLIA
¿Para qué vuelve Cristo? Antes de ascender al cielo en el año 33, Jesucristo prometió que regresaría. Dijo que él era como el hombre de noble nacimiento que viajó al extranjero y después de mucho tiempo volvió con poder para ser rey. De modo que Cristo vuelve para ofrecer a la humanidad un gobierno justo. (Lea Lucas 19:11, 12.) ¿De qué manera vuelve Cristo? Él fue resucitado como espíritu (1 Pedro 3:18). Ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Jehová (Salmo 110:1). Con el tiempo, Jehová, el “Anciano de Días”, le dio autoridad para gobernar a la humanidad. Así que Jesús vuelve, no con cuerpo humano, sino como rey invisible. (Lea Daniel 7:13, 14.)
¿Qué hará Jesús cuando vuelva?
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Jesús le ofrece un gobierno justo a la humanidad
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Jesús volverá con sus ángeles invisibles para juzgar a la humanidad. Eliminará a los malos, pero dará vida eterna a quienes reconozcan su autoridad. (Lea Mateo 25:31-33, 46.) Además, convertirá la Tierra en un paraíso y resucitará a los muertos para que disfruten de la vida allí. (Lea Lucas 23:42, 43.)